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Instantes de Verdad

[Cuento]

Reiner Retana Sln.


Reiner Retana Sln. Instantes de Verdad

A
l igual que todos los Mayos, de nuevo las lluvias azotan el zinc de este ancestral
caserón, el frío es terrible, insoportable para un viejo enfermo como Yo. Ha de
agregarse a la dolorosa nómina de pesares, la cual no estará colmada hasta que por
fin muera, que hoy corresponde a Luna Llena: las articulaciones me duelen más que
cualquier otra fría noche en los últimos años.

He dado el postrer griterío a la sirvienta. ¡Mocosa ladrona! Nunca me simpatizó, se salvó


que nunca la pesqué con las manos en la masa. Cuando vuelva encontrará una atroz
sorpresita. ¡Me encantaría que se muriese de la impresión! Pero no sucederá; sin duda
alguna reirá mientras hurgue en mis cajones. Con todo gusto quemaría mi dinero, pero se
llevaría entonces mis joyas.

Mas no importa, todas mis porquerías serán desfalcadas, sino por esa carroñera entonces
por mis abogados y familiares.

¡Si hubiese infierno los vería ahí!

¡Nada me llevaré! Siempre lo supe, con necedad me desentendí de algo tan lógico como
vital. ¡Y no obstante a siempre haberlo sabido es hasta ahora que lo comprendo!

¡Por fin Morfeo me sacará perpetuamente de esta podredumbre! Con cuántas ansias lo he
esperado por más de treinta y ocho años. ¡Lo siento! Lo siento con esa clara fuerza
premonitoria que jamás creí real sin importar con cuanta porfía me asegurasen su
existencia.

“No tiene sentido fiarse de los presentimientos -afirmé siempre-, son patrañas, autoengaños;
definitivamente es algo irracional.”

Tenía que estar al borde de la muerte para abrir los ojos. ¡Cuán terco he sido!

Mi pecho, mi decaída caja torácica; puedo ver la delgada y arrugada piel agitarse al fatigado
ritmo de mi decrépito corazón. Esa infructífera acción pronto acabará y podré entonces
descansar, o por lo menos no cansarme más.

Toda la vida estuve errado, la muerte no es la confirmación de la existencia. ¡No! ¡Por


Abraxas! ¡No estoy completo! No me siento realizado ni satisfecho, todo lo que pretendí
dogmatizar es de infame estirpe. Sé que en pocos instantes moriré y es evidente que mi
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error fue esperar que el tiempo me llenara de sapiencia y serenidad. ¡Pobre ingenuo de Mí;
Cronos me ha destruido en vez de iluminarme!

El tiempo es la más valiosa posesión del pobre y el más tiránico enemigo del rico.

¡Maldito Aguirre! Te recuerdo morir, no querías que sucediera, viviste con miedo a perecer,
eso no fue vivir: tan sólo te escondiste de la muerte. ¡Cómo si fuese posible burlarla! Todo tu
capital y finalmente de nada te sirvió. Tuviste suerte de no ver la carnicería que hicimos de
tus bienes. Si lo hubieses sospechado los habrías malgastado en los casinos y los bares
con mujerzuelas y drogadictos.

Ahora es mi turno, sin lugar a dudas mi hora negra ha llegado, el espejo no me engaña,
tengo la misma expresión de terror e impotencia que te desfiguraba la cara.

Jamás podría imaginar Leonardo que mientras se casa con esa voraz ramera: ¡Sucia caza
herencias!, Yo muero.

Es inevitable y no hice caso, en la misma forma en que crucé la vida... así saldré de ella: en
primera instancia solo y sin esperanza, en segundo lugar confundido y ansioso, y para
cerrar, Escéptico.

¡¿Cuál moribundo no rememorará su existencia?!

Esa posición tomada a mis precoces quince años jamás me dio una verdadera paz mental;
¡Jamás! En los pocos y separados años que intenté hallar respuestas a mis persistentes
cuestionamientos filosóficos fuera del Ateísmo tampoco conseguí tranquilidad. La sed que
adolezco de ningún modo ha sido aliviada.

La Vida no es más que una caprichosa cadena de intervalos emotivos. No lo afirmo


basándome únicamente en mi vacía existencia sino que en lo mucho que vi durante mi
doloroso deambular entre los Hombres y puedo afirmar, sin pretensión de soberbia, que
tanto ateos como creyentes carecemos por igual de real y continua satisfacción. La
incredulidad del ateo tiene su homóloga en la debilidad de la fe del creyente. Cierta
sentencia cristiana lo pone en clara evidencia: “Si tuvieras fe como una semilla de mostaza
serías salvo.” Así de escasa es la fe de los “creyentes” en su credo. Sus dioses les son
útiles para los momentos duros, es ahí cuando los buscan; necesitan de la adversidad para
justificar su dogma, sus deidades son creaciones con las que pretenden hallar paz y nada
más.
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No negué ni negaré nunca que La Vida es una Actitud basada en la Aptitud.

Durante mi vida me dediqué a las conjeturas dialécticas y ni la más pesimista de mis ideas
atisbó que mis últimos instantes serían así.

¡No! No me arrepiento de seguir tenazmente mi inquisitiva y obstinada naturaleza, no lloraré


a ningún ídolo de manufactura por su misericordia. ¡No la necesito!

Leonardo, siempre has sido mi consentido, realmente lamento que en instantes tan
decisivos para cada uno tengamos que estar separados, pero te deseo que disfrutes.
¡Disfruta de la imagen del hermoso espejismo así como Yo gozo de la desilusionante
escena de la realidad!

No desperdiciaré todos mis años en estos escasos instantes, no moriré incompleto.

¡Brindo esta copa de Merlot a tu salud juvenil!

¡Mozart, comparte con este pasante Die letzte kleine Nachtmusik!

Y dado que durante La Vida entera no escatimé en procurarme los placeres del cuerpo en
igual grado que los del intelecto no me permitiré perecer sin degustar por última vez el
deleite del buen tabaco.

La Vida no es justa ni injusta, pero los actos sí. Procedí bien y por ende esto es como debe
ser: ¡Perfecto!

Muchacho mío, ahora me río de ti y de Mí. Yo también renté un ostentoso vehículo para mi
matrimonio, di un exagerado banquete tan fausto como el que derrochas tú hoy.

El dinero no trae implícita la felicidad, cuando menos no conocí ningún caso verídico durante
mi longeva existencia, espero que no tardes tanto como Yo para comprender que sublimar
lo material es nefasto para el ser.

¡Malgasta mi maldito dinero! ¡Regálalo si así lo prefieres pero no lo adores como


estúpidamente hice Yo!

De todo lo que hay en este mezquino mundo lo único que aún amo eres tú, tu católico
matrimonio me es un insulto, pero nadie es ni será perfecto, te perdono esa debilidad de
carácter y solamente espero que no te dejes ensuciar la cabeza con esas patrañas judeo-
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cristianas de profetas, mesías y milagros. Te deseo todo lo bueno que tuve, que no sufras
nada de lo mucho que me torturó y que te regocijes de las muchas cosas bellas que para
Mí fueron vedadas.

Y para el resto del mundo tengo más reproches que halagos porque en realidad me parecen
dignos de repudio, desde las mercantiles prostitutas hasta los ociosos adictos, tanto los de
drogas como los de palabras; los Hombres jamás conseguirán extinguir de su naturaleza la
maldad y la mezquindad que les distingue y les eleva sobre los demás animales.

Y si lo merece o no, es cosa que nada puede importarme, así que en el mundo se queda
todo lo que poseo, pero de todo lo que conseguí con esfuerzo y sacrificio sólo hay algo que
podría negarle: ¡Mi Comprender! ¡Y con gusto se lo dejaré!

Es éste el más generoso acto que nunca he realizado. No voy a cometer ese error al que
considero mayor, no confundiré a nadie con dogmas huecos y adornados con palabras de
diccionario y citas de libros empolvados. Teniendo de frente a La Muerte he comprendido
que la única Verdad de La Vida es aquella que está más allá del creer, del pensar y del
saber, esa Verdad tiene un solo nombre que es Comprender. Todo aquel que pretenda
creer, pensar o saber es un ingenuo que cree aliviar su vacío, pero en realidad lo único que
logra es defraudarse a sí mismo porque el vacío del Hombre es insaturable, ninguna de las
opciones será suficiente: dinero, lujuria, gula, vicio, erudición, arte, gloria, fama, bondad,
amor... por igual nada satisface completamente. Ni siquiera “Dios” porque no existe.

Punzadas despiadadas desgarran mi deteriorado músculo cardiaco, pronto recibiré la eterna


tranquilidad de la inconsciencia, me mantengo sereno, no veo ángeles ni demonios... ni los
veré.

En mi lecho mortuorio me esfuerzo por completar mi Vida, cansado del lujo y del teatro me
despido del mundo.

Mi verdadera herencia para La Humanidad es un testimonio de Ateísmo.

Sólo viviendo fielmente mi Verdad estoy completo... puedo ya morir en paz.

Reiner Rtn. Sln.


Sábado 19/05/2001

reiner_retana@hotmail.com

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