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Disciplinas, transdisciplinas y el dilema holistico: una reflexidn desde Latinoamérica Alberto G. Flérez Malagén'? * Profesor asociado. Departamento de Historia ¢ Instituto de Estudios Sociales y Culturales, PENSAR, Pontificia Universidad Javeriana, Bogot, Colombia, * Las ideas aqui expuestas son una reelaboracién de las presentadas en el “Workshop on Transdisciplinarity Latin American and North American Experiences.” Social Sciences Research Council of Canada, SSRC, y Centre for Developing Areas Studies, CDAS, McGill University. Montreal: 1999 y en el “I Encuen. tro Internacional sobre Estudios Culturales Latinoamericanos: retos desde y sobre la Regidn Andina.” Universidad Andina Simén Bolivar. Quito: 2001. La transdisciplinariedad es un concepto de moda. Ella aparece referida con fre- cuencia en la literatura académica reciente de Latinoamérica, muchas veces asumida sin suficiente rigor conceptual. No se trata en todo caso, de que el concepto tenga una sola acepcién monolitica. De hecho, existen varias versiones de la transdisci- plinariedad, pero todas ellas se diferencian sustancialmente de otras précticas académicas como la inter, la multi o la pluridisciplinariedad. En la transdisci- plinariedad se insiste en el origen miiltiple de nuevos campos de conocimiento y en [a dificultad del trabajo monodisciplinario y atin interdisciplinario para absor- ber las temdticas mds pertinentes del mundo contemporineo y se plantean preguntas que retan los supuestos originales del quehacer cientifico. Se discutird aqui la transdisciplinariedad como un resultado de los cambios en las esferas del conocimiento, pero especialmente de las dindmicas y necesidades de la sociedad contempordnea pues el contexto para estos cambios no es solamente la natu- raleza individual o la historia de una u otra disciplina; més precisamente son las condiciones sociales y culturales para la creacién y la comunicacién de las ideas, arte- factos, conocimiento e informacién, las que han sido completamente alteradas (Burnett). ‘Aunque se parte de algunas de las preguntas que los problemas de fundamen- acién proponen a los académicos de todo el planeta, se pretende llegar més allé, hasta la pregunta sobre el deber ser de dicho mundo. A la vez, se plantea el ejerci- Alberto G. Florez Malagén cio de formular estas preguntas en el contexto regional latinoamericano, y més concretamente colombiano, en donde ellas adquieren visos especificos. El trabajo se divide en dos partes. En la primera se caracteriza el proceso de transformacién que se presenta en el quehacer cientifico de comienzos del siglo XXI. Esta sintesis expresa un obvio contenido valorativo, dadas las diversas mane- ras de hablar de la crisis del conocimiento cientifico —si es que efectivamente la hay— cada una orientada desde un punto de vista que depende de la ubicacién existencial, regional social y politica de los autores. En la segunda parte, que no pretende ser exhaustiva. El texto recupera algunas facetas de Ia historia de las ciencias en Latinoamérica y més particularmente en Colombia, que a grasio modo, generan obvias connotaciones regionales a partir de las cuales se pueden leer las posibilidades de esta crisis glocal (global-local) del conoci- miento, para utilizar el término tan en boga (Castto y Mendieta 12). ! Avanzar en la reflexién que este trabajo introduce significard, en el futuro, claborar una caracterizacién de las diferencias entre comunidades cientificas en Latinoamérica y en el resto del mundo, pero sin referir éstas como divisiones ‘orgédnicas’ entre los pueblos y las territorialidades, sino més bien como situacio- nes y diferencias coloniales dentro del esquema occidental del saber-poder (6). El cjercicio en la tltima seccién representa una aproximacién preliminar dado el reciente auge de este tipo de reflexiones en Colombia las cuales, en la perspec- tiva de la crisis de fundamentacién, apenas empiezan a proponer, utilizando las Palabras de Foucault, una arqueologfa de las ciencias en nuestras regiones. Asi, el texto propone una lectura de la ctisis globalizada de las ciencias en el contexto del desarrollo local de las mismas, todo ello con referencia a un marco normativo que es el de la transdisciplinariedad, 1, Las disciplinas académicas: geconfiguracién o desaparicién? El historiador Lawrence Stone escribfa hace més de dos décadas que: “cada ciencia social es una frontera que se mueve répidamente” (3). En la actualidad las fronteras a las que se referia Stone, han chocado con fuerza generando serias dudas acerca del fundamento epistemoldgico y del desarrollo de las disciplinas en las ciencias en general y en las ciencias sociales en particular, Dichas dudas han potenciado una revolucién del pensamiento, uno de cuyos principales puntos se desarrolla a partir de la critica a la jerarquia interna de las ciencias, es decir a la fragmentacién de los saberes y a la jerarquizacién de los mismos a partir de modelos cientificos consolidados en el siglo XIX, que en sus procesos de demarcacién separaron la actividad cognoscitiva de sus elementos éti cos, estéticos y por supuesto metafisicos.? 130 Disciplinas, transdiseiplinas y el dilema holistico: una reflexién desde Latinoamérica Este modelo de ciencia que se fundd, como lo describe Santiago Castro-Gémez: desde Platin hasta Lubmann, pasando por Descartes, Husserly Durkheim, plantea que la cientificidad del conocimiento se obtiene solamente si existe una ‘ruptuera epistemolégica'con laopinitn, con elsentido comin con todo tipo de nociones‘precientifcas”. Fste modelo de la representacién, gue Mac: Horkheimer bautizara con el nombre de “teorta tradicional’, sefiala bsicamente que a mayor distancia de sentido comtin, mayor es laposbilidad de crear tebricamente al objeto y de relasivizar al méscimo los prejuicios subjetivos del cientfico, incluyendo, claro etd sus valoraciones poiticasy morales (Castro, Apogeo 7). Las disciplinas que objetivaron este modelo siguieron sus propios lenguajes, culturas de investigacién y aplicaciones précticas. La dificultad de este proceso radicé —argumentarén los transdisciplinaristas— en que a medida que aquellas se especializaron cesaron de ver —o atin prever— las conexiones potenciales que tienen entre sf y con otros espacios cognitivos, no necesariamente académicos. Entre los numerosos criticos internos de la disciplinariedad, recordaré cémo en- tre 1993 y 1996 un grupo de influyentes pensadores provenientes de diversas formaciones disciplinares y regiones del mundo se reunié para conformar la Comi- sién Gulbenkian.’ Este notable grupo realizé un andlisis que, traducido a varias lenguas, se ha convertido en una referencia clisica alrededor del tema del desarrollo de las ciencias sociales y su estado actual, tanto de las relaciones entre sus disciplinas como en sus relaciones con las humanidades y las ciencias naturales.’ El reporte de esta comisién exploré cémo las ciencias sociales se construyeron histéricamente y por qué se dividieron en un grupo de disciplinas que desde el comienzo fueron retadas como referencias adecuadas para el trabajo intelectual, lo cual generé un debate permanente alrededor de la estructura organizacional de las ciencias sociales. Esta preocupacién coincide, en parte, con la erftica més amplia que han plan- teado las corrientes posmodernistas ante el desarrollo y la legitimidad del conocimiento cientifico: aunque la ‘aventura del posmodernismo’, como la descri- be Carlos Reynoso (11), es més conocida por la linea que tiene que ver con la literatura, la filosofia y el arte, que con aquella que discute las ciencias sociales, en ambos casos su aproximacién mds generalmente aceptada ha decretado (entre otras cosas) la crisis de la razén y de la ciencia, partiendo de un fuerte escepticismo hacia sus categorfas analiticas. Como nos lo recordé Michel Foucault, uno de los principales orientadores de las corrientes posestructuralistas (vanguardia del pensamiento posmoderno); no pode- mos ignorar més la arbitrariedad de las epistemes y sus implicaciones sobre el tema de la fandamentacién disciplinar: “las disciplinas constituyen un sistema de control en la produccién del discurso, fijando sus limites a través de la accién de una identidad que 131 Alberto G. Flérez Malagén toma la forma de una permanente reactivacién de las reglas” (33). En esta linea de pensamiento resulta ademds indispensable que la pregunta acerca de la fundamentacién disciplinar incluya el andlisis de su proyeccién hacia una politica del saber. Las ciencias sociales que fueron definidas entre 1850 y 1914 en estructuras disciplinares reconocidas por las universidades del mundo, se encontraron presas en la mitad de la tensién entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del espiritu. Esta divisién defendida por la discusién neokantiana, fue més tarde asu- mida por las cortientes positivistas (Habermas 81) y todavia en el siglo XXI, se mantiene perpetuada por las politicas institucionales. Como diria Habermas, “basta dar una ojeada a cualquier catdlogo de cursos universitarios para percatarse de esta escisién factica de las ciencias, que sdlo los manuales de los positivistas parecen considerar irrelevante” (81). Pero las ciencias sociales jamds han podido ser indiferentes a esta tensién, aun- que las otras ciencias, definidas en los extremos de las ‘dos culturas’ parecen ignorarse unas a otras desde una perspectiva epistemolégica (la teorfa analitica de la ciencia y la hermenéutica filosdfica) y, por el contrario, proponen nuevas salidas a este ordenamiento anacrénico. Inspirdndose en el lenguaje de Thomas Kuhn, podrfamos pensar que como consecuencia de las précticas de los cientificos, la historia de las ciencias sociales ha sido la de una permanente revolucién cientifica. Ella se explicarfa por la debi- lidad de los paradigmas cientificos de las ciencias sociales que se construyeron replicando aquellos de las ciencias naturales y que a la vez se etigieron sin conside- rar la hermenéutica de sus propios desarrollos. Asi experimentamos una doble debilidad: por defecto (ningiin paradigma dominante) y pot exceso (varias pro- puestas paradigmaticas en competencia). Asi, las ciencias sociales y las humanidades no parecen haber experimentado un perfodo de ‘ciencia normal’ dada la —inevi- table ademds—, coexistencia de propuestas paradigmédticas que ni siquiera podrfan referirse como paradigmas completos en sentido estricto. Estas discusiones sobre paradigmas se replantean hoy al constatarse, por una parte, el desdibujamiento de los objetos disciplinares en las ciencias sociales y, por otra, la conexién de los modelos de las ciencias naturales con los sociales, o por lo menos con los sistemas no lineales andlogos a los sociales, al estilo de las famosas teorfas de la complejidad. EI efecto inevitable al que remiten estas preocupaciones en la pragmética institucional es el crecimiento continuo del ntimero de subdisciplinas, pero sobre todo el de los nuevos campos, los nuevos arreglos disciplinares ¢ interdisciplinares, las disciplinas hibridas y la transdisciplinariedad, todo ello en niveles de reconfi- guracién que dependen del grado de radicalidad en el cual se experimente la critica cultural de la fundamentacién. 132 Disciplinas, transdisciplinas y el dilema holistico: una reflexién desde Latinoamérica El debate que ello ha generado expresa posiciones tan opuestas como la defensa cerrada de la disciplinariedad cldsica en un extremo,’ y la negacién de su existen- cia, en el otro. En este contexto reciente, las criticas internas y externas al quehacer discipli- nar tratan recurrentemente el tema del ‘fin’ de las disciplinas;° 0, por lo menos, del fin de sus cdnones como estaban planteados hasta ahora. El conocido socié- logo inglés Anthony Giddens, expresé con claridad esta idea: las Iineas de pensamiento que dividen a los cientificos contempordneos parecen ser solamen- te mitos y, por lo tanto, es urgente repensar los fundamentos del pensamiento contempordneo (703). Mas radicalmente las versiones antidisciplinares de la critica cultural de, por ejemplo, Edgardo Lander, consideran que la ciencia di ciplinar es més que un simple mito, es un producto contaminado de lo peor de la colonizacién occidental-capitalista. En este punto, algunos claman por posiciones intermedias y en este sentido no sobra, ser cuidadosos con algunas argumentaciones de la literatura antidisciplinar. Se podria, al menos, plantear la duda de si los recientes trabajos que critican la fragmentaci6n de las ciencias, en especial el ya mencionado informe de la Comi- sién Gulbenkian, han quizds exagerado su critica al no considerar el desarrollo concreto y a la vez flexible de las disciplinas que no siempre se han forjado en el modelo positivista del siglo XIX 0, por lo menos, de la manera totalmente funcio- nal a la que a menudo dicha critica se refiere. ‘Tampoco sobra plantear la duda de si se toman en cuenta, 0 no, los desarrollos y précticas disciplinares regionales de las ciencias, por ejemplo para América Lati- na, que con frecuencia se reclama desde la regién, habrfan desarrollado, sin nombrarla asi, una préctica cercana a la que hoy proclaman los nuevos campos transdisciplinares, punto de llegada de las reflexiones gulbenkianas. El punto de partida de la discusién es entonces el encuentro en las fronteras entre una tradicién disciplinar, que no est4 encerrada en sus muros, y los nuevos campos transdisciplinares que tampoco tienen que declararse como antidisciplinares de manera intransigente; siempre mirando el problema como el de disciplinas que se han moldeado en practicas que finalmente no parecen ser tan disciplinadoras como a veces se las hace aparecer. El primer momento. De las disciplinas a las interdisciplinas Existe la necesidad de formular sistemas de conocimiento fragmentado, en toda la tradicién occidental desde el mundo griego. Al recontar algunos momen- tos clave de este proceso, Bourguingon, nos recuerda cémo Aristételes distinguié las ciencias prdcticas, las ciencias poéticas y las ciencias teéricas (matemiticas, 133 Alberto G. Flérez Malagén fisica, teologia). En la Edad Media se constituyeron las artes liberales, repartidas entre el quadrivium (cientifico) que comprenderd la geometrfa, la aritmética, la astronomia y la musica, y el trivium (literario) que reagrupé la gramatica, la retd- rica y la dialéctica 0 légica. A comienzos del siglo XVIII, Descartes propuso un método para “buscar la verdad dentro de las ciencias”, método que abrirfa la via a la autonomizacién de las disciplinas cientificas. Numerosos fueron aquellos que como André Ampére o Herbert Spencer, pro- Pusieron en el siglo XIX soluciones al tema de la clasificacién de las disciplinas, pero serfan aquellas de Auguste Comte a las que mas se prestaria atencién, En efecto, ella tenia el mérito de articular las disciplinas entre ellas de manera lineal, desde las mateméticas hasta la sociologia, pasando por la astronomia, la fisica, la quimica, la biologta, y la psicologia, cada una siendo fundada sobre las leyes prin- cipales precedentes de las anteriores, todas sirviendo de fundamentacién para las siguientes. Dentro de esta clasificacién, el grado de genctalidad de cada disciplina decrecia de las mateméticas a la sociologia, al tiempo que crecfa el grado de com- Plejidad. Las matemdticas se situaron asf en un lugar preeminente” (Bourguignon). Sin embargo, todas las disciplinas evolucionan. Ellas se desarrollan, se trans. forman y se subdividen en funcién de las creaciones conceptuales, de los descubrimientos empiricos y de las invenciones técnicas. Del hecho de la profesionalizacién de la investigacién, de la especializacién cada vex més estrecha de los investigadores y de la complejidad creciente de los resultados de investiga- cién, las subdisciplinas tienden 2 autonomizarse. La primera contradiccién que se planted ante esta préctica nos remitié a la idea de la interdisciplinariedad y a la constatacién de su tremendo auge metodoldgico (Dogan). Aunque antes de 1937 se hablé de cruce de disciplinas y hasta de demo- licién de las fronteras disciplinares, el término interdisciplinariedad aparecié en ese afio mencionado por primera vez por el sociélogo Louis Wirtz (Sills. Muy intensa- mente a partir de 1945 las restricciones disciplinares y subdisciplinares se siguieron rompiendo. A lo largo del mundo las series de cologuios y conferencias internacio- nales, tan importantes en décadas recientes para la comunicacién cientifica, han tendido a reclutar participantes de acuerdo con los temas, la mayor parte de las veces sin poner demasiada atencién a las afiliaciones disciplinares. Ahora existe un ntime- ro creciente de importantes revistas cientificas que, conscientemente, ignoran las fronteras disciplinares. Y por supuesto existe un auge de nuevos programas cuasi- disciplinares que se han consolidado en la iltima mitad del siglo y que estén generalmente conformados por personas que poseen grados universitatios en multi- ples disciplinas. Estas précticas académicas, en especial la interdisciplinariedad y la pluridisciplinariedad se han consolidado con mucha naturalidad y aparecen como dominantes en la actividad investigativa contemporénea. 134 Disciplinas, transdisciplinas y el dilema holistico: una reflexién desde Latinoamérica En una primera aproximacién, uno puede decir que en la pluridisciplinariedad varias disciplinas se asocian para estudiar un objeto comtin donde ninguna puede observar todos los aspectos sélo con la técnicas de las que dispone, asf que se manifiesta la necesidad de establecer una cooperacién entre disciplinas auténo- mas para alargar la comprensién de un dominio particular o de alcanzar un objetivo comtin. La pluridisciplinariedad puede asociar varias disciplinas, ya sea horizontal 0 verticalmente. La interdisciplinariedad, a su vez, atiende un objetivo comin entre varias disciplinas, como validar una teorfa, o interpretar datos, para lo cual unas disciplinas son Iamadas a colaborar. Sin embargo, el desarrollo de estas experiencias, en particular después de la Segunda Guerra Mundial, llevé al sentimiento de una simple amalgama en la que aparecfa un desfile de disciplinas, en el mejor de los casos creando un paralelismo titil, pero no una sintesis. Un famoso documento de la Organizacién de Coopera- cién y Desarrollo Econémico en los afios setenta llegé incluso a tildar esas experiencias como un fracaso, refiriendo a la interdisciplinariedad como un con- cepto epistemolégicamente ingenuo. El enfoque multidisciplinario era visto como engafioso porque insistia en la divisién de la realidad en diversos fragmentos. Era una “zona de libre comercio” como la llama Nelly Richard; una suma pacifica de saberes complementarios que no seria mds que un ordenamiento de saberes desti- nados a integrar una nueva toialidad de conocimientos més abarcadora y funcional, pero que dejarfa finalmente intocados los contornos de cada saber heredado (18). Asi, la interdisciplinariedad se convirtié en tabti en la retérica anti y posdisciplinaria que siguié acusando a dicha préctica, de simplemente combinar las instituciones existentes del conocimiento (Klein 4). Uno de los problemas de fondo en estas discusiones, como lo recuerda Roberto Follari, es si el reto se encuentra en buscar una unidad tiltima del conocimiento, o si se persigue una articulacién ad-hoc, s6lo en relacién con la especificidad de una tematica definida. La interdisciplina seria acaso una confluencia momentdnea y no necesariamente una negacién de las disciplinas y sélo operaria en los temas mds relevantes a lo interdisciplinar. En todo caso la pluri e interdisciplinariedad representan un progreso en la medi- da en que ellas ponen al dia los lazos que unen a las disciplinas y en donde ellas se enriquecen y unifican el conocimiento, aunque no parecen modificar fundamental- mente la actitud del hombre de cara a la investigacién y al saber (Bourguignon). De la interdisciplinariedad a la transdisciplinariedad En la evolucién més reciente de la discusién acerca de las disciplinas, més que de inter o de pluridisciplinariedad se tiende a hablar de una hibridacién que 135 Alberto G. Flérez Malagén denota recombinacién de fragmentos de ciencias, planteando el cruce y reconsti- tucién de las disciplinas de dos en dos. Pero aiin més util parece resultar el término transdisciplinariedad que implica la biisqueda de un espacio de convergencias, si no una etapa superior, por lo menos un estadio diferente al de las disciplinas y la interdisciplina. Como dicen algunos, las ciencias sociales estén genéticamente programadas para dar a luz a mestizos (Dogan) y estos no son simples frankesteins de las ciencias sociales, sino cuerpos completos de conocimiento en los cuales, ademés debe recordarse, se estén resolviendo los problemas mds relevantes a las culturas y a las sociedades contempordneas. La nocién de transdisciplinariedad aparece ya en un articulo de Niels Bohr de 1955 sobre la unidad del conocimiento, pero quizds la referencia més precisa sea el texto redactado por Jean Piaget en 1970 con la ocasién de un coloquio sobre interdisciplinariedad en donde “al final de la etapa de las relaciones interdisci- plinarias podemos esperar que se suceda una etapa transdisciplinaria que no se contentard con atender las interacciones 0 reciprocidades entre investigadores es- pecialistas, sino que situaré sus lazos al interior de un sistema total sin fronteras estables entre las disciplinas” (Bourguignon). En un primer momento de la transdisciplinariedad, aparecen los “cruces de fronteras, de las migraciones de identidades, de las hibridaciones del conocimien- to” que en su répida academizacién han terminado a veces bortando sus posibilidades de reorganizacién permanente del saber, estableciendo nuevas pragmaticidades de conocimiento. Esto sucede cuando los nuevos objetos terminan complaciendo las opciones polfticamente correctas y optando por una pluridisciplinaridad que com- bina saberes flexibles, o por una transculturalidad que abre las fronteras del conocimiento a probleméticas hasta ahora marginadas (Richard 121). Una segunda opcién se desarrolla cuando efectivamente se deshace la soli- daridad de las antiguas disciplinas ... en provecho de un objeto nuevo, de un lenguaje nuevo. Es en esta segunda opcién en la que surge, entonces, la posibi dad de recuestionar la vocacién politica’ de los nuevos campos para insistir en un nuevo proyecto democratizador de transformacién académica que permita leer ya no solamente ‘objetos nuevos’ u ‘objetos justos’ sino la posibilidad de nuevos len- guajes, de nuevos registros de conocimiento y también de escritura. Numerosos autores en Francia especialmente, se han esforzado por precisar esta concepcién de Ia transdisciplinariedad. Entre los més conocidos estin Edgar Morin y Basarab Nicolescu quienes crearon el ya famoso Centre Interdisciplinaire de Recherches et Etudes Transdisciplinaires, CIRET, el cual conformé una ted internacional en la cual juegan importante papel los académicos latinoamericanos. Serfa esta una tendencia a abrir el espacio a las posibilidades multiples en didlogo; una tendencia a privilegiar redes de significaciones: a equilibrar lo cuan- 136 Disciplinas, transdisciplinas y el dilema holistico: una reflexién desde Latinoamérica titativo con lo cualitativo, al trabajo contextual y més humanista. Algunas de las propuestas més radicales de las posiciones transdiciplinaristas retoman estas ve- cindades desde el tema de lo holistico y de las ‘ciencias sintesis’ (la propuesta semiética) (Pérez 9). Sobre el tema de lo holistico se debe recordar que esta palabra se utiliza en contextos totalmente opuestos, no siempre articulados a las propuestas transdisci- plinares. Por ejemplo, Mario Bunge, desde una posicién neopositivista utiliza el rérmino holistico contraponiéndolo al organicismo o colectivismo, que confunde historias 0 trayectorias con leyes. Mas especificamente, Bunge se refiere al mal holismo de las “fantasfas holisticas como el espiritu universal, la conciencia colec- tiva y el destino nacional” (47). Ms cerca de la nocién que aqu{ nos interesa de transdisciplinariedad, un primer ejemplo posible: los estudios ambientales, uno de los nuevos campos de conocimiento, retoman el término holistico en el contexto de la ecologia profunda contrapuesta a la ecologia superficial que defendia la dicotomfa hombre-naturale- za, construida por el pensamiento moderno (Capra). En esta wiltima vertiente el problema central es el de la rehumanizacién de la ciencia y la vuelta a una trilogfa como la que propone Félix Guatari al integrar lo mental subjetivo, lo social y lo ambiental en su propuesta de recreacién de una nueva subjetividad. Inicialmente estas posiciones se ubicaban en las fronteras 0 en los espacios de conexién entre los sistemas y subsistemas (Gibbons 37), pero ahora, reclaman un espacio més grande, més alld de la discusién epistemolégica, en el cual un nuevo “espfritu renacentista” daria paso a un conocimiento hibridizado, en el cual la complejidad, la heterogeneidad, la no-linearidad y el didlogo entre lo local- regional-global, serian unas de sus principales caracteristicas. De allf que algunos de los manifiestos de estos grupos transdiciplinares insistan en que “solamente una inteligencia capaz de captar la dimensién planetaria de los conflictos existentes puede enfrentar no sdlo la complejidad de nuestro mundo, sino también el desafio presente de una posible autodestruccién material y espiritual de la raza humana” (Declaracién). Por supuesto, este tipo de lenguaje es posible porque el cruce de fronteras no es solamente un problema académico. La erosién del Estado-nacién en muchas re- giones del planeta, la globalizacién cultural y econdmica, las redes informaticas y los espacios virtuales, entre otros, han creado una ‘nueva constelacién’ en la que se mueven estas innovadoras propuestas (Berstein). No olvidemos que el fendmeno de la confusién disciplinar se ha extendido fuera de los circulos académicos. En todos los sitios los fundamentos del conoci- miento de los expertos han sido debilitados; y ello refleja una crisis general en la relacién entre los intelectuales y la sociedad, La gente ya no confia més en los 137

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