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¿Qué necesitamos?
Necesitamos:
Una política fiscal responsable y eficiente que permita captar impuestos, a niveles de
por lo menos 25% del PIB.
Los recursos que la sociedad le confía al gobierno deben utilizarse para la promoción de
la inversión productiva y la instrumentación de programas de beneficio social.
Es inaceptable promover la evasión y nadie debe hacerlo, como tampoco ningún sistema
debe desalentar el cumplimiento de las obligaciones fiscales.
Tan solo un ejemplo de nuestro complejo sistema fiscal es que, el año pasado, se
presentaron 32,000 juicios en contra de la secretaría de hacienda. De ellos, el gobierno
federal perdió 20,0000.
Esto no solo refleja la complejidad del sistema, sino que nos lleva a pensar que el costo
de las pérdidas se refleja en el propio contribuyente.
Por otra parte, el presidente nos informa que las transferencias de los recursos federales
a los estados crecerán, en términos reales, en un 28.5 %. ¿Será este promedio
ponderado en donde está la mayor pobreza y marginación para que no haya distintos
Méxicos, sino un México más fuerte y desarrollado?
Requerimos, también, demandar del estado una definición urgente de una política
industrial, con una visión regional y de los desequilibrios regionales del país.
Solicitamos una revisión de la política de comercio exterior que instrumente entre otras
estrategias, el fomento de una banca de desarrollo que apoye efectivamente a la pequeña
y mediana industrias.
El campo es la forma de vida de millones de mexicanos. Gente que se esfuerza dia a dia
por obtener lo mejor de sus tierras para que nosotros, en las ciudades, podamos tener el
alimento que nos da vida.
Proponemos que el estado tenga un papel activo y sostenido para reintegrar a los
campesinos y su economía a la vida nacional, reconstruyendo sobre nuevas bases el
tejido institucional para que producir, almacenar y comercializar sea nuevamente un
trabajo digno, rentable y que lleve prosperidad a los hogares de la sociedad rural.
Les pregunto a los amigos campesinos: ¿ustedes ya recibieron ese dinero? ¿Que impacto
tuvo en el desarrollo rural y agropecuario esta cantidad?
Para enfrentar los rezagos del campo, no es suficiente el destino de los recursos a cada
uno de los proyectos de las organizaciones demandantes.
Es el momento para un gran acuerdo para crear empleos e industrias rurales, recuperar
la asistencia técnica, el crédito y la infraestructura de almacenaje y comercialización.
Debemos convocar a debatir los perfiles del nuevo entramado institucional que deberá
atender al campo, los términos de un nuevo pacto productivo, las líneas de apoyo a
verdaderos programas de desarrollo regional.
También, porque sabemos que es un compromiso social y nos lo han pedido nuestros
amigos de los consejos comunitarios, deberemos robustecer el programa de abasto rural
de Diconsa y sus mas de 23 mil tiendas comunitarias.
Todo esto, no cabe duda, nos retribuirá en el desarrollo económico y la paz social de
México.
Es un pacto que facilitará el desarrollo de nuestro país en base a los acuerdos que
permitan se lleven al cabo todas las reformas que la sociedad civil vienen demandando.
No se trata de ver quien se lleva la medalla. Todos los grupos políticos se desean
arrebatar ese premio.
¡Iniciémoslo ya¡