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Peligro de las excepciones, Mario Denevi

Sentado en el umbral de mi casa, vi pasar a Lzaro, todava con el sudario puesto


en medio de una multitud que lo aclamaba. Despus que la muchedumbre se
alej, vi pasar a un joven en ligero estado de putrefaccin. Despus, a una mujer
embalsamada. Tras la mujer pas un esqueleto pelado aunque con anillos en las
falanges. Al ver que se aproximaba un hombre sin cabeza le pregunt qu
significaba todo aquel desfile. Si bien el hombre no tena cabeza me contest muy
atento: Cuando suspendieron momentneamente la ley para que Lzaro saliera,
nosotros aprovechamos la suspensin y salimos tambin. Somos muchos. Mire.
Mir y vi que por el camino avanzaba la columna de los resucitados. La atmsfera
se haba vuelto irrespirable.

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