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PRODUCCIN LITERARIA EN PROSA

A TODO HONOR

A la siguiente noche volvi el joven ingeniero al Casino y vio nuevamente al que


jugaba miles de pesetas, sonriendo, y al otro que pelaba las bellotas. Slo que
ste, siempre con religiosa atencin, pelaba las bellotas viendo jugar, de pie, junto
a la mesa de la banca. El calvo de las venas gordas las tena ms hinchadas que
otras veces.

Luis fue a la Plazuela. Le daba prisa un afn: el de encontrar el recreo de la


cantante. Y respir, en cuanto dobl la esquina del convento. El balcn estaba
entreabierto, como anoche, y sonando el piano.

La delicia haca olvidarse de fumar. Unos ratos paseaba, otros se paraba -siempre
cerca de la verja. La dama, la nia, la rubia, la soltera... lo que fuese! cantaba con
bros y sutilezas desgarradas de pasin que volaban temblando por la noche y por
el alma lo mismo que espadas de cristal... lo mismo que puales encendidos...

Si esta mujer tena por hbito distraerse a estas horas de tal modo, l, el aburrido
forastero, estaba salvado plenamente. Vendra a orla, basta las once, hasta las
doce.

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