CLASIFICAR Y MEDICAR: LA GESTION
BIOPOL{TICA DE LOS SUFRIMIENTOS PSIQUICOS
SANDRA CAPONI
jianzas entre la
Defender ta sociedad Foucault explora tas
uae ica, destacando
constitucién de los Estados modernos y la biopol
cllugar estratégico ocupado por las empresas colonialistas y por las
tecnologias de gobierno destinadas a los pueblos d
que, para que la biopolitica pueda ejercer una relacién positiva con la
vida, para que ella pueda construir técnicas de gobierno destinadas
amaximizar y aumentar la fuetza y el equilibrio de las poblaciones,
Jas sociedades mocernas han aceptado convivir, de modo explicito 0
implicit, con su negaci6n: los procesos de exclusién de todo aque-
lo que puede aparecer como una amenaza, 0 como una fuente de
degradacién de la vida. Hablar4 de las estrategias que se validan en
procesos de regulacién por exchisién, Y argumentara que la acep-
tacién de esas estrategias es el resultado de una particién operada
en el campo de lo biol6gico por el racismo. Bl racismo debe enten-
derse en un sentido amplio y no literal, no se limita a Ia distincion
de razas, si no a una verdadera jerarquizacién biol6gica por la cual
se instalan vinculos de exclusion, de negucion y hasta de aversion
entre grupos humanos. El racismo aparecta como elemento cent
para comprender las estrategias de exclusi6n y de muerte edificadas
‘en los siglos XVII XIX por los nacientes Estados modernos, En ese
momento los discursos racistas parecian estar validados y legitimados
por tna proliferacton de nuevos saberes conscerados cientificos
particularmente aquellos saberes provenientes del campo de lames
dicina, de la biologia yde la criminologia que, en la tiltima mitad
hel, “Il fae défendve la soceté™ Cours au Collge de Franc
1, 1997,
1 Véase Foucault
1975-1976, Pacis: Gallimard-Se
154
Sigio AIX, se transformaran en referencia para las intervenciones
de los alienistas ¢ higienistas,
iertamente, en nuestra modernidad tardia las estrategias bio-
politicas referidas a las poblaciones ya no pueden inscribirse en ese
mismo marco de andlisis. Ya no serfa legitimo hablar de discursos
cientificos 0 de estrategias de poder construidas alrededor del eje
racismo, aunque en muchos casos los discursos racistas perduren
yse multipliquen fuera del campo de los saberes aceptados por la
comunidad académica. Aun cuando podamos hablar de una com-
pleta superacién de los Ifmites impuestos por el racismo, Ifmites
que observamos cotidlianamente con los problemas derivados de
Jos flujos migratorios, de la xenofobia y de la intolerancia racial en
diferentes paises del mundo, hoy se hace necesario pensar de qué
modo operan las estrategias biopoliticas en contextos mas amplios
que exceden ¢ integran el clésico problema del racismo. Nuevos
discursos y saberes construidos alrededor del eje normal-patol6gico,
que ya no se inscriben en el eje del racismo, imponen el desafio de
pensar las estrategias biopoliticas hoy existentes, Nuevas certezas
se instalan en el campo de las ciencias de la vida, nuevas interven-
ciones sobre las poblaciones que se validan en las promesas de un
saber medico y psiquidtrico obcecado por anticipar riesgos, evitar
el dolory garantizar la meta imposible de una vida sin suftimientos.
Analizar el surgimiento de esas nuevas formas de maximizacion de
lavida que adopta la biopolitica en la contemporaneidad, asi como
detenerse en Tos nuevos modos de exchisin que ésta implica, exige
un entendimiento previo sobre los alcances y limites del concepto
de biopolitica. Teniendo esta problematica como marco general,
tentaré responder a una pregunta espectfica: ;serfa posible pensar
Jaactual expansiGn de los diagn6sticos psiquiatricos relacionados
con los comportamientos cotidianos, como una estrategia biopoliti-
ca hoy hegeménica y casi universalmente aceptada? Considerando
que la palabra biopolitica se convirtié en un marco de referencia
para innumerables debates y temas, muchas veces sin una reflexion
sobre sus aleances y limites, pretendo: i) Inicialmente, analizar
los ejes centrales en relacidn a los cuales se articula el concepto
foucaultiano de biopolitica, para ii) posteriormente, centrar la
discusién en un texto recientemente publicado por Allen Frances?
serd analizado aqui ha suscitado diversos de-
bates entre la comunidad mundial de psiquiatras, psicoanalistas y trabaja-(cx jefe del Grupo de Tareas del DSM), en el que se cuestionaba el
proceso de claboracién de la quinta edicién del Manual de Diagndstico
1) Fstadistica de Trastornos mentales, DSM V, publicado el 18 de mayo
de 2013. La cuarta edicién de este Manual (DSM IV), arapliamente
utilizada como referencia obligatoria para definir diagnésticos psi-
quidtricos en el mundo entero por profesionales de salud, psiquiatras
y hasta educadores, pasar rapidamente a ser substituida por el DSM
¥. Es posible argumentar que muchas de las criticas formuladas por
Frances en relacién al DSM V, perfectamente aplicables también al
DSM IV -por él coordinado-, permiten evidenciar que el Manual de
Diagnéstico » Estadistica de Trastomnos Mentales, se articula alrededor de
Jos mismos ejes que, de acuerdo con Foucault, posi
de los dispositivos de seguridad propios de la biopolitica de Tas po-
blaciones. Como veremos, la dificultad de establecer fronteras mas
‘0 menos precisas entre 1o normal y lo patolégico (a diferencia de lo
‘que ocurre en el campo de la medicina clinica, en la que Ta psiquia-
tria encuentra su legitimidad); la preocupacién por la anticipacién
de los peligros y el control de los riesgos; e! uso de las estadisticas
con la finalidad de demarcar fronteras entre normalidad y desvios
que deben ser corregides y anticipados, son elementos que permiten
‘entender la estrategia de clasificacién y diagnéstico del DSM como
dispositivo biopolitico.
El concepto de biopolitica
El concepto de biopolitica fue enunciado por primera vez por
Miche] Foucault en 1976 en el tiltimo capitulo de La volwntad de sa-
der, sin embargo desarrolla y lleva hasta sus Ifmites las implicaciones
te6rico-politicas de este concepto en dos cursos del Collége de France,
Defender a sociedady Seguridad, Tervitorio y Poblacién. Sera fundamental
en esos dos textos yen el curso Los anormales donde Foucault define el
concepto de biopolitica. Mas adelante, en el Nacimiento dela biopotitica,
ores del campo de Ia salud mental. La relevancia de ese texto radica en
n psiquiaera que estaba directamente comprometido
ificacion del DSM, sefala las fallas y dificultades imherentes a ese
cestrategia, reforzando los argumentos presentados por los calectivos “Stop
DSM" organizados en Espaiia y Francia en 2010. Véase Frances, Allen, Ope
ning Pendoras Bex: The 19 Worst tions For DSMS. Reo, Psychiatrie Ties
‘yol 1 nim, February 11, 2010, Para conocer el debate véase Garcia Maldona
do, Gerardo et a -esy sombras de un manual no publicado.
Retos y expectativas para el futuro”, Revista Safud Mental. nim. 84, pp. 567
378. Madrid, 2011.
156
ira que se propone realizar un estudio sobre el arte de gobernar
en €l liberalismo y neoliberalismo con la finalidad de entender las
condiciones de posibilidad de la biopolitica. Sin embargo, ese con-
cepto sera abandonado a lo largo del texto. En la clase del dia 17 de
marzo del curso ofrecido en el Collége de France en 1976, Defender
1a sociedad, Foucault profundiza y desarrolla la nocién de biopolitica,
establecienco los alcancesy os limites de un concepto que permanece
absolutamente actual y que ha posibilitado innumerables reflexiones,
desdoblamientos aplicaciones en los mas diversos campos de estudio.
Como es sabido, la publicacién de los cursos en el Collége de France
ofrecidos por Foucault desde 1971 hasta su muerte en 1984, todavia
inacabada, contribuyé a despertar un renovado interés por su trabajo
¥sparticularmente, por el concepto de biopolitica. Como ya habia sido
mencionado, en La voluntad de sabery en el curso Defender la sociedad,
Foucault diré que al finalizar el siglo XVIII y comenzar el
produce una transformacién en ¢l modo de organizar y gest
poder, una mutacién por la cual la antigua potestad del soberano, su
derecho sobre la vida y la muerte de los siibditos, considerada como
uno de sus atributos fundamentales por la teorfa juridica clasica,
dejaré lugar a un nuevo modo. El viejo derecho de dejar vivir de hacer
morir propio del soberano, sera substituido por el derecho o por el
poder de hacer vivir y dejar morix, configurandose asi el dominio de
los biopoderes relacionados con los cuerpos y las poblaciones. Todo
‘ocurre como si el poder de soberania descubriese su inoperancia para
lidiar con los fenémenos propios de la naciente sociedad industrial:
la explosién demografica, los problemas de urbanizacién, los nuevos
conflictos derivados de la industrializacion, Este poder de soberania
sufrird un primer proceso de acomodacién con las tecnologias disci-
plinares estudiadas por Foucault en Vigilary Castigar, estrategias que
se dirigen a los cuerpos, y que estén destinadas a multiplicar su fuerza
y su capacidad de trabajo, y disminuir su fuerza politica
Un segundo proceso de acomodacién surgiré mas tarde, fortale-
ciéndose a lo largo del siglo XIX sin excluir o sustituir la tecnologia
disciplinaria sino integréndola y utilizandola parcialmente para dit
rigirse a un nuevo objeto de intervencién: los procesos biolégicos y
biosociolégicos propios de los fendmenos poblacionales. Mientras que
las disciptinas se refieren al cuerpo, el nuevo poder regulador no se
dirige al cuerpo, sino a lavida, y tiene por objeto especifico de interés
el hombre en cuanto ser vivo, e! hombre en cuanto especie biolégica.
A diferencia de las disciplinas, Ia nueva tecnologia que sera puesta
17en practica se refiere a la multiplicidad de hombres, no en cuanto
cuerpos individuales, sino en la medida en que ellos constituyen una
masa global afectada por los procesos de conjunto que son propios
de la vida, como los procesos de nacimiento, muerte, reproduccién
y enfermedades.*
Se trata pues de dos estrategias de poder que se suceden: Ia pri-
mera individualizante, la segunda masificadora; la primera referida
al hombre en cuanto poseedor de un cuerpo, la segunda referida al
hombre en cuanto hace parte de una especie bioldgica, la especie
humana. Esa nueva tecnologia de poder demanda la construccién
de nuevos saberes sobre las poblaciones, los registros y estadisticas
referidos a la proporcién de nacimientos y muerte, las tasas de re-
produccién, de fecundidad, de longevidad. Un inmenso conjunto de
datos demograficos comenzara a ser colectado, inicialmente a nivel
local para luego posibilitar comparaciones y estadsticas globales que
seran centralizadas por organismos estatales como los registros na-
cionales de estadistica y demografia. Esos indicadores cuantitativos,
en la medida en que son pensados como un fiel reflejo de la realiclad
‘econémica de un pais, de un poder de un Estado, o del progreso de
Jos pueblos, constituye la base privilegiada a partir de la cual sera
consuruidas estrategias concretas de intervencién sobre las poblaciones.
La biopolitica de las poblaciones tiene algunos espacios privilegiados
de intervencién, entre ellos: las politicas de control de la natal
control de las morbilidades y endemias (que substituird el temor por
las grandes epidemias vistas como amenazas desde la Edad Media)
el estudio y el control de la expansi6n y duracién de las patologias
prevalentes, pensadlas como factores que debilitan la fuerza de trabajo
‘¢ implican costos econémicos para todos; as intervenciones sobre la
vejez, los accidentes, las enfermedades y Tas anomalfas que excluyen
a los individuos del mercado de trabajo; la gestiGn de las relaciones
‘entre especie humana y medio externo, sea que se trate de proble-
mas con el clima y la naturaleza (Jos pantanos, por ejemplo), 0 con
el medio urbano. En estas estrategias de
diversos dominios de saber y de accién politica. De un lado, estén
os conocimientos elaborados por la higiene, la medicina social, la
demografia y la estadistica; por otro lado, las estrategias de poder
‘que adoptan la forma de esquemas de regulacién, gesti6n, asistencia,
control de riesgos y mecanismos de seguridad, La biopolitica se cons-
3. Véase Foucault, Michel, “It faut déendve la secieté”, op. cit
p26.
158
tituye como una tecnologia cientifica-politica que se ejerce sobre las
poblaciones entendidas como multiplicidad biolégica, que se refiere
especificamente a los procesos vitales, y que tiene como preocupacién
inmediata anticipar los riesgos. Asi, ese conjunto de fenémenos que
se presentan como aleatorios e imprevisibles, cuando se analizan
como hechos que afectan a un determinado individuo, aparecen
‘como constantes que es posible anticipar, cuando son observados en
perspectiva poblacional. Los estudios estadisticos permitirén estudiar
e508 fenémenos en series de corta duraci6n y de ese modo anticipar
Jos riesgos o peligrosa los cuales esa poblacién estarfa sometida, Esas,
predicciones y estimaciones estadisticas referidas a hechos sociales
(poblacionales) y no a individuos, permiten crear mecanismos regu-
adores destinados a mantener un estado de equilibrio o de atender
Ja medida estadistica deseada (bajar Ia mortalidad, prolongar la
vida, estimular la natalidad). El objetivo tiltimo de la biopolitica ser
instalar para cada riesgo o peligro que pueda ocurrir, mecanismos
de seguridad que tienen ciertas semejanzas y ciertas diferencias
con los mecanismos disciplinarios. Ambos se proponen aumentar
y maximizar Ia fuerza de trabajo, tenemos asi: “una tecnologia de
poder sobre la poblacién en cuanto tal, sobre el hombre como ser
vivo, un poder continuo, cientifico, que es el poder de hacer vivir’*
Del mismo modo que en las disciplinas se conjuga la maximizacién
de las fuerzas productivas con la disminucién de la capacidad p
tica, en la biopolitica debe ser considerada otra duplicidad, que se
refiere, por uma parte, ala maximizacion de la fuerza y de la vitalidad
de las poblaciones y, por otra, al olvido de aquellos individuos que
se mantienen en las margenes del auxilio y de la protecciGn estatal,
aquellos que los gobiernos simplemente ignoran o “dejan morir”. Para
poder comprender los alcances y limites de este concepto complejo
yambiguo que es la biopolitica, resulta indispensable analizar los,
dos elementos que lo componen. Es dec! de qué
modo operan y se vinculan entre sf los ees de lo vital, Bros, y el de
lo politico, en el campo del debate abierto por Foucault. Particular-
mente, deberemos analizar dos cuestiones: a) de qué modo Io vital
se establece como eje articulador de wna multiplicidad de discursos
ysaberes referidos a lo anormal y a lo patolégico, y b) cuales son las,
Gificultades y limites inherentes al concepto de “potitica” cuando
io de to vital
éste se refiere al don
4 idem, p. 220.a. El bfos como objeto de saber. Aunque en los cursos del Colle;
France Foucault explora las diversas fases que adopta la biopolitica,
en la modernidad, no existe una referencia clara a la nocién de
‘vida’ sobre la cual se construye y se articula ese concepto. Algunos
autores, como Didier Fassin, opinan que esa nocién, que constituye
‘el corazén de la biopolitica, no fue suficientemente explicitada por
Foucault. Es verdad que en los cursos no existe ningtin apartado que
la analice exclusivamente; sin embargo, para poder comprender la
especificidad de este bios, que antecede 2 la politica, resulta necesario
situarlo en una perspectiva mas amplia, sin olvidar que Foucault
dedicé diversos textos y estudios a problematizar esa nocién. De
hecho, Ja problematica de Ja vida acompaia a Foucault desde sus
primeros escritos, particularmente desde el Nacimiento de la Clinica
de 1968 y Las palabras y las cosas, hasta el timo texto que envia para
publicacién poco antes de su muerte, un texto en homenaje a Geor-
‘ges Canguilhem denominado La vida, la experiencia y la ciencia. Se
trata de un problema que Foucault nunca abandoné, de modo que
para comprender el concepto de vida al cual la biopolitica se refiere,
debemos abordarlo respetando su complejidad. Inicialmente, sera
necesario hacer referencia alas reflexiones dedicadas alos discursos
cientificos referidos a la vida, provenientes del campo de la biologia
y de la medicina, que fueron centrales en los estudios arqueolégi-
cos; luego abordar los diversos modos a través de los cuales opera
la particion entre lo normal y lo patolégico en la construccién de
tecnologias y de estrategias de poder, para, por fin, analizar el modo
‘como se vinculan los procesos de subjetivacién y la construccién
de subjetividades con nuestra corporalidad, nuestros suftimientos
fisicos, nuestra decadencia vital y, en fin, nuestra propia muerte, La
centralidad de la nocién de vida en los estudios biopoliticos se hace
evidente en Ia siguiente afirmacién de Foucault:
Me parece que uno de los fenémenos fundamentales del siglo XIX
hha sido lo que podriames denominar una invasién de la vida por eb
poder: 0 si ustedes prefieren, un ejercicio de poder sobre et hombre en
‘cuanto ser vivo, una suerte de estatizacién de lo biolgico, 0 por lo menos
‘una cierta tendencia a lo que se podria denominar una estaticacién
dela biolégico.’
5 Whidem, p. 286.
160
Ese texto no solo permite situar la nocién de vida como articuladora
de los nuevos dominios de saber y de intervenci6n; también delimita
claramente el alcance de esa nocién. El poder no se refiere aqui a la
vida cotidiana, nia nuestro dia a dia, niala vida como hecho esencial;
se trata de una clara identificacién de la vida con el dominio de to
biolégico, de la vida en cuanto objeto de estudio de la biologia, de
la medicina, en fin, de esos saberes denominados, justamente como
ciencias de la vida. Como ya fue mencionado, Foucault considera que
el hecho determinante en la construccién de las sociedades modernas
¢s el proceso por el cual la vida, es decir, la vida que compartimos
con los animales, pasa a ser gestionada por caleulos explicitos y por
estrategias de poder: el momento en que lo biolégico ingresa como
elemento privilegiado en el registro de la politica. Asf, en el Nacimiento
de la biopoltica afirma su objetivo:
Eniender de qué modo la préctica gubernamental intenté racionali-
zar los fendmenos de un conjunto de serés vivas comstruidos como wna
poblacién: problemas relatives a la salud, a la higiene, la natalidad,
1a longevidad, tas razas y otros
Para poder tematizar ese bias en relaci6n al cual se estructuran las,
estrategias biopoliticas, ser necesario hacer referencia a un registro
que es al mismo tiempo cientifico y politico, pues la vida se presenta
tanto como hecho biol6gico y como objeto de intervencién y de poder.
Serdi necesario mirar hacia la construccién de discursos y clasificacio-
nes cientificas, ya su vez, hacia las practicas concretas de intervencién
que transforman la vida de los individuos. Sera necesario recordar las,
deudas teéricas que Foucault mantiene, desde el Nacimiento de la clinica
basta su iiltima publicacién, con Georges Canguilhem. Los estudios
que Canguilhem’ dedica a la medicina y a la biologia, en particular
su critica al modo como se establecen los parametros de normalidad y
patologia en las ciencias de la vida recurriendo a patrones estadisticos,
no pueden ser desatendidos cuando analizamos los alcances y limites
de la noci6n de vida inmersa en el concepto de biopolitica. Canguil-
‘hem supo mostrar, con mucha claridad, la duplicidad constitutiva del
concepto de normal, esencial para comprender los hechos biol6gicos
6 Foucault, Michel. Naissance de la Bipolitiqus. Cours au Collie de France, 1978-
1979, Paris: GallimardSeuil, 2005, p. 97.
7 Vease Canguilhem, Georges. O normal ¢ o patoligico. Rio de Janeiro: Forense
Universitaria, 1990.
161
REESE EERE eee aaaYSsus intervencionés medicas, Lo normal define valores de referencia,
Jas medidas y las variaciones admisibles para un determinado fené-
meno bioldgico (sea la tasa de colesterol o de suicidio), establecidas
a partir de los valores estadisticamente més frecuentes; pero también
se trata de un concepto valorativo y normative que define aquello
que debe ser considerado deseable en un determinado momento y
en una determinada sociedad. Asi, y gracias a la utilizacién de las
normas y las medias estadisticas es que la medicina puede llegar a
afirmar de qué modo un hecho biolégico, una funci6n orgénica, un
proceso vital o una conducta directa o indirectamente vinculada alo
biolégico, debe o deberia ser. El saber médico y la noci6n de norma,
en relacién a la cual ese saber se construye, son indispensables para
comprender las estrategias biopoliticas: no solo porque permiten
Ja articulacién entre el conocimiento cientifico y las intervenciones
concretas, sino también porque ¢s en torno de la norma que pueden
ser creadas estrategias de poder que corresponden a los cuerpos de
los individuos (las disciplinas) ya los procesos biolégicos de la especie
(la biopolitica). Como afirma Foucault, El elemento que circula de
lo disciplinario a lo regulador, que se aplica del mismo modo a los,
‘cuerpos ya los eventos aleatorios de una multiplicidad biol6gica, ese
elemento que circula de uno a otto, es la norma.*
En la tercera conferencia publicada en Seguridad, Territorio 9
Poblacién, Foucault establece wma distincién entre las estrategias de
normacién, propias de la sociedad disciplinar, y las estrategias de
‘normalizacién, propias de la biopolitica de las poblaciones. Lo cierto
€s que hablar de un poder quie se refiere a la vida significa afirmar
que el hombre en cuanto especie se transforms en objeto de tecno-
logias de saber y poder normalizadoras que permiten regularizar los
hechos biol6gicos propios de las poblaciones, teniendo como marco
de referencia los pardmetros establecidos por las ciencias de la vida.
bb, Labiopolitica como gobierno sobre la vida. Sila vida remite, de un lado,
por via de las normas al campo de los discursos biol6gicos, médicos ¢
higiénicos, y por otro lado, también se vincula de un modo peculiar
al campo de lo politico, De hecho, deberiamos decir que cuando
Foucault habla de biopolitica no es realmente la politica de la vida lo
{que esti en juego, sino las priicticas sociales que se ejercen sobre los
‘cuerpos y las poblaciones. La nocién de vida volverd al centro de la
escena, ya no como objeto de tematizacién de las ciencias biolégicas,
8 Véase Foucault, Michel, “Ilfout dfjondre la soca", op. cit, p. 295
162
sino como un espacio privilegiado para garantizar la gubernamen-
talidad y la gestion de las poblaciones en las sociedades modernas.
El ejercicio de la biopolitica supone que, para poder gobernar las.
sociedades, basta reducir la multiplicidad de circunstancias propias
de la condicién humana a su dimensién biolégica, al dominio de lo
ese dominio que limita a los hombres a su identiclad en cuanto
especie. Sin embargo, y aqui se encuentra la mayor contradiccién in-
herente al concepto de biopolitica, en la medida en que el gobierno
de las poblaciones opera exclusivamente sobre los hechos biolégicos,
éste deberd dejar en las sombras, como ya lo anticipaba Aristoteles,
justamente Ja dimension politica de la existencia, nuestra capacidad
de reflexion y el didlogo argumentativo, nuestros vinenlos sociales,
uestros afectos, suefios y pesadillas. Recordemos que, no por azar,
esjustamente por oposicisn ala concepcién aristotélica de “hombre”
‘que Foucault piensa el ejercicio de la biopolitica. En esta frase, muchas.
veces citada, afirma: “Por milenios el hombre permanecie lo que era
para Arist6teles: un animal viviente y ademas, capaz de existencia
pe ‘hombre moderno es un.
Juego su existencia como ser vivo"?
Con la finalidad de entender la compleja articulacién entre vida
¥ politica supuesta en esa afirmacion, sera necesario, como afi
Didier Fassin, hacer referencia a dos fil6sofos que de modo directo e
indirecto estén presentes en los argumentos de Foucault: uno es Georges
Canguilhem y la otra, Hannah Arendt. Vimos de qué modo la nocién
de vida en relacién ala cual se construys el concepto de biopolitica es
fuertemente deudora de los estudios epistemolégicos que Canguilhem
dedica a las ciencias de la vida: a la centralidad de la norma, a las re-
ferencias a las medias y desvios estadisticos, una vida, en fin, sujeta a
cilculos, a1medidas de frecuencia, a ia anticipacién de riesgos, en la que
no queda ningiin espacio ~como afirma Canguilhem-, para el cuerpo
vivido, para el cuerpo subjetivo, tinico parémetro capaz de determinar
el momento preciso en que se inicia una enfermedad. A partir del and-
lisis de Canguilhem, la vida parece ser vista por las ciencias biolégicas
ymédicas, siempre mediada por la idea de norma.
‘Si Canguilhem influencia el modo como Foucault piensa la vida a
partir de una perspectiva epistemolégica, es recurriendo a Hannah
Arendt que podemos comprender la relaci6n entre vida y politica en
9 Foucault, Michel. Historia dela Sewuaidad fa voluniad de saber. México: Siglo
XXI, 1978, p. 184
168
BE EEE eee aaatorno de la cual se teje el concepto de biopolitica. Para Fassin, no es
posible imaginar que Foucault ignorase a Hannah Arendt, pues aunque
nunca fue citada por éste, ella “también puso la vida en el centro de
su obra, después di fa de las tres formas de vida de La Gon-
dicién Humana hasta su andlisis del proceso vital realizado en Sobre la
Revolucién”. Diversos autores mencionan la proximidad existente entre
Arendt y Foucault en relaci6n al modo de pensar los fenémenos vitales
De hecho, es muy simple comprender esa proximidad en la medida en
que tanto Arendt como Foucault mencionan sus deudas tedricas con
Arist6teles ysu forma de pensar el dominio de lo bioldgico por oposicion
al espacio de lo politico. Es por referencia a Arist6teles que se entiende la
gran novedad que se produce e:
tanto Foucault como Arendt: la identificacién entre
En el mundo griego, los hechos vinculados con Io bi
te del dominio de lo pre-politico y estaban reservados al ambito de lo
privado, es decir, al oikes, la vida doméstica onganizada en relacién con
piiblico, entendido como dominio de la vida politicamente autorizada,
Siaceptamos a distinci6n entre vida y politica establecida por Arist6teles
yretomada por Arendt, quiz4 debamos afirmar que el concepto de bio-
de 0 sobre Ia vida’, implica
interna entre dos dominios
irreductibles, Mas que una politica de la vida, la biopolitica se refiere a
‘un modo de gestisn yadministracién de las poblaciones. La vida que aqui
cestd en juego no es la de los ciudadanos capaces de dilogo y existencia
sujetos intercambiables y sustituibles. En el momento en que el dominio de
Ia éticay de la politica es reducido al campo de lo biolégico, del cuerpo-
‘especie, nuestros sufrimientos individuales y cotidianos, nuestros vinculos
sociales, miedos y deseos pasaron a estar mediados por intervenciones
terapénticas 0 preventivas -sean éstas médicas o psiquidtricas-, intere-
sadas en clasificar todos los asuntos propios de la condicién humana en
térmninos de normalidad o de patologia, limitando cada vez mas nuestro
margen de decisién ética y de accién politica.
Biopolitica y clasificacion psiquiatrica
Partiendo de ese marco de andlisis podemos afirmar, en primer
lugar, que la vida no es considerada por la biopolitica en un sentido
coloquial o vulgar. Todo lo contrario, ésta lleva la carga epistemolégica
164
de una vida objetivada por los discurs
{terveniry evaluar propios de las ciencias bi
truidos en toro a la opos
tica sino su opuesto, aquello
Como afirma Lazzarato, la biop
y de neutralizaci
destinadas a una poblacién reducida al dominio de las necesidades
biolégicas y a los procesos de nacimiento, reproducci6n y muerte. La
que permite sustituir el
construccién del espacio ps
¢ irreflexiva satisfaccién de las necesi
de la condicién humana a los procesos
-0-, por la urgencia, porla
des, reduciendo la pluralidad
carecen de significacién, pues de lo que se trata es de
1s, de cuerpos sustituibles que deben ser
io de poder estudiado por Foucault.
Lacentralidad de la normay la oposi
patologia; 2. Los estudios estadisticos referidos a los fe
evitar el surgimiento de futuros dafios; 4, Estos mecanismos configuran
un peculiar modo de ejercer el gobierno sobre las poblaciones, que
excluye las narrativas de los sujetos y sus historias de vida. La gestin
de las poblaciones en cuanto multiplicidad biol6gica debe dejar en las,
sombras, como anticips Aristételes, nuestra capacidad de existencia
10 Lazzarato, Mautzio, “Biopolitique/Bioées 22, 10
0, 2008, p58
165puiblica y politica, los didlogos argumentativos, las narrativas individuales,
Jos vinculos sociales.
Pretendo analizar aquf de qué modo operan esos mecanismos
en el campo de la psiquiatria contemporanea, mas especificamente,
ropongo revisar las criticas recientemente enunciadas por el psiquiatra
americano Allen Frances, jefe del Grupo de Tareas del DSM IV. En
el mes de mayo de 2012, en un articulo publicado por la revista Psi-
quiatric Time, afirma:
ELDSM-5 insiste en ofecer propuestas que inadecuadamente causan
el rbtulo de “trastorno mental” a millones de personas ahora consideradas
“normales”. Estas sugerencias no encuentran soporte cientifico y son fuer
temente combatidas por 51 asociaciones de salud mental, sin embargo la
APA contintiarechazando ls pedidos de revisién externa independiente!!
Este articulo retoma los argumentos presentados en el 2010, después
de la aparicién del primer borrador del DSM V, un texto denominado:
“Abriendo la caja de Pandora, las 19 peores sugerencias del DSM V",?
en el cual afirmaba que el primer borrador del DSM V anticipaba la
aparici6n de una verdadera pandemia de trastornos mentales.
‘Ademas de realizar una critica al secreto innecesario que acompaia
el proceso de elaboracién del Manual, que més tarde ser publicado
sin grandes alteraciones, a las ambiciones exageradas y a los métodos
poco rigurosos, el autor formula algunas criticas epistemologicas y
te6ricas que son perfectamente aplicables a las anteriores ediciones del
DSM, en las que Frances tuvo una participacién activa. En este texto
afirma que: El DSM V podria crear decenas de millones de nuevos
pacientes mal identificados como “falsos positivos”, exacerbando asi
en alto grado los problemas causados por un ya demasiado inclusive
DSM IV. Habrfa excesivos tratamientos masivos con medicaciones
innecesarias, de alto costo y frecuentemente bastante perjudiciales.!*
Se trata de construir una estrategia de clasificacién estadistica en
torno de uno de los tres mecanismos apuntados aqui como articula-
dores de la biopolitica: la distincién normal-patolégico. Sin embargo,
11 Véase Frances, Allen. DSM 5 Continues to Ignore Criticism Brom Paitioners. Pos
ted: 620.2012. Disponible en: huip://wwwhuffingtonspost.com/allen-fran-
ces/dsm-5-Spetition_b_1610569.hunl*viewsprint&ecomm_ref=false
12 Véase Frances, Allen. “Opening Pandoras Box: The 19 Worst Suggestions For
SMS". Rev, Pychiatric Times, im. Febrero 11, 2010.
18 Frances, Allen. DSM 5 Continues to lnere Criticism From Petitioners, op. cit, B-
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Jo que Frances identifica como un nuevo problema no es mds que
un hecho inherente a toda y cualquier clasificacién psiqui
la elasticidad de los criterios diagnésticos y las fronteras difusas €
imprecisas existentes entre lo normal y lo patolégico. Esa ambigiie-
dad que Philippe Pignarre identifica como Ia mayor dificultad y
limitacién de los diagnésticos psiquidtricos, es lo que posibilita su
elasticidad, su capacidad de expansi6n y la indefinida integracién
de nuevos diagnésticos y de nuevos comportamientos de riesgo a las
clasificaciones psiquigtricas, El hecho de que estas propuestas lleven
2 clasificar inadecuadamente con el rétulo de “trastorno mental”
a millones de personas, que antes eran consideradas “normales”,
no es nuevo ni accidental, ni resulta de una eleccién metodolégica
‘equivocada realizada por el Grupo de Tareas del DSM V. Todo lo
contrario, se trata de una cuestién tedrica y politica que es con-
tempordnea a la propia ambici6n clasificatoria de la psiquiatria
Frances afirma que de ser aceptadas las afirmaciones presentes en
el borrador presentado por la comisién que elabora cl DSM," se
incrementaran drésticamente las tasas de trastornos mentales en Ja
poblacion, Ese proceso podra ocurtir de dos formas: por la creacién
de nuevos diagnésticos que transforman en patoldgicos comporta-
mientos comunes en la sociedad, y que la industria farmacéutica se
encargara de popularizar (como la tristeza, los pequetios déficit de
cognicién, las explosiones de rabia, los comportamientos sexuales,
adicciones a ciertas conductas cotidianas como comprar, el uso de
sustancias toxicas, etcétera) y por el establecimiento de un umbral
de diagndstico més bajo para muchas patologias ya existentes (un
cjemplo seria retirar la excepcionalidad concedida a los casos de
luto para el diagndstico de depresion). Se trata de dos estrategias ya
presentes en las anteriores ediciones del Manual y que reaparecen
agui de modo exacerbado. En palabras de Frances:
El mayor impacto partiria de la sugerencia de eiminar elcriterio de
“significacin clinica” que era requerido en el DSM IV para los rasternas
en los que existen limites difusos con la normalidad (aproximadamente
dos tercias de los diagnéstcos). Eliminando ese requisito se veduciré el
Papel del juicio clinico (...) inerementéndose las ya infladas tasas de
diagnésticos psiguicitricos.
14 ELDSM V fue publicado el dia 18 de mayo de 2019,
15 Thidem, p. 3.cién de angustia o de impedim la existencia de una
patologia psiquidtrica una vez jo de “significacion,
clinica’? La respuesta a esa pregunta exige hacer referencia al segundo
mecanismo articulador de la biopolitica
Jas estadh
sustituye Ia evaluaci6n de la significacién clinica,
estrategias diagnésticas, con mayor pretensién de obj
incluyen la aplicacién de tests, de check
sionales para rasgos de personalidad, puntuaciones de severid:
en fin, todo un arsenal cuanti
ediciones anteriores del DSM y que en el DSM V se
Eluso de instrumentos cuantitativos en el campo de la psi
no es nuevo, ya estd presente desde la construccién de la primera cla-
sificaci6n unificada de patologias mentales realizada en 1898; fue ese
‘un instramento esencial que posibilité la elaboracién de las anteriores
ediciones del Manual de Diagné stico y Estadistica de Trastornos Mentales
(DSM). El desplazamiento de fa
pretendidamente objetivos, com«
de evaluacion y diagndstico, esta directamente asociado alla di
para establecer fronteras mas 0 menos precisas entre norm:
patologia psiquica en un campo que, como la
tivo que ya estaba presente en las
fica.
cos utilizados por la medicina cl
in de lesiones organicas o los marcadores biolégi
fin, el continue normal-patol6gico y su operacionalizaci
un terecr mecanismo, esenc
tica de los suf
identificacién precoz de riesgos y ia necesidad de
los desvios, es decir, la instalaci6n de la estrategia biopolitica identifi-
cada por Foucault como el dispositivo “riesgo-seguridad”. Es posible
afirmar que una de las estrategias indispensables para garantizar la
indefinida ampliacién de diagndsticos y de categorias psiquidtricas es
Ja obsesi6n por identificar pequefias anomalias, angustias cotidianas,
equerios desvios de conducta como indicadores de una patologia psi-
quidtrica grave por venir. El riesgo, en la medida en que aparece como
un modo de anticipar un peligro posible (real o imaginario) sobre
Ja vida y Ia salud, constituye la estrategia
que permite garantizar la legitimidad y aceptabilidad de ese modo de
168,
ee ee ee eee ee eet eee ee eee eee
comportamientos de riesgo cada ver mas s
construir una psiquiatria preventiva, es central para comprender el
modo como los pequefios desvios de conducta y las tristezas cotidianas
ingresan en el campo de las intervenciones psiqui iniciando
un verdadero proceso de medicalizacién de lo no patoligico. Sera en
tornoa la problemitica del riesgo y la seguridad (en el doble sentido
de seguridad para el enfermo y para la sociedad) que se estructura
€l Tratado de ta Degeneracién Fisica, Mental y Moral le Morel en 1857;
los estudios de Magnan sobre alcoholismo de 1893; el discurso de
textos de Kraepelin, En cada uno de estos
autores el problema del riesgo y el proyecto de deteccién precor de
problemas 6n de comportamien-
to normales se con sus propuestas de
Sin embargo, ser4 a partir de 1980,
1 que esa biopol i
clasificar
con la publicacién del DSM
elcampo psiquidcrico. Cada nueva ediciSn del DSM, repit
certeza de que la
rados de riesgo
ratologias psi
identificaci6n de comportat
nuevas patologias p
podrdn pasar a ser adicionadas a las clasificaciones psi
diagndsticos ya existentes. ¥ es esa logica la que se evidencia en el
texto de Frances, aqu{ analizado, cuando afirma que:
Los psiquiatras esperan identificar pacientes més tempranamentey
crear tratanientosefectivs para reduci la cromicidad de tas patologtas.
Desafortunadamente, los miembros del Grupo de Tareas uswabmente
tienen un frunto ciego al olvidar que cualquier esfuerzo poor reducir
las tasas de falsos negations debe inevitablemente elevar tas tasas de
{falsos positions (frecuentemente de modo drasnético 9 con fatales con-
secuencias). Si alguna vez seré posible lograr la esperada ventaja de
detecciin precon de casos, deberemos tener pruebas diagnésticas espect-
Jfieas y ratamientos segures. En. contrast, las propuestas del DSM V
evan a ta particularmente peligrosa combinacién de diagn
ificos ¢ inadecuados, con tratamientos no probados y daiinos.¢
‘Uno de los muchos ejemplos presentados por Frances es el sindro-
16 Frances, Allen. “Opening Pandoras Box: The 19 Worst Suggestions For
DSMB", op. cit, p.6.
169me de riesgo de psicosis, En este caso, segtin afirma, se cuenta con Ia
‘alarmante tasa de falsos positivos de 70 a 75 por ciento. Esto indica
que, de ese modo, centenas de millones de adolescentes y jOvenes
pueden llegar a recibir, sin necesidad, la prescripcién de antipsicéticos
atipicos que causan efectos colaterales scrios, como aumento de peso,
impotencia sexual y reduccién de expectativa de vida, dao severos
cen el sistema digestivo, entre otros. La problemnatica de riesgo y la
‘ambicién por la deteccién precoz de individuos con probabilidad
de padecer una patologia psiquidtrica que puede ser prevenida
antes de que ésta se vuelva crénica, es uno de los grandes t6picos
{que acompafian a Ta psiquiatrfa moderna a lo largo de su historia.
Ese principio ha levado a un proceso masivo de medicalizacién de
la infancia que se inicia con el nacimiento de la psiquiatria y que
permanece hasta hoy.
‘Amodo de conclusién
Es probable que una mirada atenta y cuidadosa sobre los diversos
‘modos a través de los cuales las clasificaciones psiquidtricas se vincu-
Jan con la temnatica del riesgo, de la prevenci6n, con los dispositivos
de seguridad, con la distincién entre lo normal y lo patolégico, ¥
con los procesos de cuantificacién de los sufrimientos, nos permita
retomar una pregunta que Frances formula en su critica. Cuando
se le interroga por la posibilidad de que la expansion del nimero
de diagnésticos no se deba a motivos clinicos, sino a la influencia
cada vez mayor de la industria farmacéutica, de los planes y seguros
de salud, o en fin, de los asuntos econémicos de costo-beneficio, él
negard absolutamente esa posibilidad. En ese contexto, y en defensa
de sus colegas del Grupo de Tareas, él se pregunta: “Cémo pueden
personas tan inteligentes y escrupulosas hacer tantas sugerencias
erradas?”,” Dando a esa pregunta una amabigua y extrafia respuesta,
ira:
“Fra ‘sido mi experiencia consistente (obtenida nee bos
tres previos DSMs) que cada grupo de trabajo tiene siempre una fuerte
(fsuenement invesistible) ansia de espandir los limites de los desér-
denes de su seccién. Ese previsible imperialismo de diagnéstico de los
Grupos de Tareas debe ser siempre reconocido 9 resistido. Los expertos
tienen mucha expectativa en reducir los falsos negatives para sus tras-
17 Thidem, p.5.
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tomos favorites y en anular la necesidad de recurrir a la etiqueta “no
especificado de otro modo" *
Dificilmente podriamos construir un ejemplo mas claro del modo
como opera esta biopolitica de los comportamientos cotidianos y de los
sufrimientos psiquicos leves. Aun cuando pueda resultar impensable
imaginar un grupo de cardidlogos que defiendla su “ansia irresistible
de multiplicar los trastornos cardiacos” o de “expandir los limites de
sus diagnésticos favoritos”, esa parece ser la estrategia que sustenta la
expansién de los diagnésticos referidos a los sufrimientos psiquicos
leves. Se crea asf una alianza indisociable entre un discurso de verdad
(una clasificacién diagnéstica cuyos limites se expanden cada vez mas)
yuna estrategia de poder (que opera con la Igica del dispositive de
seguridad). Las consecuencias que la aceptaci6n de esa alianza puede
tener en el modo como cada uno de nosotros lidia con sus sufrimientos
psiquicos, mas o menos leves, puede ser determinante en la eleccién
del modo como construimos nuestra subjetividad, del modo como
respondemos a nuestros desaffos y problemas. Liegamos asf al tltimo
de Jos elementos antes apuntados como constitutivos de la,
de las poblaciones. Para comprender esa dimensién biopolitica como
gobierno de los otros que excluye y silencia el gobierno di
necesario salir de los textos que Foucault dedica a la biopolitica de la
poblaci6n para recordar brevemente el curso del College de France
administrado en 1982, denominado El gobierno dest de los otros. Por lo
dicho hasta aquf, la biopolitica de los sufrimientos psiquicos aparece
como un modo de ejercer el gobierno de los otros que se vale de cri-
terios pretendidamente cientificos y validados de clasificaci6n, donde
se privilegia un modo de intervencién: la terapéutica farmacolégica
Ese dispositivo excluye las narrativas de los sujetos y sus historias de
vida o las subordina a las explicaciones biolégicas relacionadas con
las alteraciones o déficit de neurotransmisores. Como ya fue dicho,
€s propio de la biopolitica dejar en las sombras nuestra capacidad de
existencia publica y politica, los didlogos argumentativos, las narra-
tivas individuales y los vinculos sociales. Quizé podamos entender la
aceptaci6n de esa alianza si pensamos que el proceso de ampliacién de
las patologias psiquidtricas, en la medida en que suponen la exclusién,
de las narrativas y de la historia de vida de los pacientes, sustituye la
dimension ética de nuestra existencia, la construccién subjetiva del
18 Frances, Allen, DSM 3 Continues to Ignore Criticism From Paitioners, op. cit, p-5:yo, por la obediencia al gobierno que autoridades externas (médicas 0
tricas) ejercen sobre nuestras vidas. En el momento en que los
suftimientos dejan de hacer parte de nuestra historia para pensarnos
en términos de déficit de serotonina.o de noradrenalina, ingresamos
en el dominio de especialistas que definen nuestros padecimientos
con diagnésticos especificos y limitan nuestras posibles elecciones a
tuna terapéutica privilegiada: la respuesta farmacol6gica. Ese proceso
nos inhibe de ejercer plenamente el gobierno sobre nosotros mismos,
manteniéndonos en los registros de la minoridad, de la cémoda obe-
a los mandatos externos. Gon lo dicho hasta aqui podemos
concluir que, como afirma Pignarre, resulta necesario “Abandonar el
método de diagnéstico existente y comprender el sufrimiento psiquico
como una experiencia que se inscribe en la duracién de una vida,
que se transforma de acuerdo al modo como lo enunciamos, al modo
‘como somos oidos y @ las intervenciones y terapéuticas propuestas”.*
De modo que en lugar de preguntar: :Cémo pueden personas
antes y escrupulosas hacer tantas sugerencias erradas?,
probablemente serfa mas interesante reformular la pregunta en los
mntes términos: Cues son las razones que llevan, a cada uno
de nosotros, a aceptar una biopolitica de los sufrimientos leves que,
inadecuadamente, puede llegar aplicar el rétulo de “trastorno men-
tal” a millones de personas que hoy son consideradas “normales"?
[La respuesta a esta pregunta ya no podré ser buscada en las medidas
estadisticas, en los pardmetros de normalidad y patologia, en las cla-
sificaciones de diagndstico, sino en el campo de gobierno de sf, en
capacidad de crear redes terapéuticas capaces de auxiliarnos en el
complejo proceso de construccién reflexiva de nuestra subjetividad.
19 Pignarte, Philippe. Les matheurs des pss: psychatopes ot médicalisation du social
Paris: La Découverte, 2006, p. 75.
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