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vivencias de la
Guerra
Querida Madre:
Este sitio me come por dentro, cada día que pasa me siento más
débil ya no hablo, ya no pruebo bocado.
Perdóname si pedí mas de lo que podía dar, cuando decía que no te quería
ya, son palabras que nunca sentí y hoy se me vuelven contra mí.
Fuiste tú la razón de que el vacio que la mujer de nuestras vidas nos dejó
cicatrizase. Yesque hoy miro atrás y me avergüenzo de mis pensamientos, y
me siento aliviado del cambio que experimento mi conducta hacia ti, mi hijo.
Puedo sentir como la muerte me abraza para arrastrarme y arrebatarme
lentamente los últimos suspiros de vida que conservo, queda poco para que
los lazos que me amarran a esta vida se rompan. Solo puedo añorar la
felicidad que me dabas.
28 de mayo:
Sé que de nada servirá pedir perdón por los errores cometidos en el pasado
porque no se enmendaran. Pero aun así siento una necesidad irrevocable de
abrazarte mientras me dedicas una de esas sonrisas sinceras llenas de un amor
sincero e inocente.
Sé que estas bien allí adonde tu estas, se que crecerás junto a ella, y sé que
pronto nos reuniremos de nuevo los tres y podremos compartir los momentos
memorables que en esta vida no pudimos compartir, y sé que tu corazón será
capaz de perdonarme, porque no concibo ser en el mundo con un alma más
pura, ni más gratificante que la tuya.
Ahora sé que solo hay un culpable de todo lo que nos pasó, y ese fui yo,
porque no supe cuidar de vosotros. Por ello espero que allí adonde tu te
encuentres sepas perdonarme. Porque nunca antes debí tanto a alguien. A ti,
que me diste fuerzas para abrazar la vida como solía hacerlo antes cuando ella
estaba.
Me gustaría que pudieses leer mi mente, que descubrieses como me siento, mi
arrepentimiento es sincero.
La única luz en este insufrible desenlace es la esperanza de reencontrarme
contigo tan pronto como sea posible y hacerte dueño de mi corazón.
A Rafael
Como si acabara de nacer, abrí los ojos despacio y
comprobé que el día seguía siendo día. Tan
sorprendente me pareció que todo cuanto me rodeara
siguiera igual, que en seguida me cuenta de que si yo no
estuviera aquí ya, las primaveras seguirían apareciendo
una tras otra cada año.
Y por un instante, me olvidé de la guerra que me había
matado por dentro, de la bala que acababa de
atravesarme y me olvidé de cómo había salido de aquel
cúmulo de cuerpos sorprendidos por un “¡Fuego!”.
Me concentré en una hoja que rozaba mi cara cansada.
Iba con el viento. Un viento suave acompañado por
unas lejanas campanadas que susurraban aquel
mediodía.
Y antes de volver a la realidad y caer al pozo en el cual
España se había convertido, me prometí mi última
promesa. Prometí que nunca más consideraría
triunfador a aquella persona cuya única diferencia con
el perdedor fueran sus rencores contrapuestos, a
aquella persona extraña a la vida.
Elena, Rafael
El destino se mofa, disfruta con
nuestro padecer
Se deshace la estrofa, cada verso se
vuelve pura hiel
Primero Elena, luego Rafael
Infinita, eterna, la condena con que se
vengan,
Nuestros errores del ayer
Elena, Elena, Rafael, Rafael
Me puede la pena, pronto os
encontraré.
Sentir las cadenas
quemando tu esencia.
Dejar de ser persona
para ser propiedad.
Hundirse en el lodo,
respirar su carne
Pasar de ser hombre
a ser animal.
Hundirse en el lodo,
respirar su carne
Pasar de ser hombre
a ser animal.
………..
No importaba nada. Aquel día ya no tenía ganas de seguir
viviendo. Todo, absolutamente todo, lo había perdido. Y la única
persona capaz de sacarme una sonrisa, se había subido a la
furgoneta de la muerte el día anterior. Yo también quería correr
su misma suerte y despedirme de este cruel mundo. Y no tardó
mucho en cumplirse mi deseo.
Hoy, apenas dos semanas después, te escribo esta carta
hermano para poder despedirme de ti, y esta sí es la definitiva.
Ya han dicho mi nombre, el primero de todos, para subir a la
furgoneta que me llevará a mi destino. Lo que más me intriga es
saber qué se siente al morir, si es verdad que toda tu vida pasa
por delante de tus ojos, si seré capaz de acordarme de mamá.
Puede que lamentes mi pérdida, quizás no. Pero
quiero que sepas, que moriré en paz, porque era
lo que yo quería. Todo este tiempo encerrado, me
ha servido para darme cuenta de que la guerra no
trae nada bueno consigo, Que destroza a la gente
como lo ha hecho conmigo. Quiero que me recuerdes,
no como un cobarde, sino como al hermano que
siempre he sido para ti. Espero que esta carta sí
puedas leerla, y que los tiempos que vengan, sean
mejores para todo el mundo. Desde luego, el que
me ha tocado vivir a mí, no he sabido soportarlo.
Perdóname, si es que puedes.
Antonio Machado
Héroe anónimo de la
Guerra Civil española.
Trabajo realizado por los alumnos de 4º A,
tras la lectura de Los Girasoles Ciegos de
Alberto Méndez