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FRANZ KAFKA
Tomado del documento del mismo título de Javlangar, supone un buen resumen de los aspectos
más relevantes de la obra. Lo complemento con propuestas para el desarrollo de preguntas
habituales en la PAU sobre La metamorfosis, algunos aspectos de interés para valorar los
temas centrales de la novela, su trascendencia y significación en la Literatura Universal
(tomados de un trabajo desarrollado por el profesor José Antonio García Fernández) y un
documento de la Junta de Andalucía, que nos proporciona una buena biografía del autor y
propuestas de interpretación de la obra.
1.- PERSONAJES
Gregor Samsa es el protagonista de este relato. Vive con sus padres y con su hermana Grete y
lleva cinco años trabajando en la misma empresa, desde que el negocio de su padre quebró. En
ese momento, Gregorio tuvo que empezar a trabajar como dependiente para pagar la deuda que
sus padre tenía con su jefe y rápidamente se convirtió en viajante de comercio; su trabajo es el
único sustento de la familia. Ante su transformación, duda, no lo cree, pero al final lo acepta. En
este proceso, Gregor muestra su preocupación por su familia, porque sabe que todos dependen
de él. Busca la aceptación de sus padres y hermana, pero sólo obtiene el rechazo por ser lo que
es. Al intentar comunicarse con los seres humanos, provoca asco, rechazo e incomprensión,
efectos que le llevarán a la muerte.
Grete Samsa es la hermana de Gregor, tiene inquietudes musicales y algo más de carácter que
su madre. Adoraba a su hermano. Hasta la metamorfosis su única tarea era la costura con lo que
le quedaba mucho tiempo para hablar con Gregor.
Después de que su hermano se transforma en un insecto, se ve obligada a trabajar de
dependienta. Su carácter dulce e inocente cambia.
Es la que se encarga de su hermano aunque siente asco cuando lo ve. Se ocupa de que tenga
espacio suficiente, de que tenga la comida que le gusta e intenta que su madre no vea a Gregor
para que no se asuste. Pero cuando empieza a trabajar estas atenciones desaparecen y acaba
rechazando a su hermano, cuya transformación representa el final de los ideales musicales de
Grete.
El señor Samsa tuvo su negocio hasta cinco años antes, cuando quebró, tras lo cual no volvió a
trabajar, por lo que es Gregor quien mantiene a la familia. Cuando ocurre la metamorfosis de su
hijo vuelve a trabajar de ordenanza en un banco, lo que al principio toma como una humillación.
Muestra un carácter autoritario, y es quien castiga a su hijo por su transformación, al arrojarle la
manzana. Lo rechaza hasta el punto de que no quiere que salga de su habitación. Cuando su hijo
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muere solo se siente aliviado hasta tal punto que al día siguiente reanuda su vida normal en
familia.
La señora Samsa tiene una salud irregular puesto que se cansa con facilidad y le falta la
respiración. Desde que lo ve transformado, siente un enorme asco y repulsión hacia Gregor,
como demuestra desmayándose constantemente; poco a poco se va acostumbrando a su hijo,
aunque acaba dejando los cuidados en manos de su hija Grete. Muestra una cierta comprensión
maternal, pero, como todos, la muerte de Gregor la alivia.
Criadas: Ana, la primera criada, al descubrir la transformación de Gregor, pide a sus señores el
despido porque no puede soportar esa situación debido a la repulsión que le causaba y prometió
ser discreta. La segunda criada, una mujer de unos 60 años, pide no salir de la cocina, pero
acaba siendo despedida. La tercera criada es totalmente diferente a las anteriores; no solo
porque acepta la presencia de Gregorio sino que además se muestra dispuesta a cuidarle, aunque
lo desprecia.
Huéspedes: eran tres señores muy formales, de barba, a los que molestaban los trastos inútiles y
la suciedad; eran muy exigentes. Al conocer la existencia de Gregorio se ven notablemente
molestos y se despiden. Son expulsados de la casa por el señor Samsa. Representan la moral
burguesa.
2.- ESPACIO
La metamorfosis de Franz Kafka es una obra en la que el espacio es clave para el desarrollo de
la trama. El lugar donde suceden la mayoría de los hechos es uno: la casa de la familia Samsa.
Esta se divide en varios cuartos o habitaciones de los cuales hay que destacar el dormitorio del
protagonista, el hijo mayor, Gregor, que es donde pasará el resto de su vida tras la repentina y
desafortunada transformación; igualmente, la cocina, y el salón tienen su relevancia, pues son
lugares de confluencia para los distintos miembros de la familia. En general, la casa de los
Samsa es propia de una familia burguesa, pues Gregor, que posee un puesto importante
(representante) en una empresa dedica gran parte de sus ganancias para poder vivir sin el menor
inconveniente.
Los espacios que aparecen a lo largo de la historia son descritos de manera realista y
detalladamente, a través de diferentes elementos fundamentales, ya sea los muebles (sofá,
estantería, armario…) o por medio de los recorridos de ese “monstruoso bicho” en el que se
convierte Gregor (por ejemplo cuando corretea de un lado a otro nos va haciendo el camino en
nuestra imaginación como si nosotros mismos estuviéramos viendo a una cucaracha o
escarabajo por la pared). Es necesario apuntar también que predominan los espacios interiores,
ya que toda la historia tiene lugar dentro de la casa, y la única vez que se habla de espacios
exteriores son meramente nombrados al recordar que antes de la metamorfosis de Gregor, la
familia Samsa acostumbraba a dar paseos por el parque. Sólo al final del relato aparece el
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espacio exterior, lleno de luz, como corresponde al “futuro prometedor” que espera a la familia
Samsa.
La conexión entre los distintos lugares que aparecen en el relato se hace a través de los
personajes, especialmente por medio de la hija pequeña, Grete Samsa, la hermana de Gregor.
Los recorridos que realiza Grete para dar de comer a su hermano y limpiar su cuarto son la
principal vía de conexión entre las distintas habitaciones. Sólo con la llegada de los tres
hombres como inquilinos de una habitación- que los Samsa habían alquilado para obtener
alguna ayuda económica para cubrir los gastos de la casa- y, finalmente, cuando Gregor decide
salir de su cuarto, aparecen descritos los pasillos que recorre Grete.
Por último hay que decir que el espacio en esta obra, no es un mero marco que carece de
protagonismo en la historia, sino que tiene gran relevancia con respecto al estado de ánimo del
personaje principal (Gregor), ya que, cuando su habitación permanece cerrada, sólo es capaz de
pensar en aspectos negativos y sus sentimientos se empiezan a volver en contra de su familia
con ánimo de aislarse todavía más, pero durante el tiempo en que deciden abrirle las puertas
para que pueda escuchar todo lo que hablan, sus pensamientos e ideas de cerrarse en su
“mundo” desaparecen. Debido a esto se podría considerar el dormitorio donde vive Gregor
como un espacio simbólico, cerrado y asfixiante, y que por ello representa el aislamiento del
mundo humano, al cual ya no puede volver, pero por otro lado, las puertas abiertas pueden
simbolizar la unión o intención de acercamiento del resto de la familia hacia su hijo. Al final,
cuando el insecto muere, la casa de los Samsa pasa a simbolizar la desgracia de la familia, por lo
que deciden mudarse a otro piso más asequible y que les haga olvidar todo lo sucedido.
3.- TIEMPO
El relato no tiene marcas temporales externas, aunque, por la localización en un medio burgués
y por el trabajo del protagonista, podemos deducir que se desarrolla a finales del siglo XIX o
principios del XX.
Por otro lado, el tiempo interno de la obra es lineal, sin digresiones, que proporciona un fácil
entendimiento en el transcurso de los acontecimientos. El relato dura aproximadamente cuatro
meses, como podemos comprobar por ciertas alusiones que encontramos respecto a la estación
del año o a las condiciones metereológicas a las que se hace referencia. En el comienzo de la
obra el narrador nos hace saber que estamos a finales de noviembre, pues a través de nuestra
lectura podemos apreciar que el cielo está encapotado por las lluvias de finales de otoño que
anuncian el invierno. Asimismo, su final, que coincide con la muerte del protagonista, tiene
lugar en un día primaveral de finales de marzo.
Resultan relevantes ciertos momentos del día: la mañana, poco después del mediodía y la tarde.
Los dos primeros momentos hacen referencia al tiempo fijado para darle la comida a Gregor,
que coinciden, precisamente, con aquellos momentos en que sus padres duermen. Lo que el
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protagonista pretende conseguir con esto es aliviar a sus padres del dolor que les causa ver su
estado. Igualmente, la tarde es también relevante a partir del día en que el padre le lanza
manzanas, porque se decidirá abrirle la puerta del comedor todos los días para que Gregor pueda
ver a su familia alrededor de la mesa sin que ellos le vean, pues éste necesitaba sentir su
presencia.
Por otro lado, no podemos hablar de flashbacks propiamente dichos, pero sí que encontramos
los recuerdos de Gregor de otros tiempos mejores.
4.- TEMAS
Las obras de Kafka muestran la problemática esencial de la época: la soledad, la alineación y la
desorientación del individuo en la complejidad del mundo moderno, su inseguridad,
desesperación e impotencia ante poderes imprecisos y desconocidos que lo degradan y
destruyen psíquica y físicamente. En estas narraciones, el ser humano es incapaz de comprender
lo que acontece a su alrededor, se siente perdido, confundido y desconcertado. Es un ser sin
trascendencia metafísica, cuyas aspiraciones y pretensiones se circunscriben exclusivamente a la
inmanencia terrenal.
La metamorfosis se sustenta en un conflicto padre-hijo. Esta narración muestra, a raíz de la
inesperada metamorfosis del hijo en un insecto, la deformación y la destrucción del individuo
que provocan las estructuras autoritarias y jerárquicas de la familia. La narración se inicia con la
transformación, en un insecto de enormes proporciones, del viajante de comercio Gregor Samsa,
un ser solitario, introvertido y sumiso, que mantiene a su familia con su trabajo; cuando
trabajaba, era apreciado por todos, pero, ahora que no puede trabajar, es despreciado.
Poseído por un profundo sentido de la responsabilidad, Gregor teme la reacción que su
espantoso aspecto provocará en su familia. Se siente culpable por no poder seguir siendo útil a
los seres que sustentaba. Su propia familia, sin embargo, se avergüenza y huye de él, y hasta lo
tiraniza y lo rechaza. El padre, de carácter severo y despótico, lo humilla y lo trata con suma
crueldad. Todos sus intentos por escapar de la reclusión a la que es sometido fracasan ante el
rechazo hostil de los seres que lo rodean. Prisionero en su habitación e imposibilitado para
continuar desempeñando la única función de ganar dinero que tenía encomendada, opta
finalmente, con el consentimiento de sus padres y hermana, por morir de inanición. Con ello se
libera de una existencia servil e infeliz.
Narrada desde la perspectiva del protagonista, el narrador no reproduce la realidad, sino que la
construye. Recrea una metamorfosis imaginada, vivida de manera figurada por el protagonista
en un estado de somnolencia tras un agitado sueño. Decepcionado de una profesión que contra
su voluntad lo obliga a viajar de continuo, incapaz de dejarla en la vida real por consideración
hacia su familia y por sometimiento a la autoridad del padre, el protagonista concreta su
profundo desagrado en su ficticia transformación en un insecto, un parásito con el que el mismo
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Kafka fue comparado en repetidas ocasiones por su propio padre. La figura repugnante en la que
se convierte Gregor es exponente grotesco no sólo de la manifestación, largo tiempo deseada
pero reprimida, de una disconformidad y de un descontento, sino también de una existencia
desdichada y esclavizada. El inconsciente, sin poder controlar los deseos reprimidos, se rebela
contra una situación alienante y se expresa a través de la imaginación de una circunstancia
figurada, de un estado supuesto que libera al sujeto de sus obligaciones profesionales. Pero esa
liberación conlleva inevitablemente el miedo a la dura sanción que su familia le impone: el
aislamiento y la exclusión; en especial, empero, la condena del padre. La narración expone así la
relación dialéctica que se da entre la destrucción del individuo y la consecución de la anhelada
utopía liberadora, entre la degradación del ser humano y la esperanza emancipadora.
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PREGUNTAS SOBRE LA METAMORFOSIS EN ANTERIORES
CONVOCATORIAS PAU
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manzana. La conflictiva relación de Kafka con su padre se trasluce en la distante y tensa
relación entre el Sr. Samsa y Gregor.
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EJES TEMÁTICOS EN LA METAMORFOSIS
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protagonista concreta su profundo desagrado en su ficticia transformación en un insecto, un
parásito con el que el mismo Kafka fue comparado en repetidas ocasiones por su propio padre.
La figura repugnante en la que se convierte Gregor es exponente grotesco no sólo de la
manifestación, largo tiempo deseada pero reprimida, de una disconformidad y de un
descontento, sino también de una existencia desdichada y esclavizada. El inconsciente, sin
poder controlar los deseos reprimidos, se rebela contra una situación alienante y se expresa a
través de la imaginación de una circunstancia figurada, de un estado supuesto que libera al
sujeto de sus obligaciones profesionales. Pero esa liberación conlleva inevitablemente el miedo
a la dura sanción que su familia le impone: el aislamiento y la exclusión; en especial, empero,
la condena del padre. La narración expone así la relación dialéctica que se da entre la
destrucción del individuo y la consecución de la anhelada utopía liberadora, entre la
degradación del ser humano y la esperanza emancipadora.
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cualquier lugar o tiempo puedan identificarse con el drama de Gregor Samsa.
Kafka es un precursor de la literatura del absurdo. Partió del realismo decimonónico, admiró
a Flaubert y a Dickens y, desde ellos, desde las técnicas narrativas que aprendió de sus
maestros, lo desmonta radicalmente. Roland Barthes y otros autores lo consideran
posmoderno. Cronológicamente, su Metamorfosis, escrita en 1912 y publicada en 1915,
coincide con el expresionismo. Pero él era un espíritu solitario, ajeno a modas.
El realismo en literatura se gestó paralelamente a la noción de objetividad científica durante el
siglo XIX. Es una teoría positivista, tiene fe en el lenguaje y en la ciencia, en el progreso del
hombre, en la Modernidad.
Kafka transgrede el realismo. Su manera de ver el mundo refleja la crisis del pensamiento
occidental de principios del siglo XX, que también encontramos en Nietzsche, Einstein y
Freud. Una crisis que conduce a las dos guerras mundiales, al fin del optimismo y a una
Modernidad revisándose a sí misma y terminada en Posmodernidad. Kafka es un lúcido
observador del mundo. Parte del pacto de lectura realista y lo desmonta. Reduce el mundo a la
perspectiva de un hombre aislado, sin pasado y sin futuro, sin origen ni sentido de pertenencia,
sin proyectos ni esperanzas trascendentes.
Y no lo hace sólo desde la fábula que cuenta, mediante lo que le sucede al protagonista, sino que
va más allá: convierte la experiencia de la lectura en una sima de inseguridad e indefinición,
como si la lectura fuera como la realidad: inasible e incierta, limitada, patéticamente esforzada
en ser legible. En ese sentido, podríamos decir que La metamorfosis es la novela de todos los
que se sienten inadaptados, seres monstruosos, marginales, apestados por la sociedad: Gregor
Samsa puede ser cualquier ciudadano que se siente mal con su cuerpo: una persona obesa, una
chica anoréxica o bulímica, un travesti que quiere cambiar de sexo, un minusválido físico o
psíquico…
La literatura de Kafka no afirma sino la duda. Negatividad. De ahí su lugar de preeminencia
en el canon del siglo XX. Malestar vital. El “spleen” de Baudelaire, el “tedium vitae”, el
absurdo, la angustia existencial. Kafka escribía con la famosa impasibilidad de Flaubert,
nos cuenta sucesos terribles como si fuera incuestionable que estuvieran ocurriendo, apuntala su
veracidad con descripciones detalladas; aceptamos esta realidad kafkiana como aceptamos los
sueños antes de despertarnos. La familia Samsa reacciona con horror, en La metamorfosis,
cuando ve a su hijo transformado en un gran escarabajo. El viajero de “En la colonia
penitenciaria” ve con repugnancia el sistema judicial que va a ejecutar a un hombre, pero no
se plantea si se encuentra en una pesadilla. En El proceso, Joseph K. no duda de que exista
realmente el tribunal que lo condena a muerte. En “Investigaciones de un perro”, escuchamos
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las elucubraciones del chucho sin mayor sorpresa…
La mayoría de sus obras se publicaron póstumamente, con la llegada de los nazis al poder (en
1933). Su amigo y albacea, Max Brod, publicó sus obras completas, primero en el exilio, en
New York, y después en Alemania, en los años cincuenta. Hemos tenido la suerte de que Brod
no hizo caso a su amigo, cuya última petición fue:
“Todo lo que se encuentre de mis escritos cuando yo muera debe ser quemado de forma
inmediata, sin ser leído. El par de ediciones [ya realizadas en vida de Kafka] de Contemplación
puede quedar; no quiero que nadie tenga que tomarse la molestia de hacerlos trizas, pero en
ningún caso deben ser editados de nuevo”.
Todo debía ser pasto de las llamas “a la mayor brevedad posible”. Brod no hizo caso y así
podemos leer todo lo que Franz dejó sin publicar: su correspondencia, sus diarios, legajos con
narraciones, aforismos y prosas, sus novelas El desaparecido, El proceso y El castillo… En uno
de sus diarios decía:
“Como no soy, ni puedo ni quiero ser otra cosa que literatura, es imposible que mi actividad
laboral atraiga mi interés; al contrario, más bien puede sacarme por completo de quicio”.
La influencia de Kafka ha sido enorme, es un precursor del existencialismo y de la literatura
del absurdo, influye en Sartre, en Camus, en García Márquez, en Cortázar, en Onetti… Es
un clásico indiscutible del siglo XX e incluso se le ha llegado a considerar padre de la literatura
actual.
Su obra fue prohibida durante el nazismo. En octubre de 1935 fue incluida en la infame “Lista
de literatura nociva e indeseable” de los nazis. Pero la prohibición no impidió que Kafka
ocupara en los manuales de historia literaria el lugar que le corresponde. El nazismo, que
exterminó a las tres hermanas de Kafka (Gabrielle, Elli, nacida en 1889; Valerie, Valli,
nacida en 1890; Ottilie, Ottla, nacida en 1892) en el campo de concentración de Auschwitz,
también persiguió la obra de aquel joven judío. Y en 1968, su obra fue nuevamente
anatemizada, esta vez por los tanques soviéticos en la “primavera de Praga”de Dubcek. ¿Qué
tendría aquel hombre de salud tan frágil para que se fijaran tanto en él los represores de la
libertad?
Por otro lado, ni siquiera el nazismo pudo evitar que un escritor judío de nacionalidad checa
que escribía en alemán se convirtiera en uno de los grandes maestros de las letras germanas.
Como el judío berlinés Walter Benjamin (1892-1940), ensayista, crítico y traductor. O como
la filósofa judío-alemana Hannah Arendt (1907-1975), convertidos también en maestros de la
literatura alemana.
En tiempos de Kafka, las ideologías nacionalistas y racistas consideraban un truco de los
judíos la asimilación cultural, un intento semita de robar la identidad nacional alemana y de
contaminar su cultura con elementos foráneos y despreciables. Los nazis defendían que ningún
judío podía escribir grandes obras en prosa o poesía en alemán, como no podían componer
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grandes piezas musicales o ser grandes cantantes. Sencillamente, eran una raza inferior, no
aria, y carecía de creatividad.
Kafka anticipó muchas de las pesadillas que atormentaron después a los hombres: el horror de
la Guerra Mundial, la serpiente de los fascismos, la impiedad de una burocracia
paquidérmica, el autoritarismo bajo la máscara del progreso, el falso sueño americano, la
soledad, la insolidaridad… El lugar natural de la escritura de Kafka es, como dice Ricardo
Menéndez Salmón, “la noche, el insomnio, las tinieblas” (“1912, viaje al ‘big bang’ creador de
Kafka”, El País, viernes, 9 de marzo de 2012, p. 44). Él mismo explicó en un fragmento de uno
de sus diarios su mayor deseo:
“Una vez, hace muchos años, me senté, sin duda bastante triste, en la ladera del Laurenziberg, y
me puse a examinar lo que esperaba de la vida. El deseo más importante o más atractivo resultó
ser el de obtener una visión de la vida (y –condición indispensable- poder convencer de ella a
los demás por escrito) en la que la existencia mantuviese sus altibajos naturales, pero al mismo
tiempo apareciera, con no menor claridad, como una nada, como un sueño, como algo flotante”.
Y en una carta del 27 de enero de 1904, decía a su amigo Oskar Pollak:
“Pienso que solo deberíamos leer libros de los que muerden y pinchan”.
“Si el libro que estamos leyendo no nos espabila de un mazazo en la cabeza, ¿para qué lo
leemos? (…) Necesitamos que los libros nos afecten igual que una catástrofe, que nos duelan en
lo más hondo, como la muerte de alguien a quien queremos más que a nuestra propia vida,
como ser desterrados a un bosque alejados de todos, como un suicidio. Un libro debe ser el
hacha para el mar helado de nuestro interior”.
Justamente es lo que consigue con sus obras, especialmente con La metamorfosis. Todas sus
obras son “novelas en clave”. Louis Begley lo explica muy bien en su ensayo El mundo
formidable de Franz Kafka:
“Dado que todos sabemos, por ejemplo, que las personas no se transforman en insectos, y que
los simios no se dirigen a las academias [como en “Informe para una academia”], nos
preguntamos: ¿qué quería decirnos Kafka en realidad? Esforzarse en profundizar para dar con el
significado que uno cree oculto en una obra de ficción es beneficioso siempre que conduzca al
lector a tratar el texto con el respeto que merece” (p. 161).
El pensamiento de Kafka está muy influido por el filósofo danés Soren Kierkegaard (1813-
1855): la angustia existencial, la lucha sin esperanza, la muerte como única salida, el “retorno
al padre en el gran día de la reconciliación”… En carta a su editor Kurt Wolff, tras acabar de
escribir “En la colonia penitenciaria”, le dice que el dolor no caracteriza únicamente sus
relatos,
“…sino que estos tiempos nuestros en general y también mi propio tiempo han sido dolorosos y
siguen siéndolo, y el mío con más persistencia que los tiempos”.
Puro existencialismo. Kafka lucha por encontrar un sentido a la vida, en la que él se sentía
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“más extranjero que un extranjero”. Un judío que hablaba alemán y estaba enfermo, un
hombre aislado de su comunidad y que solo encuentra la respuesta del silencio. Un inadaptado,
solitario y angustiado ser humano que aspira a la normalidad y que intenta aferrarse
desesperadamente a la mujer. Una víctima del mundo deshumanizado y alienante en que le
tocó vivir. Él mismo dudó de su identidad judía:
“Mi pueblo, suponiendo que tenga uno”.
En una carta a Max Brod, le dice:
“¿Cómo es que los judíos se sienten tan irresistiblemente atraídos por la lengua [alemana]?”.
Y le explica a su amigo que los jóvenes judíos asimilados que deseaban escribir querían, por un
lado, alejarse de la identidad judía de sus mayores (con la complicidad de sus progenitores),
pero…
“por sus cuartos traseros seguían pegados a la identidad judía de sus padres, y con sus cuartos
delanteros pataleaban sin encontrar nuevo suelo en que apoyarse (…) De modo que el resultado
era una literatura imposible de todo punto, una literatura agitanada que había secuestrado de su
cuna al niño alemán y lo había sometido a toda prisa a algún tipo de entrenamiento, porque
alguien tenía que bailar en la cuerda floja”.
Sobre Kafka existe infinita bibliografía crítica, se ha estudiado hasta la saciedad su obra y su
vida. Pero aún no se ha encontrado una clave interpretativa única, una panacea crítica universal.
Y es que la obra de Kafka está como ninguna vinculada a la plurisignificación y la
ambigüedad, de manera que cada lector puede hacer su lectura. Quien mejor lo ha entendido es
Milena, su amante, quien escribió el siguiente elogio fúnebre, el 6 de junio de 1924, en
Národni Listy, un diario de Praga:
“Aquí le conocía poca gente, pues era un ermitaño, un hombre sabio al que la vida aterraba. [...]
En una ocasión escribió en una carta: «Cuando el corazón y el alma ya no pueden soportarla, el
pulmón se echa encima la mitad de la carga, para que quede un poco más repartida»; y así
sucedió con su enfermedad. Le dio una ternura casi milagrosa y un refinamiento intelectual
intransigente casi hasta el espanto. [...] Era tímido, ansioso, manso y bueno, y, sin embargo, los
libros que escribió son truculentos y dolorosos. Veía un mundo repleto de demonios invisibles
que desgarran y aniquilan a los indefensos seres humanos. Era demasiado clarividente,
demasiado inteligente para poder vivir y demasiado débil para luchar. Era débil del modo en que
lo son las personas nobles y bellas, incapaces de combatir su miedo a la incomprensión, la
malicia o el engaño intelectual porque reconocen de antemano su propia indefensión; someterlas
no arroja sino vergüenza sobre el vencedor. Comprendía a la gente como sólo puede hacerlo
alguien de sensibilidad grande y nerviosa, alguien capaz de reconocer a los demás al primer
golpe de vista, casi como un profeta. Su conocimiento del mundo era extraordinario y hondo; él
mismo era un mundo extraordinario y hondo. [...] Era un artista y un hombre con una conciencia
tan ansiosa que podía oír incluso cuando otros, sordos, se sentían seguros.”
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9 Consejería de Cultura
LA METAMORFOSIS
FRANZ KAFKA
"Lo cotidiano en sí mismo es ya maravilloso. Yo no hago más que
consignarlo."
BIOGRAFÍA
Después de sus estudios, en 1907 ingresó como pasante, sin ser retribuido,
en una agencia italiana de seguros de accidentes laborales (Assicurazione
Generali); fue entonces cuando comenzó a escribir. Al año siguiente obtuvo
un contrato fijo en otra agencia de dicho ramo. El padre de Kafka se refirió
a este trabajo como "Brotberuf" —un empleo tan sólo para pagar las
facturas. En 1913 escribe su libro inicial Consideración y en 1915 el famoso
relato La metamorfosis. En 1917 se le diagnosticó tuberculosis, lo que le
obligó a mantener frecuentes períodos de convalecencia, durante los cuales
recibió el apoyo de su familia, en especial de su hermana Ottilie, con quien
tenía mucho en común. En 1919 finaliza los catorce cuentos fantásticos (o
catorce lacónicas pesadillas) que componen Un médico rural.
Kafka sólo publicó algunas historias cortas durante toda su vida, una
pequeña parte de su trabajo, por lo que su obra pasó prácticamente
inadvertida hasta después de su muerte. Con anterioridad a su
fallecimiento, dio instrucciones a su amigo y albacea Max Brod de que
destruyera todos sus manuscritos; Brod hizo caso omiso de esas
instrucciones, y supervisó la publicación de la mayor parte de los escritos
que obraban en su poder.
LA CRÍTICA
SU OBRA
Narrativa:
• Contemplación (1913)
• Transeúntes
• Compañero de viaje
• Vestidos
• El rechazo
• Para que mediten los jinetes
• La ventana a la calle
• El deseo de ser piel roja
• Los árboles
• Desdicha
• El nuevo abogado
• Un médico rural
• En la galería
• Un viejo manuscrito
• Ante la ley (Repetido en El Proceso)
• Chacales y árabes
• Una visita a la mina
• El pueblo más cercano
• Un mensaje imperial
• Preocupaciones de un jefe de familia
• Once hijos
• Un fratricidio
• Un sueño
• Informe para una academia
• La Condena (1912)
• En la colonia penitenciaria (1914)
• Una mujercita (1923)
• Josefina la cantora o el pueblo de los ratones (1924)
• Un artista del hambre (1924)
• Un artista del trapecio
• La metamorfosis (1915)
KAFKA EN EL CINE
LA METAMORFOSIS
SOBRE LA NOVELA
Entre las más obvias están las referidas al trato de una sociedad autoritaria
y burocrática hacia el individuo diferente, donde este queda aislado e
incomprendido ante una maquinaria institucional abrumadora y monótona
que ni él comprende ni esta lo comprende a él. Otros temas incluyen el de
la soledad de las relaciones rotas y las esperanzas desesperadas y poco
realistas que crea tal aislamiento.
http://www.geocities.com/Athens/9505/kafka.html
http://www.epdlp.com/escritor.php?id=1878
http://www.kafka.org/
FUENTES
http://es.wikipedia.org/wiki/franz_kafka
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