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CARTA DE SANTA MARA BERNARDA A

LA MADRE CLEMENTINA

Usted tiene ojos; son dos delicados regalos de Dios.


Tenga cuidado para mantenerlos cerrados a todo lo
que sirve a la vanidad; tngalos tambin
delicadamente abiertos para todo lo que pertenece a
su deber. Como an sencilla hermanita, haga un
convenio con estas dos ruedecillas, que no se desven ni a la derecha ni a la
izquierda. No dese saber, donde se encuentra sta o aquella hermana, donde
la superiora o en otra parte; solo as puede volver la mirada rpidamente
hacia su Madre celestial y se libra de muchos pensamientos intiles, y de
cualquier recelo o sospecha. Pero si observa bien a las de la cocina, esto est
dentro de su deber.

Tambin los odos hay que vigilar responsablemente, para evitar que la
propia curiosidad, unida a la astucia del enemigo malo, la sorprendan.
Fcilmente se puede or una palabra a medias, y luego creer que eso se dijo
as, mientras no es ms que un juego de la imaginacin.

De la misma manera haga una alianza con la lengua, que hable solo segn el
Evangelio S, s y no, no, excepto en el recreo. Evite tambin con fiel
vigilancia, el exceso en las explicaciones etc., donde se pierde por lo general
el precioso tiempo para la eternidad.

Examnese en eso sobre todo punto pequeo, pero con toda tranquilidad. Si
encuentra algo para mejorar, trate fielmente la mejora. Si encuentra poco o
nada, entonces es, al lado de las debilidades, un alma feliz. Estas son cosas
muy sencillas, verdad?, sin embargo, son importantes.

Pero esto m querida, le confieso muy sinceramente: soy una miserable


tonta, que le da bastante mal ejemplo; y ahora quiero enmendarme
sinceramente. Rece mucho por m.

Sor Mara Bernarda del Sagrado Corazn de Mara.

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