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Santo?
De la misma manera, no son pentecostales todos los que se cobijan bajo ese
nombre, aunque supongo que la mayoría lo son. Por otro lado, son pentecostales
algunos que no usan ese nombre. Creo que todo buen cristiano es pentecostal, no
importa cuál sea el nombre de la institución eclesiástica a la que pertenezca, o
cuáles sean las formas de adoración de las que participe.
Si ser pentecostal es cuestión del nombre, Juan Wesley no fue pentecostal, porque
jamás usó ese nombre. Pero, sabemos que él fue el instrumento del Espíritu Santo
para lograr el avivamiento llamado, como mote, metodista. Juan Wesley no se hizo
ordenar obispo metodista, él fue sólo un presbítero de la Iglesia Anglicana, que
procuró un avivamiento espiritual. Fue, sobre todo, un instrumento de Dios. No
procuró el poder eclesiástico, sino el poder del Espíritu Santo. Si ser pentecostal es
tener una vivencia con el Espíritu Santo, creo que ningún cristiano, bien informado,
negaría ese nombre a Juan Wesley. Pero lo importante no es el significante (el
nombre), sino el significado de ser pentecostal. Wesley vivió con su corazón
ardiente, por la obra del Espíritu Santo. Su experiencia transformadora, ocurrida en
una capilla de la calle Aldersgate, en Londres, el 24 de Mayo de 1738, produjo tal
impacto que un gran avivamiento espiritual se extendió por Europa y América, y ha
llegado hasta nuestros dias.
Podemos afirmar que Pentecostés es el inicio formal del Pueblo del Nuevo Pacto,
pero había cristianos antes de la experiencia de Pentecostés. Por eso, todos los que
pertenecemos a ese pueblo, redimido por la sangre de Cristo, tendriamos el
derecho de llamarnos, si quisiéramos, pentecostales. Pero no es el nombre de una
denominación lo que salva, sólo Cristo salva. Si lo que importara fuera el nombre,
todos los que no pertenecemos a la institución eclesiástica que tiene por nombre:
Iglesia de Cristo, no seriamos cristianos.
Algunos pasajes clave, de los Evangelios, nos pueden ayudar a ver la síntesis de lo
que nos enseñó el Señor, acerca del Espíritu Santo. A Nicodemo le dice: "....el que
no naciere del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios" (Juan 3:5).
Por otro lado, afirma que: "es el Espíritu Santo el que convence al mundo de
pecado" (Juan 16:8). La acción del Espíritu Santo, en quien lo busca, explica que se
produzca un cambio en la vida del creyente. Por eso, en Juan 3:8, se hace un juego
con el doble significado de la palabra griega pneuma, que significa viento y también
espíritu. Luego, el arrepentimiento de pecado, por sí sólo, no alcanza para tener
una nueva vida en Cristo. Es el Espíritu Santo quien nos renueva, después de
habernos convencido de que, como pecadores, necesitamos arrepentirnos y aceptar
a Jesucristo como nuestro Salvador personal.
El viento, como imagen de la acción del Espíritu Santo, me sugiere otra; la del
cristiano como un velero. Si las velas no están izadas, o han sido rotas, el viento no
mueve al velero. Si éstas están izadas y todo está en orden, pero no sopla el
viento, el velero no se mueve. El pneuma divino siempre sopla, pero no siempre el
hombre está dispuesto a hacer su parte. Podemos llevar el caballo al rio para darle
de beber, pero beber el agua es sólo cuestión del caballo. Algo similar ocurre con
el ser humano, cuando no quiere recibir lo que el Señor le ofrece. "Dios es Espíritu;
y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren" (San Juan
4:24).
El Espíritu Santo, que Jesús nos promete que "estará con nosotros para siempre"
(Juan 14:16), ha estado desde siempre ejerciendo Su ministerio en en el pueblo de
Dios. Por lo menos, sabemos, que el Espíritu Santo inspiró a David mil años antes
de la encarnación de Jesucristo. (San Marcos 12:36).
Es pentecostal quien tiene una vivencia personal con el Espíritu Santo. No debemos
dudar que en toda experiencia cristiana se expresa el Espíritu Santo, pero no hay
dos vivencias iguales. Por lo tanto, nadie tiene el derecho a absolutizar una
experiencia personal, ni pretender hacer pasar a todos los hermanos por el mismo
molde. El pneuma divino sopla cómo y cuándo El quiere, nadie puede manipularlo,
ni domesticarlo a gusto personal. Dios es Dios, y nosotros, sólo somos pobres seres
humanos limitados en amor, en sabiduría y en poder.
"2,1 ~Pues que lo es, dame la mano~. No quiero decir con esto: "Acepta mis
opiniones". No es necesario. No lo espero ni lo deseo. Tampoco quiero decir:
"Acepto tus opiniones". No lo puedo hacer. No depende de mi. Más fácil me sería
dejar de oir. Sigue firme en tus opiniones, que yo seguiré firme en las mías. No hay
necesidad de que procures persuadirme de que acepte tu modo de pensar. No
deseo discutir, oir, ni decir una sola palabra sobre estos puntos. Dejemos todas
estas opiniones a un lado. Sólo te pido que me des la mano".
"2.- No deseo que aceptes mis métodos de adorar, ni quiero aceptar los tuyos. Esta
es otra cosa que no depende de ti ni de mí. Debemos obrar según nuestras
convicciones individuales. Permanece firme en aquello que crees aceptable en la
presencia de Dios y yo haré lo mismo".
J. Wesley, Sermones, Vol. II, Kansas City, Beacon Hill Press, p. 199-200.
Ibid., p. 200
"5.- En segundo lugar, te pido te acuerdes de mi en tus oraciones. Lucha con Dios
para que me bendiga, que corrija todo lo malo que haya en mí y supla todo lo que
falte. Cuando más cerca estés del trono de la gracia, ruégale a Aquel que estará
entonces contigo, que mi corazón sea más y más como el tuyo, más recto para con
Dios y para con los hombres. Que tenga yo una convicción más clara de las cosas
que no se ven y un sentimiento más íntimo del amor de Dios en Jesucristo......." .
Ibid., p. 201
"6.- Quiero decir, en tercer lugar, que me provoques al amor y a las buenas obras
siempre que se presente la oportunidad. Confirma tu corazón diciéndome
cariñosamente todo lo que creas que convenga a la salud de mi alma. Vivifícame en
la obra que Dios me ha mandado hacer e instrúyeme para que la haga con mayor
perfección................."
Ibid., p. 201
"7.- Amame, por último, no sólo de palabra, sino de hecho y de veras. Sigue firme
en tus opiniones y tu manera de adorar, pero hasta donde te lo permita tu
conciencia, trabajemos juntos por el Señor y démonos la mano.......".
Ibid., p. 202
"8.- Hay dos cosas que observar respecto de lo que queda expuesto en el párrafo
anterior. La una es que estoy dispuesto a corresponder a mi hermano, mediante la
gracia de Dios y hasta donde me alcancen mis fuerzas, todo el cariño, todos los
servicios de amistad, toda la ayuda, ora temporal ora espiritual, que espero de él.
La otra es que espero todo esto no sólo para mí, sino también para todo aquel cuyo
corazón sea recto para con Dios y los hombres, a fin de que nos amemos todos
como Cristo nos amó primero".
Ibid., p. 202
Quiera el Señor que este artículo contribuya a la edificación del pueblo de Dios.
AMEN.
Jleon@cvtci.com.ar
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