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Gnesis

Marco Denevi

Con la ltima guerra atmica, la humanidad y la civilizacin desaparecieron. Toda la tierra fue
como un desierto calcinado. En cierta regin de Oriente sobrevivi un nio, hijo del piloto de
una nave espacial. El nio se alimentaba de hierbas y dorma en una caverna. Durante mucho
tiempo, aturdido por el horror del desastre, slo saba llorar y clamar por su padre. Despus sus
recuerdos se oscurecieron, se disgregaron, se volvieron arbitrarios y cambiantes como un sueo,
su horror se transform en un vago miedo. A ratos recordaba la figura de su padre, que le sonrea
o lo amonestaba, o ascenda a su nave espacial, envuelta en fuego y en ruido, y se perda entre las
nubes. Entonces, loco de soledad, caa de rodillas y le rogaba que volviese. Entretanto la tierra se
cubri nuevamente de vegetacin; las plantas se cargaron de flores; los rboles, de frutos. El
nio, convertido en un muchacho, comenz a explorar el pas. Un da, vio un ave. Otro da vio
un lobo. Otro da, inesperadamente, se hall frente a una joven de su edad que, lo mismo que l,
haba sobrevivido a los estragos de la guerra atmica.

- Cmo te llamas? -le pregunt.

- Eva, -contest la joven - Y t?

- Adn.
Apocalipsis

por Marco Denevi

La extincin de la raza de los hombres se sita aproximadamente a fines del siglo XXXII. La
cosa ocurri as: las mquinas haban alcanzado tal perfeccin que los hombres ya no
necesitaban comer, ni dormir, ni hablar, ni leer, ni pensar, ni hacer nada. Les bastaba apretar un
botn y las mquinas lo hacan todo por ellos. Gradualmente fueron desapareciendo las mesas,
las sillas, las rosas, los discos con las nueve sinfonas de Beethoven, las tiendas de antigedades,
los vinos de Burdeos, las golondrinas, los tapices flamencos, todo Verdi, el ajedrez, los
telescopios, las catedrales gticas, los estadios de ftbol, la Piedad de Miguel ngel, los mapas
de las ruinas del Foro Trajano, los automviles, el arroz, las sequoias gigantes, el Partenn. Slo
haba mquinas. Despus, los hombres empezaron a notar que ellos mismos iban desapareciendo
paulatinamente y que en cambio las mquinas se multiplicaban. Bast poco tiempo para que el
nmero de mquinas se duplicase. Las mquinas terminaron por ocupar todos los sitios
disponibles. No se poda dar un paso ni hacer un ademn sin tropezarse con una de ellas.
Finalmente los hombres fueron eliminados. Como el ltimo se olvid de desconectar las
mquinas, desde entonces seguimos funcionando.

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