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JESUS, IVAYA CRUZ! Introduccién 1. 7. Dios mira a sus hijos que claman a El en los barrios pobres. Lejos de los arboles, en medio de la contaminacién de las grandes ciudades. iCémo ha cambiado el escenario de aquella ma- fiana tranquila del Edén! Han pasado 6.000 aiios desde que Dios dijera a Adén desnudo - {Dénde estés?. Las almas de los hombres estén desnu- das y sus corazones frfos. Se esconden de Dios. Son personas diferentes pero con el mismo pro- blema - jel pecado! - iOtra época? - Sf 10tra soluci6én? jNo! Jesucristo es el mismo hoy y para siempre, declara "Si yo fuere levantado de la tierra a todos atraeré a Mi Mismo", Juan 12:32. Millones de personas perdidas y asustadas que van dando tumbos por la vida, lo necesitan de- sesperadamente {No les oyes? En boca de: Job (23:3) gritan desesperados: "Oh si yo supiera donde encontrarle para que pudiera llegar hasta Su Trono". Algunos viajarian gustosos hasta el fin de la tierra, darian todo lo que poseen si tan sdlo pudieran encontrarle y al hacerlo, conocer las respuestas a los problemas de sus corazones doloridos {Es dificil encontrar el camino de la cruz? En Busca Del Calvario Le Tlustracién 1. I EN BUSCA DEL CALVARIO Un muchacho adventista estudiante para pastor, cumpli6é el suefio de su vida al hacer un viaje a la Tierra Santa "Si yo pudiera ver la tierra donde vivié mi Sefior, a caso pudiese compren~ der su gran amor, ahondar mi confianza y aumen- tar mi fe" se dijo. Asi que se fue a Belén al lugar donde los ange~ les cantaron cuando la estrella de los mensaje- ros celestiales conducia a los pastores a ir a adorar al rey nacido en un pesebre. Viaj5 por la carretera de Jeric6 y metié las manos en el rfo Jord&n, cerca del lugar donde el cielo se abri6é y se oyé la voz de Dios reconociendo a Su Hijo cuando Jesfis salia del agua acompafiado del poderoso predicador, Juan el Bautista. Volviendo a Jerusalem, el joven turista deseaba encontrar la colina del Calvario. Alli se arro- dillarfa en el sitio donde se habia clavado la cruz donde murié el Principe de Gloria. Su experiencia es verdadera, y tiene un signifi- cado especial para cada uno de nosotros. La lucha de este muchacho vagando en Jerusalem, buscando el Calvario, es realmente una parabola que descubre muy bien la experiencia de millones. Os voy a dar las palabras del joven tal y como €1 las escribié. “arabes corrian a un lado al dirigirme por el camino pedregoso de las afueras de Jerusalem, temprano un sdbado por la mafiana, el sol ascen- dfa por el monte de los olivos, y encendié las murallas de la antigua ciudad Santa. Ando m&s de prisa de lo que acostumbro porque esta mafiana encontraré el camino a la colina del Calvario. He de ver el lugar donde Jesfs, mi Salvador, dio su vida por mf. Ando hacia la falda de la colina. A penas noto los chiquillos mendigos y los asnos, las mujeres con velo y los vendedores callejeros. Mi mente est& llena de los pensamientos del Cristo cru- cificado, gira al rededor de la figura solitaria que lleva una corona de espinas clavada en la cruz. Como a lo largo del polvoriento sendero buscando ansiosamente una abertura en la muralla que ro- dea la colina. Aqui est& la calle que circula por el sur de la puerta de Damasco. Sigo esta carretera hacia la entrada principal de Jerusa- lem. Veo un letrero a mi izquierda que dice: "Al Sepulcro, al Jardin, y al Calvario". Es la sefial que estaba buscando. Corro por estre- cho sendero. Paso por el portal de los terrenos de la tumba del jardin. Pasa por mi mente en pensamiento de una tranquila majiana sabatica, mucho tiempo ha, cuando el Sefor dormfa en la Tumba de José. Delante de mi aparece otro portén que seguramen— te dara paso al sendero del Calvario. Con ansie- dad miro para ver si la puerta esté abierta. Es muy temprano por la majiana. Acaso naide haya venido para abrir la puerta del sendero del Calvario. jQue bien! La antigua puerta est& abierta, la atravieso corriendo, paso a un jar- din, paso a otro port6n y me encuentro con una joven mujer arabe delante de la puerta de su cocina, "{Habla Ud. inglés? Le pregunto con un poco de miedo, al darme cuenta de que he pe- netrado en su jardin. “Habla Ud.. francés? Me pregunta a su vez ella, Yo le expongo mi pro- blema en mi mal francés, y le pregunto: "iDénde 7. 3. est& el Camino del Calvario?". En su rostro se dibuja una sonrisa de asombro y repite: iCalvario?" mueve la cabeza. A buen seguro que viviendo a la sombra de la sagrada colina debe conocer el camino. Entonces llama a una amiga que aparece en una puerta contigua. "Oh, No!, Ud. debe salir de la puerta y tomar el otro camino". "zQuiere usted decir que he de volver a la puerta de Da~ masco e ir por la carretera de los muros de la ciudad?". "Si" responde. De repente me doy la vuelta y corro por el sen- dero. Paso la entrada de la tumba del jardin y salgo a la agitada calle. Casi no veo la gran puerta de Damasco y la colorida muchedumbre que entra en la parte amurallada de la antigua Jeru- salem. Doy la vuelta a la esquina y me dirijo hacia el este por la calle que lleva a la famosa carretera de Jericé. Miro a mi izquierda, veo las sefiales que dieron a la colina el nombre “lugar de la calavera". En la falda de la colina estén trabajando algu- nos jévenes 4rabes. Seguramente me podraén decir el camino que lleva a la cumbre. "{Cémo puedo llegar a la cumbre del Calvario?". Se quedan asombrados, uno me sugiere: "Vuelva (a) la calle alrededor del camino y algo cansado vuelvo a la carretera. He recorrido la mitad del camino alrededor de la colina. Llego a la esquina, junto a la puerta de Herodes, giro al norte, me paro. Busco entre las gentes que pasan a alguien que me sefiale el camino. Un hombre con vestido occidental se para jcomprenderdé inglés? ",Dénde est& el ca- mino del Calvario?" pregunto de nuevo. "Busca el camino de Israel?". "No, el camino del Cal- vario?". Extrafiado sefiala a un hombre alto vestido de blanco que se acerca. "Pregiémtele a eu". 7. 4. El hombre alto se para, le repito la pregunta, casi asustado " jAcaso no existe camino para encontrar el Calvario? jAcaso no haya viajado para estar en este sitio sagrado tan sélo para ofr que no existe camino para ir a la cima. Mira a su alrededor y responde. "Al1f abajo. Pero es dificil encontrar. Ha de volver a preguntar. Después de unos pasos encuentro una puerta. Un antiguo frabe esta sentado a un lado. "{Es este el camino del Calvario?". "Si" contesta, y se levanta. "{Puedo pasar?" pregunto con vacilacién. Me hace sefias con la mano para que pase. {Por fin me dirijo hacia la cima!. En la cima de la colina aquel muchacho - ahora Evangelista se arrodilla y se entrega de nuevo al Salvador. Tomando papel y pluma escribe: "Pocas personas parecen conocer el camino del Calvario. Las personas descuidadas - que viven tan cerca ~ parecen incapaces de ayudar a un buscador a encontrar el sendero que lleva al pié de la curz". - Para aquel joven la tristeza agobiadora de un Salvador levantado e ignorado, llegé a ser una realidad espantosa. iNo habfan vivido é1 y otros jévenes adventistas cerca de Jerusalem?, y, sin embargo, habian sido incapaces de dirigir un pecador al camino de la cruz? Nuestro joven escribié: “La Parabola de la Bisqueda del Calvario' Por W. K. Nelson. Perdén, amigo, {Podria Ud. indi- carme el camino al famoso Calvario? No.- Lo siento. Nunca tuve tiempo para saber cual era. Pregunté a otro y a otro mis. Y of lo que ya me habfan dicho. El camino es Aspero y diffcil de encontrar, es demasiado empinado para Ud. 10h no se preocupe!". 72 5. Me detengo en la calle y observo a las gentes. Sus canciones sus gestos, su risa ruidosa. tAlguien conoce? jAlguien se preocupa? {Tiene alguien una esperanza que compartir conmigo? Llega un joven con su cabeza erguida sus ojos brillan como el cielo matutino. Tiene un 1li- bro en la mano. Su voz es clara: "de tal mane- ra amé Dios...". Son sus claras palabras. Ahora mismo hay uno junto a Ud. que pregunta por el camino. Esta observando lo que tu vida dira: "Estoy demasiado ocupado. - Que "no me preguntes". jE1 seguirte a ti le llevara al Calvario? II LA SUPREMA PRUEBA DEL AMOR DIVINO 1. El descenso de Cirsto de su honorable lugar de gloria a la cruz cruel del Calvario, se descu- bre en Filipenses 2:6-8 (leerlo). a). Aqui encontramos escrito que podemos contem- plar y maravillarnos de los pasos inconcebi- bles del sacrificio que Cristo el Hijo de Dios dio para que t@ y yo podamos cambiar hoy una vida de pecado por el gozo de la wida eterna. b) El texto nos dice: (versiculo 6) que Cristo era en forma de Dios. Sf, Cristo, la Pala- bra, el Verbo, era Dios. Todo fue hecho por El. (Colosenses 1:14-17). Todo ser viviente le reconocfa como su Creador. Todas las estrellas que corren vertiginosamente por el espacio son guiadas por Su mano omnipotente. Los elementos obedecieron Su voz y aparecieron mundos a Su: mandato. * Su figura era hermosa. Sus dominios giran hasta més alld del‘universo. Toda la creacién se movia dirigida por El. Imagingos, si podéis, el amor que movid a este maravilloso Hijo a sacrificarse a si mismo como se describe en el siguiente versiculo (leer Filipenses 2:7). a) "Se anonad6 asf mismo" ;Pensad en lo que hizo! b) c) a) La majestad del Cielo naciendo en un pesebre. Desde su nacimiento cuando el posadero le negé una habitacién, y a través de toda Su vida los hombres le cerraron las puertas de sus corazo— nes. Lo triste del caso y que todavfa los hombres hoy rechazan a El, que sacrificé todo, no le permiten entrar en el santuario de sus corazones. El que descuidemos asf Su sacrificio salvador, debe quebrantar el coraz6n de Cristo. "Toman- do forma de siervo, hecho semejante a los hombres". JesGs no solamente se sacrificé a Si mismo al dejar el cielo y venir con for- ma humana, sino que vino literalmente como siervo de los hombres. No eligié nacer como hijo de un rey poderoso sino como hijo obe- diente de un humilde carpintero. Mirad al nifio Jesfis en el taller de carpinterfa aprendiendo a transformar la riistica madera en muebles fitiles, Miradle luego llamando a ru- dos pescadores a ser sus amigos intimos hasta ser transformados en santos. Tomd para si la manera de vivir de los hombres mas humildes. Trabaj6 duro para ganarse el pan. Y fue ten- tado en todo como nosotros lo somos. jQué asombroso! el Hijo de Dios permitié ser ataca~ do por Satan. Pero su experiencia fue mucho mas dura que la nuestra, a fin de que pudiera llegar a ser un Salvador mucho mas poderoso de lo que nosotros podiamos pedir jamas. Jests en Su ministerio eligis ayuda a personas a quienes la sociedad despreciaba. A caso no hayais visto nunca un leproso, pero por las fotografias de los tales, podemos ver sus _ miembros comidos por tan terrible enfermedad. El amor maravilloso de Jess buscd a los tales para curarles. Buscé a los enfermos y a los pecadores y se humillé para ser su compafiero. 3. Pero si Cristo no hubiera ido m&s lejos, alguien podria decir: "Jesiis no lo pasé del todo mal". Curaba a los enfermos, alimentaba a las multitu- des, resucitaba a los muertos y expulsaba a los demonios. "Pero el versiculo siguiente fue es- crito para que toda boca se calle. Este versi- culo es el testimonio que nadie puede sondear (Fil. 2:8). Se humilldé hasta 1a muerte. a) Pensamos en Jesiis lavando los piés de Judas, sabiendo que pronto le iba a traicionar. Va- yamos luego a Getsemani y una vez alli guar- demos silencio contemplando al Rey de Reyes y Sefior de Sefiores. Mir&mosle pensando en el precio que ha de pagar por la redencién del alma humana. Observadle en la agonfa que ha de sufrir. Nos asombra ver a sus amigos m4s queridos durmiendo, iNo podrian sacrificar los pocos momentos que quedaban para consolar a su Maestro? iNo podemos nosotros sacrificar los pocos momentos que nos quedan en este mundo para la obra que El nos ha llamado? III LO QUE JESUS HIZO POR NOSOTROS 1, Allf esta Cristo, arrodillado en la agonfa del propio sacrificio por ti y por mi. No era de- masiado tarde para escapar. Podria haberse le- vantado y con su gran poder consumir con llamas este malvado mundo en.aquel mismo momento. En “N oo tre, SN te ere soem stones Soe reese mae cambio ord "Padre sea hecha tu voluntad" y en verdad, que el Padre sufrfa con el sacrifi- cio de su Hijo. Los angeles estaban tristes y silenciosos al ver como el Padre celestial retraia su amor consolador cuando Cristo se preparaba a morir con el dolor de la segunda muerte, para que nosotros no tuviésemos que gustar de esa agonia. Llegaron los guardias. La hueste asesina busca a Jesfis de Nazaret para asesinarle. jA Jesfis! Quien incluso entonces anhelaba salvaries! iCugnto le humillé el sacrificio! Fue vendido por 30 piezas de plata, el precio de un esclavo. Nos parece que ya no podré sacrificarse mas. Ya era bastante abandonar la gloria del cielo para tomar el puesto de esclavo. Pero nuestro texto nos dice: (Filp. 2:8) que "se humillé a Si Mismo, hecho obediente hasta la muerte, y la muerte de cruz”. Después de. haber sido azotado, escupido y coro- nado de espinas, lo llevaron al Calvario, lo clavaron en una cruz entre dos ladrones y se sentaron para distraerse con su sufrimiento. Mirale en la cruz del Calvario mientras cuelga entre los dos ladrones, uno de los cuales puede parecerse a tf. %Yo como un ladr6n? diras. Pues s{, porque uno sera salvo y el otro perdido. 4Cual de los dos ser&s ti, amigo? Uno se burlé de El, pero el otro le dijo: "Acuér- date de mi en tu reino". Uno escogié la muerte, el otro la vida. Uno la oscuridad, el otro la luz. Ta est&s hoy junto a la cruz y has de elegir. El te ofrece la vida eterna. {No escucharas Su voz que te ruega? 3. Al llegar junto a la cruz de Jesifis, vemos los clavos crueles que atravesaron sus amorosas manos, aquellas manos que siempre se extendie- ron para sanar y bendecir. Cuando comprendamos que El es el sacrificio de Dios por nuestros pecados, nuestro sustituto en la muerte para que podamos (por medio de la fe) ser libertados de la culpabilidad, entonces, querido amigo, hay tristeza. Pero esta tristeza puede ser consoladora. Dios nos muestra nuestra contra- partida para que podamos encontrar libertad del pecado, a fin de que podamos conocer la verda~ dera paz y felicidad. En tu tristeza, querido amigo, no permitas que las lagrimas te cieguen para ver a Cristo que esté a tu lado. El est& muy cerca de tf. En‘las épocas de sufrimiento, diffciles de soportar, Dios esta cerca de ti. Cuando las nubes de oscuridad parecen separar- nos de toda esperanza, El est& cerca. Dios es el padre de misericordia, el Dios de toda con~ solacién al entristecerte de tu pasado, te ben- dice con dulce paz. © Conclusién 1. El Calvario no es hoy dfa una colina oscura y tétrica. Al contrario es luminosa porque el Sol de Rectitud se ha levantado "...y en sus alas traera salud..." (Mal. 4:2) y en el calor de los rayos del Sol de Justicia vemos un arco iris de paz a través de la lagrima que se eva- pora en la luz de Su amor. 2. Invitacién a seguirle. 3. Liamado. 7. 10.

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