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LAin-contingencia DEL LENGUAJE Javier Tapia* Agamben marca ua hito no sélo en la cons- ‘rucciéa del pensamiento del filésofo romano. sino en Ia historia del pensamiento posmetafisico. Su contribucién se encamina no a dar continuidad a la pregunta fundante del pensamiento posmetafisico (es posible pensar Ia modemidad sin metafisica?). sino al cierre de sus intenciones dando ua giro radical al pen- samiento occidental, cuya interrogante ha de ser, si es posible o no, pensar la modernidad sin sujeto. Esta posibilidad de una modemidad sin subjetivi- dad se hace latente sélo en la medida en que tampoco puede ser pensada desde la metafisica. Sin embargo. se vuelve una tarea inddita y desconcertante ya que el problema ha de pensarse desde la metafisica misma. El punto de partida, y al mismo tiempo de legada, es Ia condicién immeparable de la existencia humana ea su ser asi, cualquiera. Aqui, la aporia consiste en hacer metafisica sin metafisica, un encuentro entre la vida muda y el acontecer lingiiistico del hombre. La tarea no se presenta ficil, dado que no se trata sélo de una disputa de categorias, sino de 1a posibili- dad de vislumbrar una comunidad sin sujeto, rompien- do con el principal lazo de la vida politica moderna: a soberania. La comunidad soberana de Occidente se funda en una biopolitica, cuyo mecanismo rector es la exclusién, la regulacién de la misma vida en el afuera y el adentro de la comunidad. Esta es una ca- racteristica observable en toda forma de conmnidad politica (y con mayor claridad en el totalitarismo y Ja democracia), en tanto instrumento de seleccién a través de la consolidaciéa de una comunidad frontert- “Profesor de filosofia en e] Instinto Salesiane de Esrudios Superiares I [gcse nae moe ada (no sélo en el sentido puramente teritorial, sino sobre todo identitario). Dicha consolidacién no solo posibilita claridad en las politicas engenésicas, sino sobre todo en la definicigu de “un enemigo”. un afve- sa/excepcién. Un adentro y un afiiera de la ley. que es la distincion fundacional de la vida politica entre bios ‘y zoe, 0 1a pura vida y Ia vida en la ley. Agamben (2006: 11) comienza haciendo ua re- cuento de los cuatro trascendentales de la escolastica, es decir, las cualidades ontolégicas aplicables a “cual- quiera ente” (quodlibet enz). El cualquiera ente, no es sélo indiferentemente cualquiera, “[...] m0 importa cual...”, sino “el ser tal que, sea cual sea, importa”. Esta emunciacién de las cualidades trascendentales y del sentido formal del quodlibet. preparan el terreno para el anilisis de la aporia politica modema: ;cGmo afimmar una propiedad trascendental, universal, en un ens inefable por su singularidad? ‘La singularidad del cualsea le es dada en el afian- zamiento de su voluntad (libet). El cwaisea es el “‘cual- se-quiera”, una autarquia fondada en el deseo. ¥ es esta sencilla relectura de una sentencia medieval, la que revela el sentido rector de la conmnidad que vie- ne. En efecto, el cualrea es una especie de suspension de nuestro mundo maniqneo, un estado limbico sin destino ni determinacién. Una figura “inocente”, ale- jada de la justicia divina pero también de su gloria (no ‘habita en el infiemo de los pecadores, pero tampoco se le ha permitido entrar al paraiso). No es una ino- cente creatura que se sitéa mas alld del bien y del mal, sino que ha venido al mundo sin conciencia del bien y del mal, alejada terminantemente de un destino en el Reino de Dios (tal lugar es un no-territorio, reservado solo para los nifios que han nmerto sin ser bautiza- dos). Pero, ademuis, no ha sido privado sélo de la lax METAPOLITICA nim. 74, juio-septiempre de 207 65 Tprparrs| JAVIER TAPIA de Dios, sino de la posibilidad misma de habitar en el leaguaje: oikos sélo reservade a 1a naturaleza buma- aaa. Esta filtima se encventra condenada a vivir bajo el cobijo de Ia antinomia enie lo singular y lo universal, findada en el lenguaje, que es la fuente de toda nociéa de propiedad comin que quiera ser aplicada al mundo. Tras el velo del Lenguaje slo queda la vida desnuda, sin adjetivos, sin cualidades. La palabra por si sola.es un recipiente vacio que es tlenado con las experiencias singulares de los miem- bros de una commnidad, Su cualidad es Ia de “decix”™ toda forma de singularidad de In experiencia, y ese “deci” es ya una conversién de la singularidad en universalidad (la palabra arbol “dice” todas las singu- laridades de Ia experiencia dxbol —“el arbol, un Arbol, este arbol"— que es la experiencia singular del cual- sea): “La comprensién de un todo M de los objetos singulares distintos m, no es otra cosa que el nombre” (Agamben, 2006: 15). La palabra es un fantasma que, sin su cualidad de “decir”, se disuelve en la levedad de su inexistencia. Sucede, por ejemplo, cuando es- cuchamos a alguien hablar en uaa lengua extrafia ala nestra, sus palabras, sus “decir-es””, no son llenados por experiencia alguna, sélo son balbuceos (bar-bar’): nuestro interpelante es un barbaro, un extraiio. La universalidad, como la univocidad, se funda exelusivamente en el lenguaje. Lo tinico que puede escapar a la antinomia es el ejemplo (el para-deigma). Una experiencia “ex-cogida”, singular, a la que se destina su representacién de toda experiencia analoga. Escapa a Ia antinomia porque es un “decir” fundado en la singularidad de la experiencia de quien lo enun- ia: todos los arboles som asi, come por “ejemplo”, el roble fuera de mi casa. Y ese dar la experiencia a la palabra es condenarla a la “vida puramente lingiiis- tica”, en cuanto se vuelve incalificable, in-asimilable por un escucha de otro, su commnicar resuena en un espacio -vacio “sin estar ligadas por propiedad alguna comin, por identidad alguna.” (Agamben, 2006: 15). En esta univecidad fundada por el lenguaje esta el ocultamiento de la desmdez. El velo del lengua- je cubre el destino inmanente a todo cualsea, como el devenir su propia potencia. En este tener lugar del cualsea ha de recuperarse el sentido de a ética, que no es la distincién entre 1o bueno y lo malo, sino el deve- lamiento del ser asi. Asi como todo discurso ético ne- cesita del mal como correlate del bien, lo verdadero se mmestra en la manifestacién de su falsedad, tiene Ingar a7 Io falso. Ese es el sentido dal desocultamiento del METAPOLITICA nim. 74. juio - septiembre ge 2011 ser, a-letheia, que encontramos en Martin Heidegger. La ética occidental se ha fundado univecamente en la nociéa de bien (ain negando explicitamente, pero siempre emunciandolo, al mal). Su modelo ético 3 el del ser “perfecto”, aquel que se apropia del mal como posibilidad, anulando la distincién entre bueno -y malo, no situado mas alla de uno y otro, sino abso- Jutamente suspendido, sin la posibilidad de hacer mal alguno. Esta aspiracién ética de Occidente termina por olvidar la inmanencia del mal en el mundo: el ser sin distincién (perfecto) es ya un ser sin moralidad, Lo bueno no es una categoria moral, sino Ia condicién. misma de la existencia, en tanio ocultar/desocultar, ‘coma principio de “diferenciacién” y, a su vez, fianda- mento de una ética real. Citando a Scoto (Agamben, 2006: 21), identificara Ja singularidad con la forma. Es decir, cnalqnier sin- gularidad deviene cualsea, en la medida en que no es ‘i universal ni auiltiple mi uno, sino “cualsea unidad singular”, no indiferente, pero tampoco coniin. La co- amuaiga no es ua atributo de la singularidad, es com- pletamente inesencial a Ia naturaleza del cualsea, En. ‘otras palabras, lo comin es accidental en el mis puro sentido aristotélico. El oikos del lenguaje, genesis del éthos, es el accidente de lo comin. La ética cristiana tiene como precedente el acon- tecimiento del saerificio. Ese otro que se sacrifica, Cristo, ocupa, teolégicamente, el lugar de los otros, ‘nos quita de las espaldas el esfuerzo de diferenciar- nos del oto, En la palabra redentora nos condena a la identidad (el conmnitarismo cristiano), a la definicién. de mesira existencia en la comuniéa. Esto es equi- valente a la sustifucién de nuestra potencia de hacer el mal: el demonio ha sido alejado del mundo. Nos hha sido arrebatada la posibilidad de no ser, de afir- mamos en nuestra negatividad. Las tentaciones del demonio son las sedueciones del no ser, una danza erotica con auestra impotencia. Por otto lado, aceptar la inesencialidad de lo co- amin, abre la posibilidad de fundar una commaidad inrepresentable, donde cada cualsea esta determinado por la vacua e irrepresentable cualseidiad de su vecino, en su ejemplaridad. La conmnidad del amor se funda en Ia imepresentabilidad del espacio del otro. Asw- mir dicha condicién evita la adecuacién a un canon. identitario. atin antes de venir al mundo, y afirma el ‘eualsea en su.asi, en su devenir si mismo en su-uso de si como principtum individuationts. Este principfum es la representacién misma de canestra potencialidad, tanto de ser como de no ser. ‘Enel mapa de concepios aristotélico, este principium ‘es un salir de Ia actualidad, en tanto que ésta n0 se determina slo por su Hegar a ser, sino por su impo- tencia. He ahi lo irreparable, que significa “que las ‘cosas som consignadas sin remedio a su ser asi, que ‘ellas son, también, justo y sélo su asi”, contingentes. (Agamben, 2006: 39). Lo imeparable es el principio dela ética, que funda una comunidad sin destino algu- no. El cualsea no comparte su potencialidad con otro -cualsea, smcho menos una misién bistérica, a La revolucin de la imagen en el siglo XX abri6 smnevos horizontes de identificacién al generar arque- ‘ipos de existencia a través de In publicidad. La so- ciedad espectacular volvié al cualsea una mercancia, vuna produccién en serie de identidades para las mnl- ‘itudes urbanas. En otras palabras, sustituy6 el canon ‘teolégico-cristiano de 1a identificacién en el absoluto, ‘por una identidad fundada en la imagen publicitaria. ‘En Cultura y simmlacro, Jean Baudrillard lo fabula a partir de un famoso poema de Borges (“Del rigor de a ciencia”), donde un cuerpo real de cartégrafos se ‘ha obsesionado con trazar mapas tan precisos de su seino,” Mapas desmesurados", al punto de ya.no haber snada mas que unas ruinas polvosas cubiertas por un ‘pergamino “tamadio real”. un solo mapa temiaa por ‘cubrir la extensién del Imperio. Esta fibula metafi- sica demuacia la erosion del imperio empirico de las -ciencias positivas, pero mas que eso, es una suerte de advertencia, captada agudamente por Baudrillard, de qe nuestro mundo ha perdido ese halo de cosicidad sobre el que antafio se constrayeran universos magi- C05, religiosos 0 metafisicos. Las mmtaciones del capitalismo van de un niverso objetual que basaba su existencia en la funcionalidad de ‘os objetos producto de su actividad creadora (la primera ‘forma del capitalismo, tal como es descrito por Marx). “un mniverso de produccién de sentides (la segunda for- ma, y més radical mntacién del capitalismo, la denun- -ciada por Guy Debord [1999]: ua trance necesario del ‘capitalism de objetes al capitalismo de ficciones. En este estado de cosas. se eleva un doliente la- mento. Las dindmicas espectaculares en las que he- amos sido sumergidos por los universos icénicos de sanestra contemporaneidad tecnologizada, haan dado ‘a fuz un imaginario donde el cualsea es privado de su capacidad discursiva. Pareciera que “la naturaleza LA IN-CONTINGENCIA DEL LENGUAJE] DEBATES 1 agota su destino como creatura, se alza un lenguaje que ba depuesto toda pretensién de nombrar” (Agam- ‘ben, 2006: 51). Nuestro hablar ya no “dice” mas la experiencia singular, en cambio repite mecinicamente los diseursos de la globalidad_ El calamitoso ejemplo del habla 2-significante es la disoluciéa de las clases sociales. Si es que existe ain uaa pretendida conmaidad de destino, ésta es la de la “pequeiia bureuesia planetaria”. El fantasma del conmaismo ronda atin al capitalismo, Por consiguiente, estamos arrajados a una fom de existencia que oculia la singular potencialidad del cual- sea, nos afianzamos, cada vez commas énfasis, en una ‘nica forma de subjetividad. En ua suefio cuya poten- ciallidad es la de poder ser vivida por todos: Ia ilusién de ‘un lenguaje que connoia y denota lo mismo para todos: La pequedia burguesia planeiais[..] se ha emancipado de ex tos suaiios [del fascism y el nazismo] y se ha apropindo de Js actimd del proleariado para renuncia a cualquier idenrdad social raconseible. Elpaqueds burguds amula tod lo gus tent centidad com el mismo gesto com el que parece cbstinadamente adhere a ot, Sélo reconoce lo impropio y lo insutéatica Y rechaza incluso la idea da una palabra propia (Agamben, 2006: 53). Asistimos a la escenificacién de la cualseidad a ‘través de las narativas espectaculares de aquello, que antaio no habia sido invitado al banguete de Ia identi- dad: Ia sexualidad y 1a nmerte, las tinicas potencias del cualsea que babitaban en el pw asi. La fascinacién ‘por la imagen nos viene de su apariencia de fidelidad con la realidad. de pronto se ha vuelto imperativo aquel decir que ideniificaba el ver con la certeza. El cualsea esta dado a la exposicion. La singula- sridad pura del cualsea no es determinada por ningiin artificio del pensamiento. Si, en todo caso, le viene alguna forma de determinacién, ésta es la “idea” de la totalidad de sus posibilidades de ser asi. El cuaisea esti confinado a ser un paria, cnya iinica posibilidad de determinacién es su relacién con una exterioridad. indeterminada y vacia. ‘La indeterminaciéa no es analogable a lo infinito, sino al limite del propio ser asi, finito en su sinzw- lasidad. La finitud abre la exterioridad que, en tanto indeterminada, es ua vacio adjunte a la cualquieridad. Esta apertura (literalmente ua umbral. una puer- ‘ta que se abre) es la exposicién misma: “Cualsea es, en este sentido, un suceso de ua afuera” (Agamben, 2006: 57) que le viene dado en su propia singularidad, METAPOLITICA nim. 74,juio-sepriemere ge 2011 67 TDEBATES| JAVIER TAPIA Estar expuesto es, por tanto, darse al aftiera como “ex- periencia del limite mismo” o, com mis claridad, “ser ‘dentro de ua afivera [...] (ek-tasis)”. El umbral que nos da a la exterioridad es el lengua- je mismo. En el ser dicho de los objetos, como se ha ‘explicado antes, no contiene sino Ia experiencia sin- gular del objeto dicho. La relaciém entre el lenguaje y la experiencia singular es uaa pura homonimia, en jamto que para nombrar objetos pertenecientes a un auismo conjuato de objetos se usa el mismo nombre. Recurriendo a Arisiételes, es explicada la diferen- cia entre nombear wa objeto segtia su idea y segua ‘su concepto. La idea, imagen (el phantasmata), es e1 sesiduo de una experiencia cualsea: de este 0 aquel Zapato. Mientras que el concepto es una abstraccién, aa generalizaciéa o sinonimia. Cuando decimos zapato, damos nomibre al cualsea Zapato de avestra experiencia. No es posible “pensar” ‘el mundo sin “decir” el mundo, en tanto que toda for sma de experiencia parte del singular. Pensar el nmndo ‘sin traerlo al lenguaje, en una pretensiosa universali- dad, es forzar al Lenguaje a desarraigarse de la expe- riencia. Justo la nocion citada de Aristételes para el singnimo es la de una identificacién entre el “decir” y la “definicién”, que traducide al lenguaje del positi- Vismo légico es una palabra que connota sin denotar. Entonces, el lenguaje se vuelve un umbral a la ex- terioridad, no s6lo porque siempre es un nombrar 1a experiencia, sino porque en el intento de desarraigarlo de la misma, de absiraerlo, la exterioridad termina por imponerse. Ese es el sentido de la paradoja que Rus- sell hereda a la teoria de los conjuntos: “nada menos que la posibilidad de pasar de ua concepto a su ex- tension, esto es, la posibilidad misma de razonar en vérminos de clase” (Agamben, 2006: 59). La razén por la que Agamben pasa del epigrafe XVIL, sobre el positivismo logico y la aporia de la ‘exposicién en la teoria de los conjuntos, al epigrafe XVII sobre La sociedad del espectéculo de Guy De- bord no es azarosa. La politica espectacular, que es Ia politica de la imagen, es 1a nueva forma de un funda mento comsin para el sujeto. La imagen deviene texto, se ha comido al lenguaje mismo, y en este homicidio de In palabra termina por ocultarse el amraigamiento vital de fa palabra en su ser expuesto. Toda forma de existencia es identificable en las representaciones es- pectaculares del mundo contemporineo Pero como en el caso de la paradoja de Russell, es esta misma condicién de exacerbacién de lo comin lo METAPOLITICA nim.74, ule septembre ae 2011 que descubre la singularidad del cualsea, una especie de experimentum linguae que revela la diversidad del mado: “Sélo aquellos que aleancen a cumplir ese ex- perimento hasta el fondo, sin dejar que lo revelador permanezea velado en Ia nada que revela, sino lleva- do el lenguaje al lenguaje mismo, seran los primeros ciudadanos de una conmnidad sin presupuestos ni Es- tado, en la que el poder amulador y destinante de lo comin sera pacificado [...]” (Agamiben, 2006: 68). m La politica que viene es ismeparable. La politica del siglo XU serd la Iucha por la reivindicacién del Ienguaje ea su.ser asi, dado completamente a la exte- rioridad contra la fuerza unificadora del Estado “[...] antes o después, llegaran los carvos blindados”). La comunidad que deviene es la autoafirmacién de una no-sociedad, sin lazos identitarios, una “co-pertenen- cia” sin “pertenencia” alguna, sin destino ni misién_ hhistérica, inconclusa en su continuo devenir y que:n0 Mega a ningtim sitio: la no-sociedad de los cualsea, e La anulacién de Ja soberania es la imposibilidad de 1a exclusién, donde incluso 1a propia potenciali- dad del cualsea deviene potencialidad misma de no ser: pasividad, inoperatividad, improductividad. Para Agamben, Ia conmnidad que viene es Ia conmmidad. del amor como experiencia del tener Iugar en el asi, “en la singularidad cualsea” de lo Amable: ‘EL amor no se dirige jamis hacia esta o aquella propiedad dal amado (ser blanco, pequeio, dulce, cojo), pero tampoco ‘prescinde de él en nombre de la insipida abstraccién (el amor ‘universal): quiere Ia cosa con todos sus predicados, su ser tal cuales. El smor desea el cuai sélo en tanto que es ial y éste 5 su particular fetichismo. Asi, la singularida de cualses (lo Amable) uo es jams inteligeacia de algo, de este © aquella cualidad o esencia, sino inteligencia de una intelisibilided (Agamben, 2006: 12) La interrogante que abria el motivo del presente texto (a saber, sies posible o no pensar a modemidad sin sujeto) encuentra su respuesta en lo impensable: el cualcea. Indice de-una respuesta esquiva, pues no se hace posible pensar la modemidad sin aquel producto de su actividad fundante. La politica que viene no slo es pos-metafisica, sino pos-modema en su mas puro sentido, no hay modemidad porque no hay identidad alguna que defender. A este puate puede juzgarse a La comunidad que viene come 1a mas bella formula- 68 ci6n de las utopias dal siglo XX. Pero su atractivo no radica en su cardcter utépico, sino en la proximidad de su cumplimiento. tra interpretacién, quiz enfadosa para los ficles lectoves de Agamben es la posibilidad de que La conmi- nidad que viene sea una suerte de llamado ala urgencia de un muevo principio de identidad para las sociedades occidentales. La teologia politica del medioevo. en su exacerbaciGn de Ia identificacién del hombre con Dios, fia dejado signos de la inquietud de la cualguieridad en sus escritos. El sujeto cartesiano, ugar findante de Ja modemidad, seria el comelato de esos destellos: la ‘identificacién del hombre con st pensamiento. ¥en este sentido, cabria preguntarse si la paradoja de la sin- ‘gularidad ea la teowia del lenguaje, y en la identificacion cde la imagen con el lenguaje mismo, son esos nuevos, destellos que amuncian el fin de Ia modemidad y el naci- mento de un mevo principio de identificacién. En cualquier caso, dos cosas som plenamente com- prensibles en el texto. Primero, la ratificacién de aquel LA IN-CONTINGENCIA DEL LENGUAJE] DEBATES | diagnéstico de Lacan reformulado por Zizek (2010: 21): “[...] ef Lenguaje es ua don tan peligroso para la ‘hmmanidad comp el eaballo lo fue para los troyanos: se nos oftece para que hagamos uso de él sin cargo, ‘pero una vez que Io aceptamss, nos coloniza”. Se- ‘gundo, que Agamben nos proporciona la inquietnd de ‘pensar un estado de cosas en la vida misma porque la ‘utopia es inmanente a ia existencia, dada a la mano, ‘easendente ag y ahora, no enna esperanza i. dada en lo infinito. Aqui no hay mis esperanza, ‘puro ser ati, tal cual, expuesto a [a esatingencia ea Ia in-contingencia del lenguaje. REFERENCIAS Agamben, G. (2006), La comunidad que viene, Valen- cia, Pre-textos. 2a.ed. ‘Debord, G. (1999), La sociedad del expecticulo, Va- tencia, Pre-Textos. Zizeke S. 2010), Cémo leer a Lacan, Buenos Aires, Paidés. METAPOLITICA nim. 74, juio-septiempre ge 2011 69

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