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Fa ie bre modemo & José Babini Las revoluciones ‘industriales ¢€46 Biblioteca fundamental del hombre moderno a Las revoluciones industriales José Babini Biblioteca fundamental del hombre moderno Centro Editor de América Latina © 1972 Gentro Editor de América Latina §.A. Cangsllo 1228 - Buenos Ares Impreso en la Argentina - Printed In Argentine Alguna vez dijo Einstein que lo més incomprensible del mundo reside en que es comprensible; quizés pueda Parafrasearse esta expresién y decir que lo més incom- Prensible en el hombre es su manipuleo de las cosas de ese mundo, y fabricar con ellas instrumentos, ttiles y mé- quines. Sin duda, los animales no hablan, pero emiten los mas varlados sonidos: tampoco reflexionan, aunque mue: tran un rudimentario discernimiento; sin embargo, no es 'maginable en un animal la modificacién de su proceso instintivo a fin de introducit mejoras en su cueva o en ol arte de cazar su presa. En cambio, en la aurora de su humanizacién, el lejano antecesor del actual Homo sapiens ya es el Homo faber, que inventa el filo cortante, iniciacién de la larga y multi. forme serie de recursos que implementaré para dominat 1 mundo que lo rodea y adaptarlo a sus necesidades. Més atin: se ha dicho que es poco probable que el hombre hubiera sobrevivido sin la fabricacién de instru- Mentos que compensaran su reducido tamafio y los esca- 808 y débiles recursos que Ie ofrecian manos y dientes Para su defense. El hecho esque, mientras otras rames colaterales perecian, el Homo faber sobrevivié y la lenta evolucién y correlacién de cerebro, ojos, manos y boca dio lugar @ un ser firmemente apoyado sobre el tripode: pensantiento reflexivo, lenguaje y fabricacién de instru- mentos. La fabricacién de instrumentos, como prolongacién de la mano, y la conservacién, produccién y usos del fuego fueron pues las primeras manifestaciones de una espect- fica actividad humana, la técnica o tecnologia, términos de los cuales se dan definiciones diferentes y que, aun alu- diendo a la misma actividad humana, no son sinénimos, distinguiéndose, en general, segin se acentie el acto (téc- nica) o los pensamientos que acompafian o preceden el acto (tecnologia). El saber técnico Esta adjuncién del pensamiento al acto convierte a ta técnica, y por supuesto a la tecnologia, en una rama del saber con rasgos semejantes a los del saber clentifico. Como éste, el saber técnico presupone un aprendizaje y tun entorno social, pero sobre todo un acto creador, en este caso més invencién que descubrimiento, claro signo dol carécter humano del “animal creador de simbolos”. Si bien el saber técnico no pose un criterio de ver- dad en el sentido I6gico, esté igualmente obligado a sa- tisfacer una exigencia anéloga: el criterio de “éxito”; segin este criterio el hombre considera vélida y perma- nente toda creacién de un ente, del cual el mundo no ofrece copia 0 modelo que proporcione una solucién a las situaciones siempre nuevas que le plantean las coses de ‘ese mundo. Y a ese peculiar criterlo de verdad, 0 mejor 8 de veriticabilidad, se vincula un método también peculiar: el método que, en la persecucién del éxito, sigue la clé- sica linea del “ensayo y error El saber técnico comparte con el cientifico el carde- ter de progresivo, aun con mayor permanencia y conti- nuidad. Una teoria cientitica puede derrotar y eliminer una teorla anterior sobre el mismo tema, mientras que los progresos técnicos dejan subsistentes los resultados anteriores en ese campo. Ningin quimico sostiene hoy la teoria aristotélica de los elementos, mientras que segui- mos transportando sobre el hombro las cargas que pueden transportarse en camién o avidn. Diriase que en el ring de la ciencia se triunfa por knockout, mientras que en el de la técnica, por puntos, dejando en pie al rival vencido. Igualmente, el cardcter universal del factor utilitario, que acompafia a la técnica, asegura a ésta una continuidad con Ia cual no siempre conté el saber cientifico, més expuesto a circunstancias histéricas particulares. En otro sentido, las historia de la ciencia y de la té- nica revelan caracteres distintos. En efecto, el pense miento cientifico sélo pudo fijarse y trasmitirse en pe- rlodos histéricos, es decir, cuando existe escritura, que resulta asi una condicién necesaria, aunque no suficiente, para investigar su desarrollo. En cambio, la técnica pudo desarrollarse, y en efecto se desarrall6, en perfodos prehistéricos cuando resulta suficiente la trasmisién oral y el ctil a la vista, circuns- tancias que no facilitaron la investigacién histdrica de ese desarrollo, En efecto, los testimonios que sobreviven de los tlem- pos prehist6ricos, viviendas e Instrumentos de piedra u | otro material no perecedero, no revelan sino una parte del f bagaje técnico del hombre de esos tiempos, y solo indi- rectamente, mediante esos restos, puede conjeturarse algo acerca de la indole de las actividades humanes: caza, pesca, guerra, o de la existencia de utiles de madera, cuero o piel Iqualmente, y en forma aun més indirecta, puede infe- rirse algo acerca de lo que puede llamarse técnica no ma- terial: organizacién social, ritos mégicos y religiosos. Quizés las manifestaciones que cabe calificar de artfsticas —Pinturas rupestres, dibujos y grabados, modelados en relieve o de bulto—, sean las que algo exprosan acerca de ritos y creencias, ademas de proporcionar datos sobre otras técnicas materiales: de la lluminacién, de los colo- res, del trabajo con arcilla, etcétera. Pero, en cualquier caso, se carece en absoluto de todo indiclo que revele el proceso intelectual o la motivacién Psicolégica que condujo las Innovaciohes técnicas, en las que se han visto los primeros frutos del ingenlo de verda- deros tecnélogos, que aplicaron los principios bésicos del | manejo de la materia y de la enerafa, ya que en los lejenos tiempos de las tribus de cazadores, pescadores y recolec- tores de alimentos, ef hombre sabia conservar el fuego, fabricar instrumentos compuestos, idear trampas para cazer animales y utilizar en sus armas los principlos de la palanca y de la tonsién de las cuerdas. En el caso de Ia técnica se puede agregar que la caren- cia de documentacién escrita, salvo casos aislados y espo- rédicos, se mantuvo en os tiempos histéricos, ya que en virtud de su propia Indole las técnicas y artesanfas conti- fueron trasmitiendo oralmente sus métodos y procedi- 10 ae i mientos, y sélo con el advenimiento de la tipografia, en ol siglo XV, comenzarén a registrarse por escrito los proce- 808 técnicos. La técnica y su historia No obstante tales limitaciones, en los ultimos tiempos ‘se ha podide elaborar una historia de la técnica como uno de los tentos capitulos de la historia del saber humano. Claro es que hay en ella puntos oscuros, como los hay en toda disciplina cientifica, y sin alcanzar el desarrollo de las historias de la matematica, de la medicina o de la filo- soffa, constituye ya un cuerpo de doctrina estimable, con sus asociaciones y revistas especializadas, buen némero de tratados y manuales y, sobre todo, un grupo nume- roso de investigadores. Sin duda no fue tarea fécil lograr ese resultado, que exigié la tarea previa de superar los mitos y leyendas que envolvian a muchos inventos, aunque la dificultad ma- yor fue compensar la carencia de documentacién escrita hasta los tiempos de la imprenta y de las patentes. Contribuyeron a esa tarea los aportes de distintos sec. tores cientificos, on primer lugar la antropologia y en espe- cial la arqueologfa, cabal historla de la prehistoria, me- diante el estudio y anélisis de los restos de industria humana, ttiles, armas, viviendas, tumbas, etc., que las excavaciones y exploraciones pusieron y ponen en descu- bierto; sin olvidar las contribuciones de la geologia y la paleontologia y las de disciplinas mas recientes, como la genética y la fisica nuclear, ciencia que ha proporcio- nado, con los radioisstopos, un método de fechado de los 12 restos orgénicos que permite una precisién inimaginable hace medio siglo. Otra contribucién provino de la historia de la clencla, aunque en el caso especial de Ia historia de Ia técnica han resultado de inestimable valor las historias de las letras, y de las artes, que han permtiido espigar, en los escritos antiguos y medievales y en los monumentos, relieves, dibu- jos y tapices, numerosos datos de importancia para el cono- cimiento del desarrollo de la técnica. La etnografia es un caso especial: el estudio de los llamados pueblos primitivos actuales establece un parale- lismo, hipotético, entre estos pueblos y los prehistéricos y, €n consecuencia, cierta analogia entre los respectivos instrumentos; aunque este método comparado no tiene sino un valor conjetural, no ha dejado de sumar datos ttiles. Todas estas contribuciones han permitido trazar un cuadro histérico de la técnica; sin duda resulta oscuro y vago para los tiempos prehistéricos mas alejados pero, a partir de épocas menos remotas del décimo milenio antes de Cristo, ha adquirido mayor consistencia y verosimilitud, De este cuadro nos interesa destacar uno de sus as- pectos: las revoluciones industriales. Las revoluciones industriales Una sintesis del desarrollo histérico de la técnica se refleje en las listas 0 catdlogos de inventos ¢ innovaciones, que se han establecido ordendndolos cronolégicamente dentro de la eproximacién admisible en cada caso. Como, por lo demés, cada invento o innovacién ha tenido Im- portancia y consecuencias diferentes, se puede asignar. y ‘asi se ha hecho, un peso a cada uno de ellos, es decir, un nimero dentro de una escala, por ejemplo entre 1 y 10, que proporciona la medida de esa importancia y conse- cuencias, también dentro de la aproximacién admisible. Es claro que tales datos permiten apreciar en forma aproximada, pero cuantitativa, et comportamiento del des- arrollo técnico a lo largo del tiempo, pues la suma de los pesos correspondientes a lapsos iguales mide una mag- nnitud que no es sino la velocidad media de ese proceso, es decir, la razén entre la suma ponderada de los inventos y el lapso en que se produjeron. Si, para evitar distorsionos, se toman exclusivamente los datos correspondientes al mismo émbito cultural, por ejemplo el occidental, y se representa graficamente la variaci6n de esas velocidades en funcién del tiempo, se obtendré una curva ondulada que, dentro de una tendencia general creciente, muestra crestas, valles y planicies. Un andlisis més detallado de la curva daré cuenta de esta orografia. ‘Antes de la aparicién de la agricultura, hacia el 6000 a.C., no hay curva puesto que el escaso nimero de inven- tos en un lapso extraordinariamente extenso equivale @ una velocidad précticamente nula. A partir del 6000 a.C., la curva asciende hasta llegar a un vértice, hacia el 3500 a.C., época en que nace la escritura; alli la curva des- ciende para mantenerse aproximadamente en un mismo nivel desde el 2000 a.C. durante un largo perfodo que abarca la antigiedad clasica grecorromana. Hacia fines del primer milenio d.C., cuando aparecen los primeros rece tarios técnicos medievales, se inicia un segundo ascenso que alcanza su vértice hacia mediados del siglo XV, cuando 4 nace la tipogrefia, para descender hasta fines de ese siglo, y mantenerse més 0 menos estacionaria e iniciar un tercer ascenso —ahora brusco, casi vertical—, a comienzos del siglo XVIII. Este ascenso se mantiene hasta fines: del si glo XVIII, prolongéndose en una elevada planicie hasta mediados del siglo XIX, cuando se inicia la era del acero {convertidor Bessemer, 1856) y de la electricidad (primera aplicacién de un motor eléctrico en una empresa industrial, 1879). A partir de entonces sigue el ascenso, aunque para nosotros la curva se detiene. La presencia en la curva de las tres ramas ascenden- tes: en los tiempos prehistéricos, en’ la Edad Media y en el siglo XVIll, con sus respectivos picos, no hace sino reve- lar en forma gréfica y cuantitativa un hecho ya reconocido ‘empiricamente: el incremento relativo de la inventiva tee nica en esos tres periodos, a su vez causa y efecto de fendmenos sociales y econdmicos. Tal incremento significd en cada caso una aceleracién del proceso técnico, acele- racién que el siglo XVIII se calificé de “revolucién indus- trial”; no’hay razén para no eplicar esa denominacién a los dos casos anteriores y concluir que, en el desarrollo de la cultura occidental, se produjeron tres revoluciones indus triales: la prehistérica (neolitica), la medieval y la indus- trial por antenomasia. La revolucién neolitica Basta pensar que la revolucién neolitica se inicla con la introduccién de las practicas agricolas en las actividades humanas, para advertir su Importancia. Sin significar su reemplazo, el cultivo de lasy plantas puede considerarse un perfeccionamiento de la recoleccién de frutos y raices, que, empero, exigid una serie de nuevas por las condiciones climatolégicas de la época posglacial técnicas y nuevos utiles. El hombre prehistérico cultive que habria otorgado a las especies animales cierta plas- cereales, raices, legumbres y hortalizas, no sélo para su ticidad; se aplica asi el hecho de que no se repita otra alimentacién, sino también para obtener fibres, semillas época de domesticaciones, porque no se reiteran esas oleaginosas, colorantes. condiciones del ambiente fisico y biolégico. También se Los cereales fueron los primeros cultivos; actual- explicaria que el primer animal doméstico fuera el perro, mente, con el auxilio de la genética, se ha podido rastrear que por su condicién de “basurero” resulté un involuntario el largo desarrollo entre los milenios séptimo y segundo acompafante del hombre. Le habrian seguido los porcinos @.C., de las especies salvajes del trigo hasta la especie por la misma raz6n, 0 los ovinos por su leche y lanas, luego cultivada del trigo del pan. los vacunos y los animales de carga —asnos y caballos—, mas tarde las aves de corral, conejos y otros animales, como el gato, cuya domesticacion ha de haber obedecido @ motivos especiales. La convivencia de los animales domésticos con el La agricultura supuso una serie de operaciones y nue- vos métodos —preparacién del terreno, siembra y cosecha, trilla y molienda, en el caso de los cereales—, que exi- ieron nuevos Utiles, desde el primitivo pal a y la hoz, que aparecen ee los aed hombre trajo aparejada una serie de besarte vi neoliticos, hasta el complicado arado del cuarto milenio lades oon la vida-del animal —pastoreo, alimentacién y antes de Cristo. vivienda—, y con el uso de sus productos —carne, leche, lana, cueros, pieles, huesos, cuernos—, asi como nuevos dispositivos como el arnés para el asno y el caballo ade- cuado a la carga o a la traccién, y el yugo uncido para Al comienzo de la era neolitica la parte til del ins trumento es de piedra labrada y pulida, pero a fines de la era ya se han mejorado los instrumentos con piezas los bueyes. ee Estos dispositivos ponen de relieve otro fruto de esta Aun mas dificil que en el caso del cultivo es desen- revolucién industrial: la primera aplicacién de la energia rafiar el origen de la domesticacién de los animales, otro animal en sustitucién de la energia muscular humana. Por de los notables procesos de este periodo que no se repitié otra parte, |a combinacién hombre-suelo-animal, represen- en la misma escala, Sin duda, el paso de la caza a la domes- tada por los bueyes uncidos al arado, representa uno de los ticacién fue insensible, aunque no es facil sefialar cémo grandes esfuerzos de la imaginacién e inteligencia huma- y cuando se descubrié que era més ventajoso para la obten- na: la ya avanzada cultura agricola-pastoril dotada de un cién de carnes y pieles, el largo proceso de la domesti- rico instrumental técnico, parte del cual —alfareria, texti- cacién frente al répido procedimiento de la caza. Una hipo- Jes, arte de la madera, metalurgia— no resulta de tareas tesis plausible considera la domesticacién como fenémeno agricolas y pastoriles. ‘ de simbiosis, semejante a la asociacién fundada en la rela- Dos hechos llaman la atencién respecto del nacimiento cién biolégica huésped-inquilino, favorecida en este caso de la alfarerfa a comlenzos del neolitico: por un lado su 16 aparicién tardia, ya que Ia arcilla cocida era conocida en ‘tlempos anteriores, y en segundo luger, la universalidad del surgimiento en lugares sin intercomunicacién posible y, en general, aunque no siempre, al mismo tiempo que las practicas agricolas. Se ha querido explicar su vinculacién con la agricultura mediante la necesided de disponer de recipientes de formas y tamefio variados, para la conser- vacién de granos u otros productos; 0 de recipientes resis- tentes al calor donde cocer a fuego lento cereales en liqui- dos: 0 también en que la fabricacién de los vasos, su preparacién y cochura exigia una sedentarizacién s6lo post- ble en los tiempos de fa agricultura, sin desconocer que el nomadismo no era muy compatible con el transporte de tiles més bien frégiles. Sea lo que fuere, el hecho es que con la cerdmica nacié una préctica més perfeccionade en el manejo de! fuego: hornos y dispositivos para elevar y mantener el fuego a temperaturas: entre niveles fijos, a veces proximo a los 1000°C. Algo semejante ocurrié con las artes textiles que apa- recen a comienzos del neolitico: cesterla, hilado y tejido. También en este caso, las nuevas artes so vinculeron con la agricultura, ya que al escasear las picles, que en abun- daneia habfa proporcionado la caza, el hombre recurrié a las fibras para confeccionar sus abrigos; usé lino y céfiamo al principio y, mas tarde, en el tercer milenio, la lana y al- godén. Las artes textiles exigieron nuevos instrumentos: el huso y el telar; aparentemente sencillo el primero, muy ‘complicado el segundo, pero ambos de gran ingeniosidad Aunque no han quedado vestigios de instrumentos de madera prehist6ricos, es indudable que su empleo fue tan antiguo como el de la piedra; por lo demas, la madera ha desempefiado un papel preponderante en los transportes al proporcionar los primeros barcos y la rueda, Los aztecas encendian fuego por rotactén, Manuserizo del siglo XVI 18 er De las primitivas canoas, construidas exacavando gran- Como la metalurgia exige temperatures més elevadas des troncos con auxilio del fuego —ya que es mas facil que las del horno del alfarero, aparece e! tiraje forzado con trabajar madera carbonizada que fresca—, se pasé gradual- los fuelles; mientras tanto se perfecciona el colado que, mente a los barcos con vela del periodo neolitico, proba. del método de moldes vacios, evoluciona en el tercer mile- blemente del cuarto milenio, que revelan la utilizacién nig al método llamado de “la cera perdida”. de una nueva fuente de energia utilizada por el hombre: Debe atin agregarse, en este Ultimo milenio de la pri- el viento, mera revolucién industrial, la fabricacién del vidrio, la invenci6n de la balanza, la aparicién del ladrillo, que facilits la construccién, y la realizacién de obras de irrigacién tanto en Mesopotamia como en Egipto; en esta dtlima, por ta misma época, se erigen las pirémides. Enumerades de esta manera las invenciones e inno- vaciones técnicas de la primera revolucién industrial, pare- ciera existir cierta falta de conexién entre ellas, Sin em- bargo no fue asf; en ta urdimbre de la inventiva humana procesos e inventos se entrelazaron, configurando una especie de estructura cerrada, de mutuo apoyo entre sus partes. Asi, la vida sedentaria posibilitada por la agricul- tura, facilité la concracién de nuevos inventos, algunos de los cuales favorecieron las tareas agricolas; el trabajo de la madera permitié la construccién de medios de trans- porte por tierra y por agua; los minerales, que esos medios, transporteron, sirvieron para fundir y forjar piezas metali- cas que hicieron més sdlidas las construcciones de ma- dera, etcétera. En cuanto a la rueda, quizés pueda verse en este nota- ble invento la aplicacién de una idea més general: e! movi- miento de rotacién que el hombre imprimié con los primeros instrumentos de piedra y més adelante con utiles especia- les tales como cilindros de piedra para agujerezr. taladros de arco para perforar, etcétera. Aunque se desconoce la época en que aparecié la rueda, dos de sus aplicaciones importantes son del cuarto milenio: la combinaci6én con las antiguas rastras y trineos para dar lugar al carro con ruedas. y su aplicacién al arte Cerdmico a través del conocido torno de alfarero. Més tar- de, en el milenio siguiente, aparece la rueda de cangilones. La ultima, cronolégicamonte, de las grandes innovacio- nes técnicas del neolitico es la metalurgia. Es posible que la explotacién de canteras, que exigia la fabricacién de instrumentos de pledra y la busqueda de piedras preciosas (entre ellas el oro), a las que se conferia caracteres mégi- cos, condujeran al descubrimiento de metales y minerales que, expuestos al fuego, resulteren en productos de cierta plasticidad. Comienza asi el trabajo de los metales hacia el cuarto Upsala ET 1) milenio con el cobre, en estado nativo, continudndose con sus minerales para obtener distintos “bronces”, cuya apa- Si a tal estructura de técnicas materiales se agrega icin y difusidn dio lugar a una llamada “edad del bronce" el conjunto de técnicas no materiales, implicadas en parte que antecedera, en un par de milenios, a la “edad del en aquéllas —arte de gobernar, ritos magicos y religiosos, hierro”. précticas comerciales, normas de justicia—, se configura 20 un nuevo tipo de convivencia, en la cual el hombre imprime define por una comunidad de actividad multiple: al lado } su propio sello al mundo que lo rodea, tornéndolo més arti de jefes, sacerdotes, guerreros y escribas aparece un | ficial, es decir mas humano, y supera la etapa, mas natu- mundo de esclavos, campesinos y ertesanos que utilizen et ral, del cazador y recolector y aun la del mero productor instrumental neolitico, cada vez més perfeccionado, en de alimentos, précticas cada vez mas eficientes, aunque envueltes en una Las conquistas técnicas y la organizacion social apor- atmésfera de ritos y tables. Y como subproducto de este | tan en esta nueva etapa una posibilidad también nueva, nuevo ambiente cultural surge otro invento: ta escritura. la disponibilidad de “excedentes econémicos”, cuya pro- Actualmente se atribuye el origen de la escritura a duccién y distribucién insertaron al hombre en una vida los sumerios de la Beja Mesopotamia, cuyas ciudades en ms colectiva y comunal. En efecto, esos excedentes eco- el cuarto milenio a.C. se organizaban alrededor de! tem- n6micos permiten mantener a un numeroso grupo de miem- plo que representaba la unidad espiritual de la comunidad bros de la colectividad que consumen alimentos sin pro- y encerraba su riqueza econémica. Esa riqueza, constituida | ducirlos: alfareros, metalirgicos, magos y hechiceros y, por los bienes acumulados en talleres y graneros, era admi- | mas tarde, jefes y sacerdotes, guerreros y escribas. Tam- nistrada por los sacerdotes y es explicable que, el aumentar bign a través de esos excedentes econémicos se sostiene esos bienes con el crecimiento de la poblacién, se tornaba cierto “comercio exterior”, intercambiando, mediante true- més diffcll retener de memoria las “cuentas del templo”, que, productos disponibles por otros no disponibles. De es decir, los datos relativos a los tributos que se debian al ‘este modo cambiarian los pueblos de los valles ganado y dios 0 a la cantidad de semilla y de ganado que se entre- ‘semillas por minerales y piedras preciosas de los pueblos gaba a los campesinos y pastores; de alli la necesidad de de las _montafias; asimismo, los excedentes econémicos fijar mediante signos convencionales aquellos datos que permitirdn encarar obras realizables slo mediante el es: antes se confiaban a la memoria individual. fuerzo colectivo: Irrigacién y drenaje, construcciones mo- ‘Aunque es Innegable la influencia del factor econd- numentales, etcétera, mico en su origen, no debe verse en Ia escritura una mera | | En definitiva, hacia el cuarto milenio a.C. la revolu- técnica de informacion. A las favorab#les ceracteristicas cién neolitica llega a su fin y las comunidades entran en especiales de la vida sumeria, ha de agregarse la innegable | una etapa cultural, caracterizada por la formacién de pobla. influencia de la peculiar atmésfera de caracter precienti- dos que se aglomeran alrededor de un centro donde se fico existente en un ambiente ciudadano que estimulé una reuinen los talleres, los graneros, e! templo, las habitacio- actividad como la escritura, en la que el hombre pone en nes reales; en una palabra, nacen las ciudades donde el juego en gran medida su potencia simbolizadora. Y el des- vivir humano adopta una nueva forma, la de la. cultura arrollo posterior de la escritura, al reproducir Ia totalidad urbana. del simbolismo del lenguaje, lo comprueba. Fundada sobre castas y sobre la produccién y distri- Con la escritura se vinculan los sistemas de numera- bucién de los excedentes econémicos, la cultura urbana se cién y con éstos los sistemas de peses y medidas, también 22 Ra f manifestaciones técnicas de evidente cardcter pracienti- fico, que se acentda entre los antiguos sumerios y babi- Jonios quienes introducen hacia el 3000 a.C., un sistema de numeracién tan perfecto como el sexagesimal y una practica de problemas numéricos de naturaleza que hoy calificariamos como algebraica y cuya solucién posibilite ese sistema, Se ha atribuido a estas ejercitaciones finalidades de tipo didéctico, consideréndolas elementos utilizados en el aprendizaje y formacién de escribas y funcionarios, cir- cunstancia que incluiria tales manifestaciones mateméticas dentro de las técnicas pedag6gicas, aunque no debe des- cartarse, también en este caso, la influencia de la atmés- fera precursora de un saber cientifico. Al invento de la escritura debe agragarse los inventos correlativos del material utilizado para escribir; el sistema de los sumerios —més bien rudimentario por carencia de més adecuado—, consistia en una rama con una ‘en forma de cufia, con la cual se grababan los signos “cuneiformes” en arcilla, que se endurecia més tarde. En el sistema de los egipcios, precursor del actual, el escriba, munido de pluma y tinta, dibujaba 0 rasgaba ‘sus signos en la hoja de papiro, especie de “papel” elabo- | rado con cierta fibra vegetal. Domesticacién de animales. Escones representadas ‘on una tumba egiptia, c.2500a. ET alfarero egipcia utiliza el torno acclonado con los pies, De una tumba del segundo milenio a.C. El periodo clésico En el largo lapso de treinta siglos que siguen al pe- riodo neolitico, la inventiva humana, sin disminuir, mantuvo un ritmo de intensidad algo inferior al experimentado du- rante la etapa anterior y los primeros tiempos histéricos, 24 an Se produjeron, por supuesto, importantes inventos e innovaciones técnicas. Con la llegada a Occidente de los llamados “pueblos indoeuropeos”, en el segundo milenio @.C., una importante innovacién técnica se introdujo en la metalurgia al iniciarse el trabajo del hierro endurecido, es decir del “acero”, que reemplazaré con ventaja al bronce y cuya amplia difusién a fines del milenio, convertiré el hierro en el metal “democrético”, frente al “arlstocré- tico” bronce. EI hierro contribuy6 notablemente al progreso de las artes pacificas mediante la construccién de hojas de arado, hachas, picos, tijeras, sierras, etcétera, y a las artes bél cas, al sustituir el bronce en el forjado de las arm Agreguemos de paso que en este periodo el aste de la guerra experiments otros avances, ya en las técnicas de combate, ya en los dispositivos de asedio y de ataque, al mecanizarse el arco y la honda, También con los pueblos indoeuropeos se registra la presencia del “hombre a caballo” en la primera oleada mi- gratoria y, en la segunda oleada, el invento de la moneda —primera mitad del primer milento a.C. Gran parte de los inventos de este periodo son apli- caciones del movimiento de rotacién. Ademas de la polea, sparecida en el primer milenio a.C., puede sefalarse la aplicacién de! movimiento de rotacién a la molienda, desde el molino accionado a mano y mds tarde por animales, hasta el molino o rueda hidréulica de fines del milenio, sin duda el invento més importante del periodo. Puede pensarse que la rueda hidrdulica consistié en un perfeccionamiento de la rueda de cangilones; sin em- bargo, parece que el camino fue otro, pues se habria pasado con ruedas de molino horizontales, accionadas me- diante un eje vertical unido a una rueda hidréulica también 26 horizontal, a molinos accionados mediante un juego de engranajes, por una rueda hidréulica vertical. Sea cual fuere su origen, la rueda hidréulica es la primera manifestacion de uso, por parte del hombre, de una fuente de energia no animal: el agua. Su empleo en Grecia, a mediados del si- glo | a.C,, estd registrado en un canto de Antipater de Tesalénica a la diosa Démeter, quien ordena a tas ninfas que desciendan sobre la rueda y hagan girar el eje que mueve el molino. A Ia rueda hidréulica vertical para molienda se la ha denominado también molino de Vitruvio; quien la describe en su De architectura, de tines del siglo | a.C.; este tra- tado aporta un buen resumen de la maquinaria del mundo grecorromano de la época: incluye el llamado “tornillo de Arquimedes”, sin duda anterior al gran siracusano, la bomba para olevar agua, el érgano hidréulico y las méquinas de ‘guerra. Agreguemos que los romanos emplearon en sus construcciones grias accionadas por ruedas con pedales movidos por hombres desde dentro de la maquina, sin olvi- dar que en todo el periodo grecorromano se realizaron progresos técnicos en distintas éreas: explotacién de nuevos minerales, construccién de puertos, caminos y acueductos, ereccién de obras monumentales como al Faro de Alejandria y el Coloso de Rodas, etcétera Técnica y clencia En el intercambio entre las dos primeras revoluciones industriales, nace en el mundo griego de mediados del primer milento a.C., la clencia como un saber critico, obje- tivo, abstracto, consciente de su propia misién y del sen- tido de responsabilidad que le impone {a exigencia de veri- ficabalidad; y con Ia ciencia aparece su inseparable acom- pafiante, el cientifico o filésofo, forma de vida descono- cida hasta entonces. Se inicia asi la coexistencia de dos formas del saber: el saber cientifico que, obediente a exigencias de orden intelectual, se propone intencionadamente inquirir acerca del ser de las cosas; y el saber técnico, més urgido por exigencias vitales, que busca en las cosas mismas y con las cosas mismas, los medios para construir un mundo mejor adaptado a esas exigencias. La distincién, bastante neta, entre sus objetivos puede justificar un divorcio, igualmente definido, entre ambas formas del saber y una incomunicacién entre quienes las elercen. Sin embargo, cabe preguntarse si tal incomunica- cién es explicable en ambas direcciones: quizés lo sea de parte del técnico, en vista de la clara delimitacion de los fines que se propone. En efecto, para el técnico su finalidad es tan apremiante e inmediata que al satisfacerla cree que ha cumplido acabadamente con su funcién; su misién se presenta tan precisa y obsesionante e llumina de tal modo su visi6n intelectual que todo fin ulterior, de indole social © metafisica, queda en la penumbra, como olvidado u oscurecido. Este oscurecimiento de los fines ante la fuerza de atraccién de los medios, fenémeno hoy en discusién pero sin duda también patente en la antigiiedad, explica la in- comunicacién del técnico de los tiempos clasicos, y aun después, con Ia tarea dol filésofo 0 del cientifico. ‘Mas, en principio, no deberia ocurrir 1o mismo al plan- tearse la cuestién desde el punto de vista del filésofo o del cientifico; si éstos se proponen inquirir el ser de las cosas naturales y humanas, la actividad técnica y sus fi- 28 nes estén por tanto entre los objetos que merecen su tencién e inqulsicién. Sin embargo, los filésofos y cien- tificos de les brillantes épocas de Atenas (siglos V y VI) y de Alejandria (siglo III), no prestaron atencién alguna @ las actividades técnicas que les proporcionaban bienestar y hasta ujo. Sin duda esas actividades no podian suscitar interés teorico pues no prestaban ayuda alguna a sus especule- ciones ¢ investigaciones intelectuales. Por otra parte, en la sociedad en la cual vivian, las actividades manuales —ganaderia, minerfa y muchas artesanfas— eran ejercidas por los esclavos, seres considerados distintos por natura- feza de los hombres libres y para quienes la esclavitud y sus tareas inherentes les eran adecuadas y convenientes. Es claro, entonces, que los hombres libres, que veian en esas actividades manuales impedimentos para disponer del ocio indispensable para el ejercicio de funciones po- liticas, militares © intelectuales, llegaran sino a despre- ciarlas —al fin y al cabo vivian de cllas—, a desestimar- las lo suficiente como para no interesarse en ellas. Sin quo ello signifique tender un puente entre la cien- cia y la téenica cabe sefialar que en los dltimos siglos helenisticos y en los tiempos romanos, algunos escritores pusieron de manifiesto su interés por la técnica desori- biendo construcciones y maquinarias en uso, o imaginando dispositivos en los que se ponia més en juego la inventiva que la invencién atil. Mencionemos los llamados “mecé- niicos alejandrinos” que en sus escritos describen dispo- sitivos mecdnicos, méquinas bélicas y, en especial, apl caciones de la mecanica de los fluidos; algunos de estos inventos son muy simples y sin duda realizados o realiza- bles, como el odémetro o contador de vueltas aplicado a la rueda de los carros; otros més complicados y probable- 29 £1 trabajo dol alfareroeginco: utlzaton del torno ‘con las manos. Escena representada, ‘en una tumba egipcia del segundo Milenio 8. C. accionado ‘mente Irrealizables en vista de! absoluto desconocimiento de Ia resistencia de materiales y del frotamiento. Otros son ingeniosos, camo por ejemplo, una especie de turbine @ reaccién constituida por una esfera hueca, con salides laterales, que puede girar alrededor de un eje: al pene- ‘trar vapor en la esfera y escapar por las salidas laterales la esfera gira; pero alli termina el dispositivo, que fun- ciona una polea loca que no transmite su movimiento. Ocu- Fre que, en general, esos dispositivos tienden a “alagrar el ojo y el ofdo” como expresa Vitruvio, mediante autématas (© mecanismos destinados @ asombrar o divertir al publico. Entre los romanos, en cambio, al compas de nuevas condiciones sociales y econémicas, el interés se dirige a la descripcidn 0 bien de obras pablicas o privadas, como es el caso del litro de Vitruvio; de acueductos, como lo hace a fines del siglo 1 un encargado de esas construc- clones; de las artes y maquinas bélicas que detalla un in- geniero militar que vivi6 entre los siglos IV y V. En otro campo, puede advertirse en este periodo la intervencién de una rama de la técnica en el nacimiento de un sector clentifico o mejor seudocientifico: es el con- Junto de preparaciones y manipulaciones que se definis ‘como alquimia: que hace su aparicion en Occidente hacia el siglo ill a.C. mezcla de précticas quimicas y de espe- culaciones filoséticas y religiosas de fondo mistico. La revolucién medieval £1 largo periodo de relativo estancamiento en el rit. mo de crecimiento de inventos e innovaciones técnicas llega a su fin hacia el afio 1000, cuando se inicia en Oc cidente la Hamada alta edad media Entre los distintos factores que pueden haber influido en la modificacién de ese ritmo, fue sin duda fundamental e| cambio de estructura econémica provocado por el de- Frumbe del imperio romano y la invasién de los barbaros, con el establecimiento de sus reinos. A una estructura econémica, fundada sobre una au- toridad central y el trabajo de los esclavos, siguié un sis- tema de unidades autosuficientes con una mayor conside- racién hacia el artesano y donde a la relacién amo-esclavo siguié la menos inhumana relacién siervo-sefior. La Igle- sia contribuyé a la gradual eliminacién de la esclavitud al condenar, en nombre de la religién cristiana, una situacién en la que el hombre, creado a semejanza de Dios, era con- siderado un objeto de propiedad en perpetuidad, asimilado al ganado. La nueva estructura econdmica, unida a las exigencias que planted el crecimiento demogréfico, condujo a una es- casez de fuentes do energia, en gran parte provista antes por los esclavos; de alli la necesidad de acudir a medios técnicos que proporcionaran energia no humana. En este sentido se han seftalado también factores geogréficos; al caer los limites fortificados dentro de los cuales el mun- do romano habia encerrado su territorio, éste se extendi a regiones de condiciones geogréficas favorables para la obtencién de fuentes de energia: rios caudalosos, bosques abundantes, minas ricas, animales fornidos, buenos pastos. Por otra parte, la penetracién de los bérbaros y las invasiones ocasionales 0 més 0 menos permanentes de pueblos orientales en el mundo occidental, aportaron nue: vas técnicas y nuevos procesos que enriquecieron auto: maticamente el acervo técnico. La Iglesia, por su parte, ocasioné ta aparicién de ak unas nuevas técnicas y artesanias, ya para decorar sus 32 catedrales, ya para dar magnificencia a sus actos litirg- cos, Podemos fijar, aunque convencionalmente, en el si- glo X, con la aparicién de un recetario técnico, el co- mienzo de la segunda revolucién industrial. Se trata del Ensayos sobre artes diversas de un monje llamado Teofilo, verdadera enciclopedia de artes y oficios dedicada @ cons- tructores y decoradores de iglesias; trata de organos y de célices, de iluminacion de misales, de encuadernaciones en oF0, de vidrios estafiados, de trabajos en marfil, de orfebreria, de construccion y fundicién de campanes, aor gando datos acerca de las materias primas, de los métodos de fabricacién, etestera No fue éste el tinico recetario de este tipo, pues se conocen otros, contemporéneos y aun anteriores, destina- dos al trabajo del vidrio, de los mosaicos y sobre todo de los metales: aleaciones, soldaduras, confeccién de lémi- nas delgadas, etcétera, Con Ia aparicién de estos recetarios comienza el as: censo en el ritmo de crecimiento de los inventos ¢ inno- vaciones técnicas de la segunda revolucién industrial, rit mo que culmina hacia la época de ta invencién de la im- Prenta con tipos méviles, es decir de la tipogratia, para descender levemente hacia fines del siglo XV y mante- nerse estacionario un par de siglos. El arnés del caballo Cronolégicamente una de las primeras innovaciones técnicas, de la revolucién medieval es la modificacion que experimenta el arnés del caballo, comparada, quizés algo exageradamente, con la introduccién de ta maquina de va- _ =a eee Por. La modificacisn del arnés y atalaje del caballo supuso distintos elementos, de los cuales los més importantes fueron Ia collera, las herraduras y el equipamiento en téndem. Los antiguos, desconociendo Ia diferente anatomia de bovinos y equinos, enjaezaban al caballo de tiro con una especie de yugo consistente en una banda que pasaba alrededor del cuella del animal. Esa banda tendia a aho- garlo cuando pretendfa tirar, obligéndolo a echar la cabeza hacia atrés y disminuyendo asi en gran medida su efi- ciencia, Pero hacia el siglo X no sdlo se sustituye en los ve- hiculos el eje central, provenionte del antique yugo, por las varas laterales, sino que se modifica el arnés intro duciendo Ia collera, probable influencia de los pueblos linetes de las estepas, que al presionar sobre las clavi- culas permite al animal ejercer un mayor esfuerzo de traccién, triple o cuddruple del que ejercia con el arnés antiguo, desarrollando asi una energia equivalente a la de diez esclavos. La eficiencia del animal aument6 atin mas con el uso de las herraduras, que aparecen también hacia el siglo X, sustituyendo antiguas sandalias que se gastaban facilmen- te. Las herraduras no sélo protegieron el casco sino que permitieron la marcha por terrenos duros o resbaladizos y aseguraron el contacto con el suelo. Por ditimo, con el equipo en tandem, de aparicién algo posterior, la fuerza de traccién. También surgen innovaciones en el arnés del caballo de montar; al antiguo manto sucede la silla, aparecen las espuelas, el freno de boca y sobre todo los estribos, a ‘cuya introduccién se ha asignado importancia no sélo por haber permitido el empleo de lanzas més pesades, mayor 34 libertad de accion y seguridad en el jinete, sino porque tales ventajas configuraron un factor psicoldgico vincula do con el sentido de superioridad que, mediante esa Ii- bortad y esa seguridad, parece ejercer ol jinete. Por otra parte, se ha atribuido a la introduccién de los estribos una influencia decisiva en la guerra de caballeria Agricultura y minerfa Asi como en la primera revolucién industrial, también ‘en la Segunda la agricultura fue la primera beneficiaria. Al extenderse hacia el norte el centro de gravedad de las zonas cultivadas y combinarse las téonicas agricolas de los romanos y de los bérbaros, se produce hacia el siglo X y hasta su culminacién en el siglo Xili una répida mejora en esas técnicas. Esas mejores incluyen perfeccionamien- tos en los titles y métodos de labranza: aparece e! arado Posado con ruedas, para tierras duras; el mayal articulado para la trilla; mayor abundancia de piezas de hierro en los Gtiles; sustitucién del buey por el caballo, etcétera; ‘se modifica el sistema de cultivo mediante e! sistema de los tres campos (dos con cultivos diferentes y el tercero en barbecho), que sustituye el anterior sistema de dos campos {uno en barbecho); aunque més tarde se volvid al sistema de dos campos cultivados cuando: la intens|- ficacién del abono animal lo permitié; se mejoraron Jos métodos de drenaje, que permiten secar pantanos y ganar tierras al mar; se construyeron canales de riego para tie- rras antes estériles; se introdujeron y difundieron nuevos cultivos: 1a avena, el centeno y la cebada de los bérbaros, el arroz y los citricos de los érabes. Tomillo de Arquimides. De una edicién de De to arquitecture de Vitruvio de. 1511 36 En este sentido merece una mencion especial ta or- den de los monjes cistercienses que en el siglo XIl im. puls6 el progreso técnico en todos los campos —cons- trucciones, metalurgia, obras de irrigacién, mejoras en las practicas agricolas y ganaderas—, contribuyendo a su di- fusion por toda Europa La abundancia de la cosecha, la caza y, sobre todo, el aumento de los productos de la pesca contribuyeron a una ‘mejor alimentacién del pueblo medieval; pero sin llegar a los limites de la subalimentacién, sufria la carencia de proteinas de su dieta casi exclusivamente vegetal. En la industria de los alimentos se introducen mejo- ras; aparece la manteca, por lo menos en la mesa de los ricos, mejoran los procesos de conservacién de alimentos ahumados 0 salados, se perfeccionan las prensas de vino y aceite; la cerveza, bebida usual entre los bérbaros, vuel- ve a aparecer en el Mediterrineo donde habia sido sus- tituida por el vino. Ambas bebidas se transportan ahora en toneles, otro invento de {os bérbaros, mientras el acel- te, sobre todo en Italia, sigue transporténdose en dnforas de barro cocido. También avanz6 la apicultura, por cuanto la miel siguié siendo el producto por excelencia para en- dulzar, aunque ya hacia fines del siglo X se importaba azi- car de cafia cultivada y elaborada por los arabes, ya que su cultivo no era posible en Europa occidental. Los progresos técnicos en el campo de la agricultura fueron difundides mediante textos, ya de los rabes que se ocuparon de campos experimentales y de jardines bo- ténleos y aportaron el conocimiento de los métodos orien- tales, ya del mundo latino donde a comtenzos del siglo XIV aparece el texto de un bolofiés que resume los conoci- mientos de la época en todo lo relativo a las tareas del campo. Por ditimo citemos una nueva técnica practicada en Europa después de las Cruzadas y cuyo origen reside en Ta caza como deporte de los ricos: es la cetreria o caceria con aves, importada de Persia, que merecié algunos tra tados especiales. En lo referente al trabajo del subsuelo y de las can teras de piedras no se registraron mayores progresos. Vin- ‘culada con el trabajo de las minas, se construyen poz0s para recoger agua salada a fin de extraer su sal, proceso que se conoce a partir del siglo XI. También medievales son, en Europa, los pozos Mame: dos artesianos; su denominacién proviene de que los pri meros que se mencionan a comienzos del siglo XIl fueran abiertos en la regién de Artois, al noreste de Francia; su Conocimiento y proceso de extraccién son, sin embargo, probablemente de origen chino y Hlegan a Europa por trans- misi6n arabe. Las fuentes de energia La Edad Media no cred ninguna nueva fuente de ener- gia. La energia mecénica siguié siendo proporcionada por las méquinas simples, aunque sus perfecctonamientos y combinaciones permitieron obtener esfuerzos cada vez ma- yores, sin sobrepasar ciertos limites impuestos por et Tnaterial con que se construian los aparatos, la madera. ‘Como combinaciones novedosas pueden citarse 1a aplica- cién del torniilo a una especie de gato que on el siglo Xilt ‘se utiliz6 para levantar fardos pesados; el torno a pértiga del siglo XIV, y la combinacién més importante: el par biela-manivela de comienzos del XV, que permite trans- formar el movimiento de rotacién en rectilineo. También el perfeccionamiento de las ruedas hidrduli- cas fue importante. La posibilidad de disponer de corrien- tes més caudelosas y répidas, la construccién de ruedas de admisin superior —donde el agua, conducida por ¢: nales y acueductos artificlales cafa en la parte media de la rueda agregando a su efecto dinémico ‘el del propio peso—, y el agregado de sélidos juegos de engranajes. convirtié la antigua rueda de molino en un verdadero mo- tor que llegé a tener una potencia de varias decenas de caballos-vapor y permitié no sélo moler y triturar, sino aplicarse al bataneo y prensado de los pafios, a aserrar madera y a accionar bombas y fuelles, martillos y marti- netes. Un tipo especial de ruedas hidréulicas se difundié en algunas ciudades medievales: las ruedas flotantes, insta- ladas en barcazas, en medio del rio, en las que la incomo- didad de {a ubicacién era compensada por la independen- cia del nivel variable del agua. ‘Aunque la energia del viento se habia utilizado en tiempos prehistoricos en la navegacién a vela, los moli- nos de viento son sin duda medievales, aunque no de ori- gen europeo sino asidtico, pues hay pruebas de su exis- tencia en Persia en el siglo XI, sino antes. Penetraron en Europa oa través de la Espafia érabe, 0 de Rusia y el Baltico; el hecho es que su presencia se registra en Nor- mandia a fines del siglo Xil. Como existe una diferencia esencial entre los moli- nos asidticos y los europeos —los primeros tienen eje vertical y velas, mientras los segundos eje horizontal y aspas—, puede también pensarse en un préstamo por uno de los tantos conducts de la época entre Oriente y Occi- dente, y hasta en el fenémeno de analogia con la rueda hidréulioa. Cualquiera sea ‘su origen, los molinos de viento pe saron de Francia a Inglaterra y los Paises Bajos, difun- diéndose en especial en los lugares donde era necesario ‘el drenaje y no podian instalarse ruedas hidréulicas. Al comienzo, los molinos eran de estructura fija. pero pronto se los dots de un sistema de pivotaje que permitia & poner la torre con las aspas en la direccién favorable al viento, convirtiéndose en un dispositivo que cumplia igual fin que las ruedas hidréulicas. El eporte de energia que en medida creciente brin- daban tan generosamente los recursos naturales, fue mo- dificando paulatinamente la concepcién que el hombre te- nia de la naturaleza, franqueando fa barreras animistas y contemplando con ojos mas humanos un mundo, otrora morada de dioses y seres fantdsticos y cuya utilizacién para fines practicos era considerada sacrilega. Fruto de esa paulatina modificacién seré una nueva vision de la naturaleza que habré de desempefnar un papel importante ‘en el advenimiento de la ciencia experimental del siglo XVII. Transportes y comunicaciones: Si se exceptiien las mejoras introducidas con la modi- ficacién del arnés del caballo, los transportes y comunica- ciones terrestres no experimentaron mayores cambios du- rante los tiempos medievales; sélo cabe mencionar la ape- ricién, hacia el siglo Xill, de un nuevo vehicula, la carre- tilla, Gtil en los usos locales y en los pasos estrechos. En cambio, el tréfico fluvial y maritimo experiments. a partir de! siglo Xil, tales perfecclonamiantos que en po- ‘08 siglos la navegacidn logré mayores progresos que en yD I molino de agua con engranajes; esquema seguin Vitruvio los cuatro milenios anteriores, pasando de costera @ oced- nica. Mientras el tréfico fluvial mejora con la provision de esclusas a los canales hacia cl siglo XIll, 1a navegacion progresa con la construccién de puertos y faros y con la dotacién de mejores barcos y recursos nduticos. ‘A partir de los tipos romano y vikingo, los barcos au- mentan en tamaito y solidez, asi como aumenta el nimero de mastiles. La vela latina, cuya primera ilustracién es una miniatura griega del siglo IX, hacia el siglo XI! se ha extendido por todo el Mediterréneo ¢ inicia su difusion por el norte, mientras que hacia esta época aparece el timon moderno, que sustituye al antiguo timén lateral. El mejor ‘empleo del velamen, asi como la posibilidad que ofrece el nuevo timén de navegar en contra del viento, hicieron cada vez menos necesario, disminuyendo asf otra causa de esclavitud. Dos innovaciones més de este periodo, in- dispensables para la navegacion de altura, fueron la bri: jula y las cartas néuticas. No es facil precisar la época y el lugar de la inven- cidn de la brijula, es decir cudndo y donde se utilizé en Ja navegacién la aguja magnética combinada con una “ro- sa de los vientos” u otro dispositivo que permitiera medir su desviacién respecto de una direccién fija. Aunque se sabe que los chinos conocian desde antiguo la posibilidad de orientarse mediante cuerpos magnetizados, la aplica: clén de la aguja magnética a la navegacién parece ser un invento occidental, probablemente mediterrdneo, ‘del. si- alo XII. ‘Algo posterior, y probablemente de igual origen, son las cartas marinas medievales, entre las cuales sobresa- len los “portolani", que sin indicacién de longitud o la- titud (aunque esta tiltima era fécil de detectar con los ins- 42 trumentos de le época), inclufan “Iineas de rumbo" que al radiar de clerta ndmero de puntos brindaban la posibilidad de fijar la posicién del barco. Los progresos en le navegacién constituyen sin duda uno de los logros més notables de la revolucién medieval; no sélo contribuyeron al desarrollo del comercio, tanto lo- cal como con el extranjero, sino que hicieron posible ta era de los grandes descubrimientos geograficos del Rene: cimiento. Industrias textil y metalirgica La disponibilidad de una mayor energia dio lugar a que se iniciara la mecanizacién de las industrias textil y metaldrgica, Antes de tal mecanizacién, la elaboracién de los pafios incluia varias operaciones manuales realizadas por artesanos pertenecientes a gremios distintos: cardado y peinado de la lana, hilado con el huso, tejido con el telar accionado a mano o con el pie, bataneo, es decir ba- tir el pafo metido en agua con las manos 0 con los ples, y las diversas operaciones de! apresto final. En la edad media se inicia la mecanizacion de dos de esas operaciones, el bataneo, que en el siglo Xil se rea- liza mediante martillos accionados por ruedas hidrdulicas; y el hilado, tarea a la que se incorpora la rueda de hilar ‘a mano, con la cual el hilandero torcia con una mano la fibra y con la otra accionaba la rueda. Este invento es del siglo XU y se perfecciona en el siglo XVI, al ser accion da la rueda mediante un pedal, aplicando el mecanismo bielamanivela. También a mediados del siglo XII se introduce en Eu- ropa el trabajo de la seda, una nueva fibra que penetra dosde 6! Extremo oriente via Bizancio, con los correlativos cultivos de la morera y del gusano de seda. En los primeros tiempos medievales la explotacién minera sufrié cierto estancamiento provocado por las in- vasiones barbaras, pero a partir det siglo Xil la demanda cada vez mayor de metales exigié una intensificacién en el trabajo de las minas, mejoras en la construccién de pozes y en las pricticas de bombeo, de ventilacion y de transporte. Ademés de ta explotacién del hierro en dis- tintas regiones, de! plomo y cobre, en especial en Italia —donde algunas mines quedaron abandonadas desde la muerte negra del siglo XIV—, y de la hulla, que so supo- ‘ne era conocida on Inglaterra desde el siglo IX, hacia el lo XIV se explotaban sulfatos en Hungria, salitre en Po- lonia, mercurio en Espafia y, algo més tarde, alumbre en Toscana y on los Estados papeles. Por otra parte, la aplicacion de la energia hidréulica posibilité un mejor tratamiento de los metales y miners- les, ya en la trituracién y motienda, ya en un forjado més cémodo mediante martillos accionados mecénicamente: mientras que se logré, por medio de los fuelles, una ma- ‘yor temperatura en los hornos, progreso que, unido a otros perfeccionamientos en los hornos mismos, dio lugar hecia el siglo XV a uno de los inventos mas importantes del periodo: el hierro fundido. Del trabajo de los metales de Ios dltimos siglos me- aievales cabe mencionar una maquina para trefilar alam- bre del siglo XIV, y un primitive tren de laminacién det XV; ademés de las aplicaciones a la relojeria y a la a tll Si bien es posible que desde el siglo XIII se cono- cieran relojes mecdnicos con engranajes y con pesos co- mo mecanismo motor, pero sin escape, es de mediados 44 del XIV la primera descripcién de un reloj mecénico con mecanismo de escape para regular Ia caida del peso. ‘Aunque de escasa precision, estos relojes mecénicos medievales —que hacia fines del siglo XV ostentaban pi- blicamente muchas ciudades—, representan el primer es- tado de un mecanismo que se ha considerado, mejor que: la maquina de vapor, "la maquina clave de la época indus- trial moderna”, En cuanto a la artilleria, la primera representacién fi- gurada y la primera mencidn en un texto de un “cafién de son de la primera mitad del siglo XIV, aunque no seré hasta fines del XV cuando las nuevas y perfecciona- das armas de fuego transformaran el arte de la querra La tecnologia quimica En este campo los tiempos medievales aportaron nue- vos procesos y mejoras en otros antiquos procesos, todos imporiantes. La escasez de metal para la fabricacién de objetos caseros incrementé la produccién de vidrio comin, ade- més de vidrios para ventanas y vidrios coloreados y es- tafados para las catedrales. En el siglo XII! aparecen los ‘espojos de vidrio y plomo, mientras que el arte del sopla- do, que se habia iniciado en Siria en el siglo | a.C., ad- quiriré un elovado nivel artistico, en especial en el famo- so centro italiano de Murano, cerca de Venecia. Con el arte del vidriero y dol cristalero se vincula un invento de contornos curiosos, el de los anteojos para leer, cuya primera mencién conocida es italiana y de fines del siglo Xill; se afirma que su nombre de “lentes” pro- viene de la palabra italiana que designa las arvejas: su forma biconvexa tenderia a confirmar este origen. El uso de estas lentes contribuy6 a solucionar algunos problemas de la vision defectuosa y en cierto sentido, a favorecer ol ‘esfuerzo intelectual, ya que por esta época mejoran tam- bien los medios de iluminacién, con la introduccién de las velas de sebo y las despabiladerss. No obstante su utilidad, y en esto reside la note cu- riosa del invento, las lentes no merecieron atencion algu- na por parte de los cientificos que en el Renacimiento se cocuparon de dptica, y s6lo cuando Galileo los aplica en fos tubos destinados @ acercar objetos lejanos se con: vierten en instrumentos dignos de investigacién clentifica. Poco se sabe del desarrollo de la industria medieval de la cerémica y del ladrillo, que los cistercienses fabri ‘aban de grandes dimensiones y con agujeros. En cambio, se registran progresos en el arte de 1a destilacién cuando se mejora el alambique de los antiguos alejandrinos me- diante el agregado de un refrigerador a serpentin que per- mite, en el siglo XIl, obtener en Salerno (italia) un alcohol de 60° (agua ardiente) y, mds tarde, de 90° (agua vital). También se obtienen los acidos fuertes: nitrico, sulfirico y, en el siglo XY, el clorhidrico; la destilacién de esencia de rosa daré nacimiento a una importante industria de perfumes. Mientras que la industria del jabén supera la etapa doméstica y aparecen nuevos pigmentos minerales y ve- getales y nuevas técnicas en el arte del pintor, en la se- gunda mitad del siglo XIII se inventa en Occidente la pél- vora, tercero de los inventos, con la brijula y la imprenta, considerados fundamentales en el camblo que experimen- taré el mundo occidental en los tiempos renacentistas 46 No deja de ser curioso que esos tres inventos se co- nocieran en China antes que en Europa, de abf las discu- siones acerca de la independencia o no del invento occi- dental. Lo que puede asegurarse es que en China esos inventos no tuvieron la influencia decisiva que mostraron en Occidente, Las catedrales medievales Parece inutil destacar la considerable originalidad de la arquitectura medieval. Los arquitectos y maestros de obra tenfan ante sus ojos los ejemplos romanos y érabes que los indujeron a continuar en la senda de una arqui- tectura funcional y adaptar, dentro de la propia atmésfera cultural, sus construcciones @ los fines a los que estaban destinados. Tal tendencia puede comprobarse en las vi- viendas urbanas y rurales, en los hospitales, monasterios, construcciones militares y, sobre todo, en las catedrales, tipicas muestras de la arquitectura medieval. Esas construcciones, ya del estilo roménico (fines det siglo XI y primera mitad del Xi!) 0 de! gético (siglos Xt y XII), nombre que en sentido peyorativo se emplearé en el siglo XVI, sin duda fueron, en gran medida, el resultado de esfurzos anénimos de artesanos iletrados, aunque no hha de descartarse la intervencién técnica de “mecénica tedricos” y “arquitectos cientificos” que comienzan a apa- recer en esos tiempos. En oposicién al templo pagano, en el que sélo penetraban los oficientes y dignatarios del culto, los templos cristianos debian cobijar el mayor nu- mero posible de fieles; por otra parte, la luminosidad que debia penetrar desde lo alto exigla grandes ventanales y a7 sees 3 Nig cena a i Griia romana accionada mediante energia humana 48 con ellos elevados y delgados muros que, sin embargo, Gebian sostener el techo de la catedral; de alli la solucion mediante ojivas, bévedas y arbotentes caracteristicos de la catedral gotica. Algunas de esas innovaciones son de origen érabe, pero los cristianos las perfeccionaron lo- grando crear un estilo arquitecténico propio. La novedad de esos problemas técnicos, para los aun inexpertos constructores, explica que en la ereccién de las catedrales privaran reglas empiricas y el método de prueba y error puestos de manifiesto en la lentitud de las obras y en los fracasos, derrumbes y catstrofes que re- gistran las crénicas. En buena medida las catedrales que hoy se admiran son fruto de la concepcién genial de sus creadores, pero también de la habilidad de los restauradores que corrigie- ron los errores de sus primitivos constructores. La imprenta con tipos méviles Puede decirse que la segunda revolucién industrial cul- mina con el invento de la tipografia, es decir de la im- presién con tipos mdviles que en Occidente nace a me diados del siglo XV. Sus antecedentes en Occidente son relativemente re- cientes; pueden vincularse con la impresién con bloques de madera que ya en el siglo XII empleaban los escribas al grabar en sus manuscritos las bien dibujadas mayiiscu- las iniciales, generalmente acompafadas con vifietas o fi- guras. Mais tarde la impresién con bloques de madera se extendid a las estampas religivses, naipes y hasta libros 49 compuestos por hojas improsas de un solo lado y con ste partes sin imprimir pegadas, y aunque hacia fines del st Glo XIV 0 comienzos del XV se utilizaron léminas de cobre gn luger de los bloques de madera, tal proceso cedié ante ot cast contempordneo método de los tipos méviles, mas eémodo y eficaz. La idea de los tipos méviles pudo proceder de Orien- te, aunque parece muy posible su invento independiente, scbre todo si se piensa que la idea esteba en germen 60 foe sellos con iniciales que forjedores u orfebros estan peban en sus obras, o en el procedimiento de uilizat te fos sueltos para la numeracién impresa con el mismo blo- que en los naipes, sin olvidar la preston que estaba ejer- ai do un ambiente de hombres de negocios, escuclas, tniversidades y la Iglesia, que urgla una produccion ore- ciente de libros. Si la dea de la tipografia, por sus antecedentes y re- lativa sencillez estaba en el aire, su realizacién préctica no dojé do ofrecer serias dificultades por la complicacién {que significaba 1a coordinacién de los distintos factores que interventan en el proceso: confeccion ¥ material de Ios tipos, composicion de la tinta, clase de papel, moca- niemo de la impresién, habilidad artesanal. que diera por Fesuitado un producto que pudiera competir, en precio presentaci6n, con los manuscritos y convertir ta empresa fen una industria lucrativa. 31 bien es poco conocido el origen de fa tipografia y no cabe descartar la existencia de precursors —0 algo tras que eso— francases y holandeses, es indudable que 31 proceso final esté vinculado con ol taller instalado por Gutenberg y dos socios en la cludad de Mainz a mediados dl siglo XV. La versién tradicional que atribuys a Guten borg ol mayor mérito de la invencién ha de tener muchos visos de verdad, aunque dada la indole de la empresa tal mérito cabria asignarlo al taller, que en dos aspectos —confeccién de los tipos y composicién de la tinta— in- trodujo notas originales, mientras que en los demés aspec- tos —impresién, papel, prensa— no hizo sino adaptar in- ventos anteriores. No por conocido dejé el papel de ser un factor deci- sivo en la invencién de la imprenta, por cuanto en la con- feccién de manuscritos el mayor costo incidia en el per- gamino, de ahi que, de no disponer de un material mas ba- rato, como el papel, la mera sustitucién del copista por el tipégrafo hubiera hecho inoperante el invento. Recordemos que el papel, invento chino que tradicio- nalmente se fija en el siglo Il, se habfa difundido en los paises drabes entre los siglos XI y Xl, y penetrado en la Europa cristiana en el Xill. En cuanto a las prensas, en los primeros siglos de la imprenta se utilizaron los antiguos tipos de tornillo a brazo con algunas modificaciones introducidas para adaptar las prensas de vino y de aceite a los fines especificos de la impresi6n. En cambio fue necesario preparar una tinta compat ble con el nuevo proceso, pues la composicién habitual sobre la base de negro de humo y cola no adherfa a tos tipos metélicos, de ahf que se sustituy6 por fa mezcla de negro de humo y aceite de lino que se mantuvo durante varios siglos. Pero la maxima contribucién del taller, 0 de Gutenberg mismo, es tipogréfica, al idear el procedl- miento de grabar en punzones las letras en rolieve fun- diendo con ellos matrices huecas que a su vez, permiten obtenor los tipos de las letras individuales, que se distri- buyen en la caja del tipégrafo, con los cuales éste com- pone, descompone y recompone los toxtos a Imprimir, dando lugar asi al primer ejemplo de un proceso con “par- tes intercambiables” Un solo dato sefiala el éxito de la imprenta y es que el ntimero de los ejemplares impresos incunables, ascien- de a una cifra que en todo caso supera el niimero de ma- nuscritos que todos los copistas de Europa habian escrito durante el milenio anterior a la invencién de la tipografia, La era de los proyectos En los dos siglos largos que desde fines del XV Ile- gan hasta comienzos de! XVIII, la inventiva en el campo técnico, sin disminuir, experiments un relativo ostanca- miento en lo referente al nimero € importancia de los in- ventos © Innovaciones. En ese periodo, por ejemplo, no se registra ningtin invento de las consecuencias del hic- ro fundido de fines det siglo XV 0 del coque metaltirgico de comienzos del XVIil. Fue en cambio un periodo de grandes acontecimien- tos politicos y econémicos en el mundo occidental: ol establecimiento de colonias de pafses europeos en los continentes extraeuropeos abre nuevas sreas no solo po- Iiticas, sino econémicas y comerciales, mientras que del derrumbe del mundo medieval surgen los estados nacio- rales. Desde ef punto de vista de Ia técnica, el periodo mas que de transicién fue de consolidacién de los frutos de la revolucién medieval y de prepara volucién industrial. Una de las primoras ropresontaciones gréticas ‘uropens de Ia carretila, 53 Continda la mecanizacién de la industria textil, no sin dificultades, registrandose on ese campo verdaderos rebeliones de tejedores manuales que destruyen las nue: vas méquinas u obtienen, por la fuerza de los gremios la prohibicién de su uso. Entre esas nuevas maquinas fi guran los telares mecénicos para la confeccién de cintas © la fabricacién de tejidos de punto, que aparecen en la segunda mitad del siglo XVI, y la tundidora accionada por medios mecénicos de mediados de ese siglo. En las minas, los pozos, cada vez més profundos, exi- gen mejoras en el bombeo y en las medidas de seguridad, mientras aparecen vagonetas con ticles. En la tecnologia mecénica se perfeccionan tornos y laminadoras, aunque el mayor progreso en esa especiali- dad se registra en la relojeria, técnica de indole especial que en este perfodo gozaba de una corporacién propia y suscitaba un interés creciente por su aplicacién no sélo en Ia vida diaria sino on distintos sectores cientificos. Lo interesante y en cierto sentido curioso es que el maximo invento de la relojerfa dei siglo no provino de “maestros relojeros", sino de uno de los grandes cienti- ficos del siglo XVII: Huygens quien, en virtud de las pro- piedades tedricas del isocronismo del péndulo y de las propiedades mateméticas de las curvas cicloidales, inven ta un nuevo y thejor sistema de regulacién de los relojes por la aplicacién del péndulo, que patenta en 1657, para los relojes de pared, y mediante la espiral reguladora de 1675 para los relojes de bolsillo. La patente de Huygens sefiala la primera contribucién importante desde el punto de vista técnica aportada por la llamada clencia desinteresada, cuyas contribuciones se- rin desde entonces cada vez més frecuentes. Digamos de 54 paso que en tiempos de Huygens le concesién de paten- tes de invencién tenia ya més de un siglo; en Inglaterra, por ejemplo, esa concesi6n estaba regulada desde 1561 Por otra parte, en la segunda mitad del siglo XVII se asiste a los ensayos precursores de la maquina de vapor. Dejando de lado procedimientos “en el papel, el primer ensayo realizado seria el del inglés Worcester, quien en 1663 publics un catélogo de inventos, entre los cuales fi- gura un dispositivo para elevar aqua que el autor habria construido entre 1630 y 1645; en el, mediante dos cilin- dros y un juego de valvulas, el agua era expulsada de un cilindro por el vapor que se insuflaba en él; al conden- sarse el vapor, el cilindro se llenaba nuevamente de agua Por succién y recomenzaba el ciclo; pero en realidad los datos acerca de.esta invencion y de su realizacién efec- tiva no son muy claros. Con un ensayo posterior se vincula Ia figura de un Inventor muy prolifico: el francés Papin, conocido por su ““marmita” de 1680 en la cual, bajo presion y a tempera- turas elevadas, calentaba agua con carne y huesos. En 1673, Papin colaboré con Huygens en le construc- cién de una especie de “motor de combustién interna”, en el cual la presién atmosférica hacia descender un pis- tén en un cilindro donde la presién disminufa en virtud del enfriamiento de gases provenientes de la explosién de una carga de pélvore. Sefialemos que la presién atmos: férica, elemento importante en Ia historia de la maquina de vapor, era un descubrimiento cientifico realizado algo mas de un cuarto de siglo antes. Més tarde, en 1707, Papin utiliz6 un dispositive don- de el movimiento del pistén se lograba mediante la ex: pansién y condensacién de! vapor ‘aunque en este sentido 55 ya en 1698 el inglés Savery habia patentado un método para “elevar agua y poner en marcha méquinas, mediante la fuerza motriz de! fuego, para desagotar minas, proveer agua a las ciudades y hacer trabajar todos los tipos de méquinas donde no se dispone ni de agua ni de vientos constantes sequin reza la patente. La maquina de Savery, uno de cuyos perfeccionamientos consistié en separar la caldera de la bomba, fue descrita en un escrito de 1702 y aunque encontré vias de realizacién su éxito no fue du- radero. Fuera del campo de la invencién pueden sefalarse otros progresos técnicos en este periodo intermedi. Por lo pronto, con 1a aparicién de libros consagrados a cues- tiones técnicas se hacen sentir los beneficios de la im- prenta que ademas importaba la ventaja, de valor inapre. ciable en este caso, de! agregado de ilustraciones y gra- bados, La imprenta hizo conocer obras antiguas; en especial ejercié gran influencia el conocimiento de la obra de Vi- truvio, De architectura; pero también difundié obras ori- ginales sobre cuestiones especiales tales como el arte itar (tema del cual un incunable registra el primer tex- to técnico impreso}, destilacién, cerdmica, vidrio, tinto- reria, pintura y colores, construccién de caminos, mineria, metalurgia y, en general, “artes del fuego”. En este dl timo sentido cabe mencionar el tratado De re metallica del alemén Agricola, aparecido en 1556 y cuyos numerosos y excelentes grabados, con buenas leyendas explicativas, constituyen una cabal descripcién de la técnica en el pe- riodo final de la revolucién medieval Cabe también sefialar la contribucién que aporté un grupo de artistas, incluyendo entre ellos @ los arquitectos, que se interesaron en estudiar, conocer y a veces hacer conocer los fundamentos cientificos y técnicos de su la- bor 0 la naturaleza de los materiales empleados en ella. Pueden agregarse las descripciones de obras técnicas es. peciales, como por ejemplo un libro de 1590 que describe el transporte de un obelisco egipcio de 300 tonelades, des- de el Vaticano hasta la Plaza Pedro de Roma, que se llevé a cabo en 1586 Un caso particular de publicaciones de interés técni- co, tipico de los tiempos renacentistas, la ofrecen las co- lecciones de léminas con dibujos de méquinas y otros dis- positivos, denominadas con frecuencia: teatro de maquinas. Se trata en general de inventos en el papel, de pro- yectos no realizados y en muchos casos no realizables, cuya abundancia hizo que se designara esta época como “ora de los proyectos". Podrfan sofalarse algunas colec- ciones medievales precursoras, pero la caracteristica de las colecciones renacentistas es el primor artistico con que estén dibujadas y grabadas sus laminas, que compen- saa veces su deficiencia técnica La historia de la técnica se ha beneficiado con el examen de esas colecciones, pues revelan las posibilida- des, reales 0 imaginarias, de la época en ese campo asi como muestran en ocasiones atisbos de inventos futuros. El interés bastante marcado de los artistas hacia las innovaciones técnicas de su tiempo, se pone claramente de manifiesto en la obra del flamenco van der Straet, au- tor de una coleccién de laminas de 1638 (péstuma) que titulé Nuevos descubrimientos, donde se representan es- cenas vinculadas con el imén, la pélvora, la imprenta, los relojes, la curacién de la sifilis por el guayaco, la destila- cién, la industria de la seda, los estribos, las ruedas 87 dréulicas, los molinos de viento, la pintura al éleo, la ar- meria, los anteojos, el grabado en cobre, la determinacion de las longitudes mediante la declinacién magnética, la elaboracin del azicar y del aceite de olive; estas mate- las responden adecuadamente al titulo de la coleccién. Un caso particular, aunque notable, de aquel interés lo ofrece Ia figura de Leonardo da Vinci. El “caso” Leonardo Acerca de la personalidad de Leonardo, una de las mas interesantes en la historia de la ciencia y de Ia téo- nica, se ha producido una curiosa inversion en los tltimos iempos. A la opinidn, atin muy extendida, que considera a Leo- nardo un gran artista que ocasionalmente se ocupé de ciencia y de tecnologia, se opone hoy, con fundadas razo- nes, la conviccién de que Leonardo fue esencialmente un tecndlogo, que también se ocupé de pintura y escultura. Ocurre que hoy conocemos mejor a Leonardo que sus Propios contempordneos, quienes no vieron en él sino al artista y parcialmente al técnico, ignorando las. originales concepciones cientificas y los inventos e innovaciones téc- nicas que Leonardo iba registrando en los miles de manus- critos y dibujos que dejé inéditos a su muerte. Tras diversas vicisitudes, ese rico material se disper- 86 y sélo pudo recuperarse una parte que se hizo conocer paulatinamente bajo la forma de los actuales tratados y eédices. La primera compilacién de escritos y dibujos de Leonardo que se publicé es el llamado Tratado de la pin- tura que aparecié en 1651, casi dos siglos después de su nacimiento, mientras que estén actualmente en curso de publicacién los dos cédices hallados «ltimamente (1967) en forma inesperada en Ia Biblioteca Nacional de Madrid Como técnico, Leonardo desplegé su actividad en to- dos los campos, artes civiles y militares, y en todos los medios: agua, tierra y aire. ‘Aunque sin duda tuvo a su cargo construcciones ci- viles, de su labor de arquitecto no han quedado sino ob- servaciones y dibujos, entre los que se destacan sus ca- tedrales, con plantas centrales de distinto tipo, y sus pro- yectos de urbanista, entre ellos la ciudad con calles en eles distintos. La cantidad de proyectos es simplemente asombrosa; varios millares de anotaciones y dibujos de interés téc- nico que figuran en los manuscritos de Leonardo, no sélo revelan que fue de los primeros en reconocer el papel de los “elementos de méquinas” en el sentido actual de esta expresién, sino que muchos de ellos son verdaderos in- ventos de los cuales un buen nimero fueron atribuidos 2 otros posteriormente. Aunque nada se sabe acerca de la efectiva realizacion de esos inventos, ni de las post bilidades que los materiales y equipos de la época ofre- cian para esa realizacién, su némina es larga, En la rama de la tecnologia mecénica las contribucio- nes de Leonardo abarcan el perfeccionamiento del torno y de otras méquinas-herramientas, la construccién de bom- bas, de dispositivos autorregulados, ruedas de eslabones, maquinas diversas para las industrias textil y metalirgica, dispositivos para elevar cuerpos y erigit columnas, griias méviles, méquinas para trabajar espejos, acuiiar moned: 59 Imprenta del siglo XV. Grabado de ta Apoca 9 filetear tornillos, molinos de viento con torrecilla movil, otostera. En la rama de la ingenieria hidréulica se le deben pro- yectos de canalizacién que probablemente dirigié en Lom- bardia, puentes giratorios sobre canales, perfeccionamien- tos en la construccién y disposicién de las esclusas, bar- cos con paletas, proyectos de dragas y excavadoras, tor- nillos de Arquimedes y otros dispositivos para desecacion de pantanos y obras de drenaje, escafandras para buzos y dispositivos mediante flotadores para respirar debajo del agua; hasta afirma haber encontrado la manera de permanecer debajo del agua todo el tiempo que se quiera. En su carécter de ingeniero militar en época de gue- rras @ invasiones Leonardo tuvo que ocuparse de las artes bélicas de las cuales ofrece en sus dibujos un cuadro completo de los conocimientos que a fines del siglo XV se tenia acerca de las fortificaciones y de los medios ofensivos y defensivos, enriquecidos con perfecelonamien- tos que en algunos casos preludian las actuales ametra- Hladoras, los tanques y los “shrapnels”. Pueden verse en es0s dibujos cafiones con cafios miltiples carros armados cubiertos, proyectiles explosivos, ballestas y cetapultas, carros provistos de guadafias que giran durante la mar- cha, etcétera. En los dibujos y manuscritos de Leonardo se encuen- tran aplicaciones de la fuerza expansiva de gases y va- pores, en dispositivos precursores del sistema que hemos descrito de Huygens-Papin, o del sistema de las actuales “turbinas de vapor’ Leonardo se ocupé de la destilacién, perfeccionando los alambiques y del andlisis de las recetas y productos que se mencionan en sus manuscritos se infiere que pro- 61 bablemente construyé y utiliz6 sus alambiques perfeccio- nados. Pero es indudable que las contribuclones mas orig nales de Leonardo son las Investigaciones acerca del vue- lo de los pajaros y del vuelo mecanico que lo convierten ‘en el precursor de los vuelos con aparatos mas pesados que el aire. Es probable que el deseo de lograr el vuelo humano {0 llevé a una serie de minuciosas y sagaces observacio- nes acerca de! vuelo de las aves, que reunié en 1505 en un tratado que hoy se conoce como el Cédice acerca del vuelo de los péjaros, estudio anatémico y fistolégico de las aves en vuelo y en reposo, con consideraciones me- cénicas acerca del vuelo y sus condiciones de estabilidad y de equilibrio, con viento y sin viento. Ademds se ocupé del vuelo de los murciélagos y de los insectos. En cuanto al vuelo humano imaginé y dibujé una serie de méquinas voladoras, acoionadas mediante el esfuerzo muscular y, en algun caso, por resortes cuya energia po- tencial accionaba sobre las alas del aparato. Ademas Leo- nardo estudié el vuelo planeado. invento el paracatdas y una especie de helicéptero 0 tornillo aéreo. Leonardo representa un caso tinico en Ia historia del saber. Por lo pronto es una figura de diffcil ubicacién en ol desarrollo-del pensamiento cientifico, por cuanto en ge- neral todo hombre de ciencia es un oslabén entre sus maestros y autores y sus discipulos y lectores; en Leo- nardo la cadena se rompe ya que es dificil saber a ciencia cierta qué autores o libros influyen, sobre su pensamien- to, ni es fécil averiguar con exactitud quienes, en vida de Leonardo 0 poco después de su muerte, vieron sus escritos y los utilizaron en sus proplos trabajos. Ademés, Leonardo fue un autor absolutamente inédi- to. Lo que quedo del esfuerzo de sus manos y de su mente fueron sus pocos y discutidos, aunque hermosos, cuadros; lo demas permanecié por mucho tiempo sepul- tado en sus dibujos y manuscritos. En cierto sentido pro- fesional, puede decirse que Leonardo no fue un cientifico: quizis macién tan categérica no pueda hacerse acerca del Leonardo técnico, ya que es posible que algunos de sus contemporéneos vieran sus dibujos técnicos, muchos de los cuales podian entenderse aun sin referencias @s- critas y hasta es posible que dieran como propias algu- nas de las innovaciones que esos dibujos introducian. La revolucién cientifica ‘A comienzos del siglo XVII se experimenta en Occi- dente una mutacin favorable que se ha dado en llamar “revolucién cientifica”, en vista de los cambios provoce- dos en el proceso cientifico que revelaré desde entonces un desarrollo craciente, hasta culminar en los tiempos ac- tuales, cuando parece asomar una nueva revolucién. En aquellos cambios influyeron factores extrinsecos, provenientes de la nueva atmésfera social y econdmica que envolvia al mundo occidental, y factores Intrinsecos provenientes de la nueva concepcién de! saber que se es taba forjando al abrigo de esa atmésfera. Una caracteristica del nuevo saber, que en este caso interesa destacar, es la vision que la naturaleza ofrece al hombre moderna, en la que se ha desvanecido el animis- 63 mo y el carécter sagrado que habian impedido en los tiem- os antiguos y penetrar en ella. Ahora la mano ya no te- me profanarla con su actividad y la experimentacién, fru- to de esta actividad, sera una de las notas distintivas de Ja nueva ciencia. En el nacimiento de esa valiosa mezcla 0 combinacién ‘que constituye el método experimental, ha influido sin du- da el desarrollo que experiments la técnica desde los tiempos medievales; entendiendo la técnica en el sentido literal de arte, como actividad de artesanos y de artistas: de los artesanos con e! manejo y utilizacién de los recur- 808 que ofrecia la naturaleza como inagotable fuente de energia y de los artistas, en su afin de reproducir los va- lores estéticos que descubrian en una naturaleza despo- jada de todo prejuicio. La vinculacién entre los procesos técnico y cientifico que establecia Ia visién comin de la naturaleza fue més bien de carécter subterréneo e invisible; més patentes y visibles fueron otras interrelaciones entre ambos proce- 808, sin llegar empero a la simbiosis de los tiempos ac- twales. Asi, los instrumentos cientificos indispensables en el método experimental tendieron un puente entre técnicos y cientificos. Los fabricantes de instrumentos clentificos y de medida constituyeron una nueva profesién y en al- ‘guna ocasidn sus negocios y talleres fueron lugar de reu- nién de cientificos, sin excluir la construccién 0 colabo- racién en la construccién de esos instrumentos por parte de los cientificos mismos; ya mencionamos a Huygens. agreguemos los telescopios de Galileo y de Newton, las maquinas neuméticas de Guericke y Boyle y las maquinas de calcular de Pascal y Leibniz, 64 El interés de los cientificos por la técnica y el apre- cio por sus Inventos se pone también de manifiesto en las consideraciones de cardcter general acerca de la im- portancia de las “artes utiles” que puede advertirse en los heraldos de la nueva ciencia: Bacon y Descartes; asi como en el objeto de la Royal Society de Londres que se propone “el progreso del conocimiento de las cosas de la naturaleza y el perfeccionamiento, mediante la experien- cia, de las artes utiles, la manufactura, la practica mecé- nica, las maquinas y los inventos...”, aunque tal interés, hasta tiempos recientes, se limit a tratar de satisfacer las exigencias técnicas del método experimental la cien- cia iba absorbiendo lenta pero continuamente dominios técnicos —balistica, didptrica, procesos térmicos y qu micos—, traduciendo su empirismo en términos raciona- les, sin penetrar, empero, en el andlisis del saber técnico mismo, de sus fundamentos y de sus consecuencias. A modo de ensayo puede concluirse que si parece in- dudable que la ciencia se beneficié con los progresos que la técnica habia logrado en los tiempos de la revolucién cientifica, no parece posible afirmar que la reciproca sea cierta. La técnica como tal siguié divorciada de la ciencia; quizds algo menos los técnicos de los cientificos. Sin du- da algo se habia andado desde el artesano medieval, ile- trado, pero ingenioso, y el ingeniero renacentista, hidrsu- lico © militar, que gozaba en las cortes igual estima que el médico 0 el astrélogo. Los libros y la atmésfera cien- tifica establecieron un acercamiento mayor entre técnicos y cientificos pero, en general, en los técnicos siguié pri vando el método de prueba y error, la invencién sobre la investigacién, En algunos casos, el técnico y el cientifico se dieron a meno, en otros llegaron a confundirse en la misma per- 65 gona, pero ain falta mucho para el actual abrazo entre ciencia y técnica, abrazo tan estrecho que no es facil dis- tinguir la separacién. Por lo pronto, fue necesario el nuevo incremento en el ritmo del proceso técnico que proporcioné la tercera de las revoluciones industriales que pueden advertirse en ese proceso: la llamada por antonomasia “revolucién in- dustrial”, La “revolucién industrial” La expresién “revolucién industrial", aplicada esen- cialmente al progreso experimentado por la técnica y la industria en Inglaterra durante el siglo XVIII, fue acufiado a fines de ese siglo y aceptado més tarde por economis- tas y socidlogos. Un conjunto de factores sociales y econémicos, ca- racteristicos de Inglaterra, pueden der cuenta del porqué ese pais y no el continente fue la regién donde se inicié aquel progress. Por lo pronto cabe sefialar que Inglaterra habfa sido ef primer pais que superé la etapa doméstica de las acti- vidades fabriles. En efecto, hasta bien entrada la Edad Media, con excepoién de ta agricultura y la minerfa, en todas aquellas actividades el artesano era duefio de sus instrumentos de trabajo y en muchos casos tamNén de la materia prima a elaborar. Pero, timidamente en sus comlenzos, més abiertamen- Z te después, este estado de cosas cambia. La construc- Triple bombe aspirante acclonada por eneraia hidréulica: clén de altos hornos y de maquinaria més pesada y la fue utili | drenaje de minas. Grabado exigencia de una mayor disponibilidad de energia obliga a 66 67 Ia concentracin de esfuerzos: mayor capital para las ins- talaciones, materia prima en cantidad y personal més nu- meroso. Paulatinamente, la actividad fabril pasa de arte- sanal a industrial; nacen talleres, tejedurias y fabricas, mientras que aparecen fébricas importadas de productos ‘que Inglaterra no elaboraba —papel, pdlvora, refineria de azticar. ‘A estos factores de orden técnico han de agregarse factores politicos, econémicos y sociales. Después de las luchas y revoluciones del siglo XVII, Inglaterra penetra on una era de paz interna y de tolerancia religiosa; duenia de los mejores barcos, el dominio de los mares —desde le derrota de la “invencible” armada espafiola en 1588— le aseguraba el comercio maritimo; en el orden interno un stema de cercamientos habian convertido tierras esté- tiles en laborables, aumentando la produccién agropecua- ria; por lo demés, disponia de materias primas; carbon y minerales de hierro, asi como de un sistema bancario bien desarrollado con dinero barato, y una atmésfera de tono optimista bajo el imperio del liberalismo econémico im- pregnado de las ideas de Adam Smith. La nueva mentalided industrial, que todos esos fac- tores contribuyeron a fortalecer, mostro efectos benefi- closos también en el campo de la formacién del personal adecuado al nuevo estado de cosas, ya logrando que en algunas universidedes, como la de Glasgow, rompiera el molde tradicional incluyendo cursos de clencia aplicada ya corriendo el riesgo de formar los artesanos especi zados en sus propios talleres, sistema que dio lugar mas tarde a las escuelas profesionales de las fabricas. Gabe por ultimo seftalar el interés pablico hacia la divulgacién de los conocimientos vinculados con el pro- greso técnico y hacia sus relaciones, que iban asomando con los progresos cientificos contemporaneos: interés que en Inglaterra culmina con la fundacién en 1799 de una institucion privada; la Royal Institution de Londres, que nace por iniciativa del conde Rumford, cientifico y técnico original, inventor él mismo, y destinada segin esa inicie- tiva” a difundir el conocimiento y facilitar la presentacién general de las invenciones y mejoramientos mecénicos tiles y para ensefiar, mediante cursos de conferencias cientificas y experimentales, las aplicaciones de la cien- cia a los fines comunes de la vida". Agreguemos que esa institucién fue el hogar clentifico del més grande de los fisicos experimentales: Faraday. Mientras que en la Inglaterra del siglo XVIll predomi- na, en el campo de la técnica, un espiritu de indole préc- tica, dirfase experimental, en el continente, en especial en Francia, ese espiritu se manifiesta en forma tedrica y ‘en expresiones literarias, més que en realizaciones préc- ticas. Asi, la formacién de personal especializado, ante Jag nuevas exigencias industriales, se tradujo en la crea cidn de escuelas oficiales superiores —de Puentes y Cal- zadas (1747), de Minas (1783), Politécnica (1794)—, mien- tras que la divulgacién de conocimientos se hizo mediante la creacién, también oficial, del Conservatorio de artes y oficios de Paris en 1794. Por su parte, el interés general hacia las artes y los oficios se puso de manifiesto en la obra literaria tipica del siglo XVIII francés: la Encielopedia 0 diccionario rezonado de ciencia, artes y oficios, ouya al- ma fue Diderot y cuya finalidad profunda, que en parte ‘cumpli6, era la de “modificar la manera corriente de pen- sar”, dentro de los principios de la llustracién: confianza en el poder de Ia razén, liberacién de prejuicios y de todo sometimiento espiritual a los poderes politicos 0 religiosos. 69 Es dentro de su finalidad como diccionario que la En- ciclopedia asigna importancia a las artes mecanicas, a los oficios y a las manualidades, respecto de las cuales, segtin dice Diderot al referirse a un diccionario anterior, se ha- bian leido Ios libros, pero no se habian visto los artesanos, agregando que muchas cosas no se aprendian sino en los talleres. De ahi la preocupacién de la obra para dar una informacién completa de los artes y oficios, recurriendo a los obreros mismos, visitando sus talleres, conversando con ellos y escribiendo bajo su dictado, pues “en muchos casos se hace necesario mover las maquinas con las pro- pias manos y convertirse en aprendices, por asi decir, y fabricar malos trabajos para ensefiar a hacerlos buenos”. En ese sentido, la obra expone en cada caso las caracte- risticas de la materia empleada, la descripcién y fabrica- cidn de los distintos objetos que pueden hacerse con ella, los términos propios de cada arte u oficio, la descripcion y dibujo de las méquinas y herramientas utilizadas, etc. Esos articulos, y sobre todo las léminas correspondientes (de las cuales se ha publicado hace poco una edicién por separado), ofrecen un panorama completo de esas manua- lidades tal como se practicaban en Francia a mediados de} siglo XVI. Sin embargo, en este campo la Enciclopedia no cap- taba el sentido de la evolucién que se estaba gestando hacia el.maquinismo. Si bien se ocupaba de las manufac- turas y de los oficios tradicionales, sus maquinas eran ain del tipo de las méquinas controladas por el hombre; asi, mientras dedica, més de ochenta laminas al torno, en el articulo “Fuego” no dedica sino cinco laminas a la mé- quina de vapor. Sin embargo, hacia casi medio siglo que la méquina de vapor estaba revolucionando la industria Inglesa. 7 Elovedor reversible asclonado por energia hidréulica Dee motalice, de Agricola, 1357 n La maquina de vapor La primera maquina de vapor digna de este nombre fue instalada, para desagotar una mina inglesa, por New- comen en 1712, La méquina de Newcomen no era sino una combinacién, més afortunada, de elementos conocidos. EI vapor producido por la caldera penetraba en un cilindro en el cual su expansi6n provocaba la elevacién de un pistén: al inyectar agua fria en el cilindro el vapor se condensaba y el piston descendia por accidn de la presiGn atmosférica (de ahi el nombre de maquina atmosférica); mediante un balancin, al descender el émbolo del pistén del cilindro se elevaba el émbolo dei pistén de la bomba que dosa- gotaba el pozo. Las maquinas de Newcomen con diversos perfeccio- namientos se mantuvo en uso hasta fines de siglo, con ellas se vinculan las investigaciones experimentales de Smeaton, modificando los dispositivos y dimensiones de los elementos de la maquina a fin de obtener un mayor rendimiento con el minimo consumo de combustible, Hle- gando a construir maquinas de una potencia préxima a los 80 caballos. Pero ya para esta fecha aparece Watt con sus mejo- ras. Watt, mecénico encergado de conservar y reparar los instrumentos de fisica de la universidad de Glasgow, tuvo ocasién de estudiar la maquina de Newcomen, con motivo de reparar el modelo que posefa la Universidad para las demostraciones. Auxiliado por los consejos de Black, pro- fesor en esa universidad y autor de estudios tedricos so- bre el calor, Watt advirtié que en la méquina de Newco- men una gran cantidad de calor se perdia sin efecto me- cénico, a fin de subsanar ese inconveniente ide6 una serie 72 de modificaciones que patenta en 1769, entre las cuales la mas importante fue el agregado de un recipiente: el condensador, donde se condensaria el vapor sin necesi- dad de enfriar el cilindro. Siete afios después de su patente, Watt logra produ- cir su maquina en escala industrial, gracias a la asociacién con un industrial emprendedor con quien funda una flore- snte empresa, al empleo en sus talleres de buenos me- cénicos con inventiva y a las ventajas que le ofrecia la industria metaldrgica al proporcionarle, por ejemplo, cilin- dros de construccién casi perfects. Es interesante sefia- lar el procedimiento mediante el cual la empresa de Watt exploté el invento: se proporcionaba gratuitamente la mé- quina y su instalacién, exigiendo en pago el tercio de la ‘economia en combustible que se lograba, para igual po- tencia, entre una maquina con condensador (Watt) y la atmosférica correspondiente (Newcomen) Watt fue un inventor prolifico; mejoré su maquina con inventos sucesivos; en su patente de 1781 incluia cinco métodos para convertir el movimiento del émbolo en mi vimiento circular y transformar su maquina en “rotativ (entre ellos no figura la aplicacién de! sistema biela-ma nivela patentada un par de afios antes), en cambio figura tun sistema original llamado “so! y planeta”, por la analo- gia con las excéntricas de los antiguos sistemas plane- tarios; una tercora patente de 1782 introduce el sistema de doble efecto mediante la accién alternada del vapor sobre ambas caras del pistén; a esos inventos, que se van encadenando, agrega en 1784 el “paralelogramo arti- culado” que lleva su nombre y mejora la trasmisién me- diante ol balancin. Més tarde, en 1787, Watt introdujo el regulador centrifugo (ya estaba patentado en forma més rudimentaria para la industria molinera) que regula auto- maticamente la velocidad en el suministro de vapor, y que constituye un dispositivo precursor de los actuales meca- nismos de automacién. Todos estos inventos permitieron a construceién y explotacién de las més eficaces méqui- nas de vapor rotativas en funcionamiento durante la ul tima década del siglo. Se calcula que la empresa de Watt construyé en total unas quinientas maquinas, de las cua: les sélo Ia tercera parte se aplicé al bombeo de las mi- nas; supuesta una potencia media de 15 caballos, esas méquinas proporcionaron un incremento de 7.500 caballos a la potencia que los recursos naturales habjan ofrecido antes de Watt, Un diltimo invento de Watt, vinculado con la maquina de vapor, es el “indicador" que lleva su nombre, paten- tado en 1782 pero puesto en practica perfeccionado a fi- nes de siglo, que traduce grificamente la relacién entre la presién y el volumen del vapor, de ahi su importancia tanto del punto de vista téenico como cientifico. A partir de 1800 el perfeccionamiento més importante que experimenta la maquina de vapor es la utilizacién del vapor a alta presién, dando lugar a las méquinas “com- pound", de doble expansién —de 1804— y mas tarde, ha. cia 1880, a las de triple expansién. Estas maquinas, que eliminan el condensador, obligaron a importantes modifi- caciones en las calderas, en las cuales el sistema mul- titubular aparece hacia 1829. perfeccionandose en 1867. Otras mejoras experiment6 la méquina en los sistemas de distribucién del vapor mediante vélvulas y tiradores y, en especial, debido a la creciente sustitucién de piezas de madera por piezas metélicas. La potencia de las méquinas de vapor fue en cons- tante aumento. Hacia 1850 el término medio era de 40 caballos, aunque habia méquinas de més de 250, cuando "4 ‘se habla de méquinas de tierra, pues en los primeros “ve- pores” de la época sus méquinas alcanzan a potencias de més de mil caballos. En la segunda mitad del siglo esas potencias se alcanzan también en tierra; hacia 1880 una maquina de 400 caballos no era una excepcisn, llegéndose a fines del siglo hasta los 8.000 caballos, valor préximo a su limite maximo. La méquina de 10.000 caballos, para el subterréneo de New York de 1899, tres afios después era chatarra, A la contribucién cuantitativa que aporté en el si- glo XIX la méquina de vapor con el notable incremento de la energia disponible, debe agregarse una contribucién de indole més cualitativa: su aporte en la primera mitad del siglo al progreso de Ia teoria del calor y de la termodi- némica, La frase de un historiador segin ta cual “hasta 1850 la maquina de vapor hizo més por la ciencia, que la ciencia por la maquina de vapor” tiene mucho de cierto En la primera mitad del siglo pasado la accién del vapor se utilizé también en forma directa para mover grias y martinetes, pero la maxima potencia que se logré con el vapor fue mediante las turbinas, que pueden conside- rarse asi mismo de accién directa, al producir un movi- miento de rotacién sin el intermediario del embolo y ci- lindro, como ocurre en las maquinas de vapor rotativas, Si bien pueden registrarse precursores de la turbina de vapor, la historia de la turbina moderna comienza con el sueco De Laval en 1882 y, sobre todo, con el inglés Parsons que un par de afios después inventa la turbina de reaccién, encontrando esas turbinas desde fines de siglo su principal utilizacién en los vapores y en las con- trales eléctricas, llegando a desarrollar potencias de va rios centenares de miles de caballos o de kilovatios. 75 La idea, ya intentada por la pareja Huygens-Papin, de utilizar como fuente de energia la expansién de un fluido distinto del vapor, fue retomada en el siglo XIX. Ademas de aparecer un motor de aire caliente, que es de combus- tl6n externa como la maquina de vapor, en Ia primera mi- tad del siglo se inventan diversos tipos de motores de combustion interna, como el de Huyaens-Papin, que logran posibilidad industrial en 1867 con el tipo Otto-Langen. Mas tarde distintos perfeccionamientos —utilizacién de hidro- carburos (el petrdleo se descubrié en 1859), encendido eléctrico— y los esfuerzos para lograr mayor velocidad y ‘menor peso, permitioron hacia 1883 un motor de combus- ti6n interno aplicable a la locomocién. Diez afios después el aloman Diesel patenta su motor, que utiliza aceites pe- sados, y pronto los motores de combustién interna con- quistan el transporte por tierra, mar y aire, mientras des- empefian un papel prepondorante en la mecanizacion de la agricultura. Por su parte, @ comienzos de este siglo. nacen las turbinas de gas que, a partir de 1930, con su aplicacién a la propulsion de los aviones, iniclan una nue- va era en la navegacion aérea. Agua y viento Durante el siglo XVIII y comienzos del XIX siguié uti- lizéndose el molino de viento tradicional, aunque la cons truccién metélica de los molinos fue simplificando y mo- ificando su estructura y fines, hasta convertirlo en el mecanismo destinado al bombeo, con dispositives de au- torregulacién que alin se ven en- las zonas rurales, donde todavia no ha llegado la electrificacién. Matematicos e ingenieros del siglo XVIII estudiaron ‘experimental y tedricamente ef funcionamiento del molino y Su mejor rendimiento, teniendo en cuenta la velocidad y direccién del viento, la forma y disposicion de las alas, {a inclinacién del eje, Ia velocidad de rotactén, encontran- do en algunos casos que la solucién dptima ya habia sido encontrada empiricamente por los constructores de mo- linos. Las ruedas hidréulicas experimentaron una evolucién semejante, aunque de resultados més importantes. De su estudio tedrico y experimental durante el siglo XVIll re. sulté més eficaz la rueda de admisién superior, para lo cual se utilizaron a veces maquinas de Newcomen para elevar el agua al nivel conveniente. Aparecieron ruedas con admision lateral y en 1827 ta turbina hidrdulica, que a mediados de siglo llega a potencias de los 800 caballos. A partir de 1860 comenz6 a utilizarse la energia hidréu- lica proporcionada por las caidas de agua, llamada desde entonces “la hulle blanca”, en especial en las usinas hi droeléctricas, mediante turbinas 0 ruedas. El hecho de ofrecer las caidas de agua una fuente de energia muy provechosa, ya que mas del 90 % es epro- vechable, unido al transporte barato de le electricidad a as zonas donde hace falta, explica et gran desarrollo de las usinas hidroeléctricas en las regiones que carecen de otras fuentes de energia. Agricultura y mineria Asi como ocurrié en las revoluciones neolitica y me- dieval, la revolucién industrial del siglo XVIII fue acompa- flada por una revolucién agricola que en Inglaterra. centro 7 de la revolucién industrial, se tradujo en la adopcién de nuevos métodos de trabajo. Se perfeccionan los métodos de drenaje y se esta- blecen nuevas rotaciones en los cultivos; se asiste a un gran desarrollo, aunque con métodos empiricos, en el me- joramiento del ganado como lo denuncia la abundancia de nombres ingleses en las razas y variedades actuales; se inicia la cria de animales con Arbol genealégico; se in- troducen variedades de pastos y abonos; y se difunden los nuevos métodos agricolas mediante asociaciones, |i- bros y periédicos. De los productos agricolas provenientes de ultramar Y que se aclimataron en Europa, los mas importantes fue- ron el maiz y la papa; aunque ambos eran conocidos en el siglo XVI, su difusi6n no fue inmediata. El maiz fue al principio olvidado y cuando volvié a conacerse, en algu- nos paises es “grano turco”, pues proviene de Oriente La papa entré en la alimentacién diaria més tarde, vencido en algunas regiones el prejuicio en contra de su cultivo, en virtud de la creencia en que trafa la lepra. Un caso especial de un nuevo cultivo de una planta europea es el de la remolacha, cuando se descubre en el siglo XVHI que de ella puede extraerse aziicar y en 1801 se levanta en Silesia la primera fabrica de azdcar de re- molacha, En los dtiles de labranza el hierro va sustituyendo ca- do vez més a la madera, y a fines del siglo XVIII se inicia fa mecanizacién de las tareas agricolas que toma impulso hacia el primer tercio del siglo XIX apareciendo maquinas segadoras, gavilladoras, emparvadoras, sembradoras, que més tarde se combinan y hacia 1914 exigen el uso y di- fusién del tractor, que hacia 1932 se equipa con ruedas especiales para terrenos arcillosos y barrosos. 78 Tome. llustracién de un libro del sigio XV 79 En cuanto a la industria minera, no experimento ma- yores progresos entre los siglos XVI a XVIII; le prospec- Clon, a la espera de la ciencia geoligica que es del siglo pasado, seguia con métodos empiricos, cuendo no emplee- ba la varilla del rabdomante La explotacién, ya no a cielo abierto, exigié nuevas técnicas en la construccién y mantenimiento de pozos y galerias: en ol siglo XVII se introduce el empleo de la pol- vora y an el XVIII varias mejoras: uso del vapor para des- agotar los pozos, ventiladores para la conduccién de aire: y los rieles de hierro fundido para las vagonetas, mientras ‘que se adoptan protecciones en contra de los derrumbes y de las explosiones, tanto mas peligrosos cuanto mas Profundas eran las minas, de ahi la importancia de las lamparas de seguridad”, entre las cuales tuvo éxito, aun- que no inmediato, la creada por e! quimico Davy a comien- 20s del siglo XIX como resultado de sus estudios tedricos acerca de la llama, Ya hacia fines del siglo XVIII habian aparecido las Cortadoras mecénicas en las minas de carbon, a mediados del XIX son accionadas mediante alre comprimido y a f- nes de siglo por la olectricidad; continuandose a mecai zacién con la introduccién de cargadoras mecénicas, cin- tas transportadoras, etcétera. Metalurgia y textiles El invento més importante de la industria metalirgica que inicia cronolégicamente la etapa de la “revolucion in- dustrial” es la obtencién del coque metalirgico, logrado Por la familia Darby de metalurgistas ingleses. Con 6! se resolvia el problema que afectaba a la industria metaldr- gica inglesa debido a la creciente escasez de carbon de lefia, provocado en parte por la progresiva deforestacién y en parte por las exigencias mayores de combustible do- méstico. Este hecho obligaba a Inglaterra a importar hie- 9, a pesar de disponer de mineral de hierro y de carbon mineral, en abundancia como para exportar, pero que no Podia servir de combustible en vista de las sustancias extrafias que contenia y que viciaban el hierro fundido. Fue Darby padre quien, en 1708, habia patentado los moldes de arena para fundicién, quien logra al aio siquien- te convertir el carbon mineral en combustible util (coque) aunque es posible que sus ensayos no dieran el resulta do favorable que lograra Darby hijo a mediados de siglo, cuando la fabricacion del coque pasa al continente. A fines de siglo, al compas de tos progresos de ta quimica, comienzan a aparecer escritos de autores cient ficos que se ocupan de la metalurgia desde un punto de vista tedrico y en parte experimental, entre los cuates Réaumur, cientifico miltiple, que en 1772 hizo conocer EI arte de convertir el hierro forjada en acero y ef arte de pasar del hlerro tundido al hierro dulce. La siderurgia realiza nuevos progresos en los si- glos XVIII y XIX; hacia 1783 aparece el pudelado (conver- sion de hierro en bruto en hierro maleable) y se pertec- ciona el laminado; con la introduccién del aire precalen- tado en 1829 y el uso del material refractario los altos hornos comienzan a adoptar la forma actual. En cuanto a la metalurgia del acero, a mediados del siglo XVIll aparece el proceso de fusién del acero “al crisol”, que permite obtener un producto més homogéneo: Pero el invento que inicia la “edad del acero” es de 1856 at y se debe al inglés Bessemer que lo describe en Le ma- nufactura de hierro y acero maleables sin combustible (en efecto, descarbura la fundicién mediante un violento cho- Fro de aire), asi como su aparato especial: el “converti- que de fijo convierte en voleable cuatro afios des- Durante el siglo se registraron nuevos perfecciona- mientos en la industria del acero mediante el invento de hornos especiales que permitieron fabricar acero a partir de la chatarra o de fundiciones fosforosas o sulfurosas, asi mismo nacen aleados (aleaciones de acero con deter. minados metales) y los llamados aceros rapidos en cuyo inyento colaboré Taylor, el autor del llamado taylorismo 4 organizacién racional del trabajo, que hace conocer ha- Gia 1903 como resultado de investigaciones y experien clas realizadas en la Ultima déceda del siglo pasado. En cuanto a los metales no ferrosos, poco puede de- cirse hasta fines del siglo pasado cuando los procesos electroliticos permitieron su obtencién en muchos casos. Hasta entonces, la metalurgia de los metales conocidos desde antiguo no experiments mayores cambios, mientras que respecto de los numerosos metales nuevos que iban apareciendo su obtencién no traspasé los lindes de los laboratorios. Uno de los metales descubiertos a comienzos del si- glo XIX que a mediados de siglo se obtuvo en escala in- dustrial, atin reducida, fue el aluminio, importante en es- Pecial por su resistencia a la corrosiGn, fenémeno que preocups a los metalurgistas y que se habla convertido en un verdadero problema en el caso del hierro, encon- trando una solucién a comienzos de! siglo con al “hierro galvanizado”, que se obtenia por inmersién de las léminas de hierro en cinc fundido. ‘Molino de viento Se ha visto en la industria textil, y en especial en el hilado, el prototipo de la transformacién que introdujo el maquinismo en la etapa caracteristica de la “‘revolucion industrial". Beste recordar que entre comienzos del si glo XVII a mediados del XIX, las exportaciones briténicas de telido aumentaron varios miles de veces. El proceso se inicia en el tejido, con la aparicién en 1773 de la “lanzedera volante”, y en el hilado con el pro. ‘eso mediante rodillos de 1738. Ya en franco periodo de ‘mecenizacién aparecen en 1764 las "‘juanitas” donde va- rios husos estiin montados en el mismo bastidor, dispo- sitivo que se combina con los rodillos cuatro afios des- pués, y como en 1771 se instala con él una fabrica mo- vida por energia hidréulica se explica el nombre de ““bas- tidor hidréulico” que adopta esta maquina de hilar. Un paso més adelante se da en 1774 cuando se pa tenta la “mula”, maquina de hilar asi llamada por combi nar las ventajas, en la torcedura dei hilo, de las. juanitas y del bastidor hidréulico; y sera a estas “mulas” que se aplicarén las maquinas de vapor en 1790. Como esas mé- quinas ya se habfan aplicado a los telares unos afios an. tos, hacia fines de siglo la industria textil doméstica ha bia finalizado su etapa, no sin actos violentos, y comen. zaban a aparecer signos de integracion al reunirse en la misma fébrica hilado y tejido. EI ditimo invento del siglo ya no es europeo sino es tadounidense: es la desmotadora de algodén que patenta en 1793 Whitney, inventor e industrial con quien se vin- cula el proceso de fabricacién hoy Ilamado de “piezas in- tercambiables”, que inaugura en 1800 en la fabricacion de Mmosquetes, aunque existe un antecedente francés anterior en unos afios Bh A comienzos de! siglo pasado el francés Jacquard in- venta un telar en el cual se podian insertar hilos de co- lores distintos y fabricar tejidos con dibujos veriados mien- tras se reduce el tamafio del telar al sustituir el hierro en lugar de la madera. Més tarde se mecanizan la “mula”, convirtiéndose en automética ("Self-acting” = selfactina) en 1825, el estampado en 1832, y a mediado de siglo el peinado de fa lana La industria textil cambia completamente de panora- ma en este siglo al aparecer las fibras artificiales, de las cuales es precursora la seda artificial que, en 1884, pa tenta el francés Chardonnet, y que pertenece al tipo del actual “ray6n”, que se industrializa en los Estados Unidos en 1911 y que integra con el “nylon” de 1938 la pareja de tes primeras fibras sintéticas importantes industrialmente. Tecnologia mecén El desarrollo del maquinismo, caracteristico de la “re volucién industrial”, trajo a primer plano la maquina, tipico invento humano que adquiere un nuevo cardcter que obli- 92 @ anilisis tedricos: se la define y clasifica, asi como sus “elementos” y los distintos mecanismos simples, mien- tras que en el campo practico evoluciona desde el mero manejo hasta su automatismo. La maquina de vapor y los progresos de la siderurgia Permitirdn, a partir de mediados de! siglo XVII, la fabri. cacién de utiles y de maquinas-herramientas que debian Satisfacer las exigencias crecientes de la industria ponien- do a prueba la inventiva de técnicos europeos y estado- 85

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