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CLAUSURA 11 de Junio de 2010

“Sin Mí nada podéis hacer” Jn. 15,5


“La santidad es el secreto del auténtico éxito de vuestro ministerio sacerdotal.”
Benedicto XVI. Discurso 8.9.07

TEXTOS DE LA CUENTA DE CONCIENCIA DE CONCEPCIÓN CABRERA DE ARMIDA

Volveré a la tierra en mis sacerdotes, como


tanto lo anhelo, y cambiará la faz del mundo y
de los corazones. Y es necesario que esto sea; es
de todo punto indispensable que Yo no sólo me
refleje en mis sacerdotes, sino que ellos sean Yo
mismo, unos Conmigo, para evangelizar de
nuevo a las multitudes, desprendiéndose de ellos
el perfume divino de su Maestro. Quiero
apóstoles, quiero mártires no tan sólo de sangre
sino del cumplimiento de sus deberes; mártires
de amor, martirios de paciencia, y de ocultas
abnegaciones en mi servicio. Pero vendrán,
vendrán multitudes de sacerdotes santos que
santifiquen, de sacerdotes Yo, todos
impregnados del Espíritu Santo”.
— Pero ¿qué no los hay ya, mi Jesús?
Que no se busquen otros medios para la
—“Si no los hubiera, ya se hubiera hundido
reacción moral, espiritual y social, sino la
el mundo, puesto que son el pararrayo de mi
transformación de los sacerdotes en Mí. Todo
justicia y los que nivelan, en lo posible, las faltas,
eso de formar Centros y cosas para regenerar,
los pecados y las miserias e ingratitudes de la
buenos son; pero no es éste el fondo de la
tierra. ¿No te he dicho que ya los siente mi
cuestión. La regeneración del mundo, de los
pecho, que ya recibo el incienso de sus
sacrificios, y el aroma de su fervor? pueblos y de las sociedades sólo está en la
Unos sacerdotes suplen a otros; pero eso no transformación de los sacerdotes en Mí. Ese
me satisface, sino que quiero a todos mis día cesarán las discordias que asolan las
sacerdotes santos, puros y naciones, porque sólo mi
perfectos. Quiero el Vendrán multitudes de sacerdotes Espíritu une, y es lo que
conjunto de mis sacerdotes falta en el mundo: unión,
santos que santifiquen. Si no los
transformados en un solo unión de caridad, unión
hubiera, ya se hubiera hundido el de voluntades, unión en
Sacerdote, en Mí; quiero
hacer de todas sus almas
mundo. Mí.
una sola alma con la Mía; un solo Corazón con Pero debe, por razón de estado y de justicia, que
el Mío, un mismo Espíritu de atracción, que es comenzar esa unión, en la unidad de mis
el Mío, porque es el Espíritu Santo todo amor, y sacerdotes en Mí. Todo el mal del mundo, y el
el amor es el que atrae, el que subyuga que lamentan los Míos viene de que se apartan
suavísimamente; el que derrama un ambiente de de la unidad en más o menos escala, en más o
unción divina, de virtud sobrenatural que fascina menos intensidad. Que haya unión íntima,
a las almas y las convierte. sincera, sólida y completa en los Míos en Mí, y
¡Si todos mis sacerdotes fueran Yo, si la habrá después en las personas, en las almas,
porque lo Mío se esparce, se comunica, se
todos se transformaran en Mí, te aseguro infiltra y produce fruto.
que habría una evolución santa en el Todo lo que sale de Mí, nunca vuelve solo,
mundo, y se contrarrestaría el mal que sino con frutos de vida eterna. Y si los
hoy avasalla a las almas! sacerdotes son Yo, es claro que sembrarán con
fruto, y cosecharán con abundancia para el cielo.
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Se buscan medios humanos para salvar al mi atractivo, con mi Divinidad, la que
mundo; se ponen medios naturales para volverlo
a su centro, quitándolo de ese loco frenesí que lo
obre, la que realice las evoluciones
arrastra al abismo; pero te repito: el remedio
santas en las naciones y en las almas.
La consumación de esa transformación que
no está en lo humano, sino en lo ahora no es un poco más de perfección
divino; no en formar Centros y colectividades, voluntaria, sino un sagrado deber en el que va
sino que el punto cardinal y único, está en los vinculada la salvación del mundo y la gloria de la
sacerdotes, y sólo se encuentra el remedio en su Trinidad.
transformación en Mí. Y ¿por qué? Porque “Sacerdotes de Cristo” p. 517-519
entonces, no serán ellos, sino Yo en C.C. Tomo 51, p. 41-45 Febrero 28 de 1928
ellos con mi poder, con mi virtud, con
“Con María todo, sin Ella nada.”
P. Félix de Jesús Rougier, msps

“Madre Inmaculada, nos consagramos a tu Corazón


materno para cumplir fielmente la voluntad del Padre.
Somos conscientes de que, sin Jesús no podemos hacer
nada, y de que, sólo por Él, con Él y en Él, seremos
instrumentos de salvación para el mundo.
Esposa del Espíritu Santo, alcánzanos el don
inestimable de la transformación en Cristo. Por la misma
potencia del Espíritu que, extendiendo su sombra sobre
Ti, te hizo Madre del Salvador, ayúdanos para que Cristo,
tu Hijo, nazca también en nosotros.
Y de este modo, la Iglesia pueda ser renovada por
santos sacerdotes, transfigurados por la gracia de Aquel
que hace nuevas todas las cosas.
Madre nuestra, queremos acogerte de un modo más
profundo y radical, para siempre y totalmente, en nuestra
existencia humana y sacerdotal.”

S.S Benedicto XVI en su visita a Fátima - Mayo 2010

“Yo tengo en mucho el calor de una madre y por eso a la Iglesia la hice Madre; y por eso le di
en ella a todos los cristianos a María también por Madre, para que tuvieran un seno que los
calentara, un regazo que los sostuviera. Y por eso tuve Yo Madre en la tierra, y por eso morí a su
lado, haciéndola Madre en san Juan, de todo el mundo. Pero al hablar Yo, al dirigirme a Ella y
decirle: «He ahí a tu hijo», dejaba en su corazón a todos mis sacerdotes representados por san
Juan. Pude muy bien decir a Magdalena: «He ahí a tu Madre», pero me dirigí a san Juan, por
representar ahí a mis sacerdotes como Apóstol, como virgen, como puro, como mi ideal para mis
sacerdotes futuros: todos limpios, todos fieles, todos a mi lado en los suplicios, en las burlas, en la
muerte; todos amorosos, ¡todos con María!
Y san Juan amparó a María, y de Ella bebió la Iglesia mi vida; Ella alimentó con sus
confidencias a mis Apóstoles, a mi naciente Iglesia. María les reveló los secretos de mi
Corazón, los ideales de mi alma, afirmándolos en la fe, en la esperanza y en el amor.
En su corazón bebieron la fuerza divina los primeros mártires, y Ella ha sido siempre la defensora,
la libertadora de mi Iglesia, convirtiéndose por su medio, miles de almas.
Siempre que la Iglesia necesita de auxilio, recurre a María, y Ella ha sido siempre
salvadora y libertadora triunfando de Satanás, amparando con su sombra a la santa Iglesia. Por
eso los sacerdotes, más que nadie, están muy obligados a esa Madre bendita que tanto ha hecho
por ellos, y que los lleva en las niñas de sus ojos. Sacerdotes de Cristo” pags. 116-120

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