Le Comusier(detale de
Figura 96)
Viviendas, 1928, Fassae,
Francia
Retorno al orden:
Le Corbusier y la
arquitectura moderna
en Francia, 1920-1935
Tras la guerra de 19r4-1918, en los circulos artisticos franceses hubo una
cenérgica reacciGn en contra de Ia anarquia y el experimentalismo incon-
trolado de las vanguardias de preguerra. Se consideraba necesario un
«cetorno al orden». Pero mientras que para algunos esto significaba una
vuelta a los valores conservadores y un rechazo de la modernidad, para
otros significaba aceptar los imperativos de la tecnologia moderna. Lo que
complicaba atin més la situaci6n era que tanto los pesimistas culturales,
como el poeta Paul Valéry, como los utépicos tecnolégicos como Le Cor-
busier invocaban el espiritu del clasicismo y la geometria
En el periodo posterior a la guerra hubo muy poca actividad arquitec-
t6nica en Francia hasta 1923, ylos arquitectos se limitaron principalmente
a proyectar viviendas particulares. Este capitulo tratars del desarrollo de la
vanguardia francesa tal como surgi de esta situacion, con Le Corbusier
como su representante mis creativo y vigoroso.
Le Corbusier antes de la | Guerra Mundial
Charles-Edouard Jeanneret (1887-1965), mas tarde conocido como Le
Corbusier, se formé en Ia escuela de artes y oficios de La Chaux-de-
Fonds, en la Suiza de habla francesa, donde aprendié una profesién, gra~
bador de relojes, antes de asistir al curso superior con Charles LEplatte-
nier, quien le persuadié de que se hiciese arquitecto. Jeanneret trabajé
unos meses en Paris con Auguste Perret en 1908, y entre 1910 y 1911 pas6
otros cuantos meses en Alemania preparando un informe sobre las artes
aplicadas alemanas, encargado por el propio L’Eplattenies, su profesor en
Suiza.
‘Mientras estaba en Alemania conocié a Theodor Fischer, Heintich
‘Tessenow y Bruno Paul, trabaj6 brevemente en el estudio de Peter Beh-
rens y asisti6 a.un importante congreso del Deutsche Werkbund, patroci-
nado por la industria del cemento, en el que estuvieron presentes la mayo-
ria de las lumbreras de la vanguardia alemana. Luego viaj6é por los
Balcanes, Estambul y Atenas. El diario y las cartas que Jeanneret escribié
durante este viaje muestran que estaba atrapado entre su amor por las
artes vernaculas «femeninas» de Europa oriental y Estambul, y su admi-
racién por el clasicismo «masculino» de la antigua Grecia, que él identifi-
caba con el espititu del racionalismo moderno. La impresién causada por
el Partenén, combinada con las enseflanzas de Perret y Behrens, lo con
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