EL MINISTERIO DE CRISTO DENTRO DE NOSOTROS
19/12/96
OFICINA APOSTOLICA
INTRODUCCION:
Gálatas 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado,
y vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí: y lo que ahora
vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el
cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí.
Colosenses 1:26 A saber, el misterio que había estado
oculto desde los siglos y edades, mas ahora ha sido
manifestado a sus santos.
Hemos estado hablando del Misterio de Dios en Cristo,
ahora vamos a ver el Misterio de Cristo en nosotros: “ Ya
no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mi”. “La vida
que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo
de Dios, que me amó y se entregó así mismo por mi”. En
otra versión dice: Colosenses 1:26 Al misterio
escondido, desde siglos y generaciones y
manifestado ahora a sus santos. Colosenses 1:27 A
quienes Dios quiso dar a conocer cual es la riqueza
de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es
Cristo entre vosotros la esperanza de la gloria. “En
vosotros”, pero la idea es que está Cristo viviendo dentro
de cada uno de nosotros. Ahora, ¿Por qué no se
reproduce la vida de Cristo en nosotros? ¿O por qué no
siempre se reproduce? ¿Esta viviendo Cristo en
nosotros? La verdad. La otra verdad es que El quiere
reproducir su carácter en nosotros. Entonces ¿Por qué no
lo vemos? Quiere decir que el Misterio que vamos a tratar
de examinar, es: ¿Por qué y que impide que la vida de
Cristo se manifieste en nosotros? A veces pensamos que
solamente por los carismas, es que se va a manifestar.
Pensamos que Cristo en su encarnación hacía milagros
(los carismas del Espíritu). Entonces decimos nosotros:
“Si está Cristo en nosotros, deben haber carismas”, “Si
estamos unidos deben haber carismas en nosotros
semejantes a los que Cristo hizo, o tuvo”, y es cierto, es
una verdad. Pero vemos no siempre se manifiestan.
Porque ¿Podemos hacer un milagro en el momento que
queramos? ¿Podemos producir un carisma a voluntad
personal? Creo que no. Yo creo que aquí estaría el
aparente manipuleo, que quisiéramos nosotros hacer del
Espíritu santo; cosa que no procede. Pero no es ese el
punto, sino que el punto es: ¿Será eso nada más, la vida
de Cristo en nosotros? No, sino que debe de haber
carácter de Cristo reproducido en nosotros, deben haber
manifestaciones de la vida que Cristo tenía; es decir
anhelo de santidad, anhelo de perfeccionamiento, la
Palabra viva en nosotros, que viva en nosotros.
Quisiera que hiciéramos un detalle, sin menospreciar, los
carismas que ya establecimos, que son para ser vistos,
para ser evidenciados. Cristo no los trajo en su Ministerio
personal para esconderlos, sino que los trajo para que
fueran la evidencia de que venía del Padre, de que traía
una Misión Celestial: Juan 4:48 Entonces Jesús le dijo:
Si no viereis señales y milagros no creeréis.. Lo único
que veían en El, aparte de lo humano, era los carismas.
Pero hacemos mucho énfasis, quizá en los carismas:
Otros cristianos no mencionan los carismas, como que
eso no es parte de la vida de Cristo en nosotros. O sea,
que si es, pero no es todo. Aunque tuviéramos todos los
carismas, tendremos la reproducción de la Vida de Cristo
en nosotros. Yo quiero hacer énfasis en más que los
carismas, en el carácter de Cristo: Si Cristo está viviendo
en nosotros ¿Por qué no evidenciamos la vida de Cristo?
La respuesta es: Porque nosotros no obedecemos
plenamente la Palabra, o la desconocemos, o
voluntariamente la vulneramos, o fallamos, etc., hay
muchas razones. ¿Por qué Cristo reproducía siempre la
vida que el Padre quería que reprodujera? Porque El
siempre obedecía, siempre se sujetaba a la Palabra,
porque El conocía la Palabra, era la Palabra viviente,
andante: Juan 5:19 Respondió entonces Jesús, y
díjoles: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo
hacer nada de sí mismo, sino lo que viere hacer al
Padre: porque todo lo que El hace, esto también hace
el Hijo juntamente. Entonces, ¿Cuándo se va a revelar
el misterio de Cristo en nosotros? Cuando nuestro cuerpo
transformado o resucitado, adopte todo lo que Cristo
tenía: 2 Corintios 3:18 Por tanto, nosotros todos,
mirando a cara descubierta como en un espejo la
gloria del Señor, somos transformados de gloria en
gloria en la misma semejanza, como por el Espíritu
del Señor. Pero el problema es que ya está eso en
nosotros ahora. Entonces debiéramos analizar que es lo
que impide que se manifieste todo eso ahora, no cuando
tengamos cuerpos glorificados, porque ahí ya no hay
problema. Porque ahí ya vamos hacer transparentes (no
sabemos como va a ser el cuerpo), pero vamos a ser
sobrenaturales. Pero ¿Habremos de esperar hasta que el
Padre nos glorifique, o podemos manifestar la vida de
Cristo ahora? ¿Por qué no vemos que se haga énfasis en
el carácter? Por un lado los Pentecostales extremos, sólo
hacen énfasis en los carismas, son como dice la escritura:
Judaísmo andante. Los judíos pedían señales, y los
griegos sabiduría. El otro extremo solo se habla de
sabiduría y profundidad, pero no se muestra ni el carácter
de Cristo ni los carismas. Dice la Biblia que el error
máximo, es ignorar el poder de Dios, y la Palabra: Mateo
22:29 Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis
ignorando las Escrituras, y el poder de Dios.
Entonces son dos pies con los que caminamos: 1º.)Tener
la Palabra conocida, queriéndola vivir, y 2º.) El poder.
Ahora ¿Para qué el Poder y para qué la Palabra? Se
combinan. Entonces nosotros debemos manifestar, no
solo el poder, sino el efecto de la Palabra; pero primero
en nosotros, antes que exigirles en otros. El error quizás
que cometemos muchas veces los ministros, es querer
que brote en los demás (en las ovejas) Cristo. Pero no
brota en nosotros. Cada uno preguntémonos ¿Por qué
no brotará el carácter de Cristo en mi? ¿Qué
impedimentos hay? Está Dios Hijo adentro, está Dios
Espíritu santo adentro, y ¿El Padre qué? ¿Dónde está el
Padre? La Palabra dice que el Hijo está en el seno del
Padre. La Esencia que baña al Padre, baña al Hijo.
Entonces, es como que si adentro de Cristo está Dios:
Juan 14:20 En aquel día vosotros conoceréis que yo
estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.
Eso quiere decir que tenemos a los Tres. Porque Cristo
lleva adentro, no solo el Espíritu Santo, sino a Dios.
Porque ahí va el Hijo y el que tiene al Hijo tiene al Padre:
Juan 14:8 Dícele Felipe: Señor, muéstranos el Padre,
y nos basta. Juan 14:9 Jesús le dice: ¿Tanto tiempo
ha que estoy con vosotros, y no me has conocido,
Felipe? El que me ha visto, ha visto al Padre; ¿cómo,
pues, dices tú: Muéstranos el Padre? Entonces lo
tremendo es que tenemos a los Tres. ¿Por qué no vemos
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ni siquiera a uno de los Tres? Por ejemplo, tenemos
adentro al Hijo por Espíritu, el Espíritu del Hijo está unido,
Entonces ¿Por qué no evidenciamos El Espíritu? ¿Qué
es el Espíritu del Hijo? Es el carácter humano de Jesús
adentro. Ahora ¿Que es el Espíritu Santo? Es el Dios
Espíritu con poder, con toda la plenitud. Pero no
tenemos un poquito adentro de nosotros, porque no se
manifiesta. Ahí se deberían de manifestar carismas,
poderes. En el Hijo, el carácter. Y en Dios la esperanza,
de la glorificación. Pero para la glorificación todavía falta.
Vamos a suponer que dentro de un año viene el Señor
por nosotros (Parusía), entonces los que seríamos
transformados, ahí recibiríamos la plenitud del Padre.
Pero mientras tanto ¿Qué está haciendo la Divinidad
adentro de nosotros? Ese es el punto. Yo no se hasta
que punto usted y yo valoramos que tenemos a la
Divinidad adentro. Yo creo que si le decimos ésto a la
gente de la calle, al primero que pase: “Mire fíjese que yo
tengo a Dios adentro”, lo que pasaría es que se lo
llevarían al manicomio. Pero si les dice que usted tiene a
Jesús adentro, tal vez no se lo llevan, porque eso lo
toleran un poquito más. Pero dígales que la Divinidad
está dentro de usted ¿Quién va a entender eso? Si
nosotros aquí, suponemos que somos hijos ( y lo somos),
no lo entendemos. Entonces ¿Qué pasa que no se ve?
¿Qué pasa que no se manifiesta?
Analicemos el carácter de Jesús adentro. Eso no quiere
decir que nos vayamos a los carismas, al poder del
Espíritu también o a la glorificación del cuerpo. No, sino
que es Jesús en nosotros. Es el Misterio que estamos
analizando. Jesús viviendo, o Cristo viviendo adentro de
los suyos. ¿Qué querrá hacer la Divinidad viviendo
dentro de nosotros? Si alguien se convierte bien
temprano y vive toda una vida de cristiano, cuarenta, o
cincuenta años de cristiano. La Divinidad adentro está
tratando de poner la imagen de esa Divinidad, en
nosotros. Y notemos que en unos se ve algo, pero en
otros no se ve nada; y en otros no hay modo que se lo
creamos. Algunos siendo hijos tienen diferente estatura.
Entonces la diferencia entre la realidad de ser hijo
manifiesto, y el no tener nada de eso, es lo que nosotros
le negamos al Espíritu Santo. Porque hay algunos que
han crecido en paciencia dentro del carácter de Cristo, y
otros son sumamente impacientes, pero han crecido en
alabanza. Otros alaban muy bonito, pero no han crecido
en paciencia, etc. Entonces pongamos todos nuestros
déficit: ¿Por qué nos airamos? ¿Por qué inclusive
llegamos a golpearnos entre unos y otros? ¿Por qué
odiamos? Pongamos toda la lista y no cabría en una
hoja. Porque esa es la diferencia entre nuestra entrega,
a la Divinidad que está adentro.
Yo nunca he oído de campañas de santidad Divina, solo
de sanidad, porque todos queremos estar sanos. La
cristiandad se ha dividido (entre otras divisiones), entre
los que solo buscan mejorar el cuerpo, resolver sus
problemas o buscan un vida mística, sin nada de praxis
de la actividad diaria. Otros son muy prácticos, pero poco
místicos. Si estuvieran en Patmos no verían más que la
isla. Otros, querrían vivir mejor en las nubes, sin
importarles donde están en la tierra, es otro extremo. Yo
creo que el Señor nos está capacitando, porque ve
nuestra debilidad, que va menguando, o a veces
aumentando. Nosotros debemos vivir con la cabeza en el
cielo y nuestro ser en la realidad dura de la tierra. O sea,
Patmos con Apocalipsis. Si no entendemos eso, nosotros
nos vamos a confundir, porque cuando Dios no actúa a la
manera que uno piensa; se cree que no hay un Dios así,
que no se ocupa de nosotros etc. Pongámonos en el
cuerpo de Juan el Apóstol en la isla de Patmos. Qué
pensaría Juan (Parafraseando): “¿Estará Dios conmigo?
¿Por qué permitió que me llevaran prisionero, permitió
que me tuvieran a pan y agua en la isla, que pasar fríos
que pasara tormentas”? Eso era como para pensar, si
solo nos ponemos en la vida diaria. Como que
quisiéramos nosotros que Dios nos evitara todas las
realidades duras de la tierra. Pero no nos va a evitar los
Patmos. Veamos otro detalle: Daniel era un servidor fiel
a Dios, era sumamente fiel, era destacado, era casi
perfecto humanamente. Ellos eran escogidos para
llevarlos prisioneros de Babilonia, por su realeza, por su
inteligencia (el grado optimo). No se llevaban lo peor, se
llevaban lo mejor. Y cuando Daniel estaba más
consagrado a Dios, lo arrastraron y se lo llevaron a
Babilonia y lo arrancaron del seno de la familia. Pero lo
que quería Dios, era que fuera Profeta en Babilonia. El
no había entendido a que lo llevaban. Seguramente en
su fidelidad, esperaba que Dios no tuviera para él
contrasentidos, y que hubiera en Dios despropósitos.
Pero eso se llama “Ser equilibrado”. ¿Qué mente llevaría
cuando lo arrastraron y se lo llevaron esclavo a Babilonia?
Veamos a otro personaje que es más interesante, por ser
muy degradada ante los hombres: La esclava que le
lavaba la ropa a Naamán: 2 Reyes 5:2 Y de Siria habían
salido cuadrillas, y habían llevado cautiva de la tierra
de Israel una muchacha; la cual sirviendo a la mujer
de Naamán. 2 Reyes 5:3 Dijo a su señora: Si rogase
mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría
de su lepra. Ellos se la llevaron de esclava a Babilonia.
Era una mujer hebrea cualquiera no tenía ninguna
medalla, sin embargo ¿Qué era lo que hacía lavando la
ropa de Naamán? Testificar del Dios de Israel. Pero era
el Dios que no la había librado del cautiverio. Era el Dios
que parecía haberse olvidado de ella. Pero el propósito
de Dios, era llevar el mensaje al general Naamán. Y
mientras no entendiera ella eso, podía pensar
humanamente: “Dios me olvidó, Dios no me libró, Dios
permitió mi esclavitud”. Lo que quiero denotar, que es
importante que nosotros reproduzcamos en nosotros la
imagen de Cristo. Pero primero en carácter. Entender los
propósitos de Dios. Hay una palabra que lo viene a poner
más claro, Cristo siempre se sujetó al Padre, el hizo lo
que el Padre le decía: 1 Corintios 15:28 Mas luego que
todas las cosas le fueren sujetas, entonces también el
mismo Hijo se sujetará al que le sujetó a él todas las
cosas, para que Dios sea todas las cosas en todos.
El Señor siempre hacia lo que le agradaba al Padre.
Quiere decir que la obediencia y la sujeción al Padre era
lo que le daba la calidad de Hijo: Mateo 3:17 Y he aquí
una voz de los cielos que decía: Este es mi Hijo
amado, en el cual tengo contentamiento.
Mateo 27:46 Y cerca de la hora de nona, Jesús
exclamó con grande voz, diciendo: Eli, Eli, ¿lama
sabachtani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me
has desamparado? Notemos que cuando lo llevan a la
cruz, El grita como que estaba abandonado. Es
interesante, porque luego reacciona en la cruz, como
diciendo: “Yo no entiendo porque tengo que subir así,
pero Yo se que ese es tu propósito” . Dentro del plan de
Dios tenía que pasar por el Calvario, lo interesante es que
el Hijo lo entendió. Entonces es vital entender, el
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propósito de Dios para nuestra vida. Pongámoslo entendiera el plan de Dios pleno. Y segundo, que el
práctico, por ejemplo: De repente te llegan a capturar y te tiempo de él había terminado para que empezara otra
llevan a una cárcel como cristiano, no has hecho nada, etapa.
porque si hiciste algo la debes, y te llevan preso, y te tiran
a una cárcel nauseabunda, de las que abundan ¿Qué ORP/gis
pensarías? “Dios me olvido”, Dios no me protegió”, “Dios
no me cuidó”, etc. Y si el propósito de Dios era, que le
fueras hablar al más perdido de los perdidos que estaban
en esa cárcel. Mientras no lo entendieras, le atribuirías a
Dios despropósitos. Quiere decir que lo más importante
según estoy viendo (sin descartar lo demás), es dejar que
en nosotros se reproduzca el carácter de Cristo, la mente
de Cristo. Que se reproduzcan los sentimientos de Cristo,
las metas de Cristo. Entonces nosotros vamos a entender
al Padre. Y a donde vayamos le vamos a dar nuestra
voluntad al Padre, aunque no entendamos porque tienen
que pasar las cosas de esa forma. Pero como Dios lo ha
decidido, tenemos que decir “amén”. Cualquiera diría que
se vuelve uno conformista, pero lo que se está volviendo
es incondicional del Padre.

De este Misterio nos pasaríamos hablando toda la

eternidad y no lo agotaríamos. El Misterio de Cristo
viviendo en nosotros. ¿Nos daremos cuenta nosotros
que el carácter de Cristo no se forma, porque nosotros no
lo dejamos? Yo he oído cristianos que dicen (y quizás
alguna vez lo ha dicho uno mismo) “Ah, es mi carácter”,
“Aguántenme así porque ese es mi carácter” Pero ¿Por
qué no desalojar ese carácter, y dejar que aflore el de
Cristo? Porque estamos muy contentos con nuestro
carácter. Porque no deponemos todo lo que el Padre nos
pide, lo que Dios nos pide. Yo me he puesto a pensar
cuando Abraham que era el padre de la fe, le pidieron a
uno de sus hijos. Le pidieron primero al que fue producto
de pecado (de una debilidad), porque estaba él muy
aprisa y creía que Dios estaba tardando su promesa,
entonces mejor la hizo él, y nació Ismael. De repente
Dios le pide a Ismael. Y así que le da al que era fácil
darle: Génesis 21:12 Entonces dijo Dios a Abraham:
No te parezca grave a causa del muchacho y de tu
sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz,
porque en Isaac te será llamada descendencia. Pero
el corazón de Abraham estaba en el otro (en Isaac).
Entonces Abraham cada vez que Dios le iba a hablar,
pensaba “peor si me va a pedir a Isaac, el único que me
queda”. Y Dios le pedía ésto, le pedía lo otro y se lo
daba. Nosotros estamos prestos a darle lo que menos nos
cuesta dar. En eso Dios llama a Abraham, y le pide a
Isaac. Ese fue el tope. Sin embargo, aunque no entendió
de momento, se sujetó a dar a Isaac porque creyó más en
la promesa de Dios, que en el acto. El no entendía porque
era el único que tenía; pero pensaba que sí El se lo había
dado, de alguna manera, iba a arreglar su problema. Y se
lo entregó. Yo creo que ahí le nació a Abraham la fe, de
que Dios se lo iba a devolver. Cuando nosotros como
cristianos fieles tengamos contratiempos y adversidades,
nunca le atribuyamos despropósito a Dios. Todo el Libro
de Job, lo grita. Yo le he contado a usted la experiencia
que tuve con mi padre grave, cuando él estaba en una
enfermedad final. Yo iba a orar por él, porque decía
“Bueno aquí la sanidad uno la maneja, sobre todo siendo
siervo de Dios”, porque yo veía los milagros en los
momentos oportunos. Y cuando iba a orar por él, habló el
Espíritu de Dios a mi corazón con voz audible, y me dijo:
“Cuando Yo no sano un cuerpo, estoy purificando una
alma”. Yo no había entendido que la enfermedad de mi
padre tenía dos propósitos. Primero darle tiempo a que él
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