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TA CTO
ITINERARIOS
DELA
PALABRA
ESCRITA
ENLA
CULTURA
VENEZOLANA
FUNDACION,
Banescoee GESTAR LA NACION:
| PRENSA Y CULTURA EN EL SIGLO XIX
| Abicia Rlos
| Universidad Simén Bolivar
|
| Suele hacerse referencia al retraso en la llegada de la imprenta a Caracas, sobre
todo en relacién con un buen ntimero de ciudades hispanoamericanas. No debe olvidarse,
sin embargo, que buena parte de lo que hoy llamamos Venezuela perteneci6, desde las pri-
meras décadas del siglo XVII, al Virreinato de la Nuova Granada, y que ninguna de sus cit-
dades fue de vital importancia para la Corona, al menos hasta los inicios del XIX. No debe-
ria entonces extrafiarnos tal retraso, equivalente, por lo demés, al de muchas otras zonas
del Caribe espafiol. Las fechas varian entre 1806 —cuando se cree la trajo clandestinamente
Francisco de Miranda en la primera de sus frustradas expediciones libertadoras— hasta el
establecimiento en Caracas, en 1808, de dos ingleses, venidos de Ja isla de Trinidad: Ma-
{thew Gallagher y James Lamb, No fueron pocos los intentos por dotar al pats, por la via le-
Gal, de una imprenta, pero los trémites eran sumamente engorrosos y finalmente negados
por la importancia indiscutible de dicho instrumento en los ya movidos tiempos preinde-
pendentistas, Las autoridades coloniales sabfan bien que con la imprenta se abrirfa una
nueva puerta al mundo de los indianos, y por ello habfa que intentar su retraso hasta que no
hubiese mas remedio. Desde el siglo anterior venfan ocurriendo una serie de cambios drds-
ticos en Inglaterra, Francia, Estados Unidos y en la misma Espaa, por lo que habia que
frenar su contagio en el Nuevo Mundo ¥, sobre todo, frenar las influencias republicanas de
los ya viejos enemigos del régimen.
En lo que sf tenemos un consenso es en la fecha de aparicién del primer perisdico, pre-
cisamente en aquella imprenta de Gallaghery Lamb que acabamos de mencionar: la Gaze-
fade Caracas, el 24 de octubre de 1808, bajo las auspicios y el control del gobierno de la Ca-
pitanfa General de Venezuela.
La imprenta tardé efectivamente en llegar, pero al hacerlo, con su fuerza acostumbra-
da, se convirtié en una de las armas mas poderosas de los tiempos por venir. A través de
ella, y gracias muy particularmente a los periédicos, comenzé a consolidarse lo que Bene-
dict Anderson ha llamado una comunidad tmaginada, es decir, la conciencia, entre cier-
tos habitantes, de pertenecer precisamente a una comunidad en especial, de tener vecinos
Cercanos y lejanos con quienes se establectan diversos tipos de relaciones sociales, comer-
ciales y politicas. La idea de formar parte de un lugar especifico, compartir ciertas caracte-
risticas generales y particulares, y la necesidad de diferenciarse de esos otros con quienes
Se compartfa menos fue estableciendo unos lazos muy particulares que harén que la clase
Tectora—letrada, al decir de Angel Rama (1988)—, que es la que podia leer esos impresos y
eriédieos, comience a reconocerse como tal y a luchar por los derechos que ahora, més
que nunea, esté segura de merecer. Anderson hace referencia —tomando la idea de WalterMM 10. Benjamin a le nocisn Ge stmaltancidac que posibilita, por primera vez, la lectura de los
Poriodicos y; también, de las novelas, Amibos artefactos culturales colocan al lector ~al
Prineplo casi exclusivamente maseulino— en una specie de tiempo homogéneo y vaci,
rie se lena con esa nueva manera de medir el tiempo que son ahora el reljyel ealendario
El leetor se coloca en un entretiempo -yn mientras tanto~ que posiilita el desarrollo de
sig PO Particular de comunidad imaginada que ess naci6n; comienza a ser parte del pa-
Sado esa manera mesiénica de concebir el tempo, en la cual el pasado y el futuro conflufan
siempre en un presente instanténeo: ahora ‘ay un tiempo vacio, omogéneo, que debe ser
Henado, Esa fecha que se coloca ala cabeza del periédico-y que crea un nuevo calendario,
Gl cual ya no es religioso~ va marcando desde allt las relaciones que ahora se establecen
“nite el periédico, el libro, las ideasyyel mercado,
Aunque el andlisis de Anderson resulta Poco acertado ctuando se reflere concretamen-
te al caso hispancamericano, no deja de ser Tuy importante el marco tesrico en que colaca
St reflexion ylos aportes que pueden hacerse,« Parlirde alla propdsito de los aleances y
Proveceiones de la prensa en la formacién de las haciones modernas y, muy en particular,
on el caso que nos ocupa. Veretnos e6mo se va conformando esta comunidad imaginada
~Tetrada~ y e6mo va cambiando a medida Ae avanzamos en el siglo. Asimismo, veremos
08 cambios de formato, contenido y Pr’yecclon de los numerosos periicos que aparece
vee cot mucha frecuencia, desaparecieron cas Inmediatamente— a todo lo largo del si.
lo XIX venezolano,
LOS TIEMPOS INDEPENDENTISTAS (1808-1830)
Luego de este brimer triunfo de la introduccién de la imprenta en el Pats, y la creacién
de su consabido primer Periddico, fueron apareciendo otros con vertiginosa rapidez a todo
lo largo y ancho de la geogratia hacional. Pedro Grases y Tulio Febres Cordero han sido
quienes mas se han Ocupado del tema y a dutenes debemos mucho de lo que se ha bodido
Conservar ~aproximadamente 35~ de los 71 Periddicos de los que se tiene alguna noticia
existieron durante estos primeros afios, Grases ha apuntado agudamente que bien podria
Segulrse el camino de la Independencia a través de slas datas y lugares de cada nuevo pe-
; Cumand (sit); Angostura (818); Maracaibo (1821); Guanare y
Puerto Cabello (1825); Valencia (1s20)» (Grases, 1982: 392),
La Gazeta de Caracas, que pasé a llamarse Gaceta de Caracas a partir de 1815, desde
Sus Meros inicios estuyo en manos del Gobierno de turno. Comenzé su etapa patriota en
1S10Y sirvi6 como vocero a la primera Repitblica hasta 1812; en este tltimo afio, y parte de]
siguiente, estuvo en manos Tealistas y pregoné los triunfos de Monteverde; luego volvi6 a
tener una temporada patriota, ero al caer la segunda Repablica en 1814, el médico pardo
José Domingo Diaz, figura poco estudiada del perfodo, pero muy importante para marcar
Tas Contradicciones del mismo, se ocupé de ella hasta el triunfo republicano definitivo en
1821. En 1822 fue Sustituida por e] |Publicista Venezolano como organo oficial de la Reptibli-
CA aunque hay quienes afirman que fue més bien el iris de Veneeuela,
Este contrapunteo entre las etapas de la Gaceta... y 6] Gobierno de turno NO es casual,
4a prensa ha sido siempre una de las armas mas poderosas en cualquier lucha politica,
Desde sus inicios fue evidente que quien tuviera el Control de la palabra, ¥n0 sdlo de las es-
trategias de batalla, lograria o] triunfo; qué mayor poder de Dersuasi6n que el arma escrita
Para un grupo de hombres defensores Aacérrimos de la raz6n y de las huces, Por lo demas, yadesde el inicio de América la palabra escrita habfa constituido su propia posibilidad de
existir: aun antes de que se conquistara un lugar, habia que apropiarse de él a través de un
nombre y su registro escrito, América, como bien han destacado muchos estudiosos, fue
creada en el vacfo de un mapa.
Si bien hubo algunos intentos por hacer un periodismo no oficial -fue el caso en no-
viembre de 1810 del Semanario de Caracas, fundado por Miguel José Sanzy José Domingo
Dfaz y que sélo duré hasta mediados del afio siguiente, el préximo periddico realmente
importante fue el Correo del Orinoco, 6rgano republicano oficial que Simén Bolivar se vio
obligado a fundar en Angostura para contrarvestar la violenta guerra verbal que, desde la
Gaceta de Caracas, \e tenia declarada Diaz. El Correo... sobrevivi6 128 niimeros, desde el
27 de junio de 1818 hasta el 23 de marzo de 1822. En él aparecieron, por primera vez muchos
de los documentos fundamentales de esos cuatro afios de guerra: el «Discurso de Angostu-
ra» fue s6lo uno de ellos. Fue lefdo por el Libertador el 15 de febrero de 1819 yya el 20 de ese
mismo mes aparecié la primera de las cuatro partes en que fue publicado.
Los afios inmediatamente posteriores al triunfo patriota —los afios de la Gran Colom-
bia (1819-1830) - continuaron planteando problemas de caracter politico yjur {dico, dada la
preocupacién por cusl debfa ser la mejor manera para organizar la nueva Republica. Uno
delos periddicos mas importantes al respecto fue Bl Venezolano en su primera etapa, 1822-
1824, dirigido sobre todo por Toms Lander; tuvo una segunda temporada, tunos afios des-
pués, 1840-1846, bajo el mando de Antonio Leocadio Guzman. Asf como la prensa estuvo ra-
dicalizada en plena guerra independentista, sigui6 esténdolo en los affos subsiguientes,
pues la supuesta unificacion se habja dado, una vez més, sdlo a nivel tedrico: a partir de
este momento surgieron nuevos temas de discusién, que impregnaron casi todo lo que se
escribié en los periédicos. Por un lado, estaban las frecuentes disputas entre los partidarios
del Libertador y los que estaban en su contra (santanderistas 0 localistas), asf como mu-
chas de las contraposiciones que se desprendfan de dicha polémica y que marcaran buena
parte del resto del siglo: federalistas/centralistas, liberales/conservadores y, sobre todo,
militaristas/civilistas.
El problema de la autoria de muchos de los textos aparecidos en la prensa de esta. épo-
caha sido abordado por algunos historiadores (Febres Cordero, 1974: 539-582); aunque sin querer
descalificar la importancia de dicha tarea, no seré éste un aspecto que realmente nos inte-
rese aqut, pues a lo que intentaremos acercarnos es a las propuestas que se generaron del
periddico como unidad. La prensa fue una de las vias a través de las cuales la clase letrada
fue construyendo el ideal nacional y plasmando una neva manera tanto de-pensar como
de expresar las nuevas condiciones socio-histéricas. A diferencia del impecable aparato le-
gislativo sobre el cual se erigié el Estado, la prensa constituyé el territorio donde podfan
pensarse y expresarse con mayor libertad dichas condiciones, pues permitia (dentro de
ciertos limites) la puesta en discusin de muchos de los problemas que atentaban contra Ta
consolidaci6n republicana: cémo se estaba levando a cabo el conflicto bélico, qué aspectos
habfa que desarrollar dentro de los diversos planes nacionales, qué pensaba el resto del
‘mundo de lo que estaba ocurriendo en las antiguas colonias, con qué nuevas sttuaciones
habrfa probablemente que enfrentarse; sin que por ello dejara de ser el territorio donde po-
dian promulgarse rapidamente los boletines, informesy decretos oficiales.
Resulta muy interesante observar como desde estos primeros periddicos, ocupados so-
bre todo en el establecimiento y afianzamiento de un nuevo Hstado-nacién, se comenzaba
i
119GHENT) 10 también a delinear lo que sera una de las caracterfsticas més apuntadas del proceso mo-
180
dernizador de la segunda parte del siglo XIX en toda Hispanoamérica: la fijacin de los—bo-
rrosos- limites entre el espacio ptiblico y el privado. Se recogfan, con mucha insistencia,
las fechas de embarcos y desembarcos, las noticias de la fuga de algtin esclavo -y la recom-
pensa que acompafiarfa cualquier pista para su captura, la compra o venta de alguna ha-
cienda, los censos de la poblacion y los precios de los productos agropecuarios, las normas
que debfan regir las «buenas costumbres» y el «buen escribir», los nombres de nuevos me-
dicamentos que iban apareciendo en el mercado —con los respectivos anuncios de los ade-
lantos médicos y cientificos— y, por supuesto, algtin poema o Ifrica ocasional. Gracias alo
que se publicaba cada semana ~pues lo que prevalecié en esta etapa fueron los semanarios,
més que los diarios propiamente—se marcaba el debate entre la opinién piblica nacional y
la global. Todos los periédicos se complementaban, en buena medida, con la reproduccién
de informacién aparecida en otras gacetas y periédicos (nacionales y extranjeros). La
prensa no s6lo produjo un sujeto colectivo como su destinatario —cierto piblico, no todo; no
est de mas recordar aqui, siguiendo al importante historiador Brie Hobsbawm (1990), que
no debemos confundir lo que nos dice el editorial de cualquier periédico con lo que pensa-
ban todos los habitantes de ese momento, sobre todo los que no sabfan leer ni tenfan acceso
asalones de lectura, a pesar de haber sido ésta la creencia general en la época que nos ocu-
pa (Hobsbawn, 1990: ii), sino que centré sus esfuerzos en la construccién de nuevos valores
simbélicos sobre la ciudadania, la patria, la masculinidad, la subalternidad y, en ultima
instancia, sobre la demarcacién de los limites dentro del campo social. De allf la ausencia.
notoria en casi todas sus paginas, en esta primera etapa sobre todo —aunque también des-
pués-, de los llaneros, los pardos, las mujeres, los niftos y los esclavos, y la insistente pre-
sencia, por otro lado, de lo que acontecia en el campo de batalla (aunque la lucha indepen-
dentista habfa terminado, siguieron las guerras entre los distintos bandos a todo lo largo
del siglo) y de lo que ocurrfa en el campo jurfdico: se necesitaba erigir y consolidar un Es-
tado, pero para ello hacia falta apropiarse de la maquina de guerra y de los aparatos estata-
les: qué mejor apropiaciGn que por medio de una prensa que reprodujera no slo lo que ocu-
rria, sino lo que se queria que ocurriera.
EL PROCESO MODERNIZADOR
Existe casi un consenso en que Jos afios de mayor florecimiento de la prensay de la im-
prenta en Venezuela fueron precisamente los afios que sucedieron a su separacién de la
Gran Colombia. El punto més alto fue el afio de 1885, cuando, segtin escribe Tulio Febres
Cordero en 4! Lépiz (Mérida, 1885-1804), podfan contarse 60 imprentas y 80 periddicos. Desde
Valencia, la capital nacional en los primeros tiempos de Péez, se publicé la Gaceta de Vene-
zuela, que luego pasé a Caracas y siguié resefiando los hechos més resaltantes del gobier-
no, aunque cambiara algunas veces de nombre. Tal como sefiala Marcelino Bisbal en su ex-
celente ensayo para el Diccionario de historia de Venezuela de la Fundacién Polar, las
antiguas polémicas entre republicanos y realistas fueron reemplazadas por la dicotomia
entre civilistas y militaristas Hl Demdcrata, de Rufino Gonzalez, contra El Nacional, de
Domingo Bricefio, durante las elecciones de 1834-1835»—y, sobre todo, entre conservadores
yliberales durante la década siguiente (Bisbal, 1997: 586).
‘Alrededor de esas mismas fechas aparecieron los primeros diarios propiamente di-
hos: segiin algunos, el primero fue el Diario de Avisos (1831); para otros més bien La Ma-Mand (84), pues este tiltimo no consistfa en una hoja suelta, como ocurrfa con el primero,
A partir de 1848 mermé por un tiempo el ntimero de publicaciones peridicas; fueron
los afios del gobierno de los hermanos Monagas, quienes ejercieron una fuerte represién
due de cualquier manera era burlada cada vez que acontecia alguna eleccidn, Al mismo
tiempo, fueron apareciendo paulatinamente un mayor ntimero de periddicos dirigidos a
otto tipo de lector, menos comprometido con el quehacer politico, y més preocupado por
conocer sobre los avances cientificos, tecnologicos y literarios del momento, La masa lecto-
ra iba amplidndose brogresivamente, y de la misma manera iban amplidndose los temas a
los cuales podia dedicarse la prensa. De hecho, surgen algunos periédicos que sostuvieron
enfaticamente no estar interesados en el tema politico muchos de ellos, como era espera-
ble, en verdad lo hacfan por temor ala inestabilidad que implicaba verse obligados a apoyar
(9/0 ser apoyados) por uno u otto bando-; por ello recurrirén también a los lectores y pa-
trocinantes para su subsistencia y diversificacién. Fue el caso de ZY Pregonero, en cuyo pri-
mer ntimero (Maracaibo, 24 de mayo de 1874) el director prometia no meterse en dicho
tema, «materia de tropiezo para las andanzas del periodismo», Progresivamente, la labor
periodistica comenzaba a separarse de la labor Polftica, aunque esta tiltima no pudiera casi
nunca abandonarse por completo.
Es evidente el hecho de que la brofesionalizacién de muchas de las figuras més impor-
‘antes del perfodo no s6lo como politicos o pensadores, sino como escritores de ficcién pro-
Piamente, pudo lograrse precisamente gracias a su paso o permanencia por la prensa, Una
de las caracterfsticas que mas distingue a los intelectuales -o letrados—a todo lo largo del
siglo XIX, y parte también del XX, es su condicién de escritores-funcionarios: esa necesi-
dad, para sobrevivir econémicamente (aunque otras veces se haga para canalizar el deseo
y/o conviccién de que se tiene en las manos laverdady hay que trasmitirla), de ejercer al-
guna funcién piblica —senadores, diplomaticos, presidentes~ que va acompaiiada, en sus
Hlempos de oct —que son precisamente los de mayor productividad-de una escritura que
Se ocupa de reflexionar en torno a la nacién a través del ensayo politico, muchas veces, pero
también a través del ejereicio de la ficcién, en lamayorfa de los casos de cardcter narrativo,
en especial de novelas. Estas tiltimas manifestaciones tenfan en los periédicos la posibili-
dad no s6lo de hacerse publicas, sino, sobre todo, de difundirse en el ambito local, nacional
@ incluso global, y hacerlo adem4s por partes, con lo cual se abarataban obviamente los
Costos de publicacién. Fue el caso de figuras tan importantes como Juan Vicente Gonzdlez
~a través de algunos de sus propios periédicos: 1 Diario de la Tarde, El Heraldo y El Na-
cional-, o la generacién positivista de Lopez Méndez, Gil Fortoul y Zumeta. Caso aparte
debe hacerse de Rufino Blanco Fombona, quien colaboraba no solo en la prensa nacional,
sino en Bl Sol y La Voz de Madrid.
En 1879 apareci6 en Caracas un periédico patrocinado por el gremio de los artesanos
£1 Obrero. Bn Valencia hubo otro con el mismo titulo, casi una década més tarde, Por esos
afios surgié también El Pueblo, que se caracteriz6 Dor el tono liberal del guzmancismo.
Aftos antes, en 1856, se habfa publicado el primer periédico juridico, El Foro, dirigido yre-
dactado por Luis Sanojo, que tuvo mucha influencia en su época. Desde sus paginas se
hizo el anuncio triunfante del fin de la hegemonia de los Monagas, Atencién aparte mere-
ce El Mosaico (1854-1867) por el uso de imagenes, caricaturas, partituras musicales, poe-
masy «escenas de balc6n». Incluso publicé por partes una obra de teatro titulada «Sinver-
siienza, avaro y flojo. Preludio cémico». Aunque era un periddico sobre todo «literario»,
aa
18]182
ER
10. ocasionalmente aparectan textos politicos que reproduefan, en la mayorfa de los casos,
capitulos del siempre recordado proceso independentista. Es asf como potlemos encon-
trar allfla reproduccién de los documentos concernientes ala «Instalacién del Congreso
General de Venezuela», el 20 de febrero de 1819, junto a la «Respuesta del Secretario del
Congreso al General Bolfvar» 0, una vez més, él «Tratado sobre la Regularizacién de la
Guerra, concluido entre el Libertador Presidente de Colombia y el General del ejército es-
paftoly. Los juegos tipograficos de Bt Mosaico ya habfan sido anticipados en Bl Patriota
(1845-1846), peri6dico que salfa los domingos, a tres columnas yen las habituales cuatro pa-
ginas (estuvo siempre bajo la direceién del médico Felipe Larrazabal). Otros periédicos
de cardcter politico-humoristico fueron 1 Diablo (1890-1893), que llevaba el subtitulo de
«Periddico festivo-ilustrado», y Lucifer (1894-1897),
Los largos afios de Antonio Guzmén Blanco en el poder (1870-1888), marcaron tiempos
de una prensa fuertemente doctrinaria tanto en Ja capital como en el interior del pais. Al
Venezolano (en su segunda época, tal como mencionamos antes, a partir de 1850) estuvo
dirigido por Antonio Leocadio Guzmén, quien, al decir de Humberto Cuenca, cambid el
Jenguaje periodistico al incorporar en la prensa el dialectismo popular, es decir, el escribir
‘como se hablaba (Cuenca, 1980:92-98). Fue sin embargo La Opinion Nacional (1868-1892) el pe-
riGdico guzmancista por excelencia, Como era de esperarse, estuvo siempre a la cabeza de
Jos adelantos técnicos: no podfa ser de otra manera, pues para el Ilustre Americano era de
vital importancia incorporarse a toda marcha al progreso. La imprenta dej6 de ser manual
yyse hizo a vapor, lo cual agiliz6 el proceso de fabricacién. Fue, por supuesto, un diario dedi-
cado ala lisonja guzmancista, aunque promulgaba su imparcialidad. Su primer mimero, en
Caracas el 14 de noviembre de 1868, expresaba en la «edicién de la mafana» —luego pasé a
ser un vespertino—:
Tiempo es ya de que esta nacién tan adelantada en su marcha intelectual y tar se-
dienta de la luz civilizadora de los progresos modernos, piense en fundar unapren-
sa periddica que sin tomar parte activa en ta lucha de los partidos, sirva como ilus-
tracién y honradee a todos los grandes intereses de la Republica.
Este prospecto en el primer niimero no se diferenciaba demasiado del resto de los
prospectos de los demés periddicos de todo el siglo. Luego venfan las frecuentes secciones
cientificas, literarias, de gobierno, finacieras, politicas 0 variedades, y los infaltables comu-
nicados. Su contrapartida estuvo en El Pais (1884) dirigido por Laureano Vallenilla Lanz y
Santiago Terrero Atienza.
Uno de los aspectos més interesantes en casi todo el periodismo que se ejerci6 en la
segunda mitad del siglo XIX, lo cual ocurrié por supuesto también en las otras partes del
mundo de habla hispana y habia ocurrido desde el siglo anterior en los Estados Unidos y
Buropa, es que comienza a abandonarse el tono ceremonioso y pesado de la larga reflexion
social y politica. Los nuevos avances en la tipograffa y la imprenta permitieron la intro~
duccién de dibujos y caricaturas —mds adelante, por supuesto, de imagenes més sofistica-
das— que permitieron expresar, en pocos trazos, imagenes y/o palabras lo que estaba en la
mente de sus editores y colaboradores. Ya no hizo falta una extensa reflexién que contex-
tualizara lo que querfa expresarse: con destacar en una car catura o grabado los rasgos
més resaltantes del politico, problema o noticia de turno, podiaya quedar de manifiesto la
opinién frente al hecho resefiado e, incluso, su importancia. Bl uso constante de las primeras caricaturas comenz6, en el caso venezolano, en los afios cincuenta, en particular
en Zl Republicano.
Es necesario destacar que, pese a que las ilustraciones en algunos periédicos euro-
pos ya habfan aparecido, es en el siglo XTX cuando se constituyeron en préctica consustan-
cial dentro de la estética periodistica general. En este desarrollo, los periddicos venezola-
nos estuvieron al mismo nivel que los del resto del continentey de Europa.
Como se desarrollard de manera més evidente en las dos revistas literarias mas im-
portantes de finales de siglo como fueron El Cojo Ilustrado y Cosmépolis, comienza a
pensarse en un piblico femenino, que por fin ha logrado tener acceso ala Jectura —no ne-
cesariamente a la escritura, como bien ha apuntado David D. Hall en sus interesantes es-
tudios a propésito de dicha préctica en el noreste de los Estados Unidos-y a quien querfa
vendérsele no sélo la idea de nacién que segufa intentando definirse, sino ciertos bienes
materialesy simbélicos.
Este proceso de incorporacién del nuevo ptiblico lector —femenino letrado, en su ma-
yorfa (todavia es muy poco el acceso a la palabra escrita, asf sea ofda, para los otros grupos
subalternos, incluyendo por supuesto a las mujeres no letradas)—y la conseouente profe-
sionalizacién del escritor (0 el periodista) no seré tan amplio ni determinante aqui como
ocurrié en otras latitudes, pero sin duda deberfa ser motivo para nuevas investigaciones,
dada la ausencia de materiales que en verdad den cuenta de las tecnologfas de lectura a
todo lo largo del siglo XIX venezolano y, en general, hispanoamericano.
Ha sido enfatizada la idea, por parte de los estudiosos del fendmeno de la imprenta oc-
cidental, de que el deseo por obtener una. informacién rdpida y un entretenimiento a bajo
costo fueron las principales razones para la existencia de la prensa periddica, Se ha asimi-
lado el periddico a esta primera necesidad de obtener informacién, mientras que se ha co-
locado a las revistas—en un sentido amplio— como las encargadas de lo segundo (Steinberg,
1959: 168). Sin embargo, tal como seftalamos al inicio de este trabajo, al menos en el caso
americano —y aqui ineluimos, por supuesto, a los Estados Unidos- la prensa estuvo inne-
gablemente tnida al deseo de la creacion y consotidacién de los nuevos Estados: la plumay
Ta espada estuvieron siempre juntas como armas necesarias para la obtencién de los idea-
les de libertad, igualdad y fraternidad que marcaron las luchas independentistas de la era
moderna (Smith, 1979: 68-88). Lo mismo habia ocurrido en Francia; no en la prensa inglesa,
que se distingi6, desde sus inicios, por un periodismo independiente del poder central. Lo
que sf os indudable es que, a medida que las diversas regiones fban adquiriendo una relati-
va normalidad y autonom(a, la prensa comenzaba & incorporarse més abiertamente a los
procesos més generales y de mercado. Esto tiltimo, por otro lado, refuera la dependencia
de la imprenta respecto a los periédicos: cada nueva imprenta, al menos al norte del conti-
nente americano, estuvo siempre acompafiada de un nuevo periddico, el cual se constitufa,
casi inmediatamente, en su principal recurso de sobrevivencia econ6mica. Lucien Febvrey
Henri-Jean Martin, en su importante tratado LApparition du Livre (1958), han destacado
Josinicios del periodismo impreso como un fenémeno netamente estadounidense, muy uni-
doen su expansiény éxito econémico al desarrollo del correo.
El proceso hispanoamericano en general fue, por razones obvias, muy diferente, pero
eso no impidié que, poco a poco, también nosotros nos fueramos uniendo, favoreciéndonos
yparticipando de ese nuevo desarrollo mercantil. En 1889 aparecio el primer boletin exclu-
sivamente comercial del que se tiene noticia, al menos en Caracas: el Boletin de la Agencia
zz
183.BET) 10 Pverar, el cual fue también el primero en reproducir enoticias cablegréficas que legaban
184
de ultramar gracias a la instalacién del cable submarino, conocido como el Cable Francés,
que vinculaba a Venezuela con el mundo exterior» (Bisbal, 1997:588). Junto a éste, debe des-
tacarse la publicacién de Zl Tiempo (1893-1912) y El Pregonero (1892-1913), pues ambos cu-
brieron tirajes significativos e introdujeron con mayor fuerza la publicidad comercial, que
si bien siempre habfa estado presente, desde los meros inicios del periddico, adquirié sin
duda visos definitivos en estos finales de siglo. £! Pregonero dice editar, para 1895, 14.000
ejemplares. La imprenta a vapor ha sido ahora sustituida por la eléctrica, lo que permitié
estos altos tirajes. Cada ntimero estaba encabezado por el acostumbrado «almanaque», que
contena los santos del dia y las efemérides, y donde continuaban apuntandose breves suce-
sos ocurridos en la época de la Independencia. Segufa luego una seccién titulada «Avisos
diarios». En la parte inferior de la tercera pagina solfa aparecer el folletin: texto por entre-
gas que solfa ser un ensayo 0 narracién, o los dos al mismo tiempo. El folletin fue una de las
maneras més interesantes y creativas de ir atrapando al lector: se le comenzaba a contar
una historia o se procedfa a una reflexién, para luego anunciar su continuacién en futuras
ediciones del mismo medio, Esta curiosa manera de presentar los materiales obedecfa tan-
to ala falta de espacio para publicarlo todo junto como a la estrategia mercantil para ase-
gurarse suscriptores. Son famosos, a todo lo largo de este siglo y del anterior, los folletines
que aparecian en la prensa europea y que muchas veces eran reproducidos en la hispano-
americana. Sin embargo, esa necesidad de cortar el relato no era exclusiva del folletin y,
muchos menos, una préctica inaugurada por él: ya desde las gacetas se acostumbraba pre-
sentar por partes los distintos ensayos y documentos que componian el cuerpo reflexivo de
los periddicos. Volviendo a Bl Pregonero, es importante notar que, siguiendo las pautas de
a 6poca, los avisos de publicidad fueron ocupando cada vez més espacio (en este caso par-
ticular, como en casi todos los otros, abundaban los avisos médicos de ungiientos, pildoras,
energéticos, etc.)
‘A finales de siglo, hubo intentos por producir una prensa con un mayor cardcter «lite-
rario» —no olvidemos que esta palabra tenfa, en el siglo XIX, una acepcién mas amplia de
a que le reconocemos hoy. Fue el caso, en Maracaibo, de Bl Fondgrafo (1879-1883). Se pu-
Dlicaba dos veces por semana y llevaba el subtitulo «Noticias, Literatura y Anuncios». Ala
mitad de su recorrido, para 1881, cambié de formato: pas6 de la concentracién de noticias
de cardcter mercantil a colocar en su primera pagina sus correspondientes folletines y, en
las siguientes, versos de Campoamor, Gutiérrez Coll o Bécquer; ¢ incluso, en el nimero 7
(del 11 de junio de 1879) inicié una seccién titulada «Critica Literaria». Como en tantos
otros, la mayorfa de las noticias nacionales e internacionales se tomaban de otros diarios
—en este caso particular de La Opinién Nacional y del Diario de Avisos. No podemos ter-
minar sin mencionar aLa Religién, diario eminentemente catdlico, fundado en 1890y que
circulé hasta el aiio 2004, por lo que sin duda debe considerarse el decano del periodismo
moderno venezolano.
Permitasenos una tiltima reflexion. Si le damos una ojeada a todo el corpus de periédi.
cos que hemos mencionado aquf (por razones obvias, muchos han tenido que quedar fue-
ra), podremos ver que, pese a los cambios evidentes de tiraje y de formato la distribucién
de las columnas, el uso de un mayor o menor nimero de caracteres tipogréficos, la incorpo-
racién de imagenes y dibujos-, las caracterfsticas en cuanto al contenido y la idea en si de
Jo que queria proyectarse no varié demasiado. Todo el siglo XIX venezolano fue un largo si-glode guerras-armadasy verbales~,tendientes a jar clertos jdeales nacionales que pate-
cfan no lograr nunca afianzarse en verdad. La prensa sélo pudo recoger Jo que la propia so- 185
ciedad era: un mundo fragmentado, contradictorio y en pugna perenne que no lograba
consolidarse en ninguna imagen que permitiera la convivencia pacffica entre todos sus hha-
bitantes —ni siquiera entre aquellos que contaban con el don de la palabra escrita. Como
fue mencionado varias veces, la época de la guerra independentista fue motivo recurrente
atodo lo largo del siglo, fantasma que recorreré también buena parte del siglo XXy que pa-
reciera no abandonarnos, al menos, en losinicios del XX1.
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