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"argue Ona Dengst ACTO DE HOMENAJE DE LA FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS ASUS MIEMBROS DISTINGUIDOS 1998 Y LECCION INAUGURAL 1999 LA CONDICION MULTICULTURAL DE LA SOCIEDAD COSTARRICENSE Maria E. Bozzoli de Wille Desde que se ha intentado caracterizar la nacionalidad costarri« cense, se han dado dos visiones de su composicion cultural, acogidlas © promovidas por el pensamiento intelectual del pais'. La visi6n de la unidad, de lo bomogeneo, precomina en las etapas de construcci6n del Estado, aunque aun se proyecta. La vision de la diversidad tiene mayor vigencia en el Gitimo tercio de este siglo; tue resaltada en la polemica sobre la conmemoracién del V Centenario de la Negada de Colén; una fecha especifica, la de la Ley N° 7426, Dia de las Culturas, del 21 de diciembre de 1994, se dedica a “enaltecer el caracter pluricul- tural y multiémico del pueblo costarticense” (Bozzoli, Ibarra, Quesae da, 1998). Ambas visiones se presentan como aspectos interrelacionia, dos por Ja dinémica de la cultura. A continuaci6n se conceptualiza la diversidad, I. gCOmo se manifiesta la diversidad cultural? La diversidad cultural hace referencia a tres nociones interrelacio nadas, Una es la de mods 0 estilos de vida particulares de grupos, colectividades y categorias de personas. En Costa Rica se tienen estitos de vica regionales, los de as localidactes, las etnias, las clases sociales, ‘ew de seen mienbeos dagen naagart—1 los estilos por género, y el estilo de vida de la nacién-estado. Siguen algunos ejemplos: En lo regional, no seri dificil esbozar los perfiles regionales del Valle Central y del Guanacaste, o bien, los perfiles ad- quirids por las regiones de desarrollo a partir de la mitad del presente siglo, como el de la region del Pacifico Sur (Rev. Arch. Nal. 1988); den- uo de los perfiles de Guanacaste y del Pacifico Sur, se puede notar las diferencias locales, por ejemplo Ia de Nicoya y la de Buenos Aires de Puntarenas (Le6n, 1942; Chacon de Umata, 1986). La diferenciacion obedece a geografia, a formas de uso de los recursos naturales, pero también a vicisitudes hist6ricas. Ahora continia el ejemplo limiténdo- Joa la historia indigena. En Guanacaste y en el sureste de Costa Rica y en las localidades mencionadas la presencia indigena de ayer y hoy marcé una diferencia, porque la historia empieza con culturas int nas diferentes en una y otra regién y ademas se experiment una histo- ria colonial diferente. Por la tradicion mesoamericana, aunque con los cambios que el devenir hist6rico ha impuesto hasta el presente, se puede apreciar en Nicoya la organizacién y algunos fines de la cofradia de la Virgen de Guadalupe, o la cerimica de Guaitily San Vicente, 0 formas alimenticias, es decir, en lo ritual o artesanal, pero por el peso de la wadici6n hispanoamericana colonial no se habla lengua indigena en Nicoya. Eh Buenos Aires se ha hablado hasta nuestros dias 5 lenguas indligenas afines con otras suramericanas y Ios acontecimientos colo- niales permitieron una sobrevivencia mas auténoma de la adaptacién cultural a la selva tropical, En lo referente a las etnias del pais, se cuen- tan, ademas de 7 pueblos indigenas, y presencia de familias misqquitas y teribes, las colonias de inmigrantes de finales del siglo pasado y de! presente siglo y los descendientes de esos inmigrantes con valores y pricticas heredadas de ellos; son afrocaribeios, chinos, libaneses y otros frabes, judios, italianos, alemanes, y las otras nacionalicdades eu- ropeas representadas por suficiente nimero de familias en el pais. Del Hemisferio provienen los norteamericanos, centroamericanos, y sud- americanos; entre ellos tienen relieve los nicaragiienses y los chilenos. Ia etnia se define por origen comtin y una vida histéricamente com- artida por un niimero de generaciones sucesivas. Ademas se incluye 12—Fesaind de laste y Lara 1a poblaci6n nacional en ese carficter de etnia nacional no identificada ‘con ninguna de las etnias particulares pero por esto mismo constituida ‘en una contraparte, pues para que se defina una etnia debe haber otra u otras de las que un grupo se distingue. También las clases sociales muestran estilos particulares de vida. La distincién por género incluye distinci6n cultural, mis obvia en el pasado cuando las esferas de cada género estaban mas separadas. ‘Ademais de estos componentes por colectividades y categorias, la segunda nocion es la de la diversicad en la complejidad interna de wn modo 0 estilo de vida particular. Sila referencia es regional, se puede regresar al ejemplo del Guanacaste, y pensar en Ja diferencia entre la vida del sabanero, una de las modalidades existenciales del campo guanacasteco, y Ia de quienes viven del comercio en los niicleos mas urbanos. En el Valle Cental, como en cualquier otra regi6n, se deben considerar las clases sociales y la distinci6n econdmica roral urbana, Si Ia referencia son las etnias, un ejemplo podria ser que en una comuni- ‘dad indigena, e igual en etnias no indigenas, se distinguen comporta- mientos diferenciados segtin la gente se adhiera a la Iglesia Cat6lica 0 a una Protestante. La complejidad interna se refiere a diferencias en modos de vida debicios a las ramas de cultura, como la economia, la religién, el lenguaje, la politica, la echucaci6n, las ciencias, etc., las cua- les, por desarrollarse con cierta auitonomia, introducen sus propias for- ‘mas. Las ramas de cultura tienen una historia universal, forman parte de ambitos de vida mas amplios que el ambito més reduciclo de las. culturas especificas. Para dar cuenta de las particularidacles culturales de Costa Rica, por ejemplo, se han utilizado los estilos de Ia politica y de la educacién, La tercera manera en que se hace referencia a la diversidad cultu- ral es cuando se consideran las opciones de vida disponibles a los indi- ‘Yiduos, especialmente en ¢! mundo actual, en el cual las maltiples cul- turas particulares en continua interacci6n no necesariamente constri- hen a los individuos a adoptar un particular estilo, Como ejemplo, se ‘Actode Homenaje a lembeos distinguios esi nagursi—3 puede observar entre los indigenas, individuos que se sienten bribri, cabécar, guaymi, térraba, boruca, maleku, quizés huetar o chorotega, ¢s decir, mantienen una identidad étnica, y sin embargo, no hablan el idioma original del grupo, sino espafol y otros, no practican la agricul- tura, sino otra ocupacién, no consultan especialistas en su medicina tradicional, sino buscan otros servicios médicos ofreciclos en el pais, eic., porque estas personas encuentran cada dia mas opciones accesi- bles en esos y otros campos. Pero lo mismo te ocurre 2 individuos identificados con cualquier cultura de comunidad 0 de clase, o Ginica- ‘mente con la cultura nacional. Las opciones son cada dia més diversi- ficadas por el acontecer internacional, por la globalizacion o la trans- nacionalizacion. I, 2COmo se genera la diversidad cultural? ‘Tal como lo afirma Erich Rothacker* los factores introductores de Ia heterogeneidad mantienen la variedad dentro de un mismo estilo y provocan la divisién en nuevos estilos cuando dicha heterogeneidad se acrecienta, Aun en unidades sociales relativamente integradas siem- pre se manifiesta tensi6n entre la unidad y la variedad culturales, Exis- te un nimero de factores opuestos a la unidacd: 1, Tanto los modos mas totales de la vida de colectividades, como los estilos de vida de sus segmentos, como la complejidadl de las ramas de cultura, como la multiplicaci6n de opciones para los individuds, se than forjado como respuestas.a situaciones concretas, las cuales son variacas y cambiantes. Cuando cambian esas situaciones, se puede innovar sin alterar lo esencial de los estilos; he aqui la opcién para mantener iclentidades o la continuidad entre una identiad y otra; pero silas respuestasa la situacién obligan a un cambio de estilo, jgualmen- te obligan a un cambio de identidad. Como ejemplo, podemos tomar Ia expansi6n de estilos urbanos internacionales por todo el pais en la actualidad, los cuales han suscitado el debate ptiblico y la duda sobre cuales elementos tradicionales de identidad se mantienen se deben’ mantener, |4Pacua de sola y Lets 2, Heterogeneidad territorial, politica, étnica, y econémica: En cul- turas con suficiente profundidad hist6rica, existe heterogeneidad es- pecialmente en unidades sociales basatlas en tertitorios propios. F3 el ‘caso de Costa Rica como Estado, tin en su pequeiie7, el tertitorio es ‘extenso como para dar lugar a la diferenciacién, por lo menos la debi- daa variables geogrificas y a las necesarias subunidades politico-ad- ministrativas. Por eso en Costa Rica se puede distinguir diversidad por regiones, provincias, cantones y distritos, Con respecto a la heteroge- neidad politica, se identifican diferencias horizontales, como las que cexisten entre una jurisdicci6n de gobernacién provincial y otra, o una jurisdiccién municipal y otra, pero en el sentido vertical también la jerarquia y desigualdad originan diversidad. El Estado costarricense también provee el ejemplo. En éste como en otros paises e! ideal de la igualdad tropieza con la realidad de que historicamente lo que ha ca- racterizado los sistemas socioculturales complejos son formas de acce- 80 desigual a los bienes econémicos, al poder politico, a los servicios sociales (salud, educaci6n, etc.). Si un Estado se desarroll6 a partir de la conquista, necesariamente crea la divisién basada en privilegios. Podrfa parecer que las desigualdades en la sociedad costarricense no. ‘obedecen a una situaci6n inicial de conquista, porque la formacién de! Estado costarricense en el siglo XIX se explica por otros factores, Sin embargo, para explicar la sftuaci6n de marginalidad geogrifica y social de los grupos indigenas dentro del contexto nacional se debe recurrir al hecho de que en el siglo XVI el territorio posteriormente ‘ocupado por el Estado tue obtenido en una situacién de conquista, Pero ei grupo conquistador dominante a partir del siglo XVI también reé las condiciones para que las etnias europeas hayan sido preferidas sobre otras. Ademis ocurre la diferenciacién impuesta por la evolu ccién cultural cuando se creé una divisién de trabajo entre zonas rurales agricolas y zonas urbanas con fines como los administrativos y comer- ciales. Las poblaciones agricolas y las urbanas siempre se han jerar- quizado, de manera que la desigualdad también da cuenta de algu- nas de las diferencias observadas entre campo y ciudad. En Costa Rica ‘Victor Goldkind se refiri6 en 1961 a estas diferencias socioculturales ‘Act ebomensje a mies tings lesion nangr—IS jerarquizadas entre ciudad metropolitana, provincial, cabecera de can- 16n, de distrito y casesso, en las cuales las diferencias administrativas estaban seftalando igualmente sistemas diferenciados de actitudes y de practicas. Los analistas costarricenses también han notado la promi- nencia de la diferenciacién cultural rural urbana en Costa Rica, entre ellos, don Cleto Gonzalez Viquez (1938), quien refiriéndose a la fun- dacion de San José en 1737, resalta lo cultural al argumentar que no era ‘nicamente la carcncia de fuentes de agua lo que detenia a los campe- sinos de los alrededores de obedecer el mandato de poblar en el sitio dela ermita, “sino algo mas fundamental e insuperable”, sobre lo cual elabora ¢l amor al pedazo de tierta, su artaigo por haberlas comprado al Rey, la seguridad de obtener alld el alimento de la familia, el nido familiar la libertad y entrega al trabajo agricola, a cambio de vivir obli- ‘gados a vecinos inmediatos en un pueblo, sujetos a la murmuracién y otras asechanzas. Y don Cleto, no obstante su buena disposicién hacia 10s habitantes del campo, les denomina “palurdos”, expresin consis- tente con la actitud citadina, la cual suele emplear términos despect vos para el campesino, como “polo”, “concho” y “maicero". Al mismo tiempo don Cleto los denomina “buenos hombres”, consistente con la otra corriente que enfatiza las virtudes campesinas, las cuales ademds se identifican con las virtudes del costarricense. Pero don Gleto se re- fiere con suma agudeza a ‘la lente a través de la cual miraban a los ‘campesinos quienes los dirigian y los gobernaban’: “gentes de ciudad, querian que todos estuvieran al alcance de su ‘mano, es decir, al lance de su proteccién y explotaci6n, Querian que los vecinos aislados acudiesen a los centros, no solo para seguir las pricticas religiosas, sino también para que tuviesen contacto con sus, superiores en mando y en cultura; querfan que modificasen su método de vida, tranquila si pero improductiva, y que entraran en el movi- miento del progreso, en vex de caer, como temian, en un mayor acer- camiento al estado primitivo” (pag. 91). 16—Fasd de Resta y Lets En estas actituces de los citadinos antepasados, y también de los recientes, distinguimos no solo la hégemonia en materia politica, reli- giosa y econdmica de lo urbano en Costa Rica, sino también la impor- tancia que la nocién de progreso ha tenido en Ia orientaci6n del pats, ademés de la conciencia de un estado denominado primitivo, el cual ha influido especialmente en las politicas hacia los estilos de vida indi- genas, los que se han considerado como parte de ese extremo en una escala de progreso. Ayer, como hoy, las politicas de asistencia a los indigenas se han basado en acercarlos en diversos grados al modo de vida de centros urbanos, ya vistos desde la época colonial como “con- \ibuyentes al bien general yal progreso.... el aislamiento como perjui- cio de la salud espiritual, con dafio del desarrollo intelectual y moral de la familia” (Gonzalez Viquez, 1938: 92; véanse ademds, como ejem- plos tempranos de la preferencia por los centros, Ministerio General * del Gobierno, 1839; José Maria Castro, 1848; y Rev. Asch. Nal. 1943). Sin embargo, alguna ventaja importante tena la vida en el campo, por- que a veces sus moradores fueron forzados a poblar mediante la ley y-, las penas. Luis Barahona, entre otros, oftece detalles etnogrificos abun- dantes sobre el campesinado del Valle Central a mediados del presente siglo (1945, 1946, 1946b, 1947). Reconoce, como Io hicieron los inte- | lectuales costarticenses y viajeros en el pasado y en el presente (véase, | por ejemplo, Soto, 1999) la agricultura conjuntamente con la aldea y la hacienda como bases de la nacionalidad costarricense (1945: 514). Aunque constantemente sehala diferencias entre campo y ciudad, como el arregio sencillo de la casa campesina aunque se tenga dinero y el més lujoso de la casa urbana aunque no se posea el dinero, la conver- sacion ristica contrapuesta al habla considerada culta (1946a: 163), formas de moralidad urbana y rural (1946b: 276) y otras en valores y actitudes (1946b: 248), también identifica un “espiritu aldeano, agrico- a, que domina hasta en las ciudades; no se pueden establecer con fundamento real diferencias marcadas entre el tipo urbano y el rural; la ciudad y el barrio se identifican a poco andar; por todas partes vemos as mismas gentes, las mismas costumbres; el mismo apego al hogar, Jas mismas relaciones sociales, la misma riqueza, el mismo ambiente natural” (1945: 514), Ato de bamensje a miwosdislguios 9 ecm anager —17 Estas afirmaciones se pueden interpretar como evidencia del he- cho de que todos los estilos de cultura tienen componentes comunes en medida considerable, o de que la ciudad ha crecido abarcando el ‘campo, 0 bien como expresi6n de la tendencia a considerar a Costa Rica homogénea. Pero Barahona ya nota los sintomas de la nueva eta- pa cultural que cambia esta relacién rural urbana para el pais a partir precisamente de mediados de este siglo. Con respecto al aborigen, reconoce su aporte a la agricultura del pafs, pero semejanza de otros intelectuales antes y después de é1, lo elimina como factor a tomar en. ‘cuenta en el desarrollo de la colectividad nacional (1945: 514-515). En cuanto a la cultura jerarquizada en las clases sociales, en Costa Rica los anaiistas han contribuido con la conceptualizaci6n de las cul- turas de la clase hegem@nica y de las culturas populares, denominadas también subalternas y oprimidas (véanse articulosy bibliografia en Oniz, 1996 y Programa de Rescate y Revitalizaci6n, 1988-1999). La clase he- geménica controla medios de produccién y se apodera de excedentes. ‘Sin embargo, en ninguna sociedad la hegemonia de una clase puede sostenerse Gnicamente mediante el poder econémico. Garefa Canclini (1982: 39) propone el poder represivo y el poder cultural y con éste \iltimo se refiere a mecanismos de imposicién de normas. Desigualda- des y conflictos interrelacionan permanentemente a las culturas popu- Jares con las hegeménicas. Garcia Canclini se pregunta (1982; 25), igual que lo hardin uste- des: Podemos entender por qué tantas veces las diferencias se con- vierten en desigualdades, 0 son originadas por ellas? Su respuesta se tefiere a la dindmica del capitalismo en la sociedad contemporanea, donde se impone la transnactonalizaci6n del capital, acompafiada por la transnacionalizacién de Ja cultura, lo cual impone un intercambio desigual de los bienes materiales y simbélicos, donde hasta los grupos étnicos mAs remotos son obligados a subordinar su organizacién eco- ‘némica y cultural a los mercados nacionales ¢ internacionales, Se pue- de agregar otras respuestas tales como hacer una valorizaci6n positiva, 18—Fuoshad de Foetay Laces de lo familiar y negativa de aquello que no lo €s, o la de las incompa- tibilidades percibidas entre un estilo de vida y otro. 3. Se opone a la unidad de estilo el desarrollo autonomo de las dis- tintas funciones culturales de tas ramas de las culturas totales, En Ja cultura nacional o en las locales pueden marchar por rumbos diferen- tes, ya menudo contradictorios, aspectos tales como la religiGn, la edue cacién, la economfa, la politica y la vida familiar. 4 Da lugar a la diversidad el cambio de las situaciones hist6ricas internas y externas, Las épocas y periodos de nuestra historia tienen particularidades culturales que resultan en las miltiples tendencias posteriores. Por ejemplo, Costa Rica insistié tempranamente en atraer migrantes para aumentar la poblacién dedicada a !a agricultura, lo cual fue una motivaci6n incluso hasta mediados del presente siglo, con la segunda gran inmigraci6n italiana. Los inmigrantes invitados eran de cofigen europeo. Luego acepta inmigrantes de muy diversos ofigenes para la construcci6n del ferrocarril al Atléntico. En éstos, algunas de las nacionalidades estaban entre las bienventdas y otras fueron admitidas solo por necesidad de mano de obra barsta, como sucede ahora con gran parte de fa inmigracién nicaragitense (Soto, 1998). 5. Los estilos tampoco tienen unidad en el tanto que constantemen- te son influidos por ambitos culturales externos. Costa Rica como terri- torio fue influida desde fuera durante su historia antigua, antes de la llegada de los espafioles; también por la via de actividades como la esclavitud 0 como el comercio de contrabando en los tiempos colonia- les; por la apertura econétnica y las inmigraciones europeas, asiticas y afroantillanas desde el siglo XIX, Ello da lugat a formas mezcladas, diversamente denominadas formas de transculturaci6n, de culturas sine créticas, de culturas hibridas, de formas simbioticas, de mestizaje cule tural u otras etiquetas. Sigue un ejemplo de sincretismo chino costar ccense para el Cartago de finales del siglo XIX: Ac de arena lentes sng y lec nagatt—19 “De aquella colonia china que dominaba en el Cartago de hace cincuenta afos, el chino Alan fue el mas rico y el mids “rajao". Habia que ver los rosarios que é1 patrocinaba. No les ganaban en ningta aspecto, milsica de primera... fuegos pirotécnicos trafdos de la Purisi- ‘ma China, faroles chinos, un lujo oriental que destumbraba a los pa- triarcas cartagineses que recuerdan al chino Alan, como a una especie de emperador panadero medio cristiano y medio budista, Fue él quien regalé a la Virgen el magnifico baldaquino de plata que atin luce, como ‘una de sus mejores joyas” (Zavaleta, 1942: 558). El poder sugestivo de estilos extranjeros y los nuevos descubri- mienios cientificos transformadores de Ia imagen del mundo ejercen su influjo a través de las fronteras de pueblos y naciones, En este sen- tido, parte del estilo costarticense ha sido mantener apertura al desa- rrollo cientifico y educativo extranjero. demas, ninguna cultura, es- pecialmente después de la formacién de los modetnos Estados nacio- rales, ha evolucionado hasta ser una cultura nacional en medio de un ‘completo aislamiento, aunque tampoco s¢ ha dado el caso de que un pueblo hubiese asimilado completamente, y sin moditicaciones e in- Terpretaciones, una cultura extrafia. Blanco Segura presenta el caso del cristianismo americano criollo, “que tanto tiene de espaol pero tam- bién de indio, aunque parezca extraiio para muchos* (Blanco Segura, 1960: 31), 6, Las unidades estilisticas también son méltiples debico al cambio continuo del material humano que es agente de fa cultura, Si una parte considerable de una poblacién cambia su idioma, su ocupacion, su religion, su educacién, su. comportamiento politico, etc., adquiere ras- 08 diferentes de las otras partes que no hicieron tal cambio, En las comunidades indigenas pueden verse sectores que han hecho un cam- bio en esa direcci6n, lo cual es una fuente de conflicto interno en ellas, porque la gente inclinada a mantener rasgos propios y apropiados dis- tintivos ha presentado resistencia a la direccién del cambio del grupo dcnominado a si mismo progresista. Otro ejemplo se zefiere a estilos 20-—Facla de iso y Lee de vida observados ahora en las costa del Pacifico de Costa Rica. En los sectores rurales de esas costas predominaba el estilo campesino del “cholo”, un estilo de campesinado pertférico diferente del estilo cam- pesino del Valle Central (Bozzoli, 1977). El estilo del cholo ha sido reemplazado por el de los extranjeros que han comprado las tierras de esas Costas. Mil. Ia unidad de estilo de vida En los estilos de vida existe la unidad estilistica solamente como una de tantas tendencias que luchan por imponerse. Esta unidad per- cibida en modos de vida costarricenses se ilustrard segin tres perspec- tivas, entre otras posibles, Ellas son la continuidad durante lapsos de tiempo de variada duraci6n, de los patrones culturales; las actitudes centrales de un estilo; y los modos existenciales determinados por con- diciones econémicas, ambientales y otras que influyen en las adapta ciones humanas a un entomo sociocultural determinado. Seguidamente se prove un ejemplo de continuidad. Ia) residente en Costa Rica en 1999 puede haber experimenta- ‘do un estado emocional semejante al descrito por el Profesor Polakows- Iki en 1877, por la manera cosiarricense de inclicar las direcciones de Jas casas: “Las calles, con pocas excepciones, no tienen ningén nombre, ni las casas ntimeros, Se necesita un viaje formal de descubrimiento para encontrar la habitacion de una determinada persona. Para esto hay que conocer el arbol genealégico de la familia y todos los nombres de pila, pues, como es sabido, son éstos los mas importantes y los més usuales. Ahora, como entre 5 hombres hay por lo menos dos José Ma- tia, un Juany un Manuel, le produce este caos al europeo, al principio, cierta mediana desesperaci6n, Por los supradichos motivos se debe dar una larga explicacién para describir el lugar donde esté situada tuna casa, asi se dice en anuncios de periédicos: “la casa se encuentra a Ato de omens mos singe esd naugusl—21 dos cuadras y media en la parte de abajo de la plaza, frente a la casa del sefior N.N.” (Polakowski, 1940:630). La continuidad de costumbres sefleja unidad de estilo, La explica- cién de la anterior posiblemente resida cn alguna actitud: ginformali- dad?, gana manera de establecer distancia entre lo privado y lo pabli- co?, guna manera particular de humanizar el espacio?, ete, 1Los estilos tienden a imponer la unidad, es decir tienden a refle- jarse en Jas manifestaciones vitales de conjuntos «le formas culturales, mediante la generalizacién de algunas actitudes. Se pueden considerar entre las respuestas a situaciones concretas las actitudes desarrolladas por los individuos en el didlogo con esas situaciones. Luego algunas de esas actitudes se tornan comunes y se constituyen en nécleo de los estilos de vida. No se emplea la palabra nicleo como algo fijo, pues todo en la cultura es cambiante, sino més bien como conjunto de ele- mentos centrales y orientadores por periodos determinados. Las acti- tudes se convierten en interpretaciones de, © posturas frente a ese mundo donde se dan las situaciones concretas. Se manifiestan en las concepciones del mundo, en los mitos, es decir, no siempre reflejan un mundo real, pero si un mundo ideal. Forman el mundo conceptual que da un mismo sentido a las numerosas manifestaciones que consti- tuyen ese modo de vida. De tal manera, las actitudes centrales 0 nu- cleares son fuente de unidad en el modo de vida. A manera de ilustraci6n, se hard referencia a esa constelacion de actitudes atribuidas a Costa Rica como pats, las cuales encarnan la vi sion de la homogeneidad en la cultura costarricense, como la vocacion por la paz, la democracia, la igualdad, la educaci6n, y otras, acompa- ihadas de la percepciGn de la homogeneidad de los habitantes englo- bados en una etnia nacional. La critica 0 desconstrucci6n de esta vi- sin se ha convertido en una fuerte corriente de investigacién en las ltimas décadas (véase Soto, 1998, como ejemplo y por la recopilacién, de la bibliografia pertinente). La composicion étnica utilizada para sus- 22-Faclnd de isfy Letras tentar la vision de la diversidad, sirvié también a los proponentes de Jas explicaciones de la unidad; los'argumentos fueron homogeneidad de la poblaci6n autéctona (Blanco Segura, 1960: 25) y su escasez (Fa- cio, 1938: 185; Fischel, 1997: 76; Karnes, 1953: 267); escasez de la mes- tiza y negra (Karnes, 1953: 267), predominio de poblaci6n de origenes ‘europeos (muchos autores, véase Soto, 1998). La actitud fue soslayar Ja presencia cultural de ciertos grupos en la vida nacional y enfatizar en la de grupos de origen europeo. Sin embargo, aun con estos gr- pos, hubo pofiticas para asegurar su inserci6n en la nacionalidad cos- tarricense, si bien se habl6 de flexibilidad implicadora de respeto ha- cia sus costumbres. Considérese este ejemplo de 1850: “Las contratas de colonizaci6n, celebradas i propuestas prometen la esperanza de aumentar por su medio nuestra escasa poblacion....” juzgo conveniente que se adopten con anticipacin algunas reglas de conducta. La principal seria, en mi dictamen, liberalidad de principios para con los que quieren constituirse miembros de nuestra sociedad; pero al mismo tiempo celo discreto para hacerlos, amar i obédecer nuestras leyes. En las concesiones de tierras convencria referir 4 los ‘que emigran directamente de sus respectivos paises, pues aquellos que’ han residido en otros sin fijarse en ellos, dan idea, aunque no la mere2= an, de que son mal avenidos; pero tal preferencia no excluye que se Jes trate i considere como tal alos dems ... deberfa ser requisito esen- cial que las nuevas poblaciones estuviesen sujetas, como todas la de la Repablica, 4 las leyes i las autoridades, sin perjuicio de concederles, por tiempo determinado, aquellas excepciones i privilegios que son de costumbre. ... Mas independizarlas de las leyes ide las autoridades, equivaldria a tener Bstaclos independientes dentro de la Repablica, la cual siendo de limitada extension debe estar organizada (excepto alo ‘que conciemne al régimen municipal) conforme 4 los principios de uni- dad i de concentracién® (Mora, 1949: 304-305). tras actitudes han sido igualmente cuestionadas como homoge- nizadoras, pero aunque no se puedan ligar totalmente con la realided, ‘cw de omens amieseos disap lei onggurt —23 se pueden presentar en su plano ideal. En cuanto a la vocacién por la paz, Fischel ha propuesto que Costa Rica ensayé un estilo politico que buscaba suscitar el consenso y limitar la represién (1998.75) y otros la han precedido y la han sucedido. Uno de los viajeros tempranos, Po- lakowski en 1877, observa (1943: p, 45): “las revoluciones las promueven las ilamadas clases superiores centre las cuales se encuentran siempre muchos elementos que maqui- nan la caida del gobierno existente solo porque ellos mismos quieren conseguir un destino como altos empleados en él respectivo nuevo gobierno". Otro viajero CAnénimo, 1944: 117) habla de “ausencia de guerras civiles ya que de tales no se pueden calificar las algaradas, rifias y mo- tines que se han sucedido", Barahona resume el pacifismo propuesto por observadores propios y extrafios (Barahona, 1947: 56). Posibles actitudes por la paz se muestran de otras maneras. De acuerdo con Melendez, el documento impreso mas antiguo del Archivo Nacional es de 1830 y viene quizés de la primera imprenta, denominada La Paz, (tras imprentas de 1831 y 1834 se denominaron La Libertad, la Merced y la Concordia, reflejindose en esos nombres actitudes cordtales (1990: 5253). Lavocacién porla democracia electoral se ha ligado con los cabil- dos de ia Colonia y posteriormente con las municipalidades; en lo que esto se relaciona con la poblacién indigena, en el siglo XIX en el Valle Central Jos indigenas puclieron defender algunas posiciones y nego- iar sus intereses mediante el voto en el sistema municipal (Bolaios, 1999), pero en otras regiones su participaci6n es posterior. Una expre- ién temprana sobre este asunto, de 1892, decididamente incluyé el derecho de los indigenas al voto; es en referencia al establecimiento de la municipalidad en la comarca de Limény el debate que se dio con respecto al ntimero de sufragantes: Acad be Most y Lets “wu €l Gobierno abunda en los mejores deseos de ver que cada secci6n de la RepGblica se disija y gobieme por si misma, haciendo el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, en lo que respec- taa la Comarca de Limén... no podia considerarse debidamente repre- sentado el derecho del sufragio en tres personas, tratandose de pobla- cion de algunos miles de habitantes, inclusive los del territorio de Ta~ ‘malanca, que por ley tienen derecho perfecto de tomar participio en toda eleccién” (Vargas, 212). En realidad, el proceso para llevar a la practica esa Ley no se ter« ‘miné en Talamanca sino en Jos 1970s, y en el caso de guaymies nativos € inmigrantes a Costa Rica, en los 1990s, Con respecto a la igualdad, la idea de una nacionalidad basada én la homogeneidad del pueblo, con Ia abolicién de todas las diferencias, sociales, es una idea moderna. Con la nocion de homogeneidad cultu- ral, Costa Rica procuré llevar a la prictica el ideal de la igualdad, me- diante sistemas juridicos, administrativos y de servicios sociales garan- tizadores de trato semejante a todos los ciudadanos. Otra percepci6n. de iguatdad viene de informes como éste: Polakowski en 1877 se refe- aesa caracteristica del medio rural donde “patronos y trabajadores, campesinos ricos y campesinos pobres, trabajan juntos, y el trabajo no es ninguna vengtienza’ (1943: 45) y agrega otro rasgo que se ha repeti- do constantemente, que la poblacin es muy trabajadora, ademas de se-, falar la dedicaci6n a la agricultura como elemento unificador (1943: 53). Igualmente fo hacia Joaquin Vargas Coto en 1945 en referencia a la. | personalidad y obra de! Presidente Ricardo Jiménez. (1945: 121-123) donde la vocacién por la agricultura une al personaje con los demas costarticenses. Don Ricardo, sin embargo, era consciente de la presen, cia de lo que él mismo denominé “clases altas, clase artesana, obreros | ¥ pueblo” (Jiménez, 1955: 166). Pero en la visi6n de la homogeneidad ciertamente se han soslayado las diferencias de clase. Esto quizas pro- viene de retener una vision de Costa Rica aplicable al temprano siglo XEK Act ames isms Stings cia inane —25 “Ia mayoria de quienes han escrito sobre el tema estén de acuerdo ‘en que no hubo una sociedad totalmente igualitaria, pero se enfatiza gue tampoco hubo una division de clases muy profunda, aunque si reconocen la existencia de grupos mis fuertes con diversas orientacio- nes politicas. Los liberales —-burgueses— de San José se identificarian con la oligarquia cafetalera que en 12 década de los cuarenta ya se manifestaria en plenitud” (Campos, 1987: 109). En cuanto a la educaci6n, una vocaci6n generalizada por la ins- trucci6n pabiica se hace evidente aun en documentos muy tempranos de historia del pais, Puede ser que esta Vocacion esté maltrecha aho- m Se puede ubicar en esas tendencias en lucha por imponerse para el logro de la unidad del estilo, este fendmeno de seleccién y caracte- rizacion de representantes de modalidades existenciales. Por ejemplo, se transmiten imagenes del campesino como modalidad existencial (Barahona, 1945, 1946), tanto la idealizada en las virtudes del labriego sencillo abarcadora de todos los costarticenses en el Himno Nacional, como la de los vicios y defectos del réstico con que aparece a los ojos del citadino comin. Otra modalidad existencial conceptualizada en Costa Rica es la del colonizador de la frontera agricola (por ejemplo ver Solis, 1988). Se agrega la maestra como modalidad existencial de relevancia en la cultura costarricense, por recordar igualmente la edu- ‘caci6n como rama de la cultura en la que el pais ha puesto énfasis y citar al respecto un viajero anénimo quien escribe en 1943: “Este pueblo ... tiene ... la suerte de ser educado en su infancia por la mojer que en este medio abiilico es la fuerte, femenina, inquie~ ta, y bella imagen del pasado. La mujer tica integra la casi totalidad del cuerpo docente costarricense: equilibrio y armonia, intuici6n clara, pe cepcion rapida, celebracién logica y comprensién de problemas, tuaciones y acontecimientos. 26 —Foeuts de Poway Las La “maestrita” —oh! temible persistencia del diminutivo— no po- see la petulacion pedagogica de'la “argolla” que cirige la enseftanza desde la Secretaria del ramo. Es competente, con espiritu de sacrificio ¥ exquisito sentido de su vocaci6n ... la “maestrita” de Costa Rica se ‘mantiene a la altura de su misin educativa, Si no ha producido mejor cosecha débese a la mala direccion y pésima organizacién de la ins- trucci6n péblica, Para ello no hay mas que tomar en comparacion el ejemplo vivo de la “maestrita” de a cincuenta colones del interior re- moto y el petulante inspector de a cuatrocientos que la fiscaliza de ver en cuando enviado por a Secretaria, (AnGnimo, 1943: 126). Se afirmé ya que en los estilos de vida la unidad estilistica es una de las tendencias que luchan por imponerse, tendencia constituida en un marco dentro de cuyo ambito queda margen © espacio para conte- nidos muy diversos. Se podria considerar que en el Valle Central la unidad estilistica consistié en una tendencia impuesta por los criollos; el estilo de San José se impuso en el Valle Central, yel del Valle Central en el pais; en la provincia de Limén, regién en la cual se emplean distinciones étnicas por origenes nacionales diversos, aun antes de la ‘construccién del ferrocarril (véase por ejemplo un informe de 1862 en’ Angulo, 1966), y actualmente distingue entre “latinos”, “indios", “ne- gros", “coolies”, “chinos”, “guanacastecos’, “nicas", “panas” “misqui- tos", “gringos”, “extranjeros’,etc., habria una tendencia ganadora de la lucha a lo interno del estilo afrocaribefio la cual también haria sobresa-, iente esta cultura en el perfil cultural regional; los estilos indigenas s¢ distinguen por la tendencia impuesta en los territorios en donde resi- den, Es en estas tendencias en lucha por imponerse en las que se 206 moda el esfuuerzo por crear y mantener identicad. ‘TeGricamente cada tendencia propende a ser homogénea y desa! rrolla su poder proselitista para dominar la mayor extension posible, pero la unidad de un estilo de cultura debe imponerse 0 desarrollarsey ante todo, en los siguientes medios 0 factores generadores de diversl- dad anteriormente descritos: ‘Ato dom araemics sigs yc rangui— 27. 1) _ En pugna oon las tendencias autonomistas de las ramas de cultara, 2) Frente a la competencia de estilos regionales diferentes. 3) Frente a la competencia de los estilos propios de una clase social dentro del conjunto. 4) Frente a la vecindad competidora de estilos de cultura extrafios, segén lz constelaci6n historica mundial y la simbiosis con otras culturas, 5) Enel transcurso de estos procesos se generan sin tregua nuevas situaciones internas y externas, a las que los estilos de vida deben hallar continuamente nuevas respuestas, en las crisis de estilo de una época y en medio del reflujo de las cortientes ideol6gicas, respuestas que si bien se producen dentro del “marco” de los esti- los de vida nacionales, no dejan de modificarios correspondiente- mente. JV. Tensién polar: lo particular y lo universal. En la multiculturalidad se expresa una condici6n de tensi6n polar entre ideas universales y particulares. En esta tensiGn también reside el. cardcter dindmico de los estilos. Se podria considerar que el Estado manifiesta lo universal, y las culturas locales y étnicas dentro de él se- rian las expresiones particulares, pero sin caer en un ctiterio estatico, pues en realidad, tanto el Estado como sus divisiones étnicas, locales, de clase v otras se mueven a su vez hacia lo particular o hacia lo uni- versal. El Estado va en direccién universal cuando se une en alianizas comerciales o tratados de reciprocidad con otros estados, y en direc- ci6n particular cuando ejerce soberania 0 cuando se aisla para no par- ‘icipar en un conflicto internacional. Bl aistamiento ha sido concebiclo como una norma de la cultura costarticense, en especial en lo que respecta a sus relaciones con Centroamérica’. Este aislamiento se ha construido a partir de varias razones, entre ellas la de la composicion étnica, con un argumento como éste: Los primeros espafioles evitaron Ja region por la poca abundancia de indios para sojuzgar; algunos gru- pos indigenas eran numerosos pero por las dificutaces para dominarlos, 28 Fee de Pisin Lee les fue permitida cierta libertad para mantener habitos y preferencias; se propone —errneamente se dirfa hoy*—, que los mestizos eran pocos, Y que los europeos de Costa Rica, por sus prejuicios raciales, no han desconfiado de las aptitudes politicas de los indios, mestizos y negros (percibidos como menos abundantes) en Costa Rica, pero si de las de los otros paises (percibidos como abundantes) (Karnes 1953: 267). Pero si la pteferencia por el aislamiento, por éstas u otras raz0- nes, se sigue percibiendo en los estilos costarricenses, se puede dat como ejemplo de direccién particular. Una nocién costarricense em- pleada a menudo en contextos de politica social da idea de las dos, direcciones polares: es cuando se habla de fuerzas progresisias y fuer- zas retardatarias (véase por ejemplo, Facio, 1939: 318). Caben otros ‘ejemplos: La Municipalidad de San José se orienté en direccion univer- sal entre 1814 y 1841 cuando aprob politicas de interés nacional y no solo para su jurisdiccién (Campos, 1987). Nicoya va en diceccién parti cular cuando manificsta su identidad por medio de tradiciones propiag, en las fiestas de San Blas o de ‘nuestra sefiorita la Virgen de Guadalus, pe" (descritas en Leén, 1942), y en direccién universal cuando se une a tn sistema de educaci6n universitaria de indole nacional o internacio- nal, La comunidad indfgena bribti va en direccion particular cuando acepta la ensefianza escolar del idioma bribri, o cuando opone resis- tencia a la explotaci6n minera en sus tierras, pero va en direccion uni- versal cuando acepta ser parte de Ia Iglesia Cat6lica, de Iglesias protes- tantes o de la Fe Bahai. Atin asi, Nicoya 0 la comunidad indigena son mais paiticulares que el Estado. Porlo menos desde mediados del siglo pasado est documentada en Costa Rica una expresion denominada “espiritu de localismo” el cual es otro ejemplo de la direccién hacia lo particular. Don José Maria Castro le atribuy6 ser la causa de la discor dia entre San José y las otras ciudacles centrales de Costa Rica, y Fer- nandez Guardia 100 afios después acoge la explicacién, agregando que la kucha sangrienta por causa de este espiritu desaparecié de Costa Rica en 1842 (Fernandez Guardia, 1940). Otros se han referido a ese espiritu de localismo posteriormente (Annimo, 1944: 120; Rodrigo Facio analiza que las aptitudes politicas desarrolladas por el sistema ‘Ato de meal a mize dings yess anger —29 municipal desde Ia Colonia tomaron la direcciOn y sentido de los loca- lismos, 1939: 273-275). Sin embargo, el espiritu de localismo también es un ejemplo de las tendencias de cada estilo a luchar entre si para imponerse. V. Conclusion Se ha presentado la multiculturalidad de Costa Rica mediante la noci6n de estilos de vida, los cuales son diversos porque cada uno ‘manifiesta sus particularidades, y también son diversos porque cada estilo muestra heterogeneidad interna. En las dltimas décadas se ha reconocido mas la presencia de diferentes estilos culturales. La imagen homogénea de Costa Rica acompafia la construccién de la nacién. La tendencia de los estilos de vida de imponer unidad se observa en las continuidades, en la prevalencia de algunas actitudes yen representa- ciones mentales. La naci6n-estado tanto como sus divisiones cultura- les se mueven hacia lo particular Chacia intereses propios, hacia carac- teristicas idkemttarias) y hacia lo universal (compartir caracteristicas con otros estilos culturales). ‘3O—-Faca de iy Ler NOTAS 1. Se hi analizado fa participacién de 16s intelectuales costarricenses (principal ‘mente jurists, historiadores, ge6grafos) y extranjeros (los viajeros, los natura: lists y otros) en Ia difusién de Ia idea de homogeneidad cultural costarrivense ‘a bibliografia al respecto se priede encontrar en Soto, 1998). La vision de la heterogencidad es principalmente una contribucién de profesionales de fa Antropologia, y de algunos historiadores de mediados de los 1960 en adelante (bibliogratia en Bozzi, Ibarra, Quesada, 1998), Se ha tratado de car unidad a ‘ste ensayo ilustrando ambas visiones con esos puntos de vista de profesionas Jes cuya influencia ve ha tomado en cuenta en la educacién, con citas de una ‘muestra de autores de la Revista del Archivo Nacional, la cual se ha publicado con regularidad desde 1936. 2, La concepmualizacion de estlos ce cultura, la relacién entre unidad y heteroge- neidad, y de la polaridad entre lo particular y universal, empleadas en este tuabgjo, se basan en la obra de Esich Rothacker (1957). 3. Kames (1953) analiza el alstamiento seg factores geogrificos, la compoak- cién étnica, lis politcas de distrbucion de la derra desde la Independlencia, et papel de las municipalidades en prover servicios pablicos, los requisitos dela agricutura del caé, la aversién al servicio militar. Facio (1938: 178) menciona ‘que el primer grupo de historiadores nacionales concuerda en que fiubo aisla- lento de la Provincia durante toda Ia Colonia 4. Véase, por ejemplo, Melendez, 1992, sobre predominia del mestizaje a partt

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