Disciplinas, transdisciplinas
y el dilema holistico:
una reflexidn desde
Latinoamérica
Alberto G. Flérez Malagén'?
* Profesor asociado. Departamento de Historia ¢ Instituto de Estudios Sociales y Culturales, PENSAR,
Pontificia Universidad Javeriana, Bogot, Colombia,
* Las ideas aqui expuestas son una reelaboracién de las presentadas en el “Workshop on Transdisciplinarity
Latin American and North American Experiences.” Social Sciences Research Council of Canada, SSRC,
y Centre for Developing Areas Studies, CDAS, McGill University. Montreal: 1999 y en el “I Encuen.
tro Internacional sobre Estudios Culturales Latinoamericanos: retos desde y sobre la Regidn Andina.”
Universidad Andina Simén Bolivar. Quito: 2001.La transdisciplinariedad es un concepto de moda. Ella aparece referida con fre-
cuencia en la literatura académica reciente de Latinoamérica, muchas veces asumida
sin suficiente rigor conceptual. No se trata en todo caso, de que el concepto tenga
una sola acepcién monolitica. De hecho, existen varias versiones de la transdisci-
plinariedad, pero todas ellas se diferencian sustancialmente de otras précticas
académicas como la inter, la multi o la pluridisciplinariedad. En la transdisci-
plinariedad se insiste en el origen miiltiple de nuevos campos de conocimiento y
en [a dificultad del trabajo monodisciplinario y atin interdisciplinario para absor-
ber las temdticas mds pertinentes del mundo contemporineo y se plantean
preguntas que retan los supuestos originales del quehacer cientifico.
Se discutird aqui la transdisciplinariedad como un resultado de los cambios en las
esferas del conocimiento, pero especialmente de las dindmicas y necesidades de la
sociedad contempordnea pues el contexto para estos cambios no es solamente la natu-
raleza individual o la historia de una u otra disciplina; més precisamente son las
condiciones sociales y culturales para la creacién y la comunicacién de las ideas, arte-
factos, conocimiento e informacién, las que han sido completamente alteradas (Burnett).
‘Aunque se parte de algunas de las preguntas que los problemas de fundamen-
acién proponen a los académicos de todo el planeta, se pretende llegar més allé,
hasta la pregunta sobre el deber ser de dicho mundo. A la vez, se plantea el ejerci-Alberto G. Florez Malagén
cio de formular estas preguntas en el contexto regional latinoamericano, y més
concretamente colombiano, en donde ellas adquieren visos especificos.
El trabajo se divide en dos partes. En la primera se caracteriza el proceso de
transformacién que se presenta en el quehacer cientifico de comienzos del siglo
XXI. Esta sintesis expresa un obvio contenido valorativo, dadas las diversas mane-
ras de hablar de la crisis del conocimiento cientifico —si es que efectivamente la
hay— cada una orientada desde un punto de vista que depende de la ubicacién
existencial, regional social y politica de los autores.
En la segunda parte, que no pretende ser exhaustiva. El texto recupera algunas
facetas de Ia historia de las ciencias en Latinoamérica y més particularmente en
Colombia, que a grasio modo, generan obvias connotaciones regionales a partir de las
cuales se pueden leer las posibilidades de esta crisis glocal (global-local) del conoci-
miento, para utilizar el término tan en boga (Castto y Mendieta 12). !
Avanzar en la reflexién que este trabajo introduce significard, en el futuro,
claborar una caracterizacién de las diferencias entre comunidades cientificas en
Latinoamérica y en el resto del mundo, pero sin referir éstas como divisiones
‘orgédnicas’ entre los pueblos y las territorialidades, sino més bien como situacio-
nes y diferencias coloniales dentro del esquema occidental del saber-poder (6).
El cjercicio en la tltima seccién representa una aproximacién preliminar dado
el reciente auge de este tipo de reflexiones en Colombia las cuales, en la perspec-
tiva de la crisis de fundamentacién, apenas empiezan a proponer, utilizando las
Palabras de Foucault, una arqueologfa de las ciencias en nuestras regiones.
Asi, el texto propone una lectura de la ctisis globalizada de las ciencias en el
contexto del desarrollo local de las mismas, todo ello con referencia a un marco
normativo que es el de la transdisciplinariedad,
1, Las disciplinas académicas: geconfiguracién o desaparicién?
El historiador Lawrence Stone escribfa hace més de dos décadas que: “cada
ciencia social es una frontera que se mueve répidamente” (3). En la actualidad las
fronteras a las que se referia Stone, han chocado con fuerza generando serias dudas
acerca del fundamento epistemoldgico y del desarrollo de las disciplinas en las
ciencias en general y en las ciencias sociales en particular,
Dichas dudas han potenciado una revolucién del pensamiento, uno de cuyos
principales puntos se desarrolla a partir de la critica a la jerarquia interna de las
ciencias, es decir a la fragmentacién de los saberes y a la jerarquizacién de los
mismos a partir de modelos cientificos consolidados en el siglo XIX, que en sus
procesos de demarcacién separaron la actividad cognoscitiva de sus elementos éti
cos, estéticos y por supuesto metafisicos.?
130Disciplinas, transdiseiplinas y el dilema holistico:
una reflexién desde Latinoamérica
Este modelo de ciencia que se fundd, como lo describe Santiago Castro-Gémez:
desde Platin hasta Lubmann, pasando por Descartes, Husserly Durkheim, plantea que la
cientificidad del conocimiento se obtiene solamente si existe una ‘ruptuera epistemolégica'con
laopinitn, con elsentido comin con todo tipo de nociones‘precientifcas”. Fste modelo de
la representacién, gue Mac: Horkheimer bautizara con el nombre de “teorta tradicional’,
sefiala bsicamente que a mayor distancia de sentido comtin, mayor es laposbilidad de crear
tebricamente al objeto y de relasivizar al méscimo los prejuicios subjetivos del cientfico,
incluyendo, claro etd sus valoraciones poiticasy morales (Castro, Apogeo 7).
Las disciplinas que objetivaron este modelo siguieron sus propios lenguajes,
culturas de investigacién y aplicaciones précticas. La dificultad de este proceso
radicé —argumentarén los transdisciplinaristas— en que a medida que aquellas
se especializaron cesaron de ver —o atin prever— las conexiones potenciales que
tienen entre sf y con otros espacios cognitivos, no necesariamente académicos.
Entre los numerosos criticos internos de la disciplinariedad, recordaré cémo en-
tre 1993 y 1996 un grupo de influyentes pensadores provenientes de diversas
formaciones disciplinares y regiones del mundo se reunié para conformar la Comi-
sién Gulbenkian.’ Este notable grupo realizé un andlisis que, traducido a varias
lenguas, se ha convertido en una referencia clisica alrededor del tema del desarrollo
de las ciencias sociales y su estado actual, tanto de las relaciones entre sus disciplinas
como en sus relaciones con las humanidades y las ciencias naturales.’
El reporte de esta comisién exploré cémo las ciencias sociales se construyeron
histéricamente y por qué se dividieron en un grupo de disciplinas que desde el
comienzo fueron retadas como referencias adecuadas para el trabajo intelectual, lo
cual generé un debate permanente alrededor de la estructura organizacional de las
ciencias sociales.
Esta preocupacién coincide, en parte, con la erftica més amplia que han plan-
teado las corrientes posmodernistas ante el desarrollo y la legitimidad del
conocimiento cientifico: aunque la ‘aventura del posmodernismo’, como la descri-
be Carlos Reynoso (11), es més conocida por la linea que tiene que ver con la
literatura, la filosofia y el arte, que con aquella que discute las ciencias sociales, en
ambos casos su aproximacién mds generalmente aceptada ha decretado (entre otras
cosas) la crisis de la razén y de la ciencia, partiendo de un fuerte escepticismo
hacia sus categorfas analiticas.
Como nos lo recordé Michel Foucault, uno de los principales orientadores de las
corrientes posestructuralistas (vanguardia del pensamiento posmoderno); no pode-
mos ignorar més la arbitrariedad de las epistemes y sus implicaciones sobre el tema de
la fandamentacién disciplinar: “las disciplinas constituyen un sistema de control en la
produccién del discurso, fijando sus limites a través de la accién de una identidad que
131Alberto G. Flérez Malagén
toma la forma de una permanente reactivacién de las reglas” (33). En esta linea de
pensamiento resulta ademds indispensable que la pregunta acerca de la fundamentacién
disciplinar incluya el andlisis de su proyeccién hacia una politica del saber.
Las ciencias sociales que fueron definidas entre 1850 y 1914 en estructuras
disciplinares reconocidas por las universidades del mundo, se encontraron presas
en la mitad de la tensién entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del
espiritu. Esta divisién defendida por la discusién neokantiana, fue més tarde asu-
mida por las cortientes positivistas (Habermas 81) y todavia en el siglo XXI, se
mantiene perpetuada por las politicas institucionales. Como diria Habermas, “basta
dar una ojeada a cualquier catdlogo de cursos universitarios para percatarse de esta
escisién factica de las ciencias, que sdlo los manuales de los positivistas parecen
considerar irrelevante” (81).
Pero las ciencias sociales jamds han podido ser indiferentes a esta tensién, aun-
que las otras ciencias, definidas en los extremos de las ‘dos culturas’ parecen ignorarse
unas a otras desde una perspectiva epistemolégica (la teorfa analitica de la ciencia
y la hermenéutica filosdfica) y, por el contrario, proponen nuevas salidas a este
ordenamiento anacrénico.
Inspirdndose en el lenguaje de Thomas Kuhn, podrfamos pensar que como
consecuencia de las précticas de los cientificos, la historia de las ciencias sociales
ha sido la de una permanente revolucién cientifica. Ella se explicarfa por la debi-
lidad de los paradigmas cientificos de las ciencias sociales que se construyeron
replicando aquellos de las ciencias naturales y que a la vez se etigieron sin conside-
rar la hermenéutica de sus propios desarrollos. Asi experimentamos una doble
debilidad: por defecto (ningiin paradigma dominante) y pot exceso (varias pro-
puestas paradigmaticas en competencia). Asi, las ciencias sociales y las humanidades
no parecen haber experimentado un perfodo de ‘ciencia normal’ dada la —inevi-
table ademds—, coexistencia de propuestas paradigmédticas que ni siquiera podrfan
referirse como paradigmas completos en sentido estricto.
Estas discusiones sobre paradigmas se replantean hoy al constatarse, por una
parte, el desdibujamiento de los objetos disciplinares en las ciencias sociales y, por
otra, la conexién de los modelos de las ciencias naturales con los sociales, o por lo
menos con los sistemas no lineales andlogos a los sociales, al estilo de las famosas
teorfas de la complejidad.
EI efecto inevitable al que remiten estas preocupaciones en la pragmética
institucional es el crecimiento continuo del ntimero de subdisciplinas, pero sobre
todo el de los nuevos campos, los nuevos arreglos disciplinares ¢ interdisciplinares,
las disciplinas hibridas y la transdisciplinariedad, todo ello en niveles de reconfi-
guracién que dependen del grado de radicalidad en el cual se experimente la
critica cultural de la fundamentacién.
132Disciplinas, transdisciplinas y el dilema holistico:
una reflexién desde Latinoamérica
El debate que ello ha generado expresa posiciones tan opuestas como la defensa
cerrada de la disciplinariedad cldsica en un extremo,’ y la negacién de su existen-
cia, en el otro.
En este contexto reciente, las criticas internas y externas al quehacer discipli-
nar tratan recurrentemente el tema del ‘fin’ de las disciplinas;° 0, por lo menos,
del fin de sus cdnones como estaban planteados hasta ahora. El conocido socié-
logo inglés Anthony Giddens, expresé con claridad esta idea: las Iineas de
pensamiento que dividen a los cientificos contempordneos parecen ser solamen-
te mitos y, por lo tanto, es urgente repensar los fundamentos del pensamiento
contempordneo (703). Mas radicalmente las versiones antidisciplinares de la
critica cultural de, por ejemplo, Edgardo Lander, consideran que la ciencia di
ciplinar es més que un simple mito, es un producto contaminado de lo peor de
la colonizacién occidental-capitalista.
En este punto, algunos claman por posiciones intermedias y en este sentido no
sobra, ser cuidadosos con algunas argumentaciones de la literatura antidisciplinar.
Se podria, al menos, plantear la duda de si los recientes trabajos que critican la
fragmentaci6n de las ciencias, en especial el ya mencionado informe de la Comi-
sién Gulbenkian, han quizds exagerado su critica al no considerar el desarrollo
concreto y a la vez flexible de las disciplinas que no siempre se han forjado en el
modelo positivista del siglo XIX 0, por lo menos, de la manera totalmente funcio-
nal a la que a menudo dicha critica se refiere.
‘Tampoco sobra plantear la duda de si se toman en cuenta, 0 no, los desarrollos
y précticas disciplinares regionales de las ciencias, por ejemplo para América Lati-
na, que con frecuencia se reclama desde la regién, habrfan desarrollado, sin
nombrarla asi, una préctica cercana a la que hoy proclaman los nuevos campos
transdisciplinares, punto de llegada de las reflexiones gulbenkianas.
El punto de partida de la discusién es entonces el encuentro en las fronteras
entre una tradicién disciplinar, que no est4 encerrada en sus muros, y los nuevos
campos transdisciplinares que tampoco tienen que declararse como antidisciplinares
de manera intransigente; siempre mirando el problema como el de disciplinas que
se han moldeado en practicas que finalmente no parecen ser tan disciplinadoras
como a veces se las hace aparecer.
El primer momento. De las disciplinas a las interdisciplinas
Existe la necesidad de formular sistemas de conocimiento fragmentado, en
toda la tradicién occidental desde el mundo griego. Al recontar algunos momen-
tos clave de este proceso, Bourguingon, nos recuerda cémo Aristételes distinguié
las ciencias prdcticas, las ciencias poéticas y las ciencias teéricas (matemiticas,
133Alberto G. Flérez Malagén
fisica, teologia). En la Edad Media se constituyeron las artes liberales, repartidas
entre el quadrivium (cientifico) que comprenderd la geometrfa, la aritmética, la
astronomia y la musica, y el trivium (literario) que reagrupé la gramatica, la retd-
rica y la dialéctica 0 légica. A comienzos del siglo XVIII, Descartes propuso un
método para “buscar la verdad dentro de las ciencias”, método que abrirfa la via a
la autonomizacién de las disciplinas cientificas.
Numerosos fueron aquellos que como André Ampére o Herbert Spencer, pro-
Pusieron en el siglo XIX soluciones al tema de la clasificacién de las disciplinas,
pero serfan aquellas de Auguste Comte a las que mas se prestaria atencién, En
efecto, ella tenia el mérito de articular las disciplinas entre ellas de manera lineal,
desde las mateméticas hasta la sociologia, pasando por la astronomia, la fisica, la
quimica, la biologta, y la psicologia, cada una siendo fundada sobre las leyes prin-
cipales precedentes de las anteriores, todas sirviendo de fundamentacién para las
siguientes. Dentro de esta clasificacién, el grado de genctalidad de cada disciplina
decrecia de las mateméticas a la sociologia, al tiempo que crecfa el grado de com-
Plejidad. Las matemdticas se situaron asf en un lugar preeminente” (Bourguignon).
Sin embargo, todas las disciplinas evolucionan. Ellas se desarrollan, se trans.
forman y se subdividen en funcién de las creaciones conceptuales, de los
descubrimientos empiricos y de las invenciones técnicas. Del hecho de la
profesionalizacién de la investigacién, de la especializacién cada vex més estrecha
de los investigadores y de la complejidad creciente de los resultados de investiga-
cién, las subdisciplinas tienden 2 autonomizarse.
La primera contradiccién que se planted ante esta préctica nos remitié a la idea
de la interdisciplinariedad y a la constatacién de su tremendo auge metodoldgico
(Dogan). Aunque antes de 1937 se hablé de cruce de disciplinas y hasta de demo-
licién de las fronteras disciplinares, el término interdisciplinariedad aparecié en ese
afio mencionado por primera vez por el sociélogo Louis Wirtz (Sills. Muy intensa-
mente a partir de 1945 las restricciones disciplinares y subdisciplinares se siguieron
rompiendo. A lo largo del mundo las series de cologuios y conferencias internacio-
nales, tan importantes en décadas recientes para la comunicacién cientifica, han
tendido a reclutar participantes de acuerdo con los temas, la mayor parte de las veces
sin poner demasiada atencién a las afiliaciones disciplinares. Ahora existe un ntime-
ro creciente de importantes revistas cientificas que, conscientemente, ignoran las
fronteras disciplinares. Y por supuesto existe un auge de nuevos programas cuasi-
disciplinares que se han consolidado en la iltima mitad del siglo y que estén
generalmente conformados por personas que poseen grados universitatios en multi-
ples disciplinas. Estas précticas académicas, en especial la interdisciplinariedad y la
pluridisciplinariedad se han consolidado con mucha naturalidad y aparecen como
dominantes en la actividad investigativa contemporénea.
134Disciplinas, transdisciplinas y el dilema holistico:
una reflexién desde Latinoamérica
En una primera aproximacién, uno puede decir que en la pluridisciplinariedad
varias disciplinas se asocian para estudiar un objeto comtin donde ninguna puede
observar todos los aspectos sélo con la técnicas de las que dispone, asf que se
manifiesta la necesidad de establecer una cooperacién entre disciplinas auténo-
mas para alargar la comprensién de un dominio particular o de alcanzar un objetivo
comtin. La pluridisciplinariedad puede asociar varias disciplinas, ya sea horizontal
0 verticalmente. La interdisciplinariedad, a su vez, atiende un objetivo comin
entre varias disciplinas, como validar una teorfa, o interpretar datos, para lo cual
unas disciplinas son Iamadas a colaborar.
Sin embargo, el desarrollo de estas experiencias, en particular después de la
Segunda Guerra Mundial, llevé al sentimiento de una simple amalgama en la que
aparecfa un desfile de disciplinas, en el mejor de los casos creando un paralelismo
titil, pero no una sintesis. Un famoso documento de la Organizacién de Coopera-
cién y Desarrollo Econémico en los afios setenta llegé incluso a tildar esas
experiencias como un fracaso, refiriendo a la interdisciplinariedad como un con-
cepto epistemolégicamente ingenuo. El enfoque multidisciplinario era visto como
engafioso porque insistia en la divisién de la realidad en diversos fragmentos. Era
una “zona de libre comercio” como la llama Nelly Richard; una suma pacifica de
saberes complementarios que no seria mds que un ordenamiento de saberes desti-
nados a integrar una nueva toialidad de conocimientos més abarcadora y funcional,
pero que dejarfa finalmente intocados los contornos de cada saber heredado (18).
Asi, la interdisciplinariedad se convirtié en tabti en la retérica anti y posdisciplinaria
que siguié acusando a dicha préctica, de simplemente combinar las instituciones
existentes del conocimiento (Klein 4).
Uno de los problemas de fondo en estas discusiones, como lo recuerda Roberto
Follari, es si el reto se encuentra en buscar una unidad tiltima del conocimiento, o
si se persigue una articulacién ad-hoc, s6lo en relacién con la especificidad de una
tematica definida. La interdisciplina seria acaso una confluencia momentdnea y
no necesariamente una negacién de las disciplinas y sélo operaria en los temas mds
relevantes a lo interdisciplinar.
En todo caso la pluri e interdisciplinariedad representan un progreso en la medi-
da en que ellas ponen al dia los lazos que unen a las disciplinas y en donde ellas se
enriquecen y unifican el conocimiento, aunque no parecen modificar fundamental-
mente la actitud del hombre de cara a la investigacién y al saber (Bourguignon).
De la interdisciplinariedad a la transdisciplinariedad
En la evolucién més reciente de la discusién acerca de las disciplinas, més
que de inter o de pluridisciplinariedad se tiende a hablar de una hibridacién que
135Alberto G. Flérez Malagén
denota recombinacién de fragmentos de ciencias, planteando el cruce y reconsti-
tucién de las disciplinas de dos en dos. Pero aiin més util parece resultar el término
transdisciplinariedad que implica la biisqueda de un espacio de convergencias, si
no una etapa superior, por lo menos un estadio diferente al de las disciplinas y la
interdisciplina. Como dicen algunos, las ciencias sociales estén genéticamente
programadas para dar a luz a mestizos (Dogan) y estos no son simples frankesteins
de las ciencias sociales, sino cuerpos completos de conocimiento en los cuales,
ademés debe recordarse, se estén resolviendo los problemas mds relevantes a las
culturas y a las sociedades contempordneas.
La nocién de transdisciplinariedad aparece ya en un articulo de Niels Bohr
de 1955 sobre la unidad del conocimiento, pero quizds la referencia més precisa
sea el texto redactado por Jean Piaget en 1970 con la ocasién de un coloquio sobre
interdisciplinariedad en donde “al final de la etapa de las relaciones interdisci-
plinarias podemos esperar que se suceda una etapa transdisciplinaria que no se
contentard con atender las interacciones 0 reciprocidades entre investigadores es-
pecialistas, sino que situaré sus lazos al interior de un sistema total sin fronteras
estables entre las disciplinas” (Bourguignon).
En un primer momento de la transdisciplinariedad, aparecen los “cruces de
fronteras, de las migraciones de identidades, de las hibridaciones del conocimien-
to” que en su répida academizacién han terminado a veces bortando sus posibilidades
de reorganizacién permanente del saber, estableciendo nuevas pragmaticidades de
conocimiento. Esto sucede cuando los nuevos objetos terminan complaciendo las
opciones polfticamente correctas y optando por una pluridisciplinaridad que com-
bina saberes flexibles, o por una transculturalidad que abre las fronteras del
conocimiento a probleméticas hasta ahora marginadas (Richard 121).
Una segunda opcién se desarrolla cuando efectivamente se deshace la soli-
daridad de las antiguas disciplinas ... en provecho de un objeto nuevo, de un
lenguaje nuevo. Es en esta segunda opcién en la que surge, entonces, la posibi
dad de recuestionar la vocacién politica’ de los nuevos campos para insistir en un
nuevo proyecto democratizador de transformacién académica que permita leer ya
no solamente ‘objetos nuevos’ u ‘objetos justos’ sino la posibilidad de nuevos len-
guajes, de nuevos registros de conocimiento y también de escritura. Numerosos
autores en Francia especialmente, se han esforzado por precisar esta concepcién de
Ia transdisciplinariedad. Entre los més conocidos estin Edgar Morin y Basarab
Nicolescu quienes crearon el ya famoso Centre Interdisciplinaire de Recherches et
Etudes Transdisciplinaires, CIRET, el cual conformé una ted internacional en la
cual juegan importante papel los académicos latinoamericanos.
Serfa esta una tendencia a abrir el espacio a las posibilidades multiples en
didlogo; una tendencia a privilegiar redes de significaciones: a equilibrar lo cuan-
136Disciplinas, transdisciplinas y el dilema holistico:
una reflexién desde Latinoamérica
titativo con lo cualitativo, al trabajo contextual y més humanista. Algunas de las
propuestas més radicales de las posiciones transdiciplinaristas retoman estas ve-
cindades desde el tema de lo holistico y de las ‘ciencias sintesis’ (la propuesta
semiética) (Pérez 9).
Sobre el tema de lo holistico se debe recordar que esta palabra se utiliza en
contextos totalmente opuestos, no siempre articulados a las propuestas transdisci-
plinares. Por ejemplo, Mario Bunge, desde una posicién neopositivista utiliza el
rérmino holistico contraponiéndolo al organicismo o colectivismo, que confunde
historias 0 trayectorias con leyes. Mas especificamente, Bunge se refiere al mal
holismo de las “fantasfas holisticas como el espiritu universal, la conciencia colec-
tiva y el destino nacional” (47).
Ms cerca de la nocién que aqu{ nos interesa de transdisciplinariedad, un
primer ejemplo posible: los estudios ambientales, uno de los nuevos campos de
conocimiento, retoman el término holistico en el contexto de la ecologia profunda
contrapuesta a la ecologia superficial que defendia la dicotomfa hombre-naturale-
za, construida por el pensamiento moderno (Capra). En esta wiltima vertiente el
problema central es el de la rehumanizacién de la ciencia y la vuelta a una trilogfa
como la que propone Félix Guatari al integrar lo mental subjetivo, lo social y lo
ambiental en su propuesta de recreacién de una nueva subjetividad.
Inicialmente estas posiciones se ubicaban en las fronteras 0 en los espacios
de conexién entre los sistemas y subsistemas (Gibbons 37), pero ahora, reclaman
un espacio més grande, més alld de la discusién epistemolégica, en el cual un
nuevo “espfritu renacentista” daria paso a un conocimiento hibridizado, en el cual
la complejidad, la heterogeneidad, la no-linearidad y el didlogo entre lo local-
regional-global, serian unas de sus principales caracteristicas.
De allf que algunos de los manifiestos de estos grupos transdiciplinares
insistan en que “solamente una inteligencia capaz de captar la dimensién planetaria
de los conflictos existentes puede enfrentar no sdlo la complejidad de nuestro
mundo, sino también el desafio presente de una posible autodestruccién material
y espiritual de la raza humana” (Declaracién).
Por supuesto, este tipo de lenguaje es posible porque el cruce de fronteras no es
solamente un problema académico. La erosién del Estado-nacién en muchas re-
giones del planeta, la globalizacién cultural y econdmica, las redes informaticas y
los espacios virtuales, entre otros, han creado una ‘nueva constelacién’ en la que se
mueven estas innovadoras propuestas (Berstein).
No olvidemos que el fendmeno de la confusién disciplinar se ha extendido
fuera de los circulos académicos. En todos los sitios los fundamentos del conoci-
miento de los expertos han sido debilitados; y ello refleja una crisis general en la
relacién entre los intelectuales y la sociedad, La gente ya no confia més en los
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