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Salta había estado alguna vez, en 1817, en poder del general Pedro Antonio de Ol
añeta, quien en 1820 vio una oportunidad para recuperarla: el Gobernador de Salt
a, don Martín Miguel de Güemes no estaba en un buen momento político. Gobernaba
la provincia desde hacía seis años, y cuando ya la lucha contra los realistas le
parecía terminada, tenía que seguir lidiando con las luchas internas. A princip
ios de 1821 Salta y Tucumán entraron en guerra, las tropas salteñas estaban coma
ndadas por el tucumano Alejandro Heredia y las tropas tucumanas por el salteño M
anuel Arias (ustedes pensarán que es un error, pero no.)
Fue en esa lucha intestina que Olañeta, que había vivido en Jujuy y que ya había
tenido algún roce con Güemes por una cuestión pasional (Güemes se había enamora
do de Josefa Marquiegui e Iriarte, prima y esposa de Olañeta), vio sus posibilid
ades de hacerse de nuevo con el poder en Salta. Luego de varias gestiones, compr
ando voluntades, incluso entre “amigos” y enemigos de Güemes, envío al coronel V
aldéz para atacarlo por sorpresa y herirlo la noche del 7 de junio de 1821, cuan
do Güemes salía de la casa de su hermana Macacha rumbo a la plaza.
Güemes, que padecía hemofilia, estuvo diez días tirado en un catre al aire libre
, rechazó la atención médica que le ofreció Olañeta y el 17 de junio de 1821, el
Caudillo Salteño, el Héroe de Suipacha, el custodio de la frontera mientras del
iberaba el Congreso de Tucumán y el principal aliado de San Martín en su plan pa
ra llegar a Lima, murió. La noticia de su muerte llegó a Buenos Aires en boca de
l Dr. Castellanos el día 17 de julio de 1821. La Gaceta de Buenos Aires, preparó
una edición especial (N° 19) dedicada a Güemes ¿para homenajearlo?... No. Decía
cosas como:
“Acabaron para siempre los facinerosos Güemes y Ramirez, el primero ya está ente
rrado en la Capilla del Chamical y el segundo acaba de perecer a manos de los br
abos santa fecinos”.
“Murió el abominable Güemes… al huir de la sorpresa que le hicieran los enemigos
con el favor de los comandantes Zerda, Sabala y Benítez, quienes se pasaron al
enemigo. Ya tenemos un casique menos…”
El General José María Paz, en cambio, decía: “bajo el mando de Güemes la heroica
provincia de Salta fue un baluarte incontrastable de la República toda. Esos ga
uchos con pequeñísima disciplina resistieron victoriosamente a los aguerridos ej
ércitos españoles. Pezuela, Serna, Canterac, Ramírez, Valdez, Olañeta y otros af
amados generales españoles intentaron vanamente sojuzgarlos. Si Güemes cometió g
randes errores, sus enemigos domésticos nos fuerzan a correr un velo sobre ellos
, para no ver sino al campeón de nuestra Independencia y al mártir de la patria.
”
Los de Olañeta, no pudieron quedarse mucho tiempo en Salta, los Gauchos de Güeme
s, ya sin su jefe los echaron… como siempre.
Carmen Puch de Güemes se encerró a llorar la muerte de su marido en una estancia
en Los Horcones, se rapó la cabeza, se vistió completamente de negro y se dejó
morir de hambre, el 3 de abril de 1822.
Un datito curioso sobre Olañeta, a principios de 1826 fue nombrado por Fernando
VII Virrey del Río de la Plata… pero el Virreinato ya no existía y el nombrado t
ampoco, había muerto el 2 de abril de 1825.
Fuentes:
Güemes – Arturo Capdevilla
El Grito Sagrado – Pacho O’Donnell
Historias de Amor de la Historia Argentina – Lucía Galvez.