“En toda ocasión y lugar, en todas las tristezas y aflicciones, cuando la perspectiva parece sombría y el futuro nos deja perplejos y nos sentimos impotentes y solos, se envía el Consolador en respuesta a la oración de fe. Las circunstancias pueden separarnos de todo amigo terrenal, pero ninguna circunstancia ni distancia puede separarnos del Consolador celestial. Dondequiera que estemos, dondequiera que vayamos, está siempre a nuestra diestra para apoyarnos, sostenernos y animarnos” (El Deseado de todas las gentes, pág. 623).
“En toda ocasión y lugar, en todas las tristezas y aflicciones, cuando la perspectiva parece sombría y el futuro nos deja perplejos y nos sentimos impotentes y solos, se envía el Consolador en respuesta a la oración de fe. Las circunstancias pueden separarnos de todo amigo terrenal, pero ninguna circunstancia ni distancia puede separarnos del Consolador celestial. Dondequiera que estemos, dondequiera que vayamos, está siempre a nuestra diestra para apoyarnos, sostenernos y animarnos” (El Deseado de todas las gentes, pág. 623).
“En toda ocasión y lugar, en todas las tristezas y aflicciones, cuando la perspectiva parece sombría y el futuro nos deja perplejos y nos sentimos impotentes y solos, se envía el Consolador en respuesta a la oración de fe. Las circunstancias pueden separarnos de todo amigo terrenal, pero ninguna circunstancia ni distancia puede separarnos del Consolador celestial. Dondequiera que estemos, dondequiera que vayamos, está siempre a nuestra diestra para apoyarnos, sostenernos y animarnos” (El Deseado de todas las gentes, pág. 623).
para que est con vosotros para siempre. Antes de ofrecerse como vctima para el sacrificio, Cristo busc el don ms esencial y completo que pudiese otorgar a sus seguidores, un don que pusiese a su alcance los ilimitados recursos de la gracia. Antes de esto, el Espritu haba estado en el mundo; desde el mismo principio de la obra de redencin haba estado moviendo los corazones humanos. Pero mientras Cristo estaba en la tierra, los discpulos no haban deseado otro ayudador. Y antes de verse privados de su presencia no sentiran su necesidad del Espritu, pero entonces vendra. Cuando Cristo dio a sus discpulos la promesa del Espritu, se estaba acercando al fin de su ministerio terrenal. Estaba a la sombra de la cruz, con una comprensin plena de la carga de culpa que estaba por descansar sobre l como portador del pecado. Antes de ofrecerse a s mismo como vctima destinada al sacrificio, instruy a sus discpulos en cuanto a la ddiva ms esencial y completa que iba a conceder a sus seguidores: el don que iba a poner al alcance de ellos los recursos inagotables de su gracia. Juan 14:16; El Deseado de todas las gentes, pg. 622, Los hechos de los apstoles, pg. 39
El Espritu de verdad, al cual el mundo no puede
recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocis, porque mora con vosotros, y estar en vosotros. Cristo estaba por irse a su hogar celestial, pero asegur a sus discpulos que enviara al Consolador que habitara con ellos para siempre. Todos pueden confiar implcitamente en la direccin de ese Consolador. Es el Espritu de verdad; pero el mundo no puede ver ni recibir esa verdad. El Consolador es llamado el Espritu de verdad. Su obra consiste en definir y mantener la verdad. Primero mora en el corazn como el Espritu de verdad, y as llega a ser el Consolador. Hay consuelo y paz en la verdad, pero no se puede hallar verdadera paz ni consuelo en la mentira. Por medio de falsas teoras y tradiciones es como Satans obtiene su poder sobre la mente. Induciendo a los hombres a adoptar normas falsas, tuerce el carcter Por medio de las Escrituras, el Espritu Santo habla a la mente y graba la verdad en el corazn. As expone el error, y lo expulsa del alma. Por el Espritu de verdad, obrando por la Palabra de Dios, es como Cristo subyuga a s mismo a sus escogidos. Juan 14:17; A fin de conocerle, pg. 171, El Deseado de todas las gentes, pg. 624
Ms el Consolador, el Espritu Santo, a quien el
Padre enviar en mi nombre, l os ensear todas las cosas, y os recordar todo lo que yo os he dicho. Los discpulos no comprendan todava las palabras de Cristo en su sentido espiritual, y l volvi a explicarles su significado. Por el Espritu, dijo, se manifestara a ellos. El Consolador, el Espritu Santo, al cual el Padre enviar en mi nombre, l os ensear todas las cosas. Ya no diris: No puedo comprender. Ya no veris obscuramente como por un espejo. Podris comprender con todos los santos cul sea la anchura y la longura y la profundidad y la altura, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento. Los discpulos haban de dar testimonio de la vida y obra de Cristo. Por sus palabras l haba de hablar a todos los pueblos sobre la haz de la tierra. Pero en la humillacin y muerte de Cristo iban a sufrir gran prueba y chasco. A fin de que despus de esto la palabra de ellos fuese exacta, Jess prometi respecto al Consolador: Os recordar todas las cosas que os he dicho. Juan 14:26; El Deseado de todas las gentes, pgs. 623, 624
An tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no
las podis sobrellevar. Pero cuando venga el Espritu de verdad, l os guiar a toda la verdad; porque no hablar por su propia cuenta, sino que hablar todo lo que oyere, y os har saber las cosas que habrn de venir. Jess haba abierto delante de sus discpulos una vasta extensin de la verdad. Pero les era muy difcil impedir que en sus mentes se mezclaran sus lecciones con las tradiciones y mximas de los escribas y fariseos. Haban aprendido a aceptar las enseanzas de los rabinos como voz de Dios, y esto dominaba todava sus mentes y amoldaba sus sentimientos. Las ideas terrenales y las cosas temporales ocupaban todava mucho lugar en sus pensamientos. No comprendan la naturaleza espiritual del reino de Cristo, aunque l se la haba explicado tantas veces. Sus mentes se haban confundido. No comprendan el valor de las Escrituras que Cristo presentaba. Jess vio que no comprendan el verdadero significado de sus palabras. Compasivamente, les prometi que el Espritu Santo les recordara esos dichos. El Espritu haba de vivificar su entendimiento, a fin de que pudiesen apreciar las cosas celestiales. Juan 16:12, 13; El Deseado de todas las gentes, pg. 624
l me glorificar; porque tomar de
lo mo, y os lo har saber Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviar del Padre, el Espritu de verdad, el cual procede del Padre, l dar testimonio acerca de m. Acerca del Espritu dijo Jess: El me glorificar. El Salvador vino para glorificar al Padre demostrando su amor; as el Espritu iba a glorificar a Cristo revelando su gracia al mundo. La misma imagen de Dios se ha de reproducir en la humanidad. El honor de Dios, el honor de Cristo, estn comprometidos en la perfeccin del carcter de su pueblo. El Consolador que Cristo prometi enviar despus de ascender al cielo, es el Espritu en toda la plenitud de la Divinidad, poniendo de manifiesto el poder de la gracia divina a todos los que reciben a Cristo y creen en l como un Salvador personal. Juan 16:14; 15:26; El Deseado de todas las gentes, pg. 625, El evangelismo, pg. 446
Y cuando l venga, convencer al mundo de
pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en m; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veris ms; y de juicio, por cuanto el prncipe de este mundo ha sido ya juzgado. Cuando l [el Espritu de verdad] viniere redargir al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio. La predicacin de la palabra sera intil sin la continua presencia y ayuda del Espritu Santo. Este es el nico maestro eficaz de la verdad divina. nicamente cuando la verdad vaya al corazn acompaada por el Espritu vivificar la conciencia o transformar la vida. Uno podra presentar la letra de la Palabra de Dios, estar familiarizado con todos sus mandamientos y promesas; pero a menos que el Espritu Santo grabe la verdad, ninguna alma caer sobre la Roca y ser quebrantada. Ningn grado de educacin ni ventaja alguna, por grande que sea, puede hacer de uno un conducto de luz sin la cooperacin del Espritu de Dios. La siembra de la semilla del Evangelio no tendr xito a menos que esa semilla sea vivificada por el roco del cielo. Juan 16:8-11; El Deseado de todas las gentes, pg. 625
Porque para vosotros es la promesa, y para
vuestros hijos, y para todos los que estn lejos; para cuantos el Seor nuestro Dios llamare... Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y tambin el Espritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen. Cristo prometi el don del Espritu Santo a su iglesia, y la promesa nos pertenece a nosotros tanto como a los primeros discpulos. Pero como toda otra promesa, nos es dada bajo condiciones. Hay muchos que creen y profesan aferrarse a la promesa del Seor; hablan acerca de Cristo y acerca del Espritu Santo, y sin embargo no reciben beneficio alguno. No entregan su alma para que sea guiada y regida por los agentes divinos. No podemos emplear al Espritu Santo. El Espritu ha de emplearnos a nosotros. Por el Espritu obra Dios en su pueblo as el querer como el hacer, por su buena voluntad. Pero muchos no quieren someterse a eso. Quieren manejarse a s mismos. Esta es la razn por la cual no reciben el don celestial. nicamente a aquellos que esperan humildemente en Dios, que velan para tener su direccin y gracia, se da el Espritu. El poder de Dios aguarda que ellos lo pidan y lo reciban. Hechos 2:39; 5:32; El Deseado de todas las gentes, pg. 626, Reflejemos a Jess, pg. 205