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LA DEMOCRATIZACION FUNDAMENTAL El populismo en América Latina Carlos M. Vilas compilador Amecvee TL PIA Ye polis ne oo deco Yash fam cla metal ae ere adie Carlos f.Vilas (consp). Primera ect en la colcctén Caves de América Latin: 1995 Produeciére Direcién General de Publicaciones det CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA YLASARTES © 1994, Coos M. Vins DAR. © 1994, Direccion General de Publicaciones Cale Misco Coyoacin 871 oto, CP 08380, Meco, DE ISBN 96829-60074 Jimpreso y hecho en México indice Estudio preliminar. El populismo o la democratizacién fundamen- ‘tal de América Latina fee — Introducci6n Elpopulismo en Estados Unidos . @Progresista 0 reaccichario? . El populismo en Rusia ; E! populimao come producto del captaismo atrasedo El popilismo en América Latina . La economia politica del popilismo oc Estado y clases sociales en el populism latinoamericano La literatura sobre al populismo letincamericano, Larecopllacién ..... 1. Elpopulismo latinoamerica 1M. Vilas... : Elpopulismo en América Latina - Alcances ylimitaciones de experiencia populista . 2Elpopuliemo en un nuevo contexto? =... 1 El Pan Inca: ascenso y caida de un proyecto popu en Pert, ‘Thomas Bamat . ; ‘Aatecedentes de un goipe populista Un sector industrial emergente Elsurgimiento yfuncién de los estratos medioe asserados La reversion del Plan inca. 1, E1batlismo: una experiencia populista, Carlos. Zubia : El populismo: una categoria controvertida Caracterizacién del popula... Las claves populisias del batliemo . - 1V, Carta de Paz Social un enfoque estructural, Carlos wu a 45 23 25 34 37 54 74 100 116 19 119 14 147 150 152 153 157 169 177 177 179 184 214 I | { I El populismo latinoamericano: un enfoque estructural” bi Carlos M. Vilas El populismo en América Latina Las condiciones estructurales 1 Elpopulismo ruso fueel primer intento sistematicodedar cuentade las especificidades del capitalism tardio. Que eltrayecto tebricosu- gerido y)as respuestas formuladgno hayan sido siempre correctas, no resta mérito al hecho de haber plantendo las preguntas y los te- mas apropiados. Parece claro sin embargo quell situacién queconstituyé elobjeto desus: ‘reflexionesno es exactamente similar a lade América Latina. Las peculiaridades latinoamericanes se ubican en el plana delas for- maciones econémico-sociales de la regién, vale decir en la manera en que el capitaismo penetré en las sociedades locales, enlaforma en que se desenvalvié el proceso de su articulacién con las formas de produccién preexistentesyalasquefinalmentesubardind— yalmodo cen que las subordiné—, a las modolidades de articulacion de estas formaciones periféricas con las formaciones capitalistas desarrolla- das. La exposicién que sigue sintetiza las elementos quetienen mas estrecha relaci6n con nuestro tema. Enprimerlugar, eltipo derelaciones que se entabla entrela “acu Tnulaci6n originaria” yla produccién capitalista, La llamada acumu- Jncién originaria —es decir, a expropiacion del productor directo, la *Tomado de Desarrollo Econémic, vel 28, nim, 113, Buenos Airs, octubre lembre de 1988, ug destruccién de la propiedad privada basada.en el trabajo personal, ladisociacién entreeiproductor, losmediosde producciény lfondo deconsumo—precedea laacurnulacién capitalista; es “unaacumu- Jacign que no es resultado, sino punto de partida del régimen capi- talistadeproduccién”.1 Ocurresin embargo que el capitalismonose desarrolla de una vez y simulténeamente en todos los sectores yre- giones. Su desarrollo es un proceso largo y contradictorio de ex- pansién en profundidad yen extensién, que consolida sus propies relaciones de produccién al par que las proyecta sobrenuevas regio- nesy grupos depoblacién. Superedaslos primerosmomentos, la“"acu- mulacién originaria” se convierte en coeténea dela acumulacién capitalista, aunque en regiones 0 sectores distintos del mismo pais. En la medida en que este movimiento se apoya en la diferenciacin del campesinado y del artesanado, en la descomposicién de a pro- duccién mercantil simple, en la expropiacién del productor directo, esun proceso de “acumulacién originaria”; en la medida en que tie~ ne como base una acumnulacién capitalista previa —y es ese capital previamente acumulado el que penetra las nuevas regionesy act dades—nolo es? Lasuperacién dela economia primitive, delas comunidades indi- sgenas, dela agricultura campesina, fueun proceso muchoméslents, queen los pafses dedesarrollo tardio, vtambién diferencia de estos paises, no fue conducido por el capital industrial local. Fueron el pi- llajecolonial, el capital comercial, las inversiones extranjeras paral. cextraccién de recursos naturales, los que en sucesivas etapas y olea- das erosionaron la economia mercantil simple. El capital industrial, cuando particip6 de este proceso, fue basicamente, y hasta entrado elsiglo Xx, capital extranjero. El ciclo del capital se completaba por lotanto fuera de las economias tinoamericanas, La divisién inter nacional del trabajo impuesta por los paises avanzados frend, por lo menos hasta principios de este siglo, las tentativas de industria- lizacién periférica, La destruccién de la produccién artesanal tuvo lugar en beneficio de! capital industrial europeo, que implanté sus ‘mercancias en laregién atrevésdel comercio exterior. El procesode diferenciacién dela economia mercantil simple estuvo.acargo, en 2 Vince, K. Mars, El copltl tI, eap. XXIV. 2 Vanee'T, Ever El todo en a perfria caplet, Mic, Silo Xi, 1979, yp. 26 yas; E. Mendel: "Le ocursecn ongrariay Ia industalzaion del Tercer Mundo", en Enenyos sobre el neocaptelsme, Metica, =a, 1971, pp. 158 ss. 120 sus primeras etanas, de este tipo decapitales, ysometido porlotan- to a sus especificas necesidades. Esto explica el ritmo lento de este movimiento. Cuando la industria local empez6 a desarrollarse lo hizo cen los marcos del sistema exportador y reproduciendo los patrones deconcentracién espacial definidos por &l. Laindustriase establecié er las capitales (ya lo sumo en alguna cabecera urbana del hinter- Iand) donde la economia exportadora habia generado una fuerza de trabajo “libre”. Lo hizo, asimismo, bajo la égida del sistema ex- portador. La industria local pasé también a beneficiarse del patrén dearticulacién definido poresesistema, entrelaeconomiamercantil simple y el modo capitalista de produccion, retardando adicionalmente la consolidacién del mercado capitalista en escala nacional ya cul= minacion de proceso de constituci6n capitalista de las clases socie- Jes. Que esta compleja articulaciin se haya traducido en ganancias extraordinarias para el pole capitalista de la economia perifériéa no s incompatible con su efecto limitador de la expansién social y es” paciatde las relaciones-capitalistas de produccién, y del mercado ca- pitalista.? Ensegundo lugar, laseparacién intemacional entrelaproduccién de medios de produccién (departamento I) y la produccién de me- dios de consumo (departamento Il). La industria latincamericana sedesarrollé a partir dela producci6n de articulos de consumo, vel departamento i quedé monopolizado practicamente hasta la déca- da déos afios sesenta por los paises avanzados. El intercambio de mercancias entre el departamento Fy el Il asume la forme deal inter- cambio internacional regido por las ieyes del intercambio desigual. El cardcter exportador de las economias latinoamericanas, su am- plia apertura hacia el mercado internacional controlado directa o in- directamente por las economias capitalistas avenzadas, determina que la realizacién de una proporcién amplia dela produccién sea ex- El captama avanzedo subordina este frm atrasada, incluso precaitaltas, par reproducindols, Larsen Inperlema/esptalsto Feel eet an el cantr da a poliica estate an Pat en a década de los vats ere Victor Haye dela Torey José Marltegal. La pasiiin osu por Haya de la Torre —en Perl dl impetlsmo preceia aldesarolo de elsiones capitals de produccién—, rena Mardtegui que sosteria pasisénleninadlimpeaiemocemo "se aperor”delcapilme,seaprasms dealguna ‘manara a la tals de WerTen Sobre el imperial éoma “plonero del capitals” en ia parler VeasaC. Germara, "La polemica Hay dea Tore Martequ relorma o revoke én en al Per, en Andis, nim. 2-3, Lima, abril da 1977, pp. 149-181; 8. Warren, Imperialiom: Ponesr of Copltallsm, Landes, Verso, 1980. 12. temaalas economies periféricas, yse encuentre mediatizada por un comercio internacional cuyasrelaciones devalor éstasno controlan. La industria de América Latina aparecié estrechamente ligada al consumo personal, Desde-l principio eseconsumo constituyé el mer- cado del capitalismo industrial dela region, Traslacrisisde 1929-1930 la produccién industrial local tuvo como posibilidad, ademés, abas- tecer consumos que previamente eran satisfechos por la oferta de mereancias importadas. En consecuencia, fa expansién del capital Industrial se desenvoivi6 atada al problerna del mercado interno, ya no entendido como, sino constituid6 por el corisumno personal, Es claro que esta dependencia de la produccién respecto del poder de compra de la poblacién abarca solamente, desde el punto de vista te6rico, a una fracetén del capital industrial ya una etapa del desa- rrollodelas fuerza productivas, pero enlas condiciones de América Latina, y ervesa etapa de desarrollo, esa fracci6n del capital indus- trial era claramente la principal, y en algunos paises précticarente la finica. La salida hacia mercados externos no era més sencilla qué'en el capitalismo tardio. El desbarajuste del mercado internacional por la crisis, los altos costos intemos, el carécter incipiente de la produc- ci6n industrial, etcétera, definian otros tantos obstéculos. La expor- tacién de productos industriales que tenia lugar era la de las manu- facturas “tradicionales” en el Ambito de las inversiones extranjeras —ingenios de azticar, frigorificos, jabricacién de aceites vegetales, otros. Sélo con Ia segunda guerra mundial algunos paises dé la re~ ‘gi6n pudieron empezar a exportaralguncs productosdelas nuevas” industras, especialmente a pases vecinos con similares niveles de in- {greso por habitante. Pero tan pronto como la guerra termin6, esa posibilidad desaparecié o se redujo sensiblemente, y el mercado interno de consumo volvié a serla meta forzosa de la produccién in- dustrial. La contradiccién entre acurnulacién y consumo tuve pues modalidades de expresién particulares ert América Latina: producir para el consumo significaba, en los hechos, para una gran fraccién del capital, producir para la acumulacion. En tarcer lugar, la cuestién de la pequefta empresa. En el capita~ lismo tardio la produccién industrial evolucioné répidamente hacia el gran establecimiento fabril, operando con tecnologia modema. En Arnérica Latina existi6, en cambio, un peso considerablemente ‘mayor de los pequefios establecimientos, no sélo en lo quetoceasu 122 importancia numérica, sino también por su participacion en el pro- ducto industrial global; algo parecido ocurrié en otrasregionesdela petiferia capitalista,* Esto no quiere decir queno haya existido, tam- bign aquf, un desarrollo relativamente temprano de grandes plantas dustriales, Esedesarrolloexisti6, principalmente, enlaclaboracion industrial de bienes primarios exportables —azicar, cames, aceltes, ettétera, Asimismo, en las ramas que empezaron a desarrollarse a fines del siglo pasado —alimentos y bebidas sobre todo— se pre- sencié la constitucién de algunas grandes plantas que no tardaron en dar cuenta de altas proporciones de la produccion y del empleo respectivos, Pero las citcunstancias del mercado internacional a gue- rrade 1914-1918, la crisis de 1929-1930, la segunda guerra) ylas politicas adaptativas definidas por los estados latinoamericanos fa- ‘vorecieron—de manera especifica en cada pais—elsurgimjentode sucesivas oleadas de pequefios establecimientos industridles que con relativa facilidad y rapidez consiguieron encontrar unlugar en el mercado. Es importante destacar que esta pequefia produccién no puede ser asimilada sin més a la produccién pequefioburguesa. Las altas tasas de ganancia que podian obtener en e! sector industrial atraje- ronacapitalesde otras sectores, particularmentedel comercio, ein- cluso también de los sectores agropecuario y financiero. La posibi- lidad de explotar mercados altamente protegidos fue apravechada también por el capital extranjero, sobre todo norteamericano. No hay dudas de que el sector de talleres artesanales que compone uno delos elementos de la transicién urbana a un capitalismo industrial consolidado, contribuyé ala formacién de la pequeria propiedad in- dustrial. Pero en buena medida ese aporte tuvo lugar merced a una transformacién de ese sector en establecimientos industriales con empleo permanente de fuerza de trabajo extrafamiliar y asalariada, No eran ya pequefioburgueses, aunque eran sin duda burgueses pe- quefios. De tal manera que en América Latina la expansion del ca- pitalismo industrial combind, en sus primeras etapas, ladestruccién dela pequefa propiedad rural, precapitalista —manteniendo las, precisiones formuladas més artiba—, con eldesarrollo dela peque- fia propiedad industrial urbana, capitalist, explotadorade fuerzade 4 Vins or eumplo LF. Hols, "Sal Indurbyn Undedeloped Cosntes ent Livingstone a), Ezonomic Plizy far Development, Hemmorsuarth, Penguin, 1971, pp 286-277, 123 trabajo asalariada,v grandes concentraciones febriles de capital y fuerza de trabajo. es, demanera muy resumida, la dimensiGn estructural del populismo en América Latina: ¢! predominio de la produccién pa- ra el consumo personal, la gravitaci6n de la pequefia propiedad —es decir, la misma que la de su precedente ruso. Los rasgos dife- renciales de la expansién del capitalismo industrial en el desarrollo tardio en América Latina explican que los elementos comunes ha- yan podido manifestarse con efectos opuestes en uno y otro caso: en Rusia —como también en Estados Unidos—, para nutrr ideolé- gicamente los ataques a la expansién del capitalismo industrial; en América Latina, para impulsar su desarrollo.$ Elpopulismo, asi caracterizado, parece éncontrarse entonces en esta etapa del desarrollo latinoamericano, en la naturaleza misma delas cosas. Pero quela industria tuviera comotercado el consumo interno no es sinénimo, todavia, de incorporacién de las clases po~ pulares a ese mercado. Las preocupaciones de los industriales lati- noamericanos, sobre todo en los primeros momentos del desarrollo delaindusitia, estuvieron referidasacuestiones como elnivel de pro- teccién con que podrian contar frente a las importaciones compe- titivas, a la posibilidad de conseguir exenciones de derechos de im- portacién de maquinarias, herramientas y en general bienes de inversi6n, a la disponibilidad de crédito suficiente y adecuado a las modalidades operativas de la industria, a conseguir un tratamiento impositivo favorable, v cuestiones similares. No se encuentran en Jas reciarnaciones de los industriales de la época, ni en los debates parlamentarios, referencias alanecesidad deampliar el consumnode las masas pata acelerar el crecimiento de la industria. Y cuando las hubo, se traté demanifestaciones esporédicas, ajenas al mbito em- presarial, y que por lo demas cayeron en saco roto.” ® Lommsma osure con elmaconalmo como ideloss- Enel caps avanzada fue une de lo exmponentas dela ici faecta: en el tere mundo es un ingredient dels Juchas animperilitas y anticcanalstes, ‘SRespecto de ls Iedustnes argantinos, wlase por cleplo D. Cuneo, Comporior ‘mlenta jetted la close empresari, Buenos Aires, Plamar, 1967, pp. 73y ss sobre Bras N Vill Lu, ute polo Industilzaeto do Brasil, Sa Paulo, tors Al-Ome- 31975, cap. V. 1 En Meco, por ejemplo, el programs del Partido Liberal (I deulo de 1906) plontea- ba: cyanda el puobl es demasiado pobre, cuando aus resrsesaperaslealcanzan para ‘malcom, consume sla artesos da pimeranezasded, aun datos en pequesaescal..] 124 La crisis mundial de 1929 permitié que la industria de América Latina diera el gran salto —pero sobre todo en aquellos paises dela regién que ya contaban con una cierta piataforma industrial, Laofer- ‘ta industrial local se expandié, a partir de la crisis, sobre el espacio de consumo dejado vacante por la retraccién del comercio exterior y por las politicas cambiarias, arancelarias y otras, implementadas * enlaregién desde entonces. Elcrecimientodel capital industrial tivo lugar orientado hacia una demanda preexistente que no era, en lo fundamental, ladelas clases populares, pormas que fueradernanda de bienes de consumo y de uso final, Esto vale tanto paralos paises ue contaren con cierto crecimiento industrial descle fines del siglo XIX,* como paralos que directamerite comenzaron ese crecimiento despues del desencadenamiento de la crisis internacional. No obs- tante, lo que se acaba de sefialar no significa suscribirla tesis del ca- récter suntuariodelas mercancias generedas por el sector.2 Nosélo ero estos hambrienos dejan deseo: lag a estar en condiciones de stisfocer necesades normals; en una palare, su tabs les ex bien o sian ragularmente pe ‘do, consumirn ininida de eric de que hoy extn prado, harSnneceseia uc gran produecién de exos aries. Cuando les mllnas de parse que hoy vagetan en el hambrey en desnudes coman menas mal sen repa yaadoy deen de tener ete por todo ajar, la demands de mil génerosy djetor que hay ee insignificant aumento et ‘roporcione clases, yia insta, ln grcultr, el comers, todo gers materielmete ‘empads a demrllare en une esala ue Jie slearzarierlntaaeubsteran ls 8c tuale condiciones de risaria geneni™ En A. Cérdou, Lo ideologia dela Revolucion ‘mexicana, Mano, £24, 1979, p. 123, En 1929 f partilpacién de produecin induetial en el PE dele Argentina lcenea- ‘ba 22.8, on México 14.2, en Uruguay 12, en raall 11,7 por lento. Auge WB ort Substitution and Industrie i Latin Ameria: Experiences and Inerpettin an Latin American Research Review Vil. 1, 1972, pp. 95-122) alma que ne puede he. ‘arse propiamentedeindustinizacin en Arica Latina antas de 1920, elhecho es ue Train 1914 ct argentns absteleo91 poc clentodel onsurma de alimentos, #1 88 del eoneuro de indumentnia yl a toca, el 80 des demande de materses de onsructian, esl el 40 dl consumo de products quiriens, itera. Véase E. Giallo, “Agrarian Exporsion and Industrial Development in Argent (edi, Latin American Affairs, Oxiord Universty Press, 1970 (St. Anthony's Papers, ‘num. 22). Segtnestimaciones, en 1533 ls nda brea basta 82 por een Se! ‘consumede tos 97 delde clea, ol 68 de babdne, cal #43 de productos farracir tion, ns del SO de mutes, fsfres, corel, la castotabiod de los artiulsenatodos, ‘Scttera, Véase W. Deon, "A industrzaczo durante a Republica Veba, en Historia Ge ral de Ciilzagdo Bresiira Il: O Brest Repubileano, 1. Estrature de Poder e Econo. ‘mia (1889-1930), Sao Pula, Difusa Etoral, 1977, sap "Tesi sustentada ene cos por R Mauro Mari, La dioéctca de l dependancl, ‘Santioge, CES0, 1972, yS, Amin, "Self Reliance andthe New International Ecenoic Or- a", Monthly Review, vl 29, nim. 3 jubo-agoeto de 1977, po. 1-21, 125 porla composicién predominantedela oferta—alimentos, bebidés, cigarras y cigarrillos, calzado, vestido, y similares, constituyen en esta época, segtin los paises, entre la mitad y tres cuartas partes del producto industrial—, sino porque el carécterde clase del consuma viene dado menos por el tipo de mercancias que se ofertan —si se quiere, por su valor de uso—que por el perfil de la distribucién del ingreso y, por Io tanto, por e tipo dominante de relaciones de pro- duceién, de las que la distribucién del ingreso suele ser una especie de contracara, En algunos paises de la regién hubo clerta expansién del const mo popular urbano, pero fue, de cualquier manera, reducida, La produccién industrial buscé captar, fundamentalmente, la demande de los grupos de ingresos medios, a integracién fisica del territorio nacional, a través de la ampliacién y el mejoramiento de la red vial y ferroviaria, del sistema de comunicaciones, etcétera, jugé en este sentido un papel principal, al abrir el mercado de consumo de las burguestas yfracciones medias del interior —provinciales, departa- mentales y similares—a la produccién industrial ~ Laextensi6n del mercado a través dela incorporacion de las ma- sas al consumo industrial, cuando la hubo, tuvo lugar basicamente como una derivada del aumento del empleo urbano. El crecimiento dela ocupacién en lo que genéricamente se denomina sector tercia- rio fue de magnitudes amplias v conocidas. Pero también crecié el empleo industrial, aunque con cifras menos espectaculares."° Eles- ttlo tecnolégicoprevaleciente en lae principales ramasdela industiia parece haber desempefiado un papel importante en este sentido, por su carécterintensivo en fuerza de trabajo, y por la relativa homoge neidad tecnolégica predominante. Lo primero, porque elineremen- to dela protluccién se apoyaba més en el aumento del volumen del empleo que ena intensificacién dela explotacién dela fuerzade tra- bbajo que ya estaba ocupada. Lo segundo, porque las diferencias en eltamafio de la planta no se reproducfan en proporciones similares ena productividad dela mano de obra respectiva, Esta situacion be- neficié particularmente alos establecimientos pequefios, que en esa etapa generaban, segtin ya se indic®; ima proporeién importantede Ia oferta industrial. Ello por varias rezones: 1) laplantadedimensio- 1° Véase Nacises Unidas, EI raceno de ndustialzacin en América Lating, Nussn ‘Yo, NU, 1985, pp. 43-4. 126 nes mas reducidas y de volumen fisico de produccién menor no sig- nificaba necesariamente, niautométicamente, nivelessimilarmente menores de productividad y de eficiencia operativa; 2) los costos de entrada al mercado eran relativamente bajos y de acceso mas 0 me~ nos posible para los pequefios capitales e incluso para algunos ta- lleres familiares; 3) las cuestiones de economia de escala no eran particularmente importantes. Este tipo de crecimiento industrial a través del aumento del em- pleo de fuerza de trabajo asalariada se favorecié del excedente dema- node obra creado por|a economia exportadora e incrementado por la crisis internacional. No se tradujo, por lo tanto, en aumentos sa- Jartales. Al contrario: dadas las caracteristicas organicas y tecnolé- icasapumtadas,alconsttuirelvalor dela fuerzadetrabajounacompo- ‘nente muy alta del precio de produccién de las mercancias industria- les, lasobreoferia de luerzade trabajocreé las condiciones para que el capital industrial pudiora presionar sobre ese excedente y forzara los salarios a la baja. Esta es, posiblemente, la principal explicacion de la considerable elevacién de la tasa de ganancia industrial en la ‘mayoria de los paises de la region que transitaton esta etapa. Porlo tanto, la orientacion del capital industrial hacia el consumo interno, su soporte parcial en la pequefia empresa, poco onada tuvieron que ver, en este periodo, con la distribucion del ingreso hacia los asala- riados, o con una supuesta “democratizacién” de las relaciones de la produccién, En los casos en que algo de esto existid, el desplaz miento dela curva de distribuci6n del ingreso tuvo lugar mucho més por el aumento de la masa de asalariados, que por el crecimiento del salario por hombre ocupado.’ Pero incluso ello estuvo més ligado 1 La mayor produstividad de una industri [| no ha aumentado con el crecimiento at tamafo de las faboeas,safalaba a principios dela dlsada de 1940 uno dls me Cindmicosindusbile argentino, "Parecara quel tendencia acyl paralogrer na mayor expansion de ura determinada rma dela india —en conjunto— consists en redui ‘mato dels faxicas Efe Industrial nes lvaria mls ben» una cera intercependen- ‘ade sfc integrantes dein rma dea eds, con emai indvduales meno "es y mis espeialzados." Vlase Torsato Di Tela, Problems de I poaguerr, Busnos ‘Aes, Hachats, 1903, p. 49. "sin emborgo en Argentnala expansién del ample industrial no ipl que durante ladcada de os taints yprincipios dala delos cuenta a curva de datbucin del ingreso se movies en sentido regres; I particnalén de yaks slats en lingo inert ‘traced, Vizs C.D) Telly M.Zjmelman, Las elapas del desarrollo econémies argen- tino, Buenoe Aires, EUDEBA, 196%, p. 478; CEPAL, El desarrollo scondmiea yl date bustin del ingrso ne Argentine, Nes Yet, Neccnas Unidas, 1958, undo 39, eso, 127 alas proyecciones politicas ¢institucionales deste esquemadecre- cimiento, que a las tendencias de base del mismo. La dimensién politico-ideolégica Las consideraciones anteriores permiten conceptualizar al populis- mo coimo una modalidad de acumulacién de capital que emana de tuna configuraci6n determinada dela estructura prodluctiva de la so- ciedad. Ahora bien: no existe una automatica conversién de esta dimensién estructural en una estrategia de acumnulacién, ni esa di ‘mensi6n implica, mecénicamente, la concertacténdenaalianza “ver~ tical” de clases entre la burguesfa industrial yla clase obrera respec- tiva, El paso de una situaciOn de acurnulacion a una estrategia de acumulacién ya un sistema dealianzas, ocurre como tn proceso po- litieo-ideolégico, que tiene sus rafces en esa estructura, pero que posee una autonomia relativay una especifcidad propia. Laconver- siéndelasituacién en estrategiaremiteal campo politico-ideolégico ena medida en queuna estrategiadeacumulaciénes, entiltimoana- lisis, un proyecto polttico de conduccién de la sociedad a través del Estado. La posibilidad objetiva de una estrategia de acumulacién es asi producto de condiciones sustantivas queson definidas én el mbito delos hechos econémicos, pero su cristalizacién en un proyecto he- sgeménico y su efectiva aplicacion se determinan en el campo dela lucha politica y, por dltimo, en su articulacién con el Estado —Am- bito en el cualla estrategia de acumulacion deviene politica econé- ‘mica. Que una alianza de clases yun proyecto de acumulacion surjan come posibles en la esfera de la economia, no significa su concre- cién necesaria, en !a medida en que ésta depende asimismo de con- diciones y de elementos que se definen y se emplazan en un émbito distinto, por més que se derive estructuralmente de aquélla.> Origen y desarrollo del movimento sindicel argentina, Buenos Aes, Ano, 1958, rae sravarias casos deredveciénabslit del nivel delessearios, Sobre Bras, vase, Weller, op. ely enla nol 1. 18 Bate ati lene por cbjeto csc facores que intarvinironenl eonstecén dal popilema latnoamereano; dela de lado por lo tanto ls indagaesn de porque ls eSt=- tegia popula no cus en cfr sivaiones en que los factresobjelios ve encontraron presents, 128 Elimpulso ala estrategia populista deacumulacién exigia una reo- rientacién del funcionamiento de la estructura productva, y por lo tanto la introduccién de alteraciones en la composicion del bloque de fuerzas dominantes. La industria se habia desarrollado hasta en- tonces en el espacio admitido para ella por el sector exportador y bajo sututela, Para superartales limitaciones eraimprescindible eliminar esa dependencia. La politica crediticia, eltipo de cambio, el sistema de precios relativos, la proteccién efectiva ala industria, el costo de reproduccién dea fuerza de trabajo, laorientacién del comercio ex- ‘etior, generaban otras tantas instancias de contradiccién con las frac- ciones dela cligarquia” ylas politicasdel Estado. En algunos paises fue esa misma oligarquia la que irnpuls6 politicas que favorecieron elavance industrial, pero con limitaciones que se hicieron sentirré- pidamente. Por otra parte, la capacidad de importar maquinaria Y equipo para la industria segula dependierido de las exportaciones generadas por e capital oligarquico —terratenientes sobretodo. En loque respecta al capital extranjero, el disefio de la infraestructura 2 través del sistema de transporte y comunicaciones subordinado a Jas necesidades del esquema exportador en algunos paises, su mo- dalidad de enclave en otros, constitufan otros tantos impedimentos para la integracién y la expansién del mercado nacional. Dadaslas caracterfsticas queasumia el crecimientodelaindustria vy el modo en que-se articulaba al resto de la economia, el aumento elconsumo popularne aparecia ante os ojos de laburguesfaindus- trial como la solucién para sus tribulaciones; en todocaso, talaumen- to habria de ser el resultado del crecimiento del emplec—dejando de lado las limitaciones ya sefialadas, que emanaban del bajo ni- vel delos salaries, En estas condiciones de produccién, con elestilo tecnolégico predominante, el obrero aparecia en a perspectiva del empresario industrial menos como un consumidor potencial actua- lizable a través del aumento del salario, que como tno de los com pponentes principales de a estructura de costos —en general tanto ‘mas importante cuanto més reducidos eran el tamatio de la planta yelvalumen de produccion del establecimiento—-ycomouno delos factores mas estratégicos en la determinacién de su tasa de ganan- cia. Un aumento de salario implicaba un aumento de los costos de produccién que repercutiria en la tasa de garancia, ‘Sedefinfaasi, para esta fraccién del capital, una contradiccién en treel tipode oferta industrial yla baja elasticidaddesu demanda, por 129 un lado, y el perfil de Ja distribucién de! ingreso por el otro. En ge- neral esta contradiccién no fue identificada por los industriales, Su debilidad econdmica, su aislamiento social, su dependencia econé- mica, politico-institucional ¢ ideolégica respecto del sistema expor- tador,tuvieron mucho quever con esta “falta de conciencia dela frac- cién industrial de fa burguesia. Pero fundamentalmente habria sido el tipo de relaciones de produccién sobre las que dicha fraccién se asentaba, el que habria obstaculizado la percepcién dela posibiliciad deorientardemaneraconsciente, eldesenvalvimiento delasfuereas productivas. En esteaspecto, la “faltadeconciencia" delaburguesia industrial fue, meramente, falta de una conciencia populista. ‘Algo semejante ocurria con a posibilidad de establecer alguna for- ma dealianza de esta fraccién del capital con sectores delasalariado urbano. Desde la posicion del empresariade industriel, el obrero era tun elemento discolo, indisciplinado y perturbador, cuya efectividad reivindicative atentaba contra la marcha normal dela produccién, que participaba en hiuelgas y que pretendia organizarse—y de hecho se organizaba— en sindicatos, que desafiaba el principio de autoridad dentro de la fébrica y fuera de ella. La frase del politico brasilefo Was- ington Luis—"La cuestién social es una cuestién de policia"—po- dria haber sido reirendada sin demasiada hesitacion por elindustrial latinoamericano. Sialgunaalienza preocupaba.l capital ndustrialde estos paises en esta etapa, ésta era més bien con las dem&s fraccio- nes del capital La posibilidad de reorientarla estructura y el funcionarniente’del sistema productivo en un sentido mas favorablealosinteresesdelos, industriales —vale decir, deampliar el espaciodesupropio proceso de ~2curmulacién—dependia pues de a posibilidad de convertir esos in- tereses en politicas, ypor consiguiente dela media ymaneraenque tales intereses pudieran alcanzararticulacién con los aparatos esta~ tales. Depend{a también, porlo tanto, dela capacidad de reorientar elfuncionamiento del Estado, que hasta entonces expresaba dema- nera inequivoca la dorninacién oligérquica, Para terminar con susu- bordinacién al sistema exportador, la burguesia industrial debla encontrar esa expresion politica en el Estado, pero era dificil que la hallara mientras mantuviera su subordinacion a sistema exnortador. Elpasodela situaci6n populistaalaestrategia populistafuedado desde afuera de la burguesia industrial. Provino de la instancia po- litica ybasicamente de los aparatos del Estado, Hubo sin dudas den 130 tro de la burguesia algunos sectores que vieron con claridad el pro- ‘blema. Pero en general se traté de voces aisladas, o bien emitidas después que el Estado habia avanzado ya en su tarea de imponer a Ja sociedad la dindmica de la acumulacién populista."* La oligarquia tenfa sus partidos politicos y también los tenia, de alguna manera, el proletariado urbano. Los industriales, especialmente los que se de- sarrollaron a partir de la crisis de 1929, carecian en cambio de un partido que articulara sus intereses. E| Estado, orientado porelrégi- ‘men populisia, fue un intento de llenar ese vacio, ‘Una indagacién del modo en que estas contradieciones fueron superadas o por lo menos reguladas por el Estado, y de los factores que condujeron a ciertos aparaios del mismo a una identificacion con el desarrollo dela industria doméstica y la consolidacién del merca- do interno porta via de la demanda asalariada, va més allé de los It mites fjados para este trabajo, Elavancede_a industralizacion més alld de las fronteras que|e iraponia el esquema exportador y, en de- finitiva, la division internacional del trabajo, y el ascenso’politico de Jos indusiriales dentro del bloque de fuerzas dominantes, se apoya- Ton, através delEstado, en la movilizacién de las masas urbanas. La estrategia populsta deacumulacién, convertida ahora en politica exo- némica eimpulsada desde: ‘el Estado, no fue ya solamente una forma deafianzarala’ industria en laestructura dela produccién, sinotam- bién de alimentar la movilizacién de las masas y de consolidar polt- ticamenteal capital industrial tanto en sus contradicciones con elsis- tema exportador, como frente a las propias masas. Parece excesivo, sin embargo, hablar en general de una alianza de clases entre esta fraccién del capital y las masas populares urba- nas, como sustento de los regimenes populistas. La expresi6n alian- zadeclases sea convertido en moneda corriente en{aliteratura sobre 1 Por empl, alunos pradecaseres ela Canfaderaién Generel Excndnea (CGE en Arganting, como ls Faderasn Argentina de Entdbdes Defeccvac dl Comarioy Ink trig en a déceda de 1950, Ves J. Lindenboim, El ampresaro indi rgentno yee ‘sxghnizacionas gremsles entre 1980 y 1946", en Desarrollo Beonémieo, vol. 16, nm. 62, jlosoptieriore de 1976, pp. 168-201. En Mica ax conocida el papal deserpaiodo ‘ot le Cenacnta(Cémara Nacionel dels Indica dela Transformacié, vase, Mak, Industrial Revolution in Mexico, Los Angeles, University of Catfor Pras, 1954, La (Carta de Paz Sosa eaborada cna Conferenca de TeresSpots dels Azocacisn Comercial deo de lancio mayo, 1945) estipusba ens article Sr "No sto por mote desde ‘dad socal lao de conveniania econdmica, debe aumenare lo més apidoments pose ‘poder adgustva da a poblacén,printplmente rural, digo m nereenta la prospe: ‘dod dal alsa frtlece l mercado consumidor interno.” 131 el tera, pero en general se da un significado impreciso al término, que pareceria no tener otra jerarqufa que la de una categoria emp. rica —incluso en trabajos que centran en la cuestién de as alianzas todo su esquema de anélisis.* ‘Unaalianza de clases supone necesariamente ma cierta equipa- raci6n entre las fuerzas conifluyentes, y por lo tanto su autonomiaor- ganizativa reciproca; supone un programa conjunto—porlo menos implicito—y en consecuencia una conciencia en todas las fuerzas par- icipantes, de la direccién de! trayecto a recorrer en comtin, del modo como habré derecorrerseydesuduracién, Cuandosehablade “una cierta equiparacién desuerzas”, no seplanteaun empatepolitico en- tre as flerzas involucradas, sinola concertacién deacuerdes dentro de.un ambito determinado, émbito en el cual las contradicciones exis- tentes entre las fuerzas implicadas no desaparecen, pero se subor- dinan a otras contradicciones —generelmente respecto de terceras fuerzas— que aparecen como més urgentes o més significativas. Si seacepta esta muy escueta caracterizacién, parece evidente que no tiene sentido afirmar en generalla existencia de una alianza de clases entre los industriales y el proletariado urbano en la base del régimen populista. Mas bien parece haber existido, en esta etapa, un conjun- tofuido de coincidencias yacuerdos coyunturales, no sélocon el pro- Ietariado, sino también, ya veces sobretodo, con clasesyfracciones, del sistema exportador, e incluso con fracciones del capital extran- jero, a través de los cuales la burguesia industrial, cobijada o susti- tuida por el Estado, traté de impulsar la expansién de su capital."* ero no sélo en este sentido deberia ser repensada la cuestién de Jas alianzas verticales. La falta de una conciencia populista”’y, mas atin, deun proyecto politico auténome en a burguesfa industrial do- 25 Por gamplo M. Peralta Ramos, Etapas de acumulactén y allanans de clases en le Argentina (1980-1970), Buenos Aires, Siglo XXI, 1972,y O'Dennal, “Esta yaa ‘az enlpArgsntina, 1956-1976", en Desorollo Econémico, vl. 16,nira. 64, eneromar- 2001977, pp. 523-543. 16 Reliendoseal primer peiodo pecoista, Cardozo sefla con aietoque"no strata proplamente dela constituién deun sstoma expreso de lanza sino deuns'coyuntura de pode” que ne al Estado como condasabe”. FH, Cardo, Ideolosia dele burguesta dustrial en socledades dapendientss, Medco, Siglo XXI, 1973, p. 106. En un anglsis dal sinicalsm popista braslano, Wellort habla de “alantasy compromieos de dune tancia entre los grupos dominant que sobreveron 5 I ravoein dal '30'y le que se formaron despute de ell, lage “Loe sindleates ena poltien: Bri, 1955-2960", en F ‘Wellor,C. Vise a, Movimiento cbrero, sindlestosy poder police en América Lo tina, Buenos Aires, El Colagulo, 1974, 182 méstica; su incapacidad para asumir el costo econémico y politico deun acuerdo con las masas; la progresiva reduccién delespacio es- ‘tructural para la implantacién de una politica de desarrollo capite- lista nacional; la debilidad organizativa e incluso la heteronomia del componente de masas, o bien, en otras situaciones, sus intentos de avanzar por encima de los margenes de participacion reconocida como legitima por la formula populist, dan Ia imagen, més que de una alianza, de un sistema de equilibrios inestables de compromi- so, impwestos "desde afuera” de las clases, y fracciones involucra- as, por el Estado. Pero alianza o sistema de coincidencias coyunturales no fue una relacién directa de clasea clase. Las caracteristicas objetivas y subje- tivas de las clases y fracciones involucradas determinaron el desa- rrollo de una matriz de relaciones entre la burguesia industrial y el movimiento obrero y de masas mediada por el Estado, donde éste sustituye la carencia en los industriales de un proyecto propio dehe- gemonfa. El Estado es el encargado de garantizarlavigenciadeestas telaciones y de asegurar su reproduccién, creandose asi la imagen deunEstado-"separado”, “al margen”, “encima” delbloquedefuer- zas en el poder y de las contradicciones que nutten la dindmica de lasociedad, cuando en realidad es sumésauténtico producto. Lapo- sibilidad de emergencia del dirigente populista, con su amplio mar gen de accién personal, entronca también en este ensanchamiento de la.autonomia relativa del Estado capitalista periférico en tren de modernizacién, yen definitiva en las fuerzas estructurales que cons- tituyen la condicién de su existencia. ElEstado fue asila conciencia dela burgilesia populista, Suinter- vencién econdmica en a fijacién de precios, en lareglamentacién de las condiciones de empleo, en la distribucién del excedente a través del gasto piiblico, tuvo como objetivo la creacién de bases sdlidas para quelaacumulacién capitalista industrial, en el nivel de las empresas, pudiera reproducirse. Francisco de Oliveira, en un trabajo siempre actual, lo sefialé con claridad: en esta etapa el Estado intervino - para destruir ol modo de acurnulacién para el cual la economia se inclimabanaturalmente, creando y recreando las condiciones del ‘nuevo modo deacumslacién. En estesentido se sustituian los precios del “mercado viejo" por "precios saciales", cuya funcién es permitir Ja consolidacién de! “nuevo mercado”, esto as, hasta que el proceso de 133 acumnulacion se oriente, con cierto grado de automaticidad, por los -uvos parémetros, ue serén el nuevo lecho del ro.”? Pero el crecimiento de la actividad econémica del Estado y la refor- mulacién de su contenido fueron en general menos el resultado de las presiones de la burguesia industrial, odelas masas populares, que la iniciativa de a burocracia civil y militar. La asociacién entre elcrecimiento econémico nacionaly el desarrollo industrial provino antes del Estado que de la sociedad, y se manifest6 en una mezcla de argumentos econémicos, planes de estrategia militar y plantea- mientos emocionales. Porotraparte, la politica deindustrializacion, y en generaldegas- toppiblico, tal como fue impulsada por el Estarionova de Vargas des- de comienzos dela décadla de los cuarenta, o por el gobierno militar argentino surgido del galpedel4 de unio de 1943 —y posteriomen- te por el gobierno peronista—, tuvo precedentes conocidos en al New Deal de Franklin D. Roosevelt yen las recomendaciones anti- ciclicas delord Keynes. Durante as décadas eos treinta y cuarenta la activa intervencién del Estado en loshechos econémicos era algo ‘admitido sin ambages por la teoria yla préctica dela politica econ6- mica occidental A través de las nacionalizaciones, las expropiaciones y la inver- sign en nfraestructura, energiay combustibles, acero, cementoysi- ilares, elEstado cre6ias condiciones parauna més aceleradayam- pia formacion de capital en el sector privado. Con la extensi6iy el mejoramientodelossistemas de salud, seguridad social yeducacién, sse hizo cargo total o parcialmente de a reproduccién ampliada dela fuerza de trabajo, tanto en el plano material como en al ideolégico, El experimerto mexicano de "educacién socialsta" da buen testimo- nio de esto, Junto a la tremenda movilizacién politica que motiv6, a laterminologia, y frecuenternente también al deseo socialista que Ja rode6, a los conilictos sociales y politicos que aceleré y que con- ducirian delradicalismo inicala una posteriormoderaciény finalmente a su terminacion oficial en 1946, el proyecto obedecia asimmismo a Janecesidad devincularla eduéaciéi escclaralasnecesidadesdeme- joramiento ¢ ricremento de la produccién, en morentos en que el 2 Vease Fe Olea, “A sconces bral: Cron &razboduslata", en Estudos Ccena?, 2 da cotubrede 1972, pp. 382. 134 crecimiento de la productividad del trabajo se prefiguraba como la fuente principal de la explotacion laboral. Como declaré Cardenas: lanueva educacion "capacitamejoralcampesino paracultiverlatie- ra, al obrero para aumentar los renditaientos de la industria, al pro- fesionista para vincularse con las necesidades del pueblo”. Elaumento de salarios, la nueva legislacién laboral, la politica so- cial, fueron otros tantos mecanismos que, al par que recogian de- mandas levantadas desde mucho antes por las masas, permitieron fortalecerlasbasesdeacumnulaciéndela fraccién industrialde la bur- guesia e integrar a las masas al sistema de dominacién politica, La extensién de le sindicalizacion hacia las masas recientemente urba- nizadas yla insitucionalizacién de las organizaciones sindicales como aperatos del Estado, conjugaron reclamos populares con la nece: daddeacotarel potencial disruptive delasmasas, introducirdiferen- claciones en el seno de as clases populares, derivar hacia frentes no antagGnicos sus demands y reivindicaciones, ydisponer de una fuer- zaala que el regimen populista pudiera recurrir para arbitrar en los conllictos entre las fracciones dominantes, y para preservar su pro- pia autonomia, El populismo combina asf, respecto de las masas, movilizacién y manipulacién, organizacién y represién —esta titima cada vez que Ja manipulacién es insuficiente para mantener la movilizacién den- tro delos margenes legitimados por el Estado, e impedirla autono- mizacion delas organizaciones ylas précticas populares. Elelemen- to corporativo que se zeccnoce en el Estado populista —!a integra- cién como aparatos del Estado, de las organizaciones oficialmente representativas delos intereses categorialesdelostrabajadoresyde Jos empresarios—, parece haber tenido como finalided principal la reduccién, 0 elacallamiento, delas diferencias y contradicciones en el seno de una y otra clase. Con el recurso a los “cuerpos interme- dog” se buscé asimismo disminuir y despolitizar el nivel delos con- flictos sociales generados por la transicion hacia el nuevo patrén de acumulacién. Elrégimen populista pudo asi delegar en los aparatos bburacraticos de esos cuerpos —aparatos generalmente rnanejados entiltima instancia por el Estado—la regulacién delas contradiccio- nes intemas, sectoriales, corporativas, reforzando la imagén dellas, 18 Partido dala Reveluelén Mosca, ;Cérdenos habla, Mic, La lnprasre, 1940, 261, 135 contradicciones como algo externo, y eventualmente convirtiendo en problemas de reglamentacién administrativa los enfrentamientos politicos que pudieran suscitarse, Laideologia de a armonia ya conciliacién social esasl parte esen- cial del proyecto politico y econémico del populismo. Pero lo nove- dosodel populismonoeslaidealogiadela armontasocialensimisma; dicha ideologfa se encuentra formulada ya en el liberalismo de Fré- déric Bastiat. La innovacién del populismo radica en quela armonia social qué se postula no tiene ligar entre individuos/eludadanos, sino basicamente entre clases saciales que hasta el advenimiento del ré- sgimen populista estuvieron enfrentadas por antagonismosqueame- nazaban con Ja destruccién del todo social, y en que esa armonfa se alcanza mediante la ampliacién de la participacion politica y social de las masas populares. ‘Lacoexistencia arménica de las clases se presenta en el discurso ‘populista como la tinica alternativa a enfrentamientos catastroficos. Cuando e| interlocutor es e! movimiento obrero, laaltemativaalacon- certacién es el capitalismo agresivo y voraz; si el interlocutor es e! empresariado, la alternative ala concertacién es, naturalmente, la revolucién socialy elcaos. En tno y otro casolaidea de armonta so- cialexprésala realidad delos compromisos entre clasesy fracciones dela que emerge el régimen populista, Es un régimen de compromi- sos, perode compromisos para impulsarla transicién estructural de tuna economia agraria a una economia industrial y urbana. Este do- blecardcterdecompromiso yde transici6nal mismo tiemposeve- rifica en cada émbito de la actividad estata). En Jos pérrafos anteriores se mencionaron algunos aspectos de esto; algo similar puede sefialarse, por ejemplo, en relacién con el naclonalismo populist. El antimperialismo delos regimenes popu- listas tuvo como finalidad la reformulacién de las modalidades de ar- ticulacién del sector extranjero al mercado interno. No la eliminacién dela presencia del capital extranjero, sino su modemnizacién; vale decir, su desplazamiento hacia ambitos estratégicos para el nuevo patrén de acumulacién, y por lo tanto menos irritativos, o nade {ativos, desdeel punto de vista delos intereses ydela ideologfa. Las contradicciones entre este nuevo patrén deacumulacion y el capital cextranjero sereferian bésicamenteal tipo deinversién que constitu- y6 el enmarcamiento del sistema agroexportador: servicios pibli- cos, extraccién de minerales, combustibles y energia, ysimilares. En 136 consecuencia, al mismo tiempo que el Estado proyecté su presencia sobre el sector extranjero “viejo” —con medidas que fueron desde Ja simple reglamentacién yun control més escrupuloso sobre la ac- tividad de las firmas extranjeras, hasta naclonalizaciones mas 0 me- nosamplias—se definieron politicas orientadas aatraer, y garan- tizar la actividad extranjera en las nuevas reas de prioridad del capital industrial, en las que se traté de disefiar instancias de com- plementacién entre el capital industrial nacional privado y estatal, elcapital extranjero: acuerdas de actividades conjuntas, suministro de tecnologia modema, etcétera, El reducido éxito alcanzado en ge- neral por estos intentos en el marco della vigencia del proyecto po- pulista es conocido; es importante advertr, sin embargo, cémo se vvan anunciando, en el seno mismo de ese proyecto, algunos de los elementos centrales de la estrategia de acumulacién que habré de po- ner fin al esquema populista."* En la literatura sobre el tema es frecuente encontrar, casi como cuestién autoevidente, la ecuacién populismo = distribucién, ein- cluso distributivismo—connotandose asi niveles excesivos de dis- tribucion de los ingresos hacia los asalarlados, dados los niveles y ritmos prevalecientes de acumulacién de capital. Tal identificacién peca de demasiada generalidad. La exposicién precedente suger gue el elemento distributivo, cuando efectivamente exist, fue fun~ damentalmente un capitulo dela estrategia de acumulacién, En este sentido el populismo podria ser caracterizado como una estrategia de acumulacién que “pasa” por la distribucion, Pero aun asi, con esta exalicitaci6n del tipo especifico de relacion entre acumulacién y dis- tribucién que es propio del populismo, la caracterizacion sigue sien- do excesiva. La distribucién de ingresos, en términos reales, hacia las masas, no es una constante def populismo. Es innagable que algunas politicas populistas tuvieran como meta mejorar la partici- pacién de los asalariados en elingresonacional, pero tamibién es in- dudablequeal mismo tiempo que elrégimen populista intentaba dis- ‘ribuir, la sociedad lograba concentrar —a través de la.nflacion y el crecimiento dela diferencia entre ¢! aumento dela productividad del 19 Vane. E, Skidmore, ral De Geto a Castel, Ri de Janek, Paz 2 Ter, 1976, pp. 297 yes. Angulano, El Estedoy le pallticeobrera del edenlsma, Mésiea, ERA, 1975; pp. 100 ys .C. Esteban, Imperilismo y desorsallo econémico, Buenos Aires, Pelee, 19604 F.Portocerrera, Ei gobierno milary el capital imperialist; Lim, Cu armas da Seciedbdy Potten, 1876. 137 trabajo y el aumento de las remuneraciones, entre otros canales. Hubo asi experiencias de regimenes populistas que mejoraron efec- tivamente, en terminos reales, la posicién de ingresos de los asala- riados: el peronismo en la Argentina y el batllismo en Uruguay son posiblemente los casos menos controvertibles. El largo periodo de Vargas parece ser, en cambio, una situacién opuesta, en la que los incrementos nominalesde salariosno alcanzaron a compensa la da de ios niveles reales. El sexenio de Cardenas en México, la acci- dentada presidencia de Goulart en Brasil, la experiencia militar pe- ruana entre 1968 y 1975, ofrecen panoramas més matizedos.** Por otra parte, es sabido que en general el populismo dejé de lado, cen sus vertientes distributivas, alas masas rurales. Brasil es posi mente el caso més claro; el proyecto populista fue financiado en éi- timainstanciaporlasmasasdelcampo. Cuando elgobiernode Goulart traté de llevar al campo.sus reformas sociales, el intento aceleré la descomposicién politica del régimen populist y la reaccién del con- junto de las clases propietarias, Las excepciones més notorias al confinamiento urbano de las politicas distributivas son el card@nis~ ‘mo mexicano ya etapa del gobierno militar peruano que concluyé en 1975. Enambos casos el populismo se apoy6 en gran medida en elimpulso pprestado a sendos procesos de reforma agraria; ello per- milié la apertura del campoale produccién industrial, la aceleracion del proceso de diferenciacién clasista en el campo, la reduccién del precio de la fuerza de trabajo urbana, y la modernizacién capitalista Gelaagricutura, Elrepartoagrario mexicano signficé dems con- solidacién de la pequefia propiedad agraria de conformidad con las demahdas de las masas campesinas y las orlentaciones més caras delpopulismo agrariomexicano.* Argentinay Uruguay, dondeelcon- cepto de "masas rurales" debe ser adecuadoalas condiciones espe- Gificas de sus economias agrarias, presentan casos més complejo. No hubo en estos paises procesos de redistribucién de fa propiedad dela tierra, pero se experimenté cierta modernizacién dela organi- dards de as ovas ya ctadas de Wert, Olvera y Angulano, Viase ante otras 0. lann, ETeofapso del popullsmo en Brasil, México, UNAM, 1974, y 8. Siverman, "Labor \dealegy and Economic Development inthe Peet Epoch", en Stes im Comparatise Intarational Development, 11, 1568-1868, p. 248-258, "1 Sin embargo, Cézdenas se opusofrrevmante qe los campesinos ee incarporsran Justo Jas obrarer ons Confasercion de Trabaadores de México (CTH) ereada an 1936. +, Viase, Zavala Echavarra, "El Exedy a movimiento obrer durante a ardessms", en Estudloe Pfitce, 9, eneromaro de 1977, pp. 526. 138 zacién dela produccién y en las relaciones entre las clasesdel mundo rural; tuvieronugarasimismolgunos intentos detrensferenciapar- cialdelarentade latierraalas clases ruralesno propietarias —y, por supuesto, hacia la burguesia y los asalariados de las ciudades. El discurso politico populista expresa con cleridad la presencia y articulacién de los distintos componentes del proyecto populista x sus ingredientes ideolégicos: [a subordinacién aparente dela pro- duccién.al consumo; la exaltacién de la pequefia propiedad; la acu- mulacién a través de la expansién del consumo; la caracterizacion dela explotacién capitalista como deformacién y abuso; la amplia- cién del consumo popular y el fortalecimiento de las organizaciones sindicales para consolidar la heteronomia politica de las masas, do- tardeapoyo al Estadoy prevenir “desbordes" y“excesos”delasma- sas; el papel auténomo del Estado como gestor supremo dela armo- nia social y de la cooperacién politica entre las clases; el caos como Uinica altemativa: Creemos portanto quese puedeintentarla industralizacién de Méxi- o|...]evitando aquellos males del industrialsmo que son evitables, tales como la aglomeracién urbane, la explotacién del hombre por el hombre la producci6n paral venta en vez de para el consumo, ain- seguridad econémica, dl desperdicio, la produccion decbjetos medio cresylamecanizacién delos rabajadores|...| Loserrores delsisterna industrial no son inevitables, o parlo menos aslo creemos quienes hemos sofado con un México de eldos y de pequetias comunidades {ndustrales dotadas con los adelantos de ia eletricidad yde buenos ss- {emes sanitaros, comunidades en donde la produccion tenga coro fin lasatlsfcién de as necesidades humanas, en dondela maquinaria se ample para iberaralhomredeltrabajo rudoy endonde, no sien oa produccién un fin on mismo, jamés puede ser “excesiva".”” El consumo no debe estar subordinado a la produccién; es decir «que subordine el capital y sus conveniencias al consumo y alas nece- sidades. Esta es la teoria justicialista |. ..] Cuando aumentamos el es- ‘andar de vida y forzamos el consumo, subardinamos el capital ala economia yla produccién al consumo. No preguntamos alos indus- ‘rials sivana producir més cuando aumentamos cinco veces elsala~ 122 Viase R. Betta, Pensomiento y dndmice de lo Revoluciin mexican, Misco, Nuevo Mico, 1951, p. 218. La cla pertenace a un dcurso pronuocisdo par el ator ils funianarla del gobierna mesieano—el dejo 1985 en a Universided de Vina, Estador Unidos. 139 royaumentacinco veces elconsumo. Noles preguntamos-sisesalen del punto 6ptimo. Nonos importa. Ahora estén productendo mis |... Cada une comemés,vistemejor, vivemés fellzylos capitalstasganan ‘mas ahora queantes.*® Las dlases productores, que realmente controuyen ala grandeza y ‘laprospetidad nacional, eicomerciantehonesto, elindustrialtra- baladory equitativo,elagricultor quefecundalatierra,notienenrazén para abrigar temores...|Jamés deben recear de a fuerza del pueblo losquetrabejan con el pucbloy paral pusblo, Loquelaleynoprotege nitoleraes elabuso la especulacién desentrenada, ausur, elcimen, lainiquidad, la ganancia de todas ls casts de favoritos de todos los tipos detraficantes, que hcran sobre la miseria jena, comercian con cethorabcedesussemejantes ydan hasta elalma ldiabloperaacumuat riquezas 2 cesta del sudo, de la angustiay del sacficio de a mayoria delapoblecion.® ‘Ahora ya sabemos quslos esfuerzos realizado en benelicio delos obreros no sélo no perjudican a industrial progresista y bien inten- cionado, sino quemejoran|as condiciones generales deproducciény desarrolio industrial del pas, vel progreso intelectual econémico de Jos laborantes y de los gremios obreros.® Las masas obreras queno han sido organizades presentan un pa- norama paligroso, porquelamasa més peligrosa, sin duda, eslainor- inica. La experiencia modernademuestraquelas meses obreras jor corganizadasson, sin luda, las que pueden serdvigidasyinejorcondu- cides en todos los érdenes.2* Esprecico, pues, queel pueblo se organice, no sélo para defender _suspropios intereses, sino también para daral gobiemo el puntodeapo- yo indispensable para la realizaci6n de sus propésitos.”” Elsistema quenace(...] debe tener sentido social, privando sobre una burguesta que debe respetar hoy alas masas si quiere conservar sus negocios.#* 2340.7 975. 24. Vargue ciscrss del 1 da mayo de 1951 en ol estedo Vasco de Gama. Vince Gate Vargas, Rio de danairo,Enssies de Opinio, 1975, pp. 20-23. SE Peres Gil, presidente de Meco, en Angulano, ap lt,» 42. 254.0. Pern, dlserso en la Bolas de Camaro de Buenos Aires, 25 de agosto de 1944; Veased.D. Peta, El pueble quere saber de.qué ze toto, Buenos Aires 52,1546, pp. FIT. 7G Vargas, lc. ct. 284,D, Pern, decir en el plnsrio de secretaros generale dens 62 Orgorieciones Bros ne ede Us Obren tir, La Net, Baton Aes 18 de csembeede 1972. CConducetén politica, Buenos Ares, Mundo Peronita, 1952, pp. 74 140 ‘remediamos con serenidad y justo sentido de las eircunstan- cias los males queafigen al pueblo, oésteperderélaconfianzaytam- biénseperjudicars,cayendo er axcasoscondenebles. Sipretendernos \verdaderamentevivircomo seresciiizados, comocondiciGn parapros- perarnotenemos queadmitirelpredominiobrutalizantedelaleydelase- leccién animal, a explotacién del homie por ehomibre.?® ‘Somes, entuna sociedad carcomida por las hichas sociales, el ejer- pplodela cooperacién socia|..] Frente ala infamia ylavergilenza de Jaexplotaciéndelhorbrepor elhombre{somos]elejemplodeunmun- dodepperfeccién quees eljuticialismo, basado eniadignificaciéndal trabajo, enlaclevacién delaculturesocialy enlahhumantzacién delca- pital 2° al sindicalismo tiene objetives absolutamente comunes con el cempresariedo nacional. Esdeci, eldirigentesindicaldchedefendersu fuente de trabajo y el empresario debe defender su empresa! Procedemos a poner de acuerdo al capital yal trabajo, tutelades ambosporla accion drectivadelEstado|...| porque esindudableque nohayque olvidar que elEstado, querepresentaatodoslosdemés ha bitantes, tiene también allisu parte que defender: el bien comin, sin perjudicar nla un bando nia otro. Alcances y limitaciones de la experiencia populista Elpopulisme es presentado generalmente como algo pasajero, bre- ve, inestable. Asiplanteada, la cuestion esambigua: quées “corto” yquées “largo”? No puede pensarseun populismo sine die, delmis- ‘mo modo que cuesta mucho imaginarse una dominacién oligrqu- caeterna, ounfascismoinacabable, Ladialécticadela sociedad, que haceposibleva veces también necesariala etapa populista como ré- gimen politico, determina asimismo las condiciones de su superacién —oalmenos desu sustitucién— lasalternativas de suvigencia, sus 296, Vargas, curso de! 1 de mayo de 1944, en G. Vargas, Discursos, Rio da Janeiro (Colegao Brasil, 1944, p. 37. 30 Eun Par, dscreo en Paza de Mayo, l 17 de octubre de 1950, en R. Born ‘Brave historia de los lucha sctles en Argentina, Buence Airs, Corregidor, 1974, p- 128, 51.144, Corus, seeetario genera del Partido Justialista (penis), en Carin, Buse nos Altes, § da marzo de 1979, 52.10, Peré, El pueblo qutere saber de qué se tot, op. 141 “caidas” y resurgimientos, En este apartado se resumiran, muy ré- pidamente, algunos elos factores que determinan su inestabilided. primerlugar, losdetipo estructural. Elpopulismo es un produe- to de un determinado nivel de desarrollo del capitalismo periférica: lasprimeras etapasdel crecimiento delaindustrianacionalyla expan- sién yconsolidacion del mercado interno. La estrategia populista de acurnulacién aparece como posible, e incluso como necesaria, para Ja fraccién del capital industrial que prodtice mercancias de consumo personal yrubros conexos. En esta etapa esta raccion esclaramente la princizal, pero la dinémica del proceso de acumulacién industrial se encarga de reducir progresivamente las bases materiales del po- pulismo, Sellega a un momento en que el sustento estructural del ppopulismosedesvanece, oasi,ysellegaa élporimpulso delasten- dencias internias del proceso de acumulacién industrial. En este sen- tido el agotamiento de la stapa pone de relieve manos el fracaso que €! éxito del poplismo en asumir y llevar a cabo sus propias tareas. La etapa del capitalismo nacional, con una cieria distribucion, —nominal por lo menos— de ingresos, deja paso ala etapa d&ca- pitatismo trasnacional, con concentracién real delos ingresos. Elmer- cado que interesa en esta etapa es, en primer lugar, ede las propias empresas capitalistas —el “consumo productive", y en segundo lugar, el de los grupos de niveles de ingresos mis altos, cuyo eleva do poder de compra compensa su peso demoagréfico exigug; en todo caso hay posibllidades de equilibrar eltamafio reducido del mercado local dealtos ingresos, con os mercados de los paises vecinos, 3 ira- vvés dela exportacién industrial y de [os esquemas de integracion re- gional: En términos de valores de uso, estas modificaciones al pro- ducto industrial se expresan en el aumento dela importancia de las ramas productoras de bienes intermedios y de capital, en el retroce- so relativo de la produccién de bienes de uso y consumo en general yelaumento, dentro de éstos, dela produccién de bienes de consu- mo durable, de alto precio unitario y relativa sofisticacién. 51 Vince par elem P, isha, Dietibucién del ngresoy opciones de desarallo”, en Cundernos de iz Reallded Nacional, 8, septiembre de 1970, pp, 41-60; A. Pinta, “Concentacin del prosaso thie y de ss futsal desl Itinoamesiano”, on El Trimastre Eaonsmic, 125, nere-marzo de 1965, pp, +69: M.C.Toveres, El proceso de sustucién de impertaconss como madela de drarola rents en América atin’ ‘A. Blanch (comps) Amériec Latina: Ensavos de interpetacén econémlen, Santiago, Eattoral Univariaa, 1969, pp. 150-179, 142 Elingrediente de burguesia de la estrategia populista no desapa- rece, pero experimenta también profundas moxificaciones, especial- mente en el sentido desu reduccién numérica, de fas transformaciones na composicién orgénica de su capital —por la incorporacién de tecnologia moderna intensiva en capital, encluso por sus formas de aproximacién y subordinacién creciente al capital trasnacional. Asi, no s6lola produccién para el consumo personal retrocede res- pecto dela produccién total, ycarnbia de contenido; también pferde relevancia el establecimiento pequefio, desplazado hacia posicio- nes marginals 0 subordinadas por las exigencias de las economias de escala.** La produccién nacional busca cada vez ins acuerdos conelcapitalextranjero—capitalque, ademés, amplia supresencia directa e indirecta en ol mercado doméstico. Anteriormente se indi 6 que estas transformaciones no son externas al proyecto popllis- ta, sino al contratio, sus primeros pasos se esbozan en el senodedi- cho proyecto. Quedan siempre, sin embargo, grupos yfracciones més omenos marginados de esta modemizacién capitalistay progresivamentades- plazados hacia posiciones secundarias en e! mercado local. Esto hace pposible que en algunas coyuntures, aunquela situacién populistade acumulacién ya esté superada por la evolucién dela estructura, di- cha situacién pueda perdurar como idealogia en algunasite estos sec- tores dela burguesia industrial, del movimiento sindical yde algunas organizaciones politicas, que intentarén fa reconstitucién de la es- ‘rategia y, ahora si de manera explicita, la concertacién de alianzes politicas. Sin embargo la fragilidad de la insercién en la estructura, lamayor capacidad de negociacién y de autonomiadelas compo- nentes populares, la articulacién de algunas fracciones del asalaria- do en el polo trasnacionalizado de la economia, el surgimiento de demandas obreras para las que ni el Estado ni el sindicalismo popu- listatienen respuestassatisfactorias —democratizacion delas orga- nizaciones sindicales e independencia tanto de la burguesfa como del Estado; democratizacién y control obrero de los procesos de tra- bajo, etcétera—, el desarrollo de organizaciones pollticas revolt- 3 La poquta planta de producclén no desaparecs, pero su netuclera cambia, como tambidn au artclain en el mercado Se trata de pons con alta doe da capital i ‘ertido por Waboja intesradas a cadenes de producciém pare las quo alaboran partse ‘determines, sometida igidos contol de called rte de producer, Prasenacion {al producto, ttle, 143 clonarias con insercién en las masas, la dificil rearticulacién de las politicas de desarrollo nacional, aceleran, cada uno a su manera y enconjunto, elagotamiento de estos populismos “tardios" espectre- les, Loqueantes fueppréctica sin conciencia, ahora es conciencia sin préctica, Pero las contradicciones estén inscritas en él nticleo de la estra- tegia populista de acumulacién, aun mientras existe su base estruc- tural. Veamos primero algunas de ellas en el émbito de la burguesta ‘industrial Sila produccién industrial se contenta con orientarse ha- cia I demanda de los grupos de ingresos medios, como ocurria an- tesde laarticulacién polttica del proyecto populist, sualcancees bien reducido. Apoyarse en cambio en la ampliacisn del consumo de ma- sas, implica aceptar una regulacién extraeconémica delatesadega- nancia, y eventualmente una cierta reduccién de ella. Es cierto que la experiencia populista concibe una contrapartida a esto: el creci- miento del mercado interno implicaria, en principio, la generacién deuna masa de ganancia mayor, que veridria a compensar la reduc n dela tasa de ganancia.* Esevidente sin embargo que esta posibilidad, cuando existe, esté ‘inicamente al alcance de la fraccién de la burguesia que produce mercancias de consumo generalizado, y por lo tanto no ofrece res- puestas a las otras fracciones del capital industrial, y generalmente acelera su enfrentamiento al proyecto, Para preservar sus mérgenes de ganancia estas fracciones tendran que evadir; mas temprano que tarde, elsistema de controles, yelefecto habré de hacerse sentir, an- tes odespués, dentrodela fraccion que produce para el consumo per- sonal, a causa de las relaciones intersectoriales ¢ interindustriales. Por otra parte, [a existencia misma de los controles actia negativa- " mente sobre las expectativas de futuro de las empresas —incluldas Jas empresas de la burguesta populista—y tiende a desalentarla in- version, El motor'de la economia capitalista es la tasa de ganancia empresarial, cuando mas alta mejor, mientras que el proyecto popu- lista se empefia en ponerle un techo. Lamodemizacién tecnolégica, la elevacion dela composicin or génicadel capital, permite en principio que a burguesiaacumiuleso- $5 Vaase por eempio, D.S. Yee, "The Marisn Theor of Cris, Cpital and the Sto te", en Ezonamy ond Society 2, nim. 2, mayo de 1973, pp. 185-232, sobreln coestion ela elacn etre tasay masa de ganancis en la acumuacion de capit. 144 brela base delos incrementos diferenciales de productividadyde sa- larios, pero esto es posible cuandolas organizacionessindicalesson débiles o estan subordinadas al Estado, Seha visto sin embargo que tuno de los soportes de los regimenes populistas —y de hecho el s0- porte principal—es lamovilizacién popular en tomode as conquis- tas categoriales ydelaparticipacién social. Por otraparte, elcambio progresivo en las lineas de dinamnismo del crecimiento industrial, de las ramas con alta absorcién de empleo laboral, productoras de bie- nes deconsumogeneralizadoy orientadas hacia elmercadointerno, hacia ramasde elevada composicién orgénicadel capital, generado- ras de bienes intermedios de capital y de consumo para capas de al- tos niveles de ingreso, y crecientemente orientadas hacia las expor- taciones, redujo el papel delos salarios como fuente generadora de demanday dereciclaje hacia las empresas lelimpactodelosaumen- tosenlasremuneracionesalafuerza detrabajo, yen cambioacentud sugravitaci6n en la estructura de costos de as firmas, reduciendo el atractivo que un buen trato con los sindicatos podia tener ante los ojos de os capitalistas, v acotando concomitantemente el margen legitimo de maniobras del sindicalismo populista. ‘Sea como fuere, el mercado negro, el desabastecimiento, la de- presién combinada com inflacién, los estrangulamientos extertios, notardan en aparecer en elhorizontedel proyecto populista, minan= doy fracturando sus bases sociales. Estén, en segundo lugar, las contradicciones con a burguesia te- rratenienteyycon algunos sectores del capital extranjero, que nutren elcaricter antioligérquico ynacionalistadel populismo, Yase ha se- fialado quedesdela perspectiva de la burguesia industrial estas con- tradicciones no son contradicciones antagénicas, pero ello no sig- nifica que se trate de meras diferencias circunstanciales entre buenos camaradas. No sélo porque la presencia de las masas en la escena politica amenaza con profundizar tales contradicciones y llevarlas mas allé de los limites demarcados por los intereses dela burguesia industrial asumidos por el Estado, sino por el nivel de conflicto que suestallide involucra, desde que a consolidaci6n de los industriales como fraceién hegeménica —consolidacién que muchas veces pa- rece tener lugar malgré soi—plantea como una desus condiciones 3¢ Vinse por ejemplo A, Farrer, “La economia poltiea del peronisma", en El Trimestre Exonémico, 173, enerommans de 1977, pp. 73-118, 145 cierta reorientacion de la estructura productiva a costa de posicio- nese intereses dealgunos inversionistas extranjeros ydealgunasfrac- ‘clones de la gran propiedad ural. Estas tensiones y contradicciones son en definitiva una forma de expresién dela contradiccién fundamentalydelafuentegeneradora delainestabilidad esencial del populismo, derivada de succardcterde proyecto que se apoya sobre tentativas de amortiguacién yarmoni- zacién de las perspectivas de las masas populares y obreras por un lado, y del conjunto de las clases dominantes por el otro. Nacido de la estructura, este conjunto de contradicciones se pro- xyecta hacia la dimensién politico ideolégica dela experiencia popu- lista, yse combinay potencia conlas contradicciones propiasdeeste nivel. El populismo practica una reorientacién de las presiones po- pulares, pero para ello debe canalizar, antes que simplemente re- primiro eliminar, ales presiones. Limita la autonamfa delas masas, ‘perodebeaceptarla liasta que os limites son aleanzados; practicaun nacionalismo selectivo, pero no puede proscribir el antimperialismo; no es antiburgués sino, a lo sumo, antioligérquico, pero naesté en condiciones de rechazar un principio de cuestionamiento a la pro- piedad y ala empresa capitalista; apunta a impulsar la acumulacién decapital pero se presenta fomentando la movilizacién y la organi- zaciondel proletariado, En sintesis, erigela imagen soberenadelacon- clliaci6n ya armonia de clases, pero para ello debe legitimarla iden de cambio, movimiento, contradiccién. Esta naturaleza contradictoria del populismo; mas precisamente, la especificidad de las contradicciones que eson propias, desorienta a menudo alos observadores y los lleva a hablar de un populismo “de ‘masas" diferente de un populismo "de élites”, de un populismo bur- gués en contraposicién aun populismosocialista. Es un enfoqueine- xacto. El populismo siempre combina, por su propia naturaleza, elementos conservadores y elementos de progreso: asume un pro- vyecto burgués, pero loasienta en la activacién de las masasylaciase ‘obrera. El populismo tiene una realidad unitaria, por mas que sea uni- dad de opuestos, unidad contradictoria. Esta contradiccién se man- tiene hasta al final, ¢ incluso es en el final que adquiere su méxime, ymuchas veces ms desorientadora, expresién: siendo una estrate- gia capitalsta, cae golpeada por la burguesia. En la promocién dela estrategia de acumulacién de capital, el ré- gimen populista plantea una movilizecién popular que siempreresub, 146 ra para impulsarsus intereses de clase, Elreformismo anticinatorio del populismo es demasiado sofisticado, y generalmente también: demasiado caro, para una clase entrenada en la beneficenciaylare- presién. Al mismo tiempo, el éxito en las tareas del populismo —la consolidacién del mercado intemo, la modemizacién capitalista, el impulso af crecimiento industrial— agata progresivamente su base econémica y reduce adicionalmente su espacio politico. El populismo en un nuevo contexto? Elauge del movimiento dedescolonizacién en las décadasdelos cin- cuenta y sesenta, ef desarrollo de procetos revolucionarios de libe- racién nacional y transformaciones sociales en numerosos paises deldenominado tercer mundo, la constitucion devarias organizacio- nesyasociaciones internacionales de estos palses, handewueltoac- ‘ualidacta muchos de os temas planteados por el populismo.El peso fuerte de las fracciones y clases “intermedias” en la estructura social, resultado del ya mencionado modo en que el capitalismo se articula con formas previasde producciénydistribucién, ylasreproduce, co- loca en el centro del debate revolucionario a problemética ylas pers- ectivas de estos sectores sociolégicamente mayoritarios. Los mo- vimientos revolucionarios reclutan sus bases y sus ditigencias, pri- mordialmente, de esos mismos sectores. La promocién de estrategias de desarrollo orientadas a fa satis- {accion de las necesidades bésicas de la poblacién; el debate en tor- no de las escalas de produccién y de la viabilidad de la pequefia produccién (campesina, indigena, artesanal) como uno de los 50- portesde una estrategia viable dedesarrollonacional; elestimulo a experiencias y proyectos de autoeducacién popular; el énfasis en el Estado como motor institucional de la transformacién y el desa- rrollo; la posibilidad de transitar hacia alguna modalidad de sotialis- ma a partir del capitalismo periférico; la promocién de estrategias de unidad nacional para enfrentar la dominacion externa, constitus yen puntos centrales en la agenda del pensamiento y la accion po- litica en muchas de las sociedades periféricas, No debe sorprender, por lo tanto, que algunas experiencias de transformacién revalu- 147 cionaria contemporéneas hayan sido interpretadas como “neopopu- listas"” Es evidente sin embargo que no basta la presencia de ciertos te- ‘mas ena agenda de transformacién social y politica para caracteri zaralprocesoque sedesenvuelvedeacuerdocon ella. Y aunqueuna discusién de estos procesos cae claramente fuera de los alcances de este articulo, queremos anotar muy répidamente —como un tema para ser desarrollado ulteriormente, mas que como una conclusién— la cuestién del Estado en uno y otro tipo de experiencias. A pesar de que es frecuente en la literatura sobre el tema encon- trarseconla expresién "Estado populista’’* nos parece, en uncién delodicho en este articulo, que setrata de una expresion inadecua- da, El Estado en cuyo marco el proyecto populista se articuld nunca fue populista. Hubo regimenes politicos populistas en el marco de Estados capitalistas —periféricos, atrasados, subdesarrollados 0 ‘como quiera adjetivarselos, pero capitalistas. Deahique en todomo- ‘mento la estrategia populista estuviera subordinada a un enmarca- miento estatal que en ciertas condiciones le dio nacimiento y apoys su desarrollo; en otras condiciones impidié que el proyecto populis- ta cuajara; en otras mas dio por tierra con el régimen populista. Los regimenes populistas nunca pretendieron, o pudieron, alterarlana- turalezadel Estado, sino modificar sus aparatos, cambiar sus modos de intervencién politica, modificar los grupos sociales en que las instituciones encarnan. Tal ver el Gnico caso en que tuvo lugar una transformacién del Estado haya sido el de la Revolucion mexicana; pero aqui la transformacién del Estado fue anterior ala etapa popu lista de la revolucion, y seria excesivo calificar a esa revolucién, en bloque, como populista. Los procesos revolucionarios contemporéneos en la periferia del capitalismo implican la destruccion del Estado preexistente, comen- zando por sus aparatos de coaccién. Independientemente de la ma- yor o menor profundidad y consolidacién de las transformaciones socioeconémicas, todas estas experiencias parten dela creacién de un nuevo Estado, del extrafiamiento politico y econémicodelasvie- 37 Véase an relacién con China y Tanzania G. Kitching, Development and Under development in Historical Perspective, Londres, Methaun, 1982, mls en genera. J. Byres, “Ot Neo Popul Pipe Dream: Daedalus inthe Third Word and the Myth of Urban Bias” en Journal of Peasant Studies, 9, 1979, pp. 210-244. 38 Viase por eerplo los obras ctadas de lan, jas fuerzas gobemantes, y de a transferencia de su poder de fuego hacia nuevos seciores sociales. Tal vez esto no parezcamucho, pero obviamente no es poco. Significa que la promocién de estrategias de necesidades basicas, tecnol&gias apropiadas, pequefias econo- miaslocales, etcétera, tiene ugar en el marcoderelacionesdepoder de distinto tipo. Yano se trata de una concertacién, mediada por el Estado, entre fracciones democraticas yprogresistas delaburguesia xyelmovimiento popular, paradotar aaquéllas delanecesariafuerza de negociacién con el resto de las clases dominantes y mejorar la rentabilidad de sus capitales. Se trata de una férmula diferente que parte de la derrota politica de las antiguas clases dominantes —in- cluidos sus elementos subordinados—y, en ciertos casos, desu eli- minacién dela escena politica. Esto no excluye que el desarrollo de estos procesos revolucionarios cree condiciones para lageneracién, a partir de los aparatos del Estado revolucionario, de nuevas o viejas formas de diferenciacién social y econémica, pero ésta es harina de otro costal. En las experiencias a que este articulo se refiere, el regimen po- pulista nunca devino poder armado; al contrario, algunas tentativas en este sentido aceleraron la reacci6n antipopulista ya caida del ré- gimen.”* En cambio, todas las experiencias revolucionarias del ter- cer mundo tienen como punto de partida la creacion de un nuevo Estado empezando por su nicleo: el monopolio de la coaccién en fun- ciéndeunnuevobloquedeuerzas queson, asi, dominantes. Quizés sea por esto, en definitiva, quetodos estamos de acuerdo en queson revoluciones. 2 Tales, por eempl, los frustados itentos de crecién de micas populares en los ‘que abrian de ser momentos inaes de os gobleros de Pers (1955) y Goulrt (1964). La ‘vestion dl resquebrjamiento del dsciptna mittary de la insubordnaciin dels subof- ‘ales también parece haber aceerado el derrocamiento del regimen de ls Unidad Popular en Chile 1973) 149

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