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Sarto, Revista de Filosofia, 16, 1998, 133-141 Sobre psicoandlisis y deconstruccién ‘Resumen: La preecupasisn de Jacques Dera pore psicoanlisis e5 patente desde sus primeros trabajos En la breve época del florecimieno espectacular del psicoanlisis en Francia con la figura de Lacan, sobre todo, la confiontaicn con éte era también inevitable yl toms de postura de a deconstruct respecto de esta disciplina ys iéepete mis afamad por agoella pace no se hizo esperar, Desde entries el plccandi- sis ha sido para Derrida una inquietd constant y ha ‘mantenido con 61 un disogo nacido dese la maxima fidelidad y rspeto posible alos eszritos de eta disci- plina. ACO VIDARTE FERNANDEZ* ‘Résumé: Des ses premiers ouvrages Tints de Jae- ‘gues Derrida pour la psychanalyse est défa manifest Dans la brtve période d'exordimaze apogse de la psychanalyse en France, surtout avec fa figure de La an la cononation avee celu-ci tit inevitable. La rise de position par apport cette discipline t on Inerprte le plus renocne en ce temps a eet pas amendre. A port de ce momentlt la payehanlyee a ¢ pour Derida une ingiétude constant et ila sowte- iu avec elle un dialogue nf de la lecture la plus idle ‘tla plus respectueuse posible des éeris do eone ais- . ¥ el padre no reconoce en esto. el impés {que él mismo juega sobre el Otro mostrando sus certas. El padre que me lo dijo sabré si esto le incumbe 0 no". Un padre que tabaja sobre la metafisica de la palabra ptena, un hijo que juega con Ja palabra del padre y la suya, un maestro que se toma por ef gran Otro y se vale angnimamente de tuna anéedota para acusar a un fl6sofo recalcitrante de no plegarse a su josticia imaginaria:;qué Ifo! ‘Quiza Lacan esté tratando aguf de ajustar cuentas inconscientes con el nombre del padre o mas 4 DERRIDA, 1: De ls grammarologie. Pats. Mina. 1967, p. 231 ‘5 ROUDINESCO, £. La batalla e los clen aos (Vol. IN), Maid, Fandamenos. 1993, p. 43, ‘Sobre poicoandlisis y deconsiuccion 135 sencillamente con todos los Alfred del mundo. Sea como fuere esta historia pone fin a las relaciones entre los dos hombresn*. Evidentemente con un pasado asi no se cuenta con muy buen precedente para el didlogo. Quizds haya que reconocer en alguna medida una herencia oscura entre aquellos que se dedican al psicoandlisis y los que se dedican a la deconstruccién que les impida entenderse més a menudo, En todo caso, ei desencuentro que hemos relatado aqut en palabras de Roudinesco no deja de ser estrictamente personal y poco a poco habremos de ir profundizando en lo tinico que gut debe interesarnos, a saber, a distancia te6rica entre uno y otro pensador. Una de las primeras referencias explicitas de Derrida a sus diferencias respecto de la obra de Lacan y respondiendo a las acusaciones de éste sobre el robo de ideas se encuentra en una extensa nota a pie de pégina en una entrevista publicada en Positions’. Estas se recopilan esqueméticamente en cuatro puntos: 1. No compaste «Un élos de la «palabra plena» en su ligazGn esencial (y, a veces, efectos de identificacién como por conjuro) con la Verdad>* perteneciente a una larga tradiciGn metafisica que Lacan nunca cuestiona. 2, «Bajo el titulo de vuelta a Freud, un recurso masivo a la conceptualidad hegeliana... ya la conceptualidad heideggeriana (en referencia a la alerheia, preci samente, definida siempre como ‘revelaciGn’, ‘velamiento/desvelamiento’; a la presencia y al ser del ente, al Dasein reconvertido en sujeto!»*. Del mismo modo, cuestiona la pertinencia de una utiizacién acritica y hasta ingenua de una herenciafilossfica que se le escapa de las manos y unos términas que dificiimente pueden aplicarsele a Freud sin muchas reservas y matizaciones. 3. «Una referencia alegre a la autoridad de la fonologia y mas precisamente de la lingiiistica saussuriana. Este ¢s el trabajo més especifico de Lacan: a partir del signo saussuriano y sobre él»"®, Después de De la Grammatologie la auioridad de Ia lingUistica y en especial de Saussure van a quedar en entredicho. No se puede saltar sin més de una a otra. 4. Finalmente hace una larga enumeracién de ‘multiples detalles que le hacen alejarse de la propuesta lacaniana: su desatencién al problema de la escritura en Freud, la reinstalacin del significante y del psicoanalisis en la metafisica, el logocen- \tismo y el fonocentrismo, el uso indiscriminado de las palabras «ser, «auténtico», «verdadero», «pleno>, la mezcla incompatible de dos sentidos de verdad en la obra de Lacan como adaequatio y como alétheia, el desprecio por ta literatura contemplada s6lo como ilustracién de una verdad cientfica. La nocin de significante que maneja Lacan y que estructura sus Bcrits seré uno de los caballos de batalla fundamentales en la polémica entre estos dos autores. Para Derrida la nocién de un significante amo, origen de la cadena de significantes va a impedir y a contraponerse ala nocién de texto, de escrinura, sobre la que se articularé su critica al pensamiento metafisico de la voz que implica siempre un sentido verdadero por descubrir, una interpretaciGn acertada, un sujeto garamte con su querer-decir, con su palabra, de lo correcto de una u otra hipétesis, un padre, en suma, que decide entre lo verdadero y lo falso, haciendo las veces de centro ideal para mantener una cierta 6 Op.cit, pp. 41-42. 7 DERRIDA, J: Positions. Paris. Minit, 1987, pp. 112-119 (Trad. cam. de M. Arranz, Valeneis.Pre-textos. 1977, pp 10-116). Deda acusa a Lacan con ironia de utlizar contra le argument del ealdero aalizado por Freud: «Este ex cf argumento llamado del caldero' que acumula por las necesidades de una causa aera incompasibes (1. Dealer zaci6n y deyecein: “econo vale naa’ 0 ‘no estoy de acuerdo’. 2. Valorcicny reapropiaidn: ‘por ota pare, e30 me ‘ertenece y Io he dicho desde siempre’). Op. et pp. 113/108 8 Op cit, pp. 113108, 9 Op cit, pp. 114/10, 10 (id, 11 Che Fred eta seine de écrit en Levine ela diférence. EA. ci. pp. 293-340 (Tad. cas. pp, 271317]. 136 Peco Videre Ferndades verdad del discurso, la posibilidad del enunciado cientfico, la reduccién de la literatura a pura ficcién o atin peor, la posibilidad de encontrar una verdad en la literatura. La escritura, {a textuali- dad, nacen de levar al Ifmite ta hipstesis saussuriana de la remisin de un significante a otro, adquitiendo valor por oposicién. En efecto, en Ia cadena de la lengua todo elemento remite siempre ‘otro y éste a otro indefinidamente sin que ello implique nunca una remisién implicita a origen alguno, al cerrarse de un citculo, puesto que el juego de las diferencias es absolutamente libre e impide que haya un elemento privilegiado que oriente el remitir(se) un significante a otro. Ningxin elemento de la cadena puede estar presente a si mismo dado que siempre remite a otro y a su vez procede de otro en una serie de reenvios sin fin, Es el vertigo de la literatura. «El juego de las diferencias supone, en efecto, sintesis y reenvios que prohiben que en ningén momento, en ningdn sentido, un elemento simple esté presente en sf mismo y no remita mas que a sf mismo. Ya sea en cl orden del discurso hablado 0 del discurso escrito, ningin elemento puede funcionar como signo sin remitir a otro elemento que, é! mismo, no est simplemente presente. Este encadenamiento hace aque cada ‘elemento’ —fonema o grafema— se constituya a partir de la huella que han dejado en él ‘otros elementos de la cadena o del sistema. Este encadenamiento, este tefido, es el texto»! Al mismo tiempo, los elementos de la cadena no son considerados en si mismos como simplicidades preexistentes a sus mutuos reenvios, sino que es precisamente este juego de remitencias, de produccidn y generacién de diferencias lo que los constituye en su espaciamiento. Cada nuevo trazo, cada nuevo corte, no puede marcar una ruptura, un afuera de texto, sino una nueva marca, un nuevo reenvio dentro del texto mismo. Por ello no hay un adentro y un afuera del texto, porque la relaci6n, el remitir el adentro hacia afuera y viceversa, no serian sino envfos dentro del texto mismo, nuevas operaciones textuales que impiden la constitucin de lugar privilegiado alguno extratextual desde el que juzgar sobre la verdad de la escritura, Este papel paterno no lo podré jugar asf ya el significante lacaniano, asi como tampoco se sostendré ya la rigida triparticién real- simbélico-imaginario que dard lugar a y posibilitaré la interpretacién analftica?. Frente ala metdfo- ra, al querer-decit, a Ja verdad, 2 la interpretacién, a Ia polisemia, encontramos la diseminacién como generacion y proliferacin de diferencias ad infinitum que impiden la clausura, Ia formali iGn, la taxonomia, la saturacion del texto. La deconstruccién de ta metafisica y del psicoan comienza precisamente en el momento en ¢l que «todas las hipstesis estan permitidas, sin fondo y hasta el infinito, acerca del sentido de un texto o las intenciones finales de un autor quien esté tan representado como no representado por un personaje o por un natrador, por una frase postica o de fieci6n que se separan de su supuesta fuente y permanecen asi en secreio; cuando ni siquiera hay ya tun sentido decidible de un secreto tras ia superficie de una manifestacién textual»'. El texto ppermanece siempre secreto. Ello no supone que guarde secreto alguno, que esconda una verdad seereta imposible de descubrir que se resstiera a la interpretacin. El texio es se-creto, se-cernere, cscisin, huella de huella, corte infinito que no remite a una castracién originaria donde comenzaria €l lenguaje, lo simbstico, No hay un antes y un después, un adentro y un afuera, un mas allé y un ‘més acd del secreto (de la castracién). La castracién no puede volver a ocupar la posicién de un 2 Positions. Ea. it, pp. 37-383. 13. Dectda considera esta distinc insceptbleyviolenta po consi lo inmodificable de una estructura trascendental 1 omtoldgicas. Op. cit, pp. 19/114 n. 34 14 DERRIDA, 3: Pasion. Pars, Galle, 1993, pp. 67-6. Sobre pscoandlss y deconsruccin 137 nuevo significado 0 significante trascendental y detener la proliferacién diseminante de reenvios sin fin! Bl secreto escapa a la Iégica del (no) querer decir metafisico de la que siempre es(tf) presa una cierta psicologia de las profundidades. Es irreductible a la interpretacién de cualquier lapsus, acto fallido. El secreto no se desvela por distraccién o descuido en el étourdit del psicoandlisis, que no consigue desmontar totalmente el sujeto del secreto y sigue creyendo pese a todo en el secreto del sujeto, reapropiable en una nueva operacién que se parece demasiado a la hermenéutica, a nuevos modos de custodiar, interpretar y administrar el secreto. «Legible como un escrito, ese inédito puede permanenecer para siempre secreto: no que detente un secreto, sino porque siempre puede carecer de él y simular una verdad oculta entre sus pliegues'*» El posicionamiento «definitivon, por asf decirlo, de Derrida frente @ Lacan se encuentra en el analisis pormenorizado y exhaustivo que cl primero hace del comentario 2 La carta robada de Poe que abre los Escritos". Alli mostraré punto por punto sus divergencias con ¢} modo de proceder interptetativo de Lacan en un terreno que les es comin; el comentario de un texto literario «fuera de consulta>"*: «;Dénde pues? ;Dénde se encuentra el psicoandlisi, ya, siempre? Eso en lo que ello se encuentra si ello se encuentra, llamémosto texto... en el texto como ‘lengua’, “escritura’, ‘cultura’, ‘mitologia’, ‘historia de as religiones, de la filosofia, de la literatura, dela ciencia, de la medicina’, etc., en el texto como campo ‘histérico’, ‘econdmico’, ‘politico’, ‘pulsional’, etc., en el tejido hheterogéneo y conflictual de la dtférance, definido en otra parte como texto general y sin borde>”. ‘Sin embargo, como vemos, la nocién derridiana de! texto, contra la opinién corriente, abarca todo el campo socio-politico-econémico-afectivo-histérico, con lo que el encuentro con el psicoanlisis se produce siempre de modo inevitable, sin esperar nevesariamente a que éste comente un «texto» literario en sentido restringido. Es precisamente esta generalizacién de la textualidad lo que provoca el primer punto de ruptura con el psicoandlisis cuando éste pretende situarse desde un eafuera» del texto, del analizante si se quiere, para desde alli juzgar, analizar ¢ interpretar del modo mas aséptico posible, concedidas todas las limitaciones, precauciones y restricciones te6rico-clinicas que el propio psicoandlisis considera. El ejemplo escogido por Derrida para mostrar este efecto de invaginacién y recubrimien- 15. La diserinacdn arma (no digo produce oconsituye) la subsveién si i, ni dtiene ni vigils el juego 'Castracin -en juego desde siempre.”). Con todos los esgos pero sin el pathos metafisic © roméntco de Ia nepstivdad, La iseminaci6n "es" exe cngulo de juego de la castacin que no 4 significa, no se deja constitiren significado ni en ‘Significanse, nose present msde Yo ques representa, nose muestra mds de lo que se esconde. No tiene en sf misma, ues, ni verdad (adecuacion o desvelamient) ai velon. Positions. ed. cpp. 120-121/117 16 DERRIDA, J: Epevons, Pars. Flammarion. 1978 . 111 [Trad east de M. Arranz. Valencia. Pretextos. 198), p. $9}. 17 eBsto es también, en el fondo e problema dela carta del destino lo que quis me separe mis cercanamente de Lacan». DERRIDA. 1: Résistances de la paychanalyse. Pais. Galle. 1996, p. 81. 18 Desnda en este punto se muestra tajante. Ets caneado del continuo bloques del cislogo por pate de les plcoanaliss demasiado amigos de ecurtir en sina instarcia a una petendida exlusvidd en el conociento del amor, el goce y lsuftimiento de las personas 2 los que el est, prncipalmente los ilésofos, so endian aoceso.Elcechazo de Ta clinica ‘como argument eautoridad es claro: «. Lacan lo habria dicho [2 René Girard)“, x est bien, poro la diferencia Cntr é [Demia} y yo esque l no tiene que vrselas eon gente gue sufe' sobreertendiendo: en ani. ;Qué sabia 4 de todo ello? Muy irmprudentc. Slo podia decir esto tranqulameate, y saeco, siempre y cuando nose refiese nal sufrimieno (por desgracia yo tengo que vrrelas también, como tanos eos, com gente Que sufe todos ustedes, por ‘jempla) ni la transferecia. es Gece al amor que nunca ha tenidonecesidad de la suacién analitica para hacer as suyas, Lacan hacia, pues, dela clinica institcionalizada en un cieso modo y de las relat dela situacin anaes ua ‘esierio de competencia absolut para hablar -e todo ells. Op ci, . 86 19. DERRIDA. 5: La arte posite. Paris, Flammarion. 1980. p. 44 138 Poco Vidane Ferndades to del texto descifrante y el texto descifrado es el cuento de Andersen El rraje nuevo del emperador y el comentario que de él hace Freud. Y es que el cuento de Andersen tiene por tema el texto mismo, la verdad como desnudez, desvelamiento y ocultamiento, constituyendo un fenomenal simulacro de la verdad y Ia ciencia mismas que pretenderian interpretarlo haciendo uso precisamen- te de esa ciencia y esa verdad que el relato pone en juego. {Por qué habria de constituirse la interpretacién psicoanalitica en la verdad de una ciencia mientras que el cuento no pasarfa de ser un relato de ficcién que ilustrase dicha verdad? ;Acaso no habla Andersen de la verdad misma respecto de la cual bien podrfa aparecer el psicoandlisis como un relato de ficeién? ;Como cestablecer una distincién estricta entre ciencia y literatura? Es por esta indecidibilidad del anatizan- te, a la vez analista y analizado, por la estructura abismal del texto que se desborda a si mismo continuamente, por lo que en un inicio decfa Derrida que el psicoandlisis se encuentra ya siempre aprés-coup en el texto que descifra, lo que impide el establecimiento de un origen, un centro, una relacién de causa-efecto, una anterioridad cronoldgica u ontolégica, un punto fijo desde el cual atajar el vértigo de la indecidibilidad y la diseminacién textual, no sometidas a la uniditeccionali- dad ni « la trayectoria prefijada de destino alguno: «El traje nuevo del emperador produce la escena analitca, puesta al desnudo y desmontaje de la Einkleidumng, en un escena de escritura que desviste, sin parecerto, el sentido amo, el amo del sentido, el rey de la verdad y la verdad del rey. El psicoandlisis se encuentra —todo lo que encuentra—en el texto que descifra, Mas que si mismo» ‘La misma critica subyace a todo el comentario posterior sobre La carta robada, donde se dedicard a desmontar la consigna lacaniana: «La carta lega siempre a destino, 0 lo que es Io ‘mismo, que el significante tiene un trayecto circular que le es propio y del que s6lo se desvia para retomnar, lo que le permite a Lacan hacer uso de una retérica de la verdad como re-adecuacién «® ‘Quiza cuanto hayamos expuesto hasta el momento sea considerado por los psicoanalistas como tn ejercicio mas de resistencia al psicoandlisis, una perfecta ejemplificacién para algunos de lo que 4éste entiende por resistencia. Al fin y al cabo por ahf comenz6 la disciplina psicoanalftica, por el andlisis de cierta resistencia @ la sugestiGn hipnética. Sin embargo, cabe preguntarse si hay un modo de resist al psicoandlisis no reductible al concepto de resistencia que éste mismo contempla Evidentemente, siempre habra fildsofos que se resistan al psicoandlisis al modo clésico, sin querer saber qué tripa se les ha roto 0 esté a punto de hacerlo cuando se confrontan con los escritos de Freud 0 Lacan. No obstante, la recepcién que de éstos hace la deconstruccién, y que hemos intentado exponer aqui demasiado someramente, responde a otro tipo de resistencia, va més alls de todo cuanto pudiera recelar un buen psicoanalista de un paciente discoto o afrentado, como pudiera ser en este caso la estrategia deconstructiva. Quizd toda resistencia no se reduzca a Ia resistencia psicoanalitica. Incluso puede que el propio psicoanlisis participe de un cierto tipo de resistencia ‘que lo confrontara paradéjicamente consigo mismo, Lo que provocaria la necesidad de inventar un nuevo tipo de andlisis para un nuevo tipo de resistencia. Hasta el momento hemos visto distintas criticas hechas contra el soporte tedrico del psicoandlisis que. si bien es posible fagocitarlas y reducirlas a los esquemas psicoanaliticos de siempre afadiendo hipdtesis ad hoe, cabe la posibili dad més fructifera de asumir las propuestas hechas desde la deconstrucciGn y ver hasta qué punto y hasta cudndo puede resistir el psicoandlisis sin zozobrar ante tantas fluctuaciones. Freud nunca le tuvo miedo a cuantos escotlos se encontraba. Ningtin elemento que excediera al andlisis desafidndolo le paree‘a despreciable, Por una parte, queria descubrir en dicho elemento un sentido oculto, escondido, susceptible de ser sacado ala luz por una profundizacidn del andlisis que venciera una resistencia —superable por tanto— mediante una exégesis hermenéutica mas depura- dda, confiada siempre en el sentido, en la inteligibilidad de lo secreto inanalizable provisoria © , en AA. VV: Ecare ‘Quatre essai 8 propos de Jacques Derrida, Fayard. Pais 1973, . 311 25. Lacarte posile, dct. p. 472 140 aco Vidar Ferndndet propio psicoanilisis, asf por ejemplo, el ombligo del suefio como mudo, s{ntesis inanalizable. Dos tipos, pues, en principio, de resistencia. eLa diferencia entre las dos modalidades anuncia que hay algo enorme en juego. En el primer caso, el Factum 0 el Fatum nos impide sin prohibirnasio it més alld; pero como se trata de un impedimento externo en cierto modo, se puede suponer que hay sentido més all... En el segundo caso se trata de un limite estructural que nos prohibe ir més alld Yy deja pues sin decidir Ia presuncidn de sentido». En todo caso, bajo todos los modos de resistencia que contempla Freud en los Addenda a Inhibicid, stnioma y angustia, parece quedar claro que la raiz altima de la resistencia es le compulsiGn a la repeticidn: «tras cancelar la resistencia yoica, es preciso superar todavia el poder de la compulsién a la repeticin... y nada habrfa que objetar si se quisiese designar ese factor como resistencia de lo inconsciente»®. La compulsién 2 la repeticién aparece como un modo singular de resistencia que excede al andlisis como su resto inasimilable sin sentido, fuera de lo que éste entiende por lenguaje, simbslico. Pero, curiosamente, lo demonfaco de la Wiederholungscwang quiz sea la anslogia estructural que presenta con el propio psicoandlisis. Lo mas afin en teoria, lo mas cercano al andlisis, lo que no debiera resistisele, es lo que le offece una resistencia mayor. En ambos vemos la tendencia al ‘origen, al arché, alo primigenio, una idéntica pasién arqueolégica. Asimismo junto a este cardcter istintivo de todo andlisis, comparte también lo que éste tiene de desligar, desanudar, disociar, ana- lizar lo anudado, lo ligado. Por ello sugiere Derrida que la compulsién de repeticién es estructural- mente de vocacién analttica y, frente a ella, no encontrariamos, por este wueleo vertiginaso del texto derridiano, sino la resistencia del psicoanalisis al andlisis que consttuye la Wiederholungszwang: tencia hiperbélica de la no-resistencia, ¢s en si misma analitica; Te resistencia, con su estratage- ‘ma mis segura: disfrazado de no-resistencias®. Andlisis contra (psico)andlisis, ;Quién resiste a {quign? ¥ cuando es la devonstruccion quien encarna el andlisis de la compulsién de repeticin frente al psicoandlisis gacaso no queda més toma de partido que la decisién entre el andlisis y la resistencia al andlisis? ,0 més bien aceptar el double bind que supone transitar incesantemente, a velocidad de vértigo, entre ambos polos de una altemativa que, en apariencia, no admite término medio? Una vez més nos vemos confrontados a la disolucién de toda frontera, de cualquier rigida delimitacién de campos establecida conceptualmente, quedando amigos y enemigos confundidos y convirtiéndose el mayor enemigo, aquél que nos oponte mayor resistencia, en amigo, también él de vocacién analitica, ‘Serd a partir de la indecidibilidad entre el andlsis y la resistencia (compulsiGn de repeticién) también analftica frente a la cual el primero se convierte a su vez en resistencia (secordemos la resistencia de los psicoanalista frente al discurso del goce, de la pulsin de muerte, ée la compul- sign a la repeticién a-simbélica de los pacientes esquizofrénices en Deleuze) desde donde comien- ‘ce, habiendo comenzado ya desde siempre, Ia operacién deconstructiva, Sélo que dard na vuelta mas de tuerca, pues si bien se puede encontrar en la deconstrucci6n esa vocacién analitica de la que hemos hablado y un impulso geneslogista y arqueol6gico®, al mismo tiempo une a todo ello una 26 Résioances, Ed. cit, p.27, 27 FREUD, S: Obras Completa, Vol. XX, Buenos Aires. Amoroms, 1992, p. 149 28 Résitances Ed. cit, p38 29. Lo que lama la “deconsrucisn’obodece inepablomente a una exigenia calcd. Se rat siempre de deshacer eredimentar. descomponer, desmontar.. esta disoiocién analtics debera ser asimisma en la deconsrveciGn, al renes al como yo la comprendo ola pratco, una ascensGn critco-penealéyica> Op. cit. p. 41 Sobre prcoandliss y deconsruccin 14 nueva resistencia tanto al andlisis que pretende Megar a lo més simple, a lo inanalizable por ser absolutamente simple, al fin de andlisis, a la verdad witima en la que no cree, como al afin del arqueslogo por llegar al origen, a lo primigenio, al comienzo absoluto cuya creencia tampoco comparte™., Es la creencia en el origen puro o en la indivisibilidad del significante absolutamente simple lo que convierte al psicoandlisis en terminable, al modo de la hermenéutica, inseparable de luna cierta creencia en la verdad més 0 menos alcanzable, Todo depende de la dificultad opuesta por resistencias mas o menos superables. Por contra, la posicién al respecto de la deconstruceién es del todo diferente: «es debido a que no hay un elemento indivisible 0 un origen simple por lo que el andlisis ¢s interminable. La divisibilidad, 1a disociabilidad y, por tanto, la imposibilidad de detener tun andlisis, asi como la necesidad de pensar la posibilidad de esta indefiniciGn seria, quizé, si la rmantuviéramos, la verdad sin verdad de la deconstruccisn>". Detengamonos aqui por el momento, conscientes de no haber realizado sino una primera aproximacién al campo inagotable de trabajo que supone la relacidn entre psicoandlisis y decons- truccidn. Quedan por tratar demasiados temas asin, por ejemplo: Ia cuestin del archivo, Ia metéfora de ta traducci6n y la escritura en Freud, el trabajo de duelo, la denegacién y el fetiche, el fantasma y In espectralidad de la verdad, el psicoandlisis como ciencia judfa, etc. Sirvan, sin embargo, estas notas como testimonio de la inyuncién, quiza una de las mds urgentes y no siempre bien atendida, que nos propone Jacques Derrida de la necesidad de profundizar en la disciplina psicoanalitica, que no es un interlocutor mas en filosofia, y dejar de ser legos, en la medida de lo posible, en una ‘materia cuyo desconocimiento no podré sino alejarnos del quehacer deconstructivo. Madrid, marzo 1997 30. «Pex, simoltsncamene, la “deconstruccién’ no comienza sino con una resistencia a este dable motivo ..Lo que sv lusbajo pone en eustén no esse a postbilidad sino el deseo o el fantasma de un asimiento de lo originvio, el deseo el faniasma también de alcanzar alguna vez lo simple, sealo que Sea. Op. cit, pp. 41-82. 31 Op-cit, p48

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