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Fe, 1895-1964) conclufa, al final de su vida ya propésito de Radio graf de la Pampa (1953), que es- te ensayo es “un apocalipsis, una revelacién o puesta en evidencia de la realidad profunda’ de Argen- tina, de Sudamérica, de Occiden- te. Presentaba su escritura como un diagndstico de la sociedad, contrapuesto a las versiones falsea- das della historia que difundian “Jos servidores de los enemigos del pueblo: son los profesores, los es- critores, los periodiseas”, Identifi- car su posicionamiento (ante la politica, pero también ante la vida misma) result tarea ardua, pero includible, para sus cocténeos y pata esctitores mds jévenes, como Jos que se agruparon en la revista Contorno (1953-1959), que se oponian desde la Universidad de Buenos Aires a los cénones de la literatura oficial. “No se olvide que estoy luchando, Con los de la lquierda y los de la derecha, co- mo Orlando Furioso”, afisma Martinez Estrada en Qué es et 644 Retrato de Ezequiel ‘Martinez Estraoe por F. de Santo Casitinaria (1956), obra en la que, al modo del antiguo cénsul Cice- tén—denunciante de conjuras de Catilina contra la repiblica roma- nan els. Ia, C.~, personifica los ancestrales males de la patriaen el “apocaliptico” Perén, Hechos, fundamentalmente politicos, de la vida de Martinez Estrada han sido centendidos como conttadictorios yalimentaron dispuras entre sus admiradores (en més de un senti- do, por ejemplo, Héctor Murena y David Visas) y sus detractores (por caso, Bernardo Canal Feijéo y Arturo Jauretche). El denomina- dor comiin entre unos y otros es el interés por el Cicerén argentino: “ese ambiguo pensamiento de de- recha, tan sélo mas sutil, ingenio- soy sugestivo que el de la derecha tradicional, resultaba mucho més atractivo que el estrecho esquema- tismo de las izquierdas esclerotina- das’, afirma Juan José Sebrelien 1966, ubicindose entonces ence los que desmontaban “falsedades” de Martinez Estrada. Muchos al- ternaron elogios y objeciones al es- critor, como Borges, quien en 1933 alabé Radiografia de la Pamn- ‘pa con calificativos poéticos (co- mo el de “la amargura més ardien- te” para sefialar el pesimismo del autor sobre los destinos de la pa- trla) que la critica liveraria ha reite- rado insistentemente; después de |a Revolucién Liberradora, Borges fue uno de los que entendié que Jos andlisis de Marvinez Estrada sobre Peron —Qué es esto~ eran in- directos elogios al presidente de- puesto, Algunas de las contradic iones que se le adjudican al polé- ico ensayistasirven pata recorrer su biograffa. Desde 1914, trabajé en el Correo Central hasta jubilar- se en 1946, a pesar de que la carre- ra burocritica le habria resultado ppenosa. Para apaciguar el tedio de Jas oficinas, incursions en eduica- cin (entre otzos cargos en ese campo, ejercié el de profesor en el Colegio Nacional de la Universi- dad de La Plata), pero en 1946 re- nuncié a su eétedra de literatura como gesto de rechazo del pero- sismo. Sus “problemas de piel” con ese movimiento los vinculé con una enfermedad epidérmica ‘que a partir de 1952 le demands intemaciones en hospitales varios; sin embargo, no se alineé acrfcica- mente con los golpistas de 1955 (espera que por su Qué es esto “los peronistas y los antiperonistas me aborrezcan otra vez"): Colabora- clones suyas aparecfan en Nosotros, Conducta, La Nacién, Sur, dramas de su autoria, como Lo que no ve- ‘mos morir (1941), se ponfan en es cena en el Teatro del Pueblo. Ins- talado en La Habana por un con- trato para hacer un estudio sobre José Marti, en 1962 manifesté su oposicién a los escritores argenti- nos que apoyaron la invasién nor- teamericana a Cuba. “El amor de Martinez Estrada por los guajiros no justifica su desprecia por los cabecitas negras”, proclama Sebreli en 1966 para afitmar que el apoyo | | i i i | del escritor a Fidel Castro no lo hhacfa un hombre de izquierda “Martinez. Estrada se pas6 de la Argentina hacia América Latina pero también ‘de Florida hacia Bo- edo”, entiende en la actualidad David Viti, promotor en 1954 de que Contorna le dedicara un niimero a “este heterodoxo argen- tino”. Desde nifio, Martinez Es- trada se dedicé a la poesia y ella ~imbuida del Modernismo ya ctis- talizado~ fue su primer camino a la consagracién literaria. Por Nefe- bal (1922) obtuvo el Tercer Pre- mio Nacional de Letras; por Am -gentina (1927), el Primer Premio ‘Municipal de Poesfa. Leopoldo Lugones lo apadriné con articulos clogiosos como “Laureado del Gay Saber” (La Nacién, 18/9/1929) y con su voto para el Prdinio Nacional de Letras de 1932, en el que Martinez Estrada vvencié a Manuel Galver. Por “con- ciencia ctvica y patriética’, con “responsabilidad de pensar y de hablar por los que reposan y en- mudecen’, abandoné los versos en pos de la prosa. La practicé en ceuentos, algunos de los cuales (“La inundacién” de Tres cuentos sin amor ~1956-; “La tos” y “La esca- era” de La tos y otros entretenimien- t05~1957-) incluy6 en una Anto- gia de su propia obra que publi- cé en 1964. Permanentemente es- tibia articulos para diatios y revis- tas, conferencias, prologos para li- bros; en exa copiosa produccién, se dlifundian partes de sus textos 0 se adelantaban temas que abordarfa en ensayos mds orgénicos. Por ci- tar un caso: prologé un Martin Fierro (pata la editorial Jackson) en 1938; publicé un articulo titulado “Génesis del Martin Fierro” en La Nacién en 1944; otto sobre “Lo gauchesco”, en la revista Realidad en 1947, afto en que apareci6 Muerte y oansfiguracin de Martin Fierro, ensayo de interpretaciin de la vida argentina, El tivalo de este li- bro es un claro indicador de la nalidad principal con la que el au- tor ejercié la critica literaria: inda- gary describir la esencia de la ar- gentinidad. El reconocimiento de este propdsito justificd que en 1938 el critico literario Luis Emi- lio Soto incluyera a Martinez Es- trada entte los “rabdomantes del espltitu nacional” junto a Mallea, Canal Feij6o y Scalabrini Ortiz. Radiografia de la Pampa no solo re- aparece en trabajos posteriores del autor, sino también orienté la prictica del género ensayfstico en la Argentina del siglo XX, como lo hizo Facundo en el anterior. Mart nex Estrada mismo concedla esa prevalencia ala obra de 1933. Es el texto sobre el que més se extien- deen el prélogo a su Antologta de 1964: “Con Radiografia dela Pam- ‘payo cancelo, no del todo pero ca- si definitivamente, lo que llamaia Iaadolescencia mental yla época de la vida consagrada al deporte, a Ia especulacién y al culto de las le- twas, Radiografia de la Pampa signi- fica para mi una crisis, por no de- cit una catarss, en que mi vida mental toma un rumbo hasta en- tonces insospechado. Diré que fui cenrolado en las filas del servicio obligatorio de la libertad de mi pa- tia.®. La obra consta de seis par- 1s. Trapalanda presenta la tierra conquistada como extensin en la que los aventureros proyectaron sus suefios: “Lo ilusorio reemplaaé alo verdadero”; pero, parafrasean- doal latino Horacio, Martinez Es- twada afirma “la victoria de la tierra vencida’, que se resistia con su ver~ dad, su barbarie, sus indios, sus caudillos, Soledad, la segunda par- te, postula “el suelo, el cima como los moldes vacios” que impiden que América desarrolle en realidad un “Nuevo” Mundo. “El sé, el flamenco y el franco lucharon y vencieron, refractatios al medio”, que impone el aslamiento entre ivilizaciones y naciones. La terce- ra parte de Radiognafia, lamada Fuerzas primitives distingue las te- Iiticas, las mecénicas y las psiqui- “Tapa de Ractoraa dele Pampa MUERTE 7, P TRANS FGty fe NARTIN sugag BACON srnpettite de te vidg gee Bleue stanriner ere der NTIS Estas Lt te Prada de a primera ecicion de Muerie 'y transiguacién de Martin Fierro 645; cas, Entre las primeras, se incluyen estereotipos como los del baques- no y el rastreador; entre las mecé- niicas se cuentan las instieuciones del Estado, que “obedecen al perfil de una nacién ideal y no tienen la forma de la verdadera realidad” y dan pie a describir el tipo del ma- levo, en comparacién con el guapo y el guarango; en el capfculo desti- nado a las fuerzas psiquicas (el amor, la fe religiosa, el idioma) compara 1830 con 1930 y estable- ce la continuidad entre esos tiem- pos, mds allé de “los acontecitien- tos exteriores que entran accesoria- mente en juego por el elégrafo, los trasatlénticos y los aviones,”. La cuarta parte, Buenos Aires, se con- centra en una metéfora estructural del libro: la ciudad portefia es la cabeza de un cuerpo de provincias; los apartados de esta seecién se ti- tulan “Argirépolis’, “La gran al- dea” y “La ciudad indiana’. La quinta parte, Miedo, repasa temo- res antiguos como los de los indios ante los conquistadores 0 los de soldados espafoles ante el mundo desconocido hasta llegar a los del hombre modemo, que se atrinche- 12 (mezquino, hipéctita y orgullo- +0) en las ciudades, cuya “grandeza ficticia” es penetrada de todos mo- dos por las fuerzas de la llanura, La liltima parte, Seudoestructuras(50- bre las instituciones formalizadas pero “huecas de sentido”) concluye el libro con “Civilizacién y barba- rie”, apartado en el que sintetiza las consecuencias de los proyectos: que niegan la realidad de los émbi- tos alos que se los destinas “El més petjudicial de esos sofiadores, el constructor de imagenes, fue Sar- miento”. El autor de Facwndo y su obra politica y literaria no cons- tituyen solamente objetos de andli- sis en Radiognafa de la Pampa; petmean su organizacién y estilo. Laescritura de Sarmiento, percep- 6) ible en la conceptualizacién de las fuerzas antagénicas que se enfren- tan en la nacién, en la descripcién de tipos sociales y hasta en frases, ¢s invocada por la de Martinez Es- twada para homenajear al sanjuani- no y, simultdneamente, discutirlo. Facundo define el géneto mismo en el que se encuada Radiografta y su tono polémicos inspira su repre- sentacién de la relacién entre Bue- nos Aires y el resto del pais; otien- ta su intensa reescritura de textos Ftrato del conde Hermann Keyeering por Eduardo Alvarez angentinos y extranjeros. La revi- sin de la literatura nacional que ensaya Radiografia se exhibe en subtitulos como los de la cuarta pate, que citan a Alberdi y Lucio Lopez, La densa alusién a multi- plicidad de obras en las que se apoya o que refuta Radiografia Fue «sgrimida por algunos para desca- lificar sus diagnésticos. “Radiogra- fias fatidicas” (1937) de Canal Fei- j60 es un ejemplo de esas reaccio- nes: “Apenas hay una idea que no haya sido blandida por Sarmiento y Alberdi; rastreada y analizada so-

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