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Porque una persona que roba o mata, todos sabemos que se va a la
cárcel.
Es el castigo que en México está implantado: el encierro por un tiempo,
según la gravedad del delito.
Existen códigos que así lo ameritan, los abogados hacen uso de ellos,
según el delito, según el cliente, puede ser medio o no sentenciado.
La sociedad vive esta alarmante situación sobre la aplicación de justicia.
Es muy fácil comprender que el que la hace la paga, pero no es así, al
contrario, podríamos afirmar que el que tiene paga se le perdona.
Veamos los casos de feminicidios en Chiapas según una nota de cuarto
poder del 4 de julio de 2010, “matar a una mujer por su condición de género,
se le estigmatiza, como si ellas fueran responsables de su propia muerte. La
mayoría son mujeres jóvenes de entre 15 a 30 años de edad.
Nuestro código penal de Chiapas es discriminatorio, fue creado por
legisladores provenientes de elecciones con los métodos tradicionales de
corrupción. Dicho código le da más valor a la vida de una vaca que a la de una
mujer. En caso de homicidio de ella, el hombre alcanza de 3 días a 7 años de
prisión, mientras que un abigeo (roba vacas) es condenado hasta 12 años. Así
que en Chiapas está institucionalizada la violencia hacia las mujeres.
Mi hija fue víctima de la prepotencia machista del que la mató, a pesar
de que Ocosingo no está contemplado como municipio violento contra las
mujeres.
Sin embargo, sabemos que el gobierno estatal creó la fiscalía
especializada en protección a los derechos de las mujeres, que en el municipio
de Ocosingo existe una instancia que no tuvo nada de participación en el caso
de mi hija, no estuvo al tanto de las arbitrariedades del Ministerio Público, al
contrario, fueron cómplices y a eso se debió que la fiscalía del estado tuviera
pretextos para no proceder.
Mi familia no está satisfecha del trabajo de la procuraduría por haber
capturado el asesino de mi hija.
Para nosotros ya debería estar en la cárcel, pues por el solo hecho de
darse a la fuga durante tres meses, acumuló su delito, burlándose de la
autoridad, debió haberse entregado, aceptando su culpabilidad, por el bien de
su familia que lo visitaría en la cárcel arreglando sus problemas hogareños,
además un poco de dignidad como ex legislador.
La AUTORIDAD no tiene porqué buscarle más, es un homicidio calificado.
Sabemos que los que representan la justicia, ya no van a estar mañana,
se van a otros puestos, olvidándose del asunto, nosotros sufriremos de lo que
no hicieron.
No tenemos dinero, ni influencias, solo esperamos que apliquen LA LEY
UNIVERSAL que se castigue al culpable de la muerte de mi hija.
Es todo.
Baldemar Trujillo Guerrero
Padre de Tatiana Trujillo Rodríguez