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Salvador Giner Emilio Lamo de Espinosa Cristobal Torres (eds.) Diccionario de Sociologia Ciencias Sociales Alianza Editorial Esta obraha sido publicada con ta ayuda de la DirecciGn General del Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Educacién y Cultura Primera dicién: 1998 Primera eimpresi6n: 2001 Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra esta protegido porla Ley, que establece penas de prisi6n y/o multas, ademds de las correspondientes indemnizaciones por datios y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren 0 comunicaren piblicamente, en todo o en parte, una obra literaria artistica 0 cientifica, 0 su transformacién, interpretacién o ejecucién artstica fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacién, © Salvador Giner y Emilio Lamo de Espinosa © Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1998, 2001 Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15; 28027 Madrid; teléf. 91 393 88 88 ISBN: 84-206-8580-1 (Riistica) ISBN: 84-206-8670-0 (Cartoné) Deposito legal: M. 34.233/2001 Impresoen Feméndez Ciudad, S. L. Catalina Suarez, 19. 28007 Madrid Printed in Spain indice general Prefacio a Nota técnica . vo VOCS vnvnseenn 1 {ndice analitico .. 841 Indice de autores y términos .. 883 Vi Prefacio He aqu{un Diccionario de Sociologia elaborado, por vez primera, enteramente por auto- res espaiioles. Ello, esperamos, sera un motivo de satisfaccion, no s6lo para quienes nos de- dicamos a las tareas de la disciplina, sino para muchos de nuestros conciudadanos. Es tradi- cional —es ya mas tipico que t6pico— sefialar la presunta debilidad de nuestra sociedad civil como causa de la falta de interés por el ser real de Espafia y la paralela fascinaci6n porla supuesta esencia inaprensible y metafisica de ese ser. Fue algo que, en su dia, llegé a obse- sionar a no pocos de nuestros mejores pensadores. Sin embargo, y aunque sea imprecisa la fecha, hace ya lustros que los espafioles decidieron seguir el consejo orteguiano de «ir a las cosas mismas» y a despreocuparse de su esencia. La sociologia espafiola forma parte, qué duda cabe, de un ira las cosas mismas de la sociedad espafiola, Y es una parte importante. Ello equivale a afirmar que su manifiesta maduracién es un sintoma, a nuestro juicio saluda- ble, de la sociedad misma cuyo anilisis y comprensién llevan a cabo nuestros sociGlogos, Seria presuntuoso por nuestra parte suponer que este Diccionario de Sociologia pone de manifiesto la madurez de nuestra disciplina. Es tan s6lo un ejemplo més de los muchos que podtian aducirse! para probarlo, Es ura muestra ds del nivel laboriosamente alean- zado tras la travesfa del desierto de los decenios de la posguerra, del que salimos tan tar- diamente. Se trata en todo caso de una madurez. que posee caracteristicas singulares que merecen ser puestas de relieve, pues afectan claramente al Diccionario. ‘Tras la transicién democratica de 1975 —y atin antes, de modo veces subrepticio—Ia cultura espafiola, en vivido contraste con la clausura anterior, hizo un notable esfuerzo por abrirse al mundo, Mejor dicho, para volver a abrirse a él. Y ello al menos en dos sentidos, hacia afuera y hacia adentro. Hacia afuera, absorbiendo las corrientes cientificas y de pen- samiento europeas y norteamericanas. Puesto que se partia de bien poca cosa lo hizo sin prejuicio alguno. En el caso de la sociologia ésa.es la causa de que hoy sea lanuestra una de Jas sociologias nacionales més abiertas al entomo, con una intensa influencia de las socio- Jogias americana, francesa, alemana y briténica, entre otras. (Y con una correspondiente presencia, cada vez mayor, de nuestras propias aportaciones més alld de nuestra tierra). El pluralismo de escuelas, que se traduce también en una pluralidad te6rica de este Dicciona- rio, refleja sin duda este hecho, pero refleja asimismo nuestra voluntad explicita de que to- * Porcitarsélo un ejemplo, que es también un diccionario, véase el que inicié Enrique Gémez. Ar boleya, y dirigieron mas tarde Salustiano del Campo, Juan Francisco Marsal y José Antonio Gar- 1 Diccionario de Ciencias Sociales, con orientacién distinta del nuestro. Madrid: Estudios Politicos, 1976 (bajo patrocinio de la UNESCO). Prefacio das ellas se encuentren representadas en él. Lo hemos intentadoa través de la incorporacién de vocesasf{ como de Ja seleccién de autores, Ello ha resultado en el hecho de que el Diccio- nario de Sociologia que ahora presentamos no pertenezca a ninguna escuela determinada: fo desarrolla una visidn singular. Nada tenemos contra tal suerte de diccionario, con vene- able tradicién desde la Enciclopedia, pero nuestro objetivo era bien diferente. La variada y muy amplia lista de quienes han colaborado en la confeccién de esta obra eslaprucba més fehaciente de lo que afirmamos. Podemos decir que, sin lugar adudas, re- fleja toda la amplia gama de sociGlogos, yen general de cientficos sociales, del pats, tanto dendeel punto de vista de sus afliaciones o tendencias tedricaso cientificas como desde el de sus especialidades. Cierto es que no estén todos los que son: pero sf estén s6lo casi todos fos que son. Algunos, muy pocos por fortuna, tuvieron que declinar su colaboracién, casi siempre por fuerza mayor. Pero el amplisimo niimero de los que han entrado en laclabora- gion de esta empresa colectiva y, en muchos casos, la calidad misma de su obra como pro- fesionales son prueba clara de que si son todos los que estan. : Mas volvamos a la cuestién de la apertura de nuestra cultura. Al abrirse, la cultura es- (ola se volvié sobre sf misma para recobrar lo perdido y redescubrir lo reprimido, Ello Piclufa la historia de la mal llamada heterodoxia del pensamiento hispano —el liberal, el li- bertario, el socialista, el republicano, el racionalista laico— que ha sido, y de qué magnifi- ca manera a veces, parte sustancial de la vida y pensamiento espajioles. Ello inclufa tam- ién la reincorporacién a nuestro comin acervo de culturas no castellanas, de lo mal amado periférico, que fue siempre y es central. Por fin hemos descubierto en Espafia que no hay una «redencién de las provincias» como tarea, sino que nunca la hubo. Habfa que redimir, eso si, algiin provincianismo—que se hallaba en cualquier parte—pero no preci- ‘samente lo que laexpresiGn denot6 en su dia. Elauténtico y enriquecedor pluralismo inter no de nuestro pueblo ha quedado también incorporado en esta obra, como demuestran sus fuentes geograficas e institucionales. eee Este Diccionario de Sociologia parte de un encargo claro de la editorial: elaborar una obra de facil consulta, de gran densidad informativa en cuanto al contenido, dirigida fundamental- mente, mas no exclusivamente, a estudiantes universitarios de sociologia y otras ciencias so- ciales, como son la ciencia politica, el trabajo social, la economfa, las ciencias empresariales, lapedagogfa, la antropologia social y algunas disciplinas afines, como la filosofta y la historia. Debfa, ademis, servir de texto de primera consulta para licenciados o académicos que trabajen enestos temas. Es, pues, un libro de consulta, lo cual define més el estilo que el glosario. {Cémo elaborarlo?, ;qué términos incluir?, ;qué autores?, ,qué criterios poner en prdctica para excluir ciertas nociones o subsumirlas en otras? Nuestro enfoque ha sido el mis sencillo y expeditivo posible. El profesor Javier Noya procedié a formar una lista de los términos incluidos en los diccionarios de sociologfa més acreditados y conocidos, lo cual nos ofrecié una primera relaciGn de conceptos al tiempo que registrabamos sus fre- cuencias?, Dicha lista fue analizada posteriormente por los editores y consultada con otros 2 Se consultaron los siguientes diccionarios: N. Abercrombie er al., Diccionario de sociologia, Madrid, Cétedra, 1986; E.F. Borgatta, (ed.), Encyclopedia of Sociology, Londres, Macmillan, 1991; R. Boudon y R. Bourricaud, Dictionnaire critique de la sociologie, Paris, PUF, 1994; G. Edruweit, Dreisprachige Wérterbuch der Soziologie, Paris, French and European Publications, 1982; G. Mars- hall, (ed.), The Concise Oxford Dictionary of Sociology, Oxford, Oxford University Press, 1994; G.D. Mitchell, Diccionario de sociologia, Barcelona, Grijalbo Mondadori, 1986; W. Outhwaite y T. Bottomore, (eds.), The Blackwell Dictionary of 20th Century Social Thought, Oxford, Blackwell, 1993; H. Schoeck, Diccionario de sociologia, Barcelona, Grijalbo Mondadori, 1985; D. Shills, Enci- clopedia internacional de ciencias sociales, Madrid, Aguilar, 1979. A ellos, los compiladores afiadi- mos consultas especificas realizadas sobre el Dizionario di sociologia de Luciano Gallino (Turin, Utet, 1978) y el diccionario Soziologie, compilado por René Kénig (Francfurt, Fischer, 1958). wy Prefacio expertos. Afiadimos entonces voces ausentes en diccionarios extranjeros, tarea a la que han contribuido muchos de los colaboradores, pues a todos se les solicit6 sugerencias de voces. Ha sido asf como la dinémica de incorporacién ha estado abierta durante e! largo proceso —casi tres afios— que ha durado la elaboracidn del presente Diccionario. Al tiempo que esto sucedfa, hemos determinado los criterios de extensién de cada voz, resul- tando una divisién de éstas en sucintas, normales, extras y superextras —en la mayor parte de los casos dedicados a disciplinas de las ciencias sociales y términos de excepcional re- levancia para la sociologfa—, asf como las mds breves, aquellas que se limitan a remitir al Jector a otras entradas, El resultado es un conjunto lexicogrifico de 1.451 voces (conceptos ‘oautores), de las que 157 son de remisién. La responsabilidad final, sin paliativos, es delos editores. Con todo, debemos reconocer dos sesgos, que juzgamos inevitables en la sociologia actual, y sobre todo en un diccionario a ella dedicado. El primero es una voluntad modera- da pero decidida de vincular estrechamente nuestra disciplina a otras ciencias sociales. ‘Abundan asi los términos de antropologfa, ciencia politica y psicologia social y aparecen no pocos de economia, si bien éstos suelen ser tratados desde una dptica sociolégica. El otro sesgo es que el Diccionario muestra una inclinaci6n teérica, reflejo tal vez de la propia de los editores, profesores de teorfa, pero cuya explicacién, creemos, procede de algo dis- tintoy ms sencillo: la mera limitaci6n de espacio con que topa una obra de esta indole im- pide recoger terminologfa técnica de las diversas sociologias especializadas. La seleccién se centra, inevitablemente, sobre términos ya incorporados en la sociologia general y Ia teorfa social, es decir, sobre las nociones mas compartidas y mas frecuentemente usadas por la mayorfa. Destaquemos, en fin, que tuvimos fuertes dudas acerca de la hoy amplisima terminologia derivada de las diversas técnicas de pesquisa o indagacién sociolégica: en este terreno hemos optado por incorporar los conceptos mas ttiles sin pretender en absolu- toagotarel elenconi presentarlos en toda su complejidad. Nos percatamos plenamente de las limitaciones de este modo de proceder. Mas atin de que todo lenguaje cientifico, no menos que el natural, significael uso que se le da, Se halla sometido, por lo tanto, a desgaste, renovacién, consunciéne innovacién. Es por ello por lo * que esperamos los comentarios de los lectores a esta obra, que pueden dirigirse a Alianza Editorial utilizando la hoja que para tal fin se incluye en el Diccionario, indicando las ausencias, erratas, mejoras y lagunas que hayan podido detectar. Nada nos complacera més que poder incorporar su aportacién a futuras ediciones revisadas y ampliadas. eae Los agradecimientos de los que debemos dejar constancia son muchos. El primero es para Maria Cifuentes quien, como responsable de la editorial, confié en nosotros, nos ani- m6 y condujo la operacién con guante de terciopelo y tacto exquisito, pero con proverbial mano férrea, durante la mayor parte del perfodo de redaccién del Diccionario de Sociolo- géa. Tras emprender un nuevo rumbo, fue sustituida por Ricardo Artola, con no menor fir- meza y tino, a quien también le estamos reconocidos. El trabajo mas ingrato ha cafdo sobre las espaldas de nuestro colega, el profesor Cristébal Torres, coordinador y gestor directo del proyecto. (Incidentalmente, y por feliz.casualidad, puede decirse que los tres compila- dores pertenecemos también a tres generaciones de socidlogos espafioles, al tiempo que venimos de tres rincones distintos del pais, lo cual, si tiene alguin significado, no puede ser malo). Ambos editores sospechamos con harto fundamento que sin el quehacer de Cristé- bal Torres hoy tendriamos algiin enemigo més. Mas los verdaderos autores de la obra son los colaboradores de este Diccionario: es con ellos con quienes de veras mas nos sentimos obligados, SALVADOR GINER EM11o LAMO DE ESPINOSA. Nota técnica Lacolumna vertebral del diccionario est4 constituida por el conjunto de términos considerados como voces o entradas con texto. Estas se han clasificado en cuatro ca tegorfas distintas, en funcidn de la extensién inicialmente prevista. Asf hay voces mf- nimas, tan s6lo con una sucinta definicién, voces normales que constituyen el grueso de colaboraciones, voces extra para términos especialmente relevantes, y voces su- perextra, slo para un mfnimo de términos de especial trascendencia. Los responsa- bles del diccionario hemos mantenido cierta flexibilidad con la extensi6n de las voces recibidas (no asf en las referencias bibliograficas en las que se ha seguido con todo ri- gor las normas de redacci6n establecidas), si bien en determinadas ocasiones nos he- mos visto obligados a establecer recortes en el texto inicialmente entregado. En los ca- “sos en que se ha introducido alguna modificaci6n a la versién inicialmente entregada, el texto final ha sido aprobado por el autor de la voz, lo cual constituye una de Las cla- ves que explica la notable dilaci6n en la elaboraci6n de esta obra editorial, amén de la complejidad de combinar un total de 231 autores del amplio panorama de las ciencias, sociales con 1.294 voces de texto. Junto a éstas se afiaden, en el cuerpo de voces, otras 157 que aparecen como entradas de referencia, esto es, remiten a voces de texto. To- das ellas aparecen ordenadas alfabéticamente. En el contenido de las entradas con texto puede apreciarse que junto a determinadas palabras aparece un asterisco *, con ello se indica al lector que dicho término también figura como voz en el diccionario, con lo que se establece un juego cruzado de voces que permitiré completar la informa- ci6n obtenida a partir del primer término consultado. En el caso de los autores consi- derados como voz en el Diccionario, la referencia cruzada se indica mediante su nombre en maydiscula. Tras el cuerpo de voces aparece un indice analitico, elaborado con Ia ayuda final de Pedro J. Pérez Leal, en el que figuran, igualmente en orden alfabético, tanto las voces con- sideradas en el diccionario (en negrita) como otros términos que no aparecen en dicho cuerpo (en letra fina) y que remiten a las entradas con texto. Mediante este mecanismo, elaborado a partir de los términos que los autores de las voces sefialaron para tal fin, el lec- tor dispone de un instrumento adicional que le permitird orientarse en la correcta selec~ ci6n de las voces. Finalmente aparece un listado de los 231 autores, organizado segiin la secuencia alfabética de sus respectivas iniciales, que han participado en este Diccionario de So- ciologia junto con la relacién de los términos elaborados por cada uno. De esta manera el lector dispone de un modo sencillo de conocer el autor de cada voz, as{ como el con- vn Nota técnica junto de términos que él mismo ha redactado. Aunque se ha intentado mantener las siglas inicialmente autoadjudicadas por cada uno de los autores, no siempre ha sido posible y, en algunos casos se ha afi wwe adido la inicial de su segundo apellido. we abduccién Eltérmino fue acufiado por Ch. S. Peirce. Segtin dicho autor, existen tres ti- pos de silogismos inferenciales: inductivos, deductivos y abductivos. Mientras el razo- namiento deductive es analitico (regla/ caso/resultado), el razonamiento inductivo yel abductivo son sintéticos (efectian aser- ciones que no se siguen ldgicamente de las, premisas). Pero mientras la induccién* es lineal y acumulativa, la abduccién es circu- lar y adivinatoria; es més débil y provisio- nal, pero también més flexible. El ejemplo, yaclisico, con el que Peirce expuso su pen- Samiento reza como sigue: «si entro en una habitacién donde hay varios sacos de judas, y, después de investigar el asunto, descubro {que uno de los sacos contiene solamente ju- dias blancas, puedo inferir como probabili- dad 0 conjetura razonable que, dado un pu- fiado de judias blancas, éste procede del saco que contiene solamente judias blan- cas». En principio, Peirce postulé las tres formas de inferencia como independientes, pero posteriormente las considers, més bien, como fases distintas del proceso glo- bal de investigaci6n: la observacién* de al- giin fenémeno sorprendente estimula la for- mulacién de una hipétesis* (abduccién) y &sta debe ser verificada mediante deduc- Ci6n* ¢ induccién. Por tanto, con dicho tér- mino se refiere a la etapa creativa, imagina- tiva e intuitiva, en la que se formulan hipétesis y proposiciones, a partir de los co- nocimientos que poseemos, acerca de algo que no ha sido observado directamente. Este planteamiento permite identificar a Peirce comoun pionero de la l6gica del des- cubrimiento* y justifica el interés creciente que su obra despierta entre los te6ricos de las ciencias sociales. Asi, Danto sostiene que la historia consiste en integrar hechos en narraciones* significativas; algunos an- tropélogos interpretan su quehacer como una traduccién en la que se reconocen las diferencias a partir de las semejanzas, pero sin caer en Ja equivalencia; y, segdn Blai- kie, la abduccién seria la Iégica propia de las corrientes sociolégicas interpretativis- tas que se proponen la derivacién de catego- rias técnicas y teorfas a partir del lenguaje ordinario y dela vida cotidiana.* [A.A.V.] @ BLAiKiE, N., Approaches to Social En- quiry, Cambridge, Polity Press, 1993. CastaNarEs, W., que alternativamente controlan la conducta, flexibilizando considerablemente los mo- delos normativo-culturalistas de la accién social*. Finalmente, el tercer tipo de ambi- valencia, la cognitiva, ha sido elaboradoen sociologia por la teorfa de la disonancia cognitiva* de L. Festinger (véase también consistencia cognitiva*). (ELE) m Merton, R. K., Ambivalencia sociol6- gica y otros ensayos, Madrid, Espasa Cal- pe, 1980, LaMo DE Espinosa, E., Delitos sin victima, Orden social y ambivalencia ‘moral, Madrid, Alianza Editorial, 2.* ed., 1993, American Journal of Sociology (AJS) Elnacimiento y desarrollo del AJS es inse- parable de la fundacién (1890) y especta- cular auge de la Universidad de Chicago y, més en concreto, de su Departamento de Sociologia. Este fue creado en 1892 por Albion W. SMALL, reclutado por William R. Harper, primer presidente de la universi- dad y el principal protagonista de su répida constitucién en uno de los centros mundia- les del saber. Small aunaba una s6lida formacién acadé- mica, unas singulares dotes organizativas y una extraordinaria tenacidad, Director del departamento hasta su jubilacién en 1924, aports tanto como cualquiera de sus brillantes colegas THOMAS, PARK, Bur- gess...— a su preeminencia. La Escuela de Chicago* queda decisivamente apuntalada con la creacién del Journal, nacido de una sugerencia de Harper. Fiel a una decidida vocacién investigadora, excepcional en- tonces en los centros americanos de ense- fianza superior, en el seno de la univer- sidad se habia establecido, desde el princi- pio, una editorial propia: University of Chicago Press. Vinculada a ella estaria, en la propuesta de Harper, una revista de so- ciologia. En 1895 aparecié el primer nu- mero de la AJS, en la que Small figuraba como fundador y editor, as{ como autor de buena parte de su contenido, Desde enton- ces se sitiia en posicién de monopolio, has- ta el nacimiento de Sociology and Social Researchen 1921 y Social Forces en 1922. En el contexto de la sociologia americana de la €poca, con un pufiado de profesiona- les diseminados por el pais, el AJS fue, por tres décadas, una singular plataforma de comunicacién e intercambio intelectual. Constante en su activismo, Small fue fun- dador, en 1905, de la American Sociologi- cal Society, de la que fue uno de los directi- Vos més activos influyentes y presidié de 1912 a 1913. Ello contribuyé al estableci- miento de una relacién privilegiada entre dicha asociaci6n y el AJS. Desde su fundacién, la revista reflejé en su calidad cientifica, orientacién tedrica y If- eas privilegiadas de investigacién’ los avatares del departamento de sociologia. Hasta la definitiva consolidacién de éste en 1915, con la presencia de Thomas y Park, Publica un niimero apreciables de mono- Brafias valiosas ¢ introduce, en cuidadas traducciones, a teéricos alemanes, de los que quiz SmMMEL sea el que deje una més duradera huella en la sociologia america- na. Estos articulos conviven, sin embargo, con confusas y pedantes disquisiciones te6- Ticas, ingenuas recopilaciones de datos y Propuestas de reforma social. La madura- ci6n del departamento tiene un nitido refle- Jo en ta consolidacién intelectual de la re- amistad vista. En la década siguiente se caracteriza por la creciente presencia de la investiga- cin cuantitativa, que refleja la influencia de la escuela de Ogburn. De 1927 a 1934 éste edita anualmente un ntimero de la pu- blicacién titulado «Social Change in 19_», que no era un mero anuario estadis- tico, puesto que contenia, de modo més que balbuceante, la contrastacién de mo- delos te6ricos, especialmente en los cam- pos del comportamiento electoral* y las re- laciones industriales*. Adquiere asi la publicaci6n un marcado eclecticismo, que quedara decididamente consolidado en el largo perfodo (1941-1952) durante el que BLUMER fue editor de la revista. Sélo con la crisis de la American Sociolo- gical Society en 1935-1936 y la creacion de un érgano propio, The American Socio- logical Review, cambié el papel institucio- nal del AJS, sin que ello afectara a su cali- dad o prestigio. De hecho, ambas revistas ‘comparten hoy el primer puesto en el lafén de las publicaciones sociolégicas americanas de aparici6n periddica. (UM.L.T Mm BULMER, M.,The Chicago School of So- ciology, Chicago, The University of Chi- cago Press, 1984. Disa, V., The Legacy of Albion Small, Chicago, The University of Chicago Press, 1975. amistad La sociologia ha prestado escasa atencién al fendmeno de la amistad por considerarla una relacién esencialmente afectiva y no institucionalizada, Esto coad- yuv6 aaislarla de los procesos sociales y ti- pos de accién* considerados significa vos. El ideal occidental de amistad roman- se eleva a constante universal y, como el amor, no parece tener més razéa ni mas historia que el individuo, Sin embargo, algunas sintesis sociol6gi cas, unidas a las fundamentales aportacio- nes de la antropologia social*, evidencian que la amistad es una relacién dinamica, social y culturalmente modelada, que se distingue de otras relaciones personales por su cardcter eminentemente voluntario ¢ igualitario. Fuera de estas pocas y relati- vas invariantes, que necesariamente deben situarse en el contexto concreto de cada so- ciedad, los contenidos, formas y funcio- anilisis bivariado nes* de Ia amistad aparecen sumamente ‘mudables en el tiempo y el espacio. La tipologia® que distingué entre amistad ritual* € informal no da cuenta suficiente de la gran variacién de modelos* existen- tes en la vida real. Porque en cada socie- dad, los patrones y contenidos de la amis- tad y las oportunidades de hacer amigos se hallan conformados por un conjunto de factores estructurales (parentesco*, géne- ro*, ciclo de vida* y estratificacién so- Gial*) sobre los que el individuo s6lo ejerce tun relativo control. Su impacto conjunto genera las constricciones y permisividades tjercidas por la cultura* y la estructura so- Gdal*, al tiempo que configura el espacio social donde se mueven las personas. ‘A su vez, mediante las realizaciones con- cretas de los individuos, la amistad genera Consecuencias no intencionadas* que inci- den de manera efectiva en la estructura so- ial. Deeste modo, la amistad como ideolo- *y la prictica de la relacién amical pueden llegar amediatizar, trastocar 0 sub- vertir los principios formales que supues tamente rigen al sistema social*. [J.C.G.] BALAN, G., Friendship: Developing a Sociological Perspective, Hertfordshire, Harvester Wheatsheaf, 1989. Cucd GINER, J, Laamistad. Perspectiva antropolégica, Barcelona, Icaria-ICA, 1995. andlisis bivariado Consiste cn el andlisis de larelaci6n entre dos variables*. Las téc~ nicas y estadisticos utilizados dependen del nivel de medida de las variables utiliza- das. Con las nominales y ordinales pueden utilizarse las tablas de contingencia*, mientras que para las intervales se dispo- nen de estadisticos como la correlacién* 0 la regresién* simple, siempre y cuando la relaci6n entre las dos variables sea lineal. El andlisis bivariado puede ser descriptivo, aunque es necesario acudir a la estadistica inferencial para observar si las relaciones observadas en la muestra* son también significativasenlapoblacién, —[M.T.] andlisis causal Instrumento estadistico que se utiliza para comprobar hipétesis* en las que se relacionan variables* observables y/o latentes. Los valores de las variables ‘observables se obtienen directamente, mientras que los de las latentes se obticnen, mediante un conjunto de indicadores. Para comprobar si las inferencias causales formuladas por el investigador son consis- tentes con los datos, se estudia la semejanza existente entre la matriz de covarianzas de Ia poblaci6n, que se obtiene mediante infe- rencia a partir de la matriz de covarianzas de la muestra*, y la matriz de covarianzas que el modelo causal predice para la pobla- cién, Lacorrelaci6n*, la regresién® miilti- ple, el andlisis de la varianza*, el andlisis factorial* y el andlisis de caminos (path analysis*) son casos particulares del andli- sis causal, mas conocido como andlisis de estructura de covarianza. [B.C] anilisis conversacional A diferencia de Ja lingiistica tradicional, esta aproxima- cién dedica especial atencién a las relacio- nes sociales entre los que participan en una conversacién, sus atributos sociales y las condiciones en que se desarrolla su inter- cambio. La conversacion es una forma ba- sica de interaccién social* que se desarrolla ajo la influencia de las estructuras socia- les* y requiere complementariedad y coor- dinacién entre las personas. Para conocer esa estructura ordenada de la conversacién es preciso analizar la interrelacion que existe entre sus fragmentos, la distribucién de turnosen el uso de la palabra, kas no verbales de lenguaje, la entonacién, las miradas, los gestos y lossilencios. [E.L.] andlisis cualitativo En un sentido am- plio, se refiere a un andlisis no basado en medidas precisas y supuestos cuantitati- vos. Este enfoque metodolégico se asocia, en general, a una epistemologfa* interpre~ tativa y tiende a utilizarse para la recogida y andlisis de datos en los que se enfatiza la comprensi6n del significado*. Fl Tibro de N.K. Denzin y Y. S. Lincoln, Handbook of Qualitative Research (1994), ha servido para acreditar la variedad y utilidad de este tipo de andlisis. [B.S.} andlisis cultural Término recientemente utilizado en sociologia, especialmente an- glosajona (cultural analysis), para desig nar la disciplina que estudia la dimensi6n hist6rica y social de las producciones sim- bolicas e intelectuales. Esta dimensién no pretende hallarse en relacisn con un objeto social externo —estructura social*, fun- cién*, actor*-, sino que se concibe como vélida por sf misma, con esquemas propios de interpretacién internos a la especifici- dad dela cultura*. La disciplina que estudia las producciones intelectuales no tiene un campo unitario y ha recibido muchas denominaciones disti tas. En Alemania, Geistesgeschichte, «hi toria del espiritu» (K. MANNHEIM, E. Cass rer); en Francia, histoire des mentalités, «historia de las mentalidades» (Michelet): en los paises anglosajones, intellectual his- tory © history of ideas, «historia de las ideas» (A. Lovejoy). El Ambito del andlisis cultural incorpora estas distintas tradicio- nes, asf como la sociologia del conocimien- toy laciencia del espiritu, pero integrando al mismo tiempo el uso y andlisis de los mé- todos y resultados de la antropologia, filo- sofia y linguifstica, desarrolladas al respecto durante el siglo xx (fenomenologia*, her- menéutica*, estructuralismo*). P, Alasuutari (1995) describe este campo in- terdisciplinar como un «puente entre las hu- manidades y las ciencias sociales» que mez- cla distintas perspectivas metodolégicas y + te6ricas. Pero, de forma similar a la critica literaria y al andlisis del discurso, este eclec- ticismo no es percibido negativamente, sino como un rasgo propio del desarrollo de la cultura occidental descrita por autores como M. Foucautto J. HABERMAS. [PC] @ Wornnow,R., eval. Cultural Analysis. The Work of Peter L. Berger, Mary Dou- glas, Michel Foucault and Jiirgen Haber- ‘mas, Londres, Boston, Routledge & Kegan Paul, 1984, ALASUUTARI, P., Researching Culture. Qualitative Method and Cultural Studies, Londres, Sage Publications, 1995. andlisis de componentes principales Andlisis multivariante* por el que se transforma linealmente un conjunto de va- tiables* en una serie de dimensiones sin Correlacién entre si. El supuesto basico de esta técnica consiste en pensar que una se- Hie de factores pueden explicar un conjunto de fenémenos complejos. El método per- mite explicar una parte mayor de la varian- is lineal-logaritmico za* de n variables x,,.t5,Xy ....x, mediante un ntimero més reducido de factores F,, F.5,.1F, Siendo m

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