TD rensamiente urbane
26 oreapate
La ciudad abierta
De cémo se podria transformar la ciudad del sistema cerrado en
espacio urbano de participacién.
El sistema cerrado y la Ciudad Fragil. Las ciuda-
des donde todos quisieran vivir debecian ser lim-
pias y seguras, tener servicios piblicos eficientes,
apoyarse en una economia dinmica, proveer es-
timulos culturales y, al mismo tiempo, esforzarse
por emediar las divisiones sociales de raza, cla~
se y origen étnico. No son las ciudades en que
vivimos. Las ciudades fracasan en todos estos as-
pectos a causa de politicas gubernamentales, ma-
les sociales irreparables y fuerzas econémicas que
escapan al control local. La ciudad no es duefia
de si misma. Aun asf, algo ha fallado, y radical~
mente, en relacién con nuestra idea de lo que
deberia ser la ciudad como tal, Es necesario que
imaginemos qué aspecto tendria en concreto una
cindad limpia, segura, eficiente, dinimica, esti~
mulante y justa -y que esas imagenes enfrenten
criticamente a nuestras autoridades con lo que
deberian hacer, pero precisamente la imagina
cidn critica de la ciudad es débil. Esa debilidad
es un problema particularmente moderno: el arte
de diseftar ciudades decayé de manera dristica a
miitad del siglo Xx, He aqui una paradoja, ya que
Jos que hoy planifican cuentan con un arsenal
de herramientas tecnolégicas ~desde la ilumina
cién hasta la edificacion de puentes y eineles,
pasando por los materiales de construccién— que
hace apenas cien afios los urbanistas no habian
empezado siquiera a concebir: disponemos de
mis recursos que en el pasado, pero no los usa~
mos con gran creatividad
Podemos seguir el rastro de esa paradoja hasta
Megar a una gran falla: la sobredeterminacién,
tanto de las formas visuales de la ciudad como de
sus fimciones sociales. Las tecnologias, que ha-
cen que Ja experimentacién sea posible, han si,
do subosdinadas a un xégimen de poder que ne-
cesita orden y control. En todo el mundo, los
urbanistas previeron la “manfa del control” del
Nuevo Laborismo con mis de medio siglo de
antelacin; atenazada por imagenes rigidas y tra
zados precisos, la imaginacién urbana perdié vi-
talidad. En particular, lo que falta en el urbanis-
mo moderno es sentido del tiempo; no el de la
retrospeccién nostilgica sino el tiempo con mi-
ras al futuro, la ciudad entendida como proceso
y con el imaginario que cambia por el uso, un
producto de la imaginacién urbana formado por
Ja anticipacién, abierto a la sorpresa.A mediados
de los veinte, el Plan Voisin que Le Corbusier
concibié para Paris fue un presagio del congela-
miento de la imaginacién urbana, Se trataba de
reemplazar nna amplia franja del centro histéri-
co de la ciudad con edificios uniformes en for-
ma de X; se eliminaria la vida piblica del nivel
de Ia calle y el uso de todos los edificios estaria
coordinado por un ‘nico plan maestzo. No sélo
es que su arquitectura sea una especie de manu-
factura industrial de edificios; con e) Plan Voisin,
Le Corbusier intenté, eliminando la vida no re-
gulada a nivel del suelo, destruir precisamente
aquellos elementos sociales de la ciudad que obran
cambios a lo largo del tiempo; la gente vive y
trabaja, aislada, més arriba,
Esta distopia se materializé de varias maneras.
El tipo de edificacién del Plan modelé a vivienda
publica desde Chicago hasta Moscii, en forma
de urbanizaciones cuyas viviendas pareciangalpones para los pobres. La desttuccién delibe-
rada de la vibrante vida callejera propuesta por Le
Corbusier se hizo realidad en el crecimiento de
suburbios para las clases medias, donde las calles
comerciales fueron reemplazadas por shopping
malls monofuncionales, por comunidades cerca~
das, por escuelas y hospitales construidos como
campus aislados. La proliferacién de regulaciones
de zonificacién durance el siglo Xx no tiene pre
cedentes en la historia del disefio urbano, y esa
sobreabundancia de teglas y regulaciones buro-
criticas ha imposibilrado la imnovacién local y el ere
cimiento y ha congelado la ciudad en el tiempo,
El resultado de la sobredeterminacién es lo que
podria llamarse Ciudad Frigil: los ambientes ur
banos modernos se deterioran con mucha mas
rapidez que el tejido urbano heredado de otros
tiempos. Hoy, a medida que los usos cambian, se
destruye los edificios en vex de adaprarlos; la so-
breespecificacién de forma y fancién vuelve
ambiente urbano moderno especialmente sus
ceptible al deterioro. En Gran Bretaiia, la vida
itil promedio de las nuevas viviendas péiblicas es
de 40 afios; la de los nuevos rascacielos neoyor-
quinos es de 33
Podria parecer que en realidad Ja Ciudad Frigil
estimula el crecimiento urbano, hoy que lo nue~
vo arrasa mis répidamente con lo viejo, pero los
hechos también refatan esta impresin. En Estados
Unidos la gente huye de los suburbios en deca
dencia en lugar de reinvertir en ellos; en Gran
Bretatia y el resto de Europa, como en Estados
‘Unidos, “renovar” zonas urbanas deprimidas sig-
nifica a menudo desplazar a quienes han vivido
alli hasta el momento. El “crecimiento” en un
ambiente urbano consiste en algo mucho mis
complicado que el simple reemplazo de lo pre~
cedente; requiere de un didlogo entre el pasado
y el presente, es un asunto de evolucién ances
que de supresién. Este principio vale tanto para
lo social como para lo arquitecténico, No se pue~
de invocar los lazos comunitarios en un instan~
te, con un trazo del lépiz del que planifica; tam-
bién ellos requieren tiempo para desarrollarse,
Los modes actuales de construir ciudades —se-
Peasamiente urbane L)
gregar funciones, homogeneizar la poblacién,
ocupar por medio de la zonificacién y la regu
lacién del significado del lugar a fin de ejercer
la opcién de compra
las comunidades del tiempo y el espacio necesa-
rios para e] crecimiento. La Ciudad Frigid es un.
sintoma: representa una visién de la sociedad mis-
ma como sistema cerrado. El concepto de siste-
ma cerrado persiguié al socialismo de Estado du-
rante todo el siglo XX tanto como dio forma al
capitalismo burocritico, Es una visién de la so-
ciedad con dos atril ioe
no consiguen proveer a
natos esenciales: equil
integracién
El sistema cerrado regido por el equilibrio de-
riva de una idea prekeynesiana de cémo funcio~
na el mercado. Supone le existencia de algo asi
como un resultado final en el que ingresos y gas-
tos s¢ equilibran. En la planificacién estatal, se
presume, los circuitos de retroalimentacién de la
informacién y los mercados internos aseguran
que en los programas no “se asigne de mas” ni
que “un agujero negto trague recursos”; este es
el lenguaje que se empled en reformas recientes
al servicio de salud, y Jos urbanistas lo conocen
por el modo en que se asignan los recursos pa~
ra inffaestructura de transporte. Los limites para
hacer algo realmente bien los marca el temor de
dejar de hacer otras tareas. En um sistema cerra-
do sucede un poco de todo al mismo tiempo.
En segundo lugar, se supone que an sistema ce-
rado debe ser un sistema integrado. Idealmente,
cada parte del sistema tiene un lugar en el dise-
fo total; J2 consecencia de ese ideal es el re:
chazo, la expulsidn de las experiencias que s¢
descacan porque contestan 0 desorientan; se res
ta valor a las que “no encajan”
Evidentemente, cl énfasis en la integracién es un
obsticulo para ¢l experimento; como observ
una vez John Seely Brown, el inventor del {co
no de computadora, el nacimiento de cada avan=
ce tecnolégico plantea una amenaza de trastor-
no y disfuncién a un sistema més amplio. Las
mismas excepciones amenazadoras se producen
en el ambiente urbano, y la ciudad moderna ha
tratado de evitarlas acumulando una montana de
cosas
reapante 27Argentinien, weltweit das beste Rei:
28 ormaranne
Jl pensamiente uibsne
reglas que definen el contexco histérico, arqui-
tecténico, econémico y social;*“contexto” es una
palabra amable pero potente para reprimir cual-
quier cosa que no encaje, en tanto el contexco
asegura que nada sobresalga, ofenda o presente
un desafio. Asi, la coherencia esté plagada de los
pecados del equilibrio y Ia integracién, tanto pa-
12 los planificadores educativos como para los ur-
banistas, ya que los pecados de la planificacién
han cruzado la linea que divide el capitalismo de
Estado y el socialismo de Estado. De este modo
el sistema cerrado delata el horror que el burd-
cxata del siglo xx le tiene al desorden,
SACRE
Lo que contrasta socialmente con el sistema
cerrado no es el mercado libre; tampoco un lu-
gar regido por promotores inmobiliarios es la al-
ternativa a la Ciudad Fragil. Esa oposicién no es
en realidad lo que parcce, La astucia del neoli-
beralismo en general. y del thatcherismo en par-
ticular, consistié en hablar ch lenguaje de 1a li-
bertad mientras manipulaba sistemas burocraticas
cerrados pata beneficio particular de una elite,
‘Del mismo modo, de acuerdo con mi experien-
cia como planificador, los promotores inmobilia
‘Ventisquero Perito Moreno, eln Poblikumsmagnet,
ios de ‘Londres y de Nueva York que mas rui-
dosamente se quejan de las restricciones de z0-
nuficacién son especialistas en utilizarlas a expensas
de las. comunidades. Lo optiesto al sistema cerra
do consiste no en una brutal iniciativa privada
sino en otro tipo de sistema sozial, un sistema so-
cial abierto, En este ensayo me propongo explo-
rar las caracteristicas de este sistema y su imple-
mentacién en vna ciudad abierta.
El sistema abierto, La idea de una citdad abier
(a no es mia;es mérite de la gran urbanista Jane
Jacobs y forma parte de sus argumentos contra
la vision urbana de Le
Corbusier. Jacobs intenté com-
prender qué ocurre cuando los
espacios se vuelven aun tiem
po densos y diversos, como las
calles y plazas repletas, y sus
piiblicas
y privadas; de condiciones ta-
Jes surgen el encuentro inespe-
rado, el descubrimiento feral
@,la innovacién. Crefa, segiin la
feliz sintesis de William Empson
que “las artes surgen de la su
perpoblacién”, Jacobs incenté
definir cstracegias particulares
para el desarrollo urbano, una
vvez que se libera a una ciudad
tanto de las restricciones del
equilibrie como de las de la in-
2 tegracién. Algunas de ellas eran
alentar los agregadas 0 adapta-
ciones estrafalarias y mal consteuidas a edificios
existentes; propiciar usos del espacio piiblico no
del todo compatibles entre si, como el de inst
lar un asilo para enfermos de sida en medio de
una calle comercial. En su opinién, el gran capi~
talismo y los pederoses promotores inmobiliarios
tienden a favorecer la homogeneidad: determi
nada, predecible y equilibrada en su forma. El pa~
pel del planificador radical, entonces, es el de psa~
ladin de la disonancia. Como dice en su famosa
declaracién: “Si 12 densidad y la diversidad dan
a |
C2
funciones son a la vezvida, fa vida que alimentan es desordenada”. La
ciudad abierta recnerda a Napoles; la cerrada,
Francfort.
Por mucho tiempo twabajé felizmense a la som-
bra de Jacobs, tanto por su enemistad hacia el sis-
tema cerrado (el concepto formal es mio, en tea-
lidad) como por su defensa de la complejidad, la
diversidad y la disonancia. Peto hace poco, rele-
yendo su trabajo, deteccé destellos de algo laten-
Xe bajo ese marcado contraste. Si Jane Jacobs es
una anarquista urbana, como a menudo se dice,
entonees ts una anarquista muy particular cuyos
lazos espiricuales la avercan méx 3 Edmund Burke
que @ Emma Goldmann, Para Jacobs, en una cis
dad abierta, asi como en el mundo natvral, las
formas sociales y visuales mutan a través dé va-
riaciones fortuitas; la gente puede absorber el
cambio, participar de él y adaptarse mejor si su-
cede al paso de la vida. Se crata del tiempo ur-
bane evelutive, el lento tiempo necesario para
que una cultura urbana arraigue, y nego acoja
el azar y el cambio y los asimile, Es por esta ra-
zn que Napoles, El Cairo o el Lower East Side
de Nueva York, pese a s pobreza de recursos
todavia “funcionan”, en ¢l sentido de que a sus
hhabicantes les importa mucho el lugar en que vi-
sven. La gente vive dentry de esos expacios, como
si anidara en clos. El tiempo alimenta ese apego
al lugar, En mi propia reflexion, me he pregun-
tado qué ipo de formas visuales podrian pro-
mover esa experiencia del tiempo. :Pueden los
arquitectos diseiiar ese apego? Qué diseiios po-
drian inducir relaciones sociales perdurables, pre-
cisamente por su capacidad de evolucionar y nun-
tar? Una de las propiedades del sistema de la
cindad abierta es la de estructucar visualmente el
tiempo evolutivo, Para hacer més concteta esta
afirmacién, quisiera describir tres elementos sis
cematicos de una ciudad abierta: 1) los territorios
de pasgje, 2) la forma incompleta y 3) fos relatos
de desarrollo
4) Las tervitorios de pasaje. Quisiera deseribir con
cierto detalle Ia experiencia de atravesar diferen-
tes territorios de una ciudad, no slo porque ese
Penvamiente vrbsnol—
acto nos hace conocer Ia ciudad como wn todo,
sino también por las dificaltades que tienen pla
nificadores y arquitectos pata disefar la expe
riencia del pasaje de un lugar a otro. Comenzaté
con los muros, que en apariencia son estructuras
que inhiben el pasaje, y luego exploraré las for
mas en que los bordes del tertitorio urbano fin-
cionan como muros
Sorprenderé que incluya aqui el muro, una
construccién urbana que literalmente encietra a
Ja ciudad. Hasta Ja invencién de la ardilleria, la
gente se refiigiaba tras los muros durante los ata~
ues; las puernas que se les abtian servian ademas pa~
ra regular el comercio entrante y a mentido co-
mo lugares para la recaudacién de impuestos. Tal
vez las grandes murallas medievales, como las que
sobreviven en Aix-en-Provence 0 en Roma, pio-
porcionen una imagen general engahosa: las an-
tiguas murallas griegas eran mas bajas y delgadas.
Pero también nos imaginamos erréneainente
mo funcionaban las mutallas medievales. Si bien
se cerraban por completo, servian también co-
mo sedes del desarrollo no regulado de Ja ciu-
dad: a ambos lados de las murallas de la ciudad
medieval se constritian viviendas; a su ampato bro-
taban mercados informales donde se vendfan bie~
nes libres de impuestos 0 propios del mercado ne-
gro: y en los aledafios de las murallas tendian a
gravitar los herejes, los extranjeros exiliados y otros
inadaptados, ellos también lejos de los controles
del centro. Eran expacios que habrian atraido a la
anirquica Jane Jacobs, pero ambien territorios
que podrian haberse ajustado a su temperamen-
to orginico. En buena medida los muros fan
cionaban como membranas celulares, a la vez po-
rosas y resistentes. La cualidad dual de la membrana
¢s, €n mi opinién, un principio importante para
visualizar otras formas de vida urbana moderna,
Siempre que se construye una barrera, hay que
prever que sea porosa; la distincién entre el in
terior y el exterior debe sor cramsgredible, si no
ambigua
El uso contemporstieo de placas de vidrio
para la construccién de muros no satisface ese
requerimiento; es verdad que a nivel del suelo
‘oreapaTE 29Cleeneamiente urb
30 ormevaeTe
se puede ver lo que hay dentro del edificio, pe-
1o no es posible tocar, oler ni ofr nada
Habitualmente las placas se fijan de manera ri-
gida, con lo que sélo existe un acceso regulado
al interior. La consecvencia ¢3 que a ambos lados
de esos muros transparentes no se desarrolla gran,
coxa, como en el edificio Seagram de Mies van
der Rohe, én Nueva York, o en el nuevo ayun-
tamiento de Londres disefiado por Norman
Foster:a ambos lados del muro hay espacio muer-
tos [a vida del edificio se acumula alli. Por el con-
trario, en ef siglo XIX el arquitecto Louis Sullivan
utilizé placas de vidrio mucho mis primitivas de
un modo mis flexible, como invitaciones a reu-
nitse,a ingresar en el edificio o morar en los bor
des; sus paneles de vidrio funcionan como muros
porosos, Este contraste resala Ia actual falta de ima-
ginacion para que un material modemo tenga efec-
tos sociales. La idea de una pared celular, a la vez
porasa y resistente, puede extenedetse desde edifi-
ios aislados hasta zonas en que se reiinen las di-
ferences comunidades de una ciudad,
2) La forma incompleta, La discusién sobre Los
muros y las fronteras conduce por [égica a una
segunda caracteristica sistematica de la ciudad
abjerta: la forma incompleta. El inacabado pue-
de parecer enemigo de Ja estructura, pero no es
asi. El disefiador necesita crear formas fisicas de
tipo particular,“‘incompletas” de una manera es~
pecial. Cuando se diseiia una calle, por ejemplo,
con la intencién de que los edificios queden re-
tirados respecto de un muro callejero, el espacio
abierto que se deja al frente no es espacio pi
blico; lo que en verdad pasa ¢s que el edificio ha
sido retirado de la calle, Se conocen bien las con-
secuencias pricticas: los peatones tienden a evi~
tar e508 recovecos. Bl disefto mejora si el edificio
se levanta més adelante, en el contexto de otros
edificios; si bien se volvera parte del tejido urba~
tno, ahora algunos de sus elementos volumétri-
os quedarin a la vista en forma incompleta. Hay
algo inacabado en la percepcién del objeto. El
caricter incompleto de la forma se extiende al
propio contexta de los edificios. En la Roma clé-
sica, el Panteén de Adriano coexistia con los edi~
ficios menos distinguidos que lo rodeaban en el
tejido urbano, pese a que los arquitectos del em=
perador Jo habjan concebido como un objeto ati~
torreferencial. La misma coexistencia se aprecia en
muchos otros monuimentos arquitecténicos: la
catedral de Saint Paul en Londres, el Rockefeller
‘Center en Nueva York, la Maison Arabe en Paris,
todos ellos grandes obras que estimulan la cons-
tuccin a su alrededor. En términos urbanos
cuenta mis ese estimulo que el hecho de que los
edificios sean de menor calidad: la existencia de
un edificio localizado de tal modo que aliente el
crecimiento de otras construcciones a su alrede-
dor. El valor especificamence urbano de Jos edi-
ficios deriva hoy de su relacién mutaa; conside~
rados aisladamente, por si mismos, con ¢) tiempo
se vuelven formas incompletas.
La forma incompleta es sobre todo un credo
cxeativo. En has artes plisticas, se manifiesta en la
escultura que se deja deliberadamente inacaba-
da; en la poesia, para utilizar la frase de Wallace
Stevens, se manifiesta en “la ingenieria del frag-
mento”, El arquitecto Peter Eisenman apela en
parte al mismo credo en la expresién “arquitec~
tura liviana”, referida a una arguitectura diseiia~
da para soportar afiadidos 0, mas importante, pa-
ra que pueda ser revisada internamente segin
cambien las necesidades habitacionales. Este cre-
do se opone al simple reemplazo de formas que
caracteriza a la Ciudad Frégil.
3) Los relatos de desarrollo, Nuestro trabajo co
‘mo urbanistas apunta antes que nada a dar for-
ria a los relatos del desarrollo urbano, Con esto
quiero decir que nos concentramos en las etapa
en que un proyecto se despliega. Especificamente,
intentamos entender gué elementos deben tener
lugar primera y cles son las consecuencias del
movimiento inieial, Més que marchar a paso fir-
me hacia el logra de un fin Gnico, observamos
las posibilidades diferentes y conflictivas que
deberia abrir cada etapa del proceso. Mantener
‘neactas esas posibilidades, poner en juego los ele
mentos de conflicto, son acticudes que abren elsistema de disefio. No pretendemos que esta con
cepci6n sea original. Si un novelista empezara el
relato diciendo “pasari esto, a los personajes les su-
cederi aquello y la historia significa esto otro”,
inmediatamente cerrariamos el libro. Toda buena
narraci6n tiene la propiedad del descubrimiento,
de explorar lo imprevisto; el arte del novelista es
dar forma al proceso de esa exploracién. El arte
del disefiador urbano es afin. En suma, se puede
definir un sistema abierto como aquel en el cual
el crecimiento admite el conflicto y la disonan-
cia. Esta definicin se encuentra en el nitcleo del
modo en que Danwin explica la evolucién; en
vez de poner el énfasis en la supervivencia del
mis apto (0 del mis bello), Darwin lo puso en el
proceso de crecimiento como lucha continua en-
tre el equilibrio y el desequilibrio, Un ambien-
te rigido en su forma y estitico en su programa
est condenado en el tiempo; en cambio la bio-
diversidad otorga al mundo natural los recursos
Pensamiento urbano lL)
para cambiar el sustento. Esta visién ecolgica es
igualmente valida para los asentamientos huma-
nos, pero no es Ja que guid la planificacin esta~
tal del siglo Xx. Ni el capitalismo de Estado ni
el socialismo de Estado adoptaron el crecimien-
to tal como lo habia entendido Darwin para el
mundo natural, en medios que permitieran in-
teractuar a organismos con diferentes funciones
y dotados de poderes distintos.
4) El espacio demoadtico, Cuando la ciudad fan
ciona como un sistema abierto ~incorporando
Jos principios de porosidad del territorio, inde-
terminacién narrativa y forma incompleta-, se
vuelve democritica, no en un sentido legal sino
en tanto experiencia fisica. En el pasado, el pen-
samiento sobre la democracia se concentraba en.
cuestiones de gobernabilidad formal; hoy, en la
ciudadania y en cuestiones de participaci6n. Este
{iltimo es un tema muy relacionado con la ciu-
omapasre 31CTVeensamisnto wrbane
Imdgenes. Lux Lindnes, de la serie “Las Princesas
Vivirdn, Las Terroristas Moran’.
Lecturas. Richard Sonnet: es autor de numeroses
aniculos libros, entre los: Come y pied. El
caerpo y (a ciudad en fe iilaecén eetdental
(Madrid, Alianzs, 1997}; Le corasion del cendter
os consecuencan personales del traboj en el nuevo
Lopitalieme (Barcelona, Aragrasna, 2000); Vido ur
‘bana ienided persono! (Barcelona, Peninsula,
2001}; F espe, Sobre la dignidad del horabre en
un mundo de desgualded (Barcelona, Anagram,
2003): La culture del mueo capitalize (Barcelona,
Anagrama, 2006). También ha exert tres nove:
Ine: The Fog Whe Dored to Croak (Nuevs York,
area, Straass & Giroux, 1982), An Evening of
Brahms (Nueva York, Knopf, 1984) y Palats-Roya!
‘(Nueva York, Knopf, 1986; Barcelona, Versal,
1988).
Richard Sennett (Chicago, 1943) es profesor de
Sociologia en la London Schoo! of Economics
(donde dirge el Programa Ciudades) y en e!
Massachusetts Instcute of Technology. Este ensa
yo aparecié en Towards on Urban Age, publicacién
del ciclo Urban Age (Berle, noviembre de 2006).
Se publica en Otro pare por primera vez en espa
Rol con autorizacién de autor
32 ormanate
dad fisica y su diseio. Por ejemplo, en la antigua polis, los atenienses
hacian un uso politico de) ceatro semicitcular, una forma arquitecté-
nica que pprovela de buena actistica y permitia ver claramente a los ora-
dores durante los debates; atin més, hacia posible ofr las respuestas de
orcas personas. En Jos tiempos modernos no existe un modelo simi-
lar de expacio demoeritico ni, ciertamiente, una concepeién clara de
‘espacio ‘urbano demoeritico. John Locke definié la democracia en
érminos de un cuerpo de leyes que podian Nevarse a la practica en
cualquier lugar. Para Thomas Jefferson, la democracia era enemiga de
1a vida en has ciudades; pensabs que los espacios que requeria no po
‘dian ser mayores que uma aldea. Su concepcidn persiste. A Jo largo
de los siglos XIX y XX, los defensores de las précticas democriticas
las han édentificado con Jas comunidades pequefias, locales, y con las
xelaciomes cara a cara. La ciudad de hoy es enorme, esti repleta de
migranees y etnias diversas, v los habitantes pertenecen a muchas co-
munidades diferentes a la vez: por trabajo, familia, hibitos de consu-
mo y preferencias de diversion, Para ciudades como Londres y Nueva
York, cuya escala las ha cransformado cn globales, el problema de la
participacién ciudadana radica en cémo cada cual puede sentirse co-
nectade con los demas cuando es necesariamente imposible que lo co-
nozcan. “Espacio demotritico” significa crear un foro para que estos
extraiios interactiten,
Un buen ejemplo de cémo puede implemencarse esto se ha dado
en Londres, con la creacién det cormedor qute conecta 1a catedral de
‘Saint Paul y la Tate Modern Gallery mediante el nuevo Puente del
“Milenio. Si bien est altamente definido, el corredor to es una for~
ma cerrada; a lo largo de ambas margenes del Tamesis esté incenti-
vando la regeneracién de edificios latetales no relacionados con sus
propios objetivos y su disetto, Casi inmediatamente después de su
apertara, el corredor ha estitnulado mezclis hnformales y conexiones
einre Yas personas que lo oedean a ple-y ha propiciado ciert facili-
dad de trato entre extrafies, que es cl famdamento para un sentido
verdaderamente moderno del “nesowros”. He ahi un espacio demo-
exicico. Bl problema que enfentan hoy las ciudades participativas es
como crear, en imbitos menos ceremoniales, algo de ese sentido de
familiatidad entre extraiios. Es un problema del diseiio de espacios
ptiblicos que ataie alos hospitales,Ja construccién de escuclas utba-
nas, los grandes complejes de oficinas, la renovacién de las calles co-
merciales y particularmente a las sedes de trabajo gubernamental.
Cémo abrir esos espacios? ;Cémo tender un puente entre el interior
y elexterior? zCémo generar nuevo crecimiento a partir del disefio?
3Cémo hacer para que la forma visual invite al compromiso y la iden-
tificactén? Estas son las apremiantes preguntas que el disevio un
debe responder en la Edad Urbana, &
“Traduccisn de Silvina Cucchi