Usted me ha dicho que en las palabras que tena cerca de m yo debera
encontrar la salida; o lo que dara en lo mismo, usted dijo que en las hojas blancas bajo mis pies una voz, aunque dbil, me llamara, dulce, dulce, como si tocndome la punta ms distante de mis dedos desnudos. Sin embargo, lo que sucedi fue solo el sudor de mi piel, que hizo con que mi cuerpo nervioso quedase en esas hojas como una huella lejana, presente, hecha de agua e sal. Eso es lo que hay, las huellas, y solamente porque mis pies salieron de all, porque ellos no estn ms sobre las hojas. Y son bobadas como esas mis mayores conclusiones: voy hasta acercarme de mi propio desplazamiento. Tampoco las palabras las tengo ahora en las manos. Ellas se fueron tambin. Creo que con usted. Usted u otro las ha llevado. Puede decirme? No s bien si yo tuve mucha suerte con todo eso. Esta duda fue lo que percib como una cosa muy clara, muy cercana, pero nicamente cuando llegu aqu. Hasta el final? Puede decirme? Quiz yo haba empezado con una expectativa muy grande: de que all hallara las respuestas a mis preguntas, un recorrido seguro para un camino que, ante mis ojos, presentbase peligroso, tortuoso, amenazante; no porque traa pasajes estrechas, salteadores enmascarados o noches negras y sin aire como el espacio entre las estrellas, sino porque, s, haba mucha apertura, es decir, porque solo haba el abierto, su blancura, el abandono y el silencio que ningn soplo o susurro de tiempos vividos podra llenar. As todava es. Y asimismo mi desamparo. Al final? Como si yo estuviera desde siempre en el mismo lugar, en el comienzo. Puede decirme? Ahora lo veo. Talvez usted tenga razn o entonces se la invent: con perversidad y con alegra, la salida est en que todo sale. De este camino no se sale porque solo se puede salir.