Você está na página 1de 1
ANTEOJOS DEL CORAZON ‘ace poco, el oculista le receté lentes @ Maria Paz, mi hija. Juntas fuimos has- a una éptica. Me asombré al compro bar la cantidad de modelos de lentes que ‘xision para chicos. Armazones reforzados, irrompibles, de metal, de carey, con dibujos, sin dbujes, civertdos, llenos de color. Para ella, elegir su modelo de anteojos fue una ‘vordadora festa, Pero cuando yo era pequefia, escoger lentes no era tan divertido. No habia va- riedad de modelos. Los armazones eran oscutos y pesados. Para muchos chicos fa una verdadera tragedia quo el oculls- ta les recelara anteojos. Al menos para milo fue. Cuando comenoé tercer grado, la maestra escubrio que yo tenia problemas de vista, ‘Sion conocia las letras, no podia eseribi- ibe cue ors rp ea. ean een oer ‘Seguia escribiendo en el cuader- fa oon taaee wien y dooprofas tor ‘98s mi mama consulté con un ocuist, Reecuerdc esa tarde on ol consuloro. doctor me hizo varios examenes. También pprobé diversos lentes, hasta quo uno do los logr6 et “milagro" de transtormar los ultos" que veia en letras. Después acar- 6 mi cabeza, me convid6 un caramelo y Convers6 con mama. No entendl todo lo (ue hablaban, excepto la frase: "Tene mio- pia, necesita usar lentes”. Cuando terminé fa consulta, fuimos hasta una Optica donde amd encargo los anteojos, Pas6 una semana y mi papa fue @ buscat- los. Estaba ansiosa por usaros, As! lo hice. Mi papa dijo que me parecia a ‘una docto- ra’. Mama afirmé que me quedaban hermo- 8 y ml abueloaseguré que hora podria ‘Ansiaba legar al colegio y que todos vieran ris anteojos nuevos. Queria decire a mi ‘maestra que ya no seria necesario que siempre me ubtcara en os primeros bancos. Gracias a mis lentes, ahora podria ver todo, todo... excepto la picardia de algunas com- aneros. Porque apenas me vieron comer Zaron lag bromas. “Cuairoct’, "Cuatro ojos" *Chicata’ fueron algunos de los apodos. Hara de escucharies, decid dejar de usar los anteojos. Los esconai en un cajon y ase- (uré que los habia peraido. Mi mama Se ‘@no46 mucho. 'No podrian comprarme otros, ‘ino hasta el mes siguiente Ena escuela volvi a sentarme en el primer bbanco. Miimaesira pregunt6 por mis ientes Escuchd mi explcacion en silencio. Al des- ppedimos nos dio: "Mariana tendré una sor- Dresa para ustedes. Alda siguiente, en la hora del cuento, entro fen el aula un sefior que usaba un gastado par de lentes con un vidrio tan grueso que Darecia de botela. Su aspacto ro era muy atrayente, pero cuando comenzo a hablar. ‘nos conté las historias mas maravllosas je jamass habia escuchado en mi vida. Re- tos con selvas y bosques, mares y tOr- rentas, montaas y ries, Intervenian en las "— desctipciones una variaca gama de perso- jes, Con sus palabras nos transportd a un ‘mundo fantastico. Fascinado, uno de mis Compafeos le regunto dénde habia vsto fantas maravilas. Su respuesta nos dejo mudos. "Pensé que se habian dado cuenta Mis oj0s casi no pueden ver. 'Sino fuera, or la ayuda de estos viejos compafieros!” “Ajo, senialando sus anteojos. "Para poder iri ia maravila de la vida se necesita, igo més que los ojos. Hay mucha gente | que no usa antegjos pero que necesita len- _ tos para ol corazén. Esa Unica manera de U8 a la clase con mis anteojos. j24 por aso me abrazo muy fuerte cuando me escuché decr: "Cuando yo sea grande quiero na i histores como las que es-

Você também pode gostar