Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
como una nube en el aire sobre la blanda superfice del mar. Observamos como algunos de los elementos de
esta composicin pictrica de R. Magritte se encuentran desplazados de su lugar habitual en el mundo real.
Sin embargo, el mundo posible que recrea esta pintura permite instaurar un procedimiento de coherencia
diferente e imprevisible, como si de un sueo se tratara.
Los textos tienen una doble faz, su contenido semntico sobre el cual hay una exigencia de coherencia, y su
disposicin formal, la conexin de los elementos que forman el texto, sobre la cual hay una serie de
requisitos y convenciones de cohesin. Ambos conceptos describen el plano del significado y la intencin
del texto (la coherencia) y el plano de la forma por medio de la cual esa coherencia se construye de manera
cohesiva.
Si en el signo la relacin entre significado y significante es convencional y necesaria, en el texto la relacin
entre contenido y forma hay que construirla de manera particular para cada discurso. En funcin de las
habilidades del hablante o escritor, la relacin coherencia/cohesin ser ms o menos eficaz, y ms o menos
oportuna de acuerdo con la situacin sobre la que el texto va a incidir (adecuacin).
Por tanto, si el texto es un dispositivo semntico-sintctico-pragmtico, la forma en que se articulan
mutuamente estos tres aspectos se describe con los conceptos de coherencia-cohesin-adecuacin.
Las exigencias de cohesin son en gran medida gramaticales, segn la morfosintxis de cada idioma, que
obliga a decir las cosas de una determinada manera: reglas de concordancia, correspondencia de los tiempos
verbales, deixis, construccin oracional, etc. Pero el centro organizador de la cohesin de un texto es el yoaqu-ahora que habla en el texto (el enunciador) y que distribuye los signos en funcin de su mirada, de su
idea o de su intencin. El cuadro de Magritte nos ofrece una organizacin cohesiva pero no coherente, de
acuerdo con las normas de congruencia del mundo real, y a pesar de todo adecuada y conforme con la
intencin subversiva del autor.
Para los Judos Ortodoxos, por supuesto, el Nuevo Testamento no tiene validez. El
rabnico considera como fuente de doctrina el Talmud, mientras los Caratas defienden
desde el siglo VIII el Tanaj como nica fuente de fe.