Slo por la fe podemos ratificar que las bendiciones de Dios
son reales para nosotros. Muchas veces, l pone un sentir en nuestro corazn que nos conduce hacia aquello que es Su voluntad para nuestra vida en ese momento determinado, siempre que esto sucede es porque l anhela llevarnos a otra dimensin superior. El Seor llev al profeta Ezequiel a un valle extenso lleno de huesos secos, dispersos sobre la faz del campo, y le pregunt: Hijo de hombre, vivirn estos huesos?... (Ezequiel 37:3). Lo llev en Su Espritu y le dio la revelacin de la condicin espiritual del pueblo; al mismo tiempo, le mostr cmo hacer para que recobraran vida a pesar de la sequedad espiritual que los dominaba. Dios indic al profeta que la respuesta al problema de la nacin est en sus labios y que, si profetizaba, el milagro sucedera. Ezequiel profetiz por la unidad de cada hueso para que buscara su coyuntura; empez a ver como uno a uno volaba hasta encontrar el lugar donde encajar. Huesos cortos y largos, planos e irregulares se dirigan hacia su sitio buscando articularse, y sucedi hasta que el profeta vio que tenan la forma de los esqueletos humanos dispersos en el campo. El Seor le dijo que profetizara sobre los tendones, despus sobre la carne, y as lo relat: Profetic, pues, como me fue mandado Y mir, y he aqu tendones sobre ellos, y la carne subi, y la piel cubri por encima de ellos; pero no haba en ellos espritu (Ezequiel 37:7a-8). Profetiz tendones y se entrecruzaron en los tobillos, las rodillas, los miembros superiores, en fin, en todo el cuerpo. Profetiz la carne y vino la carne; profetiz la piel recubrindola y as ocurri, hasta quedar completos los cuerpos. Dios le dijo entonces: Profetiza al espritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espritu: As ha dicho Jehov el Seor: Espritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirn (Ezequiel 37:9). Profetiz que el Espritu soplara vida sobre los cuerpos; vino luego un terremoto, se pararon y estuvieron en pie como un ejrcito incontable. Este pasaje ensea una verdad trascendental. El milagro que usted anhela recibir debe profetizarse y verse primero en el plano espiritual; luego, a travs de la fe, la confesin y la proclamacin de la promesa, se trae al plano natural, es decir, al mundo de los sentidos.