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Karl Gottlob Schelle EL ARTE DE PASEAR Edicién de Federico L. Silvestre Traducci6n de Isabel Hernandez Coleccién ViTA #STHETICA Direceién. Federico I. Silvestre © dela traduceidin: Isabel Hernindez, 2013, © dela introduecién y el epilogo: Federico L. Silvestre, 2043 Dine & Pons, 2013, Disefio de cubiertas: Niana R. Gabo Correccién ortotipogrifica: Laura Diaz Maquetacién: D-G Impresién: Kadmos ISB: 97884-94084 Depésito Ls Céadigos me: RA-HDL-P-AC Para la realizacin de est libro se ha contade con una ayuda del proyecto de investigacién 10 PAtn210 281 pn de la Nunta de Galicia Inppreso en Espaia Printed in Spain INDICE EL MUNDO A TRES KILOMETROS POR HORA Por Federico L silvestre EL ARTE DE PASEAR Introduceién, Pasear no es un mero movimiento del cuerpo Sobre el pasco en general Intereses del espiritay condicionamientosal pasear Nocesidad de pasear regularmente por eleampo por los pasos priblicos Influeneia del paseo soitario por el campo sobre el desarrollo del espi aseos piiblicos en avenidas oes Pasear a caballo,a pie yen coche Observaciones part por eleampo Montaiias Valles ‘Campos, prados y bosques ssde reereo culares sobre los pascos Fenémenos dela naturaleza Lanaturaleza segyin a medida de nuesteas sensaciones. Algunas considleraviones sobre los condicionamientos fsicos del paseo Notasyaclaraciones RECORRIDOS Y PASEOS DE PAPEL 29 37 “a a 5t 57 pn % 79 85 o PROLOGO A Los CRITICOS DE ARTE A dia de hoy la filosofia sigue aim relegada a algo muy exclusivo en las regiones de la especulacién, y muy pocos pensadores se dignan en descender a los asuntos propios de la vida, Frente a un individuo que piense con el espiritu de un Montaigne, de un Franklin, de un Hume, se cuentan cientos de pensadores especulativos. Evidentemente, una actitud ast va en contra de la naturaleza. Nuestra naci6n, grande s6lo en la especulacién filosofica, esté enfermando ahora, en el sen ‘ido literal de la palabra, debido precisamente a esa especula- cién.A fil6sofos como Garve y Engel, de los que deberiamos desear muchos para nuestra nacién a fin de armonizar las necesidades de la vida con las cuestiones de la razén espe culativa, ésta los trata incluso como a antifilésofos declara~ dos, no siendo sintomas indiferentes de esa enfermedad que padecemos.* La filosofia preserva su influencia, por lo general convin- cente, gracias a su aplicacién a cuestiones propias de la vida y del mundo. Lo que ella encierra en si misma son las semillas para fecundar los vastos terrenos de la humanidad. Es tarea del filésofo prictico favorecer el desarrollo de estas semillas para los distintos asuntos de la vida y de la filosofia. Si con los mis importantes y elevados principios de la filosofia se lle- ara a todas partes, cosa de la que a lo mejor est’ convencido 2 Christan Garve (1742-1798), 6:00 deespirin tolerate y ano dels primeros «en no cerbir para profeores Emin, deina de senido comin, interesdo por I filosofia economia politica yl ingiia. Su obra inlayé de manera decsva en autores como Kant y Schill. Pors parte, Johann Jacob Engel (r741-180a) fe oto de los stead partidos de soso popular en la Alemania de lis Laces, de lax] smo como un fils Elarte de pasear algin fildsofo meramente especulativo, por supuesto que no precisarfa de tal explicacién; pero éste no es en absoluto el caso. Cada objeto particular tiene su propia naturaleza y da lugar a estudios particulares a los que la razén no Ilegaria sin tenerlo a la vista, y aquel que se somete a estudios de &se tipo, siendo filésofo, hace coincidir los asuntos de estos estudios con las exigencias de la razén. La filosofia ha de acercatse confiada al entorno de la vida; ofrecerse sin exi- gencias a los individuos que se entretienen en sus horas de recteo; fundirse incluso con los placeres de la refinada civili~ zacién para que también se perciba su valor en terrenos nada filos6ficos y se difinda su influencia sobre toda esa parte ‘erudita de la nacién, cuyo amor reivindica para si. El presente ensayo no ha de aportar mis que una pequefia contribucién a la necesaria introduccién de la filosofia en el mundo. Tiene la intencién de tratar con espiritu filoséfico luna cuestién prictica, nada despreciable, de la vida; pero no por ello se obliga a alcanzar el estilo de los grandes especialis- {as en la materia, ni tampoco a seguitlo, Seria injusto obligar ‘alguien a aquello alo que él mismo renuncia: basta con que diga de una forma que no desagrade cosas que se imponen por su propia verdad, PROLOGO A LOS LECTORES CCiertas cosas parecen darse por si mismas o incluso estar en contradiccién con la nocién de arte. Entre éstas parece encon. trarse a primera vista el hecho de salir a pasear, pero como digo, ésto es tan s6lo a primera vista. No se precisa una Karl Gottlob Schelle reflexién larga y profanda para ver difuminarse por com- pleto esa apariencia. ¢Quién no ha percibido que los paseos en grupo producen una impresién bien diferente a la de un simple paseo por el campo? ;Quién considera igual el placer de pasear a pie, en coche 0 a caballo sin distinguir lo carac- teristico de cada uno de ellos al menos por la sensacién que causan? 2Quién cree que pasea siempre del mismo modo, ya camine por la ladera de una montaiia o por un valle, por tuna pradera 0 por un bosque? Sélo si éste fixera el caso, si las vatiadas impresiones de la naturaleza y la sociedad no nos ‘causaran ninguna sensacién —como en mar abierto, con- templando tun mundo de agua uniforme,o como en la noche ‘oscura, en la que tampoco se puede distinguir nada— salir a pasear seria la cosa més sencilla del mundo. Pero como éste no puede set el caso —tendria uno que deslizarse en sus paseos como entre sordos suefios—, resulta entonces natural el deseo de desplegar toda la paleta de impresiones que pro- cura el paseo y ponerlas de relieve y multiplicarlas para uno mismo, contemplando a naturaleza de tan variado placer. Tan s6lo de esta forma no camina uno a ciegas en sus paseos.! Slo por culpa de una idea equivocada de la nocién de arte podria considerarse el arte de pasear como una pedanteria. Pero s6lo seria asi si se tratase, no de un arte como el que en realidad es, sino de uno que aspirase a despertar y recoger las impresiones del paseo en si con este libro en la mano: 3 Unicamente ls consideraciones sobre el bienestar dl cuerpo pueden lear a eivilegiarelcaricer fico del paseo zQué indvidua inteligente no cambiar el Indo fsco del paseo por el intelectual si slo se pudiera tener el uno o e oto? Ambo: se relacionan entre s como un camnante cn un patente como la itera «on el nero; acaso el placer de bile conse slo en mover lt manos y os pies yo en as sensaciones del ska que lo acompain? 26 Blarte de pasear que desarrollase explicaciones permitiendo una conciencia mis clara de su placer a partir de las miiltiples impresiones que procura, y en vistas también a variarlo en el momento oportuno y a hacer cada eleccién segain su naturaleza siem- pre cambiante. S6lo que eso no seria un arte, sino el grado sumo de antinaturaleza. Unarte de pasear interesarfa a todo individuo culto, capaz de valorar la posibilidad de deambular por la naturaleza en. cuerpo y alma, del mismo modo que, en los circulos sociales, la de disfrutar por completo de naturaleza ¢ individuos en suis paseos; igual que un arte de vivir deberia ser objeto de aprecio para cualquier individuo en el sentido absoluto de la palabra, si es que valora la vida como algo mas que en un, ‘mero juego. En un arte de vivir eficaz, donde fatiga y descanso, rigor y diversién, trabajo y placer se alternen entre si en un orden eficaz, el paseo haria valer también su lugar, No concierne los hombres que se han apartado del camino de la natura~ leza, que acttian bien slo con su cuerpo, bien sélo con su mente; que se esfuerzan en trabajar hasta el agotamiento y luego encuentran su descanso en taciturnos suefios; que, para expresarme de forma algo vulgar, pero apropiada al asunto, o bien se matan a trabajar o bien vegetan; y para los que, por consiguiente, no hay estado alguno de auténtica existencia humana, Para esos que no viven una verdadera vida digna del hombre —dividida entre una actividad intelectual mode- rada y el placer més refinado— donde el espiritu todavia tiene sus derechos; para ésos que son 0 sélo cuerpo 0 sélo mente, un arte de pasear seria un arte tan poco real como lo seria un arte de vivir que abarcara a todos los hombres. Pero 7 Karl Gottlob Sckelle los hombres cultos —que, como ya dijera un viejo romano sobre el caracter de los seres humanos en sus libros acerca de sus obligaciones, «aunque éstos estén liberados de las ocupa~ ciones y preocupaciones que generan sus necesidades vitales, siguen teniendo ain el deseo de ver, escuchar y aprender cualquier cosay, es decir, que saben relacionar la mente con las fianciones fisicas y prefieren una mesa con pocas cosas en. amena compaiifa a los platos mas rebuscados que podrfan degustar en soledad— seguro que pueden hacerse una idea de lo instructivo que resulta salir a pasear, seguro que pueden imaginarse en qué medida ta cultura es una premisa del paseo como causa y como consecuencia.' Con haber logrado escribir al menos los rasgos principales de un placer cuyos momentos no sean para ellos horas perdidas de su vida, me sentiré ya recompensado. 44 Objeciones dl tipo dels siguientes, hechas por un caminance contea a arte 4e pasea, el autor, ue no ls ha sacado de la nada, por mucho que de Ia nada Inayan salido, no sabia comtestaras de otro modo que como aqui se encuentran contestadas. «Salir a pasar et un mero Inj. El momento en el que uno empieza 2 psear en un lugares el periodoinicial de su euina econ ‘Oh, i area seria dgna de un concuso para pemiar qué se podela hacer pan sacar ‘una renabilidad del paso. ePasear ela cos ms il del mundo: slo hacen fa tu par de pies sanos.» Qué mis puede escribir al respect? Naturalmente: ot Dies tienen muchisimo que ver en ell, y cuato tin mejor que dos.sUa arte de sear me parece igual que ua atte de dormit+ Muy buena combinacién, sor sonimbulo,;quetengdis lees sueos mientss poses 3 mercantls INTRODUCCION Ser seres de dos mundos, ver cémo la vida nos entrega, como iiltimo fin, las capacidades propias de las naturale zas pensantes y compartir a un tiempo las necesidades de los seres fisicos: esto es lo que determina para los hom- bbres Ja peculiaridad de una existencia humana. A conse~ cuencia de ésta lo fisico y lo psiquico que hay en nosotros se influyen mutuamente de manera decisiva. Como seres pensantes deseamos, segtin nuestra determinacién, con- tinuar ampliando nuestra vida intelectual y, de ser posible, extenderla a toda nuestra existencia, deseando librarnos de las opresoras ligaduras de lo fisico, hasta donde lo permita nuestra existencia terrenal. Pero precisamente las leyes de la existencia fisica ponen barreras de todo tipo a nuestra capa cidad de raciocinio, Nos vemos dependientes del clima, del alimento, del movimiento, de la calma y del suefio, de los suftimientos fisicos y psiquicos.Tan s6lo podemos determi nar unas pocas cosas de nuestra existencia fisica, mientras que ‘otras no dependen en absoluto de nosotros, y al pasar los Karl Gottlob Schelle afios, aun con mucha suerte, apenas si se ha vivido la mitad de la vida:ello sila vida no significa otra cosa que hacer algo, ser consciente de la existencia, sintiendo, pensando y actuando. ‘Uno de los muchos condicionantes de nuestra existencia fisica es el movimiento del cuerpo. Cierto que no es un con- icionante directo de la vida como el alimento y el sueio, aunque la carencia absoluta de movimiento, aun si ftera sélo del movimiento interno del juego de las fuerzas vitales, seria igual que la misma muerte, Pero incluso cuando el movi~ miento del cuerpo no es tampoco un condicionante directo de la vida y nadie muere por ello de inmediato, o cuando, por «jemplo, alguien ha de pasar mucho tiempo en prisién, si que Jo es indirecto:éste es imprescindible para la salud del cuerpo Y para el bienestar fisico. Pero no sélo el bienestar fisico depende del movimiento del cuerpo: también depende de él el bienestar psiquico en virtud de la influencia mutua entre cuerpo y mente. Algunas quimeras del mundo erudito al igual que algunas construc~ ciones monacales —un insulto para el sano juicio— tal vez tuvieron su origen en una carencia de movimiento corporal. Y aunque, suponiendo también que la falta de movimiento del cuerpo y la inspiraci6n constante del aire sofocante y cerrado de las salas no ahogan de inmediato el sano juicio, si que generan, aun usando plenamente la razén, una mente enfermiza, En ambossentidos—en lo referente al cuerpo yla mente— el movimiento corporal es un requerimiento necesario para la salud fisica y mental; pero ésta es s6lo de naturaleza mecénica, no psiquica. En realidad no va pareja a ninguna actividad de la 1az6n ni significa nada para la vida intelectual en s{ misma.No a Elarte de pasear 5 mas que un remedio necesario para los seres con depen- dencias fisicas, para mantener en juego las fiterzas hasta el final de la existencia humana, pero por si sola no cumple ninguna finalidad intelectual. Es decir, que vendria a tener la misma categoria que el suefio, del cual no podemos prescindir, pero cuya duracién excesiva supone también una auténtica pérdida para nuestra propia vida. Si salir a pasear tuviera sélo ese valor Jimitado, la mente acabaria completamente vacfa: entonces la contemplacién detenida de tal movimiento mecénico seria completamente innecesaria, y como condicionamiento fisico que da a la mente su espacio de actuacién no tendria ninguna influencia prictica sobre la vida. Sélo que pasear esti lejos de ser Gnicamente una actividad fisica, y muy bien puede ponerse de relieve su valor espiritual. x I PASEAR NO ES UN MERO MOVIMIENTO DEL CUERPO. Pasear no es un mero movimiento fisico del cuerpo mien- tras la mente permanece completamente inactiva. Perderia todo su encanto si se imaginara uno al paseante como una miquina en movimiento, cuya mente se ha ido a descansar mientras el cuerpo se mueve. Ningéin hombre corriente que no haya cultivado su espiritu siente necesidad de ello y supon~ dria una carga para él. La causa esti muy clara: para sentirse conmovido por los encantos del paseo y llegar a tener la nece~ sidad psiquica de pasear se precisa cierto grado de formacién, cierto bagaje de ideas que no cualquiera posee; y por ello, ‘como es natural, un simple jornalero no puede experimentar el grato placer de un paseo. No obstante, a este grupo perte- nece también todo el conjunto de individuos insensibles cuyo espfritu no se mueve ni se conmueve por nada, y que tan sélo hacen de manera mecénica aquello que en la persona cultivada genera una necesidad intelectual. Pero zcual es entonces el papel que desemperia la mente al pasear conforme a la naturaleza? ZY qué esfera del espiritu es % Karl Gottlob Schelle investida por el paseo? Su cometido es aqui el siguiente: aunar actividad psiquica y fisica, elevar una actividad meramente mecanica —andar— al rango de una espiritual. Séle que ésto no es suficiente: el movimiento fisico ha de constiir un ali~ vio para la mente, para el cuerpo, un medio para estimular la salud, y cualquier actividad mental fatigosa desbarataria este doble efecto. Por eso el pensamiento de tipo metédico y estricto es ajeno al paseo. Para la mente no supondria alivio ninguno, sino un nuevo esfuerzo, al igual que tales pensa~ mientos, con este doble movimiento fisico y psiquico, agotan al cuerpo en lugar de fortalecerlo, Ademis, al pasear,la mente deberia encontrar por sf sola la materia y los objetos de su nada fatigosa actividad en el Ambito del paseo. S6b enton- ces conseguiria tener una esfera propia en la mente y en la cultura Los paseos no tienen como finalidad seguir estudios fisi~ cos 0 metafisicos, resolver problemas matemiticos o repetir la historia. En resumen, no tienen como finalidad la medi~ tacién. Incluso la observacién astuta y refinada de los indi~ viduos en sus paseos estaria tan en contra de la fialidad del mismo como la observacién intensa de la naturaleza. Durante el paseo no se debe tensar Ia atencién de la mente; ha de ser més bien un juego agradable antes que algo serio. Ha de vagar sobre los objetos con ligereza: antes res- ponder 2 las solicitaciones de objetos de cualquier tipo que dejarse constrefiir por la mente. Con su evidente sensibilidad Ja mente ha de percibir las impresiones de las coms que la rodean preferiblemente con calma antes que acalorindose apasionadamente por un objeto cualquiera, con alegre sere~ nnidad y de buena gana debe dejarse levar por su corriente Elarte de pasear antes que sustraerse a ellas, perdida en sus propias ideas y volviendo una y otra vez a sus propias reflexiones. Tal actividad psiquica mejora la salud fisica,alivia la mente de los trabajos fatigosos, y a la vez mantiene despiertas sus fuerzas con una ocupacién agradable y ficil, sin dejar que se Hegue a una solucién de continuidad en Ia existencia intelectual Con tal actividad la mente no s6lo se ocupa, se anima si se me permite esta expresién metafbrica, se aguijo- nnea gratamente: gracias a ella se forma de una manera muy peculiar en aspectos esenciales. Claro que no logra con esto alcanzar sus mis importantes principios, sus mis nobles con- vicciones, su perfeccién intelectual y moral slo asequible por medio del esfurerzo y el trabajo; pero gracias a ello si que entra en relacién directa con la naturaleza y el género humane, los cuales conmueven las fibras mas delicadas de su ser. Comprender su dulce lenguaje y procurarse con ello las mis puras alegrias: para ello ha determinado ta naturaleza esa actividad mental, carente de todo esfuerzo, imposible de sustituir por ninguna otra, del individuo paseante. B

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