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PIZARRO LEONGOMEZ Eduardo. Los retos de l CNRR para el 2009. En: Boletín CNRR.

No. 9(2009); p.7

RESEÑA

ODECOFI Observatorio para el desarrollo, la convivencia y el fortalecimiento


institucional, fue creado en 2007 como centro de excelencia en Ciencias Sociales de
Colciencias.

Esta integrado por centro de Investigació n y Educació n Popular (einep); Grupo de


Investigació n en Desarrollo Social, (gides), el Centro de Investigació n para el
Desarrollo (cid), el centro de recursos para el aná lisis de conflictos (cerac), y grupos
de estudio de las universidades NAL, UDEA y SANBUENAVENTURA DE CARTAGENA.

El propó sito de ODECOFI es investigar a profundidad dos macroregiones (Oriente,


Nororiente y Suroccidente) y cinco subregiones (Uraba, Oriente Antioqueñ o, Montes
de María, Có rdoba, Sucre y Bajo Putumayo) ubicadas en las Zonas má s conflictivas del
país. Estas investigaciones regionales se enmarcan en los contextos político y
econó mico del nivel nacional y las particularidades del orden local y regional.

Las fuentes en las que se apoya el autor está n basadas en las investigaciones y en el
conocimiento del conferencista, politó logos, economistas, soció logos, geó grafos,
antropó logos e historiadores, entre ellos tenemos: Ferná n E. Gonzá lez G. director
ODECOFI. Camilo Echavarría Castilla. Ana María Arjona. Ana Clara Torres Ribeiro.
Clara Inés García. Teó filo Vá squez. Jorge Restrepo. Omar Gutiérrez Lemus. Silvia
Monroy Á lvarez. Fernando Escalante Gonzalvo. Daniel Pécaut. Jenny Pearce. Gustavo
Duncan. Mauricio Romero. Mauricio García Duran. Es de agregar que las
investigaciones realizadas por las fuentes antes mencionada, fueron echas en cada
regió n del país donde se realizaban los conflictos.

En el texto puede apreciar que es de cará cter social y político. En el esta involucrada la
població n má s marginada y los que viven en las regiones má s apartadas de nuestro
país, también vemos como las políticas clientelistas del estado las afectan y la poca
presencia de las instituciones estatales en estas regiones. La descripció n física de la
publicació n la podemos definir: un libro de 25 cms de largo por 18 cms de ancho
portada azul y blanca con una interesante ilustració n y bien terminada; el libro esta
bien ilustrado durante toda su publicació n y consta de 363 paginas.

La veracidad de las referencias las hace el autor con mucha propiedad, ya que se vale
de grupos de investigació n de universidades muy serias y de mucho prestigio.

El autor demostró durante el desarrollo de la publicació n una gran profundidad sobre


el tema; ya que se valió de los diferentes casos de violencia en las regiones de
conflicto, dando datos concretos y estadísticos sobre victimas, lugares y protagonistas
del conflicto.

La claridad que tuvo el autor fue plena ya que durante todo su discurso en el
desarrollo del tema fue muy específico en sus apreciaciones y las pudo dar a conocer
con mucha claridad en la utilizació n de su vocabulario.

¿Es posible crear desarrollo integral y sostenible, convivencia ciudadana y


fortalecimiento institucional con regiones afectadas por el conflicto armado,
insertadas de manera subordinada en la economía nacional y caracterizadas por
relaciones políticas de relaciones de estilo clientelista?

La urgencia de responder a esa pregunta explica el sentido del esfuerzo combinado de


los diferentes equipos asociados en este observatorio, intentan contribuir a la
reflexió n a partir de disciplinas diversas y percepciones regionales distintas. La
combinació n de equipos de investigació n, nacionales y regionales, permiten enmarcar
estos asuntos en un contexto amplio, nacional e internacional, al tiempo que reconoce
las problemá ticas regionales y puede insertarse en ellas de manera creativa.

Los equipos de “Odecofi” hacen que estas investigaciones no se analicen como casos
aislados si no en relació n estrecha con lo que pasa en el á mbito nacional.

El funcionamiento de las instituciones estatales, el impacto de las reformas


institucionales, de las políticas econó micas y el funcionamiento de la normatividad
oficial del estado registran importantes diferencias con las especificidades de las
distintas regiones. Camilo Echavarría comenzó por reconocer, los avances del ejército
habían debilitado notablemente a las farc, obligá ndolas a replegarse hacia sus zonas
tradicionales y a disminuir notablemente sus actividades ofensivas.

La fuerza pú blica tiene como objetivo principal lograr el pleno control territorial del
suroriente del país mientras que las Farc han renunciado a la defensa de sus
territorios, para buscar el control de zonas estratégicas que garanticen su
supervivencia, como en el caso de Catatumbo donde la presencia de las fuerzas
gubernamentales es menor.

En cuanto a las autodefensas, es obvio que la desmovilizació n de buena parte de sus


destacamentos provocó una importante disminució n de sus actos de violencia,
especialmente en Antioquia. Sin embargo, la persistencia de retaguardias armadas
encargadas de mantener el control sobre los gobiernos locales y el gobierno del
narcotrá fico, la supervivencia de agrupaciones que nunca se desmovilizaron, está n
comenzando a producir un cierto aumento de los homicidios en varias regiones del
país. Por eso, concluye Echavarría, no parece exagerado inferir que el momento actual
el país podría encontrarse en la etapa previa a una nueva escalada de violencia.
Ana María Arjona, preocupada por dilucidar cuanto margen de acció n mantiene la
població n frente a la presencia de los actores armados en sus territorios. Arjona
enfatiza la complejidad entre grupos armados y comunidades de las zonas de
conflicto.

En primer lugar los insurgentes regulan la conducta de los pobladores en lo pú blico y


en lo privado y exigen a cambio retribuciones econó micas.

Por otra parte hay comunidades que han encontrado en un grupo armado una fuente
de autoridad y gobierno con la que antes no contaban, de ahí la necesidad de
comprender los diferentes tipos de interacció n que operan entre civiles y
combatientes, a fin de superar la visió n que contrapone victimas a “simpatizantes” el
orden de los actores armados no es uniforme si no que dependen de la organizació n y
del poder local previamente existentes en las comunidades.

La comunidad puede oponerse, obedecer pasivamente o brindar apoyo y obediencia,


que no es siempre voluntaria ni ilimitada. La obediencia sería limitada si ú nicamente
incluye conductas relacionadas con el uso de la fuerza y amplia si involucra conductas
en la esfera econó mica y vida familiar.

Cuando el grupo armado está interesado en mantener el territorio, necesita de una


cooperació n estable y duradera, para la cual la violencia es insuficiente y hasta
contraproducente.

Si el grupo armado somete a la comunidad a la fuerza, solo obtendría un nivel mínimo


de cooperació n, insuficiente para sus propó sitos.

La relació n de las comunidades frente a los actores armados depende de la existencia


o inexistencia de sistemas de autoridad eficaces en la localidad: si el sistema de la
autoridad es fuerte, el orden impuesto por el actor armado será predominante de
ocupació n militar, que lograra solo obediencia pasiva en lo militar y un bajo nivel de
cooperació n en el terreno civil. En cambio donde el sistema de autoridad es
intermedio, no plenamente consolidado, el grupo optará por infiltrarse en los poderes
locales existentes para gobernar en la sombra: entonces la comunidad acepta la
presencia del grupo armado. Pero limita su obediencia y apoya a ciertas esferas de la
vida local. En el primer caso, esto llevaría a un nivel intermedio de cooperació n, con
obediencia y control limitados, y en el segundo a un alto estadio de cooperació n.

Otra variable se presenta cuando hay competencia entre los grupos armados, porque
ella conduce a una opció n por mecanismos de violencia y terror que lleva la
imposició n de un orden local coercitivo.

Igualmente el orden puede verse modificado por cambios de la economía local,


regional y nacional, lo mismo que por la presencia institucional del estado o de la
inserció n formal de la comunidad en la vida política de la regió n. El surgimiento de la
violencia tiene que ver con las fallas institucionales por parte del estado; los
programas de desarrollo y paz tienen que contribuir a la creació n de instituciones que
resuelvan de una manera no violenta los conflictos que estamos analizando y que, por
su puesto no pueden ser penetrados por los grupos violentos.

María Arjona afirmó que no desconoce entonces la variabilidad de las comunidades y


de los grupos armados, ni la sucesiva transformació n de las comunidades por la
presencia de los distintos grupos armados, muestra donde una misma comunidad, con
características, étnicas e histó ricas comunes, responde frente a la incursió n de los
grupos armados con expresiones organizativas diferentes.

García inicio su intervenció n aclarando que aborda el tema desde su propia disciplina,
la economía. Para el es claro que la relació n entre desarrollo y paz es de doble vía. La
economía influye en el conflicto y el conflicto en la economía, pero no se trata de una
relació n univoca, por que la dimensió n econó mica no es el ú nico determinante de la
guerra o de la paz de una regió n.

Las fuentes de financiació n de los actores armados son, para el caso colombiano, los
cultivos ilícitos, el robo de gasolina, el secuestro la extorció n y el saqueo de erario
pú blico, que desestimulan la actividad productiva y se expresan en deficientes
servicios pú blicos para la comunidad.

Estos problemas tienen como origen la incapacidad del estado para mediar en los
conflictos, garantizar condiciones mínimas de vida y reprimir conductas que
contraigan los acuerdos bá sicos. Oviamente, en esta incapacidad del estado
corresponde una falla de la sociedad, que se ha mostrado incapaz de elegir gobiernos
capaces de manejar esos problemas.

Eso quiere decir que hemos tenido un proceso masivo de destitució n de valor
agregado interno por valor agregado externo. La disminució n de los salarios refleja un
marcado desinterés del sector manufacturero frente al mercado interno, por lo que
esta creciendo es la transformació n de recursos naturales, que tiene un mercado
exterior; el mercado interno se considera marginal.

Mi opinió n con relació n al texto es muy positiva, en el nos informamos de la situació n


de cada una de las regiones de nuestro país, pero lo mas importante se conocen los
que fueron incidiendo cada vez má s con los grupos armados y las consecuencias que
trajo para la població n civil.

Esta publicació n esta dirigida a la població n en general; también sirve de reflexió n a


grupos políticos, narcotraficantes, instituciones estatales y académicos para hacer de
este problema social un aporte positivo para la reconstrucció n de una Colombia má s
humana y con oportunidades para todos.

Reseñ ado por: Martin Emiro Ú suga Sepú lveda, Estudiante de primer semestre de
Derecho de la Universidad de Antioquia, marzo de 2010.

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