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Una teofanía indígena en la ciudad de México a mediados del siglo XVI, según los Anales en
náhuatl de Juan Bautista
León García Garagarza
UCLA
EL día lunes 14 de mayo de 1565, según apunta el manuscrito en náhuatl del siglo
XVI conocido como los “Anales de Juan Bautista¨, una serie de fenómenos meteorológicos
reconstrucción de la catedral de México.1 Los Anales de Juan Bautista relatan cómo las
distintas clases de la ciudad de México interpretaron este fenómeno: Mientras que los
los indígenas de México aseguraban que en el interior del remolino había aparecido la figura
del viento.
sagrado de la catedral, pone al desnudo las tremendas tensiones sociales de la época, así
2
Los Anales de Juan Bautista y su contexto literario-
El erudito mexicano Angel María K. Garibay fue uno de los primeros estudiosos en
resaltar la importancia de los Anales en Náhuatl del indio Juan Bautista. (Garibay, 1971, t. 2:
328) El manuscrito está firmado por un tal Juan Bautista, quien se describe como “alguacil
ciudad de México. (Reyes García, 2001: 136) El documento es en realidad una obra colectiva
escrita en náhuatl por varios escribanos indígenas ligados a uno o varios de los conventos
ocurridos entre 1564 y 1569, aunque tambien incluye notas tan importantes como un registro
actividades del predicador indígena anti-cristiano Juan Teton en 1558. El documento finaliza
Los Anales constituyen el género literario híbrido por excelencia de la colonia. Se trata
de manuscritos escritos con letra latina y en lenguajes indígenas. Su forma es una adaptación
(“Cuenta de los años”), pero que necesariamente registran las modificaciones ideológicas
introducidas por los frailes cristianos, quienes enseñaron a escribir a jóvenes indígenas de la
clase noble. Característica de los anales coloniales es la de dividir el texto en apartados por
año, y en la mayoría de ellos los autores parean la nomenclatura de los años indígenas con la
de los del calendario cristiano (por ejemplo, 1558= Ce tochtli, o 1-conejo). Sin embargo, los
3
La transición de la escritura pictográfica -basada en la elaboración oral del contenido
performativo para enfatizar un orden lineal que se ajusta a la concepción cristiana del
mundo. Los anales por lo tanto representan verdaderos fósiles del proceso de
transculturación del siglo XVI, signos orgánicos de la sujeción del mundo prehispánico al
2
europeo (Quiñones Weber, 1995: 109).
estragos causados por un fenómeno meteorológico que –según nuestros Anales- asoló a los
un arco iris de neblina que rodeaba al sol y otro estaba al frente y el sol estaba
a la orilla, allá en el oriente vino saliendo. Pero lo vimos tal vez (cuando) ya
eran las nueve horas. Toda la gente lo vio, nosotros y los españoles. Y fue al
supo que en Pantlan murió la gente por el granizo, murió la gente de allá; el
granizo que cayó se hizo una capa muy gruesa, aumentó su grosor por lo que
las casas se aplastaron, por esa causa murió la gente, los cuadrúpedos y las
al pie de la iglesia mayor, hacía así gran estruendo y era como si cayera un
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disparo de arma de fuego; la gente vio así como si la tierra abriera sus fauces.
El relato acaba con un recuento de los rumores que corrieron entre la población acerca
que tal vez ya se iba a acabar el mundo y otros dijeron, tal vez tendremos
hambre o tal vez sobre nosotros vendrá la guerra, o tal vez en alguna parte
Como es evidente, el pasaje refleja una pronunciada ansiedad escatológica, que el autor
achaca tanto a los españoles como a los indios. Antes de analizar pormenorizadamente los
signos del texto citado, examinemos las vertientes que alimentaban esta atmósfera de temor
Aunque todos los libros de anales indígenas producidos en el siglo XVI anotan el
registro de los fenómenos climáticos por la obvia importancia que estos tienen para la
economía agrícola, está claro que los tlacuilos -escribanos tradicionales- indígenas registraban
estos fenómenos meteorológicos preocupados por lo que estos pudieran significar también
en un nivel simbólico-religioso. Es en este sentido que el pasaje antes citado delata una
intensa ansiedad escatológica. Las vertientes culturales que alimentaban esta ansiedad
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pertenecían tanto a la herencia azteca prehispánica como al milenarismo cristiano de los
frailes franciscanos que patrocinaban a los autores indigenas de nuestro texto. Cabe aquí
puntualizar que esta ansiedad respondía a una situación histórica realmente crítica: la
población indígena de la Nueva España, derrotada y humillada por los españoles, estaba
siendo tambien asolada por oleadas de pandemias durante la época en que se compusieron
nuestros anales, y la terrible mortandad resultante era explicada con argumentos religiosos:
mientras que los frailes proclamaban que la mortandad indígena obedecía al castigo divino
inflingido por la devoción al demonio que había dominado a la tierra antes de la llegada de
los españoles3, algunos líderes indígenas recalcitrantes –como Martin Ocelotl en Texcoco y
Juan Teton en Michmaloyan- respondían que la desgracia se debía a que los dioses tutelares
dictaminaban el fin del Quinto Sol, y que los españoles eran en realidad tzitzimimeh, deidades
destructoras caídas del cielo para devorar a la gente al fin de los tiempos. Algunos de estos
predicadores indígenas aducían que todavía era posible salvar a la gente para realizar el
El hecho de que Cortés llegara a las costas de México en un año significativo para las
Mexico Tenochtitlan. En efecto, el año Ce Acatl (1-Caña) de 1519 señalaba la fecha prevista
del retorno de Quetzalcoatl-Ehecatl, dios que simbolizaba el poder mismo del Tlatocayotl, o
señorío indígena. El mito del retorno de Quetzalcoatl sirvió para justificar el fin de la
hegemonía mexica en el Anahuac. La eventual proyección de este mito para explicar la caída
de Mexico refleja un corolario de la visión indígena del mundo. Si bien en el curso de la gesta
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fue pronto desmentida, la población indígena siguió identificando a los extraños como
divinidades hasta bien entrado el siglo XVI, pero esta vez como las terribles deidades
tzitzimimeh caídas del cielo al fin de los tiempos para devorar a la humanidad. Los mismos
Anales de Juan Bautista registran el caso notable de Juan Teton -uno más de una serie de
De milagros y prodigios
sobrenatural que era preciso consignar por escrito y acaso descifrar. Estos culminan en el
reporte del rumor de la teofanía de Ehecatl, el dios creador por excelencia de los
Los prodigios que el autor describe se llevaron a cabo en mayo, es decir, antes de la
temporada anual de lluvias, de manera que el reporte de la intensa granizada que hizo
consideró ominosas.
y otro estaba al frente y el sol estaba a la orilla, allá al oriente vino saliendo…6
Este es el fenómeno atmósferico conocido hoy por la ciencia como halo solar exótico.
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ocasiones produce impresionantes configuraciones geométricas, tales como los círculos
Cuando Juan Bautista afirma que el fenómeno “al terminar al mediodía se puso de
pudiera referirse al arco de Lowitz, un tipo de halo extremadamente infrecuente que crea
ahora es determinar la posible valencia simbólica de esos halos solares en la mente del autor,
y a los ojos de la población indígena de la ciudad de Mexico que lo atestiguaron ese día de
1565. Como otros fenómenos celestes, el “arco iris¨(yauhcoçamalotl) formaba parte de una
simbólica negativa.8 Cuando cotejamos nuestro pasaje con los Anales de Chalco Amecameca del
cronista chalca Chimalpahin (c. 1631), comprobamos que los halos solares -esos “arco iris¨
los pueblos de habla nahua. Según Chimalpahin en 1510 los mexicas vieron un prodigio en el
cielo:
en forma de nube; desde todo el Anahuac pudo verse, y en todas partes fue
tenido como agüero este resplandor, que era como un arcoiris (yauhcoçamalotl).
8
Que el “resplandor¨(tlanextli) era un “agüero¨ (tetzahuitl) nefasto fue confirmado al
poco tiempo, pues Chimalpahin cuenta en seguida que muchos guerreros mexicanos
murieron durante una batalla. De hecho, una característica de la retórica de los agüeros es
las divinidades. Es el caso tambien de los agüeros registrados por Juan Bautista, como
En el texto de Juan Bautista la configuración del halo solar haciendo una cruz en el
cielo de medio día está descrita con un lenguaje deliberadamente ambiguo. Sin duda, el
fenómeno era difícil de describir en palabras, pero llama la atención que el autor aglutinó el
sustantivo castellano “cruz¨ en la forma verbal nahua (valmocruztecac: “se vino a poner en
cruz¨). Lo interesante aquí es que esta cruz celeste retóricamente acompaña el reporte de
muertes y desastres en cuando menos dos pueblos de la cuenca del Anahuac –Pantlan y
complejo religioso que liga a este dios con Tlaloc, complejo expresado en la formula Nahui
Ehecatl, o los ¨4 Vientos¨. En este complejo divino, cuatro deidades llamadas colectivamente
Tlaloque controlan las cuatro clases de lluvias. Este aspecto cuádruple estaba asociado al
poder politico, pues se creía que los gobernantes tenían el poder de controlar los meteoros.
¿Hasta qué grado pervivía en la memoria cultural de los indios de la ciudad de México
en 1565 el recuerdo de este tipo de noción cosmogónica ligada a la fragilidad del poder
la visión nahua del cosmos, por lo que me inclino a pensar que a la fecha la noción seguía
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firmemente implantada entre los sobrevivientes de la conquista. Recordemos además que el
fenómeno celeste estaba siendo descrito con la ansiedad propia de un presagio ominoso: en
efecto, nuestros anales consignan que, el 24 de mayo, tan sólo diez días después del prodigio
celeste, Don Luis, el último gobernador indígena de Mexico, agobiado por las exigencias de
sus amos coloniales, danzó enloquecido una danza guerrera en la azotea de su casa,
desplomándose para luego morir a los pocos días (Reyes García, 2001: 319). Los signos
celestes del 14 de mayo revelaban así su sentido implícito. Por otra parte, el autor de los
europeizante.
El autor de los Anales refiere que el remolino del dios vino a nacer en el sitio en donde
los usurpadores cristianos levantaban su propio templo, justo encima de las ruinas de los
adoratorios mexicanos:
Consagrado como catedral por el obispo Zumárraga entre 1528 y 1532, el templo original era
10
un edificio bastante modesto que no reflejaba la importancia de la Nueva España, ni el papel
central de su capital dentro de la misión imperial ibérica. Fue así que en 1537 el obispo
ordenó la primera de las obras de ampliación y reconstrucción. Sin embargo, estas obras
sociales creados por la explotación colonial. En esos años, los albañiles indios eran
contratados a base de un sistema que mezclaba la forma del repartimiento indígena con el
obra de las comunidades para realizar obras públicas, pero se les daba un salario
1545 y 1550, provocando que una multitud de empleadores españoles se disputaran los
repartimientos, pues desde 1542 las leyes Nuevas habían determinado que los indios serían
a tal grado que para la década de 1550 todas las instituciones clericales se quejaban ante las
autoridades, aduciendo repetidamente que faltaban fondos para terminar de construir los
No sorprende pues que el solar donde se levantaba la primitiva iglesia mayor estuviera
catedralicia, abriendo grandes zanjas para realizar nuevas obras de cimentación. Fue
precisamente en estas zanjas donde el remolino del dios Ehecatl realizó su extraña danza
Los Anales de Juan Bautista retratan a la década de los 1560s como una época de
intenso descontento social. Así, en 1564, cuando la Real hacienda aumentó el tributo
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1565 ocurrió otro motín, pues los trabajadores no habían recibido el pago que se les había
prometido.11 Los motines consignados en los Anales de Juan Bautista –así como en los del
cronista Chimalpahin- indican que la nueva religión y el nuevo orden jurídico no fueron
aceptados pasivamente por los indios de México. La visión del halo cruciforme en el cielo,
tanto por oficiosos clérigos como por tandas de albañiles nativos impagados, descontentos,
hambrientos de tortillas, pero tambien de prodigios y milagros. Nuestro tlacuilo escribe que
cómo el autor elige la metáfora del arcabuz (matlequiquiztli), el arma conquistadora por
excelencia, para describir el estruendo del prodigio. La metáfora que sigue refleja una
raigambre religiosa más puramente indígena, la reiteración del apetito siempre vivo de la
“… la gente vio así como si la tierra abriera sus fauces” (ynic conittaque tlaca yuhqui
cacamachallohua tlalli). 12
Pero las líneas siguientes nos devuelven de nuevo a la realidad colonial, saturada con la
presencia de los extraños: los españoles, y un negro desdichado que es mangoneado por el
en este pasaje. El autor afirma que al bajar el torbellino los españoles dijeron que “ya
salía¨(ca ye quiça) Motecuhzoma¨. Esta afirmación es bastante enigmática, pues sugiere que
algunos miembros del grupo dominante articulaban la ansiedad del retorno vengativo del
trágico rey azteca. El motivo del retorno del rey muerto a traición es un leitmotif de algunos
12
movimientos milenaristas de Europa, que surge cuando la legitimidad del poder real en turno
está en cuestión.13 Que entre los españoles ese día había descontento y ansiedad se
comprueba entre otras cosas porque ese mismo año de 1565 fue descubierta la conjuración
del marqués Martin Cortés, hijo del conquistador Hernán Cortés. Es decir, la capital de la
Nueva España estaba saturada de intrigas entre los mismos españoles, quienes cuestionaban la
legitimidad del poder virreinal. Broma o consternación, el rumor consignado por Juan
ilegítimos del poder. En otras palabras, Juan Bautista refiere que los españoles mismos
indígena, uno que por lo demás ponía en vilo la legitimidad misma de la colonia.
al tianguis y ahí levanta a “un negro¨(ce tliltic), le despedaza las ropas (quitlatzatzayanilli) y lo
echa a la laguna. Este interludio chusco en medio del desastre reitera la humillación de que
eran objeto los esclavos africanos. En este día de mayo el mismo numen creador de los
mexicanos azota y humilla a un hombre negro ante los ojos azorados de la gente,
jugueteando con él como un gato con un ratón. ¿Qué tanto hay de rumor, de puro
estereotipo, en esta escena? El autor dice que, después de descartar a su presa en las aguas, el
remolino volvió a su fuente, la zanja catedralicia, para disiparse, y fue ahí cuando las gentes
reporta esta visión con desempacho, de paso, como conciente de tener los ojos de los frailes
¨…vieron que adentro como que estaba parado Ehecatl.¨ (ynic quittaque yuhqui yn itlahitic
ycatia hehecatl).
13
Escrito en tercera persona del plural, el pasaje evade la responsabilidad de haber
atestiguado personalmente esta aparición del dios creador, pero la consigna como tal, sin
descalificarla como una ilusión infernal. Y es que para los mexicanos el remolino era la
hace los remolinos de viento, sopla, es cosa en giros¨, dicen los Primeros Memoriales de
Sahagún (López Austin, 1996b, 310). Como el término castellano para “remolino¨, el nahua
hecamalacatl (“el malacate -o huso- de viento¨) denota las vueltas reiteradas de una
herramienta. Para los nahuas, sin embargo, se trata de una herramienta viva, pues el
hecamalacatl es el dios mismo que gira para crear y transformar todo lo que existe. Su
presencia barrena, pero también carga (tlamamalli), como un tameme, al cielo mismo. Su
movimiento es la manifestación del conducto primordial por el que los dioses conectan los
planos del cosmos: el malinalli, la doble hélice en movimiento que a su vez es el torzal que
une los opuestos. Visible en el remolino y en el cordón umblical, el malinalli es acaso la cifra
misma de la existencia.
Se dirá que tan refinadas nociones esotéricas eran ajenas para quienes debieron haber
formado, ese día de mayo de 1565, una turba de meros indígenas sin educación, macehuales
plebeyos que, después de cuarenta años de adoctrinamiento cristiano, habían ya olvidado los
que el culto prehispánico de Ehecatl había sido machaconamente implantado en la vida ritual
(1967, t.1 : 234), antes de la conquista el dios Ehecatl recibía culto cada veinte días, es decir,
cada vez que gobernaba su signo. En otras palabras, la memoria tangible de Ehecatl -es decir,
14
la performatividad de su culto- estaba firmemente marcada, pues, en la conciencia cultural
evidente. El hecho de que danzara burlonamente frente al templo de los nuevos amos sólo
Ehecatl tenía que ser visto en su forma antropomórfica dentro del remolino: la memoria
“…tal vez tendremos hambre, o sobre nosotros vendrá la guerra, o tal vez en
alguna parte aparece una nueva tierra…¨ (Reyes García, 2001, 317)
En otras ocasiones del pasado pre-colonial, el dios ya había revelado a los indios su
cifra de presagios por medio del hecamalotl, del remolino. Así, los anales chalcas de
nubarrón muy negro; llegaba a la mitad del cielo, y fue visto desde todos los rumbos de la
El pasaje deja claro que el remolino era un agüero –yn tetzahuitl-, un mensaje cifrado de
México ese día de 1565 es un portento que solamente se registra en los Anales de Juan
Bautista. Este tipo de aparición –en náhuatl, nextia- milagrosa era refractaria a la aceptación
15
de las autoridades religiosas españolas, quienes, de haberlo oído rumorar en las calles
mojadas de la metropolis en construcción, lo hubieran achacado una vez más a los oficios
del Diablo.
eclesiásticos de la Nueva España reflejan una desconfianza sistemática ante los reportes de
oficialmente como tales, sino que quedaron como meros modelos ejemplares.
Dios, o de alguno de sus santos. En la Nueva España, los frailes encontraron un nuevo
el curso de la vida cotidiana. Para los mexicanos, cualquier objeto -una piedra, una planta,
una estrella- amenazaba constantemente con revelar su esencia sagrada, viva. Ese rasgo
cultural seguramente fue uno de los motivos que desalentaron la reiteración de los milagros
cotidiana.
16
Por otra parte, para los antiguos nahuas, la noción de “milagro¨era fundamentalmente
noción que resaltaba lo terrible, lo pavoroso, antes que lo redentorio. (López Austin, 1996a,
399).
Además, si el milagro cristiano implica la negación de las leyes naturales impuestas por
Dios en su creación, para los nahuas, en cambio, el tlamahuizolli no anulaba las leyes
naturales, sino que denotaba un impulso más en la normal dinámica del mundo (López
Austin, 1996a, 400). En este sentido, para los nahuas los milagros reinstituían los modos de
expresión del origen del mundo en nuestro propio tiempo. Los dioses transitaban sin
empacho por el mundo de los hombres, quienes siempre debían estar atentos a la aparición
indicaba el gesto de los dioses. Una función principal del milagro entre los nahuas era la de
justificar las viscisitudes de la historia, que era ante todo el teatro de lo sagrado. En la
que el relato de los eventos históricos era al mismo tiempo la sucesión de los tlamahuizolli por
profundos para la colectividad. Mientras que en algunas ocasiones los tlamahuizolli acababan
resultarían catastróficos, como en los famosos presagios que precedieron a la llegada de los
españoles. En cualquier caso, el momento del tlamahuizolli era angustiante, lleno de temor, de
mahui, pues la fortuna del presagio nunca era aparente sino al contrario, opaca.
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En la ansiedad de los mexicanos que vieron a Ehecatl en el remolino ese día de 1565
mismo ser perceptual la conciencia de que los ciclos del devenir están escritos con la tinta de
los tlamahuizolli, de los portentos “naturales¨, en el papel amate del mundo: pues los
portentos de la naturaleza son las configuraciones diversas de las personas divinas, quienes
Así en mayo de1565, Ehecatl, el dios cosmogónico por excelencia, efectuó su última
danza en el sitio donde alguna vez se levantara su templo, y donde ahora se construía una
iglesia que le era ajena. La multitud de los indios fue la única que tuvo ojos para despedir al
hambre y de guerra, que el rumor de la gente proyectaba hacia el futuro, pero que en verdad
Durante el siglo XVII el dios Quetzalcoatl comenzó a ser asimilado por algunos
teólogos y sabios criollos y españoles a la figura apostólica de Santo Tomás. Esta apropiación
de las cualidades civilizatorias y proféticas del dios, no contaría nunca con raigambre
popular. Para los indios, los aires de Ehecatl persisten hasta hoy como los espíritus de las
lluvias y como los agentes de las enfermedades. Los indios acabarían por vertir sus ansias
benigno de esta diosa madre donde el malinalli, el cordón umblical de Ehecatl, se nutre
Fuentes consultadas:
18
Alva Ixtlixochitl, Fernando de, Obras Históricas, 2 tomos, UNAM,
México, 1977.
1998.
Cohn, Norman. The Pursuit of the Millenium. Oxford University Press, 1970.
Gibson, Charles. Los aztecas bajo el dominio español, Siglo XXI editores,
México, 2003
1984.
19
Lafaye, Jacques, Quetzalcóatl y Guadalupe: La formación de la
México, 1980.
Austin, 1995.
México, 2001.
20
Reyes García, Luis, Celestino Solís, Eustaquio, editores, Anales de
Sandstrom, Alan R., Corn is Our Blood: Culture and Ethnic Identity in a
London, 1991.
electrónica:
www.atoptics.co.uk/halo/unusual.htm
NOTAS:
1
Los Anales de Juan Bautista fueron publicados por primera vez en el año 2001 (Reyes
2
Otros codices que reflejan la transición del sistema de escritura pictográfico al
Aubin. Por otra parte, en el siglo XVI los tlacuilos nahuas, como Juan Bautista en
sistema pictográfico, a pesar de haber abrevado en este los datos que acabaron
21
consignando en la forma del libro alfabético moderno. Ejemplos de estas obras son los
Anales de Cuauhtitlan (c. 1570), la Leyenda de los Soles (c. 1558) y los Anales de
3
Así, por ejemplo, el franciscano Mendieta (Historia Eclesiástica Indiana, Cap.
XXXVII) opinó que la terrible mortandad del siglo XVI fue resultado de la misericordia
de Dios, que con epidemias castigó los horribles pecados de los indios, pero sólo cuando
la mayoría de estos ya habían gozado la bendición del bautismo. Motolinia, por su parte,
incluye a las epidemias entre las “diez plagas trabajosas” con que “hirió Dios y castigó
esta tierra [de la Nueva España]” (Motolinia, Historia de los Indios de la Nueva España:
40).
4
La ideología religiosa de los “idólatras¨indígenas de la época está articulada en los
procesos inquisitoriales que la iglesia llevó a cabo contra ellos entre 1536 y 1547. El
proceso llevado a cabo contra Martin Ocelotl en 1536 está incluido en el volumen
Bautista (Reyes García, 2001) es la única fuente que registró las actividades de este
predicador indígena. Sobre la concepción que los indígenas tenían acerca de los
españoles como las deidades devoradoras tzitzimimeh, el lector puede consultar el libro
México y los albores del discurso colonial, del historiador francés Georges Baudot
(1996).
22
5
Ehécatl es la advocación del viento del dios Quetzalcóatl. Entre sus numerosas hazañas,
este dios puso en movimiento al sol, creó a los seres humanos y obtuvo el maíz para
6
En el original náhuatl: “yquac ylhuicatitech hualmonexti yauhcoçamalotl
7
Pueden verse fotografías de halos solares, incluído el arco de Lowitz en el sitio
electrónico: www.atoptics.co.uk/halo/unusual.htm
8
Los nahuas de la región de Chicontepec, Veracruz consideran hoy en día que los
arcoiris -acosemahlotl- son peligrosos, y que ponen en riesgo a quienes los miran.
(Sandstrom, Alan R.,Corn is Our Blood, 1991, p. 249) Sin embargo, los informantes de
Sahagún no le achacaron ningún valor ominoso al arcoiris normal, lo cual tal vez nos
general de las cosas de la Nueva España, Lib. VII, cap. vi, 7.).
9
Así, en 1555, el franciscano Motolinía, solicitaba en una carta al Emperador la
23
lo ancho de la Nueva España. El ilustre fraile mencionaba específicamente la necesidad
10
El motín de 1564 está registrado tanto en los Anales de Juan Bautista, ff. 24r-27v
11
Anales de Juan Bautista, f. 36v (Reyes García, 2001: 252-253).
12
En efecto, en la religión de los nahuas la divinidad de la tierra es concebida como un
presente ciclo cósmico, como lo advirtiera el líder religioso Juan Teton en 1558 (Reyes
Olivier, “Tlantepuzilama: Las peligrosas andanzas de una deidad con dientes de cobre en
24
13
Así, por ejemplo, las expectativas del retorno del Emperador Federico II (1194-1250)
durante el interregnum que afligió a los reinos alemanes en el siglo XIV. (Cohn, The
Pursuit of the Millenium: 113-126) No está de más también recordar que Cristo retornará
como Emperador para restablecer el reino del Padre en los últimos días.
14
Fernando de Alva Ixtlixochitl, Historia de la Nación Chichimeca, cap. LXXIX. (Alva
25
Año 12-Malinalli. El remolino de Ehecatl (Ehecamalacotl) levanta en trance a uno de los
jefes chichimecas, otorgándole sus insignias de poder (Mapa de Cuauhtinchan 2).
26
Quetzalcoatl-Ehecatl. Códice Tudela, siglo XVI.
27