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Esta situacin especial que poseemos los docente, nos ofrece la nica
posibilidad de acercar a nuestros estudiantes a la enriquecedora
experiencia de leer y escribir. No obstante, para que podamos tener xito
en esta labor, que deseamos promover, la lectura y la escritura,
requerimos de un componente clave: nuestra propia formacin como
lectores y escritores. Promovemos aquello que nos apasiona, aquello que
nos genera satisfacciones, que plantea retos, slo se promueve aquello
que nos interesa. De manera que no podra pensar en la existencia de un
docente que no haga uso de la lengua escrita para lograr establecer
relaciones afectivas entre sus estudiantes, la lectura y la escritura. La
melodiosa voz con la cual leemos un texto, el comentario entusiasta que
hacemos acerca de un libro que estemos leyendo, las habilidades para
redactar una carta, las expectativas que generamos ante un buen libro, las
posibilidades de lectura de diversidad de textos son claves fundamentales
para generar en los y las estudiantes el deseo inmenso de leer y escribir.
Por otra parte, la necesidad que enfrentamos que los docente seamos
lectores y escritores, enfrenta una realidad que con este ideal, no siempre
ejercemos este rol, por el contrario, muchas veces evadimos la experiencia
con la lengua escrita, invertimos slo el tiempo necesario en la lectura con
fines recreativos, encontramos dificultades para comunicarnos de forma
escrita, no compramos libros con frecuencia, entre otras situaciones. De
manera que se evidencia una problemtica que aqueja a nuestras
instituciones educativas y que plantea la necesidad de atender.
Paulo Freire (1994), en sus Cartas a quien pretende ensear, expresa una
idea que se conecta directamente con el propsito de este ensayo: