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En este segundo volumen de su monumental bio- grafia de Trotsky, el re- Gientemente desaparecido Isaac Deutscher abarca os afios que constituyeron lo que puede considerarse el periodo formativo de la Unién Soviética, Partien- do de 1921 y de la secuela de la guerra civil, cuando el protagonista se hallaba pide del poder, el termina con la rpulsién de Trotsky de la Unién Soviética en 192 el cemienzo de la indus. trializacién y la colectivi- zacién forzosas puéstas en marcha por Stalin. A lo largo de esos nue- ve afios se desarrollé el drama‘del partido bolche- vigue, que, a raizde la muerte de Lenin, se vio enyuelto en la mas violen- ta y trascendental contro- versia politica de nuestro siglo. En el relato magis- tralmente documentado de Deutscher aparece Trots- ky en el centro mismo de la lucha, como principal adversario de Stalin, abo- gando “prematuramente” por la industrializacién y Ia planeacién cconémica, SSE ee ' Isaac Deutscher Trotsky El profeta desarmado (1921-19291 Ediciones ERA S.a. PRIMERA EDIGION EN tors: 1959 ‘rrvLo onicInaL: The Prophet Unarmed. Trotsky: 1921-1929 © 1959, oxrono UNIVERSITY PRESS, INC. NUnVA VoRK/LONDRES PRIMERA EDICION EN ESPANOL: 1968 TRADUGGION DE JOSE LUIS GONZALEZ ‘10008 108 DERECHOS RESERVADOS/IIECHO EL DEPOSITO QUE MARCA LA LEY © 1968, EpIciones BRA, Ss. A. ‘Astost0 onrecA 1258 ALTOS, MEXICO 12, D. F. BMEPRESO Y HEOMO EN MEXICO / PRINTED AND MADE. IN MEXICO INDIGE Prefacio BL PODER Y EL sUERO EL ANATEMA “No SOLO DE POLITICA...” UN INTERVALO LA conmtenoa pecisiva: 1926-1927 UN ASO EN ALMA ATA. Bibliografia Indice de nombres 16 158 192 363 431 438 Carlyle eseribié una yer que, como biézrafo de Cromwell, habja tenido que sacar al Lord Protector de bajo una montafia de perros muertos, una enor me carga de calumnias y olvido. Mi tarea, como biégrafo de Trotsky, ha sido un tanto similar, con la diferencia, sin embargo, de que cuando yo me apresté a asaltar mi’ montafia de perros muertos, grandes acontecimientos cstaban a punto de golpearla con inmensa fuerza. Yo habia concluido Et projeta armado, la primera parte de mi estudio sobre Trotsky, cuando Stalin aiin vivia y cuando el “culto” a su persona parecia tan indestructible cuan indeleble parecia el estigma que marcaba la de Trotsky. La mayoria de los comentaristas que resefiaron El profeta crmado convinieron con un critico britinico en que “ese solo libro anula tres décadas de denigracién stalinista’’; pero, desde Iuego, ni el libro ni su documentacién dieron otigen a una sola palabra de comentario por parte de los historiadores y criticos soviéticos, que habitualmente dedican una atencién desmedida a cualquier obra de “sovietologia”, por delemable que sea, que aparezca en Occiden- te, Luego vinieron la muerte de Stalin, el XX ‘Congreso y el informe “se creto” de Jruschov. Un terremoto estremecié la montafia de perros muer- tos, derrumbando la mitad de ella, y por un momento parecié que la otra mitad también estaba a punto de venirse abajo. Referencias histdricamente verdaderas al papel desempefiado por Trotsky en Ia Revolucién Rusa em- eraron a aparecer en las publicaiones soviticas por primera ver. en tes décadas, aunque la parquedad y la timider de las referencias sugerian cuin {intima cra. todavia en este caso Ia relacién entre la historia y la politica, y cudn delicado era el problema, Guando el idolo de Stalin empexd a ser destrozado y la falsificacién stalinista de la historia denuneiada en forma oficial y enfitica, la sombra del principal adversario de Stalin suscit6 inevitablemente un mtievo y vivo interés, matizado de desconcierto, Los jévenes historiadores, para quienes Jos archivos habfan permanecido hasta entonces herméticamente cerrados ¥y ahora los vefan. abiertos de par en par, busearon con avidez una res- puesta en el poco conocido historial del bolchevismo. Habiendo declarado Jruschov. que Stalin habia destruide a sus criticos en el seno del Partido por medio de acusaciones falsas y monstruosas, los historiadores esperaron naturalmente una rehabilitacién explicita de las vietimas de las Grandes Pargas. Aquf y alld la rehabilitacién se daba ya por descontada. En Polonia, por ejemplo, los esertos de Trotsky y Buisrin, Rakovaky y Radek, fueron citados y aun reproducidos por considerarse que arrojaban mucha 9 ‘ Jue necesaria sobre el enigma de la era de Stalin (y lo mismo se: hiro ‘con mis libros. y ensayos) Poco después, sin embargo, el asalto ala, “montafia de perros muertos” fue detenido en forma abrupta. A fines de 1956 o principios de 1957, ‘durante la reaceién contra cl levantamiento hGngaro, Mosc dicté wn Slto a la restitucién de la verdad histérica. Los dilemas y las fluctuaciones de la politica del momento se reflejaron una vez mis en los escritos de tema histérico y quedaron enfocados, por decirlo asi, en el tratamiento de Trotsky, De entonces acé el desprestiziado Breve Curso de Historia del PCUS de Stalin ha sido reemplazado por un nuevo compendio oficial ide historia del Partido que intenta restablecer, aunque en una versién, mo- @ifieada y atenuada, el anatema contra Trotsky; y en las publicaciones Soviéticas el volumen de escritos destinados subrepticiamente a difamar a ‘Trotsky se ha hecho mucho mayor de lo que fue en cualquier momento de la iitima década de la era de Stalin. Sin embargo, lo que otora fue un drama se ha convertido ahora en pura farsa, El anatema stalinista, con todo lo abeurdo que era, tenfa, su Niéeiea” y su coherencia: Stalin sabia que mo podia mantenerlo efectiva~ mente sin falsificaciones crasas, inescrupulosas y sistematicas del Trowky, Obras (ed. rusa), vol. VIL, pp. 318-329, "7 tan profunda y airada conviccién como Ia de Trotsky. Este empezd ahora adguirie su estatura de profeta desarmado de la revolucién, que, en lugar de imponer su fe por la fuerza, s6lo podia apoyarse en la flerza de si fe. El sho de 1921 trajo por fin Ia paz a In Rusia bolchevique. El eco de los ‘iltimes dispares se apagé en los campos de batalla de Ia guerra civil Los Bjércitos Blancos +e habian diselto y esfumado. Los ejercitos de la intervencién se habfan retirado, Se firmé la paz con Polonia. Las fron eras europeas de la Federacién Soviética fueron trazadas y fijadas En medio del silencio que se habia hecho en los campos de batalla, la Rusia bolchevique escuch6 con atencién los sonidos que provenian del mundo exterior y fue cobrando wna aguda conciencia de su aislamiento Desde el verano de 1920, cuando el Ejército Rojo fue derrotade a las puertas de Varsovia, la fiebre revolucionaria en Europa habia cedido. El antiguo orden encontré cierto equilibrio, inestable pero lo bastante real para permitir que las fuerzas conservadoras se recuperaran de la con~ fusién y el panico. Los comunistas no podian contar con acontecimien- tos revolucionarios inminentes, y los intentos de provocarlos s6lo podian « acabar en fracasos costosos. Esto quedé demostrado en marzo de 1921, cuando un levantamiento comunista desesperado y mal preparado tuvo lugar en Alemania central. El alzamiento habia sido estimulado y en parte instigado por Zinéviev, cl Presidente de la Internacional Comunista, } por Bela Kun, el desafortunado jefe de la revolucién hingara de 1919, Quienes creian que el levantamiento “electrizaria” ¢ impulsaria a la accién 2 Ja apatica masa de Ia clase obrera alemana.* La masa, sin embargo, no espondié; y el gobierno alemin reprimié el levantamiento sin gran difi- cultad. E! fiasco. sumié al comunismo alemin en la confusi6n, y, en medio Ge amargas recriminaciones, el jefe del Partido Conmunista aleman, Pau! Levy, rompié con la Internacional. El levantamiento de marzo. debilité asi més ain a las fuerzas del comunisino en Europa y profundiz6 la sen- sacién de aislaiento en la Rusia bolchevique, ‘La nacién gobernada por el partido de Lenin se hallaba en un estado provino a la daolucién. Las bases materiales de su existencia estaban Sestroradas, Baste recordar que a fines de la guerra civil el ingreso nacional de Rusia sumaba solamente una tercera parte de su ingreso en 1913, que Ja industria producia menos de una quinta parte de los bienes producidos antes de la guerra, que las minas de produclan menos de una décima parte de su rendimiento normal, que los ferrocarriles estaban des- ‘truidos, que todas las existencias y reservas de las que depende cualquier 2 Trotdy, Pyat Let Komintern yp. 284-287; Rédek, Pyat Let Kominterna, vl. 1 peeaAGS Fresh Peomiragt Rogress Kominterna, pp. 98 sity. S08 sem Lenin, Obras (ed. russ), vol. XXXIL, pp. 444-450 et pastim. ia economia para su funcionamiento estaban completamente agotadas, que ‘Tintercambio de productos entre ln cudad y el eampo se habla paraltzado, ‘que las ciudades y los pueblos de Rusia se habian despoblado a tal pun- to que en 1921 Moseti tenia slo la mitad y Petrogrado una tercera parte de sus antiguos habitantes, y que los moradores de las dos capitales habfan vivido durante muchos meses a base de una racién de dos onzas de pan y unas cuintas papas congeladas y habfan calentado sus viviendas con la madera de sus muebles, y ast nos formaremos una idea de la situacién en que s¢ hallaba el pats en ‘el cuarto afio de la revolucién.? Los boleheviques no estaban en actitud de celebrar 1a victoria, El le- yantamiento de Kronstadt lo habfa obligado finalmente a renunciar al comunismo de guerra. y a promulgar la NEP o Nueva Politiea Econémica. Su propésito inmediato consistia en inducit a Jos campesinos a vender alie mentes y a los comerciantes privados a traer los alimentos del campo a Ja ciudad, del productor al consumnidor. Este fue el comienzo de una larga serie de concesiones a la agricultura y el comercio privados, el comienzo de la “retirada forzosa” que, segiin Io reconocié Lenin, se vio obligado a emprender su gobierno ante los elementos anicquicos de la pequefia pro- picdad que predominaban en el pais. Poco después la calamidad golped a la nacién. Una de las peores ca- restias de alimentos que recuerda la historia se produjo en los populosos territorios agricolas del Volga. Ya en la primavera de 1921, inmediatamen- te después del levantamiento de Kronstadt, Moseti habia recibido con alar- ma las noticias sobre las sequias, las tormentas de arena y una plaga de Jangostas en las provincias del sur y el sudeste. El gobierno se tragé su ‘ongullo y solicité la ayuda de las organizaciones de beneficencia burguesas ‘en el extranjero. En julio se temié que diez millones de campesinos fueran afectados por el hambre. A fines del afio el mimero de victimas se habia elevado a treinta y seis millones* Incontables multitudes huyeron de las tormentas de arena y de las langostas y erraron sin’ rambo sobre Jas vastas llanuras. El canibalismo hizo su reaparicién, como un espantoso escarnio de los altos ideales y aspiraciones socialistas que emanaban de las ci des capitales. Siete afios de guerra mundial, revolucién, guerra civil, intervencién y ‘comunisno de guerra habian producido tales cambios en ia sociedad, que las nociones, ideas y consignas politicas habfan legado a perder casi todo significado, La estructura social de Rusia no sélo habia sido trastocada, sino destrozada y destruida. Las clases sociales que habjan huchado entre si'tan implacable y furiosamente en la guerra civil se hallaban todas ellas, con la excepeién parcial del carmpesinado, agotadas y postradas o pulve- Kaitrinan, Grrolcheshit Period Velkos Réxstoi Revolutst, yp, 190 signs 8 Speed soe, pp, 79-86 9 el informe de Milutin on 4 Syeed Profeyazons pp. 7277. ase eaters de Kalinin en 9 Vieronssh Spend Sooisten, pp. 2626. 19 rizadas, La avistocracia terrateniente habia sucumbido en sus mansiones incendiadas y en los campos de batalla de la guerra civil, y. tos sobrevi- Vientes huyeron al extranjero con los residuos de los Bjércitos Blancos dis- pesados a los cuatro vientos. De la burguesia, que nunca habia. side muy Flumerosa ni politicamente segura de si, una gran parte también habia ido o emtigrado. Quienes lograron salvarse, permaneciendo en Rusia F tratando de adaptare al nuevo régimen, no eran més que las ruinas de fu clase, La antigua intclectualidad, y en menor grado la burocracia, com- fieron la suerte de la burguesia propiamente dicha: algunos comian ET pan del exilio en el Occidente y otros servian a los nuevos amos de Rusia como “especialistas”. Con el resurgimiento del comercio privado hizo su aparici6n una nueva clase media incipiente. Sus miembros, Hama~ dos despectivamente les “nepistas”, se dedicaron a explotar répidamente las oportunidades que la NEP les oftecia, amasaron fortunas de la noche fa la mabana y govaron su momento con la sensacién de que a sus espaldas habia quedado un diluvio y mAs adelante los esperaba otro. Despreciada incluso por los sobrevivientes de Ia antigua burguesia, esta nueva clase media no aspiraba a desarrollar una mentalidad politica propia. La suja~ revka, el ereciente y escuilido mercado negro de Moscé, era el simbolo de su existencia y de su moral. El hecho de que la clase obrera industrial, que ahora. supuestamente ejercia su dictadura, estuviera también pulverizada, fue una sombria y jiea consecuencia de la: lucha. Los obreros més valerosos y politiza~ tos habjan sucumbido en la. guerra civil u ocupaban puestos de respon ‘abilidad en la nueva administracién, el ejéreito, la policia, las empresas industriales y una legién de instituciones y organismes piiblicos recién crea~ dos, Orgullosamente conscientes de su origen, estos proletarios convertidos ‘en comisarios no pertenecian ya en realidad a la clase obrera. Con el trans- Gurso del tiempo muchos de ellos se habfan apartado de los trabajadores y se habfan asimilado al medio ambiente burocratico. El grueso del prole- ariado también se desclas6. Masas de obreros huyeron de la ciudad al Campo durante los afios del hambre, y como en su mayoria eran citadinos de la primera generacién y no hablan perdido sus raices en el campo, fue- ron reabsorbidos ficilmente por el campesinado. En los primeros afios de Ia NEP se inicié una emigracién en sentido contrario, un éxodo del cam- po a la ciudad, Algunos viejos obreros regresaron a las ciudades, pero 1a Mayorla de los recién legados cran campesinos toscos y analfabetos sin ninguna tradicién politica, no digamos cultural. Sin embargo, en 1921 y 1922 la emigracién del campo a la ciudad fue sumamente reducida. Ta dispersién de la antigua clase obrera creé un vacio en la Rusia ur- bana. El antiguo movimiento obrero, seguro de si y con conciencia de clase, con sus muchas instituciones y ontanizaciones, sindicatos, coopera~ tivas y clubs educativos, que solian resonar con vigorosas y apasionadas dis- cusiones y eran un hervidero de actividad politica, era ahora un cascarén vvacto, Aqui y alla’ pequetios grupos de veterano: de la lucha de clases se feunian ¥ discutian sobre las perspectivas de la revolucién. Otrora habfan formado la verdadera’ “vanguardia” de la clase obrera. Ahora eran sélo tun pufiado, y no podian ver tras de sf al grueso de su clase, que antes los habia escuchado, habia acatado sus directivas y los habla seguido a los combates de la lucha social. “La dtctadura proletaria triunfaba, pero el proletariado casi habia des aparecido. Nunca habia sido mis que una pequelia minoria de la nacién; yi haba desempeiiado un papel decisive en tres revoluciones, ello no se debia a su fuerza numérica, sino al extraordinario vigor de su mentalidad, {niciativa y organizacién politicas. En su mejor momento, la industria en an escala de Rusia no empleé mucho més de tres millones de obreros. Después de la guerra civil, s6lo millén'y medio, aproximadamente, seguian empleados. Y aun entre éstos, muchos se mantenfan inactivos de hecho, porque sus fébricas no trabajaban. El gobierno continuaba pagrindoles jor fhales por razones de politica social, a fin de salvar un miécleo de la clase obrera para el futuro. Estes trabajadores eran, en realidad, mendigos, Si un fobrero recibia sus jornales en efectivo, éstos carecian de valor debido a la tatastrofica depreciacién del rublo. Fl obrero se ganuba la vida, tal como se lo permitia Ia situacién, haciendo trabajos ocasionales, comerciando en fe] mercado negro y recorriendo las aldeas vecinas en busca de alimentos. Si recibia sus jornales en especie, especialmente en productos de su fébri- cca, corria de é&ta al mercado negro para permutar un par de zapatos 0 ‘una pieza de tela por pan y papas. Guando no le quedaba nada que per- ‘mutar, volvfa a la fabrica a robarse una herramienta, unos cuantos clavos ‘0 tin sacode carbén, y volvia al mercado negro. Los robos en las fabricas eran tan comunes que, segtin Jos célculos, 1a mitad de los obreres robaban normalmente las cosas que ellos mismos producfan.* Es facil imaginarse ‘qué efectos tenian el hambre, el frfo, la aterradora inactividad en los cen- tos de produccién y el ajetreo del mercado negro, el fraude y el robo —la lucha casi zoolégica por la supervivencia—, en la moral de Ia gente que se suponia era la clase gobernante del nuevo Estado, Como clase social, slo el campesinado salié incélume de la prueba. La ‘guerra mundial, la guerra civil y el hambre cobraron sus victimas, por su- puesto; pero no quebrantaron los cimientos de Ia vida del cam - No redujeron su capacidad de resistencia y de regeneracién. Ni siquiera Jas peores calamidades pudieron dispersar la densa masa del campesinado, que, indestructible casi como la naturaleza misma, sélo necesitaba el con- facto con la naturaleza en st trabajo para mantenerse vivo, en tanto que 3 Véase 4 Syexd Profsoyazov, los informes de Bujarin, Logovsky y Miliutin. Nie att ei es tae A sr at eae it Ta pa ‘onto de la vida de un obrero. vd, p. 119, cen ar Jos obreros industriales Se dispersaban cuando la maquinacia industrial ar- tificial de la que dependia su existencia sufria un colapso. El’campesinado habia conservado su carécter y su hugar en la sociedad, Fabia mejorado su_posicién a expensas de Ja aristocracia terrateniente. Y ahora podia per- mitirse hacer el recuenio de las ganancias y de las pérdidas que la revolu- cién le habia acarreado, Al cesar las requisiciones, los campesinos abriga- ron Ia esperanza de poder recoger por fin la cosecha completa de sus posesiones agrandadas. Cierto es que vivian en una gran pobreza. Pero ésta y el atraso que Ja acompafiaba eran parte integrante de su herencia social, Liberados de la dominacién sefiorial, los campesinos preferfan la pobreza a. sus propias pequetias propicdades 4 los incomprensibles panoramas de abundancia bajo el comunismo que los agitadores urbanos desplegaban ante ellos. A los muzhiks no les preocupaban ya gran cosa las peroratas de. 1os agitadores, Se dieron cuenta de que éstos, ‘ltimamente, se cuidaban de no ofenderlos ¢ incluso trataban de ganarse su amistad y de halagarlos. Por el momento, el muzhik era en verdad el consentido del gobierno botchevi- ‘que ansiaba restablecer el “vinculo” entre Ia ciudad y el campo y Ia ianza entre los obreros y los campesinos’. Puesto que la clase obrera no podia hacer sentir su peso, el del campesinado se hacia patente con tanto mayor fuerza, Cada mes, cada semana le traian al agricultor mil nuevas pruebas de su reciente importancia, y su confianza en. si mismo aumentaba en la misma proporcién. ‘Sin embargo, esta clase social, la tinica que habla conservado su carée- ter y su lugar en Ja sociedad, era por su naturalera misma politicamente impotente. Karl Marx describié una vez, por medio de una vivida imagen, la “idioter de la vida rural” que en el ltimo siglo le impidié al campe- sinado francés “hacer valer su interés de clase en su propio nombre”; su imagen es aplicable al campesinado ruso de los afios veintes: Los campesinos parcelarios forman una masa inmensa, cuyos indi duos viven en idéntica situacién, pero sin que entre ellos existan muchas relaciones. Su modo de produccidn los aisla a unos de otros, en vez de establecer relaciones mutuas entre cllos, Este aislamiento es fomentado por los malos medios de comunicacién.... y por la pobreza de los carn Pesinos. Su campo de produccién, la parcela, no admite en su cultivo divisién alguna del trabajo...: no admite, por tanto, multiplicidad de desarrollo, ni diversidad de talentos, ni riqueza de relaciones sociales. Cada familia campesina se basta, sobre poco més o menos, a si misma, produce directamente ella misma la mayor parte de lo que consume y obtiene asi sus materiales de existencia mas bien en intercambio con la aturaleza que en contacto con la sociedad. La parcela, el campesino, y su familia; y al lado otra parcela, otro campesino y otra familia. Unas Guantas unidades de éstas forman una aldea, y unas cuantas aldeas un departamento. Ast se forma la gran masa de Ja nacién francesa, 2 por la sisiple suma de unidades del mismo nombre, al modo come, por ejemplo, las patatas de un saco forman un saco de patatas,” El enorme saco de patatas que era la Rusia rural también resulté ser completamente incapaz de hacer valer sus intereses “en. su propio nombre”, Antafio Ia intelectualidad populista, 0 la social-revolucionaria, la habia re presentado y habia hablado en su pombre, Pero el Partido Social-Revolu- Cionavio, desprestigiado por su propia negativa a Ta revolucién agra- tia y después arrojado a la clandestinidad y destruido por los bolcheviques, habia agotado su papel. El saco de patatas permanecié alli, enorme, for- midable y mudo, Nadie podia apartario de su vista, nadie podia ignorarlo © pisotearlo con impunidad: ya habia golpeado en la cabeza a la Rusia urbana; y los gobernantes bolcheviques tuvieron que inclinarse ante él. Pero cl saco de patatas no podia darle columna vertebral, forma, voluntad y vox ‘5 una sociedad informe y desintegrada. Asi, unos pocos afios después de Ja revolucién, Ja nacién eta incapar de manejar sus propios asuntos y de hacer valer sus intereses a través de sus propios representantes auténticos, Las antiguas clases gobernantes extaban ‘plastadas, y la nueva clase gobernante, el proletariado, era s6lo una som- bia de sw viejo ser. Ningin partido podia reclamar la representacién de la clase obrera dispersada, y 10s obreros no podian controlar al partido que preendia hablar por ellos y gobernar al pais en su nombre. 2A quién representaba el partido bolchevique? Sélo se representaba a si mo, es decir, a su pasada vinculacién con la clase obrera, a su aspira- ion actual de actuar como el custodio de los intereses de clase del pro- letariado, y a su intencién de reagrupar, en el transcurso de la recons- truceién econémica, una nueva clase obrera que seria capaz, andando el tiempo, de tomar los destinos del pais en sus manos. Mientras tanto, el par~ tido boichevique se manten‘a en el poder mediante la usurpacién. No s6lo sus enemigos Io velan como un ururpador: el partido apareia com tl incluso a la Itz de sus propios criterios y de su propia concepcién del Es- taco revolucionario. .08 enemigos del bolchevisino, como recordaré el lector, habfan denun- ciado desde el principio a la Revolucién de Octubre y después a la disolu- cidn de la Asamblea Constituyente cn 1918 como actos de usurpacién. Los boicheviques no tomaban en serio esta acusacion; replicaban que el gobies~ no al que ellos le habfan arrebatado el poder en octubre no se basaba en ningtin cuerpo representative elegido, y que la revolucién le habia hecho entrega del poder aun gobierno respaldado por la abrumadora mayoria de los Consejos de Diputados de Obreros y Soldados, elegidos y represen- "Marx, E19 Brumario de Luis Bonaparte, en Obras Bicones de C. Marx . Boge Edicones on Lenguns Exsanjoray Alan 1081, Tes DP i tativos. Los Soviets hablan sido una representacién clasista y, por defini cién, un érgano de la dictadura proletaria. No habfan sido elegidos sobre Ja base del sufragio universal. La aristocracia y la burguesia habjan sido privadas del derecho al voto, y el campesinado estaba representado s6lo en Ja proporcién que era compatible con la hegemonia de los obreros.urba- nos. Los obreros no habian emitido sus votos como individuos en los dis- tritos clectorales tradicionales, sino en las fabricas y los talleres como. miembros de las unidades de produccién en que consistia su clase. Esta representacién de clase era lo tinico que los blocheviques habian conside- rado valido y legitimo desde 1917 Sin embargo, era precisamente en los términos de la concepcién bolche- vique del Estado obrero como el gobierno de Lenin habia dejado gradual- mente de ser representativo, Nominalmente, todavia se basaba en los So- viets, Pero los Soviets de 1921 y 1922, a diferencia de los de 1917, no eran nj podian ser representativos: no podi tar a una clase obrera virtualmente inexistente, Eran las creaturas del partido bolchevique, y ast, cuando el gobierno de Lenin pretendia derivar sus prerrogativas de los So- viets, las derivaba en realidad de si mismo. EI papel de usurpador le fue impuesto al partido bolchevique. Una vez aie It else obrern se desimegrd, al partido Ie results impostle mantener: se a la altura de sus principios. {Qué podia o debia hacer el partido bajo tales circunstancias? ;Debia renunciar al poder? Un gobierno revolucio- nario que ha librado una guerra civil cruel y devastadora no abdica al dia siguiente de su victoria y no se entrega a sus enemigos derrotados y a si venganza, aun cuando descubra que no puede gobernar de acuerdo con sus propias ideas y que ya no goza del apoyo con que cont6 al comencar Ja guerra civil. Los bolcheviques no perclieron ese apoyo a causa de algin cambio claro en la actitud de sus seguidores de antafio, sino como resul- tado de la dispersion de éstos. Los bolcheviques sabian que su mandato para gobernar a la repiblica no habia sido renovado en forma adecuada por la clase obrera, no digamos ya por el campesinado, Pero también sa- ian que se hallaban rodeados de un vacio, que el vacio sélo podria le- narse Ientamente a lo largo de los afios y que por el momento nadie era capaz de prolongar ni de invalidar su mandato, Una catéstrofe social, una fuerza mayor, los habfa convertido en usurpadores, y en consecuencia ellos se negaron a considerarse tales La desaparicién del escenario clase social vigorosa y militante y la atrofia de la sociedad eomo resultado de la guerra civil, constituyeron un fenémeno historico extraiio, pero no imico, También en otras grandes revoluciones la sociedad, agotada, suftié un colapso, y el gobierno revolucionario se vio transformado de manera & Lenin, Obras (ed. rusa), vol. XXVI, pp. 896-100; Trotsky, Kommunizm i Te. 2 litico, en tan breve tiempo, de una _ similar, La Revolucién Puritana Inglesa y la Gran Revolucién. Francesa gnarbolaon amas al comienzo wm mew principio de gobiero’ represen. tativo contra el ancien régime. Los Puritanos afirmaron los derechos del Parlamento contra la Corona, Los dirigentes del ‘Tercer Estado francés hicieron lo propio cuando se constituyeron en. Asamblea Nacional. A con- tinuacién se produjeron Ja insurreccién y la guerra civil, como consecuen- cia de las cuales las fuerzas del ancien régime ya no fueron capaces de dominar a Ja sociedad, mientras que Ias clases que habian apoyado a la re- volucién estaban demasiado divididas entre si y demasiado agotadas para ejercer el poder. No fue posible, por consiguiente, crear un gobierno repre- sentativo, El ejército era el tinico cuerpo con suficiente unidad de volun- tad, organizacién y disciplina para imponerse al caos. Se proclamé guar- didn de lo sociedad e instauré el mando de Ia espada, una forma de gobierno abiertamente usurpadora. En Inglaterra, las dos fases generales de la revolucién quedaron encarnadas en la misma persona: Cromwell encabezé primero a los Comunes contra la Corona y después, como Lord Protector, usurp6 las prerrogativas tanto de 1a Corona como de los Comte nes. En Francia hubo un hiato definido entre las dos fases, y en cada una de ella hombres diferentes ocuparon el primer plano: el usurpador Bona- pparte no desempefé ningiin papel importante en los primeros actos de la revolucién. En Rusia, el partido bolchevique constituia el grupo de hombres com- pacto y disciplinado, inspirado por una sola voluntad, que era capaz de gobernar y unificar a la nacién . En las revoluciones anterio- tes no habia extido un partide de ese ipo, La fuerza principal de ls Purltanos residia en el ejéreito de Cromwell, y por ello cayeron bajo el dominio del ¢jéreito, El partido jacobino no nacié sino en el transcurs0 de la lucha, Era parte de la fluctuante marea revolucionaria, y se deshizo, y desaparecié con el reflujo de esa marea. Bl partido bolchevique, por el contratio, formaba una organizacién sélida y centralizada mucho antes de 1917, Ello le permitié asumir la jefatura de la revolucién y, después del reflujo de la marea, desempefiar durante muchas décadas el papel que el ejército habia desempefiado en la Tnglaterra y la Francia revolucionarias, ara asegurar un gobierno estable y avanzar hacia la integracién y reor- ganizacion de la vida nacional Por st mentalidad y su tradicién politica, el partido bolchevique estaba sumamente bien preparado, y sin embargo peculiarmente mal adaptado, para desempefiar el papel deusurpador. Lenin habla formado a sus disci- ulos como la “vanguardia” y la élite del movimiento obrero. Los bolche- vviques nunca se habian contentado con dar expresiOn a los estados de Ani- moo a las aspiraciones conerctas de Ia clase obrera. Considerahan que st isin era moldear esos estados de dnimo y alentar y desarrollar esas as- piraciones. Se veian a si mismos como tutores politicos de la clase obrera ¥ estaban convencidos de que, como marxistas consccuentes, sabian. mejor 2 que la clase obrera oprimida y esclarecida cual era el verdadero in- ters historico de Ia clase y la forma de cefenderlo. Fue a causa de esto, como recordames que el joven Trotsky los acuso de propender a erigit. su propio partido en *‘sustituto” de la clase obrera y a pasar por alto los {genutinos deseos y anhelos de los trabajadores." Cuando ‘Trotsky hizo la acu: facien por primera vez, en 1904, se adelanté mucho a los hechos. En 1917, como en 1905, los boleheviques hicieron depender totalmente terveneién en la revolucién del apoyo proletario de masas que eran ca- ‘es de obtener. Lenin y sus colaboradores analizaron con actitud rea fisea y sobria las mis ligeras fluctuaciones en la actitud politica de los trabajadores, adaptando cuidadosamente su politica a tales. fluctuacio- nes. Nunca se les ocurrié pensar que podrfan tomar el poder 0 sostenerse én él sin la aprobacién de la mayoria de los obreros 0 de los obreros y campesinos. Antes de la revoluci6n, en el transcurso de ésta y durante al- sin tiempo después, siempre estuvieron dispuestos a someter sus directivos Al “veredicto de In democracia proletaria”, 5 decir, al voto de, la clase obrera. ‘A fines de Ja guerra civil, sin embargo, el “veredicto de la democracia proletaria” se habia convertido en una frase carente de significado, ¢Cémo odia expresarse ese veredicto cuando la clase obrera se hallaba disperss ¥ desclasada? ;Por medio de elecciones a los Soviets? zA través de los procedimientes “normales” de la democracia soviética? ‘Los bolcheviques pensaron que seria el colmo de la locura por su parte dejarse orientar en us acciones por el voto de un residuo desesperado de la clase obrera y por Jos estados de inimo de las mayorias accidentales que podian formarse dentro de los Soviets irreales. Asi Megaron —y Trotsky junto con ellos— a sustituir de hecho a Ia clase obrera por su propio partido, Identificaron su voluntad y sus ideas con lo que juzgaron que habrian sido la voluntad ¥ las ideas de una clase obrera en pleno vigor, si tal clase obrera hubiese éxistido, Su habito de considerarse a si mismos como los intérpretes por excelencia del interés de clase proletario hizo que esa sustitucién resultara tanto més ficil. Como antigua vanguardia, el partido consider natural actuar como el locum tenens de la clase obrera durante aquel extraiio y, fin sus esperanzas, breve intervalo en que la clase obrera se hallaba en estado de disolucién. De esta suerte los bolcheviques extrajeron, de su pro- pia tradicién y del estado real de la sociedad, una justificacién moral para su papel de_usurpadores. La tradicién bolehevique, sin embargo, era una combinacién sutil_ de diversos elementos, La confianza moral del Partido en si mismo, su supe- rioridad, su sentido de misién revolucionaria, su disciplina intema y su arraigada conviccién de que la autoridad le era indispensable a la revolu- Gi6n proletaria, todas estas cualidades habian formado las actitudes auto- ® Wéase El profeta armado, pp, 93-100. 26 sitarias en ef bolchevismo, Tales actitudes, sin tenidas a raya gracot ala Intima: vincolagién del Pas obrera real, no meramente tebrica, a su genuina devoci aidiente creencia de que el bienestar de los explotados y los oprimides era cl comienzo yel fin de la revolueién y de que el obrero seria, a Ta larga. cl verdadero amo en el nuevo Estado, porque a fin de cuentas la Historia pronuneiarfa por boca del obrero mismo un severo y justo veredicto sobre todos los partidos, incluidos los bolcheviques, y sobre. todos sus actos, La idea de la democracia proletaria era inseparable de esta actitud. Cuando cl bolchevique invocaba esta idea, expresaba su desdén por la democracia formal y engafiosa de la burguesia, su disposicién a pasar por encima, si fuese necesario, de todas las clases no. proletarias, pero también su convic~ cién de que estaba obligado a respeiar la voluntad de la clase obrera aun cuando momentineamente disintiera de ella En las primeras etapas de Ia revolucién, Ja actitud democritico-prole- taria tuvo preeminencia en el carécter bolchevique. Ahora el viraje hacia Ja jefatura, autoritaria logré imponerse. Al actuar sin la clase obrera normal en el trasfondo, et bolchevique, por la fuerza de su viejo habito, siguié invocando Ia voluntad de esa clase para justificar todo lo que hacia. Pero Ja invoeaba sélo como un supuesto teSrico y como una norma, ideal de conducta; en suma, como una especie de mito. Empers.a ver en sw parti- do al depositario no s6lo del ideal del socialismo en abstracto, sino de los deseos de la clase obrera en concreto, Cuando un botchevique, desde el miembro del Politburé hasta el més modesto militante de base, declamaba que “el proletariado insiste” o “exige” o "nunca aceptaria’” esto 0 aquello, Jo que querfa decir era que su partido o los dirigentes de éste “insistian’ “exigian” 0 “nunca aceptarian” esto o aquello, Sin esta mistificacién semi- cconsciente la mentalidad bolchevique no podia funcionar. El Partido no podia admitir, ni siquiera ante si mismo, que no tenia ya ninguna base en la democracia proletaria. Cierto es que, 2. intervalos de cruel lucidez, los propios dirigentes bolcheviques hablahan con franquera sobre st situacién. Pero abrigaban la esperanza de que el tiempo, la recuperacién econdmica y In reconstitucién de In clase obrera le pondrian remedio; y continuaban hablando como si la situacién nunea se hubiera produeido y como si ellos todavia obraran sobre la bate de un mandato claro y-vAlido de la clase obrora.!? 2 Bn Gamgiio de los Soviets eebradoem deme de 1921, Leni. apa soemtando contra auienes cin excesiva Irecuencia se feferian a si mismhon como becientantee del proletariade”, dijo: “Disedipenme, pero. cqué desciben wstedes fowno proletanado® La clase ce los trabajadores cmpleada on la industria en gran ‘scala. Pero, gdénde erté vuesta indurtia en gran exala? 7Qué tipo de prolewrada ste? ¢Dinde esti vucstra industria? ¢ Por que esti activa?” [Obrar, ed. ess, vol. XXXITT, p, 148). En marzo de 1922, en el undécimo Congreso del Partido, Lenin arguments ana vez mis: “Desde que termind ta xuersa, ng son en verdad lox ‘tembros de la ease cbrera,aino los tramposos qe se logen enfermos para no Us @ ‘Los boleheviques habian suprimido ya, finalmente, a todos los demas par tidos y establecido su propio monopolio politico. Vieron que sélo exponién- dose y exponiendo a la revolucién al més: grave peligro podian permitir ‘que sts adversurios se expresaran ibremente y apelaran al clectorado s0- viético. Una oposicién organiada podria explotar en su provecho el caos ¥ el descontento, tanto mis fécilmente cuanto. que los bolcheviques eran incapaces de movilizar las energias de la clase obrera. Asi, pues, se negaron a exponerse y a exponer a la revolucién a este peligro. A medida que el Partido sustituyé al proletariado, sustituyé también la dictadura del_pro- letatiado por Ia suya propia. La “dictadura proletaria” dej6 de ser el go- Bierno de la clase obrera que, organizada en Soviets, habia delegado el ‘poder en los bolcheviques pero conservaba el derecho comstitucional de des- tituirlos 0 “revocarlos” como gobernantes. La dictadura proletaria se con- irtié ahora en sindnimo del gobierno exclusive del partido bolchevique. El proletariado no podia “‘revocar” destituir a los bolcheviques més de lo que podia “revocarse” o destituirse a si mismo. ‘Al suprimir a todos los partidos, los bolcheviques efectuaron un cambio tan radical en su medio ambiente politico que cellos mismos no pudieron ‘quedar inafectados. Su desarrollo habia tenido lugar bajo el régimen za- Hista, dentro de un sistema multipartidista semilegal y semiclandestino, en una atmésfera de intensa controversia y competencia politica. Aunque por ser un cuerpo combative de revolucionarios habjan tenido sus propias doctrina y disciplina que aun entonces los distinguia de todos los demés ‘partidos, habian respirado sin embargo el aire de su medio ambiente y el sistema ‘multipartidista habia determinado la vida interna de su propio ‘ido, Empeiiados constantemente en controversias con sus adversarios, Tos boicheviques cultivaban asimisio Ia controversia en. sus propias flax ‘Antes de que un miembro del Partido ocupara la tribuna para oponerse a lun “cadete” o a un menchevique, ventilaba dentro de su propia célula ‘© comité las cuestiones que lo preocupaban, los argumentos del adversario, Ja réplica quo habria de darles y la actitud y las medidas técticas del Par- tido, Si pensaba que el Partido estaba equivocado cn aleiin punto o que su jefatura era inadecuada, lo decia sin temor y sin rodeos, y trataba de convencer sus camaradas, Mientras el Partido luchaba por los derechos democriticos de los trabajadores, no podia negarles esos mismos derechos bajar, los que tan ido a las fabricas, ZY muestras actuales condiciones sociales y fconbmicas son tales que los preletstios genuiaoe van a las fabricas? ‘No. Deberian tecin Mark. Pero ‘Marr to csenbi6 wore Rona, sino sobre el eantialan ex ral, cl capitalismo tal como se ha devarrllado deeds el siglo XV. Todo. esto Fedo correct durante 600 alton pero es incorecto en la Rusia. de nuestros dina” (Op. eit, p. 268). Shlidpaikoy, tal ‘hombre de la Oposicién Obrera, le res- pondié asia Lenin: “Viadimir Tlich dijo ayer que el proietariado como clase, en Gi sentido marxisia, no existe [en, Rusia]. Permitidme que os felicite por ser la vane ssuardia cle una clase inexistente”” 1] Speed RKP (b), p. 108, La mofa expresaba fina verdad ‘marea, Veawe tabign o1 dacurso de Zinview. Tid, pp. 408-409. 28 a sus propios miembros dentro de su via organizacion.+ IA Ueseute cb naiaeal smalseniidisie loplbakeneagpes ais $6 ia giraran Jas consecuencias que eso tendria para ellos mismos. Pensaron que fuera del sistema seguirian siendo lo que siempre hablan sido: una asociacién disciplinada, pero libre, de marxistas militantes, Dieron por sentado que la mentalidad colectiva del Partido seguiria siendo formada por el acos- tumbrado intercambio de opiniones, el toma y daca. de argumentos te6ricos y politicos. No comprendieron que no podian suprimir toda controversia fuera de sus filas y mantenerla viva dentro de ellas: no podian abolir los derechos democraticos para la sociedad en general y conservar esos mismos derechos s6lo para si, EI sistema tinipartidista representaba una contradiccién esencial: el par- tido tinico no podia seguir siendo un partido en el sentido aceptado. Su vida estaba destinada a reducirse y marchitarse. Del “centralismo demo- critica", el principio bsico de la organizacién bolchevique, sélo sobrevivi6, el centralismo. El Partido mantuvo su cee ‘no su libertad democri- tica. No podia ser de otta manera. 6] 1os boletieviques se/empenaban-abors libremente en controversias, si sus dirigentes ventilaban sus diferencias en piiblico, y si los militantes de base criticaban a los dirigentes y a su poli- tica, tales cosas serfan un ejemplo para los no boleheviques y no podria esperarse entonces que éstos se abstuvieran de discutir y criticar. Si se per= mitia que los miembros del partido gobemnante formaran facciones y gru- pos para defender opiniones especificas dentro del Partido, goémo podria prohibirsele a la gente fuera del Partido que formara sus propias asocia- Gones y formulara sus propios programas politices? Ninguna sociedad pa: litica puede ser rmida en nueve décimas partes'y hablante en la otra dece sax, Despubl de uapsuaticiel Gieac o's Ruts i Uolcctiquey at pare te Lesa tote alee pe app eto El Partido mo podia resignaise a esto ficilmente, Los revolucionarios acostumbrados a no dar por sentada ninguna autoridad, a impugnar la verdad aceptada y a examinar criticamente a su propio partido, no podian inclinarse subitamente ante la autoridad con muda obediencia, Aun mien- tras obedecfan, siguieron impugnando. Después que e! décimo Congreso pro- hibi6, en 1921, las facciones dentro ‘del Partido, las controversias siguicron resonando en las asambleas bolcheviques. Los miembros de ideas afines con- tauaron apripanidese eigen trodcnanr *pageanian?y otoae ey aa cando duramente’a los dirigentes. Al hacer tales cosas, amenazaban so- . i! La poca resignacién de Jos bolcheviques frente 2 su propio sistema unipari- dista, aun en el quinto afo de ta revolucién, pusde advertive inter alia en el sic genie pase del discurso de Zinviev en el undévino Conard: nosotros so tos el Gnico partido que existe legalmente... tenemos, por deeido” ad un tone polio... Esto hiere los oldor de nuvstvo pairiviizmo de partido... lex hemos negado a libertad a nuestros adversarios politicos... pero no podiamos obrar de otra mae neva...” Ibid. pp. 412-413. (Cursivas de LD.) 9 cavar la base del sistem unipartidista. Después de suprimir a todos los enemigos y adversarios, el partido bolchevique no podia seguir existiendo i no era mediante un ‘de autosupresién permanente. ‘Las mismas circunstancias de su desarrollo y su éxito obligaton al Pac. lo @ seguir este curso. A principios de 1917 no tenfa mis de 23,000 miembros en toda Rusia. Durante la revolucién la militancia se triplicé y cuadruplicé, En el periodo culminante de la guerra civil, en 1919, un cuare to de mill6n de personas habian ingresado en sis filas. Este crecimiento reflejaba la genuina atraccién que el Partido ejereia sobre In clase obrera, Entre 1919 y 1922 la militancia se wiplicé una vex més, aumentando de 250,000 a 700,000 miembros. La mayor parte de este crecimiento, sin em- bargo, ya era espurio. Los oportunistas se voleaban en alud sobre el cam- po de Jos vencedares. El Partido tenia que llenar innumerables. puestos en el gobiemo, la industria, los sindicatos, etc., y era vemtajoso llenarlos con ynas que aceptaran la disciplina partidaria, En esta masa de recién egados, los bolcheviques auténticos quedaron reducidos a una pequeiia, sinoria.¥* Sintiéndese ahogados por la masa de elementos extrafios, se alar- ‘maron y reconocieron la necesidad de separar la paja del grano. ‘Pero, gcémo hacerlo? Resultaba dificil distinguir sobre quienes ingre- sban al Partido por convieciones desinteresadas y los oportunistas y arti- ‘bistas, Mas dificil atin era determinar si incluso aquellos que solicitaban afiliacién con buenos motivos comprendian realmente los objetivos y las aspiraciones de] Partido y estaban dispuestos a luchar por ellos. Mientras varios partidos exponian sus y reclutaban miembros, su contien- a permanente aseguraba Ja seleccién adecuada del material humano y su distribucién entre los partidos, El recién legado a la politica tenia enton- ces todas as oportunidades de comparar los programas, los métodos de ‘accién y las consignas en competencia. Si se unia a los bolcheviques, lo ha- ‘cia como un acto de eleccién consciente, Pero quienes ingresaron en la politica en Jos afios de 1921 y 1922 no podian hacer tal eleccién. Solo conocian al partido bolchevique. En otras cireunstancias, sus inclinaciones tal vez los habrian llevado a unirse a los mencheviques, a los social-revo- Jucionarios 0 a cualquier otro grupo. Ahora su necesidad de accién poli- ‘ica los llevaba al Gnico partido que existia, el vinico que ofrecia una sa- lida a su energia y su ardor. Muchos de los nuevos afiliados eran, como Jos lamé Zindviev, ‘“mencheviques inconscientes” o “‘social-reyohicionarios inconscientes”® que sinccramente se consideraban a st mismos “buenos bol- cheviques”. El ingreso de tales elementos amenazaba adulterar ol cardcter del Partido y diluir su tradicién, En el undécimo Congreso del Partido, en 1922, Zindviev sostavo que ya habia dentro de la organizacién bolchevique 38 Segin Zinéviev, los boleheviques que habian luchado en ta clandestinidad ane tes de febrero de 1917 formaban s6lo el 2% de los miembros del Partido en 1922. Tbid., p. 420. 28 Ibid., pp, 413-414 * 30 «dos 0 mis partidos potenciales formados por quienes honrada pero etrénea- mnente se creian bolcheviques. Asi, por el mero hecho de ser el partido {inico, el Partido iba perdiendo su mentalidad Gnica, y los sustitutos rudi- rmentarios de los partidos que él habia proscrito empezaron a aparecer en Sn propio seno, El trasfondo social, con toda su reprimida diversidad de intereses y mentalidades politicas, volvié a hacerse patente y a presionar sobre la tiniea onganizacién politica existente, infiltrandose en ella, desde todos lados. Los digentes se raolveron a defender al Partido contra cma nflton: cién, Tniciaron una purga. La exigencia de una purga la habla hecho ‘Oposicién Obrera en el décimo Congreso, y la primera purga tuvo lugar en 1921. La policfa y los tribunales no tuvieron nada que ver con el pro- cedimiento. En asambleas piiblicas, las Comisiones de Control —es decir, los tribunales del Partido— examinaban los antecedentes y la moral de cada miembro del Partido, sin tomar en cuenta su jerarquia. Cualquier hombre mujer en el piiblico podia adelantarse’y testificar en favor o en contra del individuo investigado, a) que la Comisién de Control declaraba entonces digno o indigno de seguir perteneciendo al Partido, A los indignos no s¢ les imponfa ningiin castigo, pero la pérdida de la condicién de miem- bro del partido gobernante tendia a vedar las oportunidades de ascenso 0 de ocupar un puesto de responsabilidad. En un breve término fueron expulsados dle esa manera 200,000 miem- bros, © sea Ia tercera parte del total de militantes. La Comisién de Con- trol clasificé los expulsados en varias categorfas: los oportunistas vulga- res; los antiguos miembros de partidos antibolcheviques, especialmente antiguos mencheviques que ingresaron después de la guerra civil; los bol- cheviques corrompides por el poder y los privilegies; y, finalmente, los po- Tisicamente inmaduros que earecian dle una comprensién elemental de los principios del Partido. Parece ser que no se expuls6 a nadie cuyo tinico lito hubiese sido criticar la politica del Partido o a sus dirigentes. Pero pronto se hizo claro que la purga, con todo y ser necesaria, era un arma de dos filos. Ofrecia a los inescrupulosos oportunidades para intimidar y pretextos para ajustar cuentas personales. Los militantes de base aplaudie- zon la expulsién de los oportunistas y Jos comisarios corrompidos, pero s¢ sintieron anonadados por la magnitud de la purga. Se sabia que las purgas se repetirfan periédicamente, y la gente empes6 a pensar que si en un solo ‘fio podia expulsarse una tercera parte de los miembros, no era posible predecir lo que sucederia uno 0 dos afios después. Los timidos y los caute- loss empesaton a pensar dos veces antes de aventurarse a hacer un eomen- tario arriesgado o a dar un jue en la siguiente idiera aca- rrearle el eproche de inmadiver 6 atraw politico, Intiada. como un ane- 2 teeta Th, K, del 13, de noviembre de 1921 (nim. M4). Popo, Outlie History of the CPSU (6), vol. I, p. 150. 7 31 dio de sanear_al Parts y:salvaguardar ‘su carécter, la purge estaba. © destinada a sevir al Partido como el més mortal de los instrumentos de autorrepresion. ‘Ya hemos visto que, cuando la clase obrera desaparecié como fuerza social efectiva, el Partido en toda su formidable realidad sustituyé a la clase, Pero ahora el Partido también parecié convertirse en un ente tan hnidizo y fantasmal como al que habia sustituide. ¢Habia alguna sustancia seal, y podia haber alguna vida auténoma, en un partido que en un solo ‘allo’ declaraba indignos de pertenecer a él a una tercera parte de sus iniembros y los expulsaba? Los 200,000 hombres y mujeres purgados ha- Bian participado hasta entonces, presumiblemente, en todos los procedi- ‘mientos normales de Ja vida partidaria, habian votado para aprobar reso- uciones, habfan elegido delegados a los Congresos y habjan tenido ast una considerable participacién formal en la determinacién de la politica del Partido. Sin embargo, su expulsién no produjo ningiin cambio modifi- cacién perceptible de esa politica. En la posicién del Partido no podia advertise una sola huella de la gran operacién quiringica mediante la cual se le habia amputado una tercera parte de su cuerpo. Este solo hecho demostraba que, desde hacia algin tiempo, Ja masa de miembros no ha- ‘bia ejercido influencia alguna en la direccién de los asuntos del Partido. La politica bolchevique la determinaba un reducido sector de Partido que sustituia al todo. ZQuiénes constitulan ese sector? El propio Lenin dio ta ala pre- ‘qunta en términos muy claros. En marzo de 1922 le escribié 2 Mélotov, que entonces era secretario del Comité Central: “Si no queremos eerrar los ojos a la realidad, se cuidé de no fomentar la ilusién de que era posible acabar de un solo golpe con todos esos males. Todavia ni siquiera atacé a la burocracia en general. Ms bien apel6 a sus hombres mis progresistas y esclarecidos con- © BL profeta armado, p. 391. Trotsky, Obras (ed. rusa), vol. XV, pp. 218-221; El profeta armado, p. 460. 6 ‘tra sus elementos atrasadbs y despéticos, y abrigé la esperanza de que los primeros, en unién de los trabajadores avanzados, fueran capaces de fre- ‘nar, reeducar y, en caso necesario, eliminar a los segundos. Trotsky en ver- dad habia cambiado de posicién, acercndose a la Oposicién Obrera y otros ‘grupos afines y reconociendo implicitamente el aspecto racional de su re- belién contra la autoridad; pero, a diferencia de ellos, no se dej6 arrastrar por la rebelién. No "‘rechaz6” simplemente a la burocracia, Todavia Iu- haba con un dilema real, pero lo hacia de una manera distinta de la de antes y desde el extremo opuesto. Es por eso que resulta imposible explicar con absoluta precisiOn €l cam- bio en la actitud de Trotsky y definir con mayor exactitud qué lo produjo y cuando ocurrié, Ningiin acontecimiento aislado lo produjo, y no hubo in momento aislado en que se produjera. La politica del Politburé se des- plazé, en relaci6n con muchos problemas, de una democracia obrera al Estado totalitario, Las ideas de Trotsky se desplacaron_simulténeamente con Ia politica bolchevique, pero en direccién opuesta. El empez) a pro- testar contra los excesos del centralismo a medida que éstos se dejaban sentir. Empezé a defender los derechos de las pequefias naciones a medida que @30s derechos iban siendo violados. Chocé con el aparato del Partido medida que el aparato se indeyendizaba del Partido y somtia al Partido y al Estado. Debido a que los procesos contra los cuales él reaccioné se desarrellaron gradualmente y de manera ambigua, sus reacciones también fueron graduales y vagas. En ningin momento sintié la necesidad de una revision dréstica de sus concepciones, porque lo que decia ahora, en su fax +e antiburoeratica, lo habia dicho también en su fase-disciplinaria, aunque ‘eon menos énfasis y en un contexto diferente. Pas6 de una fase a Ia otra casi sin darse cuenta. En medio del desplazamiento de lineas politicas, destacé algo relativa- mente estable: la rivalidad entre Stalin y Trotsky. Esta se hacia patente, como recordar el lector, incluso en Ia direcci6n de Ja guerra civil; y ha- bia nacido de un antagonismo casi instintivo de tempéramentos, antece- dentes, inclinaciones politicas y ambiciones personales. En esta. rivalidad, Stalin desempefié el papel activo y ofensivo: él se sentia ofendido por la inferioridad del lugar que ocupaba. Trotsky no cobré conciencia de la ri- validad sino lentamente, y no fue sino con renuencia como empez6 a reac- ionar y a verse envuelto en ella. Hasta entonces, la vigorosa personalidad de Lenin habia mantenido la rivalidad en el trasfondo y ésta no. habia adquirido una significacién més amplia, pues todavia no. se identificaba con ningdin conflicta claro de lineas politicas ¢ intereses. En 1922 empez6 producirse la identificacién, Como administrador del aparato del Partido, Stalin, apoyado por el momento por Lenin, vino a representar a la auto- idad en su manifestacién extrema, para hacer valer sus pretensiones y ‘obtener obediencia. Un profundo conflicto de Iineas politicas e intereses ‘empezé a cobrar forma, a absorber el antagonismo personal ¢ incluso a 62 concentrarse en éste, hasta que el antagonisino personal quedé eclipsado y sin embargo intentificado por el conflicto més general. Una deseripcién de los desacuerdos en que Trotsky se opuso a Lenin. a Stalin y a Ja mayoria del Polithuré, podria producir una imagen u teral de la verdadera posicién de aquél en Ia direccién bolchevique, Bl bidgrafo se inclinard a poner de relieve los acontecimientos y las situacio- nes de las cuales se derivaron las Iuchas posteriores de ‘Trotsky con, Stalin y que tuvieron, por consiguiente, la mayor importancia para el destino del Primero, Estos acontecimientos y situaciones, sin embargo, no tuvieron el mismo relieve para sus contempordneos, Y las discordias relatadas aqui no {fueron tampoco las mas importantes en la determinacién del lugar de Trotsky entre los dirigentes bolcheviques, especialmente en sus relaciones con Lenin. Las controversias se limitaron al ambito del Politburé. El Partido y el pais no se enteraron de ellas, La opinién popular seguia asociando el nombre de Trotsky con el de Lenin, y ante los ojos del mundo aquél exa no de Jos principales inspiradores de la politica bolchevique. Y, en rigor de yer~ Gad, sus desacuerdos con Lenin no sobrepasaron, en la balanza de su Ia- bor comin, a su sélido ¢ intimo acuerdo sobre tn nfimero incomparable- mente mayor de problemas nacionales y extranjeros. Como Gomisario de la Guerra, Trotsky continué disfrutando del pleno apoyo de Lenin, Aun después de la guerra civil tuyo que enfrentarse a la “oposicién militar? que habla impugnado su politica en_afios anteriores Tujachevsky siguié tratando de ganarse el apoyo del Partido para su idea predilecta de un Estado Mayor Internacional del Bjército Rojo, Frunze y Voroshilov, alentados por Zindviev y Stalin, siguieron tratando de obtener a aprobacién oficial de sus concepciones de la “estrategia proletatia” y de Ja “doctrina militar ofensiva”. Las cuestiones eran lo bastante impor tantes como para que el undécimo Congreso del Partido las ventilara en tuna sesién especial secxeta.® Trotsky obfuvo finalmente ¢l rechazo formal de las demandas de sus adversaries, y en ello lo ayud6 la cirunstancia de que contaba con el apoyo de la autoridad de Lenin. Este habia aprendido a valorar a tal grado su labor militar, que aceptaba casi autométicamente su eriterio en ese campo. Un curioso incidente puede citarse como ejemplo. Después del alzamiento de Kronstadt, Lenin sugirié a Trotsky el hundimien- to 0 lar“clausura” de la Flota del Baltico, Los marinos, a su juicio, no eran dignos de confianza; Ia flota era indtil; consumia carbén, alimentos y ropas, de los que el pais carecia desesperadamente; y por consiguiente su liminaci6n seria una ganancia neta. Trotsky se opuso. Estaba decidido a conservar Ja flota y tenia la seguridad de que podria reorganizarla y con- seguir un cambio en su moral. El asunto se resolvié de fa manera més in- 60} discurco de Trotsky promunciado on esa sesién figura en Kek Vooruchalas Revolutsia, vol. TL, bro 2, 7p. 244 sigs, Vase EI profeta armado, pp. 442-443, 68, formal, por medio de” pequefias notas privadas que Trotsky y Lenin intec- cambiaron durante una sesién del Politburé. Lenin acepté las seguridades de Trotsky y la flota se salvé.® ‘Lenin también hizo saber repetidamente al Partido y a la Internacional a estimacién que le merecia Trotsky como intérprete del marxismo, y le [pros6 su apoyo entusiasta a la notable influencia que Trotsky ejerei6 sobre fa vida cultural de Rusia. (Bste aspecto de la actividad de Trotsky lo examina- remos en un capitulo posterior.) Ambos rechazaron la ambicién de ruidosos ‘grupos de escritores y artistas, especialmente cl llamado Proleihuli, de aus- piciar una “cultura proletaria” y una “literatura proletaria”. En las cues fiones de la educacién, a las que desde el fin de la guerra civil ambos atri- bufan una importancia capital, y en todos los asuntos relativos a la defensa del marxismo, ambos aconsejaron cautela y tolerancia, y ambos repudiaron con firmeza los enfoques burdes, la arrogancia y cl fanatismo que algunos iniembros influyentes del Partido empezaban a exhibi Trotsky mostré también una iniciativa sumamente activa y constante en la direceién de la politica exterior. Los problemas importantes de la diplo- macia eran resueltes por un pequefio comité compuesto por Lenin, Trots- ky y Kémenev, quienes invitaban a Chicherin, el Comisario de Relaciones Fxteriores, y con frecuencia también a Radek, a participar en las delibera~ ‘cones, Los esfuerzos de la diplomacia soviética iban dirigidos entonces a Ja consolidacién de Ja paz y al establecimiento de relaciones con la Europa bunguesa. Trotsky, como recordara el lector, habla utilizado toda su_in- fluencia para lograr la conclusion definitiva de la paz con Polonia en 1921, tuna paz que Lenin no habia.favorecido con mucho entusiasmo. Tgualmente & habia esforzado por obtener el consentimiento del Politburé para la de- marcacién de las fronteras y para la conclusién de la paz con las pequefias repiiblicas del Baltico.® Ya en 1920 Trotsky habfa instado a Lenin a bus- car la reconciliacién con la Gran Bretaiia; pero pasé algiin tiempo antes de que Lenin atendiera al consejo. Pero la iniciativa mas importante de Trots- Ky en el campo diplomatico se produjo a comienzos de 1921, cuando i 6 una serie de gestiones audaces y sumamente delicadas que a la larga @esembocaron en la firma del Tratado de Rapallo con Alemania, que fue con mucho la procza més notable de la diplomacia soviética en las dos décadas que van del Tratado de Brest-Litovsk al pacto germano-soviético de 1939. ‘Gomo Comisario de Ja Guerra, Trotsky anhelaba equipar al Ejército Ro- jo con armas modernas. La industria soviética de armamentos, primitiva ¥ deteriorada, no podia suministrarlos. Por medio de sus agentes en el ex- teanjero, Trotsky compré municiones dondequiera que pudo, incluso en. un ‘pais tan distante como los Estados Unidos. Pero las compras eran fortuitas 61 Esto sucedié en la sesign del 21 de mare de 1921, The Trotsky Archives. ‘Unos iever mas tarde Trotsky menciond ef ineidente en vin discurso pablico, Kak Voorushales Revoluisia, vol. TIL, libro 1, p. 81, WS Vease Bl profete armado, pp. 423429, 6+ y,¢1 Bjéreito Rojo dependia poligrosamente de los suministros extranjeros. ‘Trotsky estaba empefiado en consiruir, con ayuda extranjera, una industeia de armamentos moderna en Rusia. Pero, donde obtener esa ayuda? Qué burguesia consentiria cn ayudar a edificar el poderio militar de un gobier- no. comunista? Sélo existia un pais al que era posible acercarse con posi- bilidades de éxito: Alemania, Bajo los términos del Tratado de Versalles, a Alemania se le habia prohibido fabricar municiones. Sus fabricas de ar- mamentos, las més modernas de Europa, estaban inactivas. ¢No podria tentarse a sus propietarios a que proporcionaran equipo y asesoramiento tecnolégico si la proposicién se hacia en forma suficientemente atractiva? A comienzos de 1921 Victor Kopp, el antiguo menchevique que habia co- laborado antafio en la Pravda vienesa, estableci6, por indicaciones de Trots- ky, contactos secretos con las grandes empresas de Krupp, Blohm und Voss y Albatross Werke, En fecha tan temprana como el 7 de abril de 1921 in- foriné que dichas empresas estaban dispuestas a cooperar y a proporeionar el equipo y la ayuda tecnolégica necesaria para fabricacién de aeroplanos, submarinos; artilleria y otras municiones en Rusia, Durante todo el afio los cemisarios viajaron entre Moscti y Berlin, y ‘Trotsky mantuvo a Lenin y a Chicherin informados de cada fase de las negociaciones. El Politburé lo autoriz6 a continuar éstas en el mas estricto secreto, y él manejé los hilos Gurante todos estos preliminares del Trataco de Rapallo, hasta que lleg6 el momento de que los diplométicos entraran en accién.% A medida que las negociaciones avanzaron, las transacciones fueron abar- ¢ando zonas més amplias, No sélo las industrias de armamento estaban inactivas. La antigua y espléndida oficialidad también estaba ociosa. Sus miembros, por consiguiente, aceptaron de buena gana servir como instruc- tores de los soldados y aviadores rusos; y, a cambio de ello, se les permitié adiestrar secretamente en Rusia a cuadros militares alemanes que no po- ian ser preparados en st propio pafs. Asi echaron tos cimientos de Ia. pro- longada cooperacién entre Reichswehr y el Ejército Rojo, que habria de durar toda una década después de la salida de Trotsky del poder y que contribuy6 en gran medida a la modernizacién de las fuerzas armadas s0- viéticas antes de Ia Segunda Guerra Mundial, Sin embargo, hasta la primavera de 1922 todas estas negociaciones fue yon tentativas. Tanto en Moscit como en Berlin habia vacilaciones, pues en ambas capitales Ia diplomacia vefa aim con esperanzas Ia. posibilidad de lun rapprochement con las potencias de la Entente en la venidera Conf rencia de Génova, la primera reunién internacional a la que tanto Alemania como la Rusia soviética, hasta entonces proscritas diplomaticamente, habfan ido invitadas. Sélo cuando esas esperanzas quedaron defraudadas se firmé el Tratado de Rapallo. El Tratado fue un arreglo “realista y prictico” més » El informe de Kopp y las nota de Trowiy y Lenin se encuentran en The Trotsky Archives. he See ae m 65 fen que una genuina alfanza, Deseosos de obtener para si las mayores ven tajas posibles a través del toma y daca, los bolcheviques se cnidaban, por Jo general, de no estimular el revisionismo y un movimiento de desquite en el Reich, aunque ellos mismos habfan denunciado desce el. primer mo- mento, como cuestion de principio, el Tratado de Versalles, cuando su gobierno ni siquiera habia sido reconocido por Alemania y cuando los re- cuerdos del Diktat de Brest-Litovsk eran todavia recientes, Trotsky, en particular, se esforz6 por impedir cualquier vinculacién de Ja politica soviética con el nacionalismo alemén. Tanto después como antes de Rapallo traté de mejorar las relaciones de Rusia con Francia, En el otofio de 1922 recibié en el Kremlin a Edouard Herriot, quien, como di- rigente del Cartel de Gauche, llegaria a ser posteriormente Primer Ministro de la Repablica Francesa. Herriot ha descrito la visita detalladamente, recor~ dando el poder de conviccién con que Trotsky argumenté en favor del mejoramiento de las relaciones entre los dos pafses, Le aseguré a Herriot que s6lo la ciega hostilidad de la Entente habia movido a Rusia a enten- derse con Alemania, primero en Brest-Litovsk y después en Rapallo; y que el Tratado de Rapallo no contenfa ninguna cléusula dirigida contra Fran- cia. Evocé la tradicién jacobina francesa y apel6 a los estadistas y a la ‘opinién pablica de Francia para que comprendieran mejor a la Revolucién Rusa. Mientras Trotsky hablaba sobre Ia afinidad entre el jacobinismo y el bolchevismo, recuerda Herriot, un destacamento de soldados del Bjército Rojo pasé cantando La Mersellesa en francés, y a través de la ventana abierta las palabras Nous saurons mourir pour ta liberté irrumpieron en el salén de conferencias. La importancia que Ja diplomacia habla cobrado ahora en los. asuntos soviéticos estaba relacionada con las derrotas del comunismo fuera de Ru- sia, En Europa la marea revolucionaria habla entrado en reflujo, y la In- ternacional Comunista se hallaba varada. Sus partidos encabezaban s6lo +a una minoria de la clase obrera europea y no estaban en condiciones de ‘emprender con posibilidad de éxito un ataque frontal contra el orden bur gués, Sin embargo, la mayorfa de los Partidos Comunistas se negaban a Feconocer la derrota y se inclinaban a confiar en su propia fuerza y a se- guir efectuando rebeliones y golpes, con la esperanza de que, si lo hacian con la suficiente perseverancia, acabarian por arrastrar consigo a la mayo- Ha de los trabajadores. La necesidad de una reorientacién de la Interna- ional se habia dejado sentir hacia tiempo, y Gta fue la tarea que aco- metieron conjuntamente Lenin y Trotsky. En relacién con la Internacional, ‘actuaron en una asociacin estrecha e intima que, hasta donde puede de- terminarse, no fue perturbada ni una sola vez por la mds leve discordia,”™ ‘Ni Trotsky ni Lenin habian abandonado su creencia fundamental de que 58. 10 B, Hersiot, Le Russie nouvelle, pp. 187-1 13 Lenin y Trotsky fueron los dos Gaicos jentes.bolcheviques e'eg'dox e010 65, fa Revolucion de Octubre en Rusia habia initiado una era de revolucién proletaria internacional, y Trotsky habria de aferrarse a esta conviecién du- rante las dos décadas siguientes, hasta el fin de su vida. Pero ahora lleg6 a comprender que la lucha de clases fuera de Rusia era mis complicada y prolongada de lo que él y otros se habian imaginado en un principio. Lie de dar por descontade ef emutado de esa lucha, y se decidié a des: pejar la falsa seguridad que prevalecia en la Internacional acerca de esto y_de otras ilusiones “ultraizquierdistas”. Asi, en junio de 1921, hizo una vigorosa critica de aquellos comunistas que sostentian que el advenimiento del socialismo era “inevitable”. Semejante creencia en el progreso, pre- ceterminado de la sociedad, dijo, se basaba en una interpretacion errénea, “mecanicista”, del enfoque marxista de la historia, La humanidad no se ha movido siempre ¢ invariablemente hacia adelan- te... Ha conocido en su historia largos perfodos de estancamiento, Ha conocido recafdas en la barbarie. Ha habido casos... en que Ia so- ciedad, después de alcanzar cierto nivel de desarrollo, fue incapaz de mantenerse en ese nivel... La humanidad nunca puede detenerse com- pletamente. Gualquier equilibrio que pueda alcanzar como resultado de Jas luchas entre las clases y las naciones, es inestable por su propia na- turaleza, Una sociedad que no avanza debe retroveder. Una sociedad de Ja gue no emerge ninguna clase capaz de asegutar su progreso, se de- sintegra. Entonces queda abierto el camino a la barbaric. Esa habia sido la causa principal del colapso de las civilizaciones anti guas: las clases gobernantes de Roma y Grecia habian entrado en de- cadencia, y las clases explotadas, los esclavos, habian sido inherente- mente incapaces de encabezar la accién revolucionaria y la lucha po- litiea. Eso constitufa una advertencia para nuestra época. La decadencia del orden burgués era innegable. Gierto era que el capitalismo nortea- mericano seguia siendo una fuera dindmica y expansiva, aunque ine cluso en. los Estados Unidos el. socialismo podria desarrollar los recursos de la nacién de manera més racional y con mayores beneficios para Ja na- i6n que el capitalismo, Pero el capitalisino europeo se hallaba histérica- mente al témino de su existencia. No desarrollaba en grado importante sus fuerzas productivas, no tenia ningiin papel progresista que desempefiar, no podia abrir nuevos horizontes, Si ello no fuera asi, toda idea de revo- lucién proletaria en nuestro tiempo seria quijotesca. Peto aunque el. ca- pitalismo europeo estaba en decadencia, el orden burgués no habia sufrido ni sufritia un colapso por si mismo. Era necesario derrocarlo, y sélo la cla- se obrera podia hacer tal cosa mediante la accién revolucionaria. Si la Presidentes Honoratios on el tercer Congreso de 1a Internacional. Tretié Veemivayi Kongress Kominterna, p. 16. 7 Pyar Let Kominterna, pp. 266-305. oF

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