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eclipse
HERMANN BELLINGHAUSEN
E
n el presente las posibilidades se expanden hasta el delirio (volamos,
transferimos, exploramos, calculamos, transformamos, destruimos,
fisionamos, comunicamos al infinito) y para qu si nuestra esperanza de
duracin planetaria se disipa aceleradamente. Las seales inequvocas
de que vamos por un camino equivocado y suicida no detienen la
maquinaria del poder que decide lo que le pase al mundo. La dictadura planetaria
decret nuestra destruccin (y la suya, aunque en su arrogancia lo niegue),
cumpliendo las previsiones distpicas de Aldous Huxley, Ray Bradbury y Philip
K. Dick. En su sistema-mundo, como diran los braudelianos, la poblacin es
domeada y vigilada bajo la conviccin de que no hay alternativa: o te aclimatas
o te aclichingas. Constituimos masas entretenibles, espantables, borrachas de
consumo, mareadas por sustancias o por la sinrazn progresiva de nuestros
kafkianos das.
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21/8/2017 La Jornada: La otra cara del eclipse
Antes de la llegada de los misioneros el acto central del pueblo kaluli, sus
Olimpiadas, era el gisalo, la ceremonia del canto. Acudan todos los poblados
dispersos en la selva para cantar y escuchar cantar a sus vecinos. La ceremonia
era intensa, los mejores cantantes terminaban literalmente quemados por la
audiencia. Si la cancin era hermosa, los escuchas rompan en llanto,
conmovidos a tal grado que ponan sus antorchas encendidas contra el pecho del
cantante que as cantaba con mayor intensidad, a veces hasta morir. Weinberger
advierte que la ltima ceremonia de gisalo se celebr en 1984. Hoy las palabras
del kaluli han callado, pero en los rboles todava cantan los mismos pjaros.
por Taboola
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