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CONMEMORACIN1
Franois Fdier
En un da como hoy2, hace diez aos, Martin
Heidegger mora en Friburgo. Henos aqu juntos
para rememorar: cuando la nueva se expandi,
fueron numerosos aquellos que sufrieron una gran
pena. Unos haban perdido a un maestro; otros, a
alguien de quien haban aprendido mucho. Algunos
lloraban a un amigo o, nada menos que a un ser que
amaban. El duelo haba comenzado.
Ahora bien, no hacemos verdaderamente la
experiencia del duelo si no estamos profundamente
enlutados. Una frase de Heidegger nos ilumina
sobre eso.
Cuanto ms profundo es el duelo, ms llama en l,
reposada, la alegra
Nuestro duelo, despus de diez aos, se ha
vuelto verdaderamente ms profundo? Con una
sola condicin: que hayamos odo el llamado de la
alegra que reposa en el fondo del duelo.
Cul alegra, pues, descansa en el fondo de
nuestro duelo? Una alegra que, con seguridad, no
anula el duelo; y una alegra que sea tonalidad de
base para todo nuestro ser que sea Grundstimmung
[temple fundamental], como decan Heidegger y,
antes que l, Hlderlin; una Grundstimmung perfectamente singular: en la alegra el ser humano es
levantado de toda postracin.
El luto que llevamos por Martin Heidegger trae
consigo en lo ms recndito una alegra que est en
relacin con una comprensin cada vez ms lcida
de la manera en que Heidegger piensa: cmo, en
l, todo su ser es el que, sin cesar, est encaminado
hacia el pensamiento, y cmo, para l, ser el ah
[tre le l3] es, muy simplemente, pensar (lo que no
quiere decir: llevar una vida abstracta).
Cuando comenzamos a experienciar la vivacidad
propia del pensamiento, se despierta para nosotros
la posibilidad de ponernos a pensar en las huellas
de Heidegger.
Hoy da, la posibilidad ms inmediata de este
despertar reside, sin duda, en el trabajo consagrado
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Notas
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