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Ulrike Meinhof Carta de una presa en la galeria de la muerte y ultimos escritos ICARIA totum revolutum © ICARIA Editorial, S: A. C/ dela Torre, 14 - Barcelona (6) Traduccién: Pedro Madrigal Disefio de la cubierta: Joan Batallé 1° edici6n, abril 1978 2? edicién, octubre 1981 ISBN 84-7426-053-3 Depésito Legal: B. 30.537 - 1981 Impreso y encuadernado por LG. Manuel Pareja Montafia, 16 - Barcelona (26) Impreso en Espafia Printed in Spain INTRODUCCION «Lo que ha matado a Ulrike Meinhof ha sido la situacién alemana: el extremismo de aquellos que declaran “extre- mista” a todo lo que, aunque sélo sea, saque a debate el tema de una transformacién de las relaciones que aqui rigen. »No lo queremos olvidar. Es nuestra propia situacién la que no queremos olvidar.» (De la oracién fuinebre por Ulrike Meinhof de Klaus Wa- genbach, el 15 de mayo de 1976.) Hoy podemos afiadir —precisamente en el dia de otros tres misteriosos «suicidios» en la tumba-carcel de Stammheim— que esto es lo que ha matado también a Andreas Baader, Carl Raspe y Gudrun Ensslin. O an- tes, a Holger Meins. Violencia enfrentada a contraviolencia, y ha vencido la mas fuerte, la que cuenta con todo el aparato de un Estado de Derecho. No es que queramos defender a capa y es- pada la ideologia de un grupo de unas cuan- tas personas lanzadas a la revolucién arma- 5 da. Incluso hombres como Mahler, uno de los fundadores de esta «Fraccién del Ejérci- to Rojo», han revisado sus anteriores posi- ciones sobre la lucha armada en Europa Occidental. Ni queremos condenarla como si se tratase de un suefio, como algo carente de base real. La base es realisima, la misma que los clasicos del marxismo vieran (y que parecen olvidar los partidos «eurocomunis- tas»): el Estado es, esencialmente, algo vio- lento. éQue por qué? Porque la violencia es una ley «natural», queramos 0 no queramos ad- mitirlo. Podemos hacer profesién de huma- nismo, creer en valores que den un poco de elevacién a Ja vida; el hecho es que ésta, en su aspecto mas elemental —y profundo— es violenta. Vivimos de la destruccién de otros seres. El Estado es violento, como todo ser vivo; teniendo, ademas, que rebasar la me- dida natural de violencia, para poder asi do- minar sobre las violencias individuales. Que se lea, si no, el Leviathan de Hobbes, o al mismo Nietzsche (Genealogia de la Moral, tratado II, epigrafe 3), o al Freud de El ma- lestar de la cultura. Podemos renegar de la vida, por no concordar con la idea que du- rante siglos nos han ido metiendo sobre las instancias supremas —Ley, Moral, Dios— como garantias de lo justo, puro y grande. Pero ante los hechos tiene que declinar toda teoria. Y el Estado —democratico, civiliza- do, occidental— es violento; baste aludir a las dos guerras mundiales que llevamos en lo que va de siglo. La violencia a nivel gene- ral sigue adelante en nombre de una ley, de un dios, de una idea «grande» (recordemos todas las guerras ‘religiosas, o la violencia del super-yo, autoritario y tirano, catdlico, o la prisién y muerte en nombre de la «jus- ticia»). No hablamos en términos metafisicos, s - bre la maldad en si de la naturaleza humana, 6 o en términos religiosos, sobre la cafda de un estado de inocencia primitiva, sino de un hecho histérico, constatable en todos los tiempos. Desde un punto de vista politico de izquierdas (no tactico al modo actual, dados los andlisis que hoy hacen nuestros partidos comunistas tradicionales) podria- mos decir lo siguiente: ya que el Estado es encarnacién de la supra-violencia, de lo que se trata es de que dicho Estado represente de verdad a la mayoria asalariada; que sea dictadura, pero «dictadura del proletariado», dictadura revolucionaria. Y en este punto son sumamente realistas los andlisis de gru- os como la RAF. ¥ no es poco lo que’ han Recho si han probado con su vida y su muer- te —prematura— esa evidencia tan encubier- ta de adornos democraticos e ideas huma- nistas: la violencia del Estado. Hasta el ani- quilamiento propio (U. Meinhof alude, en su celda, a la Colonia penitenciaria de Kafka); un aniquilamiento psiquico, primero, natu- ralmente, como corresponde a un Estado que respeta la integridad fisica de sus ciu- dadanos, y luego, también fisico, brutal. En un tema asi es facil caer en un panfle- tismo sentimental, o en un antialemanismo. Seria un expediente muy a mano, evocando, como siempre, lo sucedido con el nazismo, etcétera, y concluyendo de todo esto que es el pueblo aleman el que es asi. Seria encu- brir, més que desenmascarar el cardcter real’ del Estado, que seguira siendo siempre el mismo; si acaso sera de otra manera cuan- do desaparezca el origen de estas tensiones violentas, el antagonismo de los que explo- tan y de los que son explotados, cuando se logre realizar —si se logra alguna vez— la utopia concreta de una sociedad sin clases que viven machacandose entre si. Se trata, ahora, de desenmascarar a un Estado, en este caso el aleman, pero podria ser igual- mente el francés, 0 el inglés, o el americano, 7 etcétera, un Estado fundado en el Derecho y «elegido» por los ciudadanos. Un Estado —no se olvide— montado bajo la égida de los Aliados; siguiendo, en su burocratismo, en su administracién, en su aparato repre- sivo, por la via que dio origen a la gran Alemania: el prusianismo. Prusianismo de los tiempos de Federico II, o de la época guillermina, o de la Reptblica de Weimar —con otro escaparate— y, por ultimo, el de la era nacionalsocialista. Siguen las viejas estructuras autoritarias y militaristas, pero mas dificiles de descubrir, detras de un ver- balismo socialdemécrata que, en principio, es negacién de su antecesor nacionalsocialis- ta. Pero negacién de aquello en cuanto fend- meno histérico, no negacién de lo que le sustentaba, del capital... No querria yo hacer un mito de este pe- quefio grupo de revolucionarios. Esto ya lo ha hecho el sistema, si bien como mito de- moniaco, a base de éstos sus hijos rebeldes. Lo que quiero ver en ellos es precisamente que son hijos legitimos de este sistema, sus hijos rabiosos, pero legitimos, Ilevando en sus personas todas las huellas de la bruta- lidad de un padre que se ha cebado en ellos. Querria ver su aislamiento, terrible, inhuma no, en libertad y en prisién. Son unos cuantos marginados sociales, so- los, luchando contra Ja sociedad sin encon- trar solidaridad en los otros grupos alema- nes. Solos en su época, muy corta —de 1970 a 1972— de actividad guerrillera, solos en la «galeria de la muerte» de la prisién de Stuttgart. El grupo fue creado a raiz de la liberacién del prisionero Baader, el 14 de mayo de 1970, y en 1972 el nticleo del mis- mo vuelve a prisién: Lo que hacen, en esta su situacién, es tratar, en la praxis, el tema de la liberacién. Asi lo dice Ulrike Meinhof, refiriéndose a la liberacién de Baader: «Esta accién fue ejemplar porque en la lucha anti- 8 ' imperialista es de esto de lo que se trata: de la liberacién de prisioneros». Piénsese en los estudios de Foucault sobre las prisiones, en los que la violencia «punitiva» del apara- to de Estado cae con todo su primitivismo y elementalidad. En alemdn poder estatal se llama «staatliche Gewalt», término (Ge- walt) que significa violencia, expresando asi, con toda la Iégica y profundidad de este idio- ma, la esencia de dicho poder. Un intento desesperado de liberacién de los stibditos alemanes, abstrayendo —con una abstraccién buena— de las necesidades concretas de esta poblacién alemana; la cual vive, segtin anota Ulrike M., «de espaldas a si misma y a su historia, esta poblacidn de Ja Republica Federal Alemana, desinforma- da, inculta, desorientada; indecisa entre qué marca de detergentes comprar, “Pril” o “Su- nil”, al tanto sobre “Alete”, alimento para sus nifios, y sobre las marcas de cocinas, pero no sobre el pacto de no intervencién o la zona libre de armamento nuclear. Que sabe demasiado poco sobre si misma como para poder entenderse a si misma (...), pero que est4 inmejorablemente informada sobre los sentimientos que pueda tener una ex em- peratriz persa...». La RAF nace bajo el signo de oposicién y de rabia que despierta el genocidio del Viet- nam, queriendo despertar asi a la poblacién de la metrépoli a base de acciones guerrille- ras (bombas en el cuartel yanqui de Frank- furt i Heidelberg). No quieren sino ser en- tendidos por el pueblo «como lo que son; la praxis, la causa que brota, de una forme légica y dialéctica, del conjunto de relacio- nes establecidas» (U. Meinhof). ¢Cémo se puede politizar a un pucblo tan manipulado que se cree casi cada ciudadano «normal» un policia, «una parte de las mismas ins- tituciones represivas, identificandose con ellas»? (del Moderno Estado capitalista y la 9 estrategia de la lucha armada, Trad. también en Icaria). «Las bombas que arrojamos con- tra el sistema represivo las arrojamos tam- bién contra la conciencia de las masas», es- criben en ese documento colectivo a que alu- dimos. No cabe duda que la gente identifica al grupo con su actuacién. Y si bien la ma- yoria de la poblacién no entiende el sentido de esta praxis, lo cierto es que es un hecho que esta praxis esta ahi, y con mds impor- tancia ‘de lo que parece. Esto es, al menos, lo que ha pensado el Estado, al excederse en la represion, una represién sin limites, como si se tratara de una guerra civil; cambiando al respecto hasta su legislacién juridica, creando mas cuerpos policiales especiales, secuestrando en seguida libros como aquel que citamos arriba, aparecido en 1971 (y con- denando a su editor, Wagenbach, a nueve meses de prisién). ¢No sera que este grupito de revolucionarios fandticos ha dado, con su andlisis y practica, en el clavo de algo fundamental para el sistema, con su teoriza- cién «en la lucha y mediante la lucha»? El grupo actué fuera de la prisidn unos dos afios, por lo que se refiere al nttcléo del mismo. Y luego, la prisién, el total aisla- miento. Lo que significa: reflexidén sobre este fendmeno, como lo dice tan patética- mente Ulrike Meinhof en sus Ultimos textos: «En lo que nosotros mas pensamos aqui (...) es en cémo poder transmitiros las experien- cias, en parte terribles, hechas en el aisla- miento, que se pueden resumir en los con- ceptos traicién, capitulacién, autodestruc- cién, despolitizacién; de manera que no ten- gais que volverlas a hacer vosotros mismos.» éPor qué ha tenido tanto miedo el siste- ma de este grupo, pequefio y en prisién? éPor su afirmacion, en la lucha, de que «vida y_ subjetividad sdlo son posibles en una lu- cha armada anticapitalista»? Pues esto es precisamente algo fundamen- 10 tal en la politica de la «Fraccién del Ejérci- to Rojo». La dialéctica entre grupo e indivi- duo, objetividad y subjetividad, socializa- cién y personalizacién, concrecién y trans- cendencia, dureza y ternura. Si, también ter- nura, humanidad. Asi nos lo dice Raspe eh la introduccion, refiriéndose a las relaciones entre Andreas Baader y Ulrike Meinhof: «Durante todo el tiempo que llevo conocien- do las relaciones entre Ulrike y Andreas —y van ya siete afios—, su distintivo ha sido la intensidad y la ternura, la sensibilidad y la exactitud.» Es una de las cosas que mas im- presiona en estos Ultimos Textos que tradu- cimos. Lo asociado que va toda la carga sub- jetiva a la tarea politico-militar del grupo, la «fuerza de la subjetividad», como dice una vez Ulrike, «la fatiga del espiritu, que es fi- sica». Es de lo concreto de donde parte el grupo, y es a algo concreto a donde apunta; de la «situacién real», «de experiencias reales, las suyas propias y las del pueblo», no de la conciencia actual del proletariado en un pais superindustrializado como es la Republica Federal Alemana; de la situacién real, «de alienacién, del estado de excepcién, politico y existencial, en que se obliga a vivir al pue- blo, atenazado por el imperialismo, la cultu- ra consumista, los medios de informacidén, los aparatos de control...» Todo es «natu- ral» para ellos; nada de. misticas, nada de ideologias, nada de indignaciones verbales, de gritos («Tu grito, en la Psiquiatria, es algo que mistifica el aislamiento»). Sino «re- sistencia», ante una «realidad que pide resis- tencia», como escribe Ulrike a Hanna Kra- bbe. «Si no, te haces polvo, en tu aislamien- to total, al oponer a una represién material, restallante como latigo, ideologia, mera ideo- logia, en vez de la fatiga del espiritu, que es Fisica.» Los Ultimos Textos de Ulrike Meinhof fue- il ron recogidos y publicados por el Comité de Defensa de Presos Politicos. El estilo es di- rectisimo, penetrante, brutal; el clima, de soledad total, de aislamiento, en una situa- cién en que —segtin las mismas palabras de Ulrike— se tiene «la sensacién de que a uno se le mea el alma del cuerpo», «de que a uno se le van quitando a picotazos las aso- ciaciones», «en que no hay manera de con- trolar ya mas la construccién de la oracién, la gramatica, la sintaxis». Es un escrito de caracter fragmentario, quebrado, pero total, en su aliento politico y humano. cEs que el Estado tenia miedo de esta mu- jer «libre del miedo», «desconcertada ante el aislamiento, aturdida por el sadismo con que es llevado a cabo, la totalidad que re- presenta la voluntad de aniquilar de los en- cargados de la seguridad... aturdida por lo cortante del antagonismo en que nos hemos puesto con nuestra lucha...? ¢O de lo que dijera Gudrun Ennslin, en el proceso de Stammheim? En estos términos: «No es objeto de consideracién el derecho que se pueda tener a la resistencia en la Re- publica Federal de Alemania —no se trata aqui de “derechos”—, sino que esto es lo que expresa la politica de la Fraccién del Ejército Rojo; la conciencia de tener que resistir, en la Republica Federal de Alema- nia.» Octubre de 1977. Pedro MADRIGAL 12 DECLARACION DE JAN-CARL RASPE EN EL PROCESO DE STUTTGART-STAMMHEIM Yo no tengo mucho que decir. Nosotros creemos que Ulrike ha sido eje- cutada. No sabemos cémo, pero si sabemos por quién. Podemos determinar lo calculado del método. Recuerdo la frase de Herold: «Las acciones contra la RAF * tienen que ser desarrolladas siempre de manera que se evi- ten posturas simpatizantes.» O la de Bu- back: «La custodia estatal vive de que haya gente que den la cara por él. Gente como Frerold. o yo encuentra siempre un camino.» Ha sido una ejecucién preparada con toda frialdad... como fue ejecutado Holger, como fue ejecutado Siegfried Hausner. En el caso de que Ulrike se hubiera deci- dido a morir, por ver en ello la ultima posi- bilidad de afirmar su identidad revolticio- naria frente al lento aniquilamiento de la voluntad en la agonia del aislamiento, nos lo habria dicho a nosotros... en todo caso a Andreas: Pues asi era la relacién que tenian. Creo que la ejecucién de Ulrike ahora, en este momento, tiene sus razones en la cul- minacién —un primer estallido politico del * Rote Armee Fraktion. Fraccién Ejército Rojo. 13 enfrentamiento internacional con las guerri- las— de un Estado imperialista como es la Reptitblica Federal. De ello hablan informes a los que yo no quiero referirme ahora. El asesinato esta en la misma linea de to- dos los intentos de solucién emprendidos por el Estado en los ultimos seis afios: Aniquilamiento, fisico y moral, de la RAF, teniendo como objetivo a todos los grupos guerrilleros de la Republica Federal, para los que Ulrike ha desempefiado una funcién ideoldgica esencial. Algo todavia que decir... Durante todo el tiempo que Ilevo cono- ciendo las relaciones entre Ulrike y Andreas —-y van ya siete afios—, su distintivo ha sido la intensidad y la ternura, la sensibilidad y la exactitud. Y creo que ha sido precisamente el cardc- ter de su relacién con Andreas de donde Ulrike ha sacado fuerzas para soportar ocho meses de aislamiento. Era una relacién como la que se puede desarrollar .entre hermanos... orientada a una meta idéntica, en funcién de esta po- litica. Y asi es cémo tal relacién era tan libre. Pues libertad sélo es posible en la lucha por la liberacion. En todos estos afios no hubo ruptura al- guna en su relacién. No hubiera sido posi- ble, al estar determinada por la politica de la RAF. Y¥ siempre que en el grupo surgieran discrepancias fundamentales, su enunciacién les venia de la praxis concreta. En un proce- so de trabajo tedrico, el tinico posible en prision, no es posible ninguna discrepancia de base, por la idéntica situacién de todos nosotros en la lucha y por la historia del grupo. El que esto es asi lo demuestran las dis- cusiones, las cartas y manuscritos de Ulrike, 14 hasta el viernes por la tarde. Todo ello ex- presa el caracter de su relacién. Afirmar ahora «tensiones», «distancia- miento» entre Ulrike y Andreas, entre Ulri- ke y nosotros, a fin de hacer utilizable, con esta infamia, primitiva y oscura, para la guerra psicoldgica, la ejecucién de Ulrike... Esto es Buback. Es una tontada de Bu- back: Ninguna de estas tentativas ha conducido hasta la fecha a nada que no sea una con- cepcién cada vez mas clara de lo que es la reaccién en la Republica Federal: fascismo. 11-5-1976. 15 * FRAGMENTO SOBRE ESTRUCTURA Este es un fragmento sobre el tema de la estructura. Ulrike queria decir algo sobre el asunto a toda costa en Stammheim... para acabar con la teoria sobre los cabeci- llas con la que el fiscal federal quiere po- ner punto final al proceso. Andreas estaba en contra y los demas queriamos enfocarlo de otra manera. : No es que tenga una importancia esencial, pero, con todo, lo publico. ahora por refu- tar la asquerosa afirmacién de Buback, de que habia «diferencias», y-porque es lo ulti- mo en que trabajara Ulrike. Sélo puede publicarse en toda su integri- dad, y juntamente con las dos cartas a Han- na Krabbe y a los presos de Hamburgo. 11-5-76. Lo que Habermas ha desarrollado al res- pecto tiene un supuesto previo, del que nos- otros decimos que es Ja forma de proletari- zacién de clase en las metrépolis: el aisla- miento, por obra de la alienacién total, en el marco de una produccién completamente so- cializada. El aislamiento es Ja condicién necesaria para la manipulacién. 17 Liberar, ante todo este aparato, es posi- ble, tinicamente, negdndolo totalmente; es decir, en el ataque contra el aparato hecho en la colectividad luchadora en que se con- vierte, en que debe convertirse la guerrilla, si es que ésta quiere hacerse estrategia, y, consecuentemente, vencer. Colectividad es un momento estructural de la guerrilla... —suponiendo la subjetivi- dad como condicién, en cada uno, como su decisién de luchar—, como lo mas impor- tante de ella. Lo colectivo es el grupo, que piensa, siente y acta como grupo. Guia en la guerrilla es aquel o aquellos que mantienen abierto el proceso colectivo del grupo .y que organizan en el proceso de su praxis, la lucha antiimperialista, por au- todeterminacion suya y por la resolucién de cada uno de sus miembros de ser un momen- to en la intervencién; algo que surge de tal manera de la concepcién de cada uno que aquello que cada uno quiere sdlo lo pueda conseguir colectivamente, en el grupo, con todo Jo que éste es: aspecto militar, politico, estratégico. Grupo en que esta en germen ya la nueva sociedad, obligado en.su proceso como grupo a Ja lucha antiimperialista, prac- ticamente, y realmente ya superado en cuan- to tal. La linea, es decir, la légica y racionalidad de cada uno de los pasos tacticos, de acuer- do con una determinada estrategia, en las acciones a realizar, la linea, como digo, sur- ge de un proceso de discusién, partiendo de la experiencia y el saber de todos; de esta manera es fijada colectivamente, siendo lue- go obligatoria para todos. *Dicho de otra manera: la linea es-desarro- llada a partir del proceso de la praxis y del andlisis de sus condicionamientos, experien- cias y anticipacién... cosa que es posible como algo unitario al existir unanimidad so- 18 bre los objetivos a lograr y la voluntad de llegar a ellos. El proceso de coordinacién de la praxis de los distintos grupos empieza a funcionar si la linea ha sido elaborada y comprendida de una forma militar, como una orden... Su ejecucién pide una disciplina absoluta, dan- dose simult4neamente una independencia absoluta, es decir, autonomia en la orienta- cién y fuerza de decisién en toda situacién que se dé, en. las circunstancias que sean. Lo que unifica en todo momento a la gue- rrilla es la voluntad, presente en todos y oe uno de sus miembros, de dirigir la lu- a... De este modo, la direccién es una funcién que ella necesita para su desenvolvimiento. No-es algo que se pueda usurpar. Es total- mente lo contrario de lo que dicen los diri- gentes de la guerra psicolégica sobre la di- reccién de la RAF. Andreas afirma que si Andreas fuere como le presenta el fiscal fe- deral no habria RAF que valga, no existiria el proceso que se hace a la politica desde hace inco afios, no existiriamos, en una pa- labra, nosotros. El tiene la funcién de diri- gente en la RAF porque era desde el princi- pio lo que la guerrilla mds necesita: volun- tad, consciencia del objetivo a conseguir, ca- racter resoluto, colectividad... Si decimos que la linea se desarrolla a base del proceso de la praxis y del andlisis de sus. condicionamientos, experiencias y anticipa- cién, entonces la direccién es aquel que vea mas lejos y tenga la mayor sensibilidad y fuerza para coordinar el proceso colectivo, cuya meta sea la indepedencia y autonomia de cada uno en particular y —en lenguaje militar—, de cada combatiente. Tal proceso no es organizable de forma autoritaria. Proceso que es incapaz de hacer una «banda»; excluyendo por completo una 19 direccién como la ostentada por el jefe de una «banda», El fin perseguido por el acoso en que el Ministerio Fiscal tiene a Andreas esta claro: es una preparacién para la desmovilizacién de la opinién publica ante su asesinato... Presenta la cuesti6n de manera que parezca que basta con liquidar a sdlo este tipo, a An- dreas, para que el problema planteado a este Estado por la guerrilla urbana —Maihofer dice que es el unico problema en. que el Es- tado no tiene la sartén por el mango— esté solucionado... Lo dudamos. Nosotros hemos aprendido en estos cinco afios de Andreas, porque es lo que nosotros llamamos un ejemplo, es uno del que se puede aprender a... luchar, luchar y otra vez luchar, porque en lo que él hace y nosotros, en consecuencia, hace- mos, no hay nada irracional, forzado, nada atormentado... Una de las razones por las que el Minis- terio Fiscal odia como al que mas a Andreas es porque él lucha de hecho con todas las armas... porque nosotros hemos aprendido de él que Ja‘burguesia no dispone ni de una sola arma que no se pueda volver contra ella misma: E] principio tactico que se basa en la comprensién del proceso en que el capital desarrolla su propia contradiccién revolu- cionaria. Y visto asi, Andreas es el guerrille- ro del que el Che diria que es el grupo. Es aquél, de entre todos nosotros, el que ha desempefiado desde hace ya mucho tiem- 0 y siempre la funcién del proletariado... la funcién del guerrillero que se anticipa al grupo y que esta capacitado, por lo tanto, para dirigir su proceso, porque ha compren- dido que él lo necesita, y en virtud del hecho de la despropiacién total, de la forma metro- politana de la proletarizacién: el aislamien- to. El cual ha dado lugar a la forma urbana de guerrilla, al desenvolvimiento de la fuer- 20 za de la subjetividad, de la voluntad como motor en el proceso de construccién de una organizacion guerrillera en la Republica Fe- deral... Teniendo que recordar, a este respecto, que en los comienzos de toda iniciativa re- volucionaria —pensemos, por ejemplo, en los movimientos huelguisticos de masas en la Rusia de 1905, 0 en la Revolucién de Oc- tubre— lo que ha dado al proceso objetivo natural una direccién, una duraci6n, una co- herencia, una estrategia, una continuidad y, con ello, vigor politico, ha recibido la me- diacién de la fuerza de resolucién y voluntad de algunos individuos en ‘particular. Para Gramsci, voluntad es la conditio sine qua non; una voluntad vigorosa como mo- tor del proceso revolucionario, en el que la subjetividad se convierte en algo practico. 21 CARTA DE ULRIKE A HANNA KRABBE Lo que los politicos cacarean no es lo que la gente piensa, sino lo que deberfa pensar. Y cuando dicen «nosotros» intentan par- lotear de manera que la gente reconozca y dé por articulado en ello lo que piensa y Ja forma cémo lo piensa. Pero el Estado no precisaria de la demos- copia, ni tampoco de la Verfassungschutz, si la indoctrinacién por medio de la guerra psicolégica fuera algo tan sencillo. EI pafs legal no es el pais verdadero, dice Gramsci, o bien: la opinién dominante no es la opinién de los dominados. Es una mierda lo que hablas. Tu marcha de pensamiento es imaginaria. Como si el enemigo fuera la ideologia que escupe, las excrecencias, las cretineces que te vienen del cajén que tienes junto a la pared, con el tono del consenso de Jos polfticos; como si los medios y la gente a la que se vocea toda esta mierda fueran una y la misma cosa. Como si el enemigo fuera algo ideal, no algo material. Como si no fuera material, real, la maqui- na counterinsurgency compuesta a base de Oficina Criminal Federal, Ministerio Fiscal Federal,. Proteccién Constitucional, Gobier- no, mass media, Servicios Secretos, etc. Tu no te preguntas qué clase de situacién 23 es, realmente, la que Brandt califica de «nor- mal», Y no Jlegas a ver, ante la frase de Buback, cémo él ha dado un tic tac internacional a la discusién sobre la guerra y sus dimensio- nes y cémo desempeiia, al hacerlo, Ja funcién de un portavoz del capital internacional de USA; lo que tt haces es llevarlo todo ad ab- surdum... y en vez de realizar un anilisis, te quedas con una palabra, CIA, la cual ex- presa metaféricamente toda la corrupcién moral de la politica de Buback... cosa que ha sido objeto de regalo. Ta te denuncias a ti misma al lamentar el que haya guerra, después de haberte puesto claramente de nuestro lado en esta guerra y haber ‘comen- zado ya a combatir. Tu texto se dirige al ptiblico de los movi- mientos americanos en pro de los Derechos ciudadanos. Y se puede uno preguntar: ¢Si tu causa es ésa realmente, por qué estas aqui, en vez de alli? Pero tui estas aqui. El internacionalismo en el que ti luchas, en el que tu estas, en relacién con la RAF, no es tampoco el propio de las organizacio- nes internacionales, interestatales, del tipo de la ONU o de lo de Ginebra; es Ja Interna- cional de los movimientos de liberacién que estan en guerra contra el imperialismo, en el Tercer Mundo y en las metrépolis. La guerra. Guerra es el todo. En eso no encuentras ti orientacién ninguna si partes de rumores 0 cosas asi, sino solamente me- diante e] estudio de los hechos y de su co- nexién con la lucha de clases. . Si ti no eres capaz, en el aislamiento, de fatigarte por ponerte en hora con la reali- dad, si no eres capaz, en esa situacién, de llevarla hasta su concepto, materialista, con- cibiéndola en relacién con la lucha —lucha de clases =guerra— entonces te pasara esto: 24 palideces, te retiras, te pones enferma, es decir, que entras en una relacién patolégica con la realidad... Es la traicidn que se hace a la realidad, ante la realidad de la tortura, de la fatiga; es una capitulacién a que se somete a una realidad que pide resistencia... de lo contrario, no es mas que un vocablo. No va, no va... no te puedes permitir el lujo de atormentarte a ti misma, con todo lo que ya pasas en tu aislamiento. Lo cual no quiere decir —esto nos lo decia Andreas alla abajo— que no tengan que sufrirse cier- tas experiencias, en el proceso de liberacién de la alienacién. Pero es muy distinto si uno se desuella vivo por entender la politica, los hechos y su conexién, por comprender al grupo, por actuar, o mas bien porque la si- tuacién de aislamiento total le quita a uno todas las ilusiones que uno se habia hecho sobre si mismo, y esto puede ser realmente muy amargo. Y si el caso es que, en virtud de tu socia- lizacion, en el fondo de tu estructura de ren- dimiento anida una angustia... una desespe- racién. . entonces no te queda otro remedio, luchas partiendo de esa angustia y desespe- racién. Acaso tengas que oir —no lo sé— el tic tac que te diga que sdlo se puede conseguir algo con palabras si éstas aportan el con- cepto de la situacién real, y ésta es una si- tuacién en la que cada uno esta dentro del imperialismo; acaso tengas que percibir que no tiene sentido el querer agitar con pala- bras, ahi donde lo dnico que agita es el es- clarecimiento, la verdad. Que la indignacién no es arma ninguna. Que en el ambiente en que nosotros comba- timos —Estado post-fascista, cultura de con- sumismo, chauvinismo metropolitano, ma- nipulacién masiva mediante los mass media, guerra psicoldégica, socialdemocracia— la in- dignacién no es arma contra la represién con 25 la que tenemos que vernosla aqui. Esta em- botada y suena a huera. El que esta real- mente indignado, es decir, que se siente afec- tado y puesto en movimiento, no grita, sino que se pone a reflexionar cémo actuar. Reemplazar la lucha por el griterio es... SPK *. Y eso no sdlo es desagradable, sino que, ademas, te hace polvo, en tu aislamien- to total, al oponer a una represién material, restallante como latigo, ideologia, mera ideo- logia, en vez de la fatiga del espiritu, que es fisica. Armar a las masas... el que mejor hace esto es el mismo capital: ahi esta la bofia, o Ios militares, o la extrema derecha. Asi que antes de que te arranques hacia las masas alemanas, o hacia «las masas» en general, piensa cémo es la realidad entre nosotros. Ho escribia en 1922, en «L’Humanité». «La masa estd siempre dispuesta, en prin- cipio, para la rebelién, pero en total igno- rancia. Se quiere liberar, pero no sabe cémo ha de empezar.» Esta no es nuestra situacién. Aquello sobre lo que nosotros aqui, por el momento, mds pensamos es en cédmo po- deros transmitir las experiencias, en parte terribles, que hemos hecho en el aislamiento —traicién, capitulacién, autodestruccién, despolitizaci6n— de forma que vosotros no tendréis que volverlas‘a repetir. Pues si-es verdad que en la guerrilla todos tienen que aprender de todos, tiene que ser posible el hacer participe a todos de las experiencias... Condicién para ello es comprender la colec- tividad como un proceso. Los compartimien- tos autoritarios en que determinadas perso- mas se'ven institucionalizadas es lo antagé- nico de lo nuestro. * SPK: Grupo polftico, «Colectivo de Pacientes so- cialistass, que intenta hacer de la enfermedad algo revolucionario. (N. del T.) 26 Colectividad como proceso significa luchar juntos; contra el aparato, pero el real, no el imaginario. 19-3. Mierda todo ello: el patio «psiquiatrico». La linea, en Ossendorf, es, como en todas partes, aniquilacién, aniquilacién. Y en ella colaboran los psiquiatras, del mismo modo que los métodos que el Estado adopta para su autoproteccién estan construidos de arri- ba a abajo psiquidtricamente... Psiquiatria que, como todas las ciencias imperialistas, no es fin, es medio. «Psiquiatrizacién» es una linea de la es- trategia psicolégica empleada en esta gue- rra, para probar, en el fighter ‘destrozado, la falta de sentido de la politica revoluciona- ria, para privar al combatiente de todo el crédito que pudiera tener; es una tdctica po- licial encaminada a quitar su relevancia mi- litar (reclutamiento) a un movimiento «ob- seso con la liberacién», como afirma Bu- back; y todo mediante destruccién. Lo que hace Biicker alli no es psiquiatriza- cién... es terror. Es minaros, reduciros a es- coria Jo que él quiere. Te equivodas si em- pleas conceptos como terapia, lavado de ce- rebro; no haces sino poner por medio algo, cuando el ataque es totalmente frontal. El método Ossendorf es... ni mas ni me- nos que el método «trena», sdlo que en Os- sendorf, por la perfeccién:de su construc- cién y Ja concepcién ejecutiva que todo él expresa, y que va encarnada en las personas de Biicker y Lodt, en un clima aséptico, to- tal... Privarle al preso del aire, tanto que al final pierda su dignidad, el concepto que tiene sobre si mismo, el sentimiento de lo que significa terror. La idea es el aniquila- miento, la psiquiatrizacién no representa mds que un momento. de la misma, un ve- 27 hiculo mas, al lado de otros. Si les miras como el conejo a la serpiente, no te das cuen- ta de lo que pasa. «Ninguna ventana», seguro que no, pero, ademas, alli esta presente, todavia, todo el desconcierto del aislamiento, el aturdimien- to por el sadismo con que es llevado a cabo, la perfeccién de su ejecucién, la totalidad que representa la voluntad de aniquilar que tiene el grupo encargado de la seguridad; alli esta presente todavia el aturdimiento ante lo cortante del antagonismo en que nos- otros nos hemos puesto con nuestra lucha, ante el hecho de que es el fascismo el que aqui manda, de que no es, por tanto, una simple afirmacién nuestra, sino el concepto exacto para expresar el caracter de la repre- si6n que se ensafia contigo si empiezas a hacer en este Estado una politica revolu- cionaria. Ellos son incapaces de psiquiatrizar a na- die que no lo permita/no lo quiera. Tu gri- to, en la psiquiatria, es algo que mistifica el aislamiento. Este sigue actuando. Contra esto hay que luchar y, naturalmente, tenéis que combatir contra las vejaciones de Biic- er. En consecuencia, exigir: ningun control actstico, sédlo visual, al cambiar de celda, referido a Stammheim. Fue, naturalmente, todo un combate, hasta conseguir que el go- rila que controla lo que yo digo se marcha- ra y entonces pudimos sentarnos en el sue- lo, etc. De suyo, lo tinico que sale es repre- sién. Esta claro. : Tu eres también una cerda. Tu vas y te sacas de tu caja de coser la exigencia de estatuto de campo de concentracién y la li- nea de tratamiento que conviene a_prisione- ros de guerra, como si eso fuera una ame- naza... contra Miiller. Es tonteria. Debemos estar dispuestos a lo de la concentracién y 28 a la aplicacién de la Convencién de Ginebra. ¢Qué es lo que tt esperas de Miiller? Nosotros les combatimos y la lucha no cesa nunca y ellos no nos aliviaran nunca las condiciones de la lucha. Si tt: argumen- tas al mismo nivel de la moral burguesa, na- turalmente que la municién se acabarA muy pronto. Es una locura. Asi que ten cuidado de ti misma... porque esto es algo de lo que nadie te puede privar en el aislamiento. Ni siquiera Bernd. 23-3. 29 CARTA DE ULRIKE A LOS PRESOS DE HAMBURGO Encontramos sencillamente insoportable el punto de vista de clase con el que ti te hinchas. No es tampoco cuestién de definicién. Porque se le ha escamoteado la lucha, es decir, lo principal. No la hay. Es un-estrado que tiene muy poco que ver con lo que nosotros queremos. Lo que queremos es la Revolucién. Es decir, ésa es la meta... Con respecto a ella no exis- te ningun otro punto de vista, sdlo movi- miento, combate. La relacién de la que ti hablas no es mas que eso: luchar. Lo que hay es situacién de clase: proleta- riado, proletarizacién, declasacién, envileci- miento, afrenta, expropiacién, esclavitud, po- breza. Pero en la penetracién total de todas las relaciones que se dan en el imperialismo por obra del mercado y en el proceso de estati- ficacién de la sociedad mediante el aparato represivo e ideolégico no hay un lugar, un tiempo, en que tt: puedas decir: a partir de esto empiezo yo. Lo que hay es la ilegalidad y las regiones liberadas; la ilegalidad como posicién ofensiva para Ja intervencién revo- lucionaria tampoco la encontrarias tu, no es mas que un momento del ataque, es decir, no existe sin él. 31 E] punto de vista de clase es la politica exterior soviética, que afirma partir de un punto de vista de proletariado internacio- nal, y el modelo de acumulacién vigente en la URSS y que afirma ser socialista. Ese es el punto de vista —la apologia— del socialismo en un pais, lo cual significa: una ideologia llamada a asegurar una dic- tadura ‘que se ha autodeterminado no pre- cisamente por oposicién al imperialismo, sino a la defensiva, obligada por el cerco politico. . Ta podrds decir que. la politica soviética, hacia dentro y hacia fuera, ha sido una ne- cesidad histérica. Pero tt no puedes tomar como si se tra- tase de.un punto de vista de clase su abso- lutizacion. Dicho punto de vista, el interés, la necesi- dad, la misién que tiene la clase de luchar por el comunismo si quiere seguir viviendo ella misma, esta contenido, ciertamente, en su politica: superado en ella. Lo cual es un sinsentido. Pues punto de vista y movimien- to se excluyen mutuamente. Aquél no es mas que una construccién aneja y para jus- tificar... es una afirmacion. Afirma haber sacado la politica de clase de la economia... y esto es falso. La politica de clase es fruto de su enfrentamiento con Ja politica del capital... La politica del ca- pital es una funcién de su economia; en esto creo yo que Poulantzas tiene razon al decir que las funciones econémicas del Es- tado son parte de su lucha de clase, repre- siva e ideoldgica. La politica de clase es su lucha contra la politica del capital, y no contra la econo- mia, proletarizada directamente por ella o por medio del Estado. E] punto de vista de clase del proletariado es la guerra... y esto no es contradictio in adjecto, jtonterias! 32 La Unién Soviética lleva esa chachara del punto de vista de clase porque quiere sub- sumir su politica bajo el concepto de lucha de clases. Yo diria que la capitalizacién de la poli- tica exterior soviética esta en lo que ellos dicen: pueden ser aliados en el proceso de liberacién, pero no protagonistas. El protagonista no tiene punto de vista alguno; tiene una meta. El «punto de vista de clase» es ya una porra... consiste en afir- mar y «octroyer», mediante un aparato de partido, un concepto de realidad que no con- cuerda con la realidad experimentada y ex- perimentable. Una postura combativa sin lucha de cla- ses. Como tt dices: «a partir de ella», habra que empezar a actuar, pero todavia no se ha actuado. En 1969 fueron los grupos M-L (marxistas- leninistas), KSV y AO * los que, con su «pun- to de vista de clase», despolitizaron e] mo- vimiento politico de las universidades, al presentar como la auténtica politica una po- l{tica que ningtin estudianie podia seguir ya emocionalmente. Era una posicién de liquidacién del movi- miento de protesta antiimperialista. Y yo pienso que eso es precisamente Jo horroroso en el concepto y en su contenido: que excluya: la posibilidad de identificacién emocional con la politica proletaria. Es como un catecismo. Nosotros no partimos de ningtin punto de vista de clase, sea el que fuere; partimos del hecho de Ja lucha de clases, como del prin- cipio de toda historia, de la guerra de cla- ses, como de la realidad en la que se realiza la politica proletaria; y eso —como nosotros * KSV: «Federacién de Estudiantes Comunistas». AO, APO: «Oposicién Extraparlamentaria». (N. del T.) 33 hemos comprobado— sdlo en la guerra y por la guerra. La posicién de clase‘sdlo puede ser el mo- vimiento de la clase en su lucha, el proleta- riado mundial armado en combate, su van- guardia, los movimientos de liberacién. O como dice Jackson, «connections, con- nections, connections»... es decir, movimien- to, interaccién, comunicacién, coordinacién, luchar conjunto... estrategia. Ahi, en el concepto de «punto de vista de clase» todo queda paralizado... y asi lo uti- lizas ti también: intentas convencer con él, cuando apenas hay nada —esto lo debieras saber tii ya hace mucho— tan desagradable como el ser una maquina de decir tonterias. O bien: punto de vista de clase es un pun- to de vista que dice jhurra! Si, seguro, en ello va algo heroico, sdlo que nosotros no nos morimos por lo heroi- co, sino por la eficacia. Pero ya esta bien. Tengo la impresién de que estoy tratando de convencer a un ja- melgo paralitico, lo que no es, en manera alguna, el quid de la cuestién. De lo que se trata es de bajarte del pedestal de tu pensa- miento. Asi que apéate de una vez. No haces mas que bramar. 13-4 Ulrike. 34 DE LA DISCUSION EN STAMMHEIM. Comienzos de.mayo de 1976 Tema: Revolucién de Octubre - III Internacional Hemos dicho ya que Ja Revolucién de Oc- tubre determind la estructura del proceso reaccionario en Occidente, es decir, el desa- rrollo del capital se convirtié, explicitamen- te, en un proceso politico relacionado con la conexién internacional entre revolucién e imperialismo. Segundo, la Revolucién.de Octubre pro- ducia finalmente, en un proceso largo y do- loroso de acumulacién soviética, la linea de demarcacién Este-Oeste. En tercer lugar, las luchas de liberacién de los pueblos del Tercer Mundo tomaban de ella su arranque revolucionario, por el he- cho de organizarse ellas mismas internacio- nalmente en la III Internacional creada por Ja Revolucién de Octubre. Lo cual significa: llevar su lucha al nivel politico que necesita una politica proletaria para poder ser eficaz. Esa es una de las tesis centrales de Lenin con vistas a la organizacién del proceso re- volucionario internacional, sostenida en el Primer Congreso de la III Internacional (¢0 fue el segundo?, eso esta en el libro horrible sobre la Komintern que nosotros tenemos... 35 miralo tio mandalo, si Jo tienes... si no, lo olvidaré de nuevo). Segtin dicha tesis, la Re- volucién debe moverse desde su primer mo- mento al nivel politico del proceso contra- revolucionario; si ella misma no anticipa, con su iniciativa, el nivel de la contrarrevo- luci6n, anticipa su derrota, o dicho con otras palabras: estd condenada al fracaso. Defensa de la conquista del poder conse- guida en un pais —Revolucién de Octubre— y organizacién del proceso revolucionario mundial era para Lenin la misma cosa. Si bien es verdad que de ponerse a hablar sobre Lenin no se haria justicia a esta figu- ra‘de la Revolucién rusa si no se dice tam- bién que un momento esencial en su concep- to de internacionalismo era su concepto de moral revolucionaria, es decir, que la expre- sién «servir al pueblo» la entendia él de esta forma: servir al proletariado mundial; y no lo aplicaba meramente a su propia persona, sino que partiendo de esta posicién Lenin determin el proceso interno de Rusia, antes y después de la Revolucién de Octubre, con- cibiéndolo. como instrumento del proceso re- volucionario universal. «Subordinado al mismo», funcionalmente. Aludimos aqui a esto porque una gran parte de Ja gente de izquierda cerrada en sus con- fines nacionales siguen recurriendo a Lenin y porque las citas sacadas de Lenin juegan un papel importante en el acoso en que la izquierda revisionista tiene al internaciona- lismo de Ja RAF. La aversién que, entretan- to, se ha ido desarrollando contra Lenin, por lo menos en circulos de la izquierda no revi- sionista, tiene muy poco que ver con lo que Lenin hiciera de hecho y con aquello por lo que él luchara en el movimiento comunista internacional, muy poco que ver con su in- ternacionalismo proletario. Y en relacién con esto esta, naturalmente, el compendio de hechos histéricos que rea- 36 liza la edicién de la Academia de Ciencias de Mosctii con Marx-Engels, pero como ya hemos dicho no nos interesa la «recepcién» teérica de Lenin, sino el proceso real pues- to en marcha por la Revolucién de Octubre y la III Internacional. La ortodoxia marxista ha sido, y sigue siendo —hoy dia ya lo podemos decir—, blanca. De manera que en sus andlisis sobre la politica de la III Internacional sigue sin desempefiar papel alguno la conciencia de su funcién de cara al desarrollo de las revo- lucionés anticoloniales en Asia Oriental. (Si lo hiciera, tendria, por cierto, que relativizar la imagen que ella da de Stalin, pues en la cuestién colonial Stalin era leninista y, atin, de la ultraizquierda leninista, y lo que no se puede hacer de ningtin modo es identifi- car a Stalin con Hitler. Bien... olvidémoslo. O pasemos a la critica de los M-L, analizando la identidad de anticomunismo y de su poli- tica contra el socialimperialismo. Los cochi- nos recurren a Stalin. ¢Cémo? ¢Qué? Dime. éY qué hay del stalinismo y de la politica exterior china?...) Schlesinger dice: «Para el apoyo de poder politico que la Revolucion rusa podia dar a las revoluciones coloniales... y que, por ra- zones de autoconservacion, tenia que dar ne- cesariamente, era indiferente su manera de enjuiciar la Revolucion rusa misma y “la cuestién del aislamiento de la Revolucion no era algo relevante para ellas, ya que el respaldo de la Unién Soviética ya se les ha- bia dado”.» Y si hoy dia Brandt organiza, a través de la Internacional Socialista, el proyecto con- trarrevolucionario de la socialdemocracia, de manera que el proyecto de sometimiento de los Estados que est4n dentro del sistema estadounidense siga el modelo de desarrollo del capital estadounidense, pagando la in- versién del capital extranjero con su sobe- 37 rania nacional, es decir, en el caso de Grecia, Turquia, Espafia, Portugal, vinculacién a la OTAN, en el de Yugoslavia, acercamiento a la OTAN... hay que recordar lo siguiente: la socialdemocracia tiene sus raices en la II In- ternacional, cuyo voto, en la cuestién colo- nial, fue siempre claramente racista, chau- vinista, siempre al lado de la explotacién imperialista, contra la emancipacién de los pueblos propuesta por la III Internacional. Y hay que hacer recordar a la izquierda revisionista, que se basa en Lenin, asi como a la izquierda anti-revisionista, que lo recha- za, el hecho de que la teoria Jeninista sobre el imperialismo, su teoria sobre la funcién del Estado después de la conquista del po- der por el proletariado, fue desarrollada con- tra la Conferencia de Zimmerwald, contra Ja II Internacional... tomando la posicién del proletariado mundial al ponerse incon- dicionalmente a favor de los movimientos de liberacién del Tercer Mundo contra el imperialismo. Pero no se trataba de una postura tedrica abstracta a partir de la cual o por la cual él luchara, sino que el centro de todo el plan- teamiento es, para Lenin, la organizacién de la insurreccién globalmente, es decir, la or- ganizacién de Ja lucha armada contra el im- perialismo. Es realmente un cdlculo asquero- so y rastrero, impregnado de oportunismo, el hacer de su librillo sobre el radicalismo de izquierdas el escrito principal de Lenin; ésta era un escrito contra el comunismo iz- quierdista que hoy dia tendria su caricatura en la izquierda «sponti», para la que la di- mensién internacional de la lucha revolucio- naria tiene tan poca existencia como para todas las otras sectas, o dicho de otra ma- nera: ¢Cémo es posible el que gente de iz- quierda como la del KBW* se deje antes * KBW: «Confederacién Comunista de Alemania Oc- cidental», (N. del T.) 38 matar en Portugal, trabajando alli en una Comuna rural, o bien ponga alli en peligro su vida, en vez de luchar aqui en la ilegalidad en contra del sistema, el cual vuelve de nue- vo a disparar en Portugal contra trabaja- dores? Y todo después de ver lv que ha pa- sado en Chile, con la precisién de un meca- nismo de relojeria. La III Internacional ha organizado a los partidos comunistas como operadores de la lucha armada, la cual en China o Indochina, fue una revolucién campesina. Los partidos comunistas de Corea e Indonesia llegaron a organizar, con la proteccién de la Komin- tern, la Revolucién colonial, mientras que los latinoamericanos, como producto que eran de intelectuales de orientacién europea, no consiguieron nunca entrar en estrecho contacto con la base de Latinoamérica, con la poblacién india. : La III Internacional —y esto es lo princi- pal— era «anti-blanca». De manera que si uno se pregunta de dénde tiene la Unién Soviética el prestigio de que goza en el Ter- cer Mundo —prescindiendo del- hecho de que suministra armas a los movimientos de liberaci6n—, entonces estara claro cual es Ja linea histérica con la que ella puede em- palmar. El intento chino, a principios de los afios sesenta, de hacer evolucionar el conflicto chino-soviético como un conflicto entre un comunismo blanco y el comunismo de la poblacién negra, amarilla, rojiza, de. Africa, Asia, Latinoamérica, fue —podemos decir re- trospectivamente— el intento de usurpar en favor de China la fuerte iradicién de la Til Internacional, a fin de estrangularla... Hasta el punto de que la politica exterior china lo que hace no es precisamente orga- nizar los movimientos emancipatorios de la gente de color contra el imperialismo, sino que lo que hace es mas bien neutralizarlos; 39 llegando incluso hasta apoyar regimenes reaccionarios del estilo de la sefiora Banda- raneike de Ceil4n (Sri Lanka), en contra de los movimientos de liberacién, llamados por los reaccionarios «guevaristas», para cuyo aniquilamiento la sefiora Bandaraneike su- ministrara a la counterguerrilla un equipa- miento guerrillero. Bueno, a ver... Acaso este trabajo vaya junto con otro destinado a los M-L. Y alli se diran mds cosas sobre la politica exterior china. Asi que hay dos lineas comunistas y tres modelos de desarrollo. Primero, el chino, que neutraliza en el frente Norte-Sur a los Estados independientes, haciéndose asi algo eficaz para la politica imperialista. E] soviético: construccién de la industria pesada/falta de simultaneidad/apoyo de la lucha armada. : El socialdemocratico: ayuda econémica+ counterguerrilla. jNo! De otra manera: el modelo de desa- rrollo chino, neutralizante; el soviético, que apoya'‘la lucha antiimperialista, y el social- democratico, que organiza la contrarrevolu- cién... al fin y al cabo, el comunismo blanco. Ya veremos. PARTE DE LA DECLARACION DE LOS PRESOS DE LA RAF Enero de 1976 - Nosotros no tenemos en mucho una pro- clamacién y es seguro que algo asi seria in- sensato, si se tiene en cuenta la pseudopubli- cidad de este proceso. Ante un ptblico objeto de desfiguracién, corrupcién y total manipulacién, como (se- gun dice Wunder) el que se deja ver por aqui. Ese es el problema, y eso es también parte integrante de la miseria de todas estas ac- tuaciones; y por esa misma razén se realiza este montaje en este edificio, por esa razon se escenifica en Stammheim y no en una ciudad en que la izquierda legal pudiera sus- citar su publico... Aqui, en el fondo, no hay nadie que oiga la que nosotros décimos sin sentir E banal sensacién que conviene a los ofdos de la so- ploneria o del mercado. Contenidos no es capaz de recibir dicho mercado. Tratdndose como se trata de nuestro aniquilamiento po- litico, ni siquiera los hechos cuentan. Si el publico burgués que tiene acceso hasta aqui como observador desempefiara todavia una funcién de control, entonces sé haria impo- sible un proceso asi. Su proyecto, en la chdchara de los politi- 41 cos, en el cardcter militar de toda la drama- turgia del proceso y con la persona de este corrompido gusano alli delante... Su. proyecto, en la forma de su autopro- clamacién imperialista, determinante de cada detalle de esta miserable representacién, es demagogico, fruto del acoso de cinco afios de guerra psicoldgica. Nosotros luchamos sobre un terreno or- ganizado de cabo a rabo y no quiero entrar aqui en detalles otra vez. Todos saben, entretanto, que aqui se han intentado y aplicado y se seguiraén intentan- do y aplicando todos los medios ilegales po- sibles, a fin de hacernos incapaces de defen- sa, cosa que, segtin lo entiende la militariza- da Justicia de aqui, es sindnimo de incapa- ces de articularnos polfticamente en esta con- frontacién. El Estado tiene miedo de esto, tergiversando la cosa a su gusto. Si nuestra declaracién politica transmite todo el carécter revolucionario de la polémi- ca, define al mismo tiempo como contrarre- volucionario, como una guerra de clase, las tentativas que hace el Estado por liquidar la cuestién, todo este inmenso esfuerzo hecho por la movilizacién reaccionaria, que en- cuentra su expresién hasta en la arquitec- tura... Y por eso estamos nosotros aqui. Noso- tros dirigimos, o hemos intentado dirigir, este proceso, a fin de mostrar e interpretar en su fuerza su inmensa debilidad, en las miseras medidas tomadas aqui, en el hecho de que el Estado se haya visto obligado aqui a privar por todos los medios —Schmidt lo ha dicho bastantes veces— de legalidad a cuatro prisioneros. E] dar un fundamento cientifico a nuestra politica (cosa que creo yo estamos en con- diciones de hacer) es, en esta situacién, algo completamente absurdo, esta claro... Nues- tro interés seria mas bien el desarrollar una 42 concepcién, hecha a base de experiencia y analisis, cuya publicacién legal el Ministerio Publico no podra impedir si la decimos aqui de viva voz. Nos hemos decidido en contra de una ex- posicién compleja del asunto, en este caso nuestro concepto de la estrategia revolucio- naria, por diversas razones: Primera: Prinzing nos interrumpiria, sin duda alguna, por resultar demasiado larga y porque él entiende su trabajo de juez pro- tector del Estado en el sentido de bloquear en el proceso todo contenido politico. Segunda: el texto es objeto de andlisis por el enemigo —ésta es nuestra experiencia—, de modo que no podemos estar seguros de que con la reconstruccién de apreciaciones estratégicas no suministraremos armas al Servicio de proteccién del Estado, sin poner- las, simultaneamente, a disposicién de una organizacién de politica revolucionaria. Y finalmente, la mas importante: nosotros hablamos sélo para los presos, partiendo de la discusién con ellos, y hablamos para nos- otros mismos, no para los grupos que luchan en la ilegalidad. Y sobre esto ultimo hay que decir: La continuidad de la guerrilla urbana, la continuidad de su ofensiva revolucionaria es algo que se logra mediante la accién, y muy poco mediante la proclamacién de sus pre- sos. Un desarrollo complejo de todo el con- texto, de la red de conexiones... ya la pre- tension de hacerlo seria algo falso, porque esta escenificacién carece de toda importan- cia para el proceso de evolucién de la guerri- Ila urbana. Pensamos también nosotros que el inten- to de una fundamentacién cientifica presu- pone un consenso, por minimo que éste sea... de cara a la argumentacién. Pero donde aquél no se dé, como pasa aqui, tan abierta y bru- 43 talmente, cosa evidente incluso limitandose a mirar las mezquinas medidas tomadas por Prinzing a fin de impedir la confeccién de este texto... la argumentacién es una con- tradiccién en si misma. Prescindiendo inclu- so del hecho atestiguado por este Tribunal durante meses, de que una argumentacién con contenido es algo que él ni puede ni quiere seguir. Poner el concepto cientifico de nuestra po- litica... su fundamentacién teérica al nivel que lo hicimos en el analisis de 1970 carece- ria, ante este Tribunal, de todo sentido. Sélo resultaria revelador para los analistas en- cargados de la proteccién del Estado; esto es evidente, con una evidencia demostrada por cinco afios de guerrilla urbana. Declaracién significaria aqui defender algo contra la brutal maquinacién de que se es objeto, si uno se aventura a hacerla; incluso bajo forma de confesién es una interaccién, en la que nosotros aceptariamos entrar en discusionés con este Tribunal, meternos en el juego de este tinglado. Esto es imposible —incluso hasta desde un punto de vista tac- tico—, y cada vez se ha ido haciendo mas imposible, en estos tres afios. El procedi- miento judicial es algo que no nos afecta en absoluto en nuestro contenido. Lo que si nos concierne a nosotros son las medidas toma- das por el mismo, y la posibilidad de expli- carlas. Sobre esto Andreas ha dicho ya mu- cho y todavia diremos bastante mas para la documentacién referente a las pruebas... Ve- remos. Y ahora Andreas, o nosotros, dira o dire- mos algo brevemente —o con una relativa brevedad, seguin sea la linea de las discusio- nes—, después de que el Zeis, aprovechando la ocasién, se apropiara, un poco antes del proceso, de algunos borradores y de un ma- nuscrito importante por lo menos tedrica- 44 mente, sin haberlo vuelto a escupir hasta la fecha. Dos puntos: 1) La necesidad de nuestra politica, a par- tir de una determinacién histérica y del pro- ceso concreto que ha seguido la accién de resistencia de la que surgiera hace cinco afios la RAF. 2) La posibilidad, como fragmento del fragmento que significa la planificacién del proceso revolucionario y que anticipa la gue- rrilla urbana en cuanto tactica. Dado el nivel de abstraccién alcanzado por el proceso en virtud del amarrarse, ce- rrado, brutal, a las formas usuales de juicio, propio de gusano, de que hace gala Prinzing, no nos queda otra alternativa que oponer a su abstraccién la nuestra. Que quede claro que no hemos tenido desde el principio la intencién, es decir, que no era nuestro plan, confrontar a este procedimiento judicial con contenidos de politica revolucionaria, expo- niéndolos aqui como si se tratase de un Se- minario. Nuestro propésito era hacer un par de breves declaraciones, concretando des. pués la cuestién de los contenidos en la do cumentacién de las pruebas... Baste decir esto, con respecto a la forma como nosotros vemos la dramaturgia del procedimiento. Pero entretanto se ha evi- denciado el que probablemente no lo podre- mos hacer, en primer lugar porque es un asco cémo nos va aqui, cosa totalmente de acuerdo con el plan de Prinzing, el cual ha combatido por todos los medios para hacer- nos incapaces de defendernos y sigue lu- chando por lo mismo, con la normativa en las condiciones de prisién que él llama «de- finitiva», Ilamada a enfriar de] todo y echar a perder nuestra situacién de parcial incapa- cidad de debate, y segundo, porque él .mis- mo lo impediria, aporreando toda peticién 45 de pruebas... como —lo veremos de nuevo— ha hecho los ultimos seis meses con todas y cada una de ellas. Lo cual significa, sencilla- mente, que los hechos y la conexién de nues- tra politica no pueden expresarse mediante la documentacién de las pruebas, no pueden encontrar alli transposicién ninguna. Por lo tanto, intentaremos seguir el ritual de una deposicién, acorde con la linea —si bien fragmentariamente— de nuestro anilisis. Bastante de lo que seria importante tener en nuestras manos para hacer algo asi nos lo ha arrebatado el Ministerio Publico antes de iniciado el proceso. La cosa ahora se ve determinada por las absurdas condiciones de trabajo en que nos hallamos, y depende de. hecho de que no seamos interrumpidos; si Prinzing nos in- terrumpe con frecuencia, no seguiremos... porque no tenemos mas que un manuscrito y ademas no hemos podido hablar por mu- cho tiempo sobre ello y ademas lo publica- remos alguna vez con una mejor estructu- racién. Todo el intento de poner esto a disposi- cién a través del sumario va determinado —por precisarlo otra vez— por la discusién internacional sostenida por los militantes anti-revisionistas de Europa y no sédlo de Europa. Mostraremos qué condicionamien- tos histéricos tiene el cerco y la integracién total de las organizaciones de clase tradi- cionales en la politica del capital en la Re- publica Federal. : E intentaremos- mostrar el tnico método de poner fin, a nivel internacional, a este proceso, mediante la reconstruccién politica mundial del proletariado; sacando del desa- trollo del capital la estrategia de clase. La guerrilla en las metrépolis es la expresién consciente, la interpretacién, el intento sub- jetivo consciente de servir de mediadero a 46 tal reconstruccién, en y desde su dimensién internacional. Tendremos, para describir todo esto, para hacerlo asequible, que recurrir también a categorias econémicas, pues es una cuestién que sdlo se puede tratar, por muy fragmen- tariamente que sea, a partir del concepto de Ja tendencia que objetivamente se dé (ten- dencia no al nivel conceptual de Schmidt, sino de Marx, en los Grundrisse). Seguro que si, esto es algo inusual y yo no he ofdo nunca que se haya intentado algo asi en un proceso politico. Pero no se trata unicamente de una reaccién contra el in- tento, trivial y demagégico, de-privar a este proceso de todo contenido politico. Como ha dicho —segtin creo— Sartre, el crimen esta en que se nos quicra tratar como a crimina- les; si bien nosotros, naturalmente, no tene- mos mas remedio que encontrar esto correc- to, pues la politica revolucionaria y no sdélo Ja revolucionaria, sino incluso todo intento de oposicién de signo democratico y social tiene que ser necesariamente criminalizado en este Estado y esta, de hecho, criminaliza- do, y nosotros no tenemos problema alguno con la forma de resistencia que la Justicia de clase llama criminalidad comun. Se trata mds bien de una tentativa prdcti- ca por abrirnos paso a través de la censura e ilegalidad de nuestros textos: lo que aqui digamos podré ser, como hasta la fecha, pu- blicado, del modo que sea, lo importante es que sea, en todo caso, publicado, aunque a Buback se le ocurriré con toda seguridad alguna artimafia. Lo intentaremos (y preci- samente por. esto no haremos concesién al- guna para que éstos nos escuchen). Es un hecho y yo lo quiero constatar otra vez aqui: todos nosotros (los presos) esta- mos seguros de que el desarrollo de las co- sas confirmard nuestro andlisis y nuestra 47 praxis, asi como lo ha confirmado al cabo de cinco aifios... Hemos cometido. errores, pero dirfamos que son errores objetivamente necesarios, surgidos de la debilidad en que esta la po- litica proletaria en la Republica Federal. Y otra cosa. En el caso de que este texto —si bien invertido— alimentara la opinién contraria, lo cierto es que en la RAF no hay separacion alguna entre tedricos y practicos, que quede bien claro ...es decir, nada de la especie de divisién de trabajo, explotacién y estructura jerarquica que la guerra psicold- ica proyecta sobre nosotros. Sobre esto ha abido completa claridad en todos y cada uno de nosotros, en cémo determinar y com- prender las cargas y los problemas y la es- tructura de un grupo organizado en la ile- galidad y combatiente. Nada se ha cambiado en nuestra valoracién sobre su necesidad. Claro que hemos aprendido que la ilegalidad es la unica regién liberada en la lucha de clases donde son posibles relaciones huma- nas. Nosotros hemos conocido incluso sub- jetivamente toda su dialéctica emancipato- ria, liberatoria. Acerca del proceso de apren- dizaje, del radicalismo existencial y la es- tructura colectiva no se ha de decir nada aqui —o poco—, pues la cosa esta de ma- nera uae la reaccién del Estado imperialista socialdemécrata, del imperialismo del SPD, la counterpropaganda y la brutal represién de los encargados de proteger al Estado con- tra nosotros se ha hecho, llevado a su con- cepto —counterinsurgency—, propaganda a favor nuestro. Es algo que transmite las di- mensiones y la relevancia que tiene la poli- tica proletaria y la ofensiva de pequefios grupos ilegales armados que han sacado su estrategia contra el capital norteamericano y el Estado imperialista del contexto inter- nacional de lucha por Ja emancipacién anti- imperialista, en esta fase en que el imperia- 48 lismo esta, estratégicamente, a la defensiva... Sobre la estructura directiva del grupo ha- bria que decir algo aqui dada la personali- zacién hecha por la guerra psicolégica, como medio de dividir al proletariado; aquélla personaliza toda politica revolucionaria a fin de impedir que sea entendida como politica de la clase, preparando al mismo tiempo el terreno propagandistico en que liquidar fi- sicamente a combatientes en particular. El aislamiento deberia desintegrar al gru- po; el plan del Ministerio Publico era, pri- meramente, hacer de mi una cretina por me- dio del aislamiento en la galeria de la muer- te y luego mediante la intervencidén estereo- tactica, mientras que Andreas debia ser asesinado por las mismas fechas, el verano de 1973, privandole del agua en su huelga de hambre. Esto lo hemos mostrado noso- tros no haciendo mds que aludir a los he- chos, no hay nada que interpretar en ello... Holger ha sido asesinado porque desempe- fiaba en el grupo una funcién de direccién, es decir, era un momento de orientacién en el grupo. La guerrilla es una organizacién de cua- dros... la meta de su proceso de aprendizaje colectivo es la igualdad de todos los comba- tientes, la colectivizacién de cada uno de sus miembros, su capacitacién para el anéa- lisis, la praxis, la autonomfa, y la capacita- cién para organizar por si mismos un ntcleo armado y de mantener siempre abierto el proceso de aprendizaje colectivo. Proceso iniciado en la RAF por Andreas; Andreas ha sido desde el principio, en la RAF, aquello que cada uno de los combatientes sera, ten- dra que ser alguna vez: la politica y la es- trategia en una sola persona. La guerrilla es el grupo. Sometido este su proceso: colectivo a la mecanica de la estructura jerarquica impe- rialista, haciendo de lo objetivo, de la ne- 49 cesidad de revolucién algo particular, cosa de la voluntad individual, Wunder cacarea- ria-aqui de una «motivacién politica». (Enorme infamia el que las ‘autoridades que defienden directamente aqui los intere- ses del capital americano y del militarismo anqii, con 125 bases militares y 7.000 arte- ‘actos atémicos en el territorio de la Repu- blica Federal, se imaginen poder todavia ca- pitalizar en sii favor la lucha armada contra el capital americano y el Estado imperia- lista.) Direccién, en la guerrilla, es la funcién de servir de intermediario entre subjetividad y necesidad, voluntad y objetividad en la pra- xis del grupo, entre su estructura y accidén. Es algo que surge del proceso mismo del grupo, de la compleja necesidad de luchar en la legalidad, como intermediario entre los procesos de aprendizaje y trabajo colecti- vos, en la iniciativa de cada individuo en el proceso colectivo, como una iniciativa que nace de la praxis y que’ sirve a la praxis. Como funcién especial que es, posibilita la continuidad del proceso de aprendizaje, la experiencia, la interaccién, la capacidad de actuacién de la organizacién contra todas las fricciones que se presenten, por causas externas o internas. Direccién y colectividad no son, en la guerrilla, cosas contradictorias entre si... Sacan su identidad de la determi- nacién de cada uno en particular y del co- lectivo y direccién con respecto al fin co- mun... libertad, emancipacién; y también de la experiencia de cada uno de que vida y sub- jetividad sdlo son posibles en una lucha an- tiimperialista armada, de que la lucha ar- mada en la ilegalidad es la unica posibilidad de actividad critica practica que cabe en el imperialismo. Es una funcién que no es que constituya ella misma el grupo, sino que nace mas bien en su proceso de constitucién. Surge de su 50 praxis, del seno de su proceso colectivo y queda adherida a aquel al que, en virtud de su fuerza de anticipacién y de su resolucién de mantener abierto el proceso colectivo, se le echa sobre sus espaldas, como una carga. Y esta persona es siempre —segtin dice la experiencia— aquella o aquellas para las que el dirigir no constituye una necesidad, algo que en el imperialismo no es mas que ape- tencia de dominio. Si se quiere decir en cuatro palabras se podria decir que direccién en la guerrilla es iniciativa,: interaccién y, siempre, en todo momento, sacar adelante la primacia de la praxis, de la politica como politica proleta- ria, es decir la accién... contra la tendencia a la reproduccién de estructuras imperialis- tas, tales como dominio, esquematizacién, sistematica de divisién del trabajo, compe- tencia y reflejos irracionales surgidos del aislamiento y la angustia. Esta funcién es la que tiene, en la RAF, Andreas, al encarnar éi en si la politica pro- letaria; y en esto consiste precisamente la insurrecci6n —con la mediacién, en la RAF, de la direccién como funcién—, en hacer a ésta, en la prdctica, innecesaria, a base de praxis colectiva... como un concepto de lo particular en lo general, de lo subjetivo en lo objetivo, de la teorfa encaminada a la praxis. He ahi la razén por la que el Ministerio Publico, este Tribunal, la Oficina Criminal Federal y el Gobierno odian a Andreas como al que més. Para todas estas instituciones de lo que se trata es de aniquilar, aniquilar lo nuevo, al hombre nuevo, a la nueva sociedad, cuya forma germinal es la guerrilla, con su identidad de poder, subjetividad, proceso de aprendizaje, praxis. La estrategia empleada por la guerra psi- coldgica tiene que personalizar, no puede por menos, porque ella no puede atacar aquello 51 que constituye a la guerrilla —la lucha co- lectiva en la ilegalidad contra el Estado— sin propagar la politica de la guerrilla, su libertad, la cual es su libertad de luchar. Se ve obligada a personalizar a fin de presentar como carencia de libertad lo que es precisa- mente el momento central de su libertad, la ilegalidad, es decir, la capacidad de actuar. Y cuando Herold dice: «Baaders y Mein- hofs», este plural nos dice, precisamente, que aquello que tendria que ser llevado a cabo mediante el método de la personaliza- cién —esto es, hacer aparecer la accién de la guerrilla como cosa de alguna persona en particular— es exactamente lo que no ha sido logrado. Herold no puede, naturalmen- te, entender lo que «colectivo» significa. Su plural refleja su opinidn de que nosotros somos muchos por mor de la necesidad ob- jetiva, material, de luchar. Direccién com- porta también la mediacién entre la dialéc- tica de la posibilidad y la necesidad, de ma- nera que a mayor crecimiento de la necesi- dad se dé también un mayor crecimiento de la posibilidad de luchar, es decir, de orga- nizarse y realizar ataques. Asi es cémo la labor de direccién repre- senta también una funcién de dar 4nimos y ‘es un momento de la movilizacién. La fun- cién desempefiada por ella excluye su insti- tucionalizacién, depende tanto de la inter- accién colectiva del grupo como el grupo de ella. Excluye radicalmente todas las burocra- cias, muertas y por ello mortiferas, de ca- rdcter imperialista. Por la sencilla dialéctica de que asi como Ja organizacién de los militares es la quinta- esencia de la estructura imperialista, cosa que significa alienacién, en la guerrilla, como organizacién militar de politica proletaria que es, la alienacién ha sido necesariamente superada del todo... ha sido superada por 52 la politica... o lo es en el curso de un pro- ceso constante. La politica de la guerrilla fundamenta su capacidad de actuacién... es su posibilidad. Pero nosotros diriamos que la counterpro- paganda que ha personalizado en Andreas todo un compendio de estructura imperia- lista ha dado un fuerte resbalén. Pues lo que ella transmite, con todo su descomunal aco- so a una persona, es la fuerza de la subje- tividad, el vigor de una politica proletaria... Sabemes muy bien que hace ya mucho que ese nombre es sindnimo de rebelién; sabe- mos que la propaganda de los protectores del Estado en contra nuestra ha hecho de ese nombre, para mucha gente, el ejemplo que para nosotros ya es: ejemplo de que —como Mao dice— «la politica es la que manda», refiriéndose a una politica prole- taria, a la politica de los que no poseen nada. La racionalidad de la afirmacién de que la RAF habria comenzado con una politica y que después se habria despolitizado no quie- de decir mds que los encargados de la pro- teccién del Estado no han encontrado en la RAF ningtin punto de infiltracién, que el que la RAF ha tenido, desde el principio, y por mediacién de Andreas; un concepto poli- tico revolucionario, como aquel del que ha- bla la segunda tesis sobre Feuerbach: «La cuestion de si al pensar humano co- rresponde o, no la verdad no es una cuestién tedrica, sino una cuestidn prdctica; es en la praxis donde el hombre debe demostrarse la verdad de su pensar, es decir, la realidad y el poder de su pensar. La disputa sobre la realidad de un pensar que se ha aislado de la praxis no es mds que una disputa esco- ldstica.» Andreas es perseguido por ser una sinte- sis de esta politica, por reunir en su persona el andlisis, la colectividad y la accién. Teoria revolucionaria es teoria critica. 53 Dondequiera que la hayamos nosotros for- mulado' con vistas a su publicacién siempre la hemos visto como un arma, siempre refe- rida a problemas claramente delineados de la praxis de lucha en la ilegalidad. Una teo- ria sin relacién ninguna con la practica, es decir, que no nos explique nuestra situacién ni nos indique la posibilidad de transformar- la, no nos ha interesado jamas. O sea, la es- pecie de teoria a que se refiere-la guerra psi- colégica cuando nos superestilizan a Mahler y a mi (Ulrike) como a los teéricos de le RAF; o sea, el columnismo o el andarse fa- bulando en torno al aparato conceptual mar- xista, en la forma que le han dado los M-L, falsedndolo al convertirlo en un dogma; y todo ‘lo hariamos por el dichoso afan de Ile- var la contraria, como lo hiciera Mahler en su escrito La lucha armada en Europa Occi- dental *. Los-escritos teéricos de la RAF han sido periddicos con los que se trataba de convencer a alguna gente en. particular de que esta bien, y por qué lo esta, apoyar a la guerrilla urbana. Vefamos en ellos armas, pues armas son todo aquello que sirve de provecho a la lucha armada en la ilegalidad. Hablar de Andreas significa tanto como hablar de nosotros, pues cuando decimos que la funcién de la direccién es hacerse a si misma prdcticamente innecesaria median- te la accién colectiva esto quiere decir que la guerrilla es una organizacién politico-mi- litar y que no puede ser otra cosa que una organizacién ilegal em que cada uno de sus. miembros se hace un dirigente, se tiene que capacitar para llevar la direccién... Cosa que significa: Capacitarse para aprender... * Trad. al castellano en Icaria, 1977, con el titulo El moderno Estado capitalista y la estrategia de la lu- cha armada, (N. del T.) 54 A dar trascendencia a la experiencia, tanto -a la propia como a la del grupo, como tam- bién_a la de los movimientos de liberacién del Tercer Mundo; de modo que cada uno sea capaz de servir de intermediario de ex- periencias. El aprender sdélo es posible tam- bién en la lucha contra el Estado, contra sus métodos de acoso, mentira y mierda, contra la estructura de la socializacién y la indoc- trinacién imperialista; sdlo es posible co- lectivamente y con vistas a llegar a una ac- cién armada. Entre paréntesis, direccién colectiva sig- nifica para Gramsci que el proyecto de cada uno tiene que ser comprendido en la gue- rrilla, para que todos los miembros reconoz- can como una funcidn del todo que es el grupo su tarea particular... Que el proyecto que lleva a una actuacién deja ver ya en él las consecuencias positivas y negativas, la aprobacién y la reaccién, y que lleva encerrado en si mismo las res- puestas, es decir, que abre todo un campo a la organizacion. Esto es... una relacién entre teoria.y praxis. La personalizacién de la politica revolu- cionaria hecha en la guerra psicoldgica tien- de a despersonalizar a los combatientes, siendo con ello el correlato propagandistico de la tortura por aislamiento, a fin de deso- cializar a los combatientes; a hacer apare- cer. a la accién revolucionaria, entendida siempre por las masas, se transmita como se transmita, como un cuerpo extrafio en me- dio de la sociedad, por medio de la desper- sonalizacién de los guertrilleros... La personalizacién trata de hacer aparecer el estado de excepcién revolucionario como si se tratase de algo de todos los dias, a fin de desviar hacia las guerrillas el odio latente de las masas contra el Estado, el parasitis- mo estatal, la maquina de pardsitos, que no hace mas que devorar plusvalias, de todo el 55 aparato estatal, ideolégico y represivo, com- puesto a base de fiscales, Justicia, Policia, etc. Trata de espantar al pueblo ante el es- tado de excepcién en el que vive, cambian- dole en el auténtico estado de excepcidn, en el estado de excepcién por antonomasia. Pero ya que la maquina no puede hacer otra cosa que proyectar, no es capaz de otra per- cepcién que no sea autorreflejo suyo ni de ninguna produccién que no sea reproduc- cién suya, los contenidos se Je escapan, y la ‘ae mierda que ella misma ha levantado en la guerra psicoldgica se le cae necesariamen- te sobre sus propios pies. Son odiables —esto se va comprendiendo poco a poco— todos aquellos que van ma- quinando sus contenidos conceptuales como un sucedaneo ideoldgico y legitimista. En una palabra, direccion... lo que tendria que ser es el concepto concreto de la situa- cién y el trascender a la misma: Las metas y su mediacion en la estructura del grupo, de la organizacién combativa. Sencillamente, la historia que da lugar a esta concepcién 0, lo que es lo mismo, la his- toria del grupo, en todos y cada uno de sus miembros, se encierra en dos palabras: lu- cha revolucionaria; y en la necesidad del an- tagonismo con que nosotros presentamos combatiendo nuestra politica, es decir, en su violencia, en la fuerza compleja que ejerce sobre el individuo, es posible la libertad, la liberacion. En este contexto —de guerra psicoldgi- ca— pega perfectamente la tonta ocurrencia de Wunder, de que Andreas no habria traba- jado nunca en una fabrica... porque mues- tra cémo el anticomunismo pseudocientifi- co usurpa historias, prejuicios, estructuras actuales para refrigerarlas. La frase es falsa. Andreas ha aprendido, y comprendido, en la fabrica, en la calle, en prisién... Como tam- bién pertenece a la serie de deformaciones 56 de los hechos obrada por la guerra psicol6- gica el decir que la RAF es un grupo de tios y tias de la clase media alta, de una socia- lizaci6n netamente burguesa. Si tocan a ha- cer sociologia, diremos que la mitad de no- sotros procede de ambientes_proletarios, como son la escuela, la fabrica, la residencia, la prisién. Aquella afirmacién niega, seguro que por ignorancia, que con motivo de la tercera subsuncion real de a principios de los afios sesenta tuvieron lugar procesos ma- sivos de proletarizacién y declasacion... Un proceso de masificacién y tecnocrati- zacién de las Universidades, de concentra- cién de los medios de informacién, etc., co- sas que fueron la causa interna de la movili- zacién universitaria a partir del afio 66. Su causa exterior fue la guerra americana en el Vietnam. La aseveracién a que antes aludi- mos trata de barrer el hecho de que todos los combatientes de la RAF han trabajado y aprendido en los proyectos de base de la Nueva Izquierda, desde Pascua de 1968. La misma lucha se encarga de proletari- zar al combatiente. Esto y el carecer de po- sesiones integran el concepto que tiene el partido coreano sobre lo que es una relacién proletaria con la lucha con el comunismo: La caracterizacién que hace Dutschke del proletariado como el antagonista del impe- rialismo, es decir, el sujeto de liberacién. Seguro que éste no es un concepto socioldgi- co sobre el proletariado. Pero tampoco nos interesa, en absoluto. Proletariado no es un concepto sacado de la teoria fascista sobre los ascendientes... lo que hace es designar una forma de relacidn, la relacién de la gue- rrilla con el pueblo, la relacidn del proleta- riado con el Estado imperialista, definida como una relacién de enemistad a muerte, como antagonica, como guerra de clase. Proletariado es un concepto bélico. Sartre dice: 57 «Es verdad que el proletariado lleva en si la muerte de la burguesia; es verdad que el sistema capitalista estd comido por con- tradicciones estructurales; pero esto no im- plica necesariamente la existencia de una conciencia de clase o de una lucha de clase. Para que haya conciencia y lucha alguien tendrd que pelear.» : Pero, ¢de dénde sale la frase de Wunder? ¢Opina Wunder que «el trabajo libera»? O sea, el campo de concentracién. ¢O se refie- re él a la moral de trabajo protestante? Es decir, algo asi como la cita «el trabajo como la fuente de toda riqueza y cultura», con cuya posicién, de acuerdo con el Programa de Gotha, la vieja socialdemocracia no pudo en absoluto enfrentarse con el gran paro de 1930, no pudiendo hacer otra cosa que ceder el poder politico a los fascistas, un poder que hacia ya mucho que se les habia esca- bullido. Sobre este punto, sobre el concepto mistificado del Programa de Gotha habia dicho Marx, breve, secamente: «que el hombre que no tiene ninguna otra propiedad que su fuerza de trabajo tendra que ser, en todas las situaciones sociales y culturalés, el esclavo de otros hombres que se han hecho propietarios de las condiciones objetivas del trabajo»... De lo cual Marx sacara la necesidad eco- némica y el derecho politico de los trabaja- dores a abandonar la fabrica, armarse y po- nerse a luchar contra el Estado. Y ésta es la unica razén por la que nosotros recurrimos a Marx, porque él ha fundamentado cienti- ficamente la necesidad de la insurreccién, viendo en la lucha de clase la guerra de cla- se contra la red parasitaria del aparato re- presivo e ideoldgico, contra el Estado bur- gués. Las medidas disparatadas no son mds que un puro cinismo... con mds de un 4 por ciento de parados, mas de. un millén de pa- rados en la Republica Federal, y casi 5 mi- 58 llones en Europa Occidental, la respuesta so- cialdemécrata es esta vez un proyecto de fascismo de propio cufio, bajo el lema «Se- guridad interna»; cosa que significa la inte- gracién de todo el aparato represivo de Eu- ropa Occidental bajo el monopolio informa- .tivo de que goza la Oficina Criminal Federal, asi como la integracién, asimismo, de todo el montaje de Seguridad interior y exterior existente en el marco de la OTAN, es decir, bajo la égida del Pentagono. Esto es algo de lo que hablaremos todavia més tarde... de la funcién politica que la socialdemocracia des- empefia ante el capital americano, su proyec- to de fascismo y la estrategia institucional del nuevo tipo de fascismo. Tan lejos como esta de ser el verdadero pais el pais legal, lo esta también de ser su auténtica vida la vida de los trabajadores en la fabrica. El Ministerio Publico simpati- za, naturalmente, con la esclavizacién del proletariado industrial; de modo que Wun- der fetichiza, de forma completamente légi- ca, el trabajo de fabrica...’ como una masca- ra que es de la parasitaria maquina encar- gada de la proteccién del Estado. Pues si los obreros se negaran a ir a la fabrica, es decir, a la unica fabrica de que es posible hablar aqui —trabajo bajo las érdenes del capital—, si los obreros, como decimos, se negaran, entonces toda la procesién de mascarones protectores del Estado no tendrian ya mas nada que devorar entre nosotros. (Y el que al final de nuestra lucha se llegara a la libe- raci6én del trabajo mediante el quebranta- miento y luego disolucién del aparato repre- sivo é ideolégico del Estado es algo que sabe muy bien Wunder, como viejo socialdemé- crata... como antigua rata socialdemécrata que es.) La materia de que va lIleno el ultra- je que nos hacen se ceba solamente en An- dreas; nosotros nos deberiamos poner, se- gtin su opinién a alimentar con la mayor de 59 las complacencias, al Ministerio Fiscal. Pues, seguin el fiscal, un hombre decente es un hombre que le nutre a él... el sujeto someti- do, el hombre que esta ahi para el Estado y que no tiene otra intencién que estar ahi, ft disposicién de] Estado. Como Andreas ice: «El preso que tenga en su armario la foto de Buback es el-ideal de ciudadano que de- sea el Ministerio Puiblico.» 60 DISCUSION SOBRE UNA CARTA DE ULRIKE Es falso todo lo que escribi alli. Intentaré ahora explicarme correctamente... para ha- cerme a mi misma un poco de claridad es- cribiéndolo en borrador o bien la cosa ira al irosla diciendo a vosotros. El taylorismo ha surgido después de las sublevaciones obreras en todos los Estados en que prosperara el imperialismo, es decir, en que se produjera una rdpida socializa- cién de la produccién monopolista, siendo el primero que lo introdujera Ford, en sus fabricas de Detroit. Antes de la Primera Gue- rra Mundial, el taylorismo era tanto un mé- todo para disminuir el costo de los articulos producidos por medio de una produccién masiva —vinculando asi al trabajador a su fabrica, en un proceso de aniquilacién, en virtud del monopolio, de la competencia— como también una reaccidn ante las luchas obreras. Se debe saber que los movimientos obreros norteamericanos, en el periodo an- terior a la Primera Guerra Mundial, eran sin duda los mas fuertes; en una época en que los negros seguian todavia esclavizados en el Sur y no representaban todavia papel alguno en el mercado de la «libre» fuerza de trabajo. Dichos movimientos actuaban con- forme al principio mas absoluto de autono- 61 mia obrera, dirigiendo en contra del capita- lismo todas las propiedades (?) del proleta- riado. Su carencia de derechos y disponibili- dad frente al capital, de forma que los wob- blies americanos eran dirigentes obreros que andaban de un lado para otro, sin organiza- cién, sin institucionalizacién, sin: coalicién ninguna... era expresién directa e inmediata de autonomia obrera. No negociaban, no hacian pactos. ni se vinculaban a ningun acuerdo firmandolos previamente con los re- presentantes del capital. Lo que hacian era comunicar al empresario la jornada laboral y el salario que exigian mediante un anuncio pegado a la puerta de la fabrica, es decir, en el lugar donde ellos precisamente estaban; y si aquél no estaba conforme con'las con- diciones, no trabajaban. Sus principios fun- een eran: internacionalismo e igual- ad. Pero hay algo mas. Hay que considerar las luchas obreras de antes de la Primera Gue- rra Mundial, como, por ejemplo, las huelgas masivas ocurridas en Rusia en 1905, o las sublevaciones de los mineros en Alemania, como la rebelién mas radical del trabajo en contra del capital dentro de relaciones de produccién capitalistas; es decir, de un tra- bajo enredado en la contradiccién que con- lleva el proceso de socializacién de la pro- duccién en una época en que se va consoli- dando el monopolio; hay que considerar es- tas luchas como un contramovimiento, fren- te al proceso capitalista, y es precisamente de éste de donde las luchas toman su fuerza explosiva. Es importanté constatar que los centros de] movimiento huelguistico eran to- dos ellos industrias avanzadas. En Alemania, si bien partieron de los mineros, fue sobre todo en las industrias quimicas y electréni- cas donde tuvieron lugar; y éstas son las in-. dustrias que habfan comenzado, ya por los afios de finales del siglo pasado y comienzos 62 del presente, a exportar capital. Socializacién de la produccién e internacionalizacién del capital son un mismo proceso. Lenin —sin partir explicitamente de la so- cializacién de la produccién— proyectaba, a Ja vista del andlisis y de las experiencias de estas. luchas, su modelo de Partido Bolche- vique como un partido, y esto es importante, encargado de organizar la insurreccién, esto es, de armar a los obreros. En Alemania, sin embargo, los Sindicatos se separaban del Partido Socialdemécrata, instalando con ello en el movimiento obrero la separacion de lucha politica y econémica... Una separacién que era lo que esperaba el capital. En la Revolucién de Octubre culminaba el poder obrero, al que Lenin habia dado, des- de las luchas de clase de 1905, coherencia, espesor, continuidad por medio del partido; pero sobre todo mediante sus valoraciones precisas de la funcidén de la guerra para el desarrollo de la insurreccién... Mientras que en Alemania, la, socialdemo- cracia no sdlo habia votado en el 14 ‘los cré- ditos de guerra, sino que incluso-habia se- guido, en la Conferencia de Zimmerwald, el lema del «desarme», es decir, del pacifismo en relacién con la politica obrera; y ademas, eran, durante la guerra, los mismos Sindica- tos los que encargaban de la explotacién en las fabricas de la fuerza de trabajo, ponién- dola al servicio de una economia de guerra. Cosa que, sin duda, fue decisiva para animar al capital a la utilizacién de las organizacio- nes del proletariado en su favor, después de la Primera Guerra Mundial. Asi es cémo los Consejos creados en Ale- mania en el 17/18, si bien eran marcadamen- te enemigos de toda organizacién, también eran incapaces de organizarse; dependiendo —lo que es muy importante— de un modelo de autonomia obrera, de autogestién, que no 63 hace saltar propiamente Ja contradiccién sa- lario-capital. En ese caso habrian tenido to- davia una funcién lemas como el de «contra la produccién aniquiladora», si bien no deja- ria de ser falso, pues lo esencial en el taylo- rismo no es el que desolle a los obreros, como si hubiera sido alguna vez humano el trabajo organizado por el capital; 0 sea, que seria —incluso en el plano de la ideologia burguesa— algo realmente cinico y grotesco el sugerir una afirmacidn de ese género. Cosa que, sin embargo, hicieron los Consejos, con su concepto absolutamente ahistérico de lo que es Ja lucha obrera, siguiendo amarrados en esto, totalmente, a la tradicidn de la so- cialdemocracia. Sélo a partir del New Deal de Roosevelt, a principios de los afios treinta, llegaba el taylorismo a ser un método de division del proletariado en Ja produccién socializada, Jo mismo que la organizacién socialdemd- crata del proletariado, en forma de estatifi- cacién de las luchas de tipo econdémico, ‘de institucionalizacién de Ja contradiccién y el anticiparse a la lucha de clases por medio de una politica social, con fines de despoli- tizacidn; y, finalmente, Ja cultura consumis- ta, es decir, produccién masiva de bienes de consumo, hecha posible por el trabajo en cadena, haciendo accesibles dichos bienes de consumo al trabajador mediante salarios mas altos, al precio de una intensificacién del trabajo. De manera que el New Deal de Roosevelt ha sido visto como la forma de solucionar las crisis, como fascismo al nivel de la economia (George Ilama, con toda de- cisién, a la organizacién obrera americana «fascista», cosa que, en este contexto histé- rico, es correcta) y socialdemocratismo a ni- vel de] Estado, esto es, organizacién, estruc- turdcién de la sociedad por obra del Estado, mediante el establecimiento de una espesa 64 as de cargos gubernamentales en la socie- dad... El New Deal se convirtid asi —desarro- llado en Alemania tanto a partir de las ex- periencias de la legislacién social de Bis- marck, encaminada a despotenciar a la so- cialdemocracia, como también del método de pacificacién del proletariado aplicado des- pués de la Primera Guerra Mundial por el SPD— en modelo del Estado nuevamente planificado; de un Estado como el que fuera constituido aqui después del 45 por el capi- tal americano, comprado el proletariado por el SPD y la Confederacién Sindical Alemana de Béckler, caido en manos de la CIA. Un Estado que por su estructura y constitucién estaba organizado de arriba abajo segun principios anticomunistas. Es falso hablar de traicién. Esto es lo que: constatan algunos autores italianos, los cua- les, intentando comprender las luchas de cla- ses de la Italia de los afios 60, han estudiado con mucha mas exactitud que cualquier gru- po aleméan la. evolucién ocurrida en Alema- nia a partir de 1918, en lo que se refiere a Ja politica de la socialdemocracia después de la liquidacion de la monarquia, unico re- sultado del movimiento de los Consejos. No se trata de traicién o no traicion. La social- democracia era, desde el momento en que ocurriera la Revolucién de Octubre, el ins- trumento del capital para organizar el anti- comunismo a nivel de Estado y por medio de los Sindicatos a nivel proletario, para hacer de las luchas de clase, mediante su despolitizacién, un momento del desarrollo del propio capital. De esta manera es la organizacién politica del trabajo por el taylorismo, divisién del proletariado, descualificacién de la fuerza de trabajo y —cosa muy importante— je- rarquizacién completa de la fabrica; yendo vinculada a la total «desespiritualizacién» 65 del trabajo la aparici6n de un nuevo estra- to, el de los tecnécratas, los cuales controlan el proceso productivo y, al mismo tiempo, vigilan a los trabajadores, cosa que anticipa, estructuralmente, la policia industrial del Estado fascista; tecnécratas que por su fun- cién social son empleados, pero, tendencial- mente, ya policias. Esta es la contradiccién en el grupo de los técnicos, destacada por Gorz: dependen del empresario, como el obrero, pero se con- vierten, por su funcién de vigilancia con res- pecto al obrero, en enemigo de clase. Con- tradiccién resuelta en mayo del 68 por su salir en. masa a favor de los mismos. Pero con la caida del movimiento de masas del mayo del 68 se volvieron a encontrar de nuevo al lado del capital. Todo esto quiere decir que por poco que se haya de esperar de esta gente por lo que a iniciativas de lu- cha de clase se refiere, hay que tener en cuenta que, dada su ambivalencia, significan un potencial revolucionario. Mas no pode- mos decir aqui. : En el plano estatal, la politica de la social- democracia, como método de desintegracién y divisién del proletariado, esta en perfecta correspondencia con. los proyectos contra- revolucionarios del capital desde los tiempos de la Revolucién de Octubre. Es expresién politica de los intereses del capital, en orden a desarrollar las relaciones capitalistas en tanto capitalistas y,:cuando no sea posible hacerlo, congelarlas median- te una estatificacién de la sociedad, confor- me al modelo anticomunista, el cual ha sido formado como algo antagénico al modelo revolucionario de la Revolucién de Octubre y que ha estado vigente hasta las leyes de emergencia de 1968. La Revolucién de Octubre como acicate del desarrollo capitalista desde 1917; determi- nando 4 éste a dos niveles, como la primera 66 infiltracién en las relaciones que son domi- nio del capital y el primer vuelco de la his- toria, de-modo que desde entonces politica capitalista es reaccién, y también anticipa- cién —como dice Brandt: «Estabilidad es anticipacidn de la catdstrofe para evitarla»— anticipacién del proceso revolucionario... 67 VIEJA HISTORIA DE LA IZQUIERDA EN LA RFA (Fragmento para la documentacién de las pruebas.) En el curso del desarrollo del sistema im- perialista mundial fundado bajo la hegemo- nia del capital americano y su expresién po- litico-militar, los Estados Unidos elegian, después de 1945, a tres Estados como base de operaciones para su politica exterior: la Republica Federal Alemana, Corea del Sur y Vietnam del Sur. La funcién a desempefiar por estos Estados en favor del imperialismo norteamericano tenfa, desde el principio, dos direcciones complementarias: Eran, por una parte, bases operacionales de los. militares yanquis, para cercar y, finalmente, conse- guir un roll-back de la Unién Soviética y de su Ejército Rojo; por otra, servian de bases de operaciones del capital americano, a fin de organizar conforme a sus intereses alli al Sudeste y Este asiatico, aqui, a toda la Eu- ropa Occidental. Nos interesa considerar la historia de la Republica Federal por dos razones. Nos in- teresa, naturalmente, la historia de la vieja izquierda alemana, es decir, de la antigua oposicién, integrada en 1966, con la entrada de la socialdemocracia en la Gran Coalicién, 69 siendo de este modo paralizada; y nos inte- resa también, por la determinacién de Ja po- litica revolucionaria dentro del imperialismo como internacionalismo proletario, el papel jugado por la Republica Federal en el siste- ma césmico del capital americano. Dicho pa- pel ha sido, desde Adenauer hasta Schmidt, siempre: anticomunismo, subordinacién po- litico-econémico-militar a la politica exterior americana. O dicho de otro modo, nos inte- resa seguir la linea que va desde Adenauer hasta Schmidt, en la politica exterior del Gobierno de Alemania Occidental, en fun- cién siempre de la politica internacional de USA, es decir, en funcién del papel desempe- fiado por USA después de 1945, como poli- cia. del mundo. El hecho de que la politica interior y ex- terior de Corea del Sur y Vietnam del Sur no haya sido mas que una politica de la CIA es realmente algo banal, dada la debilidad econémica de la burguesia de «comprado- res» de los Estados neocoloniales. Pero que un Estado del potencial econémico de la Reptiblica Federal no haya dispuesto nunca, durante mas de treinta afios, de la capacidad de autodirigirse politicamente es uno de los motivos por lo que resulta tan dificil que salga adelante en este Estado una orienta- cién politica radical y por lo que algo asi sédlo se puede conseguir —como nosotros hemos experimentado— si acaso mediante una lucha armada de signo antiimperialista. No conocemos ningin otro pais, por de- cirlo de una vez, en que la izquierda se nie- gue con tanta contumacia a darse por ente- rada de su propia historia; si, seguro que esta historia es una historia de derrotas, pero esto no quiere decir que las luchas que haya mantenido no sean algo serio y digno de ser estudiado. Y el’ resultado ha sido, ‘como ya indicamos, que los andlisis mas vigorosos sobre la politica de la socialdemo- 70

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