Você está na página 1de 4

Metamorfosis laurelianas

Prlogo a Dafne

Nastero Olvido
I

Quererte ha sido la astucia del soador


Cuando enfrenta extenuantes vrtigos,
Tropiezos que sobresaltan
Al mejor postor
An en las penumbras.
Con hallarte sonre el anatema
Para que hierban los capullos,
Y el alma obtiene su propia voz
Entre ms lejos las tardes:
Echada entre los prados,
Deambulando pensamiento,
Uniendo las fibras del mismo sueo
Por donde te has ido
A pernoctar en los caminos que se eligen
Uno para el otro.
Caminos distantes en la franca delicia
Donde los manjares que ya no estn
A merced de las moscas.
Mieles fundido tosco
Cuando raudo me descubro
Prendido de tu aroma,
Digitando continuidad
Revuelta
Sobre los patios florales de la conciencia.
Ms lejos y solo, sudor y arena.

II

Despus del mecenazgo y las estrellas


Manando en los albores, vrtigo,
Confn por relmpagos.
Si supiera festejar
Este momento yndose de mi lado,
Respirara con emocin
El haberte conocido,
Aunque fuese en la prehistoria.
Qu reptante este sudor:
Desciende lento pero seguro,
Rehaciendo las fibras de lo inmvil,
Arrebatando visuales enloquecidos
Con las centellas por delante.
Quiero cantar Laurel divino
Que te has ido,
Hora que la montaa
Se llena de cicatrices,
El bosque bebe a sus pies.

III

Si recordamos una era


Para la cual nunca nacimos,
Si nos hemos visto florecer
En medio de nebulosos pasajes
Alguna desquiciada razn
Que te soara cruzar por esa puerta,
Regresar laureles dispuestos
Completar el relmpago
Que nace de tu ombligo,
Tan malvada como incierta,
Tan desconocida la victoria.
IV

Camino por los bosques


Donde una vez reinaste,
Al norte fijo de las constelaciones
Que llamas aventura.
Slo queda el rito de tus huellas,
La danza luminosa de tu risa
Quemando las amapolas.
Voy abrindome periferias
Desde los pulmones sin reflejos,
A la espera de un silencio,
Como Petrarca frente al torbellino
Donde quebr su ensoacin.
Laudrmeda, musa sin causa,
Joya excitada por ser descubierta
Bajo la rebelda del peso pluma.
He all la persecucin del tiempo,
De donde los hroes
Han hurtado el signo de tus leyendas:

Você também pode gostar