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145 EPISTEMOLOGIA APLICADA: CONSTRUCTIVISMO SISTEMICO Marcelo Arnold Cathalifaud* ‘A nuestro maestro Niklas Luhmann (1927-1998), quien epistemologizé radicalmente nuestro quehacer, haciendo de nuestras dudas admisibles certezas, y de nuestras certezas, dudas admisibles.' Introduccién La epistemologia es un mecanismo poderoso: construye realidad, que construye realidad, que construye realidad... es inevitablemente aplicada. Sus impactos afectan recursivamente lo observado, actuando en la reflexion de las propias posibilidades del conocer. Uno de los aportes del constructivismo sistémico es hacerlo consciente y operar, en forma manifiesta, con tal condicionalidad. Desde la seduccién de su propuesta nos vimos obligados a repensar y problematizar nuestro quehacer, especialmente la pretension de minimizar nuestros efectos como investigadores, para enfrentamos directamente con la condicién de responsables de operaciones constituyentes de la realidad, de la cual hablamos, modelamos, ciframos y ala que, finalmente, pertenecemos, reproducimos o intervenimos. Por cierto, la magnitud y complejidad de los temas que discutiremos estén lejos de agotarse. Nuestras posibilidades se reducen a compartir un fragmento de su tematizacién, insindan rutas para su reduccién, abren ventanas, persiguen estimular, iniciar tareas, no para aceptar una solucién. * Antropélogo Social y Master en Modernizacin Socal dela Universidad de Chile. * Junto a Lukmann, en su sustrato basico forman parte de ls fuentes de inspiracin de est aticulo autores tales ‘como G. Bateson, P. Berger, P. Feyerabend, H. von Foerster, E. von Glaserfeld, A. Giddens, C. Geertz, J. btiez, ‘T. Kiihn, G.H. Mead, T. Luckmann, F. Lyotard, H. Maturana, J. Piaget, K. Pike, A. Schiitz, G. Spencer-Brown, F. Varela, Wallner, P, Watzlawick, L von Wittgenstein y otro. Todos ellos, desde sus diferencia, ban conribuido ‘a gatllar una importante corriente renovadora en nuestras costumbres investigativas. 146 REVISTA CHILENA DE TEMAS SOCIOLOGICOS /= 7 Contexto Todo lo que hablaremos emerge de un contexto. En el decenio que acompafia al fin de siglo presenciamos el derrumbe de algunos estados-nacionales, sistemas politicos y econémicos. También las bases que sustentaron, durante largo tiempo, nuestros modos de hacer investigacién han tenido importantes e inesperados vuelcos (Amold etal 1990"), Constatamos, por ejemplo, el cuestionamiento de los supuestos claves acerca de la objetividad, a los que debemos los cimientos de nuestras disciplinas. Estos han perdi- do su hegemonia, siendo desbordados desde distintos angulos. Nos referimos a la tradicién analitica y racionalista iniciada por Descartes (1595-1650), mecanicista de Newton (1642-1727) y empirista desde Hume (1711-1776), retomada en las cien- cias sociales por Comte (1798-1857) y replicada, hasta nuestros dias, por los neopositivistas y dialéctico—marxistas. En un plano global, Giddens destaca (1994) que la conviccién de que todo conoci- miento debe quedar referido a una realidad que puede aprehenderse con los sentidos, y que la metodologia y estructura de la mecénica clasica puede aplicarse, sin més, en las Ciencias Sociales y Humanas, entré en franca crisis. Las epistemologias tradicionales fueron fuertemente golpeadas al objetarse los fun- damentos tradicionales de la validacién del conocimiento cientifico, por quien fuera una de las figuras del positivismo. Si bien atraido inicialmente por sus postulados, Popper prontamente se distancia de los principios clasicos al postular la imposibil dad de verificar empiricamente las teorias cientificas, destacando que las ‘inicas pro- posiciones verdaderas son las que no nos permiten verificarlas —criterio de falseabilidad-. Con tal acercamiento, la verdad permanece como criterio regulativo del quehacer cientifico, pero, como meta, inalcanzable. ‘Tampoco podemos evitar mencionar que, mucho antes, a partir de los minuciosos estudios de Kithn (1962), entramos de Ileno en el colapsamiento de la argumenta- cién cientifica tradicional. Su mirada hist6rica denuncia que ni la raz6n (racionali- dad) ni las sensaciones (empirismo) han sustentado realmente los paradigmas de la ciencia. Mas bien, lo han sido consideraciones previas, conformadas con la fe de las comunidades cientificas que han creido en ellas. En una proyeccién equivalen- te, Feyerabend (1974) sostuvo la irrelevancia que tiene para un investigador dife- renciar entre teoria y observacién. Desde fuera de las ciencias, las resonancias respecto a los incrementos observados en la complejidad societal, que acompafian al despliegue de la modernidad en los paises tempranamente industrializados, conllevaron pérdidas de la fe en explicacio- nes macros y una fragmentacién de los saberes-poderes (Habermas). Este emergente y difuso estilo social y cultural fue denominado por Lyotard la postmodernidad (1986). EPISTEMOLOGIA APLICADA / CATHALIFAUD 147 Quiz, este iltimo fendmeno, desde el punto de vista socioldgico, es decisivo. Po- demos entender la postmodernidad como la pérdida de las razones vinculantes para todos, lo que para algunos es, pura y sencillamente, la pérdida de toda razén. Para nosotros, es sélo efecto de los procesos de diferenciacién social, donde lo que ocurre es la emancipacién de una Razén, generada en la Europa iluminista, que asumia la unidad del mundo desde su observacién hegeménico y en ese mismo acto irracionalizaba todo lo que se le oponia. La autodescripcién de la sociedad contempordnea ya no se deja reducir por moné- logos basados en teorias totalizantes; lo singular deja paso a lo plural, incluso como opcién valérica. Respetemos o no las diferencias, aceptamos, cada vez mis, nuestra responsabilidad de decidir en qué creer. El ser individuo ya es un estatus social Desde este escenario se han iniciado nuevos desafios, muchas pistas han quedado abiertas, pero también prende el desconcierto. Asentadas costumbres y viejas rutinas, no ceden fécilmente paso a renovaciones, cuyos rendimientos son inciertos. Tampo- co las ideas emergentes detienen su evolucién. Potenciales acuerdos no entran en maduraciones paradigmaticas, permanecen eclipsados, enfrentados por los diversos intereses y estados de desarrollo que se cobijan bajo sus propuestas. No estamos frente a un campo consolidado. En sintesis, nuestro espacio de reflexién, la epistemologia, est sometido a profun- das sacudidas. Si bien no se asegura el tipo de consenso que se alcanzard, es evidente que estamos en presencia de una pluralidad competitiva de tipos de pensamiento. Estos, radicalizados en su cierre, se bifurcan entre los que tienen por niicleo definir el estatus de lo observado y los emergentes, concentrados en los procesos del conocer. Los primeros se aplican en desarrollar medios para alcanzar la objetividad, los segun- dos concentran sus esfuerzos en identificar los recursos que aplican sistemas obser- vadores, cuando constituyen sus realidades operativas. Punto de inflexién La crisis, al conducir hacia una intensa reflexién sobre el quehacer de las ciencias sociales, permite redescubrir una antigua, hoy renovada, idea, que sostiene que nos relacionamos con el entorno a través de experiencias activas que involucran, mutua- mente, observadores con observaciones. Desde alli, se infiere que la investigacién no puede concebirse como una reproduccién en el vacio de la realidad - entendida como el entorno en si-, sino como resultado de una actividad objetivante. El conocimiento se hace dependiente de las perspectivas de su observador, siendo éste el responsable de su configuracién. Esto es muy obvio para algunas tradiciones. Por ejemplo, la filosofia budista sos- tiene que el hombre, por su propia condicién, esta obligado a vivir un mundo cuya 148 REVISTA CHILENA DE TEMAS SOCIOLOGICOS / N+ realidad no puede demostrar sin su activa presencia y que, quiz4 por ello, no es mas que una mera ilusién. Desde la fisica cuantica sabemos que el observador, con su sola presencia y una muy minima intervencién, modifica el objeto observado. En la ac- cién cognoscitiva, la relacién se vuelve mas importante que el objeto. Pero estas condicionalidades son invisibles para el observador, caen en su punto ciego. Destaca Luhmann (1991) que si bien toda informacién se presenta como una seleccin dentro del campo de posibilidades que el mismo observador predisefia, aparece, una vez realizada, como propiedad del entorno. Se experimenta como exter. na, como un dato de /a realidad, Ello se refuerza por su condensada externalizacién a través del lenguaje. Alli residen las fuentes de la eficacia practica del naturalismo de muchos cientificos y del conocimiento cotidiano. Desde la simplicidad de estas reflexiones, que nos advierten que no hay observa- ciones sin sus respectivos observadores, surgen proyectiles que remueven la ciencia. Ellos desprenden la idea de que los conocimientos que nos interesan, en cuanto in- vestigadores, son resultados de operaciones que mantienen estrechas dependencias con las limitaciones, perspectivas y medios de que disponen sus observadores para generarlos. Donde las explicaciones ¢ interpretaciones cientificas son también opera- ciones, eso si secundarias, dentro de una sucesién recursiva y autosostenida de expe- tiencias de observacién. En adelante, se sostiene reiteradamente que las informaciones cientificas no pueden neutros de antologias trascendentales, sino que son relativas idades de su observador, es decir, a un contexto y trasfondo. ‘No es por lo tanto casual que, al centro del actual debate, la epistemologia ocupe hoy un primer plano, acompafiada, en el caso de las disciplinas sociales, por la reva- lorizacién de la hermenéutica, la fenomenologfa, la etnometodologia y un intenso interés por las metodologias cualitativas. Recordemos que estas uiltimas siempre han tenido como punto de apoyo una problematizacién de las operaciones inherentes a la observacién e interpretacién y que, por tal motivo, eran excluidas de las ciencias, pues no lograban asirse al universo mecdnico y causal. En el transcurso, este tipo de reflexién ha dejado de ser propiedad exclusiva de la filosofia, constituyéndose en puntos de encuentros, donde se superponen aportes de las ciencias del lenguaje, la antropologia cultural, la sociologia del conocimiento, la psicologia cognitiva y la biologia, entre otras. PISTEMOLOGIA APLICADA /CATHALIFAUD 149 Constructivismo Mas alla de su variante pragmatista, el perspectivismo (Amold et al, 1990b) traslu- ce la primera entrada a las nuevas propuestas. Su postura nos es familiar, destaca las limitaciones que se tienen para acceder a cuestiones simples y complejas, por la via del proceder cientifico tradicional; de las dificultades para hablar del todo desde las partes o éstas sobre si mismas. Todo impide seguir sosteniendo la calidad y estatus de observador incuestionable, fuera de perspectiva, para los cientificos. Sus privilegios quedan por tierra, ya que, en ultimo término, los conocimientos del mundo se reciben a través de experiencias. Ya no resulta excéntrico, en nuestras comunidades, preguntarse: ¢En qué circunstancias pensamos las cosas como reales?, como lo hizo Schiitz (1974) al iniciar su célebre ensayo sobre El Quijote y el problema de la realidad social. La leccién es que si bien la ciencia debe observar y describir desde posiciones privilegiadas, como corresponde a su funcién, no encuentra un punto de apoyo que le permita desarrollar sus descripciones y mantener la conviccién de estar excluido de éstas. Por el contrario, todo est ligado a todo, y en esta interdependencia se incluye su mirada sobre lo que informa. En el cambio han surgido sélidas alternativas, que ofertan nuevos modos para el operar cientifico. Sus origenes se encuentran tanto dentro de nuestras disciplinas, como es el caso de la nueva etnografia, la sicologia cognitiva o la teoria de los siste- mas sociales, como fuera de ellas. Destacan, especialmente, los estudios realizados en el campo de una biologia del conocimiento, fuertemente estrechada con la ciber- nética de segundo orden. De tales cruces surge con fuerza, durante la pasada década, el constructivism. Corriente epistemolégica cuyos axiomas sostienen que nuestros conocimientos no se basan en correspondencias con algo externo, sino que son resultado de operaciones de un observador, el que se encuentra siempre imposibilitado de contactarse directa- mente con su entomo. Uno de sus principales exponentes, von Glaserfeld (1995), cita a Protagoras como precursor del constructivismo. Recordemos que el sabio griego sostenia que el hombre es la medida de todas las cosas, y en tanto tal, determina como las cosas son. Muchos otros fildsofos se releen hoy como constructivistas. Su l6gica autorreferencial, anclada en la observacién desde la diferencia, hace con- verger, decididamente, al constructivismo con la investigacién de sistemas autopoiéticos (Maturana). Desde alli empiezan a ser abordados los problemas inherentes a la autoimplicacién de las observaciones con sus observados (Luhmann). Por ejemplo, abordando la inquietante pregunta: ;Es posible observar y hablar de lo social desde fuera de lo social? Temas equivalentes son centrales para la nueva epistemologia. 150 REVISTA CHILENA DE TEMAS SOCIOLOGICOS /N= 6.7 Se aprecia que la naturaleza del objeto es desplazada por las posibilidades de su observador. Por ello, ahora, cuando se pretende conocer cémo conocemos la socie- dad, debemos, en primer lugar, caracterizar las condiciones que posibilitan tal co- nocimiento. Para el constructivismo el conocimiento emerge al indicar y describir observacio- nes, esto es: haciendo distinciones, cuyos resultados constituyen pisos autorreferidos para la emergencia de nuevas distinciones. Tales indicaciones de diferencias son, simulténeamente, acciones epistemolégicas y constitutivas —ontolégicas-, en tanto actian sobre el conocer y el ser que conoce, definiendo, en su conocimiento, compro- misos para su reproduccién, es decir, su futuro. El conocer se constituye al observar y describir observaciones, es decir, cuando las distin- ciones generan indicaciones cuyos resultados constituyen horizontes para la emergencia de otras distinciones e indicaciones (Spencer-Brown, G. 1979). Su materia se hace sobre la base de noticias de diferencias (Bateson, G. 1985), de mapas y no territorios. Esta postura modifica radicalmente la comprensién tradicional de lo que se entien- de, y ensefia, por quehacer investigative. No deja criterios exclusivos del objeto, vlidos en si, sin contexto o perspectiva, que permitan evaluar neutralmente una de- terminada observacién, hipétesis, teoria o explicacién. Queda aqui planteada una oposicién con el postulado clasico de la investigacién cientifica, segin el cual es propuesto un mundo objetivo, independiente de su observacién por un observador. Desde las epistemologias sistémico-constructivistas, la estabilidad que atribuimos al entomno no emerge con independencia de la operacién/observacién de su observa- dor. La biisqueda de una verdad objetiva, por sobre parciales versiones, es un valor inalcanzable. Asi, el objeto de la investigacién se desplaza a sus posibilidades: en- contrar explicaciones buenas, mejores o iitiles. Estas, siendo inevitablemente compe- titivas y dindmicas, en tanto las posibilidades de observacién que las sustentan son innumerables, no podemos asegurar observaciones “verdaderas” o “Altimas”. Desde este enfoque el observador, en la accién que lo define, ocupa un rol central, configurando lo observado. Sus descripciones dicen mas de él y de los procesos que aplicé para llevar a cabo su misién, que de lo descrito. Recordemos que la actividad cientifica, aunque se orienta hacia lo ignoto, lo hace bajo el marco de un sistema cerrado de altemativas. Su realidad se construye sobre la base de las distinciones propuestas en sus teorias e hipétesis. De tal manera, tipos y estilos de investigacion quedan, de una u otra manera, autorreflejados en sus propios hallazgos. La objetividad queda relativizada al contexto de su determinacién, es decir, a la perspectiva que la hace visible. En tal sentido, se admite la cotidiana experiencia de la coexistencia de variados tipos y niveles de objetividades (racionalidades) con sus respectivas clausuras. Cada una constituyendo un universo de sentido 0 realidad. EPISTEMOLOGIA APLICADA/ CATHALIFAUD 15] Uno de ellos es el estilo de observacién y dominio de conocimientos asegurado por las comunidades de cientificos sociales a través de sus teorias, hipétesis, conceptos, métodos e intervenciones. Lo anterior quiere decir que los sistemas observadores estin determinados. Su pro- pia estructura, no algo externo, especifica su experimentar. Tal condicién es equiva- lente para sus comunidades, en cuanto sistemas sociales, las que est4n condicionadas por las matrices disciplinarias que autoconstruyen, ensefian y sancionan. Observar, en tanto operacién cognitiva implica en consecuencia, manejar esque- mas de distinciones. La légica de la observacién no puede sobrepasar la légica del (sistema) observador, la referencia de lo observado (descrito) siempre es un (sistema) observador. Esto quiere decir: no se pueden dar explicaciones que revelen algo inde- pendiente de las operaciones mediante las cuales se generan dichas explicaciones. ‘Nuevas propuestas conllevan nuevos problemas, invitan a preguntarse sobre las pro- piedades del sistema observador singular o plural-. Por ejemplo: ,Cémo puede afir- mar lo que dice? o gqué es observar?, cual es su materia? La respuesta maturaniana (¢.0. 1990), desde la biologia del conocimiento, despliega la idea de autorreferencialidad en toda su magnitud, para lo cual aplica el concepto de autopoiesis y sus correlatos, clausura operacional y determinismo estructural. El observador constituye la unidad de lo observado, proceso que realiza mediante distinciones hechas por él, autorreferidas a sus propias determinaciones. Ello determina el hecho que los sistemas observadores no pueden dejar de referirse a si mismos en cada una de sus operaciones. Como lo destaca Luhmann (1991), la clausura autorreferencial del observador posibilita su apertura al entorno desde sus propios esquemas diferenciadores. Co- nocemos la realidad en la medida en que nos posesionamos excluidos de ella. Asi, en el proceso del conocimiento, la separacién sujeto/objeto es un recurso para deli- mitar ~seleccionar— posibilidades de observacién, una marca para la diferencia. Aspectos centrales del constructivismo Delinearemos, sintéticamente, las opciones sistémico—constructivistas que hemos bosquejado: Toda observacién, registrada como tal, estd contextualizada a las perspectivas asumidas por sus observadores. El constructivismo tiene por presupuesto de base asumir la naturaleza activa, dinamica y proactiva del conocer. + Los observadores producen explicaciones. Pero estos no pueden acceder a una verdad, que siempre estaria fuera de sus posibilidades. Esto significa que al evaluar los procesos de conocimiento y sus resultados, inevitablemente colocaremos atencién en su utilidad, ms que en la verdad intrinseca conferida a ellos. 152 REVISTA CHILENA DE TEMAS SOCIOLOGICOS / + 6- + Las apelaciones afines operan en contextos explicativos delimitados por sus observadores, y no por algo extemno a ellos; en consecuencia, su racionalidad pasa a ser performativa o instrumental. - En el espacio humano y social, multiples universos de significacién, incluso contradictorios, pueden coexistir simulténeamente, cada uno de los cuales puede constituir un dominio institucionalizado. En este plano el poder, la fe, el dinero, el prestigio o el amor juegan un importante rol en sus procesos constitutivos. Sus conflictos tienen mas que ver, como destacan los estudios de Foucault, con las estructuras de dominaci6n en que circulan o, a nivel mds basico, con los estados de animo. + El investigador social es un observador externo, especializado en la observacién de observadores, esto es: un observador de segundo orden, La mirada constructivista estimula nuestro interés por conocer las diversas formas a través de las cuales personas, grupos, comunidades, organizaciones y otras conformaciones de sistemas sociales ordenan y validan sus experiencias. « Finalmente, los mecanismos para la construccién y reproduccién de sentido, y no la distribucién cuantitativa de cosas y eventos, es lo que interesa al investigador, pues en ellos se contienen las distinciones con las que se organiza el conocimiento. Ordenes constitutivos y la cultura Como la comprensién de! mundo no provendria de su descubrimiento, sino que de las operaciones autorreferenciales que utilizamos para producirla, queda en pie el problema del conocimiento socialmente organizado, es decir, el que nos permite el entendimiento cotidiano. Podemos entrar en este tema atendiendo, brevemente, algunas importantes objecio- nes que se le hacen al constructivismo. Como es conocido, la ciencia tiene por un extremo al naturalismo y por el otro al solipsismo. Desde el primero, la realidad se Tepresenta como un orden extrinseco al observador. La otra postura, por su parte, hace emerger un orden de realidad desde las actividades cognitivas intrinsecas del sistema observador. No pocas veces el atractivo y consistencia de las nuevas propuestas se desvirtéa en el ultrarrelativismo de algunas tendencias que sostienen que todas las observaciones tienen idéntico estatus en el espacio social. Nada esta mas lejos de la experiencia cotidiana. Con toda su eficacia practica, el resonante discurso relativista no puede contradecir experiencias que demuestran que, junto a nuestros dominios cognoscitivos, en los sociales 0 institucionales algo objetivo reina. Experimentamos estas convergencias dado que, proyectadas en el tiempo, las observaciones y las indicaciones que de ellas se derivan no se bastan a si mismas, EPISTEMOLOGIA APLICADA/ CATHALIFAUD 153 siempre estén probando su potencia ante una complejidad estructurada y parcial- mente incontrolada, aun cuando sea autoconstruida. Como sefiala von Glaserfeld (1978), las construcciones de realidad siempre estaran midiéndose segin su utili- dad para la supervivencia de sus sostenedores (esto puede implicar que un observa- dor desaparezca sin percatarse de su error epistemoldgico). Lo anterior significa que si bien los sistemas observadores autoposibilitan sus distinciones, suponen una complejidad externa disponible. Luhmann (1991) lo precisa mas rotundamente: no hay ninguna constitucién que sea absolutamente enddgena. Bl entorno —aiin el cons- truido— se hace notar por sus ruidos. Desde la biologia, Varela (1990) aplica el concepto de enaccién para explicar aspectos en la operatividad de los sistemas observadores. Con él se apunta al proceso cotidiano de codeterminacién circular, donde la perduracion de un sistema autonomo es consecuencia de una autorregulacién entre su accién y el conocimiento que se trae a mano desde su entomo. Tiempo atrés, la epistemologia genética de corte piagetano (1973) habia aborda- do, desde otro éngulo, estos asuntos, empleando el concepto de acomodacién. Esto ocurre porque los sistemas sociales y culturales (parejas, grupos, organizacio- nes, paises, etc.) producen, dindmicamente, autoconfirmaciones o validaciones reci- procas de realidades. Estas pueden describirse, a los ojos de un observador especializado, ‘como mapas compartidos de sistemas de significacién. Los que, a su vez, son los cam- pos privilegiados de la observacién de segundo orden. La misma cultura representa procesos estructuralmente dinamicos. Al autoproducir sentido, elaborando estructuras y valores fundantes, actta como regulador de las ob- servaciones e indicaciones de los sistemas sociales, facilitando algunas conectividades por sobre otras. Por ello, Luhmann (1992) indica que la cultura, no siendo un conte- nido de sentido necesariamente normativo, es un tipo de seleccién que hace posible distinciones del tipo pertinente-impertinente; correctoincorrecto; apropiado—inapro- piado, por ejemplo. En ella quedan contenidas estructuras que conforman expéctati- vas que hacen probables las comunicaciones, desde las cuales emerge lo social como tun tipo propio de sistema. La sistematicidad social queda en evidencia ante desvia- ciones introducidas por perturbaciones epistemoldgicas, que atentan contra los constructos comunes, como lo marca la insanidad. Desde el plano de los sistemas sociales se aprecia el proceso constructivo de cono- cimientos sobre la base de exposiciones a la observacién de diferencias, cuyos conte- nidos no estan totalmente especificados. Lo social y cultural -en tanto lo ya establecido-, mas que derivar de igualaciones, surge de la capacidad que tienen los observadores de observar a otros observadores aprender de-, y observaciones, y ajustarse a puntos comunes de observacién. Desde hace tiempo la sociologia com- prensiva y el interaccionismo simbélico advertian que sobre tales complementariedades se reproduce la realidad social (vid. Berger y Luckmann 1968). 154 REVISTA CHILENA DE TEMAS SOCIOLOGICOS N= 6.7 Hoy comprendemos mejor estas ideas. Se trata de procesos cibernéticos que operan en lo social, como reformulaciones y encajes entre experiencias y operaciones cognitivas, en el marco de comunidades de sistemas observadores y cuya recursividad siempre se pueden hacer diferencias de diferencias— tiene limites pragmiticos que fuerzan la constitucién de estados dinamicamente estables. Ciertamente, siempre estamos en presencia de construcciones de un orden signifi- cativo para una comunidad de observadores, sobre la base de distintas complementa- riedades implicitas entre sus filtros, desde las cuales s6lo puede observarse lo que se puede observar. En este punto, un rol muy importante, en su estabilizacién, lo juega el autocumplimiento de sus marcos y contenidos. Resulta sugestivo cémo en la cotidianeidad, a través de la reproduccién y produccién de leyes, creencias, conocimientos, documentos, declaraciones, recetas, consejos, rumo- res y estereotipos, la cultura, montada en su vehiculo lingiifstico, modela e impone deter- minadas formas de reconocimiento. Estas, en su aplicacin recursiva, se reintroducen en la sociedad, y al hacerlo, despliegan un plano operativo de objetividad que en algunos casos, en un franco hiperetnocentrismo, se concibe como el tinico posible. Desde la nueva perspectiva, los sistemas sociales se observan en una permanente cristalizacién y recristalizacién de horizontes relacionados, mecanismos reductores de complejidad, contingentes, pero que una vez determinados, operan como sélidas premisas para las acciones sucesivas. Asi, selectividades convencionalmente elabo- radas actian como estructurantes; construcciones que tienen una materialidad evi- dente y existen, para el observador de primer orden, sin mas. Nuevos desafios Para finalizar, esbozaremos algunos encuentros de los actuales debates epistemolégicos, respecto a nuestros conocimientos acerca de la sociedad y la cultu- ra. Tangencialmente indicaremos algunas interrogantes metodoldgicas que les acom- pafian, por ejemplo: Sobre qué ideas de objetividad debemos trabajar?; ;qué hacer con nuestros métodos tradicionales?; ;bajo qué posicién puede definirse una informacién como cientificamente pertinente?? Hemos escogido ese angulo, aislindolo de problemas infinitamente mayores, por- que reviven nuestras dificultades para trasladar las renovaciones epistemoldgicas al plano de la investigacién social. Para el observador constructivista, el problema de lo que se indica como real, en el campo de la sociedad, se desplaza a la determinacién de las coordenadas desde donde * Temas metodolégicos fueron referidos en un articulo especializado sobre la observacién de segundo orden: Recursos para la Investigacién Sistémico/Constructivista (1998). EVISTEMOLOGIA APLICADA / CATHALIFAUD 155 se denomina algo como tal. Pero, a diferencia de lo inerte, se afiaden complicaciones adicionales. Tanto observados como observadores tienen algo que decir. Dificilmente podemos abordar eventos socioculturales sin lanzar preguntas acerca de su intencionalidad y significado. Es evidente, que nuestros temas no se reducen a la identificacién de lascas, tamaiios de predios, tasas de criminalidad, cantidad de ancianos, habitos de consumo, programaciones televisivas, ni a otros modelos esta- disticos: ellos tratan de significados y formas de significar. En este punto, reencontramos los problemas inherentes a observaciones de sistemas observadores que operan con el sentido. Refiriéndose a este tema, von Foerster (1985) indicé que nuestras “ciencias blandas” tienen problemas, pues deben ocuparse de los problemas duros, mientras que las “ciencias duras” basan su éxito en ocuparse de los problemas blandos, no sujetos a contingencias. Bajo los presupuestos sistémicos—constructivistas, la investigacién social no re~ quiere abandonar sus pretensiones informativas en el mar de lo relativo, feble 0 disipativo. Sus preguntas son cémo reconocer y trabajar con esos niveles emergentes de complejidad reducida, contenidos en los dominios socioculturales, sobre qué posi- cién poder hacerlo, cémo estimar su extensién, perdurabilidad, derivas, y elaborar explicaciones al respecto. Pero, ¢qué queda por delante? Luhmann sugiere que una teoria que asuma esas consideraciones podra ser una teoria de la sociedad, pero estard anclada en el sistema parcial de la ciencia y debera conformarse con ser s6lo una teoria de la sociedad. Se encontrard a si misma en un mundo constituido de manera policontextural. Sus co- munidades experimentaran, cuanto ms asuman su propia contextualizacion, un do- loroso sacrificio, ante su certeza de que hay otros puntos de partida para la racionalidad y la observacién de lo social. Desde nuestros intereses, estas proposiciones apuntan a perfilar renovados medios de observacién; pero no en la percepcién desnuda del sistema vivo, sino como la que acontece en el sistema social de la ciencia y, dentro de ella, en lo que compete a nuestras disciplinas. En este campo, la observacién de segundo orden, es decir, la observacién de observadores en observacién, se constituye en la base para la investi- gacién social, cuyas sintesis, es decir, su conocimiento de la sociedad, se corresponde con una de sus autodescripciones. Podemos apreciar que un nuevo paradigma emerge. Ya conocemos sus noticias, ahora corresponde que actuemos en consecuencia. 156 REVISTA CHILENA DE TEMAS SOCIOLOGICOS /¥ 6.9 Bibliografia Amold, M. y D. Rodriguez. “Crisis y cambios en la ciencia social contempordnea”, En Revista Estudios Sociales, No 65, pp. 9-29. 1990a. Amold, M. y D. Rodriguez “El perspectivismo en la teoria sociolégica”. Revista Paraguaya de Sociologia. Centro de Estudios Sociolégicos. 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