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Museo de Arte Romano Mérida Arquitecto: José Rafael Moneo Paseando por el museo ter y construccién, manera y estilo, popularidad y aris- tocracia, son los temas en los que se centra el interés de {a arquitectura internacional, la construccién de un museo de ante romano es, a'la ver, una ocasi Nada hubiera sido mas fécil y a Io ver justifiable que haber aprovechado la iteralidad del encargo (en Mérida junto al weatro y al anfiteatro romanos) para justifcar un despliegue figurativo donde la representacién romana ee hubiera hecho cargo del carfcter del edficio, o si se quiere una dave més moderna, haber recurrido a cualquiera de las metiforas sobre € lenguaje clisico que con tanta asiduidad podemos contem- plar en las arquitecturas de boy. ‘Ambos caminos, por su actual academicismo y legibii- ‘dad contemporinea, habrian permitido salir con buen pie det empeio. Sin embargo,'Ia propia elementalidad del plantea- miento agouria su interés, quedndonos exclusivamente’ fa posibilidad de la eritica al desarrollo, al “cacho" y al delle, fin cuestionar la oportunidad de la posicién de pantida, E’ tiempos donde tipo y watado, ciudad y elificio, cardc- ‘yun reto para cualquier Javier Frechilla No es a este tipo de planteamientos a los que nos tiene acostumbrados Rafael Moneo. En sus obras te encuentra siem- [pre una coraza de maturalidad, casi de racional obviedad, que ‘protege” a las mismas de anilisis indiscietos. El consenso enire expertos y profanos sobre 12 calidad de Bankinter, por ejemplo, ratificaria mi anterior aseveracién. Sin embargo, de- ‘is de,la méscara de la senciller en €l vientre del caballo de Troya— se nos muestra tn camino, en cierta medida inicféu- 0, donde lo senciflo se nos revela compuesto, la idea elemen- tal como suma de muchas ideas, el inspirado artista deviene twabajador artesano, donde la obra, en definitiva, puede em ‘garse en su gran diversidad de registros ylecturas en Ia ranqui- Tidad de ser bien entendida y extimads. Sin duda est condicién voluntariamente compleja, por matizada, de la persoialidad del profesor Moneo esen Mérida ‘ain mis aousada y —si se me permite— mis oporura. A deselar,en parte, esta condicién dedicaremot lat préximas Hineas. La fuerte impresién que el museo sin dda produce no Ja encontramos, de entrada, en sus fachadas. En una ciudad discreta como e la Mérida de hoy, el collage de ss ruinas ARQUITEGTURA romanas emergiendo en ls sitios mis dispares esa mas fuer impresion que podemos recibir trasladanvdonos en el tempo 9 lo que era una colonia de veteranos de las legiones Gémina ‘Alaudee. En este extaio juego las fachadas del elificlo, emp 2ando por la principal, no quieren intervenr. Més al cont rio, renuncian incluso & preseniarnos el famafio del edi disolviéndolo en la fragmentacién compositiva, en l repe del rediente en el tratamiento doméstico de las contravent @ incluso en Ia “subordinacin a lx calle” de su altura po medio de las cristaleras de la nave. La humildad de escala trato-en lat fbricar de ladrillo exteriores nos recuerdan elgg “bien estar" propio de la mayoria de ls eificios elaborado bajo el empirismo sajéu 0 nérdico. Parece un edifice dd campus de Cambridge.- antes de Stirling So una nota ~dis cordante a primera vista— puede sorprendernos: el puentelg ‘metilico que une ambas partes del edifico salvando las ruinas A pesar de ello, embargados por el tono general det efi’ ‘speraremnos encontrar en so interior la explicscién funcional etl desmesura. Tampoco al waspasar el umbral tenemos por qué comprender la importanciay potencia dl dintl mar réreo, exeavado con Ia rotulacién de Leonardo, 0 el valor inieidtico que la futura puerta de bronce debe tener. Nuesua seguridad de encontrarnos en un espacio efieazmente modem rho va a ser menor cuando desde la recepcién entreveamos Ia rampa que nos conduce a la coleccién. Seri justamente cu2n- io, sin poder fisicamente acceder, vslumbremos a waves de puente Ia gran nave cuando nuestra perplejidad aumentard y Sparecers Ia duda de si lo hemes clasificado conectamente Poco durard éta. Al peneuar en la gran sala comprende- emos nuestro err: este no es un edificio modemar es obra de romanos. La sobrecogedera sensacién de la gran escala del ‘espacio, redundantemente afirmada en cada tiuro fajén orada- 19 <0 por los areos nas alirma en esta Glkima conviccién. Nada {queda de lo doméstico. de los repliegues de la fachada compren- didos, ahora, en toda su condicién medieval de tens conta fyeres, La constuccién To inunda todo. Tmaginamos coi facilidad su arduo proceso de construc. idm de obra civil: cofre de ladrillo y argamasa interior. Nues tra atencién, eh conuaste con la magnitud del espacio, st 2 centra en el delle. Frotmos la geomerria y caligratia del despiece, calibramos el davelado del ladsill, medimos anchos y alturas, sentimos la inoportuna calidad del ladrille © os sscasos puntos donde el alba no atendié al aparejo como merecia © l solados no resolv la estereotomia con fortuna. y Finalmente, constuimos la-seccién que debid estar sobre tablero del arquitecto muy al principfo de un trabajo, Greemos haher encontrado In clave fudamental del edii- | cio: el eardcter es a construccién, Firmitas romanas para un rmuseo de arte romano. ‘Ahora bien, en cuanto prestamos mayor atencién a la seccién nuevos datos nos obligan @ matizar nuesua anterior aseveracin, Sobre a seccidn “romana” esperariamos encontcat fijado el orden jerarquizado de la eonstruccién que, partiendo de sus fundaciones, en precise extratigratia de sus elementos y cquilibrada posicidn de sus partes establecera la simetra det edict, Sin embargo, nada de esto encontramot en ella. Los distintos forjados horizontaes se nox muestran ala mancra ‘moderna, corbusiana, como planot suspendidos dentro del ‘espacio mural definido por la caja constructive. Este aspecto cobra mas fuerza al contemplar que esto esas! to s6lo en los niveles intermedios, en las pasarelas, sino que también Ia propia losa del suelo del museo corta como una cuchills los hhuccos de les arcos estableciendo wna delicada linea de fot cion que evidencia su independencia conceptual del otro siste Cobran ahora importancia fundamental dos condiciones de Tos edificios modernos donde el espacio es protagonist: la Iz y las circulaciones. Monco nos indica que un museo es un ikineratio, un recorrido, un paseo arquitecténico por este espa cio silente atin mas reforzado por la singular presencia de la Jun, homogénea en la techumbre y particularizada a cada lado de la seccién y en cada tramo de la planta; en la mayoria de los casos de forma sorprendemte y oculla Pero, asimismo, un museo es una determinada relacién, tuna mediacién enue To expuesto y quien la contempla. Seri cate un musco-almacén decimonénico; un lugar donde el abi- garramiento de la exposicion, la densidad més que la calidad, eel valor de la colecci6n, estableciendo an equilibrio entre 1a, ‘expuesio y Jo construido, que en delicado tnidngulo con el ‘observador —mvis certeramente, el erudito— dejar ‘lumo el papel de figura sobre el complejo fondo, ‘exterior, de Ia Mérida destoralada que lo rode Un criterio bien distinto se observa en Ja parte adminis- wativa y de oficinas. La referencia a la casa se hace bien patente ya desde las conraventanas a las bocas de perro en las, Duhardillas y hasta en intrépido collage— Ia reticula de Iadrilloy cristal en los Inboratorios. De ahi, la necesidad del puente, el nexo de unién y separacién entre el tiempo suspendido del almactn y lo cotidia- no del trzhajo que en una clave profundamente romdntica permite que la ruina, et vestigio romano, emerja por debajo haciendo evidente Ja Mérida subyacente, la estratigrafia en la que el edificio metaféricamente se apoya para obtener st mximo significado utilitario, jslado del ARQUITECTURA Seguramente terminaremos nuestro recortido descendien: do muevamente por la rampa, hacia la oscuridad, para entrar en Ia geografia de la ruina ordenada por la cantografia de los ruros y (an certeramente tratada con tierra apisonada,salien do o,,mejor dicho, entrando por un largo winel, come Alicia, en las ruinas de Emérita, De vuelta del teatro quizi nos volvamos a acercar al edificio. Podremos descubrir 0 recordar minimos detaies que ayudan @ la definicién del cardcter del mismo: las baranillas ims ligeras (no ast las otras, ms propias de un espacio urbano exterior, en. mi opinién) evocando las protecciones propias de Jas exeavaciones arqueoldgicas o la sutl referencia que en su condicin de edificio de ladrillo hace de las vestauraciones de los afios ueinta realizadas con ladrillo para identifica lo origi- nal, normalmente en piedia o mirmal de Jo completado rehecho. Observando nuevamente sus fachadas descubriremos Jas numerosas claves que étas nos facilitaban sobre la condi- cidn del edificio, desde su posici6n geogrifica hasta su condi- cidn constructiva. Poco nos interesard entonces claificarlo de luna manera sencilla: Como las buenas peliculas o los euadros insignes no es una sola historia la que se cuenta ni un solo primer plano el que se cuida. Cuando se observa atentamente Ja armonfa de ta composicién son todos lot registro, la aten- idm varieda, la mesura de. todas las partes las que mos hacen ver como natural y senéillo lo que lleva, sin embargo, una Targa y minuciosa elaboracién en el proyecto y en la eject Por el acierto ep este amplio registro ¢s por lo que no creo equivocarme al asegurar a este edilicio romano, roménti- ‘oy moderno, la misma popularidad entre expertos y profanos ‘que el Bankinter consiguié, TE. Museo de Mérida 115 Museo Nacional de Arte Romano 16. Museo de Mérida 7 Museo de Mérida Director: D. José Maria Alvarer Saenz de Buruaga ARQUITECTURA ud “coma drm op olen t 118 Museo de Mérida ng é 7 E & g & Museo de Mérida ARQUITECTURA 120 Museo de Mérida ARQUITECTURA a Museo de Mérida 12) ARQUITECTURA DM eit: ad clisica se despierta en el Renadi rmiemto, cantera inagotable de restos de ‘su glorioso pasado. EI Museo Nacional de Arte Romano, asi califieado por el decreto 2.764 de 1967, que se. proyecta, pretende, pues, dar digno albergue a las colecciones que. hhoy se conservan en Ia iglesia de Santa (Clara, con la previsién de espacio preci- 0 pata que se puedan también deposi tar en él los hallazgos que, sin duda han de producirse en el futuro, El museo ddebers, pues, ser tanto un episodio que complete la visita del turista como archi vo vivo capaz de permitir al estudioso la lasifcacién del material procedente de ‘ete incesante yacimiento. Permitasenos ‘Gitar unos pirrafos del informe prepara ddo en su dia por don José Alvarez Sten dde Buruaga, director del museo, en los ‘que se insiste sobre los vonceptos ante- Hormente expuestos. “Este museo no es un museo provin- al, sino el museo mis importante de poblacién hispana de la Epoca romana, fa colonia Augusta Emérita, capital de Ta Lusitania, méxima creacin estatal de Roma en Espafia, que leg6 a ser en el siglo IV la novena ciudad del Imperio. ET museo en el futuro puede formar tun todo impresionante con el teatro, el anliteatto, “Casa del anfiteauo” yruinas de viviendas romanas existentes por ‘excavar entre el monumento y el solar del establecimiemt, Finalmente, la construccién del edifi- io, que exige excavaciones previas en el lugar elegido, permitira salvar y presen tar “in situ", dando gon ello ejemplo a los constructores emeritenses, lot restos ‘que sabemos hay detajo de la muralla Pero antes de entrar en la descripcién el edifcio quiero hacer constar eusles than sido os eriterios bisicos que han ‘estado presentes para datos de partida en Ia redaccién del proyecto. En primer lugar, la conciencia de que l edificio deberia responder, sin prejui- ios, a la imporiancia que el tema en- cerraba; lo que, dicho en otras palabras, ‘querria decir que la modestia del medio urban en el que el museo ha de levan- ‘arse quedaria, en opinién del arquitec- to, ranslormada con Ia preven: edificio que, por su misma cf trarado de la ciudad, podti derado como antici sorprendente especticulo a que da lugar el espléndido conjunto de ruinas ro- YY KE 122 Afuseo de Mérida ARQUITECTURA, 123 Museo de Mérida ARQUITECTURA Asi el edficio, sobre Ia calle José Ra Méida, aparecers como una serie de contrafuertes sesgados que, en sia e& eueta construccién, harin evidente tno de los principios en que se fundé ta arquitectura romana y que el arquitecto autor del proyecto del museo querria ‘que éscetuviese: a soides de Tas Fibricas La insistencia y la repeticin del ema consuructivo —el contrafuerte— mostra- via, por otra parte, la estructura misma del museo: el edificio que se proyecta aspira tanto a ser digno marco de los restos del pasado de Ia ciudad romana, ya encontiados, come. depdsito de los futuros hallazgos que lo conviertan casi {de modo automdtico en archivo vivo de Jos mismos. Esta condicién de museo-ar chivo se hace sentir en la imagen misma el edificio, vista la influencia que em la smisma tiene la repeticiin de los elemen Una cierta voluntad de rememorat y evocar el pasado romano se hace, por otra parte, sentir en el proyecto: el mie se0, sin caer en Ia imitacién estricia de le arquitectura romana, deberia ser capaz de sugerir al visitante el orden de las dimensiones entendiendo la palabra fen su mis amplio sentido—, que sin dude tuyo em su dia la Mérida romana, De abi el que se hayan adoptado siste mas de consiruccién romanos —al pie de Ia Tetra— y que a ellos quede contfia- da, y no @ molduras y drdenes, Ia sti faccidn del desea de proximidad al mun- o romano que ext abiertamente en la ‘ase del proyecto. 124 Museo de Mérida oes uatindose de construir un mn seo en el que los restos romans enctien- tren un marco adecuado, Ia alusién, no inmediata, no evidente, pero en cas0 al- _guno ausentc, al mundo romano, parece poco menos que inevitable. Act, el sistema de construccién rom: tna —el hormigén enwe fabrica de ladr Ho para ta formactén de los muros— ha dado lugar aun edificio en el que la estructura de los mismos da soporte fo mala la arquitectura. Una arquiteecura, pues, de muros en Ia que el problema de Jos intervalos, las proporciones, los hue- €05, tc, son los elementos claves. Pero este sistema de muitos paralelos se transforma al encontrarse con otto ‘que con él interfiere el sistema de vacios, hasta producir en ef cerna central Ia fice ci6a de una nave, Este sets et tema do- minante del proyecto y de la relacién dialéctica entre el orden wansversal de Jos mares y el longitudinal creado por el vacio que les axcos en ellos producen, surge el espacio que hard de mareo para la vida de los objetos que los arquedlo- 08 con tanto trabajo han reseatado & través det tiempo, EI sistema de maros vansversales de- fine ast toda una serie de naves que, por su condicién deliberadamente secund- Hla, asumirin el cardcter buseado para el museo: el museo como inmensa bibliote- 2 de restos pétreos. Una serie de corre Udores y pasarelas da a estas naves Iz pos sibilidad de ser ocupadas en altura, a un tiempo que permiten nuevas visiones de Ja nave cental episodio primero, como ya quedé dicho, ef museo La interseccién entre el sistema de ures y el sistema de vacios resuelve ast la organizacién en planta del edificio ‘que podria también entenderse como un stan espacio Gnico, & modo de nave, en el que obviamente quedarin instaladas las piezas de mas valor, y unos corredo- res perpendiculares que pueden dar co- bijo a colecciones menores mis capaces de provocar el interés del estudiosa que el del gran piiblic. Et hecho de que estos muros manten- «gan una conexidn enue sa través de un paso hace que la visita pueda ser zigna- seante y que el visitante curioso pueda, on absoluta continuidad, ver por com: pleto todas las colecciones que eustod el museo, La geometria del solar y el trazado de Ja calle José Ramin Mélida da lugar a ue la fachada sobre dicha calle no se produzca ortogonal a Ia direceién de los ‘muros y la formacién de unos espacios de dimensi6n variable definidos envre los, Jiemaos de muro de fachada comprendi- dos entre fos contrafuertes y el muro que come paralelo a la nave. ‘Quedarfan tales espacios iluminades por unas ventanas aleas impidiendo el muro paralelo de que antes hablébamos que el sol peneuee ditectamente sobre fa Esta fuemte de luz indirecta que expe: ramos bafie eficazmente la importante coleccidn de estatuas romanas que alber- ef musco estaria complementada por tuna iluminacién cenital, neutra, que se ARQUITECTURA Museo de Mérida 127 ARQUITECTURA L Bee esseeceseeee 128 Afuseo de Méride 129 a a 3 2g Museo de Mérida ARQUITECTURA 130 Espacio principel dl Museo, vistas de detale Museo de Mérida ARQUITECTURA produce a To largo de as naves ransver- sales meniores Por ditimo, ventanas a norte garanti- arian una luz directa necesaria para que las Idpidas y as inscripciones queden bien iluminadas, Los objetos quedarian, par tanto, © Dien exentos sobre pedestals en ta nave principal o bien incrustrados en los mu- tos 0 instalados en vitrinas adosadae a ‘los: una cierta visién de lo que son algunos claustros romanos o bien alga nos grabados de Piranesi serfan To mas cereano a Ta imagen que el arquitecto se hha formato de Jo que pudiera sr el ruseo. En cuanto a los mosaicos se piensa que la posicién mas favorable para so ‘contemplacién et sobre lor muros, dada Ja iluminacién con que se cuenta, aun: que ello no serfa Sbice para que algunos Ae ellos quedasen sobre los pavimentos si asi ce juzgaba oportuno. La planta de las rainas, como puede lobservarse en las seeciones y en Tas plan tas, se conserva integramente como espa cio abierto cuya accesibilidad abr me: jorado mediante una operacién de enca- ehado y en el que aparecen los rmuros apeados en arcos, definiéndose un inte resante ambiente en el que la colisién cnire las ruinas y la arguitectura que sobre ellas se Jevanta nos haria una ver rds sentimos préximot a la construc cién romana; las ruins, por otra parte, quelarfan comunicadas con et recinto

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