Este poema de tres oraciones describe un viaje en tren desde la perspectiva del poeta. El poeta disfruta del placer de viajar ligero y mirando los árboles pasar, aunque prefiere no dormir en el tren. Describe brevemente algunos destinos bonitos como Londres, Madrid y Ponferrada. Luego se enfoca en una monja sentada frente a él, a quien ve como buena y bendita por haber dedicado su amor a Jesús en lugar de ser madre.
Este poema de tres oraciones describe un viaje en tren desde la perspectiva del poeta. El poeta disfruta del placer de viajar ligero y mirando los árboles pasar, aunque prefiere no dormir en el tren. Describe brevemente algunos destinos bonitos como Londres, Madrid y Ponferrada. Luego se enfoca en una monja sentada frente a él, a quien ve como buena y bendita por haber dedicado su amor a Jesús en lugar de ser madre.
Este poema de tres oraciones describe un viaje en tren desde la perspectiva del poeta. El poeta disfruta del placer de viajar ligero y mirando los árboles pasar, aunque prefiere no dormir en el tren. Describe brevemente algunos destinos bonitos como Londres, Madrid y Ponferrada. Luego se enfoca en una monja sentada frente a él, a quien ve como buena y bendita por haber dedicado su amor a Jesús en lugar de ser madre.
?siempre sobre la madera de mi vagn de tercera?, voy ligero de equipaje. Si es de noche, porque no acostumbro a dormir yo, y de da, por mirar los arbolitos pasar, yo nunca duermo en el tren, y, sin embargo, voy bien. Este placer de alejarse! Londres, Madrid, Ponferrada, tan lindos... para marcharse. Lo molesto es la llegada. Luego, el tren, al caminar, siempre nos hace soar; y casi, casi olvidamos el jamelgo que montamos. Oh, el pollino que sabe bien el camino! Dnde estamos? Dnde todos nos bajamos? Frente a m va una monjita tan bonita! Tiene esa expresin serena que a la pena da una esperanza infinita. Y yo pienso: T eres buena; porque diste tus amores a Jess; porque no quieres ser madre de pecadores. Mas t eres maternal, bendita entre las mujeres, madrecita virginal. Algo en tu rostro es divino bajo tus cofias de lino. Tus mejillas ?esas rosas amarillas? fueron rosadas, y, luego, ardi en tus entraas fuego; y hoy, esposa de la Cruz, ya eres luz, y slo luz... Todas las mujeres bellas fueran, como t, doncellas en un convento a encerrarse!... Y la nia que yo quiero, ay, preferir casarse con un mocito barbero! El tren camina y camina, y la mquina resuella, y tose con tos ferina. Vamos en una centella!