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Sobre la ausencia y la finitud

1. De pronto, sent una amarga y seca tristeza al saber, hijo mo, que fueron
insuficientes mis manos para salvarte. O Ser que soy, padre mo, el
pequeo cadaver que jams supo tu nombre ni sinti tu amor?
2. Ella dijo: espero verte maana y l le bast con solamente asentir su
cabeza. Despus de once aos, el haber callado no slo le cost el nunca
verla, sino los constantes vacos matinales de no haberla besado que
ninguna pastilla remediara.
3. Era hora de abandonar aquella casa; en cuyas paredes se anidaron un sinfin
de recuerdos desde tu llegada al mundo hasta aquel primer y ltimo da en
que usaste tu uniforme. Un uniforme deshecho y ensangrentado, el cual fue
lo nico reconocible de ti. Slo nos qued la difusa imagen de felicidad en tu
rostro al entrar al colegio

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