por las diócesis MAYAGÜEZ

11 al 17 de julio de 2010 ev: 17

“Jesús Mi Mejor
Amigo”

SAMUEL Villanueva
Para El Visitante
Durante el mes de junio se llevó a cabo el
campamento de verano “Jesús Mi Mejor Ami-
go”, en la capilla Nuestra Señora Del Rosario de
la Parroquia San Carlos Borromeo de Aguadilla.
Participaron alrededor de 100 niños y jóvenes, de
las edades 4 a 14 años. Tuvieron la oportunidad
de disfrutar de distintas actividades como depor-
tes, juegos, manualidades, dinámicas, ejercicios,
bailes, canciones y repostería. En este tiempo de
alegría y diversión, disfrutaron en un ambiente
sano, donde se enfatizaron los valores cristianos.
Foto suministrada
De esta manera, mantenemos a las generaciones
que se levantan ocupadas en actividades que los
ayudan a crecer y a madurar como buenos cris-
tianos. Gracias a esos buenos organizadores que
año tras año dan lo mejor de sí, al equipo de lí-
deres que impartieron el pan de la enseñanza y a
los feligreses de nuestra comunidad, por su com-
promiso con nuestra Iglesia y sus niños. El campa-
mento finalizó el sábado, 26 de junio, con la Santa
Misa, celebrada en la Capilla Nuestra Señora del
Rosario, por Padre Wilson Montes. Luego, tuvi-
mos la exhibición de los trabajos realizados por
los niños y un ágape para la comunidad.

Alegría por el centenario de nuestra Capilla

ÁNGEL A. Vargas Valle
Para El Visitante
La Capilla Santa Ana del barrio Quebrada Grande de
la ciudad de Mayagüez cumple 100 años.
Como preámbulo a las próximas fiestas patronales
que se llevarán a cabo del 18 al 26 de julio, se celebró
una Santa Misa conmemorativa al centenario de la edifi-
cación, el sábado, 26 de junio. Presidió la Eucaristía Mon-
señor Ulises Aurelio Casiano Vargas, nuestro Obispo en la
Diócesis de Mayagüez. Como siempre, su ánimo jocoso y
entrega paternal al oficio litúrgico, atrajo sobre sí la aten-
ción de los presentes, pudiendo disfrutar de un momento
de aprendizaje y de comprensión de las Sagradas Escritu-
ras, al mismo tiempo que se celebra el más hermoso sa-
crificio que la humanidad puede ofrecer al Padre Eterno,
la Santa Misa.
Rememorar lo que pudo ser la vida de Santa Ana y
de San Joaquín junto a la Santísima Virgen María, de las
penurias y dificultades que pudieron sufrir y sobrellevar
con paciencia y de las alegrías que sólo en el seno de la
familia se pueden disfrutar; bien puede servir de ejem-
plo para nuestras propias familias. Hoy más que nunca
necesitan de un modelo claro y diáfano, pero sobre todo
práctico, para enseñar a los hijos lo que es la vida, par-
tiendo del amor que Dios nos tiene, nos regala y quiere
que nosotros regalemos.
La presencia de Monseñor como uno de los suceso-
res de los apóstoles fue de gran regocijo y estímulo para
nuestra comunidad, que ya ansiaba la presencia de su
pastor. Durante la homilía, nos habló de los padres de la
Santísima Virgen María, Santa Ana y San Joaquín, patro-
nes de nuestra Iglesia. Explicó los valores y virtudes que
nos enseñan y nos dejan para nuestra imitación, para que
alcancemos algún día la eterna morada.
Antes de concluir la celebración eucarística, el Obis-
po bendijo un nuevo sagrario, obsequio de la comunidad
a su Soberana Majestad, Jesús en el Santísimo Sacramen-
to del Altar, alimento perpetuo de las almas y centro de
toda acción pastoral y misionera de la Iglesia universal.
Si teníamos un bello templo para las celebraciones litúr-
gicas, no podíamos menos que tener un sagrario digno
para el Amor de los amores.
De la Misa a la mesa, como el propio Monseñor nos
invitó a concluir la Eucaristía. La comunidad tuvo la opor-
tunidad de acercarse personalmente a su pastor. Hubo
momentos verdaderamente emotivos, pues personas hu-
mildes que no pensaban tener tan cerca a su pastor, pu-
dieron sentirlo como lo que es: un padre que nos muestra
de manera limitada el inmenso amor que el buen Padre
Dios nos tiene. Agradecemos a Dios por tantos dones
concedidos durante estos cien años. A nuestro Obispo,
por la deferencia de querer compartir con nosotros tan
bello momento y a nuestro Párroco, Monseñor Héctor
Rivera. Que Jesús, José, María, Joaquín y Ana bendigan
nuestra comunidad y al mundo entero.
(El Autor es feligrés de la Capilla Santa Ana).