El documento resume la opinión del Papa Benedicto XVI sobre la presencia de un buey y un asno en el pesebre. Explica que aunque no se mencionan en los relatos del Nuevo Testamento, los padres de la iglesia los vieron como símbolos proféticos que representan a la iglesia reconociendo a Jesús como su Señor. También advierte que aunque ponemos figuras de estos animales en el pesebre, debemos pedir humildad y sencillez para reconocer verdaderamente a Jesús como
El documento resume la opinión del Papa Benedicto XVI sobre la presencia de un buey y un asno en el pesebre. Explica que aunque no se mencionan en los relatos del Nuevo Testamento, los padres de la iglesia los vieron como símbolos proféticos que representan a la iglesia reconociendo a Jesús como su Señor. También advierte que aunque ponemos figuras de estos animales en el pesebre, debemos pedir humildad y sencillez para reconocer verdaderamente a Jesús como
El documento resume la opinión del Papa Benedicto XVI sobre la presencia de un buey y un asno en el pesebre. Explica que aunque no se mencionan en los relatos del Nuevo Testamento, los padres de la iglesia los vieron como símbolos proféticos que representan a la iglesia reconociendo a Jesús como su Señor. También advierte que aunque ponemos figuras de estos animales en el pesebre, debemos pedir humildad y sencillez para reconocer verdaderamente a Jesús como
preguntando si hubo o no una mula y un buey en el pesebre. Qu nos dice el Papa Benedicto XVI al respecto? Desde hace siglos, un buey y un asno forman parte de la representacin del pesebre o nacimiento. Pero de dnde proceden propiamente estos animales? Los relatos de la navidad del nuevo testamento no nos narran nada acerca de esto. Pero, si profundizamos esta cuestin, topamos con un hecho que es importante para todas las costumbres navideas y sobre todo para la piedad navidea y pascual de la Iglesia.
El buey y el asno no son simples productos de la fantasa;
se han convertido, por la fe de la iglesia, en la unidad del antiguo y nuevo testamento, en los acompaantes del acontecimiento navideo. En efecto, en Is 1,3 se dice concretamente: Conoce el buey a su dueo, y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento.
Los padres de la iglesia vieron en esas palabras una
profeca que apuntaba al nuevo pueblo de Dios, a la iglesia de los judos y de los cristianos. Ante Dios, eran todos los hombres, tanto judos como paganos, como bueyes y asnos, sin razn ni conocimiento. Pero el Nio, en el pesebre, abri sus ojos de manera que ahora reconocen ya la voz de su dueo, la voz de su Seor.
Ambos animales eran como los smbolos profticos tras los
cuales se oculta el misterio de la iglesia, nuestro misterio, puesto que nosotros somos buey y asno frente a lo eterno, buey y asnos cuyos ojos se abren en la nochebuena de forma que, en el pesebre, reconocen a su Seor.
Pero le reconocemos realmente? Cuando nosotros ponemos el
buey y el asno en el portal, deben venirnos a la memoria aquellas palabras de Isaas: Israel no tiene conocimiento, mi pueblo no tiene inteligencia. Quin es hoy el buey y el asno, quin mi pueblo, que est sin inteligencia? En qu se conoce al buey y al asno y en qu a mi pueblo? Por qu se da el fenmeno de que la irracionalidad conoce y la razn se halla ciega?
Para encontrar una respuesta, debemos volvernos
nuevamente, con los padres de la iglesia, a la primera navidad. Quin es el que no conoci? Y quin conoci? Y por qu ocurri as? Ahora bien, el que no conoci fue Herodes, el cual tampoco comprende nada cuando se le anuncia el nacimiento del Nio. Slo sabe de su afn de dominio y de su ambicin de mando y de la mana persecutoria correspondiente y, por ello, se hallaba profundamente cegado (Mt 2,3). El que no conoci fue tambin todo Jerusaln con l (Ibid.). Quienes no conocieron fueron los hombres vestidos lujosamente, las gentes importantes (Mt 11,8). Los que no conocieron fueron los seores sabihondos, los entendidos en Biblia, los especialistas en la interpretacin de la sagrada Escritura, los cuales conocan con exactitud los pasajes de la Biblia, y, sin embargo, no entendan una palabra.
Los que conocieron, comparados con esta famosa gentecilla
del buey y el asno fueron: los pastores, los magos, Mara y Jos. Poda ser de otra manera? En el establo donde l se encuentra no se ve gente fina, all estn como en su casa el buey y el asno.
Pero qu es lo que ocurre con nosotros? Nos hallamos tan
alejados del establo porque somos demasiado finos y demasiado sesudos para ello? No nos enredamos tambin nosotros en sabihondas interpretaciones de la Biblia, en pruebas de la autenticidad o inautenticidad, de forma que nos hemos hecho ciegos para el Nio y no percibimos ya nada de l? No estamos demasiado en Jerusaln, en el palacio, encasillados en nosotros mismos, en nuestra propia gloria, en nuestras manas persecutorias para que podamos or en seguida la voz de los ngeles, acudir al pesebre y ponernos a adorar?
As en esta noche nos contemplan los rostros del buey y del
asno que nos interrogan: mi pueblo carece de inteligencia, no comprendes t la voz de tu Seor? Cuando nosotros colocamos las figuras que nos son familiares en el pesebre, debemos pedir a Dios que otorgue a nuestros corazones aquella simplicidad o sencillez que sabe descubrir en el nio al Seor.