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OscanBattaglini la\Guerra Federal A 41 Dr. Domingo Alberto Rangel, por su coniribucién ala comprensién historica de Venezuela y ala lucha por su invalor emancipacion general, todavia pendiente arquia del dinero,,. 202 ntencias extranjeras,,..212 y York and Bermudez 1¢8 al capital petrolero de Ia misma causa, nacional,, stado, PROLOGO [.] existen [...] algunos seres a quienes no se les niega la veneracién de sus coetdneas, pese aque su grandeza reposa en cualidades y obras muy gjenas a los objetives y las ideales de las masas. Sigmund Freud, El maiestar en la cultura, 1929 La historia, que jamds se repite, conoce sin embargo ciertas constantes. Jacques Lafaye, Las conquistadores, 1964 Este libro tiene una relacién de continuidad muy clara con su precedente inmediato, De la Metrépoli distante a la Colonia Interior (Vadell Hermanos, 2009), No sélo en el sentido cronolégico, sino también porque se enmarca den- tro de una tesis que el autor viene desarrollando desde hace varios afios en relacién a eso que, como toda con- vencién creada para comodidad de la exposicin historica, conocemos desde los textos escolares como Historia Republicana dé Venezuela. Y decimes que se trata de una convencién, pues nos resulta muy curioso eso de que exista una republica desde 1830, pero mas como ejercicio retérico que como realidad efectiva y ciudadana. En eso, precisamente, consiste Ia tesis a que aludimos. En lo que toca cabalmente al periodo estudiado, el presente trabajo es una historia cue, como la del libro precedente, més allé de girar sobre hombres y hechos no- 16- [ De la Guerra Federal al Gomecismo figuras que , ocupan las paginas que siguen, pese a sus + Hegaron a asaltar en su momento —y a veces en dos y tres oportunidades.- investidura posible: la Ja més alta Presidencia de la Republica. No obstante, i , como si se tratara di ee : le una novela en |, fernanl vicios y virtudes, la narracién ans. Hoy. YY iones de integridad hu- @ algunos destacados de uni é a declaracién pesimista; antes al contrario, a a i Seriemente, resulta positivamente desconcertante shenadiy de dlescomposicion que vive la Venezuela de ad del siglo XIX y principios del siglo XX. no haya arrastrado con impetu inexe ‘able a todos sus Z ru rable a todos su; eee . w- piaron del poder politico y econémico una vez derrotado el proyecto continentalista bolivariano en 1830. Nos refe- rimos a las camarillas conocidas tradicionalmente en nuestra historiografia —en orden de aparicién—, come los godos 0 conservadores, los liberales amarillos y los andinos. Formalmente, como indica el titulo de cubierta, la obra se enmarca en limites temporales puntuales: el extenso periodo que transcurre desde el inicio de la Guerra Federal en 1859, hasta aquel ultimo y terminal suspiro exhalado por Juan Vicente Gémez en su lecho de enfermo en diciembre de 1935. Sin embargo, el evento que le da inicio (Guerra Federal) se gestaba desde mucho antes; sus gérmenes encuentran caldo de cultivo en el principio mismo de nuestro andar como Repiblica independiente. Esto es, el conjunto de frustraciones ¢ insatisfacciones de los sectores populares (descontento muy habilmente capi- talizado por los dirigentes de la causa federal), los cuales vieron secuestradas y traicionadas una y otra vez las mas altas aspiraciones por las que habian luchado durante la Guerra de Independencia. Porque como ya asomamos al principio, tanto la Independencia como la Repiblica producto de aquella, se convirtieron a partir de 1830 en etiquetas meramente nominales —burocratico protocola- res, podria decirse—, carentes de contenido sustantivo 0 afirmativo. Ins6lita Repiblica en la que los entramados socioeconémicos coloniales se mantuvieron indemnes; donde la esclavitud y ellatifundio siguieron rigiendo las relaciones econémicas basicas de la sociedad; donde la exclusién social y cl sistema de castas colonial continué operando mediante el régimen constitucional censitario que establecia diferentes «tipos de ciudadaniay; y donde el 18- Della Guerra Federal al Gomecismo i 7 eine ‘zenador que suplia materias primas a los ‘opolitanos —con toda s 3 et - su carga de depen- 4, alt Permanecié en vigor con toda su crudeza Dicho Repibticn ets & sistema colonial se perpetus en la ica con nuevos actores, apu a - apuntalados en la ci de la pirdmide soci rea itrarlamente cial. Ahora, en vez di ‘ E i ¢ los arbitrari impuestos funcionarios “de In spatioles en la jefi antigua Capitania Ger mergia dees : neral, Venezuela emergi ruinas de la Guerra de I i sudilos mile Independencia co: i tares al frente de los ‘dese Poderes del Estado (Paez i Q : (Paez en primer £ar), asociados por el sentido elemental de la cect sana de lo singular que esto pueda parecer, se inicia Antonia Paes 2 88eias a la pulsidn totalitaria de José sect Pies, un proceso en la dindmica politica vene- nde se ejerce el poder de una manera tan el 6 (lpaccismo) que, en razén de que la mata de prebendas Sureauras no daba para satisfacer a todos los interesados, tended cae go, Configurar una oposicién politica que primeros tiempos al Part 7 a ido Lil como maximo representante, ver tee 19- Prélogo del pretorianismo andino (1899-1935): liberales vs conse- rvaores hasta el desencadenamiento y fin de la Guerra Federal (1830-1863); liberales vs liberales durante cl prolongado ciclo del liberalismo amarillo (1863-1899). Una prolongada contienda en la que dos partidos se enfrentan, y sintetizada en aquel viejo formulismo 0 adagio del lugar comin, que después seria moneda corriente en tiempos mas recientes tras la caida de la ultima dictadura en 1958: «oposicién y gobierno, gobierno y oposicién». Existe, por otro lado, un factor que es incluso de mayor importancia por sus implicaciones, el cual no sélo cruza las precisiones del periodo estudiado en este libro sino que arriba con validez inusitada a nuestros dias. Nos re- ferimos, concretamente, al fendmeno del caudillismo como inevitable saldo de la carencia y precariedad institucional que nos ha diferenciado de muchas naciones en nuestro acontecer como Repiblica. Resulta asombroso, por no decir extravagante, que el control omnimodo de una sociedad haya reposado en sus primeros cien afios de vida casi integramente sobre los hombros de escasos cuatro individuos: Péez, Guzman, Castro y Gémez (después vendran otros ejemplares de similar pelaje, pero esa es otra historia), Ms prodigioso atin es, empero, que los prenombrados ostenten cierta aureola de veneracién en nuestro pais, gracias @ esa indulgente interpretacién del pasado hecha por consagrados y medidticos escritores, quienes han in- tentado trocar el género historiografico por el de la hagio- grafia. ,0 es que acaso pueden compadecerse las figuras de Péez, Falcén, Guzman Blanco, Cipriano Castro y Juan Vicente Gémez con algo semejante a la virtud? 20- Dela Guerra Federal al Gomecismo __ Uno de los aportes que considera: i investigacion del Prof. Battaglini, es el abrit w sirens, al juicio de algunos de nuestros mas representativi historiadores de la decadencia, como bien los sefala él en este trabajo, parafiageando a José Rafael Pocaterra, De esos mitos Populares afianzados en el imaginario colectivo quizas el més conocido sea la pretendida «modemnizaciém» llevada a cabo por Guzmén Blanco a finales del siglo XIX y que, a fuerza de Tepetirse, se ha convertido en verdad casi inapelable. Una simple ¥ desprejuiciada revisién de las inconexas y superestructurales reformas impjemencadas durante el guzmaneismo, ponen un rotundo menfis a ea fabricada y fantasiosa pretensién de vendemos a Guzmén Blanco como un gran modemizador Principal representante de un inexistente proyecto nacional, _ En todo caso: {Qué podia esperarse de un redomado cinico —superior en caradurismo marméreo a su padre Teocadio, lo que ya es decir bastante— que en el Congreso de 1865 declaré que Ja federacién no habia sido, ni 8! la habia fenido nunca como otra cosa, sino como un pretexto para hacerle @pasiciin al partido conservador? {0 de un individuo que con el mayor desparpajo, antes de escanciar las mieles de la riqueza y el poder, le confesé a su entonces ami (1860), Luis Level de Goda, que no ambicionaa goberney sino hacerse de unos reales para irse a vivir a Europa? (}!), Se ha escrito y hablado tanto sobre la codicia, que no Pretendemos descubrit aqui lo que ya existe. En todo caso este pecado capital se hace especial en Guzman no por sey uno mas» en el club de codiciosos y corruptos, sino por lo desfachatado; por poner a su servicio toda In maquinaria del Estado para lograr ese propésito pero, sobre todo, por hacerlo como una faceta més de sus funciones Prélogo a gubernativas; como algo normal, legitimo. Incluso podria- mos decir que con Guzman existe una suerte de filosofia politica de la corrupeién administrativa, cuyo primer y nico enunciado seria algo asi como que «ningiin corrupto se da cuenta de que lo es». La corrupcién puede Hegar a ser tan corrupta, que blanquea la inmoralidad de los que se sirven de ella, al punto de creer que la apropiacién indebida que hacen de los dineros puiblicos es tun rédito legal. Con todo, jtodavia tenemos que leer cada cierto tiempo articulos de Consalvi que celebran el refinamiento del Ilustre Americano y su fingido fervor civilizador! Lamentablemente, ese afin de lucro perfeccionado por el hijo de Antonio Leocadio no se restringié al ahora remoto siglo XIX. Asi pensaba y obraba Guzman y asi piensan y obran todos los pequefios guzmanes de hoy, quienes siguen alimentandose de la misma fuente que aquél. Pero lo «cumbrey es que los restos nada ilustres de este personaje reposen, como una burla a todos los vene- zolanos, en el Panten Nacional. Razén mas que suficiente para celebrar, al margen de otras consideraciones, el que Bolivar tenga en el futuro Panteén propio. No es que esté ahora escoltado por respetable y egregia compaiia. También quedan al desnudo en este trabajo personajes de increible anodinia como Faleén, el antecesor de Guzman, cuyo rasgo personal més relevante fue el de gobernar huyendo: primero de sus responsabilidades como principal Jefe politico-militar de una Guerra Civil, la Guerra Federal; y luego a través de designados a dedo 0 constitucionalmente. En «tiempos de paz» lo hacia para despojarse temporalmente de las preocupaciones agobian- tes de gobierno y asi poder disfrutar de su chin-chorro 2- De la Guerra Federal al Gomecismo favorito en Coro y solazarse con sus gallos de pelea en la \orrida regién que después impropiamente llevaria su nombre; en tiempos de dificultades o cuando la «cosa se le Ponia chiquitay, delegando su cargo efectivo en algin segundén para poder escabullirse y huir sin dificultad ni impedimento, como hizo tras la Batalla de Coplé y luego aflos después cuando se evade a Curazao y luego a Europa, ante la inminente caida de su gobierno en medio de la Revolucién Azul, En la jmisma ténica, el desmontaje de otto mito de reciente data también ocupa parte importante de esta investigaciOn: el supuesto nacionalismo y antiimperia lismo del Hombre de la levita gris. En estos tiempos de polarizacién politica y reinterpretacién hist6rica, el sujeto de marras (Cipriano Castro) parece ser el oportuno Paladin de una especie de «historiografia emergente» a aquella que en las dltimas décadas ha colocado a Gomez (su aparente antitesis) casi como un Pericles del siglo XX. Es decir, muchos colegas historiadores que nunca estudiaron nada en serio, que jamais tuvieron conviccion Por alguna idea politica y ahora lucen encumbrados en cargos publicos; intelectuales y hasta cineastas contem. Pordneos, han tomado el partido (gcomo prolongacién de la fiebre bicentenaria?) de hacer una apologia de Castro Para contrastarlo con Gémez, lo cual no es sino wa completo absurdo, un exabrupto, pues uno y otro son la misma cosa: seres despéticos, brutales y corrompidos (aunque para ser justos, El Benemérito carecia de elocuencia demagégica de la Castro). Tan iguales, que tal identificacién la corrobora uno de los primeros slogans del Bomecismo, en el que se declaraba que ese «nuevo» go- bierno era, precisamente, una «evolucién dentro de le 23- Prélogo misma causa». O sea, lo mismo que interpreta Domingo Alberto Rangel cuando sefiala que se trataba del mismo régimen con distinto jefe. {Que Castro fue un lider antiimperialista per. a3 «conducta heroica» ante las potencias extranjerag que 268 agredieron durante el bloqueo de 1902' = al ean nos hace recordar lt complexion de un conocido personaie shakespeareano, que al decir de otro, s6lo crack pad en la lengua». En efecto, mas alla de la famosa pave planta insolente del etre eae we antiimperialista quedé muy de aan oii cias de la élite caraquena de entonces (lo Bains Chapellin, Pee Caucus suplicé al embajador de EE.UU. en .atepree s a Venezuela en las negociaciones palabras, la «delegacién venezolana» en ts ve ='y Protacolas que se desarrollaron después en Washingt i era gringa, nada mas y nada menos. Vaya nesbalons iimperialismo el de Cipriano a targa querella con la New York & Berm udez Gomopany is un gesto representative de seyoro| asioaatinny saat resa_extranjera? Por Cre ee Cane de Hacienda durante la segunda presidencia de Joaquin Crespo y allegado de Castro) y Ambrose Carner ( sear Gerente de la New York & Bermudez Eee, Venezuela), para presenciar una verdadera presgsreciin con casi un siglo de antelacién, de la pelicula sec Hablamos del episodio en el que el primero, sbietn y desearadamente, intenta extorsioner al segundo por 400.000 $ (y si era en efectivo, mejor), a c 24- Dela Guerra Federal al Gomecismo devolverles la concesién de explotacién del lago de asfalto de Guanoco (actual Estado Sucre). El nacionalismo de Castro tenia un color muy especifico: el del billete verde. eee De ahi que resulte poco menos que incongruente el que sean esta clase de sujetos (Péez, Faleén, Guzman, Castro, Gémez) los que la «nueva historiografian, de parcialidad y Perfil politico-ideolégico variopinto, pretenda publicitar y embellecer. En relacién con ello, queremos destacar que la Primera escuela de \historiadores de este pais —si, la Positivista y reaccionaria— aventaja con mucho en cali- dad, seriedad, erudicién, profesionalismo y rigor a sus actuales émulos. No exageramos. Da como pena ajena revisar los escritos de dos consumados gomecistas —Gil Fortoul y Vallenilla Lanz—y un empedernido perez jimenista —Augusto Mijares—, y comprobar que cuando deben pronunciarse sobre Guzman, Castro y hasta del mismo Gémez, lo hacen muchas veces de manera equilibrada; no anteponiendo los prejuicios y creencias Personales a la verdad histérica, A ellos nunca se les escapé que el manantial mas fecundo de mitos y leyendas lo constituye iniciar una investigacién con una idea Preconcebida de qué es lo que se quiere demostrar. Esta sencilla leccién (diriamos que es el ABC de todo investigador que se precie de tal) no parecen haberla aprendido algunos, como aquel laureado historiador Venezolano recientemente fallecido, del cual nos ente- ramos por una fuente directa que tenia por costumbre escribir sus libros primero y al final colocar —que no revisar— las fuentes; 0 un reconocido Profesor de un Postgrado en Politologia que, en vez de recomendat como Prélogo 25. libros de texto a los ya clisicos de Gil Fortoul, Arcila Farias, Carrera Damas 0 Brito Figueroa, pone a sus estu- diantes de cuarto nivel a leer los ensayos (que por su extension y profundidad de aguas someras sélo pueden entrar permisivamente dentro de la categoria opuscularia de un reputado escritor el cual, no obstante sus titulos de reciente adquisicién, es més reconocido como poeta que como historiador. Y para terminar con este punto critico: a nuestro juicio, la historiografia no puede seguir utilizandose para encumbrar, por la via de la falsificacién, a déspotas y caudillos (militaristas y/o populistas); 0 para justificar, dependiendo de circunstancias politicas coyunturales, a gobiernos determinados en detrimento de otros. El ver- dadero sentido y propésito de la ciencia histérica debiera ser el analizar, profundizar y comprender los hechos del pasado (M. Weber). No utilizarla como herramienta conservadora o destructora de reputaciones sino, como tempranamente se dio cuenta hace 2.400 afios uno de los primeros en hacer filosofia de esta disciplina, el ateniense Tucidides, «un bien para todos»; algo itil para los investigadores que desean un conocimiento ecacto del pasado como ayuda para la interpretacién del futuro, tomando en ‘cuenta que atin cuando los hechos humanos jamds se repiten, a veces se reflejan. eee Volviendo a nuestro tema central: no todo son sombras en el periodo abordado en este trabajo, aunque cllas 26- De la Guerra Federal al Gomecismo predominen. En efecto, de lo poco que encontramos de dignidad y honradez, muy significativo. En este libro se reivindica justamente a Ezequiel Zamora de esa artificial faceta de monstruo que le han endilgado algunos de sus més acérrimos criticos —y decimos «ustamente» porque se hace sin estridencia ni manipulacién ideolégica—. De hecho, la figura de Zamora y su corto pero significative papel en la Guerra Federal nos permiten ver claramente cémo en el bando de los federales existian dos proyectos antagénicos: uno oligarquico representado por Guzman Blanco y Faleén; y otro de cardcter eminentemente popular, revolucionario, impulsado por el liderazgo de Zamora y quienes le acompaiian bajo la consigna «Tierra y hombres libres». Asi, vemos cémo esta vertiente comenz6 a ser derrotada tempranamente con el prematuro ase- sinato de su lider y es liquidada finalmente —esto se repite muchas veces en la historia de Venezuela— por un pacto entre élites, el Pacto de Coche (1863). Especie de Pacto de Punto Fijo del siglo XIX, donde los representantes de la oligarquia reinante acuerdan la continuidad y per- manencia del establishment, lo cual implicaba, I6gicamente, no introducir cambios sustanciales en el orden social existente presidido por ellos. Entonces, ,eomo puede faltarle el respeto a la inteligencia de sus lectores Germén Carrera Damas al afirmar que Guzmédn y Faledn personifican el ascenso de la clase burguesa que representa el proceso revolucionario de la sociedad, y que el pensamiento auténtico de 1a Federacién, el pensamiento revolucionario de la Revolucién es el de Falcén y de ninguna manera el de Zamora? {Pensamiento auténtico y revolucionario? Pues bien, en rigor se traté de un «pensamiento» que no les dio siquiera para redactar una Constitucién original (la de 1864), sino que los genios «que representaban el proceso revo- Prélogo 27- lucionario de la sociedad» de aquel entonces, tuvieron que plagiarsela casi por entero de las instituciones de la Federacién de la Nueva Colombia, sancionadas por la Convencién de Rio Negro (1863). ane Al igual que con Zamora, tampoco podemos dejar de rendir un merecido homenaje a dos hombres injustamente yalorados y casi olvidados en nuestro registro histérico, también reflejados en estas paginas: el General Juan Antonio Sotillo y el Coronel Emilio Navarro. El primero por ser un ejemplo de decencia ¢ hidalguia entre los pocos que pueden citarse de los que participaron en la Guerra Federal a ambos lados del conflicto. El slo hecho de que haya sido el unico del generalato federal que se nego a aceptar «su parte de la tajada» (40.000 pesos) del empréstito diligenciado por Falcén como botin de la recién finalizada guerra, habla mucho de la estatura moral de este hombre si la comparamos con el resto de sus pares, més estimulados por la rapifia y 1a villania que por una causa politica digna de lamarse asi. Y en cuanto al Coronel Emilio Navarro, nos es acreedor de tributo por cuanto ha dejado para la posteridad un testimonio invalorable, de primera mano, La Revolucidn Federal (OCI, 1976). Texto que deberia ser reeditado y divulgado masivamente a todos los niveles, por la pormenorizacin y grado de detalle de una gesta muy poco comprendida y mucho menos estudiada, tanto en sus causas como determinaciones. Existen otros prohombres que destellan como luces solitarias en este periodo. Verdaderos héroes que sufrieron como pocos los castigos de la circel y el des- tierro. Tal es el caso del siempre recordado José Rafael 28- De la Guerra Federal al Gomecismo Pocaterra —con breves alusiones en esta investigacién, y més especialmente la referida a su papel en la fallida expedicién del Falke—; Jacinto Lépez —de breve refe- rencia pero de innegable trascendencia pues quizé fue, después de Pocaterra, el mas férreo critico de lo que él siempre denominé la «barbarie andina»—; y otros que, aunque no son citados explicitamente, nos vemos obliga dos a nombrar, como Rufino Blanco Fombona y sobre todo Pedro Maria Morantes (Pio Gil), quien tuvo la grandeza de autoexiliarse para no hacerse coparticipe con su portentoso talento de la degeneracién y vileza de aque- Ila larga dictadura compartida entre Castro y Gomez. eee Mencién aparte en nuestra sintesis merece, coincidien- do con la parte final de esta investigacién, la concerniente especificamente al gomecismo. Quizd la destaquemos por sobre las demds pues, aunque parezca controversial, no es con la «democraciay puntofijista —como algunos adecos nostalgicos creen— que se operativiza el actual estado de cosas en Venezuela. El Estado Petrolizado (F. Mieres) que hoy conocemos y damos por sentado desde que tenemos memoria, en esencia nace con el gomecismo, y transmite sin discontinuidad hasta el presente todas las distorsiones que Ie son propias y que atin no superamos, ni remo- tamente, a casi cien aflos del inicio de la explotacién co- mercial del petréleo con fines de exportacién. Estas distorsiones son sintetizadas, grosso mado, por Battaglini de la siguiente manera: 1) la especializacién casi exclusiva cn la produccién petrolera con poco o nulo efec- to en otras areas de la economia nacional; 2) la disparidad subsecuente entre las exportaciones de este rubro y otros productos exportables; 3) el abandono al incentivo -y Prélogo 29- financiamiento de las actividades productivas propiamen- te dichas (agricultura y ganaderia), con la inevitable derivacién de que los renglones no productivos del sector terciario, segiin la clisica divisién de Stuart Mill (banca y comercio; en nuestro caso especifico comercio de impor- tacién) son los que ocupan, paraddjicamente, los espacios més importantes de la economia éLo anterior le suena cercanamente conocido? Pues la enumeracién precedente contiene en lo fundamental los Tasgos caracterizadores de la econom{a venezolana en, por Jo menos, los iltimos ochenta afios, Pero lo mas dramatico no estriba en la longevidad y permanencia de dichos com- Ponentes, sino en el hecho de que todavia, a la vuelta de un siglo, no hayamos sido capaces de revertir ese esquema Perverso (parasitario-rentistico), y que para mayor estupe- faccién presenciemos dia a dia su apun-talamiento, con todas sus fatales y nocivas consecuencias, El otro gran «legado perpetuo» del gomecismo, Io constituye sin duda alguna la centralizacién y mili- tarizacién del Estado —aunque esta transformacién ya hu- biese comenzado con Castro—, y que se traduce muy bien en esa denominacién conocida como «Estado Gen-darmen el cual, aunque ello pueda escandalizar a mas de un casto auditorio, no es exclusivo de los regimenes dictatoriales de corte abiertamente militar. Porque la represién no siempre Necesita ser armada salvo cuando no le queda otro re- medio, pues en todo momento busca el mismo propésito con el menor esfuerzo y gasto posible: la estabilidad y conservacién del orden —en el caso venezolano, del orden petrolero— existente. Tal cual nos dijo un viejo familiar italiano que todavia habla después de cincuenta aflos de 30- De la Guerra Federal al Gomecismo lle-gar al pais una especie de italgnolo cuando tocébamos el tema, dindonos una magistral clase de teoria politica con la siguiente frase: «En Venezuela no hay Estado; el Estado son /o reale». Y, por supuesto, Jo reale los da el pe- tréleo, ese Vellocino de Oro que todas las parcialidades lidian por conservar y administrar desde que producimos —perdén, desde que extraemos— el codiciado bitumen eee No queremos terminar este prélogo sin hacer una reflexin géneral sobre lo que implicitamente gravita en el devenir de nuestra historia republicana, y mas tratandose este libro —publicado por los amigos de la Editorial GALAC— el eslabén con el que terminan aténdose 0 uniendo en perfecta diacronia los trabajos del autor en referencia. Nos referimos a que la historia republicana de Venezuela, matcada por el signo de lo trigico, es la cré- nica de una potencialidad democratica que nunca ha podido cristalizarse. Siendo la cuna de la Independencia Hispanoamericana; de tener los venezolanos sobrados méritos en la lucha por la demoeracia y contra las mas diversas dictaduras; contando con recursos naturales casi inagotables; dotada de un capital humano, cultural y artistico de trascendencia universal; Venezuela, por obra de sus nefastos gobernantes, no ha podido traspasar el umbral del subdesarrollo, con todos sus males asociados: caudillismo, autoritarismo, pobreza, exclusién, corrup- cién, ineficacia, atraso, dependencia, Tan implantadas han estado dichas negatividades en el seno de la nacién, que si hacemos el ensayo de comparar la historia del siglo XX y lo que va del XXI con la del siglo XIX, veremos que la llegada del petrdleo y de una institucionalidad for- malmente democratica a mediados de Ia tiltima centuria Prélogo 31. (de corte liberal-burgués), no permitié borrar o siquiera mitigar ninguno de los vicios que acabamos de aludir. Siguieron siendo los mismos, seflalarlo no constituye un juicio neutro, sino un llamado a la reflexién, para que las circunstancias e inmediatez del presente que inten- tamos construir, no nublen de falsedad nuestro pasado. eee Y como siempre hacemos cuando hemos tenido el honor de presentar 0 prologar un libro de ese venerable Maestro e intimo confidente que es nuestro homénimo Padre, sirva este espacio para una consideracién de card- cter personal, a manera de declaracién final: Largo ha sido el camino transitado desde aquel primer trabajo de ascenso Legitimacién del Poder y Lucha Politica en Venezuela, 1936-1941 (publicado primero por la UCV y luego por Monte Avila Editores), con el que comenzé la saga de acuciosos trabajos sobre periodos puntuales de la historia venezolana en lo que va de 1830 hasta el pasado reciente. De esta manera el presente texto, relativo al unico periodo todavia no sistematizado anteriormente por el autor, cierra cl ciclo que cronolégicamente remata el libro Ascenso y caida del Puntofijismo, publicado por esta misma Editorial. Pero la historia sigue su curso; se esta escribiendo otra que espera por la misma pluma y la de otros historiadores que, como el sefalado, han sabido conjugar el rigor de la disciplina histérica con la estéti que sélo puede percibirse a través del arte de la eseritura y del placer derivado de su lectura Oscar Battaglini Suniaga Agosto de 2011 INTRODUCCION Muerto Bolivar y disuelta la «Gran Colombia», Venezuela se organiza como una Republica aparte, De esta manera se inicia en el pais un proceso politico fundado en la Constitucion de 1830 y en el régimen que se constituye en esos momentos y del cual pasan a formar parte todas las fracciones de la oligarquia colonial’, liderada por José Antonio Paez, caudillo militar alrededor del cual se habia urdido la trama conspirativa antibolivariana que culmina, como se ha dicho, con la liquidacién definitiva del ensayo republicano e integracionista definido ¢ implementado por Bolivar a partir del Congreso de Angostura en 1819 Pero muy pronto, lo que habia comenzado como una gran alianza de toda la oligarquia colonial se escindié dando lugar a dos bandos, el conservador y el liberal, eu~ yas contradicciones se hicieron ciliables, no obstante los innumerables puntos de acuerdo o coincidencias de clase que existian entre ellos. da vez més irrecon- aoe La quiebra de la economia agricola de exportacion (café ye suencia, por un lado, del cardcter antieconémico del modelo productivo heredado de la co- lonia —basado en el latifundio y en la explotacin de la mano de obra esclava de origen africano— y, por otro, de la caida recurrente de los precios de aquellos productos en los mereados internacionales, es un factor que esta en la base de la division politica de la clase social oligarquica de entonces. Y lo estd, particularmente, porque la oligarquia conservadora duefia del capital dinero —y que es la que 0) como cons De la Guerra Federal al Gomecismo fundamentalmente gobierna con Péez—, traté en todo mo- mento de sacarle el mayor provecho a la crisis econémica en desarrollo, a costa de la penuria y las dificultades de to- do tipo a que se ven sometidos tanto la oligarquia agraria como el conjunto de los sectores explotados de la socie- dad: la clase campesina (peones y los sectores de esta clase sometidos al régimen de la servidumbre latifundista), los esclavos y los pequefios y medianos productores agricolas. La usura practicada en aquellas condiciones por la burguesia comercial (nacional y extranjera, representada esta ultima por las casas comerciales inglesas, alemanas, francesas, norteamericanas, etc.), y el intento de apelar al remate generalizado de las plantaciones de los propie- tarios endeudados mediante la aplicacién de la Ley del 10 de Abril de 1834’, son elementos que presionan de manera determinante en la direccién de la divisién politica de las clases dominantes de ese momento. La inestabilidad po- litica que de nuevo se apodera de la vida nacional, y las manifestaciones de violencia armada que se suceden en el pais hasta el desencadenamiento de la Guerra Federal’, son expresién de la enorme conflictividad que se venia acumulando en el interior del bloque de dominacién social y en el conjunto de la sociedad y Reptiblica oligirquicas de entonces. Se trata, en consecuencia, de una conflic- tividad que envuelve no sélo a las clases dominantes en su disputa por el control politico y econémico del pais, sino que implica igualmente, con una gran fuerza y violencia, el enfrentamiento que desde siempre (desde la Colonia) habia existido entre éstas y los sectores explotados de la sociedad venezolana; enfrentamiento que no habia desa- parecido ni disminuido con el advenimiento de la Inde- pendencia formal y con el establecimiento de la Republica Introducci6n 35- oligarquica 0 «goda», como los sectores populares de la época dieron en calificarla, al analogerla y relacionarla con los defensores de los intereses espaftoles en la Guerra de Independencia’ Ya iniciada la guerra, la corriente liberal-federalista liderada por Zamora logra atraerse el apoyo de los sec- tores mayoritarios del pueblo mediante la asuncién de consignas de contenido antioligirquico y en las que se sintetizaban las aspiraciones més sentidas de esos sectores; los cuales permanecian excluidos de todo disfrute de dere- chos democraticos, politicos y socioeconémicos. Es indudable que a la consigna «tierra y hombres libres» enarbolada, inicialmente, por Zamora, se debe que la balanza de esa guerra se haya inclinado finalmente a favor de la causa federal; pero a ello se debe también —ya muerto aquél— el desenlace negociado que tiene ese con- flicto armado; desenlace que en nuestros anales se conoce como el «Pacto de Coche». Evidentemente, esa decisién fue determinada fundamentalmente por el riesgo que perciben los dos bandos oligarquicos enfrentados mili- tarmente’, en el sentido de que los sectores populares hicieran valer su presencia mayoritaria en las filas del partido triunfante para tratar de imponer eventualmente un resultado de la guerra acorde con sus aspiraciones politicas, sociales, econémicas, etc. Esta suficientemente demostrado que mediante la firma de ese pacto, no sélo se escamotearon —como ya habia ocurrido al final de la guerra de Independencia— las expectativas que el pueblo se habia hecho cuando se coloca mayoritariamente del lado de los liberales en el 36- De la Guerra Federal al Gomecismo desarrollo de la Guerra Federal, sino que se convirtié, de hecho, en el acuerdo estratégico de todo el bloque oli- girquico (tanto en su expresién civil como caudillesco militarista) de obstruir o impedir la realizacién de cual- quier posibilidad de cambio sustantivo en la estructura social global heredada de la Colonia; tal y como habia ocurrido hasta esos momentos. ‘A eso se debe que tampoco ahora se produjeran cambios de es naturaleza que permitieran abrir los cauces para comenzar a revertir las condiciones 0 determina- ciones de nuestros rezagos histéricos. He ahi, la razén basica por la que el atraso y el estado generalizado de pobreza de la sociedad venezolana de ese tiempo se profundizaron y se hicieron més ostensibles. La evidente y extrema postracién (econdmica, social, politica, cultural, etc.) que presenta la sociedad venezolana de finales del siglo XIX, es la demostracién mas acabada del estado de decadencia al que habia sido llevado el pais por la politica conservadora y extremadamente rea ria aplicada desde el poder por Péez, Monagas y por quienes los secundan en esa posicién; y también por las distintas corrientes «liberales» que se suceden en el poder de la firma del «Pacto de Coche» a finales del siglo XIX. eciona- El que eso haya sido asf, confirma que ni el gobierno de Faleén (gobierno de la «Federacién Triunfante»), ni los de Guzmén Blanco (Septenio, Quinquenio y Bienio), ni los gobiernos de los liberales ade su entorno»’ (Linares Alcantara, Crespo, Rojas Patil, Andueza Palacio y Andrade) desarrollaron politicas dirigidas efectivamen Introduecién 37- superar el atraso inveterado y el estado de decadencia en elcual se hallaba sumido el pais’. Es en ese contexto, caracterizado principalmente por una mayor severidad de la crisis recurrente de la eco- nomia del café y por una profunda descomposicién del «Estado guzmancista», donde se produce la «emergencia andina» liderada por Cipriano Castro, quien en muy poco tiempo y de manera insdlita logra hacerse con la direccién politica del pais. Con Cipriano Castro en la Presidencia de la Repiblica, se inicia en Venezuela un proceso politico que de entrada establece una diferencia fundamental con la forma y con el caracter del Estado y del poder que se habia constituido bajo cl prolongado mandato de 1a dominacién guzmancista. Al particularismo caudillesco —que le concedia poder efectivo a los caudillos regionales, y que le habia servido a Guzman Blanco y al «guzmancismo» de mecanismo de estabilizacién politica— Castro y el acastrismo» le oponen una politica dirigida a su liquidacién y a la implantacién en su lugar, de un Estado unitario, centralizado alrededor de su persona, como inico caudillo y como imica representacién del poder politico de ese Estado. Paralelamente a ese proceso de reestructuracin politica, 0 mas bien como parte esencial, el «castrismo» pone en ejecucién un plan (que posteriormente seria com- pletado por Gémez) dirigido a crear una Fuerza Armada profesional, permanente, también dnica y con ta misin de ocupar el lugar de las mesnadas de los caudillos militares regionales. Es asi, emo el orden social oligarquico tradi- cional, ahora bajo la hegemonia andina, comienza a asen- 38 - De la Guerra Federal al Gomecismo tarse definitivamente en un estamento mi-litar de cardcter y dimensién nacional el cual no tardaria en constituirse en el soporte del poder y en la expresién institucional basica y casi tinica de ese orden social Esta reestructuracién del poder y el Estado, es una de las razones fundamentales que, junto con el agravamiento de Ia crisis de la economia del café, explican el conflicto politico-militar del «castrismo» con el caudillismo tra- dicional militarista articulado poderosamente a la propie- dad latifundista de la tierra eee Pero ese no es el iinico sector social y politico de los grupos dominantes tradicionales, con el que el castrismo entra inicialmente en conflicto. También lo hace con otros actores de esos mismos intereses (nacionales y extran- jeros), a los que se ve enfrentado por razones econémicas y politicas circunstanciales que no implican, por lo tanto, como se verd, una contradiccién de principios 0 ideoldgica con tales intereses. Son los casos, por ejemplo: 1. Del conflicto con las banqueros caraquefios, a quienes Castro intenta obligar a seguirle concediendo en calidad de préstamos los recursos financieros que necesitaba con urgencia para cubrir los gastos de la administracién piiblica; sobre todo de las gastos en materia militar. 2. Del conflicto con Inglaterra y Alemania fundamen- talmente por el problema de la deuda externa; problema que es utilizado como pretexto por estas dos potencias imperialists europeas para romper el cerco de su no injerencia en los asuntos de América Latina, que EE.UU. Introducci6n 39- les habia impuesto mediante la aplicacién de la «Doctrina Monroe» de 1823, Como es sabido, este problema se eresuelve» después de | aue los puertas mas importantes del pais y pate de | nuestro territorio fueran ocupadas por las armadas de aquellas potencias’ mds Italia, Holanda, Espaka, Francia | | y hasta México reclamé supuestas deudas, segtin lo que nos informa Ramén J Velésquez en La caida del liberalismo amarillo, pagina 407; particularmente Italia particips con los navios Calabria y Gran Bueno y el crucero de guerra Giovanni Bauzan; Holanda envié el Koningen Regents Posteriormente se realizaron negé- ciaciones politicas en las que el Gobierno venezolano no | estuvo representado directamente ya que Castro se hizo representar en tales negociaciones por la diplomacia norteamericana. Del conflco con la empresa norteanericana New York —_ and Bermudez Company; empresa que venia explotando el lago de asfalto de Guanoco en el etado Sucre a la que Castro, movido por las urgencias ya referidas y probablemente por el interés de lucrarse personalmente”, presiona politica y judicialmente para obligarla a cumplir_con las requerimientas impositivas y finan- cieros, en general, que desde hacia bastante tiempo dicha empresa habia dejado de cancelar con regularidaat’. Este conflicto se agudiza a partir del momento en que toda la reaccién «anticastrista» se aglutina en un bloque politico-militar, el cual le declara la guerra al Gobierno con el deliberado propdsito de derracarlo”. F's asi como se produce la «Guerra Libertadora», que el gobierno de Castro de manera insélita gana en las campos de batalla pero que finalmente pierde en el terreno de las negociaciones politicas que tienen lugar después de ese desenlace, al aceptar someterse a los términas y De la Guerra Federal al Gomecismo. condicionamientos impuestos por EE.UU. (pais que también actiia como «arbitro» de este conflicto") para dar por terminado-el diferendo existente entre el Gobierno, la comparia asfaltera norteamericana y los intereses ‘de las potencias europeas que habian apoyado politica y financieramente a la coaliciin de caudillas alzadas en armas contra Castro y su gobierno. eee Contrariathente # lo que pudiera pensarse —dadas las concesiones hechas por Castro a sus oponentes—, esas negociaciones no le ponen fin al conflicto politico de fondo (de lucha por el control directo y efectivo del poder) plan- teado entre las partes enfrentada: A ese resultado se llega finalmente, como sabemos, con el derrocamiento de Castro mediante un golpe de Estado urdido directamente por EE.UU." con la expresa com- plicidad de los circulos oligérquicos y burocraticos (pala- ciegos) ya articulados a la figura militarista y autoritaria de Juan Vicente Gomez eee Con Gémez, ahora en el poder, de inmediato se establece una sélida alianza politica entre los distintos sectores de la oligarquia nativa (la del dinero y/o la tierra con los monopolios imperialistas interesados en la explo- tacién y comercializacién internacional del petréleo venezolano™ De esa manera, comienza a producirse la reinsercién de la economia nacional en la dinémica general del capital Introduccién a. financiero internacional"; sin que ello trajera consigo, por su caracteristica de enclave, una transformacién sustantiva, progresista, de las estructuras generales de la sociedad venezolana de entonces. Lo que si se produce, paraddjicamente, es la consolidacién de esas estructuras, las cuales ademas de conservar sus anacronismos culturales e historicos, terminan haciéndose ain mas rea- ccionarias y autoritarias. En el dmbito general de la economia, por ejemplo, no se promueven las actividades productivas (agricultura, industria, etc.), capaces de generar crecimiento econémico y un desarrollo cabal de la sociedad sino que se refuerza, por un lado, el modelo productivo que ha regido entre nosotros desde la Colonia; esto es: la de ser una economia productora de materias primas, cn este caso petréleo, para el consumo y el fortalecimiento de los grandes centros metropolitanos del sistema capitalista mundial; y, por otro, se constituye internamente una economia basada principalmente en el fomento de actividades no productivas (banca y activi- dades especulativas en general, comercio de importacién, etc,), orientadas deliberadamente a apropiarse paras- tariamente del ingreso rentistico percibido por el Estado y puesto en circulacién por éste mediante la aplicacin de los distintos mecanismos del gasto publico. De esa forma se establece en Venezuela un modelo econémico capitalista sui géneris («anormab»)", cuya «acumulacién» no se realiza fundamentalmente mediante la explotacién directa de los trabajadores en el proceso productivo de la sociedad, como ocurre en las sociedades de desarrollo capitalista clasico, sino que su cacumulacién» deviene de la obtencién de una renta (la renta petrolera) que previamente ha sido captada por el 42- Dela Guerra Federal al Gomecismo Estado venezolano en el mercado petrolero internacional, y que internamente la burguesfa nativa y la burocracia estatal (suerte de burguesia burocritica) se ha apropiado desde entonces mediante el impulso, como se ha dicho, de actividades econémicas parasitarias, especulativas y frau- dulentas; propias, estas Gltimas, de la corrupcién que ha estado tejida a ese Estado a todo lo largo de su existencia (desde los tiempos de Paez, Monagas, Falcon y hasta el presente)", pero que comienza a alcanzar su maxima expresién a partir del momento en que el binomio Castro- Gémez echa a andar, en pleno siglo XX, el proceso de reestructuracién de dicho Estado; y, sobre todo, cuando ese Estado se convierte en el tinico perceptor y distri- buidor de la renta petrolera. eee Se trata, por otra parte, de un Estado dictatorial, altamente militarizado y al cual se le asigna la tarea de la defensa y conservacién del orden petrolero implantado Por intermedio del uso descarnado (sin ideologia) de la violencia fisica contra todo tipo de oposicién, cualquiera que fuese su signo politico y/ 0 ideoldgico. Pese a esa situacién y como contrapartida de la misma, comienzan a formarse en algunos pliegues especificos de la sociedad venezolana de entonces (en los campamentos formados por los obreros petroleros; en los sitios de con- centracién obrera y de trabajadores en general de las ciudades més importantes del pais; en el campo, en la Universidad Central de Venezuela, en el exilio, etc.) un movimiento popular que progresivamente se coloca como una opcién politica valida frente a la dictadura; y que fue Introducci6n ae capaz —ya muerto Gimez— de unificar y movilicar al pueblo venezolano alrededor de una propuesta politica democrdtica alternativa” a la propuesta democratica de mentira (asi calificada por Jévito Villalba en 1936)” hecha desde el poder por Lépez Contreras y el bloque mayoritario del gomecismo en crisis por él representado en aquellas circunstancias, en las que por momentos las clases dominantes volvieron a experimentar (como en los tiempos de la Independencia y de la Guerra Federal) el temor de ver desaparecer su mundo de dominacién, arrastrado por el gran torrente de masas que de nuevo se desencadena en el pafs a raiz de la muerte de Gémez, y que se mantiene a todo lo largo del periodo histérico de 1936-19487" 44- Dela Guerra Feder NOTAS ‘Con esta denominacién se intenta caracterizar la conducta politica de una clase social gonstituida por el sector mayoritario de la oligarquia (y sus descendientes) de la sociedad colonial venezolana y de toda América Latina; clase social que, a nuestro juicio, no fue capaz de superar (ni en su imaginario ideolégico-cultural, ni en sus posiciones ¥ pricticas politicas, etc.), su condicién de clase subordinada y, por ello, conforme con el status que, como clase dominante, ocupaba dentro del orden colonial imperante, Por eso su aspiracién suprema (social y politica) siempre fue que Ia monarquia espafola les concediera un trato igualitario al de los espavioles peninsulares y que los Teconociera, en consecuencia, como espaitles americanas. Esto es lo que hace que la idea de la independencia nacional siempre les resultara extrafia y repudiable a esta clase social, De ahi, su oposicién intransigente a todos los movimientos que en el contexto colonial se atrevieron a levantar las banderas de Ia independencia. A este specto son proverbiales los esfuerzos hechos por Miranda y Bolivar desde la Junta Patridtica de Caracas y otros espacios para forzar a la oligarquia venezolana y, sobre todo, a la caraquefia, a asumir la causa de la independencia. Lo mismo puede decitse de los esfuerzos hechos en Colombia por Antonio Naritio en el mismo sentido. Cuando finalmente esta clase social se decide a participar en la lucha emancipadora, lo hace movida basicamente por el temor de que Bonaparte consolidara su poder sobre Espafia y por esa razén las colonias quedaran bajo la influencia del ideario de la Revolucion Francesa, a la que ellos identificaban erréneamente con Bonaparte, Conviene sefialar que, su participacidn en la Guerra de Independencia en ningin momento implicd el abandono de sus concepciones y Posiciones politicas, las cuales desde un principio estuvieron retidas con las defendidas por Miranda, Narifio y Bolivar para mencionar S610 los casos que nos tocan mas directamente. Esto mismo, dicho en términos mas coneretos, significa que esa clase social (aun Participando activamente en la Guerta de Independencia), siempre asocié su participacién a la idea de conservar en las sociedades emancipadas de Espaa el orden social que en general habja regido en el marco colonial. Esta fuera de toda duda, que esto fue lo que ocurrié en cada uno de nuestros paises después de lograda la independencia Introduccién 45. formal. Para un mayor conocimiento de esta problemética, véase mi libro De la Metrépoli distante a la Colonia interior, Caracas, Vadell Hermanos, 2008. * El republicanismo y su concepcién integracionista, son ideas claves en el pensamiento y la accién hist6rica y politica de Bolivar. Esas dos ideas definen y marcan la diferencia de fondo que existe entre la posicién politica de Bolivar y la defendida en todas partes por los representantes de la oligarquia colonial Bolivar queria la independencia total e irrestricta para que en el lugar geogritico e hist6rico de las colonias surgieran repiblicas democrdticas constituidas, como corresponde, por ciudadanos libres regidos por constituciones. que no fueron de popel, sino cédigos que ademés de consagrar los derechos ciudadanos los hicieran efectivos en la realidad social y politica. De alli su emporio de que se constituyeran en nwestras sociedades Estacas fuertes (no aautoriterias) capaces de materilizar el principio republicano fundamental de ta igualdad, e integrada en confaderaciones libres iguales ‘A es0 se debe, del mismo modo, su prédica y sus decretos en contra de la esclavitud y a favor de la poblacién indigena de nuestras repiiblicas; sectores del pueblo a los cuales no sélo traté de favorecer con esas medidas sino de otorgarles derechos politicos de los que continuaban excluidos aun después de lograda la Independencia formal de nuestros paises (para una vision més amplia de este tema, véase idan). dam “Bs importante tener en cuenta que mucho antes del comienzo formal de la Guerra Federal (20 de febrero de 1859), en el pais ya existia un estado de violencia campesina que con mucho favorecis el estallido de ese conflicto armado (ef. Federico Brito Figueroa, Tiempo de Ezequiel Zamora, Caracas, OCI, 1976, pp. 267 y $8). * e(.~.] godos, como fueron llamados en la guerra de Independencia los defensores en Venezucla del poder espaftol» (Luis Level de Goda, Historia contemporinea de Venezuela politica y militar, 1858-1886, Caracas, OCI, 1976, p. 25). "Desaparecido Zamora, quien objetivamente le imprimia al partido federal en el desarrollo de la guerra un contenido popular, democritico y radicalmente antioligarquico, Ia direccién efectiva de 46- De la Guerra Federal al Gomecismo Introducci6n a las fuerzas federales se trasiadan a manos de los sectores liberales de 'a oligarquia agraria (Falcén, Guzmin, Monagas, Sotillo, ete) que ningiin interés podian tener en asumir la representacién y la defersa de las aspiraciones populares (particularmente campesinas) en el desarrollo de ese contficto armado, * Con mucha frecuencia, el viejo Antonio Leocedio Guzmén solia referirse a los «liberales» que habian llegado al poder con su hijo Guzmin Blanco, Uaméndolos despectivamente «los liberales de antofito», “CE Raftel Pocaterra, Memorias de un venezolano de la decadencia (2 tomos), Caracds, Monte Avila Editores, 1979; y del mismo autor Vides Oscuras, Caracas, Talleres Litografia Melvin, 1990, | C£ Manuel Rodriguez Campos, Venezuela 1902, la cis fiscal y el Hloqueo, Caracas, UCV (Facultad de Humanidades), i977, ‘ver igualmente: Nikita Harwich Vallenilla,Asfalto y revolucién:la New York and Bermudez Company, Caracas, Monte Avila Editores, 1991; Enrique Bernardo Niinez, E! hombre de a levita gris, Caracas, Editorial Atenco, 1980; Silvio Villegas, «Las relaciones internacionales de Venezuelan, en Cipriano Castro en cinco miradas, Caracas, Centro Nacional de Historia, 2008, pp. 55-74, ""C&. Nikita Harwich Vallenilla, op. cit, pp. 243-245; 328-29; 343-345; 459, 521 "ibidem, p. 180 y ss, Esta mas que demostrado que este bloque politico recibié apoyo financiero de las empresas capitalistas extranjeras (alemanas, inglesas, holandesas, norteamericanas y francesas) y de los gobiemos de los paises de donde procedian tales empresas. Ver, a este respecto: ibidam, pp. 460, 468 y $19; Enrique Bernardo Nattez, op cit, p.62, 78. ° Toidem, pp. 109-130. La actitud politica asumida por Castro en esta cuestién, evidencia lo infundado del criterio de quiencs han Pretendido afirmar que éste asumié en relacién a tal diferendo con el capital extranjero y sus respectivos gobiernos, una posicién propia del nacionalismo antiimperialista. En la Tercera Parte de esta investigacién abordaremos en extenso este asunto \" El reconocimiento expreso de que esto fue asi, lo hace Charles Lyon Chaudier, diplomético norteamericano, en los términos siguientes: «después de pensarlo mucho me parece que debemos ser muy Bclinca, iinoe tmontbloe por peau ase See En 1907, Castro otorgé a particulares venezolanos «{...] algunas rman eal Sele Se Tie 9 pee ets “En Venezuela, ese proceso se inicia en el periodo de conquista y precariamente, en el wltimo tercio del siglo XIX con las inversiones Ferrocarriles (ingleses y alemanes), Comunicacién por cable (Cable Francés), Explotacién del asfalto de Guanoco, estado Sucre (EE.UU. d Para cl conjnto de stan inversions, lan: Nike Hark Vallala " Bernard Mommer, La cuestién petrolera Caracas, Tropykos, 1988; a peal Ne Ne ae vvvvy Dela Guerra Federal al Gomecismo 0..., Caracas, Monte Avil Battaglini, ef hetancourismo, PRIMERA PARTE LA GUERRA FEDERAL: SUS DETERMINACIONES MAS IMPORTANTES 50- De la Guerra Federal al Gomecismo 1.- Se disuelve la alianza de la oligarquia colonial La alianza constituida por la oligarquia colonial en el desarrollo de su politica dirigida a liquidar a la Repiblica Gran Colombiana (proyecto bolivariano) y a establecer en Venezuela una repuiblica aparte, llega a su fin con la crea- in del Partido Liberal en 1840. A partir de ese momento, la dindmica general del pais asumira, sobre todo entre 1840 y 1863, las caracteristicas de un conflicto politico- militar que tendra entre sus principales actores al Partido Conservador y al Partido Liberal Al frente del primero de esos dos partidos politicos de |e oligarquia de entonces aparece, en primer plano, la figura caudillesca, militarista y autoritaria de José Antonio Paez, a quien se articulan, a lo largo del periodo en referencia, los mas caracterizados representantes de esa clase social: Carlos Soublette, José Maria Vargas, Angel Quintero, Manuel Felipe Tovar, Pedro Gual, Pedro José. Rojas, Diego B. Urbaneja, Fermin Toro, José Santiago Rodriguez, Ledn Febres Cordero, entre otros. . Al frente del segundo de estos partidos politicos apa- tecen, después de una rapida depuracién’, Tomas Lander (fundador); Antonio Leocadio Guzman, quien venia de cumplir una animosa actividad politico-administrativa al lado de Paez desde 1830; Felipe Larrazdbal; Wenceslao Urrutia y otros. Entre éstos, destaca la figura de José Tadeo Monagas, quien siete aitos después (1847), ya en la Presidencia de la Repiblica jpor designio de Paez], toma Partido por la «causa liberal» en medio de los preparativos del «golpe de Estado institucional» urdido por el Partido Conservador para provocar su derrocamiento mediante Primera Parte a una decision del Congreso Nacional; accién que final- mente no se conereta al ser asaltada esta institucién (24 de enero de 1848) por miembros y simpatizantes del Partido Liberal, con saldo de varios muertos y heridos, sobre todo del lado de los conservadores’. Cuando se cotejan las concepciones y la posicién politica de uno y otro partido, inmediatamente se percibe la ausencia de diferencias esenciales (sociales, politicas, ideol6gicas, principalmente) entre ellos’. Lo anico que puede explicar el conflicto y los enfrentamientos en los que con tanta frecuencia se ven envueltos es, en primer lugar, el caracter excluyente y segregacionista de la po- litica aplicada desde el Estado por los sectores oligér- quicos estrechamente vinculados a Péez; politica que de hecho le bloqueaba a la fraccién «liberal» de la oligarquia toda posibilidad de ver realizadas sus aspiraciones de disponer de una representacin més directa y efectiva en la estructura y en la conduccién del Estado surgidos de la disolucién de la Gran Colombia. Y, en segundo Iugar, el uso que la oligarquia conservadora hace del monopolio del poder para intentar sacarle el mayor provecho a la crisis del modelo econd- mico heredado de la Colonia’, a costa de los intereses tanto de la inmensa mayoria de las clases propietarias como de las clases explotadas (campesinos «enfeudados», peones, obreros, artesanos, esclavos, etc.) del campo y la ciudad La usura practicada por la burguesia de entonces (nacid- nal y extranjera), y la pretensién de apelar al remate de las, plantaciones de los propietarios endeudados mediante la aplicacién de la Ley del 10 de abril de 1834, son factores que contribuyen poderosamente a dividir la oligarquia 52- De la Guerra Federal al Gomecismo colonial y a la intensificacién del confficto social y politico en desarrollo. La inestabilidad politica que caracteriza a la Venezuela del periodo, y las acciones armadas que tienen lugar dentro del mismo, hasta el desencadenamiento de la Guerra Federal, dan cuenta de la enorme conflictividad que se venia acumulando tanto en el interior del bloque de dominacién social, como en el conjunto de la sociedad. Se trata, como se ha dicho, de una conflictividad que in- volucta no sélo a las clases dominantes en su disputa por sl control politico y econémico del pais, sino que implica igualmente, cbn una gran fuerza y violencia, la con. tinuidad del enfrentamiento que venia de la Colonia entre éstas y las clases explotadas de la sociedad venezolana: enfrentamiento que seguia planteado después del logro de la independencia formal, y del establecimiento de la «Repiiblica Goda». EI marco econémico-social de la Guerra Federal Como hemos expresado en otra parte’, la conquista de la independencia formal y la transformacién de Venezuela en una Repiiblica aparte tampoco trajeron consigo el inicio de un proceso de cambio sustantivo y de caracter pro- sresista de las viejas relaciones econémico-sociales que habian regido durante la Colonia. Es asi como en Venezuela se instaura una Repiiblica que al mismo tiempo que se declara «independiente» se cuida de dejar intacto el orden de relaciones heredado de la Colonia. Aqui la oli- garquia que nuevamente pasa a monopolizar el poder deja claro, desde un principio, su determinacin de no ir mis alld de la simple reproduccién del orden colonial exis. tente. El mismo hecho de que se haya conservado la Vigencia de la esclavitud y el latifundio coloniales como Primera Parte 53- las relaciones econémicas bisicas de Ia sociedad, y que se haya mantenido la exclusin social y politica de la inmensa mayoria de los sectores populares, demuestra claramente la inexistencia de toda propensién moderni- zadora de arraigo nacional y democratico en el imaginario cultural y politico de esta oligarquia. Por eso no se le abre cauce a un proceso econémico de base reproductiva y diversificada, con potencialidad industrialista e integrada nacionalmente. En el ambito de lo social, la situacién no fue en modo alguno diferente. Con el advenimiento de la Repiblica Goda de 1830 se produce una mayor concentracién de la Propiedad territorial cuando Péez toma la decision de de- volverle a los viejos grupos oligarquicos (opuestos y partidarios de la Independencia) las tierras que les habian expropiado durante la Guerra: La devolucién de ta mayor parte de, cuts errs a sus egresados después [...] del triunfo antiguos propietarios, regresados después patriota y decisivamente influyentes en los circulos que rodeaban a Paez desde esa época, reconstituyé la mayor parte de la Propiedad agraria en grandes haciendas y hatos ganaderos; [es asi como] la propiedad se concentra de nuevo répidamente; los latifundistas “se reconstituyen, buena parte de las familias arinratas,patrioas resliasrecuperan sus vehs propi c eva capa de grandes dades y a ta oligarquia se integra la nueva cap terratenientes creados por la guerra, con Paez a la cabeza, convertido en uno de los mas présperos terratenientes del pals Conviene reiterar, que todo eso se hace mediante Ia mas absoluta exclusin de los sectores populares; razén por la que éstos fueron privados definitivamente de ver realizadas las reivindicaciones prometidas particularmen- 54. Dela Guerra Federal al Gomecismo te por Bolivar y por las cuales habian hecho suya la causa de la Independencia nacional. Como consecuencia de esa situacién, el pais se encontré de nuevo dividido entre oligarcas opresores y sectores po- pulares (campesinos en condiciones de Peonaje; esclavos; manumisos; trabajadores «libres»; artesanos; etc.) opti. midos; es decir, casi en los mismos términos en que este conflicto se habia dado durante la Colonia. Se explica asi, en parte significativa, la causalidad historica de la Participacién popular en los conflictos e insurrecciones armadas que tienen lugar en Venezuela inmediatamente después de lograda la independencia formal y a todo lo largo de la segunda mitad del siglo XIX: de los cuales la Guerra Federal es el de mayor relevancia social y politica 3. Conflictos politicos y militares que anteceden a la Guerra Federal La creacién del Partido Liberal, dota de una referencia Politico-organizativa a todas las fuerzas sociales que de manera dispersa se enfrentaban a la politica extremada. mente reaccionaria aplicada desde el poder por el «paccismo» articulado al Partido Conservador. A partir de ese momento, se configura en el pais un nuevo euadro politico en el que, por un lado, «f._-] los miserables, los proseritos de los goces sociales, los en. deudados por el alto interés del capital y arruinados y Perseguidos por las leyes de erédito’, los militares (..} sin Pensién de retiro, los llaneros [...] eastigadas ahora con la Pena de azotes’, los esclavos y manumisos que habian saboreado el goce de la libertad y hasta conquistado Primera Parte 55- grados y honores en la guerra, perseguidos por sus amos con el apoyo de las autoridades; todos esos grupos sociales para quienes la vida era un tormento [...] tenian que ver con el odio a los hombres del Gobierno y considerar como redentores a quienes les hacian promesas de bienestar”. Y, por otro lado, se le pone término a una situacién politica en la que el Partido Conservador no sélo con- trolaba absolutamente el conjunto de los poderes del Estado, sino que decidia sobre todos los asuntos piblicos sin contrapeso politico de ningin tipo y sin que sus ac- tuaciones estuvieran sometidas al escrutinio critico de una jn alternativa frente al poder establecido, fuerza de opo De esa manera, la sociedad venezolana del periodo entra en una dinamica sociopolitica en la que tanto el gobierno como sus representantes mas conspicuos y el conjunto de sus ejecuciones son sometidos a un duro y sistematico tratamiento critico por parte del Partido Liberal y, en particular, por sus érganos de prensa, En ellos, cuya referencia principal es El Venezolano de Antonio Leocadio Guzman, son tratados los temas que en esos momentos ooupan el centro del conflicto politico que se desarrolla en el pais; sobre todo los relacionados con la siguiente problematica: 1.- la Ley del 10 de abril de 1834; 2. la lucha contra la usura y el remate de la hacienda agraria por las deudas de sus propietarios; 3.- el control omnimodo de los poderes puiblicos ejercido por Paez y el Partido Conservador; 4.- la condena del militarismo en el - la democratizacién de la vida politica nacional mediante la eleccién directa del Presidente de la Repiiblica y del Poder Legislativo; 6 la igualdad civil, politica y 90 De la Guerra Federal al Gomecismo A esto venia a sumarse, como agravante, el hecho de que por una decisién autoritaria (y arbitraria) del poder establecido, como ya habia ocurrido con los casos de Guzman y Zamora en 1846, cualquier persona con posibilidades de optar a un cargo de representacién parla- mentaria, perdiese tal posibilidad al ser privado de su «condicién de ciudadano o de sus derechos civiles y politicos». Es indudable que todas estas manifestaciones del go- bierno de la restauracién conservadora, comenzaron a ser percibidas por los grupos liberales que le hacian oposicin y por los sectores populares que venian de participar en la rebelién armada de 1846-47, como un intento de darle continuidad a la situacién politica, caracterizada por el au- toritarismo dictatorial que el pais habia padecido desde la instauracién de la Repiiblica oligarquica en 1830; esto es, bajo los regimenes de Pez y Monagas. De suyo se comprende la influencia que tuvo esta per- cepcién en el imaginario politico de esos actores sociales y en el desencadenamiento de las acciones conspirativas y Jevantamientos armados que de nuevo comenzaron a bro- tar, por todo el pais y que progresivamente se fueron con- virtiendo en afluentes de la Guerra Federal, una vez que ésta es declarada ¢ iniciada formalmente por Zamora en febrero de 1859 en la ciudad de Coro”. Primera Parte n- Estalla la Guerra Federal Puede afirmarse, teniendo como referente lo que ante- cede, que la Guerra Federal es, sin duda, la continuidad del conflicto social y politico que viene de la Colonia y se intensifica en el marco de la Repiblica oligarquica fundada en 1830. En la raiz histérica de este conflicto, es preciso reite- rarlo, seguia gravitando la tragedia de una «Republica» que antes que, en lugar el establecimiento y consolidacién de la democracia social y politica, lo que hace es repro- ducir el injusto orden oligarquico que habia regido durante la Colonia, De ese modo, se constituyé un marco de relaciones politicas —y en general—, que excluyé a las mayorias populares y dentro del cual el orden se esta- blecia y se mantenia mediante la imposicién autoritaria més cruel, practicada desde el Estado controlado omnimodamente por los autécratas (Péez, Soublette, Monagas, Castro, Tovar, Gual, ete.) que desde 1830 —y un poco antes— se habjan turnado en el ejercicio del poder. El resultado de esa situacién, como se ha evidenciado, fue que el pais se encontré de nuevo dividido entre oligar- cas opresores y sectores populares: campesinos, peones, artesanos, manumisos, esclavos, etc., oprimidos casi en los mismos téminos en que esta relacién se habia dado durante la época colonial: Examinese el estado social de Venezuela en aquella época, témese en cuenta los odios engendrados por la guerra civil de Independencia, las preocupaciones de clase, Ia miseria, la tirania ejercida por la clase militar habituada al despotismo, la ‘opresién de las leyes econdmicas protectoras del capital, y las De la Guerra Federal sometidos por Ia retrégrada ley de manumisién al do: delpueblé". version transmitida por Jo contexto en el que se produce ese hecho de armas: leidas por rables, de los despreciados por el color de su piel. Por fin el negro igual del blanco, el liberto igual del amo, el pobre igual del rico (1)... | Gomecismo exacciones que a su amparo se cometian, el fisco colonial casi en todo su vigor, las leyes penales opuestas a los principios de la Constitucién, las persecuciones a que daban lugar; la reco- leccién de esclavos emancipados por patriotas y realistas y los antiguos Seftores; estidiese, en fin la multitud de otros gér- menes anarquicos legados por la organizacién colonial y por la guerra y se veré cuan abonado estaba el espiritu de la masa popular para acoger la prédica de los escritores que hablaban de igualdad, de democracia, de libertad, de reformas legis- lativas, de la abolicién de Ia esclavitud y de la pena de muerte, Y, por iltimo, de arrojar de la casa de gobierno a los opresores Para abundar todavia més en las determinaciones his- toricas (socioeconémicas, politicas, juridicas, étnicas, ideo- logicas, etc.) de la Guerra Federal, veamos, finalmente, la Gil Fortoul acerca del {La libertad politica? Habia sido privilegio del ciudadano rico, del amo, del doctor, del hacendado. {La patria? Idea confusa, casi tanto como la de los Maneros de Péez en la época de la emancipacién; en todo caso, la idea de patria apenas se } distinguia del hecho de poseer tierra. Propietario y oligarca ceran casi sinénimos para el pedn, De todas las teorias politicas, gunos en periddicos, oidas por los mas en répidas conversaciones, la Gnica que podia penetrar en la masa ané- ima era la de la igualdad o igualacién de clases. Este debia ser | el credo de los pobres, de los oprimidos, de los eternos mise- Primera Parte eee Es indudable, que en lo expresado por Vallenilla Lanz y por Gil Fortoul estén contenidas las determinaciones basicas de la Guerra Federal o «Guerra Largan, como la denominan algunos. Pero de ellas, es necesario sefialar que son las de indole socio econémica y politica las que con mayor fuerza inciden en la generacién de ese hecho de armas. Tanto es asi, que la consigna Tierra y hombres libres que venia de ser enarbolada por Rangel y Zamora en la Guerra Campesina de 1846-47, se constituye de nuevo en el planteamiento central de Zamora y los suyos en. el desarrollo de la Guerra Federal. Pero esto, es preciso enfatizarlo, no ocurre por azar; sino por el hecho cierto de que en esa consigna se expresaban con una gran claridad y precision los objetivos politicos que Zamora y la corriente politico-popular a la que pertenece, se proponian conquis- tar en el desarrollo de la Guerra y en su desenlace final Eso mismo, dicho de otro modo, significa que para Zamora y su corriente politica la lucha era (qué duda podia haber?) por la conquista de la tierra que desde los tiempos de la Colonia venia siendo monopolizada por una misma oligarquia en el poder; y por tener acceso al libre ejercicio de los derechos politicos que, al igual que la tierra, simbolo de la riqueza social en aquella sociedad, habian «[...] sido —segiin lo afirmado por Gil Fortoul— privilegio del ciudadano rico, del amo, del doctor, del hacendado». Hecha esta confirmacién en torno a esa importantisima cuestién, se hace obligatorio retornar a las «tesis» de los historiadores contempordneos que han afirmado que ni en De la Guerra Federal al Gomecismo Zamora, ni en el movimiento politico-militar liderado por élen el desarrollo de la Guerra Federal se consigue un planteamiento, alguna definicién o una clara intencio- nalidad de introducir cambios estructurales en la situacién venezolana de aquella época. Algunos de estos histo- riadores han Ilegado, incluso, a sostener que, antes que en Zamora es en Falcsn donde es posible ubicar definidos rasgos politico-programaticos de cardcter revolucionarios; los cuales responderian al hecho de ser éste la expresién o la representacién politica de una supuesta clase social burguesa en ascenso en la Venezuela de entonces. Este, es particularmente, el caso de German Carrera Damas, quien en su libro Una Nacién Wamada Venezuela asevera: [J] estamos tratando un periodo de la Historia de Venezuela cuando la clase que esta en ascenso, la clase que representa el proceso revolucionario de la sociedad no es cons- tituida por los esclavos ni los ex esclavos, no es la formada por los pardos, no es el campesino, es justamente esta burguesia en ascenso [;7] [...}. Por eso el pensamiento auténtico de la Federacién, el pensamiento revolucionario de la Revolucion es el de Faleén y de ninguna manera el de Zamora, como se le entiende [:2]". [...] estamos acostumbrados a pensar en la Guerra Federal como una guerra popular. Para mi la guerra federal es un pleito entre sectores de Ia clase dominante, que tiene un solo sentido hist6rico: consolidar la clase dominante. Lo que pudo haber alli de presencia popular, son irrupciones o intrusiones, pero de ninguna manera desarrollos histbricamente _necesarios, historicamente viables [:2] [..-en ese momento la clase revolucionaria era la burguesia: Ja tinica que tenia un proyecto vilido para la sociedad, la tinica capaz de llevar adelante el Proyecto Nacional [,?]* Primera Parte 5- El enfoque de este historiador tiene, a nuestro juicio, las siguientes limitaciones y deformaciones El propésito deliberado de obviar el planteamiento central del movimiento politico-mili- tar de Zamora sintetizado, como se ha dicho, en la consigna Tierra y hombres libres, el cual se depura y se asienta todavia mas en el imaginario politico de los sectores populares que se incorporan en el Ejército de Zamora en el desarrollo de la Guerra Federal. Lo que llama més la atencién en la posicién de este autor, es que historiadores positivistas como Vallenilla Lanz y Gil Fortoul, perciben claramente un hecho que aparece de bulto en la posicién de Zamora y el pueblo que lo acompaiia, pero el tinico que no se da por enterado es este conspicuo historiador de Ia decadencia que, parafraseando las Memorias de Pocaterra, de nuevo nos invade por todas partes a finales del siglo XX y en lo que va del siglo XXI*. . El vedettismo arrogante que al combinarse con una buena carga de subjetivismo solipsista, no s6lo velan el entendimiento y Ia capacidad de apreciar adecuadamente la realidad histérica, sino que conducen a este autor a vivir elaborando (inven- ‘rando) «tesis» como esa en la que aparece Falcon como un revolucionario y Zamora como alguien que —no obstante ocupar en esos momentos el lugar mas importante en Ia direccién de la guerra contra un régimen oligdrquico opresivo; y de comandar a gruesos contingentes populares incorporados a las filas de su Ejército al grito de Tierra y hombres libres— no tenia ideas claras sobre los fines politicos generales que se perseguian en aquella Guerra”. 96 - 3. La equivocacién histérica (por decir lo menos) de considerar a la burguesia mercantil y usuraria de la Venezuela de aquella época como una clase en ascenso que representa un supuesto proceso revolii- cionario de la sociedad, es poco menos que un despropésito. Sobre todo: @) Por tratarse de una clase social que de acuerdo a la conocida expresién del Dr. Arturo Uslar Pietri estaba constituida por una «(...] gente hundida en la anarquia, sin concepto de nacié- nalidad [...], agentes torpes de la pobreza, el atraso y la destruccién». b) Y también, por tratarse de una clase que funda una Republica que literalmente reproduce, en casi todas sus partes, el viejo orden colonial; que mantiene la vigencia del latifundio y de la esclavitud como las instituciones econémicas basi- cas de la sociedad; que monopoliza y secuestra, como refiere Gil Fortoul, los derechos civiles y politicos de los venezolanos; que promueve y pone en vigencia una Ley econémica (Ia Ley del 10 de abril de 1834) para esquilmar mediante la usura y el despojo «legal» al resto de la sociedad; que impone el voto censitario, la pena de muerte por delitos politicos y, en general, una relacién con la «sociedad civil» basada en el autoritarismo militarista y la violencia practicada sistematica- mente desde el Estado; que tiene como una de sus expresiones la Ley de Azores, concebida para castigar los delitos que se cometieran en el campo Primera Parte 7- caracteristicas, de revolucionaria y, ni tan siquiera, de progresista, en sentido democratico-burgués 4. Una acendrada —aunque a veces disimulada— vision historiografica elitista y profundamente reaccionaria; en la que, por término medio, los repres-entantes politicos de las clases dominantes son los tinicos que aparecen liderando las distintas acciones de nuestro proceso histérico nacional. Segin esta visién, los sectores populares: obreros, campesinos y, en general, «los de abajo», nunca han desempefiado un papel relevante en la definicién de un proyecto politico en el marco y en la direccion de ese proceso. De ahi la «tesis» de este autor en la que sostiene que sélo las élites oligatquicas del periodo histérico en referencia, han podido dotarse de un «Proyecto Nacionaly que él identifica con la Constitucién Liberal aprobada en 1864 por Faleén, Guzman Blanco y los restos del Partido Conservador (Paez entre ellos) con los cuales venian de firmar el afio anterior el «Pacto de Coche». De ahi, igualmente, la apologia que le hace a Guzmén Blanco por cl supuesto caricter moder- nizador de su politica gubernamental” y a Romulo Betancourt, en el siglo XX, a quien califica de «lider emergeniten, «arquitecto de sociedades», y reconoce como el «padre de la democracia en Venezuela», ene Lo rigurosamente cierto —volviendo al caso de la Guerra Federal—, es que desde un principio se puso en evidencia un claro deslinde entre las posiciones politicas y programaticas de Zamora y las defendidas por Falcon- contra el derecho de propiedad, etc. En consecuencia, es preciso reiterarlo, geomo se } puede calificar a una clase social con esas 98- De la Guerra Federal al Gomecismo Guzmén. En este sentido, puede afirmarse de la manera ms categérica, que no es por casualidad que la inmensa mayoria de los sectores populares que se incorporan a la Guerra lo hacen por el lado de Zamora, es decir, tenién- dolo a él y su proyecto social y politico como referencias y no a Falebn y su propuesta quien no tenia, ni podia tener, ningin planteamiento concreto que hacerle a los sectores populares incorporados a la guerra, Por eso era percibido, Iogicamente, por éstos como alguien extratio y comple- tamente ajeno a sus expectativas en el curso de la guerra. En eso radica, es ‘necesario remarcarlo, el substrato contradictorio bésico que establece una linea divisoria infranqueable entre la opcién Zamora y la representada por Faleén, Guzmén Blanco, Jacinto R. Pachano, Level de Goda, F. Larrazébal, Monagas y muchos otros lideres libe- rales, que se habian visto forzados a enfrentarse al autoritarismo excluyente y al asedio represivo que de nue- Vo se practica en su contra desde el régimen de la restauracion conservadora que se instaura en el pais des- pués de consumado el derrocamiento de Monagas en marzo de 1858, En esas condiciones, lo tinico que puede explicar que esas dos corrientes politicas se mantengan formalmente juntas en el desarrollo de la guerra, es el hecho simple de tener que enfrentarse a un enemigo comin. Pero no obstante esa circunstancia, por lo general casi nunca se pudo establecer en ¢l interior de las fuctzas federales, una unidad de accién en el terreno de las operaciones mili- tares. Contrariamente, lo que se impuso siempre en las relaciones politico-militares de esas dos posiciones, fue la desunién, la desconfianza, el disimulo y el temor mutuo; Primera Parte a2 caracteristicas que se acentuaron muchisimo, particu- larmente, en la fase inicial intermedia de la guerra (febrero-diciembre de 1859), cuando Zamora asume de manera indiscutida la direccién de las fuerzas federales y las lleva de victoria en victoria militar hasta la batalla de Santa Inés, en la que practicamente es destruido el Ejército del gobierno de la restauracién conservadora, Este resultado, que deja en un estado de gran precariedad politico-militar a las fuerzas del Gobierno frente a las de los federales bajo el mando efectivo de Zamora”, antes que disminuir el conflicto en el interior del movimiento federal lo agudiza atin més, por cuanto a partir de ese momento puede afirmarse —sin que ello constituya un juicio exagerado— que la victoria final de los federales ante sus enemigos quedé practica y mate- rialmente asegurada; puesto que ya no existia fuerza algu- na del Gobierno en capacidad de impedir el avance de Zamora y su Ejército hacia el centro del pais y, sobre todo, hacia Caracas, sede del poder central. La inminencia de que ese itinerario trazado por Zamora hacia el poder se cumpliera sin falta, hizo que se pusiera més de bulto una contradiccién que Faleén y su grupo habian exteriorizado de muy diversas maneras desde el inicio mismo de la Guerra Federal. Veamos: @) En la desaprobacién que hace Faloén de las ini- ciativas politico-militares de Zamora, y con las cuales se inicia formalmente la Guerra Federal (enero-mayo de 1859). Asi se lo hace saber al General Carlos Castelli, un alto funcionario militar del gobierno conservador, en ca- rta que le dirige desde el exilio en marzo de 1859: 100 - De la Guerra Federal al Gomecismo Yo no he ordenado la revolucién de Coro, no Ia he aprobado siquiera [...]" ‘b) La tardanza de Falcén de venir al pais desde el exilio para incorporarse efectivamente a las operaciones militares en desarrollo, Cuando esto finalmente se produ- ce, ya habian transcurrido varios meses de haberse inicia~ do formalmente la Guerra (julio de 1859). En esa actitud se evidencia que Faleén y sus acompafiantes estuvieron considerando durante un largo tiempo la conveniencia 0 no de sumar gus fuerzas a las de Zamora ya operativas en un amplio espacio del territorio nacional. ) La tendencia de Faleén y su gente a operar militarmente por su lado; o sea, sin que mostrara ningiin interés en unir sus fuerzas a las de Zamora y a actuar militarmente sin que ello se correspondiera o se ajustara a un plan operativo concertado con las fuerzas de éste y las del resto de las fuerzas federales en armas. Esta conducta la pone de manifiesto Faleén desde el mismo momento de su desembarco por una playa cercana a Puerto Cabello: cuando en lugar de ir al encuentro de las fuerzas de Zamora, decide alejarse de los lugares en los que éste venia operando militarmente. A esta actitud de Faleén se refiere Ram6n Diaz Sanchez en los términos siguientes: [...] la actitud de este diltimo resulta, por lo menos extrafia. Refleja sus sentimientos frente a Zamora. En vez de buscar la unificacin de las fuerzas revolucionarias y, sobre todo, Ia organizacion del comando de éstas en un centro comin, se {raza su propio itinerario, sin que en apariencia sus movimien- tos obedezcan a un plan previamente elaborado. Mientras su cuftado campea en Barinas y Portuguesa, después de haber derrotado a los conservadores de Carabobo y cl Yaracuy, él deriva hacia las tierras de Coro, Tocuyo y Barquisimeto”. Primera Parte 101- @) La permanente disposicién de Faleén y su sector politico, a buscar unilateralmente y de manera inconsulta con Zamora y el resto de fuerzas federales en armas, un entendimiento politico con el gobierno que le pusiera término a la guerra, En esta actitud de Falcdn, se percibe Ja clara intencién de bloquear o quebrat —mediante una concertacién unilateral y secreta con el gobierno conse- rvador— el desarrollo de un conflicto armado cuyos resultados, hasta esos momentos, hacian suponer una apida y segura victoria militar de Zamora y del conjunto de los actores sociales que participaban activamente en la Guerra, Revisemos, en relacién a esto, lo que le dice Faleén al General Carlos Luis Castelli en la carta ya citada: {No podria el Gobierno mandar a Coro un comisionado pacifico para arreglar ese asunto sin necesidad de sangre? Yo ‘me comprometo a entenderme, y creo que conseguiriamos més que cuantos ejércitos se manden alli” Y en otra, de junio de ese mismo afio, se muestra dispuesto a colaborar con el gobierno para «pacificar al pais»: [.--] se asegura que el Gobierno ha tomado un nuevo camino nombrando un ministro liberal, si esa [...] linea de conducta fuese seguida por ¢l Gobierno, no esté muy distante de que en vez de hostilizarlo contribuyamos a pacificar al pais”. En esas cartas —comenta Ramén Diaz Snchez— esté retratado el hombre que gobernaria a Venezuela al triunfo de la Federacién y cllas explican por qué sus propios amigos y los guerrilleros diseminados en el pais le miraron en cierto mo- mento con desconfianza, Explican asimismo por qué a raiz de la misteriosa muerte de Zamora, el mismo ejército que estuvo bajo ‘0 triunfo de Santa Inés —la dinica nos oficiales del Ejército Federal (el General Tr ellos) para destituir a Zamora como Jefe fundamental del mismo. 102- De la Guerra Federal al Gomecismo verdadera batalla que se dio en toda la contienda— fue luego batido en caple [sic por Coplé] y desintegrado como un terrén cen el agua bajo la direccién de Faleén. Con tales antec: de aquellos sucesos lentes se comprende mejor el futuro curso e) La conspiracién de Faleén, Guzman Blanco y algu- s, entre ‘Veamos la descripcién de este suceso hecha por Emilio Navarro, un oficial del [J] trataron de dar un golpe de mano, desconociendo al General Zamora, varios jefes amigos del General Faleén, los que figuraban en el eército expedicionario federal, para nombrar como primer Jefe del Bjército de la Federacién al General Juan Antonio Sotillo, su segundo al General José Desiderio Trias y Presidente en campaiia al General Juan Criséstomo Faleén. Este golpe de mano pretendieron Ilevarlo a término los Generales José Gonzilez, alias Zaraza, José Desiderio Trias, Faustino Pulgar, José Rosario Petit y otros jefes y oficiales de distintas ‘graduaciones; intentona que se frustré y fue descubierta por el belicoso Comandante Jesiis Maria Hernndez, quien manifesté al General Zamora de lo que estaba pasando en el ejército de su mando, volé al peligro, sometiéndolos a todos a la obediencia de modo respetuoso, pero tal fue el efecto que produjo esta sorpresa a los conspiradores de aquella traicién, que no halla- ron conducta que observar, [pero] no porque el General Zamora [no] hiciera caso [de] aquel acto felénico contra su persona. El General José Desiderio Trias se arrepintié y observé en lo sucesivo fidelidad al General Zamora digna de un soldado leal a la Causa que jurara defender [...]* f) La negativa mostrada, inicialmente, por Faleén a participar en los cuerpos armados bajo su mando en la Primera Parte 103- lucha contra las fuerzas armadas del gobierno que se en- frentaban en los llanos occidentales al Ejército de Zamora. A tal extremo Ilevé Falcén esta actitud que practicamente se le convirtié en una franca colaboracién con el enemigo en los campos de batalla. Pero dejemos que sea Emilio Navarro, quien de nuevo nos dé cuenta de este suceso: Tomada [la plaza militar de Barquisimeto] cometié el Mariscal Faledn la notable falta de juicio y de pericia militar de permitir el libre paso a las fuerzas del General Andrade, kfe de Gobierno, que ocupala con 1,000 soldadas la placa de Guanare. Encontrébase el General Andrade completamente cortado por el ejército del General Zamora con fuerzas de Barinas al mando del intrépido General José Desiderio Trias destacadas en ‘Tucupido; el General Andrade en la plaza de Guanare, no po- dia menos de estar completamente perdido por dos razones convincentes: el General juan Criséstomo Faleén con el grueso de su ejército ocuparon la plaza de Barquisimeto a la cabeza de 5,000 soldados disponibles a su mando, siendo muy natural que cortara a Andrade en el pueblo de Araure y le impidiera tomar el camino de los Apartadores hacia la plaza de Valencia cor- tando asi su comunicacién [...]. Por fin [...] el General Andrade se salvé debido a la impericia de su enemigo y salvése juntamente con él un inmenso parque de elementos de guerra que notable falta hizo al ejércit6 federal. Pudieron muy bien haber caido todos esos elementos en poder del Ejército de la Federacion (...] [y] des- truida aquella masa de ejéreito que amenazaba seriamente envolver nuestras operaciones militares, hecho este que hubiera en su mayor parte decidido la campafia de Occidente” 104- 5.- La muerte de Zamora Existen, como se ha podido observar, suficientes indicios y evidencias que inducen a pensar que la muerte de Zamora no fue un hecho casual o circunstancial, sino un crimen politico ejecutado consciente y deliberadamente por sus enemigos del propio seno del movimiento federal representados, en este caso, principalmente por Falcén y Guzmén Blanco, quienes para el momento del asesinato de Zamora ya se les percibe —como se ha evidenciado ms arriba—| desplegando una intensa y franca actividad conspirativa en contra de este iiltimo. Es innegable que después del fracaso para destituir a Zamora del mando del Ejército Federal, y de la determinante victoria militar alcanzada por éste y sus fuerzas en la batalla de Santa Inés —hecho que eviden- temente le abre las puertas hacia el centro del pais y, en consecuencia, hacia el poder politico—, los conspiradores deciden pasar a la opcién del asesinato como la «solucion final» 0 como el iltimo recurso que les quedaba para in- tentar; en primer Iugar, impedir, en lo inmediato, el inminente arribo de Zamora y su Proyecto al poder; y en segundo lugar, ponerle definitivamente término al conflic- to politico de fondo planteado entre el proyecto democra- tico popular de Zamora, sintetizado en la consigna Tierray hombres libres, y lo que ellos (Faleén, Guzmén, etc.) repre- sentan como corriente oligdrquico liberal en el seno de la estructura politico-militar del movimiento de la Federacién La realizacién de este plan criminal por parte de esta corriente oligarquica —que actia como una auténtica Primera Parte 105 - aquinta columnay en el interior del movimiento federal— se hace afin mas apremiante debido a la seguridad que se tenia en esos momentos sobre la posibilidad de una vic- toria inminente y definitiva de las fuerzas federales bajo el mando de Zamora. Se fundaba esa apreciacién, fun- damentalmente, en el cambio radical que se hab producido en Ia correlacién de fuerzas a favor de los fede- rales inmediatamente después de consumada la batalla de Santa Inés: ‘Todos los elementos de guerra —informa Emilio Navarro- del refiido ejército del gobierno cayeron en poder del de la Federacién; muertos quedaron en los campos de batalla un numero de 4.000 personas de distintas graduaciones militares, tropas, ete.; como 3.00{0} fusiles, igual nimero de prisioneros, vestuarios en acopios abundantes, pertrechos elaborados, idem cen bruto, multitud de bestias y recursos monetarios [...] ‘A esta relacin habia que agregarle el hecho de que cuando Zamora se pone de nuevo en campaita (principio de enero de 1860) y llega a las puertas de la ciudad de San Carlos, donde es asesinado, disponia de un ejército de mas de 6.000 soldados”, que de acuerdo a las precarias condiciones demograficas del pais (un poco mas de un mi- Ilén de habitantes) representaba una fuerza armada de considerables ‘proporciones y con capacidad suficiente para imponerle a la guerra un resultado definitivo a su fa~ vor. En esto, no habia ningtin tipo de duda; maxime cuando, como sostiene Emilio Navarro, al gobierno conservador no le era posible organizar en lo inmediato otro ejército como el que acababa de ser destruido en Santa Inés” 106 - De la Guerra Federal al Gomecismo Sabian Faleén, Guzmén Blanco y sus cémplices, que muerto Zamora no existia en sus filas ni un jefe politico- militar ni un colectivo organico en capacidad de susti- tuirlo en el mando del Ejército y en la direccién del sector politico al que pertenecia. Sabian, ademas, que desapa- recido Zamora a ellos les corresponderia asumir esas funciones, tal y como estaba previsto en el acuerdo poli- tico donde se reconocia a Zamora como Jefe supremo del Ejército y a Faleén como «Presidente en campafia", Refiere Emilio Navarro en su Diario de Campaiia, que Zamora inicialmente no habia contemplado la toma de San Carlos por no considerar a esta ciudad, en esos mo- mentos, como una plaza militar importante para el cum- plimiento de sus planes operativos finales contra el go- bierno conservador; y que a ello fue inducido por Faleén y sus partidarios: [.-.] [En] la Villa de Araure y Acarigua (...] tavo lugar una conferencia que presencié entre el General Zamora, el General Juan Criséstomo Faleén y los partidarios de Faleén, siendo de opinién de estos diltimos de que se atacara la Plaza de Sen Carlos, capital del Estado Cojedes, con el propésito de tomar un grueso parque que se decia habia en la ciudad, lo que resulté ser incierto [..}. El General Zamora sigue al pie de la letra el plan trazado por el General Juan Crisdstomo Faleon y sus cémplices [...°. aoe En torno al asesinato de Zamora, se han tejido un sinnimero de versiones que, por lo general, antes que Primera Parte ats contribuir a un cabal esclarecimiento, han ejercido un efec~ to contrario. Por esa razén, pensamos que lo mas con- veniente, en este caso, es citar las opiniones de algunos atestigos participantes» —directos € indirectos— quienes estaban al tanto de las posiciones encontradas en el comando politico-militar central y en toda la estructura del Movimiento Federal; y que en mayor o menor medida corroboran las evidencias que aqui hemos reunido, las cuales sefialan a Falcén y a Guzmén Blanco como los principales responsables de ese crimen politico”. Veamos la sintesis de esas opiniones hecha por Emilio Navarro en su extraordinario Diario de Campana: [J supe [44] por el General José Desiderio Trias y el ‘onel José Rivero, que el General Zamora habia muerto. En atencién a esta tremenda noticia, me dirigi a la casa del Dr. ‘Acuiia donde se me informé se hallaba su cadaver (...]y pasé a tuna picza [...] del local en la que ciertamente vi el cadaver de Zamora, el fiel soldado de la Federacién (...) Después de wn rato salf al comedor de la casa, encontré al Coronel Reique (...] que me decia y repetia en alta voz a las puertas de la casa, que ese infame de Morén habia muerto 4 fraicién al General Ezequiel Zamora, que era éste su asesino [uJ este Motdn era coriano, hijo de José Aquilino Morén, que murié también en la campafia de los cinco aiios (...] ‘Vamos adelante en este famoso drama: a los tres dias de haberse verificado Ia rendicién de la Plaza de San Carlos hizo el General Juan Criséstomo Faleén concurrir a ella todo nuestro ejército federal; tuvo lugar una proclama por el Presidente en campafia que decia asi: ([.] después de una corta pausa y un breve silencio, como que le preocupaban el monstruo de un pensamiento, continu): Cesé ef desorden de hoy para lo adelante [uuJ; ¥ otras cosas mas contra los nobles restos del General Ezequiel Zamora [...}; de aqui nacié en todos los ejércitos —el federal y el godo— que el General Juan Crisostomo Falcon era 108 - De la Guerra Federal al Gomecismo el verdadero autor del asesinato perpetrado en el Jefe de la Federacién, y asimismo fue confirmado este hecho por el bando enemigo, pues el consumado literate Doctor Juan Vicente Gonzalez, en su periddico «El Heraldo», [...] decia que la bala que dio muerte al General Ezequiel Zamora habia matado a dos: a su jefe y a su partido; y que el gobierno por solo este hecho no necesitaba de las armas para conseguir el reinado de la paz; ni debia temer a un partido que se devoraba el mismo por sus designios de ambicion. Estas apreciaciones parécenme demasiado fuertes. Puede ser ‘© no ser asi; [pues] no fui testigo presencial en Ia consumacion de este hecho [...J; ciertamente encuentro muy terrible para creerlo, que el General Juan Criséstomo Faleén, junto con los suyos, [Sean] los autores de este atentado. Tomaré en esta relacién para formar mejor juicio, lo que of de todos aquellos Jefes y oficiales que se hallaban en el combate contra Ia plaza de ‘San Carlos y que decian saber lo ocurrido; asi es que puedo aseverarlo en obsequio de la verdad dimanada del General ksiis ‘Maria Herncndez |... y demas jefes y oficiales y por lo que yo pude presenciar; el General Jesiis Maria Hernandez decia: «Que cl General Faleén con los suyos eran los agresores y autores de este atentado; que muchas veces habjan premeditado este asesinato, no pudiendo Ilevarlo a término por ta multitud de dificultades que se oponian a su consumacién y el enorme peso de la responsabilidad; que se hacia preciso para verificarlo se presentase una ocasion propicia en que el crimen quedase impune; [...] y comprendiendo Faledn con los suyos, [...] que el General Ezequiel Zamora era un obstaculo a sus designios, lo precipitaron todo y resolvieron dar el golpe decisivo [...)» «E| General Zamora fue muerto —afirma categoricamente el General Herniindez— en una conferencia secteta para la que fue llamado por Falo6n en Ia casa del Dr. Acufla, y que Mordn le dio ahi un balazo de acuerdo con ellos». Soy testigo de que muchas veces el valiente General Jesiis Maria Herndndez dijera al General Zamora de una manera afirmativa: «pele el ojo, General, no se descuide ni un solo momento porque el General Falcén juntamente ‘con las suyas meditan darle un balaco, y después de hecho este atentado, no hay remedio y pobre de nosotros» Primera Parte 109- Comprenderin mis lectores —aprecia finalmente Em Navarro en su Diario que el General Faloén por su imprudente proclama en la Plaza de San Carlos, descubriase él mismo, por propia boce, por falta de juicio y torpes instintos, ser el factor de un hecho punible; pues si tal cosa sucedia, como se le imputaba, aquel atentado debid ser de ély de los suyos. De esto soy testigo; yo y muchos que disimulabamos en el silencio todo aquello que pudiera comprometer nuestras personas” 6 El estado de la guerra después del asesinato de Zamora Muerto Zamora asume Faleén, como estaba establecido, la jefatura central de un Ejército que lo percibia como un agente extrafio y del cual no tenia, por término medio, el reconocimiento de su oficialidad y de la inmensa mayoria de sus soldados; todo ello en razén, como se ha dicho, de las profundas e irreconciliables contradicciones sociales, politicas, militares, personales, et — que separaban a toda esta gente de lo representado por Faleén y los suyos en el contexto de aquel conflicto armado. Esa era la parte més conflictiva ¢ importante de la situacién interna que Fale6n se ve forzado a encarar, ahora desde su posicién de Jefe general (politico-militar) de la Federacién. Sabia éste, que mientras se mantuviera esa correlacién de fuerzas en el seno del ejército y del movi- miento federal, en su conjunto, nada podia hacer para im- primirle su propio sello politico general a tales entidades. En consecuencia, ese no era el Ejército con el que él queria derrotar a sus enemigos del gobierno conservador; y mucho menos alcanzar el poder politico y tener que ver- SEGUNDA PARTE PERIODO DE LA POSGUERRA FEDERAL (1863-1899) 156- Dela Guerra Federal al Gomecismo 3.- El periodo guzmancista @ La autocracia Desde ¢l mismo momento de su desembarco en Venezuela (22 de febrero de 1870) y del inicio de las acciones armadas que le ponen término al gobierno de José Ruperto Monagas, Guzmén Blanco declara, movido Por su proverbial incontinencia demagégica, que la guia politica de su «nuevo régimen» serd la Constitucién de 1864 (alocucién de San Felipe de esa misma fecha). Esto lo dice Guzman Blaico aparentando —en una clara emula- cién de su padre Antonio Leocadio Guzmén— haberse olvidado que venia de compartir el poder con Faleén, y que durante todo ese tiempo no mostré el més minimo interés en darle cumplimiento @ lo que ahora offecia con tanta determinacién De més esta decir que los principios estipulados en esa Constitucién tampoco en esta oportunidad tuvieron nin- Buna aplicabilidad en 1a realidad social y politica del pais; no slo porque Guzman Blanco también se inserté en los mecanismos tradicionales del poder existente, desde los cuales comienza a gobernar con los grupos oligarquicos mas representativos y reaccionarios de la Venezucla de ese momento, opuestos a tales principios”; sino porque antes que abrirle cauce a la democracia, lo que hace es instaurar un régimen autocratico y dictatorial: Todo gira en torno a su persona y al mismo tiempo que echa a volar sus huecas frases de liberiad, prorrumpe en arrogantes afirmaciones de autocratismo. «Yo —exclama— hago tinicamente lo que quiero, y eso no hay quien no lo sepa» [.+) «dos que ami me sirven deben romper todos los vinculos para Segunda Parte e- contraerlos séto conmigo, que represento la patria de ahora y la del porvenir», Ripidamente, con una agresividad irresistible, este providencial avasalla todas las voluntades, climina todas las otras influencias y aniquila cualquier prestigio de persona o de grupo politico, Esa aureola de magia con la que el sentimiento. tribal de Venezuela ha investido a todos los caudillos, en el caso de Guzmén Blanco, toca extremos desconocidos [.... Guzman Blanco es la sintesis de todas las virtudes y todos los vicios del caudillismo venezolano [...}. Siete afios [los del septenio, 1870-1877] han sido suficientes no sélo para que Guzman Blanco consolide su poderio, arraigado cen los sentimientos psicolégicos de la Nacién, sino para dejar definida la orientacién del Estado creado por él. No hay mds que una sola teoria: la obediencia de todos a sus drdenes. De tal ‘manera ha impuesto su voluntad a ta turba que le rodea, que hasta el elemental sentido del respeto y de la consideracién queda abotido |. A este respecto escribe La Tribuna Liberal en 1877; «Andan muy equivocados los que creen que Guzman Blanco se dejé siempre arrebatar por la soberbia en aquellos frecuentisimos transportes de ira con que humillaba a evantos tenian la desgracia de encontrarse a su alrededor. Ef que hubiese sondeado bien ef cardcter de aquel hombre se habria convencido de que tales desahogos de altaneria, de insolencia, de matucrianca, aderezados con ta villana salsa de obscenidades dignas del més intemperante patén, no fueron siempre verdaderas explosiones de incomodidad, sino escenas preparadas por su genio cémico, que ayudaba a maravilla su plan de rebajarlo todo, de vejarlo todo, para que no hubiese ninguna frente més alta que la suya, 1 atxguna cancenca dig de forlerte cenendatet petra conducta, riquisima de inmuralidades». Esto lo escribe quien le conoce a fondo, quien fue su amigo de juventud, su compaflero en la guerra y su intimo colaborador en el gobierno hasta el momento en que las veleidades de la politica los separa: Nicanor Bolet Peraza. Bolet Peraza es, precisamente, uno de los liberales de Antonio y el que, separado en un momento de cris 158- De la Guerra Federal al Gomecismo de la gran hermandad guzmanciana, lo erriesga todo, hasta la vida, en el empefio de destruir el sortilegio que el déspota ejerce sobre la Nacién”, }) ¢Modernicacién? Imbuido de algunos valores de la modernidad occidental capitalista, y de su insaciable codicia y affin de lucro, Guzman Blanco comienza a desarrollar una politica de acercamiento con los factores econdmicos natives — vinculados preferentemente al comercio de importacién- exportacién'y a la,banca usuraria—, y con el capital ex- tranjero a fin de promover internamente ciertas reformas de cardcter econémico y politico-institucionales, que por su qpariencia modernizadora hicieran posible el surgimiento de condiciones favorables para la realizacién de negocios rentables en el pais. Esto es lo que esté en la concepeidn y en el céleulo econdmico y politico de Guzmén Blanco cuando formula y echa a andar su «politica moder- nizadora» y no, como pudiera pensarse, la posibilidad efectiva de definir y poner en ejecucién un plan para la transformacién general del pais y, sobre todo, para la superacién de la precariedad y la mediocridad de todo ti- po impuestos por el histérico subdesarrollo socioecond- mico y cultural que ya padeciamos. Este es el sentido que tienen las principales «reformas modernizadoras» que se evan a cabo durante el Septenio (1870-1877), entre las que destacan: las que se realizan en el aparato estatal; el Decreto sobre la Instruccién Publica Gratuita y Obligatoria del 27 de junio de 1870; las medidas que se adelantan para mejorar y construir las vias de comunicacién necesarias para el crecimiento del comercio (interno y externo) y de las exportaciones; le promulgacién de un nuevo Cédigo Segunda Parte 159- Civil, medida que despoja a la Iglesia Catélica del control del registro de nacimientos, matrimonios y defunciones; el establecimiento de la estadistica oficial para el registro de las rentas nacionales; la creacién de la Junta de Crédito Pablico para movilizar capitales con la amortizacién de la Deuda Publica; la organizacién de la Oficina del Censo Nacional; la organizacién de la Hacienda Nacional, me- diante la centralizacién de las cuentas y la separacién de los fondos en cuanto a su recepcién ¢ inversién; la unifi- cacién cambiaria para acabar la anarquia en la circulacién de signos monetarios nacionales y extranjeros; la creacién de una Junta de Agricultura”, etc, Un aspecto relevante de esa «politica modernizadora», es el enfrentamiento que tiene lugar entre el Gobierno y la Iglesia catélica, debido a la pérdida de prerrogativas que la aplicacién de tal politica le produce a esta institucién religiosa como las ya mencionadas a las cuales vino a sumarse la eliminacién de los censos eclesidsticos que, desde la época de la Colonia, pesaban sobre la agricultura”. Como puede observarse claramente, esa «politica modernizadora» no se corresponde o no tiene como refe- rencia, como ya se ha dicho, un cuerpo de ideas (un plan) coherentemente estructurado, capaz de guiar el pro-ceso de la transformacién general y efectiva de la sociedad venezolana de aquella época. Contrariamente a esto, es necesario insistir, lo que se percibe en esas medidas «modernizadoras», es no sélo la desarticulacién que existe entre ellas, asi como su cardcter puntual y circunstanci sino el hecho fundamental de que casi todas 0 en su gran mayoria, aluden a cuestiones superestructurales (juridico- 160- Dela Guerra Federal al Gomecismo Politicas, administrativo-burocraticas, de servicios, etc.), cuya realizacién y conerecién se pretende sin que ello im~ plique la transformacién simultinea de las relaciones estructurales —particularmente, las de orden social y econémico—, sobre las cuales ya descansaban el atraso de todo tipo y el estancamiento que hist6ricamente han caracterizado a nuestra sociedad. En términos més concretos debe decirse, que se Propone la realizacién de todos esos cambios superes- tructurales sin que, al mismo tiempo, se plantee la necesi- dad de liquidar el latifundio que constituia una de las cau sas basicas de los males sociales del atraso, el estanca- miento y la mediocridad a los que se ha hecho referencia, Debe decirse, por iiltimo, que se pretende hacer todo €so, sin que se realice ningiin intento por superar el mode- 0 colonial de nuestra economia; esto es, la de ser una eco- nomia productora de bienes agricolas y mineros para sa- tisfacer la demanda y las necesidades de las potencias coloniales ¢ imperialistas de la época; y sin que se haga, en consecuencia, un serio esfuerzo dirigido a diversificar y a desarrollar la capacidad productiva nacional, mediante un impulso significativo de la industria y del mercado interno: Es obvio que en el caso venezolano [de ese tiempo} esos elementos ain no aparecen claramente, no existen o pesan demasiado poco. No hay verdadera produccién industrial y el mercado se reduce a la organizacién de intercambios mer- cantiles a partir de polos de desarrollo comercial (gene- ralmente ciudades y puertos) abiertos al extranjero[...]. No hay, Pues, una auténtica conformacién de [un] mercado interno, existen @ lo més ciertos mercados regionales para el mercado Segunda Parte 161- internacional, {intercambios que se amplian con la] eerta [pero] limitada modernizacién infraestructural que resulta por lo demas cara, indtil y comprometedora del futuro del pais”, A la luz de esas confirmaciones se desvanece categérica y definitivamente la «tesis» tejida por la historiografia tradicional, de distinto signo ideolégico, acerca del su- puesto cardcter modernizador de la politica desarrollada por Guzmén Blanco en la Venezuela de finales del siglo XIX. La verdad es que més alld del «dinamismo» y de las «promesas de progreso”», o de la «impresionante aparien- cia revolucionaria”», que caracteriza el paso de Guzman Blanco por el poder, lo que se revela 0 queda al final de su mandato es un resultado bastante pobre y poco efectivo: [...] bien vistos —asevera el historiador Vladimir Acosta—, los ‘cambios reales son sélo superficiales, de fachada, y apenas se Proponen aprovechar y profundizar cierta relativa estabilided Politica, aumentar los intercambios comerciales dentro del aceptado esquema de la division internacional del trabajo, atra~ er al pais capitales extranjeros y abrir camino con todo ello’a la ja ganancia de algunos comerciantes y politicos por la via del peculado, a comenzar por el propio Guzman Blanco, verda- dero gigante del peculado venezolano [...} Los logros del régimen liberal amarillo, aun los més llamativos, se van disolviendo y debilitando con el tiempo, revelindose asi su cardcter superficial y sus verdadcras y reducidas dimen- siones; la educacién popular, después de un impulso inicial, comienza a retroceder y se va estancando, (..] ganando de nue~ vo terreno el analfabetismo. Igual cosa sucede con los eaminos y carreteras construidos los cuales, ademas de no ser muchos y de quedar pronto subordinados a los ferrocarrles, se van [..] deteriorando y abandonando por Ia ausencia.absoluia de mantenimiento, con la excepcién parcial de dos o tres vias Principales (...}, El caso de los ferrocarriles, por su parte; fie ain més desastroso, pues de hecho en poco o nada contribu- 162- De la Guerra Federal al Gomecismo yeron al progreso del pais, a la creacién de mercado interno y ni siquiera a disminuir seriamente los fletes del café. La costosa y mal programada inversi6n s6lo sirvié para crear una fachada de progreso” o) El Estado En este terreno, Guzmén Blanco no hizo algo distinto a lo que ya habia hecho Falcén cuando asume después del triunfo de la Revolucién Federal; y tampoco de lo deci- dido por Monagas y su hijo José Ruperto cuando se hacen del control politico del pais, al frente de la Revolucién Azul. Esto es: insertarsé en la estructura del Estado pre- existente; en este caso: articularse al cuerpo y a la dindmica del Estado liberal-caudillesco que se habia cons- tituido teniendo como referencia juridico-politica formal a Ja Constitucién de 1864. Esto lo hace Guzmén Blanco, no sélo por su posicién politica extremadamente consetva~ dora y reaccionaria, que lo lleva a buscar y a concertar efectivamente un acuerdo estratégico, de largo alcance con los factores sociales y econémicos mas poderosos de la so- ciedad venezolana de entonces; sino también por el inte- rés —coyuntural, en este caso— que tiene de aglutinar alrededor de su propuesta politica de ese momento, a todo el caudillaje nacional; en particular el de origen fede- ralista, En la realizacién de ese cometido politico, Guzman Blanco logra reunir en el «Estado Federal» existente, ahora bajo su poder autocratico: a los viejos y nuevos latifun -dis- tas, surgidos estos tiltimos, de la Guerra Federal; a los cau- dillos militares federalistas, verdaderos «sefiores de la guerra; y a la rancia oligarquia de banqueros usureros de la época; los cuales provenian, por lo general, de las filas Segunda Parte 163- conservadoras. Pero no sélo eso, sino que vuelven a constituirse, en estrecha asociacién politica y econémica con Guzman Blanco, en el grupo o clase social dominante dentro de esa estructura de poder estatal autocratica: Se reconstruye asi —afirma de nuevo el historiador Vladimir Acosta en su excelente obra sobre el periodo en referencia—un bloque de clases que recuerda el de la Oligarquia Conservadora en el que habian figurado iniciaimente caudillos de la Independencia, hacendados, y comerciantes 0 prestamistas, bajo 1a decidida hegemonia de estos Gitimos y presidida la alianza por el principal caudillo vencedor en la guerra, Ahora también el caudillo vencedor dirige la alianza de clases domi nantes y en ella figuran generales y caudillos menores, hacen- dados y propietarios de hatos y, sobre todo, comerciantes y prestamistas 0 banqueros, que conservan [..] la hegemonia, pero que, como en los tiempos de la Oligarquia Conservadora, deben someterse a a Voluntad del nuevo lider, y hasta més ati pues a diferencia del improvisado Paez, Guzmén Blanco es ai mismo tiempo «eficiente administrador y un «destacado politico". Pero esa subordinacién al lider que tiene la representacién del Estado Central, como puede deducirse fcilmente de lo expresado anteriormente ocurre, sobre to- do, en la propia estructura y dindmica interna de ese Estado. Eso no se produce de la misma manera en la rela- cién que se da entre el poder central y el poder de los distintos estados provinciales o regionales, a cuya cabeza aparecia, segin lo dispuesto por la Constitucién de 1864, un Presidente de Estado con autonomia politica (Ejecutiva), Legislative, Judicial y hasta de tipo militar Al ser esto asi, las relaciones politicas generales que se establecen entre ambas instancias del poder piblico no podian ser de subordinacién de lo regional ante lo na 164- De la Guerra Federal al Gomecismo nal, sino de una permanente conflictividad debida, princi- palmente, a lo siguiente: 1~ A la importancia que habia cobrado en el imagina- rio politico de las regiones el planteamiento acerca de su autonomia en todos los érdenes. 2. -Al enorme prestigio y autoridad del que disponian los caudillos militares que ejercian el poder efectivo en sus respectivos estados, regiones y localidades, todo lo cual actuaba como un poderoso estimulante para que los estados regionales no sélo se afirmaran en el ejer- cicio de su autonomia, sino también en la pretension de ampliarla en detrimento del poder central 0 nacié- nal. 3.- Al permanente interés del Estado Nacional de ena- jenarle competencias, poder efectivo y autonomia po- litica a las regiones 4. A la crisis recurrente de la economia del pais (de la economia del café para ser més exactos), con su con- siguiente cimulo de males sociales, y cuyas conse- cuencias mas nocivas solian descargarse sobre las regiones. He ahi, entonces, las razones y también la explicacién de la acentuada inestabilidad politica que continua te- niendo lugar en el pais, y que obligan a Guzman Blanco y su gobierno a implementar mecanismos, como el «Situado Constitucional, y a concertar acuerdos politicos con los caudillos militares que tenian el control de las regiones, con el fin de disminuir, hasta donde fuera posible, la inc dencia de tal problema: Segunda Parte 165- Guzmén, en los hechos, reconoce la cuota de poder que le corresponde a cada uno de ellos dentro de la localidad. Se compromete a no interferir en los asuntos regionales, en la me~ dida que las circunstancias asi lo permitan e impone su autoridad cuando Ia situacién asi lo amerita [...). A cambio obtiene el reconocimiento de la cuota de poder que a él interesa como jefe del Poder Ejecutivo de una nacién que ain esté por integrarse, Este peculiar acuerdo de reparto del poder se man- tiene con sus altos y sus bajos ya que son muchas las rebeliones que debe enfrentar”. @) Situacién general de la economia La modernizacién postiza o de fachada, impulsada por Guzman Blanco durante el periodo que le tocé gobernar en Venezuela, en nada contribuyé a la superacién, como ha quedado demostrado, del atraso, el estancamiento y la pobreza estructurales y generalizados que han caracte- rizado a la sociedad venezolana en su proceso historico. Se trata aqui, como puede observarse, de la reiteracién de una conclusién categérica a la que se llega, sobre todo, cuando se revisa el estado de la economia venezolana bajo el dominio del régimen guzmancista. Veamos: dl) Se mantiene vigente el modelo econémico colonial, basado en Iq produccién de materias primas y bienes semiterminados (de origen agricola o minero) para ser exportados a los grandes centros metropolitanos del capitalismo desarrollado donde son procesados industrialmente. Como sabemos, nuestro pais seguia inserto en ese orden econémico internacional, de raiz colonial, cuando Guzman Blanco arriba por segunda vez al poder en abril de 1870. Venezuela participaba en ese orden eco- 166 - De la Guerra Federal al Gomecismo némico fundamentalmente con su produccién de café, Ia cual se realizaba en las plantaciones especialmente dedicadas a ese cultivo. Conviene sefalar, ademas, que esa actividad econémica continuaba sometida a las contingencias de un mercado internacional regido por el cardcter ‘ciclico (de ascenso y caida) que le es inherente a la dindmica y «racionalidad» del capital, y a una deuda externa que agotaba y bloqueaba’ su capacidad de crecimiento" De ahi, que la dinémica econémica del pais Permanentemente oscilara del crecimiento a la caida lo cual; en una economia como la nuestra, caracterizada Por la descapitalizacién”, la monoproduccién y, en una gran medida, por la reproduccién simple del capital”, hacia que el fenémeno de la caida ejerciera efectos de. vastadores, no s6lo sobre los propietarios de las planta~ ciones y haciendas de café, sino también sobre el conjunto de la sociedad venezolana. Esto se sabia perfectamente, porque desde mucho antes se venian experimentando las consecuencias ne- gativas que ese hecho les acarreaba, de manera recu- Trente, a los venezolanos de entonces, propietarios y no Propietarios de medios de produccién Sin embargo, ni Guzman Blanco ni el bloque de la clase que le sirve de apoyo social y politico a su gobier- no autocratico, en ningin momento se mostraron inte- tesados en definir y poner en ejecucién un plan econd- mico general y de largo alcance dirigido a contrarrestar y @ superar historicamente esa situacin: Segunda Parte 167- La ceguera de los lideres federales, simples caciques arries- gados y a la mediocridad de nuestra burguesia explican por qué el pais continué [...] sin cambios ni rumbos susceptibles de ‘empujarnos y transformamnos". La inercia, la vacilacion y la ceguera de nuestra burguesia, combinadas con cl primitivismo canivalesco, la deshonestidad y el apetito de lucro de los caudillos federales, ocasionaron a Venezuela uno de sus peores fracasos histéricos. Si a estos fac- tores agregamos el efecto disolvente de unas masas populares heterogéneas, atrasadas y descontentas, que tenfan unos im- Petus reivindicativos y propésitos de hacerse justicia pero sin partidos avanzados que las encausaran y disciplinaran con mol- des de revolucién, redondearemos el panorama de tragedia en que se debate la vida venezolana a fines de siglo XIX [...). Esterilizado el pais en las guerras crénicas, comprometido en la celda de la dictadura, disperso en esa anarquia socorrida de las naciones sin ideal ni rumbo, Venezuela debia conocer el estancamiento durante mucho tiempo" 4.2) Se mantiene, igualmente, vigente el latifundio como la relacién econémico-social bisica del proceso productivo que se realiza en las plantaciones de café, cacao y otros cul- tivos de productos de menor importancia”. Veamos pa- ra su debida ilustracién, las caracteristicas de la activi- dad econémica que se realiza en el campo bajo los condicionamientos de esa forma anacrdnica de produccién: > Elempleo de una bajisima inversion de capital en la produccién (de café y cacao principalmente) que se realizaba en esas plantaciones y haciendas”. Esto demuestra que la actividad agricola que se lleva a cabo bajo el régimen guzmancista, en muy poco 0 nada se diferencia de la que se venia haciendo desde los tiempos coloniales. 168 - De la Guerra Feder al Gomecismo Como parte de lo anterior, la utilizacién de una «tecnologia» y de métodos 0 procedimientos pro- ductivos sumamente atrasados y rudimentarios"; que logicamente imponian unos muy bajos niveles de productividad del trabajo, de la capacidad productiva de plantaciones y haciendas, y de la produccién general del pai » El peonaje como mano de obra «asalariada»; hecho que evidencia que aunque se esté ante una eco- nomia «capitalista», productora, por consiguiente, de mercancias (café, cacao, etc.) para la exportacién, no lo hice sobre la base de Ia relacién que ya para ese entonces se habia establecido entre la burguesia y el proletariado en el proceso productivo de la sociedad. Con justificada razén afirma el profesor Vladimir Acosta en su libro ya tantas veces citado, que la actividad econémica del periodo guzmancista, antes que generar un Proceso de modernizacién de las relaciones que se dan entre los agentes de la produccién en una sociedad regida Por el capital, lo que hace es mantener la vigencia de las Viejas relaciones econémicas de raiz colonial: Como en el caso colombiano ya estudiado, 0, ain més, el Proceso, més que de proletarizacién es de «peonizacién», Y son los peones, ya se trate de acasillados [peones que permanecen fijos © sujetos a Ia hacienda] o de jornaleros mas o menos libres, los que constituyen la gran masa de In poblacién trabajadora venezolana del siglo pasado y de los principios de éste’ > El pago de una renta en trabajo por el uso de la tierra cultivable. La importancia que adquiere este tipo de renta —categoria econdmica precapitalista—en la me- Segunda Parte 169- diacién de la actividad productiva que se hacia en las plantaciones y haciendas venezolanas del periodo de a autocracia guzmancista”, es otro de los indicadores que ponen en evidencia el cardcter aparente (postizo) de la politica modernizadora que se realiza durante ese periodo. Se trata, en este caso, de una forma de explotacién del trabajo a la que se recurre debido, precisamente, a la inexistencia de un verdadero plan de modernizacién de la economia; a la carencia extrema de capitales para ser invertidos en la modernizacién de los procesos productivos internos de la sociedad y, en iltima ins- tancia, a la enorme disponibilidad de tierras ociosas de propiedad privada que podian entregarse —en parte y en usufructo— al trabajador campesino a cambio de la obligacién de trabajar en las plantaciones y haciendas de los sefiores latifundistas™. 4.3) Se agudiza la distorsién estructural de la economia venezolana; fenémeno caracterizado por lo siguiente: > La monoproduccién de bienes primarios para la exportacién; lo que revela Ia fuerte presencia y el dominio que seguia teniendo el modelo econdmico colonial sobre la economia general del pais. > Un crecimiento y expansién hipertrofiados de las actividades econémicas no productivas (comercia- les, financieras, de servicio, etc.) en ausencia o detri- mento de las productivas; en particular, como ya se ha sefialado, de las actividades industriales, y de otras dreas de la economia, En consecuencia 170- De la Guerra Federal al Gomecismo No hay ningiin intento serio de desarrollo interno, de promover is instalaci6n de industrias modernas en el pais. Surgen algunas, Pero éstas son s6lo complemento timido y de poco alcance de actividades comerciales o financieras que han generado im. Portantes cuotas de acumulacién; y las que fomenta el Estado corresponden a subsidios y monopolios interesados, que més ali. mentan el robo y el peculado que el desarrollo interne. El comercio y la banca prosperan y se enriquecen (aunque mucho imds el comercio extranjero que el nacional), pero la agricultura, que es la principal fuente de riqueza y de extraccién de exce, dente, se arruina y sigue dependiendo de eréditos usurarios y amenazada de embargos ¢ hipotecas” El mblestar. generalizado creado por esa situacién Hegé a tales extremos, que hasta un alto funcionario gu- betnamental de esa época —mejor conocido pot su destacada participacién en la contratacién del famoso empréstito del Disconto—, llegé a decir «(..,] que el Pais no producia otra cosa que café, que su depen- dencia del extranjero era absoluta, que podia decirse claramente que los venezolanos importaban el desa- yuno, el almuerzo y la cena, y que era necesario, para salir de esa desastrosa situacién, que se intentara Producir mas cosas», Esto hace que, definitivamente, se consolide en cl Pais una economia de puerto; es decit, de una economia due vive del puerto, de lo que sale y entra por él; y de un Estado que del mismo modo vive de lo que recibe del puerto por la via de los impuestos (de los aranceles) que cobra por concepto del movimiento de exportacién- importacién; ingreso impositivo que progresivamente era menor debido al cardcter, por lo general, estacio. nario del mismo, y al hecho de que ese ingreso era destinado, en su mayor parte, al pago de la pesada ‘Segunda Parte 1- Deuda Piblica Externa que gravitaba sobre la economia y el conjunto del pais. La precariedad de ese ingreso se percibe muy claramente cuando se le hace un detenido examen al registro de lo que el pais recibe por las exportaciones y aga por las importaciones, hecho por Ramén Veloz, Para todo el periodo en referencia, en la obra de este autor aqui citada”, 4.4) Las casas comerciales extranjeras contribuyen con su actuacién a frustrar el crecimiento de la economia del café: crecimiento que se da en Venezuela a partir del aio 1870, fecha que coincide con el inicio del régimen autocratico de Guzman Blanco. Al lado de que pricticamente no se hace nada realmente desde el Estado para modernizar, ampliar y apoyar convenientemente a la produccién cafetalera del pais, se deja que las casas comerciales extranjeras actiten, literalmente, a mansaiva contra los productores directos del grano: Entre los enemigos mas beligerantes del café —que lo frustran como agente de una transformacién capitalista del pais— hay Que catalogar a las casas alemanas, inglesas y francesas, cuya potencia llegé a monopolizar el comercio de importacién. Esas casas clavan en el pais el primer hito monopolista. Suerte de Pulpos cconémicos tienen tentéculos bancarios y comerciales. Adelantan dinero, a intereses del 20 por ciento anual, pignoran cosechas, acaparan la produccién criolla exportable y venden en el pais los productos de la industria extranjera [...]. Utilizando su situacién monopolista fijaban para el café y el cacao precios que distaban del nivel de las cotizaciones internacionales [...] Fue asi como por necesidades derivadas del funcionamiento de 172- De la Guerra Federal al Gomecismo la economia mundial de ln époc, tas sts extaneras en enezucl se vieron siempre inducidas& pagar bape Por nuestro café y nuestro cacao [...], pe eias i clr std gnanciy elven ea des eraciones que en est media centri de intone veneselans [1870-1920] retzaon lar eases extanjeres en cuyas acon ne radio el monopolio de nici comeri. Su promperided ae siertaments rida y aplstant, Cuando ray sigho We toe €l comercio de exporicin ¢ importaion ta cois seve impenetrable y sagrado”. : ©) La inversion extranjera directa durante el mandato de Guzmdén Blanco 1) Los ferrocarriles de Guzmén Blanco Este tipo de inversién capitalista casi no habia tenido lugar en Venezuela hasta esos momentos”. Es entonces, a partir de la construccién ferrocarrilera impulsada por Guzman Blanco durante su segundo mandato (el quin- quenio 1879-1884), cuando esas inversiones comienzan @ tomar una relativa importancia en la dinamica general de nuestra economia: Desde un punto de vista cuantitativo, la inversién directa extranjera mds importante realizada en Venezuela durante el siglo XIX fue la referente a establecimiento de lon ferrocarrils, construidos en su mayor parte, entre 1870 y 1895, aleanzandy Suunto a capital un montoaproximado de 180 millones de ollvares. Este capital invertido era inglés en al en un 44% y franeés en un 4,5% [...]. — Para 1908, Leonard Dalton" situaba las inversior a las inversiones inglesas en ‘Venezuela en el orden de los 8 millones de libras esterlinas (200 millones de bolivares); para 1902, un Boletin Estadistico francés evaluaba en 100 millones de francos-oro el capital francés 173- invertido en el pais; en 1922, Otto Barger" calewlaba en 140 millones de marcos-oro (182 millones de bolivares) el monto de las inversiones alemanas, y, para 1913, el capital norte- americano en Venezuela se situaba alrededor de 33 millones de bolivares. En términos comparativos, la Venezuela del siglo XIX no fue un territorio prioritario para la inversién extranjera, El pais representaba menos del 1% del capital ingles invertido en ‘América Latina y era uno de los Ultimos en la lista de paises del sub-continente que habia recibido capitales _privados estadounidenses”. En el caso concreto de Ia inversion ferrocarrilera, conviene precisar que esta inversién se realiza no por- que se estuviese dando internamente un proceso de expansion de una determinada actividad econémica (minera, agropecuaria, etc.) que asi lo requiriese 9 por- que el crecimiento normal de la economia hubiese comenzado a demandar con urgencia 1a implantacién de medios de transporte que, ademas de masivos, contribuyeran significativamente a reducir los costos de produccién. Lo cierto es que nada de eso ocurria realmente en el pais, sino mas bien todo to contrario, como hemos podido evidenciarlo. Siendo ésta la si- tuacién, no puede menos que sorprender que la construccién ferrocarrilera haya sido emprendida por el quinquenio guzmancista «{...] en un perfodo que coin- cide con la crisis cafetalera de las iiltimas décadas del siglo XIX, en que la demanda extranjera, saturada, disminuye seriamente, y en que, dada la importancia sustancial de ésta para la produccién nacional, ninguna construccién ferrocarrilera, orientada esencialmente a facilitar la salida del café, podia constituir un estimulo suficiente para compensar el desestimulo representado por esa disminucién de la demanda”. 188 - De la Guerra Federal al Gomecismo Se para gobernary figurar en primer término, cuanto para enriquecerse pronto y Hiciimenten (Luis Level de Goda, op. cit, p. 516). Para una informacs, completa sobre Ia fortuna personal de Guzmén Blanco, ver Bolan de la Acarlemia Nacional de la Historia, N* 294, Caracas, abril-junio 1991 Jahre el tema de los cintermediatios politicos», véase Nikita Harwich Vallenila, op. cit, pp, 22.25, "Iida, p25. * Vladimir Acosta, p. cit, pp. 496-497, GE Adelina Rodriguez Mirabal, «Concesiones auriferas ¢ inversiones extranjeras en ls Guayana Venezolanan, en Nikita Harwich Vallenila, op a . 266, ) * side, p. 280, ” Viadimir Acosta, op. cit, p. 427. * En el lenguaje politico de la époce, se dicron a conocer con este vocablo las Posiciones, las criticas y las acciones que se expresaban en el propio sene del guzmancismo, "Augusto Mijares, op. cit, p. 142. jjhariane Picén Solas, Lax dies de Cipriano Castro, Caracas, Monte Avita Editores, 1991, p.31, j Ramén 1 Velisquez, La cidade! Liberalisma Amarilla, Caracas, Contrloria General de la Repiiblica, 1972, . X. (Manuel Rodriguez Campos, Vexeula 1902: La criss fsa y of Boquen Caracas, UCV, 1977, p. 33, ‘Vadell Hermanos, EL LIBERALISMO RESTAURADOR DE CASTRO Y GOMEZ 190- De la Guerra Federal al Gomecismo 1.- La emergencia castrista El ascenso de Castro al poder es, sin lugar a dudas, una consecuencia de la agudizacién extrema de la crisis estruc- tural que caracteriza y recorre a Ia sociedad venezolana a finales del siglo XIX. Esto se confirma con solo revisar, como en general ya lo hemos hecho, la situacién existente cuando Castro vadea con los «sesenta» el rio Tachira para venir a disputarle temerariamente el poder al guzman- cismo ya en fase terminal. Veamos: Lo primero que debe destacarse, es la marcada ines- tabilidad politica que tradicional y recurrentemente habia caracterizado al pais; y de la cual éran expresién: a)EI agotamiento y descomposicién del modelo Politico y del Estado, basados en el particularismo regionalista y en la autonomia del poder ejercido de manera personalista por los caudillos militares, due. fos de vidas y haciendas, en sus respectivas regio- nes. Este modelo, como se recordard, se institucio. naliza en el pais a raiz del «triunfo» de la Federacién; ¥ Se consolida bajo el largo mandato guzmancista, b) La divisién reinante en las filas del Partido Liberal Amarillo y en el gobierno de Andrade; el cual, por esta razén, su origen espurio y la inesperada muerte de Crespo', mentor politico de Andrade, se ve some. tido a.una condicién de extrema debilidad que pone el poder del Estado a «{...] merced de quien creara una situacién de crisis [politico-militar] en el pais’, En segundo lugar, la acentuacién de la prolongada crisis del modelo econémico colonial, basado principalmente, Tercera Parte ans como sabemos, en la produccién, en condiciones precarias, de café y cacao. Para una visién més concreta y precisa de esa realidad, veamos el siguiente cuadro donde se aprecia con toda cla- ridad los volamenes de café y cacao que el pais exporta en el curso de la titima década del siglo XIX y lo que recibe (cada vez menos) en bolivares por tales exportaciones’. 719482 71.167.850 847.143 89.917.725 No existen datos confabies sobre este aio 678.786 7.296.360. 950.525 €4,769,091 208.190, 88.338439 870.408 85. 766.157 789 535 165, 989.352 858.904 6.647.582 $80.33 64.032.000 116.400 8.32806 20.226 10.821 48t 3808 8584176 122537 9.651.231 118.537 9.965.774 148.837 10.091.037 147.731 9.246.670 127.888 5.985.235 738.346 10.791.016 192- Dela Guerra Federal al Gomecismo En tercer lugar, la bancarrota de las finanzas piblicas, la cual es provocada tanto por la caida como por el severo estancamiento experimentado por el ingreso fiscal adua- nero (Gnica fuente impositiva de la que todavia disponia el Estado para su mantenimiento)* por efecto del cuadro descrito en fa parte anterior-de este trabajo. Esto colocé al Estado venezolano del periodo considerado, en una situa- cion de insolvencia y déficit fiscal crénicos que confirman todo cuanto se viene diciendo acerca de la realidad vene- zolana de finales del siglo XIX, y sobre el contexto en el cual se produce la emergencia castrista Se trata de una realidad que, como en el caso anterior, se puede verificar al observar las cifras aportadas por Ram6n Veloz sobre el movimiento de los ingresos y egresos del Estado durante los afios fiscales del periodo consi-derado. Lo resaltante en esas cifras es, como se ha dicho, el déficit crénico que caracteriza la gestién admi- nistrativa del Estado de esos afios; déficit que est Presente, incluso, en los ejercicios fiscales que, segin el autor consultado, se produce un cierre con un superdvit, La verdad es que los montos «sobrantes» son tan in- significantes (en general nunca Hlegaron a superar los 5 millones de bolivares) que no pueden ser considerados como verdaderos superavit econdmicos’, Y, en cuarto lugar, las incidencias extremadamente negativas de una deuda externa que, como ya ha sido se- falado, no sdlo se hace impagable, dada la quiebra eco- némica en la que habia desembocado el pais, sino que se convierte en una de las principales trabas que frustran el desarrollo normal de nuestra economia: Tercera Parte 193- Venezuela —conviene reiterarlo aqui— quedaba obligada Por la incidencia de su deuda publica [externa}’, a consagrarle a los acreedores el grueso de su excedente liquid. En las manos de los venezolanos apenas quedaba el dinero necesario para asegurar la reproduceién simple del capital. O sea, para reponer el capital desgastado en el proceso productive [...}. Se vive s0- bre el mismo cuadro econémico. Manejando el mismo volumen de capital, operando con unos rendimientos estacionarios, con- gelando el nivel de vida dela colectividad’. He aqui sintetizada, en sus rasgos mas gruesos, la situacién del deterioro y descomposicién generalizados que caracterizan al pais en el momento en el que se pro- duce el ascenso de Castro al poder. Se trata, sin embargo, de un hecho que tiene el claro signo del imponderable his- térico, puesto que en el marco de la situacién planteada internamente todo parecia indicar que el gobierno de Andrade caeria por efecto de una conspiracién adelantada por una coalicién de fuerzas proveniente del propio seno del liberalismo amarillo", y no por la accién de un actor politico-militar ajeno 0 extrafio a él; y que, por lo demés, no habia tenido una presencia significativa en la vida politica nacional. En este sentido puede decirse que tanto el gobierno de Andrade como todo el liberalismo amarillo fueron sorprendidos por la noticia de a campafia militar emprendida por Castro y los wsesenta» a finales de mayo de 1899, y de su avance temerario hacia el centro de la Repiblica con la pretensién de derrocar a dicho gobier- no''; cuestién que consigue finalmente pero no por la via de un enfrentamiento armado con las fuerzas del Gobierno, sino mediante una ins6lita negociacién politica con los sectores del liberalismo amarillo que logran poner- se de acuerdo para hallarle una salida coyuntural a la crisis gubernamental planteada, y al conflicto armado que se tenia con el castrismo. Piensan (calculan) estos sectores 194- De la Guerra Federal al Gomecismo que mediante esa negociacién, primero se desprenderian de Andrade, y luego les resultaria relativamente facil ha- cer lo mismo con el «montafiés» Castro a quien, desde que tuvieron conocimiento de él, siempre subestimaron como adversario politico. Entre los»integrantes de esa fraccién liberal amarilla destacan el banquero caraquefio Manuel Antonio Matos, el oligarca valenciano Ramén Tello Mendoza, el Vice- presidente general Victor Rodriguez y el general fede- ralista Luciano Mendoza, quien permanecia acantonado en la ciudad de La Victoria con un ejército de linea de mas de 4 mil Hombres; y que de haberlo decidido habria aca- bado sin falta con las pretensiones de Castro de llegar a Caracas por sus propios medios y de asumir el poder co- mo era su propésito desde que atraviesa el rio Tachira al frente de sus «famosos sesentan. El que esto no lo hiciera Luciano Mendoza en este momento, constituye el primero de los dos grandes y fatales errores politico-militares co- metidos por este general” y el conjunto del liberalismo amarillo en el curso de su lucha por desalojar a Castro del poder; hasta que son definitivamente derrotados por éste en la famosa batalla de La Victoria, la cual no sélo le pone fin, en lo fundamental, a la «Guerra Libertadora»”, sino que le abre un amplio cauce al proceso de consolidacién del castrismo en el poder, y del gomecismo como parte y continuidad esencial del mismo. eee Castro y los suyos, como se ha dicho, no tenian ninguna posibilidad de avanzar efectivamente hacia la capital de la Repiblica después de la batalla de Tocuyito y de la toma de la ciudad de Valencia; y mucho menos de capturar el Tercera Parte 195- poder mediante una victoria militar frente al gobierno y el conjunto de las fuerzas del liberalismo amarillo”. La Revolucién —comenta a este aspecto Ramén J. Velésquez— ha vencido en Tocuyito, pero esté destrozada en sus efectivos [...]. El general Santiago Bricefo Ayestardn pasé re-vista al ejército vencedor y pudo constatar que ahora quedaba reducido a 1.250 hombres. No tiene posibilidad de cibir auxilios y el famoso contingente oftecido por los nacion listas esté compuesto por 200 hombres de caballeria y 200 de infanteria del general Loreto Lima, sumados a Castro después de le batalla", Siendo ésta la situacién militar real del castrismo en esos momentos, nadie puede siquiera suponer que ello no era del conocimiento del gobierno —que ya no era de Andrade sino del Vicepresidente, general Victor Rodriguez— y de los lideres del liberalismo amarillo que negécian politicamente con Castro para permitirle, por las razones que ya conocemos, su arribo a Caracas como vir- tual Presidente de la Repiiblica. El asombro que esto produce lo expresa el autor antes citado en los términos siguientes: La situacién es muy dificil de entender: la fortaleza militar del Ejército revolucionario acampado en Valencia no ha crecido cen forma que pueda determinar esta decision de entrega del go- bierno; ni en armas, ni en hombres ha habido aumentos apreciables. Los alzamientos en apoyo a la revolucién se han reducido a las defecciones de Martin Marcano en Barcelona y de Colina en Coro. En cambio el gobierno mantiene el control de la Repiiblica: los tres Estados andinos estin en su poder, lo mismo Coro con Riera y Oriente con Rolando. En la victoria hay 4.000 hombres veteranos y bien armados y en Caracas, 1.500 soldados en las mismas condiciones" 196- Dela Guerra Federal al Gomecismo Es entonces, en medio de Ia situacién ins6lita antes descrita —donde el orden natural de las cosas aparece to- talmente invertido y, ademas, carente de la heroicidad que algunos han pretendido atribuirle— en la que se produce la Ilegada de Castro al poder; y quien, a partir de ese momento, so presentard (eso es parte del acuerdo suscrito) como el «nuevo jefe» del liberalismo amarillo”: “Parece un suction» —comenta de nuevo Ramén J. Veldsquez— dicen las gentes de las calles de Caracas para sin- ‘etizar en uma frase su juicio sobre los sucesos de estos dias: la caida ge Andrade, la entrega de un Ejército que no combat, la entrada de Castro,a Caracas traido en andas y bajo la proteceién ée los dirigentes civiles y militares del gobierno que se propuso derrocar. «Parece un sueho» vuelve a repetir al comentar la es. cena del Capitolio en la que Cipriano Castro recibe formalmen. te el poder de manos de Vietor Rodriguez. En medio [...] del ‘iibilo de 10s politicos liberates; (el escritor y politico] Jacinto Lopez escribe en su libreta de apuntes: «El gobierno de Andrade desaparecié por su propia culpa y bajo una avalancha de depravacién y estupidez espantosas, Yo veo en este fenome- no de irresponsabilidad politica, la consecuencia de largos alos de personalismo, de dictadura, de desprecio por las insti- tuciones y de los hombres, de corrupeién de las costumbres politicas", @) EL castrismo en el poder Castro llega a la Presidencia de la Repiblica, como he- mos podido verificarlo, de la mano de los mismos sectores ¢ intereses oligérquicos que bajo el estandarte del libe- ralismo amarillo habjan cjercido el control general del pais desde 1870; es decir, desde que Guzmén Blanco arriba por segunda vez al poder al frente de la llamada «Revolucién ! de Abril iene Tercera Parte - Atras y en el olvido habian quedado las promesas formuladas por él en la proclama del 24 de mayo de 1899, al inicio de la «Revolucién Restauradora», donde se com- promete a desplazar radicalmente del poder a quienes hasta esos momentos habian gobernado al pais mediante «{...] la farsa, ta injusticia, la tirania y la opresién»”. Ahora, en el momento de asumir el poder, esos ya no son los referentes sobre los cuales funda su posicién poli- tica y su «programa gubernamental», sino el plantea- miento ambiguo de que se propone hacer un gobierno con «nuevos hombres, nuevos ideales y procedimientos», La transgresién hecha por Castro de ese «compromiso» —puesto que desde un principio gobernaré con repre- sentantes politicos de la vieja oligarquia liberal amarilla—, serd convertida por el General José Manuel Hernandez (el «Mocho Hernandez») en uno de sus argumentos basicos para negarse a aceptar el ministerio que le ofrece Castro para que formara parte de su gobierno; y para alzarse en armas en su contra: En la proclama —comenta de nuevo Ramén J. Veldsquez— dictada por el General Hernandez en su Cuartel General de Las Tejerias [...] acusa al General Cipriano Castro de haber violado su palabra de soldado y de restaurador, al entronizar en la Casa Amaritla, la envejecida camarilla liberal, corigen indudable de las desgracias recientes de la Patria». Censura la actitud del triunfante General tachirense al prometer «nuevos hombres, nuevos ideales y nuevos procedimientos» y «hacer prevalecer en el Capitolio el anacronismo de los viejos ideales, Ia ver- gilenza de los viejos procedimientos y la ignominia de los viejos hombres». Explica Hernéndez a los venezolanos que en su entrevista con Castro tuvo el valor civico necesario para 198- advertirle los errores y los peligros de su primer paso politico al constituir un gobierno con Ia fraccién oligarca que con sus ex- clusivismos antipatriéticos ha colmado en los iiltimos afios el abismo de miserias en que perece la Nacién”. 4) El conflicto del castrismo con los caudillos de la tierra La necesidad de dotarse de una estructura estatal- gubernamental centralizada, y de una fuerza militar de consideracién —propia y tinica— que le permitiera sustentarse autonémicamente en la Presidencia de la Repiiblica que habia recibido de manos del liberalismo amarillo en crisis, son las dificultades m4s importantes que Castro se ve forzado a encarar desde un principio en el ejercicio practico de esa posicién de poder. Evidentemente, la realizacién de esos objetivos por parte del castrismo, en su lucha por la hegemonia en el se- no del poder, implicaba de suyo un conilicto definitivo (a muerte) con el caudillaje que desde siempre y, sobre todo. desde la culminacién de la Guerra Federal habia ejercido el monopolio de la propiedad territorial, y del poder po- litico efectivos en sus respectivas regiones: Es lahistoria de hombres como fsé Ignacio Pulido, Luciano Mendoza, Domingo Monages, Kamon Guera'y Raméa Avals, or mencionar unos poco, quienes habiendo surgide de acy reapectivas lcaidades la cabeza de su propia maleate Pro-gresivamente ascienden a destacadas.posiciones como Bare de los equipos de gobierno del liberaliams smiley ro conven on jee pois y mle cya signs Importancin trasciende ln loalidad que los veneer com caudillos”, = : . De la Guerra Federal al Gomecismo Tercera Parte 19- Como puede apreciarse, cada uno de estos hombres se forman al calor de la guerra, con tropas bajo su mando y figuran en las distintas formulas de reparto del poder que ‘marean la historia venezolana desde Ia Guerra Federal (...} combaten o estén en paz con los diversos gobernantes; pro- mueven rebeliones locales y tienen bajo su control una tropa que los convierte en eslabén de la cadena de poder. Es el caso de hombres como Gregorio Segundo Riera, Juan Pablo Pefialoza, Nicolds Rolando, Esteban Chalbaud y muchos otros”, Este conflicto lgicamente se intensifica a medida que el castrismo avanza en la aplicacién de su politica concen- tradora del poder; que progresivamente los despoja de las prerrogativas legales y politicas que les habia conferido la Constitucién de 1864. Pero el hecho que lo agudiza al ex- tremo, es el intento de Castro de arrebatarles la capacidad militar 0 el poder de fuego del que habian dispuesto tradicionalmente: La defensa de sus parcelas territoriales pasa por la posesion y el control de un determinado numero de hombres y arm: base del sistema de reparto del poder imperante en Venezuela para 1899, Cada Caudillo cuenta con un minimo de autonomia politica en su regién, en la medida que es jefe militar de su pro- pia montonera. Es esa particular cuota de poder lo que le per- mite negociar con el gobernante de turno, y garantizar la paz en su regién a cambio del reconocimiento de su soberania sobre un fragmento de pais”. ‘Acesa situacién en el ejercicio efectivo del poder, era a la que precisamente Castro queria ponerle término. Para él y la camarilla que comienza a articularse a su alrededor, es- taba claro que en el marco de esa situacién, dada la debi- lidad congénita de sus propias fuerzas, no les seria posible mantenerse y mucho menos consolidarse en el control del poder; en consecuencia: 200- [181 base de apoyo debi eter re estar repretentada por su propia festa milter pero va no en forma de montanon eo son eae ri Parte de la decisin de edificar un ejreito tie y lc edifiear un ejército tinico cade he aidet de manera definitiva la capacidad militar 2 : Puede verse claramente, que se trata de un conflicto Solo superable mediante enfrentamientos armados parcia- les o en uno de grandes proporciones —del caudillaje coa- [igado frente al castrismo— como finalmente oeure en el desarrollo de la llamada «Guerra Libertadoran 1901-1903. Dela Guerra Federal al Gomecismo Tercera Parte 201- La consecucién de estos auxilios financieros no resul- taba nada facil debido a dos razones fundamentales: 1.-Las setias dificultades a la que se veia enfrentada la banca de la época —en este caso conereto el Banco de Venezuela—, como parte de Ia crisis econémica general del pais: [...] el banco estaba en una situacién precaria, casi al borde de la quiebra por cesacién de pagos, y asi lo reconocié el mismo gobierno al referirse al problema: En octubre de 1899, época del «triunfo» de la Revolucion Liberal Restauradora, el Banco se hallaba en un estado an- gustioso, pues reducido su capital a 12.000.000 millones de botivares, del que sélo habia enterado en Caja el 75% o sean 9.000.000 millones de bolivares, habia suplido a Adminis- traciones anteriores 8.622,863,07 bolivares (sic), encontran- dose incapacitado de cubrir sus créditos en el Exterior, ast como en suspenso el pago de sus dividendos”. 2.-La no seguridad de que el gobierno cumpliera con sus compromisos de pago, dado el grave estado de insolvencia por el que atravesaba en esos momentos. Pero a pesar de esa situacién, Castro logra a principio de su gobierno’que el banco le conceda dos préstamos, uno por 500.000 bolivares y otro por el orden de los 600.000. Cuando se le agotan estos recursos «(...] sin que hubieran mejorado las condiciones fiscales, sin haber dado mayores indicios de que se las pretendia mejorar, el go- bierno recurrié de nuevo a los banqueros; pero esa vez no encontré la receptividad con que fueron atendidas sus demandas anteriores», CON CLUSIONES GENERALES La alianza politica constituida alrededor de la figura caudillesca y militarista de Paez, con el deliberado prop6- sito de bloquear el Proyecto Grancolombiano de Bolivar y de convertir a Venezuela en una Repiblica aparte, llega a su fin definitivamente con la fundacién, en 1840, del Partido Liberal. Ese desbalance vino a ser el resultado inevitable de la politica segregacionista (excluyente) y represiva que el paecismo comienza a ejecutar en perjuicio no sélo de las mayorias populares, que de nuevo se ven ante la nece- sidad de movilizarse en lucha por la conquista de dere- chos sociales, econémicos y politicos efectivos', sino tam- bién de un sector de la oligarquia de entonces vinculado principalmente a la propiedad territorial, y el cual se habia deslindado de la accién gubernamental del paecismo a partir del momento en el que se pone en vigencia la Ley del 10 de Abril de 1834 que le otorga status de legalidad a Ja usura que era practicada en su contra por la oligarquia duefia del capital-dinero; y que ademés le conferia a ésta la prerrogativa de rematar sus haciendas, hatos y planta- ciones en condiciones extremadamente lesivas para sus in- t~ereses como clase propietarias de esos bienes. Eso explica varias cosas de gran importancia relaciona- das con el conflicto politico que se desarrolla en Venezuela desde el mismo momento de su constitucién como una Repiblica aparte; y ms especificamente durante el pe- riodo de 1840-1863: En primer lugar, \a profundidad y el caracter antag6- nico (irreconciliable) que alcanzan o asumen las contradic- 296 - De la Guerra Federal al Gomecismo ciones que en el curso de esos aflos, hasta la culminacién de la Guerra Federal, dividen a las clases dominantes (entre conservadores y liberales) en la disputa que man- tienen —generalmente armada— por el control econémico y politico del pais. En segundo lugar, la intensificacin de las luchas que los sectores populares (peones, esclavos manumisos, arte- sanos, pobres de las ciudades, profesionales de origen po- pular, etc.) comienzan a desarrollar por la conquista de sus derechgs, tal como se ha dicho, Es indudable que esto tiene mucho que ver con la estimulacién y la orientacién politica que el Partido Liberal le proporciona a las luchas populares de este momento mediante sus medios de pren- 8a, particularmente el semanario El Venezolano, creado por Antonio Leocadio Guzmén (1840), quien répidamente se convierte en el lider mas importante del movimiento libe- ral en Venezuela; sobre todo después de la muerte de su fundador, Tomas Lander, acaecida a finales de 1845. En tercer lugar, 1a confluencia que se da entre las luchas del Partido Liberal y las de los sectores populares; circunstancia que no tarda en convertir en la practica a esos dos movimientos sociales y politicos —a pesar de las profundas diferencias que los separan— en una sola co- rriente enfrentada al gobierno de la oligarquia conserva- dora, Esto se produce, dicho de otra manera, porque la critica y la accién politica dirigidas por el Partido Liberal en contra del orden autoritario y excluyente impuesto por el «conservatismo paccista», no podia menos que aparecer articuladas, en mayor 0 menor medida, a la negacién y al enfrentamiento de la situacién de opresién que seguia gravitando sobre los sectores populares, aun después de Conclusiones Generales 297- haberse alcanzado la independencia formal de la nacién venezolana; la cual, como era del conocimiento de todos, se debia fundamentalmente al aporte hecho por esos sec- tores en esfuerzo, sacrificios y vidas humanas. Esta es la raz6n, se comprende perfectamente, por la que la inmensa mayoria del pueblo venezolano de entonces, toma partido y comienza a ubicarse politicamente del lado de los liberales. Se trata de una decisién que, sin duda, introduce un cambio cualitativo en la correlacién de fuerzas politicas que hasta esos momentos existié en el pais; cuestién que el * gobierno conservador intenté bloquear mediante el desa- rrollo de una ofensiva represiva y medidas de caracter le- gal en contra de las poblaciones y los grupos sociales que se habian atrevido a manifestar su adhesién al Partido Liberal. En la ejecucién de tales acciones se Ilegé, incluso a inhabilitar en las elecciones de 1846 a Ezequiel Zamora co- mo candidato a la Asamblea Provincial del Estado Ara- gua, y a Antonio Leocadio Guzman como candidato a la Presidencia de la Republica. Estas son las razones que operan, como un desencadenante, ¢ inducen a la corriente politicamente mas radical del Partido Liberal, constituida por Manuel Maria Echeandia, Napoleén Sebastidn Artea- ga, Manuel Ibarra, Ezequiel Zamora y otros lideres del liberalismo, a declararse en campaiia militar contra el go- bierno conservador de Soublette y a incorporarse a las acciones armadas, que por los mismos motivos, habian comenzado a producirse en el Estado Carabobo y otros Estados del Centro del pais, bajo el mando de Francisco José Rangel, mejor conocido como el «Indio Rangel». Es asi como toma cuerpo la Guerra Campesina de 1846-1847, en la que por primera vez las fuerzas populares que se Ievantan en armas contra el régimen de la oligarquia con- servadora, lo hacen tras la consigna de Tierra y hombres 298 - De la Guerra Federal al Gomecismo libres en la que se recogia las aspiraciones politicas mas importantes de los sectores populares, los cuales, de ma- nera significativa, se suman a las huestes comandadas por Zamora, Rangel, Echeandia, Ibarra, Arteaga y el conjunto de los lideres liberales que participan directa y activa- mente en el desarrollo de esa guerra del lado de aquellos sectores. Pero no obstante esa caracteristica, se traté de un conflicto armado en el que las fuerzas populares estu- vieron siempre en una clara desventaja frente a sus enemi- £08; no s6lo desde el punto de vista estrictamente militar (en hombres sobre las armas, preparacién en el arte de la guerra, logistica,‘ete.), sino también por el cimulo de errores politico-militares en los que esas fuerzas incurren y que, en definitiva, le imponen un camino de derrota. De esos errores, cabe mencionar el que nos parece el mas grave de todos: el haber aceptado librar una guerra de osiciones en condiciones como se ha sefialado, extrema- damente desiguales; y con un ejército enemigo profesional bajo el mando de oficiales que venian de una intensa ex- periencia en el manejo de esa forma de lucha armada en el curso de la Guerra de Independencia Nacional. Son los ca- sos de los generales José Antonio Péez, José Tadeo Mona- gas, José Laurencio Silva, Leén Febres Cordero, Judas Tadeo Piflango, José Maria Zamora y muchos otros de menor rango. Derrotada esa insurgencia popular armada, el régimen conservador antes que atenuar su ofensiva represiva en contra del Partido Liberal, la acentiia. Expresion de ello son el crecido mimero de presos politicos que se registra durante este periodo; la persecucién y expulsién del pais de dirigentes del liberalismo; y los juicios que se adelantan contra Ezequiel Zamora y Antonio Leocadio Guzmén, a Conclusiones Generales 299- quienes se condena a la pena de muerte por delitos politicos’ Este es el ambiente o marco politico en el que se llevan a cabo las elecciones presidenciales previstas, las cuales, como es légico, se habian visto perturbadas por la guerra campesina recién culminada Um hecho curioso que rodea a estas elecciones, es que el «conservatismo paecista», se presenta a ellas sin un * candidato propio; simplemente porque no disponia en sus filas, en esos momentos, de alguien con las caracteristicas y la jerarquia politica como para representarlo adecua- damente. A esto se debe, basicamente —es necesario in- sistir— que el paecismo se haya visto forzado a designar como «su candidatoy a la Presidencia de la Repiiblica a José Tadeo Monagas. Es cierto que éste, por su condicién de oligarca latifundista siper poderoso y por su posicién politica extremadamente reaccionaria, lo habia apoyado y ayudado activamente a vencer en el campo de batalla a los insurrectos de 1846-1847; pero también lo era que Mona- gas en el pasado reciente habia dado suficientes pruebas de tener su propio plan politico, que para nada encajaba en el que tenian Pdez y el Partido Conservador en el ejerci- cio del poder’. En consecuencia, no existia ninguna ga- rantia de que Monagas en la Presidencia de la Repitblica le diera continuidad a la politica que aquellos habjan aplica~ do en el pais desde 1830 y un poco antes. Las elecciones, como se sabe, las gana Monagas y como era de esperarse, muy pronto se hacen presentes en SU ges~ tion gubernamental los antagonismos que separaban al 300- De la Guerra Federal al Gomecismo monaguismo del pancismo, los cuales toman expresin conereta: 1.-En la alianza que rapidamente se establece entre los liberales y Monagas; lo que de por si marca una ta- jante y radical ruptura entre éste y el conservatismo paecista. 2.- La conmutacién de la pena de muerte que los tri- bunales penales de Caracas habian dictado en con- tra de Zamora y Antonio Leocadio Guzman por el delito de conspiracién. 3.-La derogatoria de la Ley del 10 de Abril de 1834. Ante esta orientacién general de la politica de gobierno de Monagas, el Partido Conservador toma la determina- cién de pasar a la oposicién, y decide provocar el derroca- miento institucional del gobierno, valiéndose para ello de la mayoria que poseia en el Poder Legislativo. Monagas responde al intento de realizar este plan invadiendo por la fuerza el recinto del Congreso Nacional el 24 de enero de 1848, hecho que tiene como saldo tragico la muerte de va- rios representantes parlamentarios del Partido Conserva~ dor. Esta derrota no amilana, sin embargo, a este partido po- litico, el cual persistié en su propésito de derrocar a Mona- gas, ahora mediante tentativas armadas bajo el mando di- recto de Péez que terminaron, igualmente, en el mas es- truendoso fracaso. La consumacién de esos hechos traen como consecuen- cia inmediata la consolidacién en el poder de Monagas; proceso politico que se produce de manera proporcional al Conclusiones Generales 301- paulatino debilitamiento y casi desaparicién fisica, tanto del Partido Conservador como del Partido Liberal, en sus expresiones originarias. El vacio politico generado por esa situacién explica, en una medida importante, la tendencia dindstica y omnimo- da desarrollada por Monagas en el ejercicio del poder; tendencia que a la larga termina forzando a los restos que iban quedando de esos dos partidos politicos a coaligarse en una conspiracién que, con un fuerte apoyo militar, lo- ‘gra ponerle término al gobierno autocratico y dictatorial de José Tadeo Monagas en el mes de marzo de 1858! eee Con la caida de Monagas se produce, de cierta manera, una restauracién de la forma y del estilo de gobernar impuesto por la oligarquia conservadora en el marco de la Repiiblica Goda de 1830. Esto es asi, porque si bien los sectores liberales que participan en el derrocamiento de la autocracia monaguista pasan a cjercer algunos cargos im- portantes en la administracién del Estado (Wenceslao Urrutia, entre ellos), lo cierto es que ,son los conservadores los que de nuevo comienzan a tener la hegemonia en la direccién del, poder y de los asuntos publicos. Esta cir- cunstancia hace que los grupos liberales a los que pertenecen Zamora, Blas Bruzual, Felipe Larrazébal y, en cierta forma, Faledn, muy ripidamente se deslindan de ese gobierno al que perciben como una réplica de los que ha- bian existido bajo los regimenes autoritarios de Paez y Monagas. Esa es la razén basica por la que este sector de Jos liberales se declara en rebeldia contra el gobierno de la restauracién conservadora; actitud ante la que éste respon- 302- De la Guerra Federal al Gomecismo de con un decreto de expulsién del pais de sus principales lideres politicos, a los que se acusa de conspiradores yen- te quienes se encuentran Zamora, Falcon, Wenceslao Casado, Carmelo Gil y muchos otros, incluido Antonio Leocadio Guzman, cuya expulsién lo’ tinico que puede explicatla son los viejos odios que siempre le prodigaron Sus enemigos mas enconados del conservatismo paecista, Una percepcién similar a la de esta corriente liberal, et la que en estos momentos tienen los sectores populares gue venian de participar en la guerra de 1846-1847, y que ven en las medidas represivas tomadas por el gobierno de |a restauracién cohservadora la reproduccién de la situa, cién politica que ya se viviera bajo el régimen paecista. Los levantamientos armados que de nuevo comienzan a Producirse en todo el pais, son la confirmacién de que le Politica represiva adelantada por ese gobierno, fue asumi. da por los sectores populares en armas como una declan cién de guerra, que reanuda el conflicto armado que habia quedado inconcluso en 1847. De tal manera que cuando Zamora invade por Coro en febrero de 1859, accién militar fon ta que se inicia formalmente la Guerra Federal, ya hacia bastante tiempo que se venian registrando enffenne mientos entre las fuerzas del gobierno y los grupos popu- lares armados surgidos en distintas regiones del pais, Es con estos grupos movilizados de nuevo alrededor del Planteamiento politico sintetizado en la consigna Tierra y hombres libres, con los que Zamora organiza, en iy fundamental, el Ejército que en la Batalla de Santa Inés Garinas, diciembre de 1859), le inflige al gobierno de ie Festauracion conservadora una derrota aplastante, que al Privarlo (Por aniquilacién) de su fuerza armada principal ¥; €n consecuencia, de toda capacidad operativa de alguna Conclusiones Generales 303 - sigificacin en el plano militar, pricticamente le impone al conflict armado en desarrollo un resultado definitivo a favor del proyecto politico y de las armas bajo la direccién de Zamora. Con relacién a esto, no existia ni podia existir, en esos momentos, ningiin tipo de duda. Asi lo garantiza- ban: 1 La fuerza militar de la que dispone Zamora (mas de 6.000 hombres sobre las armas), a la que estaba Previsto que se sumara la que venia de la regién oriental bajo el mando del general Juan Sotillo, para participar conjuntamente con las de Zamora en la toma de Caracas, 2.- La alta moral y el desbordante espiritu de combate que reinaban en el Animo del Ejército Federal des- pués de alcanzada la victoria en la Batalla de Santa Inés. 3.- La iniciativa politica y militar en poder de las fuer- as de la Federacién bajo el mando de Zamora; ele- mento que sumado a su potencia material hacian no sélo incontenible el avance de la Federacién en los teatros de guerra, sino inevitable Ia vietoria sobre Sus enemigos del gobierno de la restauracién con- servadora. i" 4. Y finalmente, la justeza de la causa, cuyo contenido aparece resumido en la consigna Tierra y hombres libres, y por la cual la inmensa mayorfa de los secto- res populares habian ido de nuevo a la guerra, a enfrentar al mismo enemigo contra el que venian de luchar en la guerra de 1846-1847, Lo afirmado en los cuatro puntos precedentes indica — de manera incontrovertible— que la Guerra Federal debié 304 - De la Guerra Federal al Gomecismo haber culminado en los primeros meses de 1860 con una victoria clara y terminante de las armas de la Federacién comandadas por Zamora. Es en esa perspectiva, donde encuentran cabal expli- cacién tanto el asesinato de Zamora en enero de 1860, co- mo el curso inesperado que toma la Guerra a partir de ese momento. La victoria de la Federacién bajo Ia orientacién (la hege- monja) del proyecto politico de Zamora implicaba, necesa- riamente, el inicio'de un proceso de cambio de las viejas relaciones coloniales (sociales, econémicas y politicas) que atin después de la Independencia seguian tejidas y deter- minando a la sociedad venezolana de ese periodo’. Evitar, entonces, que Zamora avanzara hacia el centro del pais y lograra llegar victorioso a Caracas con su ejército, es la mi- sién que se propone llevar a cabo todo el bloque oligérqui- co, al precio que fuera. Es ante la imposibilidad de darle cumplimiento a este designio en el plano militar, que se toma el camino del magnicidio, cuya realizacién es asumi- da por la corriente oligdrquica representada por Falcén y Antonio Guzman Blanco, la cual venia actuando en el seno del Movimiento Federal y, particularmente, en el interior del Ejército, como una verdadera quinta columna. Como es conocido, Falesn y Guzman Blanco desde el mismo momento de su incorporacién a la Guerra del lado de los federales, dejan ver sus radicales diferencias con el contenido del proyecto politico de Zamora y de los sec- tores populares que se ponen militarmente bajo su mando (ver supra, pp. 60-64). Llevados de esa posicién, no s6lo conspiran en el seno del Ejército Federal para tratar de Conclusiones Generales 305 - minar Ia autoridad de Zamora y provocar por esa via su eventual destitucién como jefe fundamental del mismo, sino que adelantan en su contra planes criminales que hasta esos momentos no habian podido ejecutar exitosa- mente (ver supra pp. 67-69). Ahora, presionados como se ha dicho, por la inminencia de la victoria militar de la Federacién bajo el mando de Zamora, aceleran la realiza- cién de esos planes que logran finalmente concretarse en el asesinato de Zamora; el cual es cometido de manera _descarada (sin que se tuviera el cuidado de ocultar suficientemente las evidencias) y con alevosia (seguros de que no corrian ningiin riesgo a la hora de cometerlo, y de que no tendrian que pagar por ello). Consumado de ese modo el asesinato de Zamora, el préximo objetivo que se proponen alcanzar Faleén y Guzman Blanco en el cumplimiento de sus planes politi- cos liquidacionistas, es la destruccién del Ejército popular fundado por Zamora. Para ello se bloquea su avance hacia el centro del pais y la toma de Caracas como estaba pre- visto; y se le desvia hacia los anos de Apure, lugar (con- cretamente en la llanura de Coplé) donde es derrotado estrepitosa y vergonzosamente por un ejército improvisa- do bajo el mando de Leén Febres Cordero. La desmorali- zacién que habia cundido en sus filas por la muerte de Zamora, su jefe natural, y la que habia sido sembrada en él por el binomio Faleén-Guzmén Blanco, las deserciones, la desorganizacién y la incapacidad de sus nuevos mandos, empezando por el propio Faleén, fueron las causas de su desastre militar, que es aprovechado por éste para inducir a los jefes de ese ejército que logran quedar en pie para que aceptaran su disolucién. 306 - De la Guerra Federal al Gomecismo Faleén y Guzmén Blanco huyen del pais después del desastre de Coplé y la disolucién del Ejército de la Federacién; pero la Guerra la siguicron haciendo los sectores populares bajo Ia modalidad de la guerra de gue- rrillas. Esta es la realidad con la que se encuentran cuando deciden regresar al territorio nacional y logran —de mane- ra inexplicable— ponerse de nuevo al frente de las fuerzas federales, eae Muerto Zamora, liquidado su ejército y borrado de las filas de la Federacién el ideario politico por el cual los sec- tores populares se habian comprometido de nuevo masi- vamente en aquella Guerra, podian ahora Falcon y Guzmén Blanco dedicarse, sin que se les opusiera ningén obstaculo interno, a darle cumplimiento a su designio de acceder al poder, no por la via directa de las armas, sino mediante una negociacién secreta con el gobierno de la restauracién conservadora; el cual, dada su extrema des- composicién politica, no podia sino convenir su rendicin sobre la base de una solucién politica del conflicto armado existente que le garantizara, basicamente, la preservacién del orden social (colonial) imperante. Esto es lo que exactamente concertan en el Pacto de Coche Péez-Pedro José Rojas por el Gobierno, y Faleén-Guzmén Blanco a nombre de la Federacion. He aqui la razén fundamental por la que las reivindicaciones populares fueron dejadas de lado al final de esta Guerra, tal y como ya habia ocu- rrido al final de Ia Guerra de Independencia (ver, a este respecto, supra, pp. 81-82). Conclusiones Generales 307- Esa es también la razén por la que la sociedad venezo- lana bajo los gobiernos liberales de la «Federacién Triun- fante», incluidos los del «Liberalismo Amarillo», no expe- menta cambios cualitativos efectivos en sus estructuras (sociales, econdmicas, politicas, culturales) fundamentales. El gobierno de Falcén, antes que debilitar Ia apropia- cién monopélica de la tierra por parte de la oligarquia co- lonial y sus descendientes, la preservé y fortalecié, como ya habian hecho los gobiernos de Péez, ios otros de orien- tacién conservadora que se suceden en el poder, y Mona- gas durante los diez afios que se mantuvo en ei control omnimodo de la vida politica del pais. En esas circunstancias, ningin cambio sustantivo de la situacién nacional podia interesarle a quienes como pro- pietarios latifundistas vivian parasitariamente del cobro de una renta del suelo; 0 a quienes como usureros tenfan garantizada su dominacién econémica, social y politica en el marco de aquella sociedad. He ahi, la fuente originaria bisica del estancamiento inveterado que ha estado tejido a nuestra realidad y a nuestro devenir histérico, He ahi, pa- ra decirlo en términos més concretos, la razén de fondo por la que después de la firma del Pacto de Coche con- tinuariamos siendo un pais de escasa economia, atrasado, paliidico, analfabeta, hambriento y con una muy escasa poblacién; todo 1o cual nos venfa de las profundidades de nuestro pasado histérico colonial, de la Guerra de Inde- pendencia, de la Repiiblica Goda y de la voragine de la Guerra Federal. 308 - De la Guerra Federal al Gomecismo eee Es en ese contexto socio-histérico, atrasado y decadente, donde los liberales de Falcén implantan una Constitucién (la de 1864) que en casi nada, por decir lo menos, se adecia a nuestra realidad; la cual, ademas de ser una vulgar copia de una Constitucién colombiana (ver Ramén Diaz Sinchez, Elipse... T. Il, p. 127), sdlo sirvié para justificar formalmente el particularismo y la disgregacion caudillesca que a partir de ese momento se instaura en el pais con una mayor fuerza. eee Fale6n es derrocado en medio de la extrema inestabi- lidad politica, inutilidad y corrupcién que caracterizan su gobierno. En relacién a este ultimo aspecto vale la pena reiterar lo seflalado por el historiador Augusto Mijares cuando afirma que «Era la primera vez en Venezuela que los “vencedores” entraban a saco en el Tesoro Publicon, Con la sustitucién de Faleén en el poder por Ruperto Monagas, uno de los jefes militares principales de la lla- mada «Revolucién Azul» que produce ese hecho, nada cambia positivamente en la situacién del pais ya descrita. En este sentido puede afirmarse, que no sélo se mantuvo —y hasta se acentué— el estancamiento general que desde la poca colonial nos venia caracterizando como nacién, sino que la corrupcién en la administracién del Estado al- canzé manifestaciones colosales bajo el largo mandato de Antonio guzmén Blanco quien, a su vez, venia de despla- zara los «azules» del poder mediante el levantamiento ar- mado conocido como la Revolucién de Abril de 1870. Conclusiones Generales 309- Guzmén Blanco llega de nuevo a la Presidencia de la Republica prometiendo el «exterminio de la oligarquian, pero muy pronto comienza a desarrollar una accién politi- ca de acercamiento con los factores econémicos nativos vinculados al comercio de importacién y a Ia banca usu- rera; y con el capital extranjero que seguia operando en el pais, a fin de promover internamente la realizacién de negécios rentables en provecho propio, como se demues- tra en las actividades emprendidas por él —en calidad de ~ asociado con las empresas extranjeras— en la construccién ferrocarrilera y en la explotacién del oro de Guayana. Esto es lo que esta en el cdlculo econémico y politico de este hombre cuando formula y echa a andar su «actividad modernizadora» y no, como pudiera pensarse, la posibi- lidad cierta de iniciar la ejecucién de un proyecto de cam- bio general de nuestra realidad social. Cuando se revisa con algin detenimiento la «politica modernizadora» de Guzman Blanco, se observa muy cla- ramente que la misma no se fundamenta en un cuerpo de ideas (en un plan) coherentemente estructurado, con capa- cidad para guiar el proceso transformador que la sociedad venezolana de la época estaba reclamando. Contrariamente a esto, lo que se percibe en esa politica es, por un lado, la desarticulacién que existe entre sus partes y, por el otro, el hecho de que casi todas ellas, o en su gran mayorfa, se refieren a cuestiones superestru- cturales, cuya realizacién se pretende sin que ello impli- que la transformacién de las relaciones estructurales sobre las que descansaba el atraso y el estancamiento al que se ha hecho referencia. Esto implica: 310- De la Guerra Federal al Gomecismo 1.- El propésito farsesco de impulsar transformaciones superestructurales sin que se contemple la necesi- dad de liquidar el latifundio como la causa basica de toda la problematica social que habia que resol- ver y superar. 2. La pretensién de hacer todo eso sin que se realice ningin intento dirigido a trascender el cardcter co- lonial de nuestra economia; esto es, la de ser una economia productora de bienes agricolas y/ mine- ros para la exportacién, y sin que se haga un serio esfuerzo por diversificar y desarrollar significativa- mente la capacidad de la produccién nacional, me- diante el impulso de la industria moderna y la am- pliacién del mercado interno. De este modo, se desvanece la conseja acerca del supuesto contenido modernizador de la politica desarro- llada por Guzmén Blanco en la Venezuela de finales del siglo XIX. La verdad es que mds alla del «dinamismo farsesco» de esa politica, lo que se revela o queda al final de su mandato es un resultado bastante pobre y poco efectivo. En el émbito politico y de la forma de Estado, Guzman Blanco no innova sino que se inserta directamente en el ti- po de Estado Federal caudillesco surgido bajo el gobierno de Faleén; el cual se habia estructurado sobre la base del reconocimiento, por parte del «poder central», de las auto- nomias de los Estados provinciales, al frente de los cuales aparecia, segin lo dispuesto por la Constitucién de 1864, un Presidente con capacidad para decidir en materia eje- Conclusiones Generales 3ul- cutiva, legislativa, judicial y militar. Al ser esto asi, las re~ laciones politicas que se establecen entre esas representa- ciones del Poder Publico no podian ser de subordinacién de lo regional ante lo nacional, sino de una permanente conflictividad por la afirmacién de las autonomias y pre- rrogativas de ambas instancias de poder. Eso es lo que explica la acentuada inestabilidad politica que continiia teniendo el pais, y que obligan a Guzman Blanco a tener que implementar mecanismos como el «si- tuado constitucional», y a concertar acuerdos politicos con los caudillos regionales para tratar de disminuir hasta donde fuera posible esa situacién: Guzmin en los hechos —asevera Inés Quintero— reconoce la cuota de poder que le corresponde a cada uno de ellos dentro de la localidad. Se compromete a no interferir en los asuntos regionales en la medida que las circunstancias asi lo permitan ¢ impone su autoridad cuando la situacién asi Jo amerita [...]. A ‘cambio obtiene el reconocimiento de la cuota de poder que a él le interesa como jefe del Poder Ejecutivo de una nacién que ain esté por integrarse, Este peculiar acuerdo de reparto del poder se mantiene con sus altos y sus bajos ya que son muchas las rebeliones que debe enfrentar. Es de gran importancia seflalar, que tal estado de cosas se mantiene hasta el ascenso de Cipriano Castro al poder (1899), gobernante con el cual se inicia el proceso de la centralizacién definitiva del Estado venezolano; hecho a su vez, no tardé en constituirse en una de las determina- ciones principales de la llamada «Guerra Libertadora». ‘A Guzmén Blanco lo secundan y suceden en el poder hombres salidos de las propias filas del guzmancismo, y quienes en funciones de gobierno no hacen otra cosa que 312- De la Guerra Federal al Gomecismo reproducir y darle continuidad al orden creado por el fun- dador de la estirpe politica de la que provienen. Segura- mente movido por esa conviccién es que el historiador Augusto Mijares afirma, categéricamente, que después de Guzman Blanco «{...] hay muy poco que comentar» con respecto al periodo postguzmancista. eee La emergencia castrista y su répido ascenso al poder, es una consecuencia: 1) de la agudizacion extrema de la crisis estructural (fundamentalmente econémica) que golpea a la sociedad venezolana de finales del siglo XIX; y 2) el profundo vacio de poder generado por esa situacién, el cual le permite a un hombre como Castro, casi descono- cido y sin mayor relevancia politica, colarse hacia el poder por las rendijas abiertas por ambos eventos en aquella sociedad. Militarmente hablando, Castro y los suyos no tenian ninguna posibilidad de tomar a Caracas después de la Batalla de Tocuyito, y mucho menos de capturar el poder mediante una victoria militar frente al gobierno y el conjunto del liberalismo amarillo. A este respecto, comen- ta Ramén J. Velisquez: «La Revolucién ha vencido en Tocuyito, pero esta destrozada en sus efectivos. [...] El general Santiago Briceito Ayestaran pasé revista al ejército vencedor y pudo constatar que ahora quedaba reducido a 1.250 hombres. No tiene posibilidad de recibir auxilios», ete. Sia esto le agregamos cl hecho de que en la ciudad de La Victoria se encontraba acantonado un contingente mili- tar del gobierno de mas de 4 mil hombres al mando del General Luciano Mendoza, quien de haberlo decidido Conclusiones Generales 313 habria acabado sin falta con las pretensiones de Castro de tomar el poder por sus propios medios, entonces se confir- ma plenamente la apreciacién que aqui se ha hecho. Esas verificaciones permiten igualmente confirmar, que es mediante una insdlita negociacién politica con una frac- cién del liberalismo amarillo en fase terminal, como el cas- trismo logra finalmente acceder al poder, y no de la mane- ra «triunfal y al frente de un poderosos ejército restaura- dor», como algunos atin pretenden hacer ver. Castro Hlega, entonces, a la Presidencia de la Repiblica de la mano de los mismos intereses oligérquicos que ha- bian ejercido el control general del pais desde 1870, cuan- do Guzmén Blanco arriba por segunda vez al poder. Atrés y en el olvido quedaron las promesas hechas por élen la proclama del 24 de mayo de 1899, al inicio de la Revolucién Restauradora, en la que se compromete a des- plazar del poder a quienes habian gobernado intérnamen- te mediante «la farsa, la injusticia, la tirania y la opresién». Ahora, en el momento de asumir el poder, esos ya no son los referentes de su posicién politica o de su «progra- ma gubernamental, sino el planteamiento ambiguo en el que se compromete a hacer un gobierno con «nuevos hombres, nuevos ideales y nuevos procedimientos»; cosa que tampoco cumplié, como se lo sefiala el General José Manuel Hernandez (el Mocho Hernandez) en la proclama que acompaiia su alzamiento armado en contra del gobier- no restaurador (ver supra, p. 144). 314- De la Guerra Federal al Gomecismo Pese a todo eso, muy pronto el castrismo se ve forzado a romper con sus circunstanciales aliados del liberalismo amarillo. Dos son las causas bésicas de esa ruptura: La necesidad de dotarse de una estructura estatal gubernamental centralizada bajo un mando unico; lo que implicaba despojar a los caudillos regionales del poder politico-militar del que habian dispuesto desde la época de Falcén. 2.- El intento de obligar a los banqueros caraquefios a que aceptaran financiar el déficit fiscal guberna- mental sin garantias 0 contrapartida de ninguna na- turaleza. Esas son las determinaciones histéricas basicas de la Guerra Libertadora, que los sectores sociales afectados di- rectamente emprenden contra el castrismo con el apoyo internacional; particularmente de origen norteamericano. Como es sabido, el gobierno alcanza la victoria frente a sus adversarios, pero como siempre nada cambia positiva- mente en la sociedad venezolana de entonces. Los triun- fadores tampoco ahora muestran ningiin interés en atacar y resolver los grandes problemas que seguian gravitando sobre nuestra sociedad. De modo que cuando Castro se enfrenta a los caudillos de la tierra, a la oligarquia del dinero y al capital extranjero que apoya ampliamente a esos intereses en el curso de la guerra, no lo hace a nombre de un proyecto politico de contenido antioligarquico, que se propusiera la centralizacién del Estado para echar a an- dar un efectivo proceso modernizador de la sociedad ve- nezolana de la época. Esto es, que forzara a los banqueros caraquefios a invertir parte de su base financiera en el de- Conclusiones Generales 315- sarrollo y modernizacién de la economia nacional; que tu- viera como fin la eliminacién del latifundio; 0 que repre- sentara una auténtica defensa de la soberania nacional frente a la agresién extranjera. Contrariamente a todo eso, son razones mucho menos edificantes —como se demues- tra en este trabajo— las que caracterizan la real conducta de Castro con relacién al conjunto de esos intereses. He ahi las razones, o mas bien los rasgos, que se ponen de manifiesto en la conducta de Castro frente al bloqueo y la invasion de nuestro territorio, hechos perpetrados por Inglaterra y Alemania pretextando para ello el cobro de una deuda —sobre todo la registrada a partir de la Guerra Federal—que el Estado venezolano habia concertado con esas potencias en negociaciones fraudulentas Castro, al margen de su «retumbante proclama» en la que denuncia que «la planta insolente del extranjero a pro- fanado el sagrado suelo de la patria», no tiene el menor escripulo en aceptar todas las condiciones impuestas por Jas potencias invasoras para negociar con el gobierno ve- nezolano y para convenir, en un acto que constituye una violacién flagrante y absoluta de nuestra soberania, que la representacién venezolana en esas negociaciones estuviera a cargo de la’diplomacia norteamericana; que, como se sa- be, hizo en este asunto de juez y parte, pero siempre del lado de sus intereses particulares como potencia conti- nental y mundial. La certeza que se tiene sobre ese hecho, es Io que permite negar categéricamente —como hace el Profesor Manuel Rodriguez Campos— el supuesto cardcter nacionalista de Castro y de su gobierno: De la Guerra Federal al Gomecismo [J no vemos rasgos del tal cacareado nacionalismo atribuido a Cipriano Castro y a su grupo por muchos autores; y no lo vemos porque por debajo de las declaraciones formales y de las poses heroicas y grandilocuentes aparece en todo mo- mento una incongruencia pragmiitica que tiene todo lo contra- rio de las manifestaciones piblicas y porque ademés, en los resultados se confirma la entrega total (ver supra, p. 160). Un juicio similar a ese , es el que cabe hacer en relacién a la actitud asumida por Castro y su entorno politico en el curso del conflicto que tiene el Estado venezolano con la New York Bermudez and Company por la concesion de la mina de asfalto de Guanoco en el actual Estado Sucre. En tal sentido, puede afirmarse que el conflicto de Castro con esa empresa norteamericana, tampoco tiene nada que ver con la defensa de los intereses nacionales frente a la vora- cidad y la propensin dominadora de la inversion extran- jera en la Venezuela de entonces. Desde un principio, y a todo lo largo del régimen castrista se percibe claramente que son otras las motivaciones de sus contradicciones con ese TRUST imperialista, Dicho en términos concretos: lo que determina la conducta del castrismo y, particular- mente, la de Castro en este affaire, es el interés de obtener mediante maniobras y presiones de todo tipo, incluida la extorsin, beneficios financieros particulares de esa em- presa extranjera (ver supra, pp. 161-168). Existen indicios de que este mismo interés est presente en el régimen de concesiones petroleras que Castro pone en vigencia apoyado en una Ley de Minas que le concede la prerrogativa de negociar los recursos mineros y petroleros del pais, sin la previa autorizacién y control del Congreso Conclusiones Generales 317- de la Republica. El hecho mismo de que las primeras con- cesiones (1907) hayan sido otorgadas a personas vincula- das politica y econémicamente a Castro, habla por s{ solo (ver supra p. 169), eee Finalmente Castro es derrocado por una conspiracién organizada por los EEUU en connivencia con una cama rilla palaciega surgida del mismo circulo de poder existen- te pero articulada, sobre todo, a la figura primitiva, milita rista y despotica de Juan Vicente Gomez. La determinacién de derrocar a Castro estuvo siempre en el calculo politico de los EE.UU; pero no tanto por los li-tigios habidos alrededor de los intereses nortéame- ricanos en Venezuela, sino fundamentalmente porque a medida que América Latina se iba convirtiendo en su érea de influencia més importante ¢ inmediata (en su «patio trasero»), en esa misma medida exigia gobernantes que — aunque despdticos y corruptos, de lo cual Castro no fue la excepcién— no s6lo se sometieran a sus demandas poli- ticas, sino que se sintieran y actuaran como caporales de las compaiiias norteamericanas sin «chistar», al estilo de Porfirio Diaz en México; y como lo serian Gémez en Venezuela y muchos otros dictadores en la Region. eee Con Gémez en el poder, observa Mariano Picén Salas, {...] las relaciones yanqui-venezolanas parecen iniciarse bajo éptimos auspicios». «Es ignorante en sumo grado y medré en un monopolio del gobierno, pero no es Castro” 318- De la Guerra Federal al Gomecismo es el breve perfil biografico que traza del nuevo régulo de Venezuela el ponderado The New York Times. Y agrega: “salir de Castro in any way, es bastante para los vene- zolanos, por ahora". Esa version de los hechos no encaja, sin embargo, del todo, en la apreciacin que de los mismos tienen Gomez y los suyos: para ellos, el paso dado no era mas que «una evolucién dentro de la misma causa». Con ello querian de- cir, como sostiene Domingo Alberto Rangel, «{...] que no se trataba de derrocar al régimen sino de cambiar a su jefe, dejando intactas sus bases. El nuevo gobierno venia a yuxtaponerse sobre las estructuras pre-existentes. Asi lo confirmaron sus cabecillas. Y para refrendarlo con hechos vividos, los personajes que desfilan en los elencos de la Administracién son casi los mismos que han acompafiado a Castro [...]. Con Juan Vicente Gomez siguieron los mis- mos hombres del 99 y quienes, procediendo del Tachira, se habian incorporado posteriormente a los altos rangos de la Administracién [...]. Es el régimen del andino con nuevo cabecilla el que da la vuelta al almanaque desde aquel mediodia del 19 de diciembre [de 1908)». Bajo la administracién gomecista, ya convertida en la nueva encarnacién del poder absoluto, se crean condicio- nes extremadamente favorables para la penetracién del capital petrolero internacional, particularmente nortéame- ricano, en nuestro pais. A ello contribuyen poderosamente no sélo la quiebra econémica que éste venia arrastrando desde hacia bastante tiempo sino, sobre todo, como sefiala Mariano Picén Salas, la actitud de «f...] cauta burguesta acomodable, siempre dispuesta [...] a hipotecar a una compaiiia extranjera el suelo y el subsuelo, el cielo y la tierra venezolanos». Conclusiones Generales 319- Esa insercién del capital extranjero en la explotacion de nuestra riqueza petrolera genera, desde un principio, una gran distorsién en la estructura y en la dindmica interna de nuestra economia, En primer lugar, genera el nacimien- to de un nuevo aparato econémico bajo control extranjero y especializado en la produccién exclusiva de petréleo en condiciones de enclave, dada la poca o nula relacién que se establece entre ese aparato y el conjunto de la economia nacional. En segundo lugar, establece una gran disparidad entre las exportaciones de petréleo y los otros productos expor- tables del pais; y también ante el ingreso percibido por és- te y lo que se apropian las compaaias petroleras extranje- ras: «Para 1939 —sefiala José A. Mayobre— el petréleo y sus derivados representaban el 93 por ciento [...] de nues- tras exportaciones totales. Pero el producto integro de esas exportaciones petroleras no regresa al pais [...]. Es pues a las compaiiias extranjeras a quienes corresponden los be- neficios de la explotacién». Y, en tercer lugar, el hecho de que la dindmica del pe- tréleo antes que promover un proceso econémico de base reproductiva, lo que genera es una economia regida por el parasitismo rentistico; en la que el comercio de importa- cién y la actividad bancaria ocupan los lugares mds im- portantes por la alta rentabilidad que proporcionan a quienes desde entonces se han beneficiado de tales activi- dades, Una de las consecuencias mas negativas generada por el parasitismo rentistico petrolero es el estado de precarie- dad, atraso y desarticulacién en el que ha permanecido la 320- De la Guerra Federal al Gomecismo actividad industrial del pais, Esto hace —en medio de la expansi6n sin limite de las actividades no productivas— que la «industria nacional» se mantenga, conjuntamente con la agricultura, como la parte mas angosta y deprimida de la estructura sectorial de nuestra economia, Un complemento igualmente negativo de todo eso, es el hecho de que aiin en la Ley de Presupuesto de 1940-1941, en la parte correspondiente a las asignaciones del Ministe- rio de Fomento, apenas se destinaba un millén de boliva- res al «desarroljo de la industria nacional». Este hecho, por su elocuencia, pone dé manifiesto varias cosas de sumo terés, vistas en su momento, pero también en su proyec- cin historica 1 La comprobacién de la precaria 0 escasa capacidad productiva del aparato industrial existente para la €poca; lo que determinaba la alta propensién im- portadora de bienes de origen industrial (perecede- ros y de todo tipo) que ya exhibia la economia venezolana. .- Una bajisima participacién del sector industrial en la composicién del Producto Interno Bruto (PIB). La ausencia casi absoluta de un sector empresarial comprometido con el impulso de una politica de real industrializacién nacional. La inexistencia de un Proyecto Econémico General dirigido a fomentar el crecimiento industrial con base en la inversién de los recursos financieros pro- venientes de la Renta Petrolera, etc. La situacién de la agricultura (incluida la ganaderia) era muy semejante a la existente en el ambito de la industria Conclusiones Generales 321- nacional. En lo fundamental, el paisaje agrario del pais continiia bajo el dominio de Ia anacronica y atrasada es- tructura latifundista que Ia sociedad venezolana venia arrastrando desde la época colonial; y que la «moderniza- cién postiza» promovida por el rentismo petrolero no lo- gra modificar 0 superar. En particular se mantienen vigentes: 1) la préctica de la aparceria, el peonaje, la ocupacién y el arrendamiento co- mo las relaciones de produccién basicas del campo; 2) el monopolio de la tierra cultivable ejercido por un reducido niimero de propietarios privados que en su gran mayoria la mantenian en condiciones de ociosidad; un considerable atraso téenico en la realizacién del proceso productive; 4) una exigua inversién y acumulacién de capital en el conjun-to del subsector agrario; como consecuencia de todo lo anterior, la persistencia de una bajisima capacidad productiva, que progresivamente se acentia a medida que disminuye el interés por las actividades econémicas del eee Gomez en el poder, se dedica —en estricta adecuacién a los intereses de la geopolitica norteamericana del perio- do— a darle continuidad al proceso de reestructuracién centralizadora del Estado que ya se venia adelantando con Castro. El Estado existente, aunque en proceso de reestructuracién, no sélo sigue bajo el control de un caudillo militar, sino que asume plena y abiertamente la condicién de un Estado gendarme (militar-policial) al servicio, bésicamente, de los intereses extranjeros que comienzan a explotar, en su provecho, la riqueza petrolera 322- De la Guerra Federal al Gomecismo de nuestro pais. En consecuencia, la misién principal de ese Estado es la de mantener, mediante la més cruel, primitiva y abierta represién, la estabilidad y conservacién del orden petrolero implantado; lo que equivalia a garan- tizarle a las compaiiias petroleras establecidas en el pais una rentabilidad ‘siempre elevada; y a los sectores domi- nantes internos al servicio de esos intereses la apropiacién, por distintas vias —incluida la del peculado—, del ingreso rentistico en poder del Estado. Es teniendo como referencia esa realidad y, sobre todo, a naturaleza estratégica del enclave petrolero venezolano que el bloque social dominante, hegemonizado por el imperialismo petrolero —particularmente norteamerica~ no —, se aboca a «{...] organizar instituciones que cubran los riesgos implicitos [en el modelo depredador que im- plantan en la explotacién de la riqueza petrolera nacional]; al federalismo opondré el centralismo y éste seré garan- tizado [...] [por] un poder militar con tentéculos hacia todas las regiones [del pais)». En esas condiciones, cualquier divergencia politica con respecto al orden social asi constituido seré perseguida y reprimida con safia; actividad represiva en la que el Ejército cumple el papel de primer plano. Ese papel lo des- cribe el Dr. Inocente Palacios en los términos siguientes: «El Ejército en Venezuela ha sido siempre medio de opresi6n, organizacién destinada no ha defender los sa- grados intereses de la Patria, sino los de las camarillas opresoras de nuestro pueblo». Conviene sefialar, por otra parte, que dada la preca- riedad institucional y el cardcter extremadamente milita- Conclusiones Generales 323- rista de la dictadura gomecista, el Ejército se convierte, de hecho, en la base y en la represemacién concentrada del poder dictatorial existente, eee Como contrapartida de ese estado de cosas, comienza a crearse un movimiento politico-democratico formado por la clase obrera surgida en campamentos petroleros y en algunos de los pocos centros urbanos de entonces de cierta -significacién; por importantes nicleos de campesinos de distintas regiones del pais; por la clase media politizada, representativa de lo que para ese momento se da a conocer como la «Generacién del 28»; por los grupos de la burguesia y del viejo caudillaje que por distintas razones se habian deslindado del gomecismo y le hacia oposicién desde el exilio; y, finalmente, por las corrientes socialistas y socialdemécratas que tanto en el exilio como inter- namente se constituyen en partidos politicos enfrentados al gomecismo. Son los casos del Partido Revolucionario Venezolano (PRV), constituido en México por los herma- nos Machado (Gustavo y Eduardo), Salvador de le Plaza y otros; de los primeros intentos de fundar en Venezuela un Partido Comunista (1931); de la Agrupacién Revolu- cionaria de Izquierda (ARDI) fundada en Barranquilla (1931) y a cuyo frente aparecen, principal-mente, Romulo Betancourt y Rail Leoni Seré a partir de los affos veinte cuando esta oposicién —aunque todavia débil, dispersa y sin mucha claridad politica— logre expresarse en forma mas definida frente a la dictadura gomecista; tanto en el exilio como en el interior del pais. Este es el momento de las expediciones,

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