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No podemos cerrar los ojos y menos quedarnos callados ante la gravedad de lo que está
sucediendo en nuestros territorios. Tampoco podemos ocultar el temor que nos embarga
al ver como avanza la destrucción de las selvas que nos brindaron refugio y nos dan vida,
alegría y libertad. Tememos perder lo que indígenas y negros hemos construido durante
tantos años de convivencia pacífica entre nuestros pueblos, respetando las leyes que nos
dicta la naturaleza, a la cual hemos atado nuestras vidas y de las cuales dependen el
bienestar y el futuro de las presentes y futuras generaciones de nuestros pueblos.
Tenemos la creencia de que el territorio región del Pacífico se asemeja al cuerpo humano.
Tiene vida. Cualquiera de sus partes que se hiera, afecta a todo el organismo. El maltrato
que reciba la cuenca de uno de sus ríos, perjudica a todo el territorio. Así lo entendieron
nuestros ancestros y ese sabio precepto lo seguimos trasmitiendo a nuestros hijos, pues
ahí se encuentra la clave de nuestra sobrevivencia, y de allí se deriva la solidaridad y
ayuda mutua entre los ríos, que debemos seguir practicando.
Hoy nos encontramos debatiendo la defensa del Manglar, espacio de vida único en el
planeta y crucial para la vida de muchos pobladores. Nos encontramos en la encrucijada.
O defendemos el manglar y las miles de especies que allí viven, o se borran nuestras
vidas, pero también la vida de los renacientes, de los niños y niñas indígenas y negras que
incluso no han nacido y que merecen vivir en estos ecosistemas vitales. El manglar es tan
importante para la vida del hombre, las especies y el planeta, que proponemos que los
daños ocasionados a este ecosistema sean catalogados como delitos de lesa humanidad.
Con esta Emergencia Social que hoy convocamos, estamos llamando a todos nuestros
hermanos del Pacífico colombiano, a las organizaciones negras e indígenas, a los amigos
de la diversidad de la vida y de la cultura, a los científicos, estudiosos y amantes de esta
rica y generosa región. En fin convocamos a todos aquellos que valoran la diversidad, a
que reaccionemos frente a violaciones muy graves que se presentan en todos estos
territorios, especialmente aquellos que son propiedad privada colectiva de los pueblos
indígenas y negros:
Vemos con mucha preocupación los mapas de solicitudes y títulos que vienen entregando
INGEOMINAS y el Ministerio de Minas en el Pacífico colombiano. Esto desconoce los
acuerdos que el Estado colombiano ha comprometido con organismos internacionales y
vulnera de modo grave los derechos de las comunidades, pues acaba con ecosistemas
vitales para la alimentación de las comunidades. Como autoridades ambientales en
nuestros territorios, solo permitimos la minería tradicional, el barequeo, practicado
ancestralmente por las comunidades, como una de las formas complementarias de
obtención de ingresos.
Las fumigaciones que afectan por igual cultivos de coca y cultivos de ‘pancoger’. Estos
venenos, ya sabemos, no logran controlar la producción de pasta de coca, pero si
contaminan suelos y aguas, y liquidan la base genética de los cultivos y la biodiversidad.
Peor aún, violan los derechos al alimento, a la salud y al medio ambiente sano.
Conocemos los males que traen estos cultivos de coca. No solo perjudican al ambiente,
sino que se implantan con violencia, para inducir a la población nativa a sembrar coca.
Los asesinatos y los desplazamientos que se producen por la producción, síntesis y
tráfico de ilícitos son un desastre para nuestras comunidades y nuestros procesos
organizativos. El orden social que imponen los grupos armados destruyen los gobiernos
propios de las comunidades. Lo peor, enganchan a muchos jóvenes para actividades de
control y vigilancia con las cuales también se subordina a las autoridades de las
comunidades. El consiguiente abandono de las prácticas propias de producción de
alimentos y la dependencia del flujo de recursos de estas economías ilegales conducen al
desarraigo de la población, una situación que para los pueblos étnico-territoriales
conduce al etnocidio, a la desaparición de los rasgos étnicos que les dan cohesión social.
Pero el control de los cultivos de uso ilícito por medio de las fumigaciones, las
sindicaciones de los pobladores de ser auxiliadores de tal o cual grupo armado que se
beneficia del cultivo de coca, las amenazas, las intimidaciones a la comunidad, las
restricciones a la movilidad y a la compra de gasolina y alimentos, causan igualmente
daños graves a nuestras comunidades. En la mayoría de los casos resulta siendo más caro
el remedio que la enfermedad.
Las amenazas que vienen recibiendo los dirigentes de nuestras organizaciones, por
denunciar estos hechos, es un indicio de que los capitales que hoy se abalanzan sobre los
recursos, provienen de actividades igualmente ilícitas.
Que somos los dueños ancestrales del Pacífico colombiano y que nuestra vida e historia
está ligada a estos ecosistemas y por lo tanto nos asiste la legitimidad para exigir que se
pare la destrucción de nuestros territorios.
Que hemos tomado la firme decisión de trabajar unidos y de manera solidaria entre las
organizaciones que suscribimos esta declaración, asumiendo el principio de que lo que le
pase a una comunidad, a un territorio, nos pasa a todos y actuaremos en consecuencia.
Que desarrollaremos iniciativas políticas y legales para que los daños que se le infringen
a todos los ecosistemas del Pacífico, del cual nosotros derivamos nuestra subsistencia,
sean declarados como delitos de lesa humanidad, pues nos resistimos a ser los futuros
desplazados ambientales.
Invitamos a todos los Consejos Comunitarios del pueblo afrocolombiano y a todos los
Cabildos de los pueblos indígenas del Pacífico a que adhieran a esta declaración y nos
unamos en un sólo haz a esta trascendental iniciativa de declarar al Pacífico en
emergencia social, pues están en juego nuestras vidas y el futuro de los pueblos
afrocolombianos e indígenas.
Asociación de Cabildos Indígenas del Valle del Cauca, región Pacífica. ACIVA-rP.
Palenque El Congal, Buenaventura
Proceso de Comunidades Negras - PCN
Consejo Comunitario del río Yurumanguí
Consejo Comunitario del río Cajambre.
Consejo Comunitario de Llano Bajo
Asamblea de Consejos Comunitarios del Valle del Cauca.
Consejo Comunitario del río Mallorquín
Consejo Comunitario del río Raposo
Consejo Comunitario del río Anchicayá
Organización comunitaria de base Mina Vieja
Organización de Negros Unidos del río Anchicayá-ONUIRA
Consejo Comunitario de Bahía Málaga
Consejo Comunitario de La Barra
Cabildo Indígena Joaquincito, río Naya
Cabildo Indígena La Meseta
Mujeres piangüeras de Santa Cruz, San Joaquín y Puerto Merizalde – río Naya.
Colectivo de Trabajo Jenzerá
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