Cuando enfrenta extenuantes vrtigos, Tropiezos que sobresaltan Al mejor postor An en las penumbras. Con hallarte sonre el anatema Para que hierban los capullos, Y el alma obtiene su propia voz Entre ms lejos las tardes: Echada entre los prados, Deambulando pensamiento, Uniendo las fibras del mismo sueo Por donde te has ido A pernoctar en los caminos que se eligen Uno para el otro. Caminos distantes en la franca delicia Donde los manjares que ya no estn A merced de las moscas. Mieles fundido tosco Cuando raudo me descubro Prendido de tu aroma, Digitando continuidad Revuelta Sobre los patios florales de la conciencia. Ms lejos y solo, sudor y arena.
II
Despus del mecenazgo y las estrellas
Manando en los albores, vrtigo, Confn por relmpagos. Si supiera festejar Este momento yndose de mi lado, Respirara con emocin El haberte conocido, Aunque fuese en la prehistoria. Qu reptante este sudor: Desciende lento pero seguro, Rehaciendo las fibras de lo inmvil, Arrebatando visuales enloquecidos Con las centellas por delante. Quiero cantar Laurel divino Que te has ido, Hora que la montaa Se llena de cicatrices, El bosque bebe a sus pies.
III
Si recordamos una era
Para la cual nunca nacimos, Si nos hemos visto florecer En medio de nebulosos pasajes Alguna desquiciada razn Que te soara cruzar por esa puerta, Regresar laureles dispuestos Completar el relmpago Que nace de tu ombligo, Tan malvada como incierta, Tan desconocida la victoria. IV
Camino por los bosques
Donde una vez reinaste, Al norte fijo de las constelaciones Que llamas aventura. Slo queda el rito de tus huellas, La danza luminosa de tu risa Quemando las amapolas. Voy abrindome periferias Desde los pulmones sin reflejos, A la espera de un silencio, Como Petrarca frente al torbellino Donde quebr su ensoacin. Laudrmeda, musa sin causa, Joya excitada por ser descubierta Bajo la rebelda del peso pluma. He all la persecucin del tiempo, De donde los hroes Han hurtado el signo de tus leyendas: