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Coleccién: Jungla Simbéiica Diseito y diagramacién: Verénica Chamorro ISBN: En tramite © Pierre Bourdieu 1966, 1969, 1971, 1980, © 2002 Editorial Montressor BREVE NOTA DEL EDITOR El concepto de campo intelectual marca un punto de quiebre en Ja moderna sociologia de la cultura. Fue acufado por el sociclogo francés Pierre Bourdieu (1930-2002) a partir de un vasto programa de investiga- ciones disefiado en los afios 60, que comenz6 con el estudio del sistema escolar francés y se extencdié a reas del conocimiento como la forma cién de las élitesintelectuales, los campos profesionales, !a percepcién artistica las formas de consumo estético, el campo de las academias y ‘5u homo academicus, el eampo politico y el problema de la representa- ion, etc. El campo intelectual en tanto espacio social relativamerite auté- nom de produccién de bienes simbélicos permite una comprensién de un autor 0 una obra (y también de una formacién cultural o politica) en términos que trasciencen tanto la percepcién sustancialista (el autor w cobra en su existencia ceparada), tributaria de Ia ideologia romantica del genio creador, como la percepcién de la sociologia mecanicista, que simplemente los reduce a sus determinantes sociales. El mutor no se conecta de modo dirceto = la sociedad, ni siquiera a su clase social de origen, sino a través de la estructura de un campo intelectual, que fun- ciona como mediador entre el autor y la sociedad. Dicho campo, por otra parte, no es un espacio neutro de relacio- nes interindividuales sino que esté estructurado como un sistema de relaciones en competencia y conflicto entre grupos situacionss en posiciones diversas, como un sistema de posiciones sociales a Jas que estén asocia~ das posiciones intelectuales y artisticas. (Campo INTELECTUAL Y¥ PROYECTO CREADOR Las teortas y las escuelas, como los microbias y las glébulos, se devoran ‘entre sy con su lucha aseguran la continuidad de la vida M, Proust, Sodoma y Gamorra Para dar su objeto ala sociologfa de la creacién intelectual y para establecer, al mismno tiempo, sus limites, es preciso percibir y plantear que la relaci6n que un creador sostiene con su obra y, por ello, a obra isa, se encuentran afectadas por el sistema de las relaciones sociales en las cuales se realiza la ereacion como acto de comunicacién, 0, con mis precisién, por la posicién del creador en la estructura del campo intelectual (fa cual, a 6u vez, es funci6n, all menos en parte, de la obra pasada y de la acogida que ha tenido). Ireductible a un simple agrega- do de agentes aislados, a un conjunto de adiciones de elementos simple mente yuxtapuestos, el campo intelectual, a la manera de un campo magnético, conslituye ui sistersia de Iineas de fuerza: esto es, os agen- tes 0 sistemas de agentes que forinan parte de él pueden describirse como fuerzas que, al surgiz, se oponen y se agregan, confiriéndole su estructura espetifica en un momento dado del tiempo. Por otra parte, cada uno de ellos est determinado por su pertenencia a este campo: efecto, debe a la posicién particular que acupa en él propiedades de pos ifn irreductiblesa las propiedades intrinsecas y, en particular, un tipo Pierre Bordiey determinado de participacién en el campo cultural, como sistema de relaciones entre los temas y los problemas, por ello, un tipo determi- nado de inconsciente cultural, al mimo tiempo que esté inteinsecamente dotado de lo que se lamaré un peso funcional, porque su “masa” propia, 3 decir, su poder (0 mejor dicho, su autoridad) en el campo, no puede definirse independientemente de st: posicién en él Tal enfoque s6lo tiene fundamento, como es obvio, en la medida en que el objeto al cual se aplica, el campo intelectual (y por ello, el ‘campo cultural}, esté dotado de una autonomia relativa, que permita la stutonomizaciin metodotégica que practic el mstodo estructural al tratarel campo intelectual como un sistema regido por sus propias leyes. Ahora bien, la historia dela vida intelectual, dominado per un tipo particular de legitimida, se definfa por oposicién al poder econémico, al poder politico y al poder religioso, es decir, a todas las instancias que podian protender legislar en materia de cultura en nombre del poder 0 de una autoridad que no fuera propiamente la intelectual. Dominada durante toda Ia edad clisica, por una instancia de legitimidad exterior, la vida intelectual se organiz6 progresivamente en un campo intelectual, a medida que los creadores se liberaron, econémica y socialmente, de la tutela de la aristocracia y de la Iglesia y de sus valores éticos y estéticos, y también a medida que aparecieron instancias especificas de seleccién y de consagracién propiamente intelectuales (aun cuando, como los editores o los directores de teatro, quedaban subordinadas a restriccio~ nes econémicas y sociales que, pro su conducto, pessban sobre la vida intelectual), y colocadas en situacién de competencia por la legitimidad cultural. Asf, LL. Schticking muestra que la dependencia de los escrito- yes respecto a la aristocracia y sus cinones estéticos se mantuve mucho ‘is tiempo en el campo de la literatura que en materia de teatzo, por- que “quien querfa publicar sus obras tenfa que asegurarse el patrocinio del gran sefior” y, para conseguir su aprobacién y la del puiblico aristo- ‘critica al cual necesariamente se dirigta, tenfa que plegarse a su ideal cultural, a su gusto y al humanismo clisico, propios de un grupo pre- ‘ccupado por distinguirse de lo comtin en todas sus précticas culturales; 10 Campo de poder, campo intelectual por el contrario, el escritor de teatro de la época isabelina dejé de de- pender exclusivamente de la buena voluntad y la benevolencia de un solo patrén y ~a diferencia del teatro cortesano francés que, como co- menta Voltaire al promunciazse contra una critica inglesa que alababa la naturalidad de la expresién “Not a mouse stirring” de Hamlet, tenia un lenguaje tan noble como el de las personas de alto rango a las que se dirigia-, debfa su sinceridad a las demandas de los diferentes directores de teatro y, por su conducto, a las cuotas de entrada pagadas por un pblico cada vez. mds diversificado! Asi, a medida que se multiplican y se diferencian las instancias de consagracién intelectual y artistica, tales como las academias y los salones (en los cuales, sobre todo en el siglo XVII, con la disolucién de la corte y del arte de la corte, Ia aristocraci rmezcla con la intelligentsia burguesa adoptando sus modelos de pensa- mento y sus concepciones artisticas y morales), y también las instan- cias de consagracién y difusin cultural, tales como las casas editoras, Jos teatros, las asociaciones culturales y cientificas, a medida, asimismo, que el piblico se extiende y se diversifica, el eampo intelectual se inte- gra como sistema cada vez mas complejo y mis independiente de las influencias externas (en adelante mediatizadas por la estructura del campo), como campo de relaciones dominadas por una légica éspecifi-

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