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TD rensamiente urbane 26 oreapate La ciudad abierta De cémo se podria transformar la ciudad del sistema cerrado en espacio urbano de participacién. El sistema cerrado y la Ciudad Fragil. Las ciuda- des donde todos quisieran vivir debecian ser lim- pias y seguras, tener servicios piblicos eficientes, apoyarse en una economia dinmica, proveer es- timulos culturales y, al mismo tiempo, esforzarse por emediar las divisiones sociales de raza, cla~ se y origen étnico. No son las ciudades en que vivimos. Las ciudades fracasan en todos estos as- pectos a causa de politicas gubernamentales, ma- les sociales irreparables y fuerzas econémicas que escapan al control local. La ciudad no es duefia de si misma. Aun asf, algo ha fallado, y radical~ mente, en relacién con nuestra idea de lo que deberia ser la ciudad como tal, Es necesario que imaginemos qué aspecto tendria en concreto una cindad limpia, segura, eficiente, dinimica, esti~ mulante y justa -y que esas imagenes enfrenten criticamente a nuestras autoridades con lo que deberian hacer, pero precisamente la imagina cidn critica de la ciudad es débil. Esa debilidad es un problema particularmente moderno: el arte de diseftar ciudades decayé de manera dristica a miitad del siglo Xx, He aqui una paradoja, ya que Jos que hoy planifican cuentan con un arsenal de herramientas tecnolégicas ~desde la ilumina cién hasta la edificacion de puentes y eineles, pasando por los materiales de construccién— que hace apenas cien afios los urbanistas no habian empezado siquiera a concebir: disponemos de mis recursos que en el pasado, pero no los usa~ mos con gran creatividad Podemos seguir el rastro de esa paradoja hasta Megar a una gran falla: la sobredeterminacién, tanto de las formas visuales de la ciudad como de sus fimciones sociales. Las tecnologias, que ha- cen que Ja experimentacién sea posible, han si, do subosdinadas a un xégimen de poder que ne- cesita orden y control. En todo el mundo, los urbanistas previeron la “manfa del control” del Nuevo Laborismo con mis de medio siglo de antelacin; atenazada por imagenes rigidas y tra zados precisos, la imaginacién urbana perdié vi- talidad. En particular, lo que falta en el urbanis- mo moderno es sentido del tiempo; no el de la retrospeccién nostilgica sino el tiempo con mi- ras al futuro, la ciudad entendida como proceso y con el imaginario que cambia por el uso, un producto de la imaginacién urbana formado por Ja anticipacién, abierto a la sorpresa.A mediados de los veinte, el Plan Voisin que Le Corbusier concibié para Paris fue un presagio del congela- miento de la imaginacién urbana, Se trataba de reemplazar nna amplia franja del centro histéri- co de la ciudad con edificios uniformes en for- ma de X; se eliminaria la vida piblica del nivel de Ia calle y el uso de todos los edificios estaria coordinado por un ‘nico plan maestzo. No sélo es que su arquitectura sea una especie de manu- factura industrial de edificios; con e) Plan Voisin, Le Corbusier intenté, eliminando la vida no re- gulada a nivel del suelo, destruir precisamente aquellos elementos sociales de la ciudad que obran cambios a lo largo del tiempo; la gente vive y trabaja, aislada, més arriba, Esta distopia se materializé de varias maneras. El tipo de edificacién del Plan modelé a vivienda publica desde Chicago hasta Moscii, en forma de urbanizaciones cuyas viviendas parecian galpones para los pobres. La desttuccién delibe- rada de la vibrante vida callejera propuesta por Le Corbusier se hizo realidad en el crecimiento de suburbios para las clases medias, donde las calles comerciales fueron reemplazadas por shopping malls monofuncionales, por comunidades cerca~ das, por escuelas y hospitales construidos como campus aislados. La proliferacién de regulaciones de zonificacién durance el siglo Xx no tiene pre cedentes en la historia del disefio urbano, y esa sobreabundancia de teglas y regulaciones buro- criticas ha imposibilrado la imnovacién local y el ere cimiento y ha congelado la ciudad en el tiempo, El resultado de la sobredeterminacién es lo que podria llamarse Ciudad Frigil: los ambientes ur banos modernos se deterioran con mucha mas rapidez que el tejido urbano heredado de otros tiempos. Hoy, a medida que los usos cambian, se destruye los edificios en vex de adaprarlos; la so- breespecificacién de forma y fancién vuelve ambiente urbano moderno especialmente sus ceptible al deterioro. En Gran Bretaiia, la vida itil promedio de las nuevas viviendas péiblicas es de 40 afios; la de los nuevos rascacielos neoyor- quinos es de 33 Podria parecer que en realidad Ja Ciudad Frigil estimula el crecimiento urbano, hoy que lo nue~ vo arrasa mis répidamente con lo viejo, pero los hechos también refatan esta impresin. En Estados Unidos la gente huye de los suburbios en deca dencia en lugar de reinvertir en ellos; en Gran Bretatia y el resto de Europa, como en Estados ‘Unidos, “renovar” zonas urbanas deprimidas sig- nifica a menudo desplazar a quienes han vivido alli hasta el momento. El “crecimiento” en un ambiente urbano consiste en algo mucho mis complicado que el simple reemplazo de lo pre~ cedente; requiere de un didlogo entre el pasado y el presente, es un asunto de evolucién ances que de supresién. Este principio vale tanto para lo social como para lo arquitecténico, No se pue~ de invocar los lazos comunitarios en un instan~ te, con un trazo del lépiz del que planifica; tam- bién ellos requieren tiempo para desarrollarse, Los modes actuales de construir ciudades —se- Peasamiente urbane L) gregar funciones, homogeneizar la poblacién, ocupar por medio de la zonificacién y la regu lacién del significado del lugar a fin de ejercer la opcién de compra las comunidades del tiempo y el espacio necesa- rios para e] crecimiento. La Ciudad Frigid es un. sintoma: representa una visién de la sociedad mis- ma como sistema cerrado. El concepto de siste- ma cerrado persiguié al socialismo de Estado du- rante todo el siglo XX tanto como dio forma al capitalismo burocritico, Es una visién de la so- ciedad con dos atril ioe no consiguen proveer a natos esenciales: equil integracién El sistema cerrado regido por el equilibrio de- riva de una idea prekeynesiana de cémo funcio~ na el mercado. Supone le existencia de algo asi como un resultado final en el que ingresos y gas- tos s¢ equilibran. En la planificacién estatal, se presume, los circuitos de retroalimentacién de la informacién y los mercados internos aseguran que en los programas no “se asigne de mas” ni que “un agujero negto trague recursos”; este es el lenguaje que se empled en reformas recientes al servicio de salud, y Jos urbanistas lo conocen por el modo en que se asignan los recursos pa~ ra inffaestructura de transporte. Los limites para hacer algo realmente bien los marca el temor de dejar de hacer otras tareas. En um sistema cerra- do sucede un poco de todo al mismo tiempo. En segundo lugar, se supone que an sistema ce- rado debe ser un sistema integrado. Idealmente, cada parte del sistema tiene un lugar en el dise- fo total; J2 consecencia de ese ideal es el re: chazo, la expulsidn de las experiencias que s¢ descacan porque contestan 0 desorientan; se res ta valor a las que “no encajan” Evidentemente, cl énfasis en la integracién es un obsticulo para ¢l experimento; como observ una vez John Seely Brown, el inventor del {co no de computadora, el nacimiento de cada avan= ce tecnolégico plantea una amenaza de trastor- no y disfuncién a un sistema més amplio. Las mismas excepciones amenazadoras se producen en el ambiente urbano, y la ciudad moderna ha tratado de evitarlas acumulando una montana de cosas reapante 27 Argentinien, weltweit das beste Rei: 28 ormaranne Jl pensamiente uibsne reglas que definen el contexco histérico, arqui- tecténico, econémico y social;*“contexto” es una palabra amable pero potente para reprimir cual- quier cosa que no encaje, en tanto el contexco asegura que nada sobresalga, ofenda o presente un desafio. Asi, la coherencia esté plagada de los pecados del equilibrio y Ia integracién, tanto pa- 12 los planificadores educativos como para los ur- banistas, ya que los pecados de la planificacién han cruzado la linea que divide el capitalismo de Estado y el socialismo de Estado. De este modo el sistema cerrado delata el horror que el burd- cxata del siglo xx le tiene al desorden, SACRE Lo que contrasta socialmente con el sistema cerrado no es el mercado libre; tampoco un lu- gar regido por promotores inmobiliarios es la al- ternativa a la Ciudad Fragil. Esa oposicién no es en realidad lo que parcce, La astucia del neoli- beralismo en general. y del thatcherismo en par- ticular, consistié en hablar ch lenguaje de 1a li- bertad mientras manipulaba sistemas burocraticas cerrados pata beneficio particular de una elite, ‘Del mismo modo, de acuerdo con mi experien- cia como planificador, los promotores inmobilia ‘Ventisquero Perito Moreno, eln Poblikumsmagnet, ios de ‘Londres y de Nueva York que mas rui- dosamente se quejan de las restricciones de z0- nuficacién son especialistas en utilizarlas a expensas de las. comunidades. Lo optiesto al sistema cerra do consiste no en una brutal iniciativa privada sino en otro tipo de sistema sozial, un sistema so- cial abierto, En este ensayo me propongo explo- rar las caracteristicas de este sistema y su imple- mentacién en vna ciudad abierta. El sistema abierto, La idea de una citdad abier (a no es mia;es mérite de la gran urbanista Jane Jacobs y forma parte de sus argumentos contra la vision urbana de Le Corbusier. Jacobs intenté com- prender qué ocurre cuando los espacios se vuelven aun tiem po densos y diversos, como las calles y plazas repletas, y sus piiblicas y privadas; de condiciones ta- Jes surgen el encuentro inespe- rado, el descubrimiento feral @,la innovacién. Crefa, segiin la feliz sintesis de William Empson que “las artes surgen de la su perpoblacién”, Jacobs incenté definir cstracegias particulares para el desarrollo urbano, una vvez que se libera a una ciudad tanto de las restricciones del equilibrie como de las de la in- 2 tegracién. Algunas de ellas eran alentar los agregadas 0 adapta- ciones estrafalarias y mal consteuidas a edificios existentes; propiciar usos del espacio piiblico no del todo compatibles entre si, como el de inst lar un asilo para enfermos de sida en medio de una calle comercial. En su opinién, el gran capi~ talismo y los pederoses promotores inmobiliarios tienden a favorecer la homogeneidad: determi nada, predecible y equilibrada en su forma. El pa~ pel del planificador radical, entonces, es el de psa~ ladin de la disonancia. Como dice en su famosa declaracién: “Si 12 densidad y la diversidad dan a | C2 funciones son a la vez vida, fa vida que alimentan es desordenada”. La ciudad abierta recnerda a Napoles; la cerrada, Francfort. Por mucho tiempo twabajé felizmense a la som- bra de Jacobs, tanto por su enemistad hacia el sis- tema cerrado (el concepto formal es mio, en tea- lidad) como por su defensa de la complejidad, la diversidad y la disonancia. Peto hace poco, rele- yendo su trabajo, deteccé destellos de algo laten- Xe bajo ese marcado contraste. Si Jane Jacobs es una anarquista urbana, como a menudo se dice, entonees ts una anarquista muy particular cuyos lazos espiricuales la avercan méx 3 Edmund Burke que @ Emma Goldmann, Para Jacobs, en una cis dad abierta, asi como en el mundo natvral, las formas sociales y visuales mutan a través dé va- riaciones fortuitas; la gente puede absorber el cambio, participar de él y adaptarse mejor si su- cede al paso de la vida. Se crata del tiempo ur- bane evelutive, el lento tiempo necesario para que una cultura urbana arraigue, y nego acoja el azar y el cambio y los asimile, Es por esta ra- zn que Napoles, El Cairo o el Lower East Side de Nueva York, pese a s pobreza de recursos todavia “funcionan”, en ¢l sentido de que a sus hhabicantes les importa mucho el lugar en que vi- sven. La gente vive dentry de esos expacios, como si anidara en clos. El tiempo alimenta ese apego al lugar, En mi propia reflexion, me he pregun- tado qué ipo de formas visuales podrian pro- mover esa experiencia del tiempo. :Pueden los arquitectos diseiiar ese apego? Qué diseiios po- drian inducir relaciones sociales perdurables, pre- cisamente por su capacidad de evolucionar y nun- tar? Una de las propiedades del sistema de la cindad abierta es la de estructucar visualmente el tiempo evolutivo, Para hacer més concteta esta afirmacién, quisiera describir tres elementos sis cematicos de una ciudad abierta: 1) los territorios de pasgje, 2) la forma incompleta y 3) fos relatos de desarrollo 4) Las tervitorios de pasaje. Quisiera deseribir con cierto detalle Ia experiencia de atravesar diferen- tes territorios de una ciudad, no slo porque ese Penvamiente vrbsnol— acto nos hace conocer Ia ciudad como wn todo, sino también por las dificaltades que tienen pla nificadores y arquitectos pata disefar la expe riencia del pasaje de un lugar a otro. Comenzaté con los muros, que en apariencia son estructuras que inhiben el pasaje, y luego exploraré las for mas en que los bordes del tertitorio urbano fin- cionan como muros Sorprenderé que incluya aqui el muro, una construccién urbana que literalmente encietra a Ja ciudad. Hasta Ja invencién de la ardilleria, la gente se refiigiaba tras los muros durante los ata~ ues; las puernas que se les abtian servian ademas pa~ ra regular el comercio entrante y a mentido co- mo lugares para la recaudacién de impuestos. Tal vez las grandes murallas medievales, como las que sobreviven en Aix-en-Provence 0 en Roma, pio- porcionen una imagen general engahosa: las an- tiguas murallas griegas eran mas bajas y delgadas. Pero también nos imaginamos erréneainente mo funcionaban las mutallas medievales. Si bien se cerraban por completo, servian también co- mo sedes del desarrollo no regulado de Ja ciu- dad: a ambos lados de las murallas de la ciudad medieval se constritian viviendas; a su ampato bro- taban mercados informales donde se vendfan bie~ nes libres de impuestos 0 propios del mercado ne- gro: y en los aledafios de las murallas tendian a gravitar los herejes, los extranjeros exiliados y otros inadaptados, ellos también lejos de los controles del centro. Eran expacios que habrian atraido a la anirquica Jane Jacobs, pero ambien territorios que podrian haberse ajustado a su temperamen- to orginico. En buena medida los muros fan cionaban como membranas celulares, a la vez po- rosas y resistentes. La cualidad dual de la membrana ¢s, €n mi opinién, un principio importante para visualizar otras formas de vida urbana moderna, Siempre que se construye una barrera, hay que prever que sea porosa; la distincién entre el in terior y el exterior debe sor cramsgredible, si no ambigua El uso contemporstieo de placas de vidrio para la construccién de muros no satisface ese requerimiento; es verdad que a nivel del suelo ‘oreapaTE 29 Cleeneamiente urb 30 ormevaeTe se puede ver lo que hay dentro del edificio, pe- 1o no es posible tocar, oler ni ofr nada Habitualmente las placas se fijan de manera ri- gida, con lo que sélo existe un acceso regulado al interior. La consecvencia ¢3 que a ambos lados de esos muros transparentes no se desarrolla gran, coxa, como en el edificio Seagram de Mies van der Rohe, én Nueva York, o en el nuevo ayun- tamiento de Londres disefiado por Norman Foster:a ambos lados del muro hay espacio muer- tos [a vida del edificio se acumula alli. Por el con- trario, en ef siglo XIX el arquitecto Louis Sullivan utilizé placas de vidrio mucho mis primitivas de un modo mis flexible, como invitaciones a reu- nitse,a ingresar en el edificio o morar en los bor des; sus paneles de vidrio funcionan como muros porosos, Este contraste resala Ia actual falta de ima- ginacion para que un material modemo tenga efec- tos sociales. La idea de una pared celular, a la vez porasa y resistente, puede extenedetse desde edifi- ios aislados hasta zonas en que se reiinen las di- ferences comunidades de una ciudad, 2) La forma incompleta, La discusién sobre Los muros y las fronteras conduce por [égica a una segunda caracteristica sistematica de la ciudad abjerta: la forma incompleta. El inacabado pue- de parecer enemigo de Ja estructura, pero no es asi. El disefiador necesita crear formas fisicas de tipo particular,“‘incompletas” de una manera es~ pecial. Cuando se diseiia una calle, por ejemplo, con la intencién de que los edificios queden re- tirados respecto de un muro callejero, el espacio abierto que se deja al frente no es espacio pi blico; lo que en verdad pasa ¢s que el edificio ha sido retirado de la calle, Se conocen bien las con- secuencias pricticas: los peatones tienden a evi~ tar e508 recovecos. Bl disefto mejora si el edificio se levanta més adelante, en el contexto de otros edificios; si bien se volvera parte del tejido urba~ tno, ahora algunos de sus elementos volumétri- os quedarin a la vista en forma incompleta. Hay algo inacabado en la percepcién del objeto. El caricter incompleto de la forma se extiende al propio contexta de los edificios. En la Roma clé- sica, el Panteén de Adriano coexistia con los edi~ ficios menos distinguidos que lo rodeaban en el tejido urbano, pese a que los arquitectos del em= perador Jo habjan concebido como un objeto ati~ torreferencial. La misma coexistencia se aprecia en muchos otros monuimentos arquitecténicos: la catedral de Saint Paul en Londres, el Rockefeller ‘Center en Nueva York, la Maison Arabe en Paris, todos ellos grandes obras que estimulan la cons- tuccin a su alrededor. En términos urbanos cuenta mis ese estimulo que el hecho de que los edificios sean de menor calidad: la existencia de un edificio localizado de tal modo que aliente el crecimiento de otras construcciones a su alrede- dor. El valor especificamence urbano de Jos edi- ficios deriva hoy de su relacién mutaa; conside~ rados aisladamente, por si mismos, con ¢) tiempo se vuelven formas incompletas. La forma incompleta es sobre todo un credo cxeativo. En has artes plisticas, se manifiesta en la escultura que se deja deliberadamente inacaba- da; en la poesia, para utilizar la frase de Wallace Stevens, se manifiesta en “la ingenieria del frag- mento”, El arquitecto Peter Eisenman apela en parte al mismo credo en la expresién “arquitec~ tura liviana”, referida a una arguitectura diseiia~ da para soportar afiadidos 0, mas importante, pa- ra que pueda ser revisada internamente segin cambien las necesidades habitacionales. Este cre- do se opone al simple reemplazo de formas que caracteriza a la Ciudad Frégil. 3) Los relatos de desarrollo, Nuestro trabajo co ‘mo urbanistas apunta antes que nada a dar for- ria a los relatos del desarrollo urbano, Con esto quiero decir que nos concentramos en las etapa en que un proyecto se despliega. Especificamente, intentamos entender gué elementos deben tener lugar primera y cles son las consecuencias del movimiento inieial, Més que marchar a paso fir- me hacia el logra de un fin Gnico, observamos las posibilidades diferentes y conflictivas que deberia abrir cada etapa del proceso. Mantener ‘neactas esas posibilidades, poner en juego los ele mentos de conflicto, son acticudes que abren el sistema de disefio. No pretendemos que esta con cepci6n sea original. Si un novelista empezara el relato diciendo “pasari esto, a los personajes les su- cederi aquello y la historia significa esto otro”, inmediatamente cerrariamos el libro. Toda buena narraci6n tiene la propiedad del descubrimiento, de explorar lo imprevisto; el arte del novelista es dar forma al proceso de esa exploracién. El arte del disefiador urbano es afin. En suma, se puede definir un sistema abierto como aquel en el cual el crecimiento admite el conflicto y la disonan- cia. Esta definicin se encuentra en el nitcleo del modo en que Danwin explica la evolucién; en vez de poner el énfasis en la supervivencia del mis apto (0 del mis bello), Darwin lo puso en el proceso de crecimiento como lucha continua en- tre el equilibrio y el desequilibrio, Un ambien- te rigido en su forma y estitico en su programa est condenado en el tiempo; en cambio la bio- diversidad otorga al mundo natural los recursos Pensamiento urbano lL) para cambiar el sustento. Esta visién ecolgica es igualmente valida para los asentamientos huma- nos, pero no es Ja que guid la planificacin esta~ tal del siglo Xx. Ni el capitalismo de Estado ni el socialismo de Estado adoptaron el crecimien- to tal como lo habia entendido Darwin para el mundo natural, en medios que permitieran in- teractuar a organismos con diferentes funciones y dotados de poderes distintos. 4) El espacio demoadtico, Cuando la ciudad fan ciona como un sistema abierto ~incorporando Jos principios de porosidad del territorio, inde- terminacién narrativa y forma incompleta-, se vuelve democritica, no en un sentido legal sino en tanto experiencia fisica. En el pasado, el pen- samiento sobre la democracia se concentraba en. cuestiones de gobernabilidad formal; hoy, en la ciudadania y en cuestiones de participaci6n. Este {iltimo es un tema muy relacionado con la ciu- omapasre 31 CTVeensamisnto wrbane Imdgenes. Lux Lindnes, de la serie “Las Princesas Vivirdn, Las Terroristas Moran’. Lecturas. Richard Sonnet: es autor de numeroses aniculos libros, entre los: Come y pied. El caerpo y (a ciudad en fe iilaecén eetdental (Madrid, Alianzs, 1997}; Le corasion del cendter os consecuencan personales del traboj en el nuevo Lopitalieme (Barcelona, Aragrasna, 2000); Vido ur ‘bana ienided persono! (Barcelona, Peninsula, 2001}; F espe, Sobre la dignidad del horabre en un mundo de desgualded (Barcelona, Anagram, 2003): La culture del mueo capitalize (Barcelona, Anagrama, 2006). También ha exert tres nove: Ine: The Fog Whe Dored to Croak (Nuevs York, area, Straass & Giroux, 1982), An Evening of Brahms (Nueva York, Knopf, 1984) y Palats-Roya! ‘(Nueva York, Knopf, 1986; Barcelona, Versal, 1988). Richard Sennett (Chicago, 1943) es profesor de Sociologia en la London Schoo! of Economics (donde dirge el Programa Ciudades) y en e! Massachusetts Instcute of Technology. Este ensa yo aparecié en Towards on Urban Age, publicacién del ciclo Urban Age (Berle, noviembre de 2006). Se publica en Otro pare por primera vez en espa Rol con autorizacién de autor 32 ormanate dad fisica y su diseio. Por ejemplo, en la antigua polis, los atenienses hacian un uso politico de) ceatro semicitcular, una forma arquitecté- nica que pprovela de buena actistica y permitia ver claramente a los ora- dores durante los debates; atin més, hacia posible ofr las respuestas de orcas personas. En Jos tiempos modernos no existe un modelo simi- lar de expacio demoeritico ni, ciertamiente, una concepeién clara de ‘espacio ‘urbano demoeritico. John Locke definié la democracia en érminos de un cuerpo de leyes que podian Nevarse a la practica en cualquier lugar. Para Thomas Jefferson, la democracia era enemiga de 1a vida en has ciudades; pensabs que los espacios que requeria no po ‘dian ser mayores que uma aldea. Su concepcidn persiste. A Jo largo de los siglos XIX y XX, los defensores de las précticas democriticas las han édentificado con Jas comunidades pequefias, locales, y con las xelaciomes cara a cara. La ciudad de hoy es enorme, esti repleta de migranees y etnias diversas, v los habitantes pertenecen a muchas co- munidades diferentes a la vez: por trabajo, familia, hibitos de consu- mo y preferencias de diversion, Para ciudades como Londres y Nueva York, cuya escala las ha cransformado cn globales, el problema de la participacién ciudadana radica en cémo cada cual puede sentirse co- nectade con los demas cuando es necesariamente imposible que lo co- nozcan. “Espacio demotritico” significa crear un foro para que estos extraiios interactiten, Un buen ejemplo de cémo puede implemencarse esto se ha dado en Londres, con la creacién det cormedor qute conecta 1a catedral de ‘Saint Paul y la Tate Modern Gallery mediante el nuevo Puente del “Milenio. Si bien est altamente definido, el corredor to es una for~ ma cerrada; a lo largo de ambas margenes del Tamesis esté incenti- vando la regeneracién de edificios latetales no relacionados con sus propios objetivos y su disetto, Casi inmediatamente después de su apertara, el corredor ha estitnulado mezclis hnformales y conexiones einre Yas personas que lo oedean a ple-y ha propiciado ciert facili- dad de trato entre extrafies, que es cl famdamento para un sentido verdaderamente moderno del “nesowros”. He ahi un espacio demo- exicico. Bl problema que enfentan hoy las ciudades participativas es como crear, en imbitos menos ceremoniales, algo de ese sentido de familiatidad entre extraiios. Es un problema del diseiio de espacios ptiblicos que ataie alos hospitales,Ja construccién de escuclas utba- nas, los grandes complejes de oficinas, la renovacién de las calles co- merciales y particularmente a las sedes de trabajo gubernamental. Cémo abrir esos espacios? ;Cémo tender un puente entre el interior y elexterior? zCémo generar nuevo crecimiento a partir del disefio? 3Cémo hacer para que la forma visual invite al compromiso y la iden- tificactén? Estas son las apremiantes preguntas que el disevio un debe responder en la Edad Urbana, & “Traduccisn de Silvina Cucchi

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