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Introduccin:
En esta tarde estamos aqu reunidos por motivo de que nuestra hermana Mara
Cristina Cardona descansa en el Seor.
El proceso de la muerte es algo que todos, todos, tarde o temprano afrontaremos
algn da. Ya sea que nos llame Dios al descanso o que algn familiar o amigo fallezca.
Esto nos indica que, como seres humanos, no tenemos control sobre la muerte, solo
sabemos que en algn momento nos tocara afrontarlo.
Esta gran verdad, acerca de este mismo asunto, lo declara el Sabio Salomon, en el
libro de Eclesiasts 9:4 que dice los vivos saben que han de morir.
Pero djame decirte que no siempre fue as.
Bosquejo1. El propsito de Dios es que seamos perfectos
a. En Gen. 1:26-27 observamos la perfecta obra de Dios,
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y seoree en los peces
del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
(Gen. 1:26-27).
b. Todo por cuanto hizo fue bueno en gran manera. (Gnesis 1:31)
c. El hombre siendo a imagen y semejanza de Dios, fue hecho perfecto, que tuviera
dominio sobre todo lo creado y nunca muriera.
2. Morimos por causa del pecado
a. Dentro el mismo marco de la creacin, dentro de esa atmosfera de perfeccin,
satans se introdujo para tentar a la primera pareja (Gen. 3:4-5).
4
Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriris; sino que sabe Dios que el da que comis de l, sern
abiertos vuestros ojos, y seris como Dios, sabiendo el bien y el mal. (Gnesis 3:4-5)
Conclusin y llamado
Dios ha llamado al descanso a nuestro hermano, l confeso sus pecados a Dios e
hizo de Cristo su amigo y salvador personal lo podremos ver en el cielo. Ahora la
decisin est en nosotros, la oportunidad es ahora, te gustara hacer de Cristo tu
amigo y salvador personal? Te gustara estar en la eternidad con tus seres amados?
2 Timothy 4:7-8 7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 8 Por lo dems, me
est guardada la corona de justicia, la cual me dar el Seor, juez justo, en aquel da; y no slo a m, sino
tambin a todos los que aman su venida.